Partida Rol por web

Elliot se rascó la cabeza, indeciso, mientras escuchaba las objeciones y preguntas de dos de los recién llegados y aguardaba a que Tillis les respondiera. Por un lado no se quedaría tranquilo si no averiguaba qué era todo eso de Leninguer. Ese bastardo se le había escapado y nunca había podido quitárselo del todo de la cabeza. Si estaba vivo tenía que averiguarlo.

¡Ah, qué diablos!

—Dos meses no es mucho —le dijo a Tillis, después de que terminaran las discusiones—. Me vendrá bien un último paseo por el bello sur, antes de sentarme en la mecedora frente a mi casa y ya no mover de allí mi viejo trasero. El dinero tampoco viene mal.

Se acercó a la mesa, cogió la pluma y se quedó vacilante, unos instantes, pensando en que en su casa lo aguardaba algo mucho peor que todos los indios y forajidos del Oeste juntos.

Finalmente estampó su firma y estrechó la mano de Tillis.

Claro que no vamos a cruzar estas tierras sin provisiones, esto... ¿Hoyle, verdad? -dijo Tillis a Frank-. En mi carreta llevamos suficientes alimentos y agua. Si lleváis también lo vuestro pues mejor que mejor. Eso si, supongo que tendréis una manta para dormir por las noch...

¡¡¡... O... ... UTAA!!! -parecía haber algún revuelo en el exterior, lo cual interrumpió a Tillis-.

¡¡HIJO DE PUTAAA!! -una voz procedente del exterior, ahora más clara, no hacía más que repetir este calificativo a alguien-. Enseguida, aquel que lo decía irrumpió en el saloon, y todo el mundo se quedó expectante. Las puertas oscilantes del saloon se abrieron violentamente.

Algo impactante os atrajo la atención hacia la puerta. Una figura tambaleante (ataviado con ropa de vaquero) entró en El Álamo y se abrió paso por entre la multitud, empujando si era necesario a quien encontrase por medio. Su paso, algo quebrado, tenía firme dirección, e iba directo hacia Tillis en el estrado del piano.

Se puso delante de él, volvió a gritarle ese improperio, y acto seguido intentó encañonar con una Colt Army a un sorprendido Tillis.

¡¡BANG!!
        ¡¡BANG!!
               ¡¡BANG...!!

En menos de tres segundos, la escena fue bien distinta. Tres disparos hicieron que ese misterioso personaje cayera al suelo con tres balazos en el pecho, mientras el Alemán, que aún estaba frente a Elliot dejando que apuntara su nombre en la lista y que había sido el autor de los mismos, guardara su arma, aún humenante, en su funda, tras haberse levantado rapidamente por la amenaza.

Nada más entrar el hombre en el local me habia levantado de la silla, soltado el vaso y desenfundado el arma. Pero justo cuando el arma estaba ya fuera de su funda la acción habia terminado. Con un rapido movimiento del pie evite que el vaso se rompiera aunque no pude hacer nada por el liquido que contenia, este se desparramo por todo el suelo. Volvi a enfundar el arma y me agache para recoger el vaso, la tos y los dolores en la espalda habian desaparecido, como siempre que entraba en acción, pero sabia que la tregua no duraria mucho.

Cuando deje el vaso en la barra, la tos llego sin avisar y venia desde lo profundo de los pulmones -Cof, cof, cof. Agg, puf- Acabe con un escupitajo con nuevas flemas mientras estaba doblado sobre mi mismo por el esfuerzo que me habia supuesto este ataque de tos. Me volvi a sentar y me gire hacia nuestro contratador -¿Esto va a ser lo normal en el viaje? Porque si es asi, o incluyes la munición en el trato o me borras de la lista-

Los gritos en el exterior pusieron en guardia al viejo Thomas. Cuando llegas una edad y has pasado tiempo en un saloon,  sabes cuando vienen problemas. En cuanto ve al hombre tambaleándose y empujando a la gente, el viejo se levanta y vuelca la mesa donde bebía junto a Jim para protegerse detrás de ella.

Cúbrete joven- Llega a decirle.

Apoyando la espalda en la mesa, toma su rifle entre las piernas mientras  lo carga. Es entonces cuando oye los disparos y parece que todo se calma. El resultado es otro pobre muerto en el suelo del Álamo. Saliendo de detrás de la mesa algo renqueante con su petate, se acerca al desgraciado, colocándose de rodillas junto a él. Separa el arma de su mano , alejándola y trata de ver si aún sigue con vida. Con tres disparos en el pecho no había muchas probabilidades.

- Vamos tranquilo, saldrás de esta- Mintió. Apretaba las heridas de bala con fuerza para evitar que se desangrara con una camisa vieja.- ¡Llamen al médico!..

Inclinado sobre el ya seguramente cadaver del desconocido, Thomas escucha cualquier cosa que éste diga en sus últimos momentos de vida.

Jin se parapetó detras de la silla que había volcado Thomas.

Cuando todo paso, hizo un gesto con mano a Dwayne.

- Quedate aquí chico, es más seguro.

Se levanta y se acerca hasta el Alemán y Tillis.

- Quien es el fiambre. Y este hombre, el de los disparos. Porque si todavía no hemos empezado y ya hay muertos, este asunto es más complicado de lo que parece.

Elliot se abrió paso hasta el lugar donde había caído el sujeto, le bastó echar un vistazo para darse cuenta de que los esfuerzos del anciano que estaba tratando de ayudarlo eran en vano. Le dio una palmada en hombro.

—Ya puede dejarlo, amigo. Si no se ha ido todavía, es sólo cuestión de tiempo.

Miró alrededor.

—¡Alguien llame al Sheriff, por favor!

Se volvió hacia Tillis, evaluándolo y señaló al cadáver, con un movimiento de la cabeza.

—¿Le conocía? Parecía muy molesto con Usted.

Expectante de la situación que acontecía en aquel lugar, un algo sorprendido Frank Hoyle se limito a escupir al suelo con desagrado para luego exclamar con moderada voz –Mierda! En que me he metido-.

Si esa iba a ser la senda que habrían de cruzar los próximos días, bien le vendría pegarse un tiro ahora mismo y olvidarse de todos. Mas aun, quien era esa hombre que tenia que ver con todo lo que ahora sucedía. Si tras ese tal Tellis había matones y borrachos, mas que cuidar el ganado habrían de cuidarse a si mismos.

LAureen miró espectante todo lo que ocurría a su alrededor,¿Quién era ese tal Tillis y porqué alguien lo había intentado matar?Además había que tener en cuenta al "alemán", era realmente rápido disparando...
Se acercó un poco más hacia el cuerpo del fallecido, no quería perderse ningún detalle de lo que se dijese a partir de ese momento.

El viejo Lewis apretaba al tipo en su pecho con sus propias manos, el cual estaba tumbado en el suelo y sangrante, pero sin éxito alguno: había muerto en el acto, las balas habían sido certeras, una de ellas en el corazón.

¿Que te "incluya la munición", pazguato? -dijo Tillis alterado sintiéndose como insultado por las palabras de Dwayne-. No pretenderás que encima de una extraordinaria paga tenga que ponerte un guardaespaldas... ¡Alemán, borra a este inepto de la lista y ya verá como aprende a...!

Pero entonces, antes de que el capataz tomara la hoja, y mientras todo el saloon miraba rodeando al cadáver, alguien más entró en El Álamo; llevaba una estrella bañada en dorado en la solapa de su chaquetilla.

Bien... -dijo el tipo de 1,65 aproximadamente que iba acompañado por dos hombres a sus espaldas-. Se acabo la fiesta... Usted, baje de ahí -le dijo a Tillis para que descendiese del estrado-. Luego se giró a sus dos hombres, e hizo un gesto con la mano a uno de ellos, luego al otro.

Que no salga nadie, ¿de acuerdo?, -murmuró a los suyos-, y tu ve a la trasera. No te muevas de alli. Bien, bien, bien... -ahora se dirigió a todos mientras miraba al cadáver-. ¿Quién diantres quiere yesca en este pueblo? -el Sheriff se agachó, y sin remilgos alguno tocó la camisa de cadáver para comprobar la ferocidad del abatimiento-. ¿Quién ha disparado a este hombre? De aquí no sale nadie sin que hayamos resuelto esto...

El Sheriff Buxter, por su aspecto, parecía no tener demasiado poder intimidatorio más que el que el poder que su placa le otorgaba.

Jim permaneció en silencio bebiendo su wiskhey.

Permanezco en mi silla tosiendo sin decir nada mientras el sheriff nos va mirando a todos. Mientras tanto le doy vuletas a lo que me ha dicho Tillis -Joder, no creo que sea para ponerse asi. No hemos ni empezado a trabajar y ya tengo que sacar el arma. Tal y como pinta esto, me parece lo justo- Pienso mientras me subo la mano a la boca cada vez que me viene la tos

Tu, muchacho... -dijo el Sheriff a Dwayne...-, ¿tu has disparado a este fulano?

Se lo preguntó al ver el arma desenfundada mientras el chico tosía.

-¿¿Yo, cof, cof, señor??- Digo con falsa sorpresa -Por supuesto, cof, cof, que no. Si apenas puedo mantenerme, cof, cof, en pie por mi enfermedad. Solo llevo el arma para asustar, apenas puedo, cof, cof, dispararla- Acabo apretandome aun más contra el abrigo y la bufanda fingiendo un escalofrio

Thomas se limpia la manos en el pantalon del hombre muerto. No había nada que hacer, había muerto en el acto. Normal, el "aleman" tenía una buena arma y sabía manejarla.  A las palabras del sheriff el viejo le responde mientras vuelve hacia la mesa donde había estado plácidamente sentado.

- El chico no tiene nada que ver Sheriff. Este hombre entró en el saloon insultando  y amenazando con su arma al Sr. Tillis aquí presente.- Thomas señala sin ningún pudor a su nuevo jefe.- Pero fue el grande  el que arpetó el gatillo...todo fue bien rápido como suelen ir estas cosas.

-Anciano imbecil- penso Frankpara sus adentros. Es que era difícil decir que lo mataron por la espalda, que la bala había venido de fuera o que el asesino se había hechado a correr. Si las cosas ya de por si no pintaban bien, ahora menos.
Y es que aun que Frank supiera que la misión para la que lo habían contratado era difícil, también sabía que implica comida y alojamiento, cosa que no tenía en absoluto.

Laureen permaneció callada cuando entró el Sheriff y empezaron las explicaciones, por su profesión había aprendido que lo mejor en la mayoría de las ocasiones era pasar inadvertida, y, hasta que tuviese más claro que clase de gente era aquella para la que supuestamente iba a trabajar no pensaba abrir la boca.
Observó con detenimiento a un joven con gabardina, tosía como un loco, ¿En serio quería ir por ahí guardando ganado?...en fin, habría que ver como se desarrollaban los aconteci mientos.

Tillis vio la reacción de los presentes. La mayoría callaban, pero el joven Dwayne se quitaba de culpa, e incluso Thomas Lewis no tenía recelo alguno en aclarar someramente qué había pasado declarando el nombre del ganadero que ofrecía trabajo.

No, Sheriff... -"espetó" con un acento suave mientras se acercaba a la autoridad-. Éste joven no ha disparado a nadie, sino que ha sido mi capataz -el Alemán, sorprendido, abrió los ojos al ver que su propio jefe parecía delatarle-. Pero ha de comprender, y todos los clientes del saloon están de testigos frente a usted, que este sujeto vino se acercó con insultos severos y, mi hombre no hizo sino protegerme antes de que me disparar tras amenazarme. ¿Lo puede creer? Más bien salvé la vida...

Algunas de las gentes del bar asentía a las palabras de Tillis con unos simples "Si, si, si...". Ciertamente la acción había transcurrido así, y el Sheriff Buxter, mirando las caras e inspeccionando al cadáver (al cual le requisó sus armas y algo de dinero que llevaba encima, no mucho), llamó a sus muchachos.