Partida Rol por web

Los vientos del Norte azotan los altos muros del fortín y sacuden levemente las ventanas. La vegetación ha conquistado más aún que los hombres al castillo, posándose y creciendo sin reparos sobre las paredes, las murallas, los tejados...

Una semi-oruga entraba por el portón del castillo, adentrándose en el "nuevo Reichstag", en el patio interior. Desde el balcón, la joven aria veía pequeños pelotones de soldados entrenándose , algún que otro hombre descansando. No sólo hombres, no obstante, sino mujeres también... Había puesto nidos de ametralladoras en los torreones y contaban con anti-aéreos en caso de peligro aéreo... Sabía, no obstante, que muy poco ocurriría ahí. La muchacha volvió adentro, mientras empezaba a llover. Estaban a millas de Berlin, el lugar donde se suponía que iba a suceder la Guerra... Carta en mano, se acercó al hexagrama circunscrito rojo del suelo y pensó en cómo invocaría a su Servant.  Estaba un poco confusa, no sabía qué esperarse... 

Su corazón temblaba y sentía las venas en sus sienes palpitando levemente. Agarró con fuerza la carta y calmándose , habló en voz firme, inventándose al momento el canto:

Espíritu Heróico, ¡oh, Saber!

Si sientes mi canto,

Si oyes mi voz,

Acude a mi llanto.

Préstame tu espada,

Ofrece tu brazo y tu escudo.

Yo seré la luz en la niebla más oscura.

Seré el guardián de los débiles,

La defensora del bien 

Y la justicia más pura.

¡Acude a mi, oh Saber!

¡Hagamos al mal arder!

¡Te invoco!

Sintió la fuerza del servant inundar la habitación. Las cortinas se movían como si el viento más cruel las estuviera arrancando de su sitio. Las ventanas se quebraron, explotando en mil pedazos. Las puertas temblaban, movidas por la fuerza.

El círculo quedó iluminado por una luz rojiza. Oscuridad empezaba a formarse en los rincones de la sala, mientras algo extraño -¿sangre?- brotaba del hexagrama, formando una silueta tenebrosa y de gran tamaño. Pronto plasmaba su cara, el pelo y los detalles más finos. Era, por fin, Saber.

Llevó las manos a la boca y ahogó un pequeño grito de sorpresa. Dio unos pasos hacia atrás, mientras la sombra y la sustancia roja desaparecían, dejando ver al hombre. Era poco más alto que ella y portaba armaduras rojas. Temblaba, pues no se esperaba algo tan impresionante. Tratano de sonar seria, pero fallando, pues en su voz se notaba el temblor, dijo su única palabra:
-¿Saber?

El guerrero abrió los ojos lentamente al escuchar una voz y contempló frente a él a una joven dama que parecía encontrarse sosprendida. Con expresión impasible y mirada seria se acercó lentamente hacia ella, haciendo que a cada paso que daba su armadura emitiera un ligero sonido metálico característico. Cuando estuvo frente a la joven bajo levemente la mirada para verla a los ojos. Debía admitir que era alta teniendo en cuenta su género.

-Correcto. Yo soy Saber. Y tú debes ser quién me ha invocado.- respondió con voz grave y tranquila.

Alzó una mano para saludarlo, calmándose. La voz de aquel caballero oscuro -si es que era eso- sonaba en la habitación y hacía vibrar los huesos de Maya, como si sonara desde su interior. Con gesto orgulloso y voz alegre, le dijo:
-Maya Rommel. De camino a ser la Cuarta Reich. Sabrás la historia hasta ahora, pero creo que desconoces mis ideales... Quiero paz. No mas disputas por raza, sexo o ideología. No mas guerras santas, guerras por un poder absoluto ni peleas por territorios. He visto el sufrimiento y lo entiendo más que nadie. Sé lo que mi padre tuvo que sufrir. Me uní falsamente a un ideal al que no pertenezco, el fascismo, para poder conseguir mis ideales. Espero que no te moleste que use los medios que estén a mi alcance para salvar a la gente -mi gente-...-sonrió-Si no molesto, quisiera saber con quien tengo el placer de estar habland lo y qué cualidades tiene, qué valor y qué poder aporta a mi causa.

El hombre escuchó atentamente las palabras que le dirigía la joven rubia sin apartar la vista de ella ni cambiar su expresión ni un momento. Cuando ella terminó pensó unos segundos su respuesta y se dispuso a hablar.

-Entiendo tus ideales y te ayudaré a conseguirlos, al menos tú no buscas el Grial por una causa egoísta. Y en cuanto a mi nombre y habilidades, preferiría no revelar esa información a no ser que sea estrictamente necesario. No es que desconfíe de vos, pero si la capturan, no con intenciones de matarla, sino de controlarme a mi, la información que usted posea sea de vital importancia para eso. Además Assassin podría acercarse a nosotros sigilosamente y robar información, por lo que creo que es mejor mantener la mayor parte de información oculta, si le parece correcto claro. Puedo decirle que por mi poder no tiene que preocuparse, soy muy poderoso, sólo necesito que haya algún ser vivo cerca para desplegar todo mi poder.- pronuncio el guerrero cruzándose de brazos y mirándola seriamente, esperando su respuesta.

Se acercó y asintió con la cabeza levemente a las palabras de su guardián. Pasó los dedos, rozando apenas, por la armadura, y analizó el material, miró los detalles, palpó los pocos huecos ... Había leido sobre algo así, un...¿conde? ¿Príncipe, tal vez?
Cogió con gentileza la cara de Saber y la bajó unos milímetros para que sus vistas coincidieran. Era imponente, guapo...no. Más que eso, era hermoso... Le sacaba unos años físicos. Pero no por seducirlo había cogido su cara. Analizaba las facciones, la forma de la cara, del pelo, de los ojos, el color...
No era propiamente dicho nórdico, pues su cara era fina, ni de descendencia sajona, ni germánica. Tampoco tenía los tonos de piel más oscuros de los griegos o españoles. Ni era, llanamente, eslavo. Parecía una mezcla de todas esas culturas -o al menos gran parte de ellas- , por lo que revisó mentalmente todos los países europeos con mezclas de sangre. Francia, Austria, Polonia, Rumanía... Era lo único que se le ocurría.
Debería tener en cuenta también la aparición y el porte. Era más que un caballero y, por estar de acuerdo con sus ideales, debió ser que él mismo había hecho algo así en su vida. ¿Gilles de Rais? La descripción física cuadraba bien, y un poco la psicológica también...pero en cuanto al poder, había algo que faltaba...
La mente de Maya recorrió los tremendos archivos que era su mmemoria , mirando la historia -o lo que sabía- de cada país...

El hombre se sintió un poco cohibido al ver como su maestra tocaba su armadura y su cara con total libertad, aunque no se movió ni un ápice, dejando que la joven lo analizara. Parecía estar intentando averiguar su procedencia por los rasgos de su cara, o grabándose estos en su mente. Decidí hacer lo mismo y la miré. Era joven y guapa, bastante alta, de piel blanca y larga melena rubia. Exactamente como recordaba a los pocos alemanes con los que se había cruzado. Salió de sus pensamientos y miro a su maestra a los ojos.

-Es mejor que no intentes averiguar mi identidad, cuánta menos información tengas más difícil lo tendrán los enemigos, o al menos así lo veo yo. Si realmente necesita que se lo diga lo haré.- dijo el guerrero mientras miraba la habitación. Estaba un poco... revuelta.

-Escúchame bien.-dijo con elegancia y firmeza, pero no con dureza-Es importantísimo que sepa qué puedes hacer y qué debilidades tienes. He de saber con cuántos enemigos puedes luchar, a qué tipo de guerrero puedes plantar cara, a quién puedes despedazar sin esfuerzo y qué tipo de lucha te da dolores de cabeza. Si puedes guerrillear, si eres capaz de estar en sigilo, qué golpes puedes aguantar... Así, podré pensar en estrategias y tácticas para que salgas siempre victorioso. Y para saber cuándo no podemos hacer nada, cuándo debo dejar que luchen otros mi guerra.-alzó la mano y se quitó uuno de los guantes, dejando ver sus sellos-No quiero forzarte. De hecho, no habría cosa peor para mí que obligarte a hacer algo que te desagrade. Sólo necesito saber cuánto puedes hacer. Lamento decir que iré tan lejos como para gastar un sello, si no me lo dices...Todo por la victoria.-su labio inferior tembló y en sus ojos se veía pena y un rastro de duda.

El guerrero levantó una ceja con elegancia y se quedó unos segundos quieto contemplando a la chica frente a él.

-Mi señora, como ya dije antes, no me ocasiona ningún problema contarle mis habilidades si así lo cree necesario.- dijo el guerrero mostrando una pequeña sonrisa, más no movió su pose erguida y orgullosa ni su mirada.

-Mis habilidades son dos. Por un lado puedo controlar mi sangre a voluntad, manejandola como guste. Puedo formar cuchillas, espadas, escudos e incluso dragones. También puedo hacer que esta sangre sea tan dura como el acero o simplemente fluida como la sangre. Además puedo controlar la sangre de otros seres vivos simplemente probando un poco de su sangre, aunque eso no se aplica a otros Servant. Mi otra habilidad es mi espada, puede absorber la sangre y convertirla en Prana, por lo que se puede decir que soy un Servant que casi se mantiene sólo.- dijo parando un momento para tomar aire y pensar -Ah sí, y la única forma de matarme es apuñalandome en el corazón. Mi nivel de resistencia es EX.- añadió con una pequeña sonrisa altiva.

Se quedó pensativa un momento, cruzándose de brazos y levantando una mano a su propia barbilla.
-Ya tengo una estrategia... ¿Mas cosas? ¿Tienes prejuicios como el honor y el valor?¿Puedes ser sigiloso?

-¿Prejuicios? Supongo que no, voy a tener que matar a gente para poder usar su sangre, y puede que algunos sean inocentes. Y si, creo que puedo llegar a ser sigiloso si hace falta, aunque no creo que sea mi especialidad.- dijo el guerrero de forma seria e inexpresiva.

Salió al balcón, haciendo señas a Saber para que se acercara.
La lluvia seguía cayendo, pero el entrenamiento era imparable, a los soldados poco les importaba.
-¿Los ves? Poco les importa. Han perdido todo. Su único motor es servirme a mi. Ellos confían en que podré cambiar el mundo. Han sufrido, han matado, han hecho sufrir... No tienen nada que perder, por lo que muchos irían a la lucha aun que sea su muerte. Por mi. No quiero cargar con sus vidas, pero es un precio pequeño por el fin que busco. Yo no quiero riquezas, ni que un solo pueblo esté por encima de los demás, ni que yo tenga fama o poder...-suspiró, tomó un trago de aire y continuó -A lo que voy es... Quiero que confíes en mi y me apoyes en todo lo que puedas. Si necesitas prana, estos hombres están aquí para ti. Si necesitarás un baño de ssangre, ellos te lo darán gustosamente... Todo por un vano sueño de un mundo mejor. No me malinterpretes, usamos banderas y nombres y la fachada de una ideología enferma y corrupta, monstruosa. Pero es lo único que podemos hacer. No quiero separar a los eslavos como esclavos, los judíos y gitanos como despojos, ni los arios como dioses. Sólo quiero extirpar la maldad. Si llego a ser Reich mundial, podré, en muchos años, conseguir crear un mundo utópico que de otra forma no obtendría... Espero que no te estremezca ni moleste todo esto...

Al ver a los soldados entrenando bajo la lluvia el guerrero sintió algo dentro de él incitándolo a la batalla, más no se movió de su lugar.

-Entiendo lo que me dices, hay que hacer pequeños sacrificios por un bien mayor, que en este caso es la paz mundial. Puedes contar con mi fuerza para lograr tus objetivos. Respecto a mis poderes... son fuertes, y lo digo sin sonar engreído, pero tienen la... maldición de que a menudo necesito tomar la vida de los demás para usarlos. Solo puedo decir que intentaré que esas vidas sean enemigas, pero si necesito protegerte haré lo que sea necesario.- dijo el guerrero mirando a los soldados fríamente y después a la joven junto a él con seriedad.

Volvieron a entrar, quedándose ella en el umbral de la puerda del balcón.Se giró, su rostro oscurecido por la falta de luz y su silueta marcándose con la poca que venía de fuera. Se marcaba así el cuerpo, contrastando con la luz.
Entró en la habitación y echó a andar hacia la puerta, haciendo señas a Saber para que lo siguiera.
Abrió las puertas. Flanqueandola se hallaban dos hombres con guanteletes, petos, grebas y hombreras, con la esvástica en el pecho y con mandobles, apoyando las manos en el mango y teniendo las puntas en el suelo. Al salir, las alzaron 180°, apuntando al techo, con gesto solemne. Miraban en frente, sin inmutarse, como estatuas. Maya hizo una señal y bajaron los espadones.
Echaron a caminar por los pasillos del castillo.
-¿Qué te parecen mis zwei-hander? Tengo en mis filas unos cuantos de ellos y algún mago. Pero la mayoría de mis hombres son soldados...