Partida Rol por web

Es casi de noche cuando el carro llega a Cornes. La ciudad es más bien pequeña y se halla en el fondo del valle, como el único foco de luz en varios kilómetros a la redonda. Y es, sin duda, luminosa. Por doquier veis farolillos, antorchas y hogueras, y la gente pulula por las calles como si fuese pleno mediodía. Las casas son bajas, con el tejado de madera y paja, pero parecen resistentes y lo suficientemente cálidas para resistir lo más crudo del invierno. En cuanto a las calles, no están empedradas y la principal, por la que ahora transitais, tiene unas profundas huellas de ruedas, producto del barro ya seco y el paso del tiempo.

Joshua os deja en la puerta de la posada en la plaza principal. El lugar está lleno de puestos de feriantes y mercaderes ambulantes, malabaristas, tragafuegos y saltimbanquis, y entre casa y casa hay guirnaldas de colores. La posada, cuyo nombre es El Valle Verde, tiene dos pisos de altura, lo que hace que destaque entre el resto de casas. Parece que no sois los únicos viajeros, ya que el lugar es un caos de gente con bolsas de viaje y maletas que buscan una habitación o un sitio en el fuego como sea.

El posadero, un hombre gordo y con barba oscura, os ofrece unas habitaciones a buen precio, que Bill, Mark y Loreta aceptan sin dudar. Para vosotros hay una habitación triple. Si bien no es lo ideal, la otra posibilidad es dormir junto al fuego con una manta por encima.

 La bajada hasta Cornes no se hace demasiado pesada para Lyla, sobre todo por el impresionante paisaje que se abre frente a ella. Ha empezado a oscurecer, y allí, en la lejanía, se distingue la ciudad de Cornes, iluminando su llegada cómo una galaxia de luciérnagas traviesas, expectantes ante los acontecimientos que serán acogidos por la urbe en los próximos días. La chica sonríe, y se apoya contra el respaldo del carro, mientras cierra los ojos. A veces duda de porque sigue viajando de un sitio a otro, de las razones por las que eligió esa vida. Momentos como ese son la respuesta que necesita para disipar sus dudas

Intentando hablar de cualquier cosa para matar el tiempo, el trayecto pasó entre conversaciones superfluas y momentos de silencio, no ese silencio incómodo que aparece cuando no hay nada más que hacer, si no un silencio respetuoso para poder contemplar la belleza de la escena durante unos segundos. Entonces entran a la ciudad, y de repente todo es jolgorio y ruido

Correteos de niños por aquí y por allá, luces que brillan en la noche. Risas, y algún que otro ladrido de un perro excitado inundan el ambiente. Las guirnaldas, los farolillos, y, en general, la decoración, da al lugar un ambiente irreal y fantasioso, cómo si el lugar no perteneciera al mundo real. Entonces llegan al lugar donde se encuentran emplazados los puestos, la música y las actuaciones, y la sensación de haber traspasado un portal hacia otra dimensión se hace más palpable y menos absurda. Lyla sonríe. Hacía unos dos años, había asistido a un festival similar, aunque no tan grande. Una troupe de artistas callejeros había parado a descansar en un pueblo, y debido a la buena acogida de este, habían decidido ofrecerles cómo regalo una serie de actuaciones y privilegios, que Lyla había visto de primera mano. Ahora que veía esto, desde luego, ese recuerdo parecía poca cosa

Entonces llegaron a la posada. El Valle Verde. No era muy original, pero sí bastante acertado. Además, parecía acogedora, y seguro que nada más salir del recibidor, abarrotado de gente, podrían descansar un poco. Por lo que, nada más decirle el posadero el precio de la estancia, rebuscó en su bolsillo y puso el precio indicado en el mostrador, con una sonrisa de satisfacción en la cara

No sé vosotros Dice hablando con el resto de sus acompañantes Pero yo llevo varias semanas queriendo dormir con los pies calientes

Tras el viaje me bajo de un salto y me estiro tras la dormilona que me acabo de pegar . Me da igual el precio de la posada y lo pago sin que me importe el dinero.

Chicos estoy un poco perdido , si vais a salir al festival os importaria que vaya con vosotros -digo en modo de suplica exagerada mientras sonrio

 Lyla le dirige una sonrisa algo forzada

Maldito niñato, ahora me va a tocar soportarle...

Noooo seeee... Dice haciéndose la dubitativa Es que tenemos que ayudar a nuestros amigos con el asunto de su hija, y verás... No sé si a ellos les gustará...

Deja la frase en el aire, mientras cruza los dedos por lo bajo

Alexander había pasado por el trayecto sin pena ni gloria, la verdad es que le daba un poco igual a donde se dirigiese, no tenía ninguna preferencia.

La ciudad era bonita, eso si, aunque demasiado ruidosa, para su gusto. Prefería pasar desapercibido.

Al llegar a la taberna, se preguntó que hacer a continuación, debían ayudar a sus compañeros, pero, ¿por donde empezaban?

-Claro que puedes venir con nosotros, porque aquí no conoces a nadie, ¿verdad? y solo no te vas a quedar...-Dice, arrastrando las últimas palabras mientras mira a Lyla.

No quería contradecir a su compañera, pero no le parecía bien dejar al chico solo.

-Y...¿que hacemos a continuación? ¿Descansamos?-Comenta, con cierto tono distraido.

 No, claro, supoooongo que no...

Lyla suspiro. Así que les tocaba cargar con el chiquillo. Leñes, ella era una mercenaria, no una niñera. En fin, quizás la lanza que sabía llevar con él no era sólo para intimidar, y el chico sabía hacer algo

En ese caso, un habitación triple para nosotros. ¿Tú que harás, eh...? Mierda, mierda, mierda ¿Marla?

Cómo diablos se llamaba. Fíjate que me lo ha repetido ya dos veces...

-Buf, yo estoy cansadísima -dijo Martha, haciendo oídos sordos a la confusión de Lyla-. Creo que me voy a ir a dormir. Al fin y al cabo, hasta mañana no podré hacer lo que tengo que hacer.

La chica rubia se estiró y tras pagar lo que pedian por la habitación y despedirse de todos, subió al piso de arriba.

 Hasta otra Dice la joven, con media sonrisa en la cara. La chica le cae bien, y no le habría importado que les acompañara un rato más. Al menos, no parecía alguien de quién tuviera que cuidar. A diferencia del niño

Estirándose, soltó una exhalación y luego se encaró hacia sus otros acompañantes

Bueno, voy a subir a echar un vistazo a nuestra habitación. Luego me daré una vuelta por el festival, por si queréis venir. De paso, podríamos aprovechar para buscar a Shanna, o preguntar si alguien la ha visto. ¿Que tal veis el plan? ¿En diez minutos aquí abajo?

Alexander se queda mirando descaradamente a la chica, recordando que esta ni siquiera le había dicho su nombre.

Volviendo con sus interlocutores, se quedó reflexionando un momento.

-Yo voy a dar una vuelta por la posada, a ver como es, despues...si, creo que podríamos quedar para buscar a la chiquilla-Dice, pausadamente-Y tu, Anger, ¿Que harás?-Pregunta.

Pues no se, crees que alguien de aqui sabra jugar al ajedrez... bueno creo que no es momento , me voy a tomar algo a la barra . En 10 minutos aqui

¿A la barra? Eh... Vale

Algo sorprendida, Lyla se apresura a darse la vuelta, sin poder quitarse de la cabeza la molesta idea de que tendrá que cargar con el chico borracho el resto de la noche. Luego se dirige a las escaleras, y echa un vistazo a la habitación

 Lyla abrió la puerta de forma algo brusca, y se lanzó a tirarse en la cama sin preocuparse de cerrarla, dejando sus armas y equipo en el suelo, junto a esta. Botó varias veces en el colchón, y luego soltó una exclamación de satisfacción. Después de tantos días durmiendo a la interperie, se agradecía algo de comodidad y calor hogareño, para variar

Durante unos minutos, se dedicó a mirar al techo, pensativa. Una alegre melodía de flauta se colaba por la ventana, aderezando el murmullo del gentío. Los ánimos eran palpables en la ciudad, y la joven sentía cómo los suyos crecían progresivamente, cada vez más. Hacía un tiempo que le habían hablado del festival, pero hasta ahora no había podido verlo. Lo mejor sería que se apresurara a salir, para poder disfrutarlo como era debido. Quitando el asunto de que se había comprometido a buscar a Shanna... Y de que eso supondría algo más de dinero para sus pequeños ahorros, con un poco de suerte

Echó un vistazo a su pequeña bolsa de monedas, y luego esbozó una sonrisa. Bueno, esta noche podía relajarse, y quizás malgastar algo de dinero. Al fin y al cabo, quizás nunca volvería a ver esa ciudad, y era aún menos probable que volviera a ver el festival. Y si lo hacía, ya tendría tiempo de contenerse

Recogió sus cosas, y salió de la habitación, preparada para encontrarse con sus compañeros abajo

Me acerco y pido un vaso de agua

Al rato abro una conversacion con el posadero y le pregunto por el festival y por el pueblo de cornes . Tambien le pregunto por la chica que buscamos .

-¿El festival? Bueno, lo celebramos desde hace por lo menos un siglo, y como cada día somos más, pues es más grande. Este año han venido un montón de artistas nuevos. Es una gozada... aunque dé mucho trabajo -responde el posadero-. En cuanto a la chica... Pues no me suena. Creo que no la he visto nunca.

Alexander sale fuera de la posada, y, tras respirar profundamente el aire de la nocturna ciudad, decide dar una vuelta, a ver que encuentra.

Sigo hablando con el posadero durante un rato aunque me acabo cansando y termino levantandome . Busco con la mirada a alexander y me fijo en la posada .

Al cabo de un rato, Lyla bajadel piso de arriba. Anger acab de dejar de hablar con el posadero y Alexander parece dispuesto a dar un paseo. Mark y Loreta salen en busca de su hija con pocas previsiones de encontrarla, lleno el pueblo como está.

 Lyla se despide de Mark y Loreta, no sin antes desearles suerte en su búsqueda

Si averiguo algo, os avisaré

Termina guiñando un ojo. Luego se gira hacia sus improvisados compañeros

Bueno, salgamos a ver el festival

Sonríe, y se dirige hacia la puerta

Alexander mira a Mark y Loreta con una mezcla de compasión, tristeza y esperanza, aunque rápidamente cambia el rosto por una expresión mas neutra.

Seguidamente, se reune con Anger y Lyla-Me parece bien-Dice con voz decidida-Podría haber algo interesante-Comenta esto último con voz mas apagada.

Los tres juntos salieron para disfrutar de la algarabía en Cornes. Ya habían visto los puestos y los artistas callejeros, a los que se sumaron unos músicos, con lo que los aldeanos salieron a bailar en plena plaza del pueblo. Los más jóvenes gustaban de sacarse a bailar entre ellos, a modo de juego y cortejo, y los matrimonios más mayores bailaban con calma y prudencia. Hubo un joven que dio un paso al frente e hizo ademán de pedirle un baile a Lyla, pero al mirar a sus dos acompañantes se lo pensó mejor y se perdió de vista.

Después de poco menos de una hora, cuando el alcohol ya había corrido a raudales por la plaza -alguien iba ofreciendo vino a los presentes, incluso a los desconocidos como Alexander, Anger y Lyla-, las cosas llegaron a su punto álgido. La música resultaba atronadora, así como las carcajadas de los niños que jugaban a pillar entre la gente. Habría sido un buen momento para dejarse llevar, pero algo les llamó la atención. Distinguieron a lo lejos, cerca de la banda de música, a una chica de pelo rojo y ojos verde claro. Llevaba un vestido sencillo, aunque demasiado fresco para la noche, y tenía el pelo recogido en una sencilla trenza. Fijó sus ojos en ellos y desapareció entre el cúmulo de gente.