Partida Rol por web

Orbitabas Neo Chroma mientras asomabas la mirada por las mamparas blindadas del puente de mando de la Tyrant V. Podías ver como aquella docena de cruceros imperiales se precipitaban sobre la superficie del planeta con la única intención de dominarlo por la fuerza.

-Nuestros daños han alcanzado el cincuenta por ciento, comandante -llegó a decir Horner, con cierta aprensión en su timbre de voz.

Si volvías a entrar en combate no saldrías victorioso. Sin embargo varios cruceros decidieron cambiar su rumbo para interceptar a la Tyrant V. Horner se acercó a ti y te miró, como si estuviese esperando a que tomases una decisión. Realmente todos los presentes en el puente de mando... en toda la nave, lo esperaban.

No podías huir, no eras un cobarde que dejaba a la gente a su suerte. Un cobarde no puede recuperar su trono... pero tampoco podías hacerle frente a dos cruceros. El tiempo se acababa.

Con rostro sombrío contempló el avance impasible e inevitable de los cruceros imperiales. Esas bestias gigantescas eran siempre fuente de admiración para el Rex. Verlas en un camino de sangre helaba el plasma en sus venas y erizaba incontrolablemente su vello.
Se mantuvo observador, con las manos entrelazadas por detrás de la cintura. Entonces, Horner habló. Tenía razón, el conflicto directo resultaría en derrota. Tyrant era su último hogar, el último bastión que le quedaba. Su última esperanza. Y él era la última esperanza de sus tripulantes.
El silencio se hizo rey por momentos que parecían eternos, mientras un ensimismado Arkturus buscaba una solución.
-Matt... Te va a parecer una locura, peor que cualquiera que hayas escuchado. Pero quiero que me escuches, que lo lleves a cabo. Que confíes en mi, como lo has hecho tantas veces. Tú, y todos.-habló al final. Tomó una pausa, como si buscase la convicción necesaria para seguir-El plan es el siguiente. Quiero que todos los escudos se centren en la proa. Todo para adelante, pero que estén listos para trasladarse en el momento determinado al estribor. Vamos a cargar hacia el crucero de la izquierda, flanquearlo y evacuar la Tyrant, usándolo de escudo frente al otro. Así, sólo nos podrá disparar él, y por un lado , no por todas partes. Con suerte, salimos vivos...
Inhaló mientras tomaba en su mano un transmisor.
-Prepara las naves de escape, y todas las de ataque de las que dispongamos. Que dos de transporte se mantengan en reposo, para nosotros y los tripulantes necesarios como para pilotar la Tyrant. Transfiere el control de las armas al puente de mando. No vamos a necesitar ataques individuales a cazas... Quiero toda la energía de la que disponemos hacia los escudos y motores y un poco en los cañones principales y de mayor magnitud. Desactiva las funciones vitales de la nave y la luz, saca todo lo que puedas. Que los tripulantes usen máscaras de oxígeno hasta las naves. Que preparen al Fénix, manda a Jim y Tychus ahí. Que ayuden a los demás y los organicen...-ordenó a Matt.
Luego, activó el transmisor.
-Mis leales hombres, estamos entre espada y pared. Nos es imposible escapar huyendo. Nuestras posibilidades de defendernos son casi nulas. Se nos acercan dos cruceros Behemoth imperiales. No disponemos del arsenal suficiente ni del estado adecuado de la nave para un combate prolongado. Parece ser que los astros se han alineado para que caigamos, aquí, en órbita y a manos imperiales. ¡Pero demostraremos una vez más de lo que somos capaces los hombres de Albiob! Os pido vuestro apoyo, y que sigáis mis indicaciones... Y, con suerte y favor divino, saldremos de esta y veremos de nuevo el sol de Albion y los pastos, y los mares y oceanos. Aferraos a la nostalgia y al patriotismo, a la añoranza y los deseos de volver a ver nuestra tierra, y agarraos a vuestros asientos, porque vamos a pasarlo muy mal...
Desactivó el emisor y se giró hacia su sub-comandante.
-Todo tuyo. Vamos allá, Matt...-dijo, alcanzando por debajo de su ropa su collar, adornado en forma de cruz latina con un escudo en medio de los cuatro brazos, el escudo de Albion. Rezó a que saliera bien aquello.

Todo el mundo se colocó en sus posiciones siguiendo a la perfección el plan que habías trazado. Podría ser una locura, si, pero esos hombres y mujeres que te seguían lo habían hecho aceptando todos los inconvenientes. Todos se colocaron en posición... las luces del puente se apagaron, en su lugar unas pequeñas luces rojas anunciaban el estado de la nave. Casi todo apagado, por no decir todo, y el crucero imperial se acercaba lentamente hacia tú nave.

-Que todo el mundo se prepare para los posibles impacto.

Se comenzó a maniobrar la nave de tal manera que se colocaba como el capitán, tú, habías ordenado. Sin embargo los nervios del momento, la tensión, y la difícil situación no ayudaban en absoluto. La nave comenzó a colocarse en posición y todos los escudos estaban dispuestos en la parte frontal de la nave.

-Todos se están preparando para evacuar. Deberías ir también... -te insistió Horner, apoyando su mano sobre tú hombro.

Y entonces los impactos llegaron. Los misiles de las naves imperiales comenzaron a impactar en tú preciada nave y las chispas no eran las únicas cosas que comenzaron a florecer por todos lados. Los gritos del acero retorciéndose por los impactos era bien conocido, pero uno nunca se acostumbraba.

El plan no iba demasiado bien. Los ataques implacables de los cruceros se abrían paso a través de los escudos y sacudían al Tyrant desde los cimientos.
Pero no era él un crucero ni tenía la capacidad de aguantar todo aquello. La única opción era ser más rápidos y conseguir ese cobijo arriesgado en el flanco de uno de los cruceros.

-¡Todavía no!-contestó a Matt, dirigiendo más allá a la fragata, a través del barrage de proyectiles.
Rezó a que consiguieran zafarse a tiempo y que no muriesen los tripulantes.

La sacudida te hizo perder un poco el equilibrio, pero Matt te ayudó a mantenerte en pie. Estaba claro que el plan no salía como te habría gustado, y la nave recibía más daño del imaginado en un principio. 

-¡Nuestros daños han descendido al 24%! Los motores uno y tres han fallado, las cápsulas comienzan a salir, por suerte están cubiertas gracias a nosotros.

Los dos cruceros imperiales comenzaron a movilizarse, pero en eso empezaste a ganar ventaja. Tú nave es mucho más rápida y pudo adaptarse, más o menos, a las exigencias de la situación.

Dio gracias a Matt por apoyarlo en la gran sacudida, volviendo después a la dirección.
-Olvídate de esos motores, aún quedan los otros cuatro, y con esos dos destruidos, igual sirven para tapar los restantes y defenderlos de proyectiles... Sólo hace falta aguantar un poco más...- dijo, buscando reemplazar con energía lo que perdieron en la salva de disparos.
-A cualquier dron del que dispongamos,haz que se planteen como escudo para los motores y el puente de mando...
Luego, cogió el comunicador y buscó a Jim.
-Prended los motores del Fénix ya. Estaremos de camino en un par de minutos.
Se puso la máscara de oxígeno y fue desactivando más funciones, como la ambientación e incluso las armas, dirigiendo el poder al máximo ya sólo al escudo lateral, para aguantar el máximo de tiempo. Sin los soportes vitales, pronto el frío espacial les llegaría. Disponían de demasiado poco tiempo, tenían que salir ya...

A pesar del caos que se formaba en toda tú nave, tú plan salía más o menos bien. Diste órdenes y todos acataron tú palabra con rapidez y eficacia. Al fin y al cabo habías sido el líder de ese grupo durante mucho tiempo y te habías ganado sus corazones y sus mentes. El momento de abandonar el barco se aproximaba...

Las naves enemigas se posicionaron y abrieron fuego de manera salvaje contra la tuya. Los impactos dieron de lleno y, aunque todavía podía resistir un poco más, la nave comenzaba a dar fallos graves. Seria cuestión de tiempo que quedase inservible.

Todo marchaba medianamente bien. Era el fin de Tyrant, pero no de sus hombres. No el suyo, y desde luego no el de su legado. La fragata había cumplido su deber y era hora de despedirse.

Acarició el "timón" , uno de metal que puso para más sensación de navegación, una preciosidad con bajorrelieves reales. Lo mimó como si de una dama se tratara, al son de explosiones. Mientras más proyectiles se incrustaban en el casco devastado, más quería Arkturus a aferrarse al timón y no irse. Pero sus hombres clamaban, flotando en espacio o entrando en ignición por el roce atmosférico. Al menos, así pensaba. No tenía manera alguna de observarlos, pero esperaba que estuvieran bien, que aterrizaran bien y tampoco mataran a civiles. 

Pero al menos aún tenía al Fénix. 

-Es hora de irnos, Matt. Las últimas órdenes de esta nave son de aguantar, sin energía, con los escudos a tope en el flanco derecho... Esperemos que dure...

De nuevo, un toque al timón. El último. Se llevó la mano a la máscara, frente a la boca, y lanzó un beso al puente oscuro y despojado de personal, de vida. 

-Jim, ya estamos de camino.- dijo a través del comunicador, hacia su teniente. 

Corriste junto a Matt por los pasillos de la devastada Tyrant, protegiéndote a ti y tus hombres de lo que habría sido una muerte segura. Tras unos pocos minutos llegas a la dársena donde se encuentra el Fénix, allí esperaban dos de tus mejores hombres, Raynor y Findlay. En el interior del Fénix estaban los supervivientes que habían podido evacuar. Otros, sencillamente estaban muertos o probando suerte en cápsulas de salvamento que caían a Neo Chroma cual lluvia.

Entraste en la Fénix y esta comenzó a desplazarse para salir disparada. Pudiste ver como algunos aun intentaban alcanzar la Fénix, pero su compuerta ya estaba cerrada. Se aferraron a la puerta de embarque como sus últimos alientos. Juraron luchar por tus ideales y el Imperio las arrebató de golpe.

Cuando la Fénix salió disparada esos hombres y mujeres se alejaron de golpe, se quedaron a bordo de la Tyrant. Ésta comenzó a estallar lentamente, mientras los cruceros imperiales arrasaban tú nave. Con ella habías perdido mucho. Cualquiera diría que aquello era el fin.

Miró desde la nave cómo se había desarrollado aquello, cómo personas quedaban atrás, cómo otras caían en lluvia incandescente sobre la faz de Neo Chroma. Se aferró a las paredes para no desplomarse, caerse a la vez que su nave.

-Dicen que el capitán cae siempre el último, con su nave... Pero heme aquí, mientras otros seguían ahí, muriéndose... 

Se giró, incapaz de ver más el cuadro de su nave destruida. 

-Jim, Jim. Ahí va nuestra casa, nuestro bastión a lo largo de todos estos años. Ahí va nuestro orgullo, lo que defendimos a sangre y fuego por una década casi.  Ahí cae nuestro hogar y nuestros archivos, Matt. Dime que has guardado de alguna forma el diario de a bordo... 

Tragó saliva y recobró la compostura, al ver a un puñado más de supervivientes ahí. Seguía siendo el Rex, no podía dejarse llevar. Debían prevalecer, a toda costa. Su vida, la de todos ellos, no era sólo respiro y sangre, era un ideal, uno que buscaban y al que se aferraban fieramente.

-Hemos perdido nuestra casa, pero... Pero Albion sigue ahí. Hoy han muerto muchos. Hermanos, amigos, conocidos. Hombres y mujeres fuertes, leales. Grandes personas, familias, compatriotas, hijos de Albion... Pero nosotros aún seguimos vivos. Y mientras lo estemos...-perdió la voz por segundos. ¿Qué podía decir? ¿"Mientras seguimos vivos nuestro ideal se alcanzará"? No....

-Mientras uno solo de nosotros quede vivo, Albion no será del traidor Lancelot, sino de sus hijos, y de su Rex.

Alzó la frente y con paso determinado, señalando a su teniente y al sub-capitán que le siguieran a la cabina de pilotaje. 

Una vez ahí, se sentó y tomó las riendas del Fénix, esperando a que Jim lo hiciera con el asiento del copiloto.

-Vamos a aterrizar a este guapetón... -dijo, cobrando de nuevo cierta alegría.

Jim escuchó todo lo que tenías que decir y asintió. Matt también lo hizo respecto al tema del diario. Era un alivio, uno pequeño. Cuando te pusistes a los mandos del Fénix Jim hizo lo propio como copiloto. Te miró y mencionó algunas palabras: Deberíamos salvar a la gente que sufre por culpa del Imperio. Todo esto que está sucedido... todo es culpa del Imperio. 

Te ayudó a pilotar mientras realizabais una entrada atmosférica en Neo Chroma, a lo que añadió: ¿Que hacemos pues? ¿Donde deberíamos aterrizar? Todo está plagado de armaduras negras...

Suspiró aliviado. Estar sentado y saber que, al menos de momento, mientras detrás el casco del Tyrant aguantaba, estaban a salvo, le daba espacio para pensar.

-¿Luchar contra el Imperio? Sé demasiado bien qué puede propiciar para el mundo un mal liderazgo y estoy de acuerdo en que el universo está sufriendo por nuestros errores. Los de todos... Por otro lado... Imagínate que luchamos contra el Imperio. ¿Con qué armas? ¿Cómo? Si ni siquiera hemos logrado volver a Albion... Si al menos tuviéramos el planeta de vuelta, quizá, y sólo quizá... Podríamos enfrentarnos en guerra de guerrillas con esta bestia enorme. Además de que respeto la organización y el poderío del Imperio. No es un enemigo que deseo tener, más bien un aliado al que cambiar y hacer ver la luz. ¿Crees que podría hacerlo, Jim? ¿Volver bueno al Imperio...?

Tomó un descanso, para analizar la órbita planetaria.

-Deberíamos tratar de mantenernos en el aire hasta que todos los supervivientes hayan aterrizado, y poder ir a por ellos. Además, la superficie estará sumida en llamas y conflicto. Dudo mucho de que haya lugares seguros para aterrizar. Esta vez habrá que cargar las armas y prepararnos para abrirnos paso. Manda una transmisión hacia el planeta, Matt. Diles que no somos del Imperio, que solicitamos pasaje. Que no nos disparen, somos refugiados...

Decir aquello dolía. Dolía por el orgullo, por el fracaso de recuperar Albion, por las víctimas perdidas en el Tyrant... Pero más aún por admitir que eran eso, simples fugitivos... 

El Imperio no es el que conocíamos, jefe. Ha cambiado, el hijo del Emperador es quien está al mando, un tipo sádico, cruel y loco. Por si fuera poco... la galaxia está en llamas, la guerra civil quebró al Imperio -se sentó junto a ti con su pesada armadura y miró fuera, al espacio, mientras masticaba un chicle barato-. No solo eso... no cambiarlo, Arkturus... -te miró sonriendo de lado, y susurró-. ¿Que mejor emperador que tú, jefe? Reunamos un ejército, conquistemos al Imperio.

-¿Te has vuelto loco Tychus? -respondió alarmado ante su proposición-. Derrotar al Imperio y sentar a Arkturus en su trono... ¿En serio?

Si señor, en seguida -mientras mandaba la transmisión escuchó la conversación de Tychus y Jim. Asintió varias veces, y con su respectiva formalidad respondió- El Imperio no durará mucho más tiempo. Atacar Neo Chroma de esta manera... solo es el gesto de un Emperador desquiciado, caótico. Mira las formaciones de sus cruceros; desorganizadas, aleatorias. Cada nave parece querer hacer algo distinto. Es cuestión de tiempo que el Imperio implosione y se destruya. Es entonces cuando empezará el verdadero problema. Toda una galaxia sin el control de nadie, todos y cada uno de los planetas con la esperanza de alcanzar sus metas por que ya no hay nadie que lo impida, nadie que les bloquee. 

Cuando recibió respuesta de Neo Chroma, ésta era confusa y a veces se cortaba-. Señor creo que... podemos aterrizar en su atropuerto.

Sonrió ante lo que Findlay había propuesto. Había dicho él lo que Arkturus no quería soltar por la boca. Tomar el Imperio... 

-Tomar el Imperio... -plasmó instintivamente su mente en vocablos- Es una idea loca, Tychus. Insensata. Me gusta. El traidor Lancelot no tendría más opciones que rendirse ante el dominio imperial. Y asentaríamos una nueva capital en Albion. Un Imperio nuevo, fuerte, inquebrantable... Me gusta, Tychus. Jim, ¿qué más da si es un planeta o todo lo conquistado hasta ahora? Si somos capaces de lo primero, lo somos del segundo... 

Tomó un descanso, contemplando la superficie del planeta, mientras oía la transmisión.

-Además, la anarquía es de lo peor que puede suceder a la humanidad. Es una guerra de todos contra todos. Eso es impensable. Así, al menos, tendríamos la certeza de que no haya otro tirano... Matt, aterricemos. Pero no sin más. Armas listas, que todos los que no puedan luchar se escondan. Quien pueda llevar un arma, que se ponga frente a la puerta, por si nos preparan alguna emboscada. Antes siquiera de aterrizar, vamos a pasar unas cuantas veces por encima, a ver si hay peligro a la vista... Mantened los ojos y los radares abiertos.