Partida Rol por web

Bien, os pusísteis definitivamente en marcha. La cosa estaba caliente, ¡muy caliente! Y no nos referimos al asfixiante sol que abrasaba el material de vuestros sombreros y chaquetas... Por un lado "el suplicio" de las reses, que no eran pocas precisamente para llevarlas; los hombres de Tillis, que no hacían sino miraros mal, y ya casi ni se cortaban a la hora de brindaros con todo el cariño del mundo algunos de sus improperios; y también la figura de vuestro jefe, que no parecía sino un tipo al que interesara cobrar su dinero cuanto antes (por un lado era lógico, claro).

Pero el hecho más preocupante era la amenazadora sombra de ciertas gentes (que no sabíais si eran indios o blancos) los cuáles sabían vuestra posición, os habían tanteado más de una vez y seguramente os siguieran la pista muy de cerca ante tal disposición "vaquera", ante vuestro trabajo.

Eran las once de la mañana cuando atravesásteis la frontera. Estábais ya en Nuevo México.

Como el día anterior, pasásteis tal jornada conduciendo ganado, en la misma disposición. Nadie hablaba, pero no era por la distancia. De haber estado unos pegados cerca de otros, lo más seguro habría sido oir a Jim y Thomas hablando de Sally entre carcajadas o de cualquier otra, con tal de evitar acordarse de aquel panorama. Menos mal que los cuatro dólares diarios de sueldo diario no se os quitaba de la cabeza, y tal vez fuera ésa la razón más evidente de que aguantárais aquellos desvaríos (al menos también mentalmente).

Dos días más estuvísteis conduciendo ganado, durmiendo en pleno desierto (por la noche hacía bastante frío) y durmiendo en vuestros sacos mientras otros hacían guardias. Eso sí: los hombres de Tillis, en sus turnos, vigilaban a la vez el propio rebaño y la carreta de su jefe.

Al cuarto día, cuando ya en aquellos desiertos de Nuevo México apenas había pastos para las resesy en medio de un árido paisaje, os sorprendió de mañana una tormenta de arena, salida como de la nada, que no hizo sino retrasar cuatro horas la marcha normal de viaje (la conducción se hacía más lenta, y Dios gracias a que no fue muy densa la tal, porque si no os hubiera desperdigado el grupo y vuestros problemas no hubieran hecho más que empezar de nuevo).

No fue hasta por la noche cuando salvásteis un poco vuestro tipo, y al apaciguarse la tormenta la noche os dio descanso, una vez más.

Señores... -dijo una vez os reunísteis y propusísteis los turnos de guardia-. Si todo va bien, mañana llegaremos a Fort Gorman, no sé si lo conocen... Allí hay una buena guarnición, por lo que tendremos esta parte de viaje sin sobresalto alguno...

Tras lo dicho, comenzásteis a deshacer vuestros petates e improvisar el campamento nocturno, como hasta ahora.

En vuestros rostros ya se comenzaba a apreciar el cansancio de aquel trabajo: cerca estábais de la semana de viaje bajo un sol incesante y en tensión y concentración en todo momento en cuanto a llevar el ganado. A veces se traducía en algun dolor de cabeza, a lo cual aguantábais sin más remedio. Sin embargo, Buck... el bueno de Buck Henry disfrutaba con aquello, o al menos eso mostraba: su tono de color de piel apenas cambiaba por el sol, su ánimo en cuanto a conducir ganado era cada vez el mismo (tras haber escuchado ya bastantes improperios hacia su persona por los hombres de Tillis) y sobre todo una disposición porque aquel era su trabajo de toda la vida, y nadie nunca le había pagado a tan buen precio el trabajo que él hacía normalmente.

Estábais ya tumbados (todos vosotros y Buck juntos, y el resto por otro lado), mientras el Alemán hacía guardia durante la noche.

No sé, muchachos -os dijo ya acurrucado en su saco y bajo su manta-. Es raro que no nos hayan vuelto a disparar durante estos cuatro días... A veces fui con mi padre a vender ganado, no tanto, por supuesto, pero siempre venía con nosotros alguien bien armado... ejem... y no es que nosotros no lo estemos, pero nosé... mmm..., estoy un poco intranquilo.

Al fondo se oía a Tillis ya roncar desmesuradamente.

- Si mañana vamos a llegar al fuerte, este es el momento para atacar. Deberíamos hacer guardias de dos en dos como mínimo. Incluso poner algún cacharro que al caer pudiese alertarnos.

YO lo único que tengo claro ahora mismo es una cosa,y es que no voy a alejarme de esta.comentó mientras sujetaba su escopeta.

-Yo creo que esto, cof, cof, es cada vez más raro. En mi opinión, cof, cof, tendriamos que hacerles creer que estamos dormidos y tratar, cof, cof, de acercarnos lo suficiente para acribillarlos, cof, cof a balazos. Muerto el perro se acabo la rabia- Digo mientras me acerco la mano a la boca para intentar calmar mi tos. Cuando estoy más tranquilo sorbo por la nariz y escupo una enorme flema en la arena del desierto

Elliot se mecía en el caballo, con aire pensativo, escuchando las opiniones de sus compañeros. Luego de un rato de silencio, decidió compartir sus impresiones sobre el asunto.

—Creo que lo de los disparos fue para evitar que fuéramos a por ellos. Fue una forma de defensa, no un ataque. Estoy seguro de que son menos que nosotros. De otra modo, ya se hubieran arriesgado a atacarnos, estos últimos días. No tiene caso arriesgar las vidas de nadie yendo tras ellos. Es arriesgado dividirnos. Es más, pueden estar vigilándonos, esperando a que hagamos precisamente eso para atacar. Aunque, si me preguntáis, creo que ya se han marchado. No creo que estén tan locos como para arriesgarse a atacarnos. Sin embargo, yo mandaría a algunas personas por delante, como exploradores, sólo para revisar los sitios en los que se pueda montar una emboscada.

Thomas mascaba con la boca abierta algo del tabaco que le había prestado Jim antes de partir, acumulándose una babilla acre en la comisura de los labios. Cualquier cosa con tal de quitarse el sabor a polvo de la garganta. Jim, parco en palabras como siempre, pero no por ello sin falta de razón. El impulsivo Dallas, el bueno de Buck,  y el más calmado y experimentado  Elliott. Los únicos que le descuadraban eran la mujer y el tal Frank. Escupió sonoramente al suelo antes de dar su opinión sobre el asunto.
- ¿Serías capaz de dejar de toser el tiempo suficiente para sorprender a nuestros seguidores? O mandarías a la mujer  y a un par de ancianos a arreglar el asunto...JAJAJA.- El viejo Thomas se quita el sombrero y se remoja el pelo con algo de agua, quedándole apelotonado en blancos mechones que empiezan a amarillear.-  Buck es el único que ha trabajado en esto antes y si está intranquilo yo también lo estoy. Está claro que nuestro  querido patrón no soltará prenda pero, ¿qué pasó con los trabajadores a los que sustituimos nosotros? Ese cretino de Tillis comentó que habían perdido a los anteriores por los ladrones de ganado, así que no creo que sus tiros fueran tan defensivos como usted propone viejo amigo. ¿Tanta historia por unas reses? Yo creo que lo que persiguen los bandoleros es lo que lleva Tillis en la carreta.- Thomas hace una pausa para mirar a los hombres de Tillis, que estaban custodiando la carreta.- Lo que están protegiendo es la carreta no el ganado, eso nos lo dejan a nosotros.- Se vuelve a poner el sombrero y coloca el rifle a su vera, como había dicho Laureen.- Yo optaría por lo que dice Jim y Elliott: doblar las guardias esta noche y mañana mandar a un par a explorar el camino hacia el fuerte para evitar emboscadas.  Una vez allí podríamos, ya más seguros, preguntar a Tillis qué coño pasa aquí.
 

Finalmente el sueño pudo con vuestra conversación, y lo más inteligente en esos momentos era dormir, tras esos días de viaje asfixiante... Al día siguiente al amanecer, os preparásteis para la jornada de viaje. Quizá de noche, o tal vez y con un poco de suerte al final de la tarde, llegaríais  Fort Gorman y descansaríais como os merecíais.

¿Estáis preparados, señores? -dijo Tillis ya desde su carreta-. ¡¡EEAAA!! -y dio unos latigazos a su montura, la cual hizo poner el transporte en camino en el acto-.

Llevábais una hora tras el amanecer, conduciendo reses, y ante de que pudiérais plantearle a vuestro jefe ese plan de enviar avanzadillas en vanguardia, el Alemán levantó su winchester y pegó un tiro al aire. Algunas reses salieron despavoridas. Por lo visto señalaba al norte, por donde venía un grupo a caballo. Venían con armas en alto y entonces comenzaron a dispararos.

Eran 8 tipos, parecían forajidos, nada de indios.

Entonces Tillis hizo una señal a dos de sus hombres, como levantando el brazo y girándolo, y éstos comprendieron a qué se refería. Enseguida, roderaon la manada de reses y os dijeron que os preparárais, que parecia un asalto.

¡Desenfundad! -gritó Tillis desde su carreta mientras sacaba su rifle y comenzaba a apuntar-. Los nuevos tipos venían a todo trapo en galope.

-¡Quieto chico, quieto!- Grito cuando mi caballo se encabrita por los disparos e intento controlarlo -Maldito bicho, se asusta en los mejores- Pienso mientras me agarro a la silla con la mano izquierda mientras tiro de las riendas con la derecha intentando no caerme y tener de nuevo el control de mi montura

Sujetó con firmeza a su caballo mientras atendía a duras penas a las ordenes de su actual jefe; el ruido de los disparos asustaba a las reses, que hacían un ruido ensordecedor. Preparó el rifle, tratando de apuntar a los desconocidos. No iba a quedarse allí plantada recibiendo disparos, no;ella le plantaría cara a aquellos extraños que pretendían acabar con su vida.

Thomas se sobresalta cuando oye el disparo del Alemán. Pero no es el único. Unas reses sales despavoridas haciendo que Álamo se encabritara y coceara furioso.

- ¡¡ME CAGO EN TODO!!..¡no eres más que un burro tozudo, estate quieto, joder!!

Le lleva un buen rato conseguir que Álamo se calme. Cuando lo consigue, se limita a recuperar el aliento. Lleva la mano a su rifle, que reposaba en la alforja, y a obrserva cuántos y a qué distancia estaban sus enemigos.

- 8 hijos de puta.

El viejo oberva la situación de las reses, sus compañeros y los enemigos. Él estaba en la zona más adelantada.

PNJOTIZADO.

¡Ahi va! , -dije apretando bien las riendas- ¡Y yo con la carreta!

Intenté no ponerme nervioso y hacer desacarrilar la carreta. Cualquier que pensase que disparar sentado sobre cuatro ruedas era más fácil que sobre los lomos de una montura, parecía equivocarse. Madre mía...

Vosotros dos hacedme tiradas de "Ver" en privado.

Elliot no se creía lo que estaba pasando. ¿De dónde diantres habían salido esos tío? Todos atacando desde el mismo lado y a esa distancia. Estaban locos. Su caballo se encabritó con los disparos y apretó las piernas, para evitar que lo tirara al suelo, al tiempo que desenfundaba su pistola y tirar de las riendas para encaminar al caballo hacia la carreta.

Los tipos son forajidos, y son 8. (parece que no tienen muy buena suerte).

Los tipos disparan. Esa es su acción.

El caballo de Jim se encabrito y estuvo a punto de tirarlo, mientras este se esforzaba en sacar su revolver.

Tillis y sus hombres disparan con sus armas.

Buck se atusa el sombrero, se "relame" los labios, y se dispone a disparar.