Partida Rol por web

Cuando descendieron la escalera de caracol de la torre descubrieron que, como si lo único que retuviera los peldaños fuera su mera presencia en ella, iba desprendiéndose y desvaneciéndose en el aire a su paso. Cuando llegaron abajo no quedaba apenas nada.

Lyla y Anger iban camuflados con el hechizo de Alexander, mientras que éste, con su gran capacidad para disfrazarse, parecía cualquier persona excepto él. Y dado que su misión era buscar a Lucy, se pusieron a ello de inmediato.

La gente, al otro lado, despertaba. Los jornaleros se ponían en marcha y venían de acá para allá en forma de volutas de ceniza, a veces atravesándolos sin darse cuenta. Pero por mucho que el lugar en el que estaban se pareciera a la plaza del pueblo, no podía ser más que un mundo distinto, paralelo, y evidentemente separado del real.

Encontraron a Lucy jugando a la rayuela en mitad de la plaza. Si la miraban atentamente, a veces se parecía un poco a la imagen que habían alcanzado a ver en la torre. De algún modo, Lucy había sido Delenis en algún momento, aunque ahora se había infantilizado. No parecía percatarse de la presencia del grupo, sino que tiraba la piedra una y otra vez y saltaba a la pata coja. Debía de estar muy aburrida para jugar sola a ese juego.

 Como un eco del pasado, la torre desapareció. El mundo en el que se encontraban era extraño, caprichoso e imposible, y, visto lo visto, la situación no la pareció del todo ilógica. Incluso sintió algo de pena por Delenis. Al fin y al cabo, parecía más humana de lo que se podría haber pensado en una entidad de su poder, si lo que había dicho era cierto. Quizás no era más que una farsa, una mera actuación perpetrada por un ser más allá de toda ley física, un engaño con el que ganarse su confianza

Por desgracia, en aquellos instantes, era lo único que tenían. Algo aturdida aún por ver todas esas sombras de lo que antes habrían sido personas, decidió acabar con toda esa locura cuanto antes

Allí está Lucy Señaló a la niña, a cierta distancia, mientras miraba a Alexander ¿Que te parece si nos escondemos tras esos barriles Señaló una serie de bártulos que se apiñaban a cierta distancia de la niña mientras que tú te acercas a ella e intentas ganártela?

Esperó la respuesta de su compañero, sin llegar a estar impaciente, pero visiblemente nerviosa. Todo el asunto le ponía los pelos de punta. Como un acto reflejo, su mano se introdujo en el cinturón, sacando el mechón de pelo de Delenis, mostrándoselo a Alexander en su palma abierta para que este lo recogiera

Alexander vio a la niña jugando sola en el centro de la plaza. Notaba las extremidades ligeramente entumecidas, y tenía la boca seca. Su organismo se estaba preparando para luchar contra un peligro en potencia, y el mismo, de manera inconsciente, también.

Respiró lentamente, a la vez que asentía a su compañera y recogía el mechon de pelo que ésta le entragaba, ocultandolo en algun pliegue de sus ropas. Contó mentalmente hasta tres antes de emprender el paso hacia Lucy, un paso lento, pero seguro.

Al llegar hasta ella, se agachó para que sus ojos quedasen a la altura de la chica, y le dedicó una amplia sonrisa.

-¡Hola!-Le dijo jovialmente, esperando que no le reconociese-¿Necesitas un compañero de juegos?-Gira la cabeza hacia la rayuela-Te veo muy sola-Vuelve a girar la cabeza hacia la muchacha y le dedica otra sonrisa, mas infantil y despreocupada.

Recordaba lo que había preguntado Lucy la primera vez que les había visto.

¿Sois mi regalo? ¿Mi regalo de cumpleaños? ¡Así que me ha hecho caso!

Siguele el juego, alimenta la fantasía.

Ese era el plan, Alexander se ganaría su confianza y, después, le arrebataría el collar. No debía sentir pena por ella, no era nada, solo una imagen residual, una sombra creada artificialmente de la que era mejor librarse.

 Nada más Alexander da el primer paso, Lyla coge a Anger de la manga

Vamos

Sólo antes de que se diera la vuelta, vuelve a mirar una última vez a Alexander, quien ya se encuentra a suficiente distancia como para no oír su susurro

Ten cuidado

El hechicero ya no puede oírla, pero Lyla no puede evitar seguirle con la mirada, preocupada. Al final, se sobrepone, y corre hacia los barriles, llevándose a Anger con ella. Luego se esconde

-¡Oh! -exclamó la chica, mirando a Alexander con suprema ilusión-. ¿De verdad quieres jugar conmigo? ¡Qué bien!

Parecía haberse olvidado de preguntar quién era o de dónde había salido, y ni siquiera le importaba que fuese en apariencia humano. Le dio la piedra con la que jugaba y dio un paso atrás.

-¡Te toca!

Alexander recogió la piedra que le mostraba la muchacha, y la lanzó hacia un cuadrado al azar, para, mas tarde, saltar a por ella de celda en celda. Su mente trabajaba mucho mas rápido de lo que podría haber imaginado, tanteando alternativas con las que poder ganarse la confianza de la chiquilla.

-¡Vaya! Hacía mucho que no jugaba-Dice, al terminar su ronda-Aunque veo que tu eres toda una experta-Comenta, mientras observa con fingida admiración a la niña.

De momento, Alexander quería tantear un poco a Lucy. Lo consideraba la mejor opción de cara a quitarle el collar. Debía asegurarse de no llamar la atención del anciano, el protector de la niña.

-Es que no tengo mucho con qué jugar -replicó ella, haciendo su ronda-. Tengo algunos autómatas y juguetes, pero están viejos y son de niña. ¡Yo quiero algo nuevo! ¡Quiero un amigo!

Se quedó parada y miró a Alexander con pena infinita.

-¿Puedes ser tú mi amigo?

Alexander no se esperaba esa pregunta, parecía tan...humana. La necesidad de no estar solo era un sentimiento muy natural, algo que nunca se le habría ocurrido asociar con la niña.

Fue por esto mismo por lo que vaciló al contestar.

-¿Tu amigo? ¡Claro que seré tu amigo!-Dice, mientras le dedica una amplia sonrisa.

Su corazón se ablandó ligeramente con aquella cuestión tan infantil. Él tambien sabía lo que era la soledad, lo sabía muy bien, y no podía evitar sentirse identificado con Lucy, aunque era consciente de que no debía hacerlo.

¿Cual debía ser su siguente paso?

Sabía que el anciano, Dranías creía recordar, les habría matado si hubiese tenido la oportunidad, pero la niña sólo quería jugar con ellos, quizá ajena a la maldad que la rodeaba. ¿Y si todo fuese una gran mentira? ¿Y si Delenis sólo quería utilizarlos, al igual que el anciano? ¿Estaría Lucy en peligro?

Alexander se dio cuenta de su repentina paranoia, e intentó centrarse en el cometido que estaba llevando a cabo. Debía mantener la mente fría.

 Lyla chascó la lengua. Observando a Alexander desde su escondite, comenzaba a perder la confianza en el plan... ¿Y si el joven no tenía el valor para quitarle el collar? Parecía que estaba congeniando bien con la niña... Pero, al fin y al cabo, era solo eso: Una niña ¿Como traicionar la confianza de algo tan inocente de aquella manera?

Vamos, Alexander...

Preparó su mano alrededor de la espalda, mientras se preparaba para salir, en caso de que algo malo ocurriera. La situación cada vez le gustaba menos...

Lucy sonrió y dio un salto de alegría. De pronto miró a sus pies y se dio cuenta de que la piedra había salido rodando por el suelo, perdiéndose entre las otras muchas que poblaban el suelo de la plaza. Se encogió de hombros.

-Estoy cansada de este juego. ¿Te sabes tú alguno? ¡Oye! Me llamo Lucy. ¿Y tú?

Alexander comenzó a cargar magia del ambiente, preparando un hechizo concreto, de manera silenciosa y sin gesticular. Tenía un plan mas o menos logrado, pero siempre podría cambiar debido a factores externos a el y a la propia niña. Esperaba que esto no sucediese.

-Yo soy Ethan-Se presentó, con una sonrisa, tenía miedo de revelar su verdadero nombre, por si Lucy lo había oído de manera fortuita-Y conozco un juego-Esperó unos segundos, para intentar impresionar a la niña.

-¿Alguna vez has construido un muñeco? Ya sabes, apilando cosas y dándole forma. ¡Es mucho mas divertido de lo que suena!-Se hizo el emocionado, esperando que la chiquilla le siguiese el juego y se dejase conmover por algo tan sencillo como construir un muñeco.

Se repetía una y otra vez a si mismo que no debía sentir pena, que ella no era nada, y que debía recuperar el collar. Pero, una vez cultivada la duda que el mismo había plantado, ésta crecía con avidez, devorando la seguridad a su paso.

Me escondo tras lyla y observo la conversacion que mantienen alexander y la chica parece que va bien susurro a lyla

Aparto la mano y me voy relajando aunque no sigo mirando a alexander .

-Sí, claro. Una vez él hizo nevar y construí un muñeco de nieve, pero no duró. Se deshizo enseguida. ¿Quieres que lo intentemos? Aunque no sé con qué... -respondió la chica, suspirando.

-Con nieve no, desde luego, se desharía en nada de tiempo, igual que te pasó a ti.

¿Tambien puede controlar el clima? No se de que me sorprendo, la verdad...

Alexander gira sobre si mismo 360º buscando cualquier cosa que sirviese para construir un muñeco.

¿Que diablos haces, Alexander? La tienes en el bote... Deja de jugar, y quítale el collar

Lyla fijó su mirada en la niña, que hablaba con su compañero de forma despreocupad e inocente, sin saber el verdadero objetivo de este ¿Y si el joven se encariñaba con ella? No, no tenían tiempo para esa clase de tonterías... Pero cada vez se sentía más insegura. Ahora la chica estaba sola, pero el pez grande no tardaría mucho en llegar...

No es que hubiese gran cosa a su alrededor, pero quizás el montón de heno sirviese para algo. Parecía un carro abandonado en medio de la Otra plaza, sin bestia de tiro ni dueño.

-¡Eso nos servirá!-Le comenta Alexander a la niña, a la vez que se dirige hacia la carreta y vuelca su contenido en el suelo.

-Bien, ¿Lista?-Le sonríe, mientras comienza a amontonar el heno.

-¡Sí!

Con el entusiasmo propio de una niña, Lucy amontonó una pila de heno y trató de darle la forma de un cuerpo, pero dejando que Alexander llevase la batuta en todo momento, como si no estuviese muy segura de la forma que se esperaba del muñeco.

Bien, bien, Alexander, ya casi lo tienes.

El chico le dio la forma mas humana que pudo, y una complexión parecida a la suya propia.

Al terminar, dio unos pasos hacia atrás para admirar su obra.

-No ha quedado del todo mal, ¿verdad?-Dice, mientras le sonríe a Lucy-¿Pero no te parece que está un poco soso?-reforzó su comentario con una mueca que no dejaba lugar a dudas sobre su postura.

Al cabo de unos segundos, Alexander chascó los dedos con emoción.

-¡Claro!-Exclamó, a la vez que se desabrochaba la chaqueta y se la echaba por encima al muñeco-Falta vestirlo.

Acto seguido, buscó por el suelo unas cuantas piedras y las colocó para que hicieran a modo de ojos y boca.

-¿Quieres aportar algo, señorita?

El corazón del muchacho latía con nerviosismo. Todavía se planteaba la naturaleza de Lucy, pero sabía que debía dejar la mente en blanco si quería que la misión funcionase, o, de lo contrario, se pondría en peligro a si mismo y lo que era peor, a Lyla y a Anger.

 Si hubiera tenido que opinar sobre lo que allí estaba ocurriendo, probablemente habría pensado que Alexander se complicaba más de la cuenta ¿Por qué diablos montaba ese muñeco? Y ahora le vestía, y...

Oh

De repente, la idea no le pareció tan mala. Con un poco de suerte...

Claro que yo, probablemente, habría arrancado de cuajo el collar a la niña. Quizás es que soy muy directa...