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Finales y principios

[Capítulo 1] Llantos al alba

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27/06/2017, 03:03
Narradora

[Capítulo 1] Llantos al alba

Luis y Rómulo Royo

Zayde Wolf - Born ready

Las calles hedían a fuego.
El vacío respiraba con fuerza en mi corazón,
convirtiendo sus ilusiones en hielo, haciéndolas añicos.
Entonces renací,
libre de garabatear mi propio diseño sobre el lienzo en blanco que es este mundo.
                                                                                          —El abismo te devuelve la mirada, Watchmen.

 

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27/06/2017, 03:54
Narradora

Nueva York, 12 de noviembre de 2037, 06.00 am.

Los primeros rayos de sol comenzaban a colarse entre las rendijas de las nubes, coloreando de dorado cobrizo el gris que invadía la ciudad de forma perpetua. Las sombras se alargaban, como si la noche se resistiese a darle paso al día, y durante ese mágico instante, el cielo se iluminó de naranja y la luz se desparramó por el mundo, deslizándose hasta cubrir todos los rincones y recovecos de la ciudad. 

Según algunos, aquella había sido una bonita ciudad hacía mucho, antes de que la última gota derramase el vaso de la humanidad. Para otros, había sido una tortura, una amalgama de sonidos, colores, luces, voces y gentío difícil de gestionar. Sin embargo, si había algo en lo que todos aquellos con edad suficiente para recordar el pasado dieciocho años atrás estaban de acuerdo, es que Nueva York, había sido inolvidable. 

Todo había cambiado. Ya no había infinitas ventanas encendidas en la Gran Manzana, ya no había cientos de personas moviéndose por sus calles con una prisa tan fabricada como sus necesidades. La ciudad que nunca dormía había perdido el pulso y para el momento en que nuestra historia comenzó, apenas quedaba allí la sombra de la ruina de la ciudad. 

Una figura alada surcó el cielo en dirección al Empire State, creando una sombra larga y oscura sobre el asfalto. Cada vez era más frecuente ver a los solares patrullando al alba. Como si la corte de Nathael estuviera inquieta, vigilando en silencio los movimientos de la que llamaban Nueva Sodoma. Era sencillo ignorar a los alados durante la mayor parte del tiempo, sentir que uno era dueño y señor de sus decisiones, de sus anhelos, de sus vidas. Al fin y al cabo, en Manhattan nadie te decía cómo debías vivir o comportarte.

Sin embargo, en ese instante justo del alba, cuando el horizonte explotaba en ámbar y los perfiles de los edificios dibujaban largas líneas en el suelo, los ojos que aún estuviesen abiertos podían sobrecogerse con la imagen majestuosa de esos seres que parecían hechos de pura luz. 

Pero centrémonos por ahora en una pequeña colina, esa que llamaban Sugar Hill. Allí, en lo más alto, se encontraba Major Morris, que antaño había sido un centro de salud pero que desde hacía años fue ocupado como refugio. Allí el aroma del huerto se colaba por los pasillos, desperezando poco a poco a sus habitantes. 

El silencio que reinaba por las noches en las zonas más tranquilas de la ciudad empezaba a disolverse despacio, envuelto por los susurros de la tela y los suspiros del despertar. Algunos empezaban a levantarse mientras que otros aún no se habían acostado. Preparar el desayuno, cuidar el huerto, entrenar, aprender... Siempre había algo que hacer en la pequeña comunidad de once integrantes, más un perro. 

Precisamente fue aquella mañana Bentley el primero en dejar que su voz se oyese por todo el refugio, reverberando en los rincones, como si, aunque normalmente parecía moverse sigiloso como si anduviese de puntillas, tuviera la imperiosa necesidad de atraer la atención de todos hacia la puerta del refugio. 

Y, quizá como respuesta al ladrido agudo del perro, o tal vez porque la luz de esa fría mañana se había llevado el abrigo de la noche, el llanto de un bebé empezó a llenar el lugar. De acercarse, los supervivientes del Major Morris encontrarían un capazo de mimbre en la entrada del refugio. 

Dentro, envuelto en una mantita de color malva, un bebé lloraba. Sin una nota que explicase su presencia allí y nada más que la manta y la criatura. Se trataba de un precioso niño de mejillas regordetas y sonrosadas y ojos brillantes, a medias por los lagrimones y a medias por el frío que la noche había dejado impregnado en el aire de la ciudad.

Sería difícil a estas alturas recordar quién fue el primero en encontrarlo, pero quien no acudió a verlo de inmediato con sus propios ojos, no tardó en enterarse de lo sucedido y para el momento del desayuno ya todos lo sabían. Alguien había abandonado a un bebé de apenas un par de meses en la puerta del refugio. 

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27/06/2017, 04:07
Kane

Como era habitual para Kane todas las mañanas, solía levantarse poco antes del amanecer acusando a su reloj interno para hacer su pequeño paseo matutino antes del despertar general de la comunidad del refugio. Tras comprobar que Raguel estuviera lista, siempre lo estaba a pesar de que nunca la usaba, se la ciñó a la funda y dedicó su tiempo a revisitar todas las parcelas de Major Morris. Si bien tenía la costumbre siempre de pasar primero por la capilla, dedicar un rezo al altar y asegurarse de que Clementine estuviera bien.

El mismo proceso aplicaba a continuación con el resto. Kane no era el tipo más cuidadoso del mundo, en alguna ocasión había despertado a los oídos más finos del refugio, pero el tiempo le había adjudicado especial habilidad para sortear tales trampas auditivas. Después de Clem pasó por Trish y Cassandra, Robin, Daniel, Nick.. con Morgana procuraba no acercarse demasiado. Los primeros días con ella en el Morris había tenido pequeños enfrentamientos, Morgana era celosa de su intimidad y estaba acostumbrada a estar vigilante, que alguien pasara demasiado cerca de donde dormía de una forma más o menos furtiva la ponía en guardia. Ahora Kane simplemente pasaba lejos de allí, aun sabiendo que ya la mujer se había acostumbrado a esa presencia matutina.

La mañana se prometía tan habitual como mundana, pero entonces algo sonó discordante en la quietud de los primeros rayos del alba. Apenas una fracción de segundo antes, pero Bentley ya lo anunciaba ladrando, aquello hizo que Kane se moviera raudo hasta el lugar donde estaba el perro para empezar a escuchar otra cosa. Por un momento el corazón del hombre se aceleró, una tensión inusual en las mandíbulas y el rumor de las pesadillas aflorando vívidas delante de él. Pero cuando Kane salió al encuentro de aquella criatura que la recogió incrédulo, el instinto lo llevó a mirar infructuosamente a todos lados, pero era de esperar. Ya no había nadie. 

********

El llanto del bebé, los ladridos de Bentley o a Kane avisando al resto de miembros del refugio terminó por desperezar a todo el mundo. Era pronto para lo que era habitual para el desayuno, pero la situación lo requería, alguien había abandonado a prácticamente un recién nacido delante de Major Morris y eso implicaba a todo el mundo.

No, no vi a nadie. dijo Kane con el niño en brazos, una estampa curiosa si había que definir de algún modo al ceñudo varón con la criatura en brazos. 

Kane no se había mostrado celoso de ceder al crío a quien lo requiriera, los que pudieran conocerle mejor podían verle hasta cierto punto confuso. Procuraba esconder un profundo sentimiento que no podía definir, surgido repentino e inesperado, la mirada del pistolero permanecía pendiente del pequeño. Sí, Kane parecía estar realmente consternado por el hallazgo, puede que por eso buscara algo en la mirada de Clementine que pudiera ordenar sus convulsos pensamientos.

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27/06/2017, 10:08
Nick Bennett

Nick vio pasar al alado por entre los rascacielos lejanos y resistió el impulso de enseñarle su dedo corazón, como solía hacer en otros tiempos. La guardia de madrugada en la azotea era uno de sus momentos de paz. Le gustaba la gente, pero empezaba a saturarle la familia de Major Morris. O más bien lo hacía la responsabilidad. Hacía años que Nicholas Bennet procuraba no sentirse responsable de nadie. No se le daba bien, o eso le había enseñado la vida.

Estiró los hombros, preparándose para bajar a desayunar algo. Entonces escuchó a Bentley ladrando. Salía a cuenta que Clem tuviera aquel chucho. Era como una alarma con pelo, y a los críos les gustaba. Los alados deberían haber preguntado a los perros antes de empezar con su apocalipsis. Si unos animales tan nobles y leales seguían sintiendo cariño por la humanidad era imposible que fueran tan malos.

Nick imaginaba que sería una visita matutina. No esperaba a nadie, pero tampoco era como si Vadim o los demás señores del crimen se molestasen en avisar. Tal vez fueran problemas. Tanta gente viviendo junta significaba demasiados rostros del pasado que podían pasarse por Sugar Hill. Casi todos los moradores del centro de salud tenían unos cuantos enemigos en Nueva York.

Estuvo a punto de caer en el atrio por culpa de una camilla que alguien había puesto en medio. 

- Malditos críos - murmuró, fortándose el muslo dolorido -. Lo dejan todo por ahí...

Seguro que ellos, o Robin, o Skyler, o hasta Trish, o todos a la vez. No sería la primera carrera de camillas que se montaba en Major Morris. El impulso de sacar el revólver le duró poco a Nick. Si el mundo no tenía risas de niños, ¿para qué seguir en el mundo?

Se arrepintió de haber pensado eso en el momento que vio a Kane.

- Oh, no me jodas - puso los ojos en blanco y blasfemó en silencio contra todos los dioses por turnos. No se dejó ninguna mitología, salvo quizá la etrusca, ya que no se acordaba de los nombres. Miró a Kane. El vigilante ya tenía esa mirada rara. La mirada que era incompatible con ser un psitolero. La mirada que había hecho que a Nick le cayera bien -. Ni se te ocurra, Kane. 

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27/06/2017, 10:26
Robin

A Robin le costó levantarse esa mañana, sus ojos estaban más pegados de lo habitual y sentía su cuerpo extrañamente pesado por estar hecho de espumosa arena. Sus párpados ignoraron los primeros rayos de sol y sus brazos se apretaron alrededor de su almohada improvisada con un jersey de su padre que aun albergaba su olor a pesar de ser un morada realmente ruinosa -y es que aquello nunca había detenido a nadie de llamar a un lugar refugio e incluso hogar-, y con ese gesto pareció apagar su despertador interno y regalarse unos minutos del descanso que no había encontrado en la noche.

Se había quedado a dormir en la sala que dedicaba como enfermería y que siempre le había parecido como la miniatura del antiguo Major Morris, como si fuera un árbol pequeño en un tiesto gigantesco. En la duermevela sintió la presencia de Kane y en los escasos segundos de su paso, Robin no movió ni un musculo a pesar de que su cabeza quería confesar que estaba algo así como despierto aunque ni sus ojos ni su cuerpo quisieran darle la razón.

Fue el llanto del bebé el que despegó las pestañas del pecoso con un golpe seco en su corazón por la confusión en sus oídos del origen del lloro. Pues por un momento temió que fuera suyo y en alto. Se incorporó y con las pupilas dilatadas miró a su alrededor encontrando la soledad rota por la melena rubia de su prima y ningún oído dispuesto para escuchar sus lágrimas fantasma, por fortuna.

Con el canto de la mano se frotó las mejillas y luego hizo lo propio con el índice en sus ojos retirando cualquier señal de su noche del rostro antes de ponerse en pie y llenar sus pulmones de aire y su expresión con ilusión para el nuevo día.

Volvió a escuchar el llanto e inclinó el oído como haría Bentley buscando una vez más el origen de ello y encontrando los ladridos del perro y el aviso de Kane. Fue entonces cuando la cobra de la prisa le mordió los tobillos y a punto estuvo de salir corriendo -o algo que se le parecía- hacia la entrada pero fuera lo que fuera que pasaba, no podía lanzarse a lo desconocido sin dar los buenos días a Skyler.

Se arrodilló entonces al lado del colchón de la chica y le dejó un beso en la mejilla. — Buenos días, Sky —le susurró como cada mañana y como también cada mañana luego desapareció; sin embargo, esta vez no se acercó al huerto aunque sus pasos también le llevaban a Kane—.

Al encontrar al hombre con el crío, Robin quedó clavado en el sitio y su corazón dio un vuelco: era increíble lo bien que le quedaba un pequeño en brazos a pesar de no sujetarlo ni con la mitad de cariño que ese revolver sin alma. Alzó una mano en saludo mientras su cuerpo se enfriaba y volvía a arrancar para acercarse aquel pequeño misterio de mejillas rosadas.

A Añil le encantaría esto —pensó primero y luego se molestó consigo mismo por acordarse de esa estúpida—.

No alargó los brazos pidiendo al bebé, aunque se moría de ganas por sujetarlo; tampoco hundió su índice en las mejillas del enano, aunque también se moría de ganas; y bloqueó esa parte de su cabeza que ya había empezado a adivinar el nombre de la criatura. Quería observarlo con ojo objetivo. Se centró en la cabeza pero dentro de lo posible también cotilleó las extremidades del niño desde la distancia y solo después buscó a su tío Nick.

¿Puedo...? —se atrevió a decir a pesar de las palabras que su padrino acababa de pronunciar— Solo ver si está sano y... —dejó la frase en el aire para no cazar un no más rotundo mientras sus ojos subían una súplica a los de Nick— a-a lo mejor podemos apañar un desayuno —dijo para saciar esos lagrimones, aunque no tenía ni idea de dónde sacar leche o algún sucedáneo de ella. Para ya.

Notas de juego

Nick me has pisado pero me has venido al pelo :)

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27/06/2017, 10:46
Clementine

La sombra del ser alado llegaba, en parte esperada, en parte temida, por la joven de cabellos dorados que, en la pequeña capilla improvisada del Major Morris, se arrodillaba frente al altar coronado por la simbólica cruz de madera y juntaba las manos sobre su pecho, rosario entre las mismas, en rezo fervoroso, recibiendo las primeras luces de la mañana en el rostro mientras murmuraba una plegaria. Rogaba por las almas perdidas, por las almas temerosas que habitaban la ciudad que antaño nunca dormía, y por el fin del miedo que carcomía a aquellos que no podían ver la Luz. 

Ella también sentía miedo, en instantes como aquel, en los que la figura ominosa y luminiscente de la prueba viviente de Dios se alzaba mostrándose ante su rostro. Y últimamente se veía envuelta por aquella sensación más a menudo. Se daba cuenta. Los solares parecían removerse intranquilos en su nidada. Y ellos sabían, más que los hombres. Sabían en general. Observar tan a menudo la sombra de sus alas bajo la luz del alba, ante la figura simbólica de Cristo, no podía sino hacerla preguntarse si acaso se acercaba realmente el Fin. Si el mundo se convulsionaría una vez más. Y si estaría preparada para afrontar una nueva prueba. En cualquier caso, debía perseverar. Perseverar, antes de que todo comenzase a convulsionar. 

Suspiró, mientras la última cuenta del rosario se colaba entre sus dedos, y se levantó, agarrando el cepillo con el que solía barrer el suelo de la capilla, sumida aún en aquellas preocupaciones celestes. Entonces los ladridos de Bentley, su fiel compañero, llamaron su atención, provocando que mirase alrededor, sorprendida. Escuchar, poco después la voz alarmada de Kane acabó por alarmarla a ella también, haciendo que abandonase aquel espacio sagrado, dejando, con cuidado y a un lado el cepillo, mirando momentáneamente hacia atrás, hacia el altar. Y tras un último intento de ruego, se dirigió hacia el origen de la algarabía. 

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¿Cómo que ni se te ocurra, Nick?- dijo, ligeramente indignada, aún con la mano sobre el pecho, tal y como se había mantenido desde que avistase a Kane con aquel regalo de Dios en brazos- No podemos dejarlo ahí fuera. Hace frío. El invierno... Se lo llevaría. Además, precísamente en nuestra puerta... ¿No creéis...?-comenzó, antes de mirar alrededor, callando. Pero lo pensaba. Aquello podía ser una mera coincidencia, pero podía... No serlo en absoluto.

Observó de nuevo aquel rostro diminuto y rubicundo, y acto seguido a Kane, con notable preocupación. Después de todo, entendía sus miedos. Y podía paladear aquella confusión asustadiza de su mirada, que la buscaba, perdida. Y si bien ella no podía ofrecer una respuesta clara, a pesar de que, en su mente, de hecho hubiese una, optó por acercarse a él, y posar una mano sobre su hombro, tranquilizadora, mientras le dedicaba una sonrisa, para levantar finalmente el rostro, dedicando una mirada cargada al mismo tiempo de ruego y de advertencia tanto a Nick como a Morgana- Sé que podéis pensar que no podemos permitirnos "un problema" como este. Pero lo cierto es que podría haber llegado a otra puerta y sin embargo acabó ante la nuestra. No podemos desentendernos.- concluyó, con expresión implorante, casi angustiada.

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27/06/2017, 13:20
Morgana Whiterocks

Fiel a la rutina de su cuerpo,  Morgana estaba despierta poco después del alba. A veces se quedaba tumbada sobre el colchón en el suelo, sin mover un músculo, sin pensar en nada, simplemente escuchando los latidos de su corazón sincronizando con el mundo. Intentando atrapar los sonidos procedentes del exterior, de este maldito Nueva York que despertaba un día más, esta ciudad a la que consideraba, como una vez le dijo a Wallace “Killer”,  “un jodido parque de atracciones donde el pase VIP es tu vida. Voy a pasarlo de puta madre”.  Ese día también estuvo atenta a las pisadas silenciosas de Kane, lo oyó pasar, y se hubiese alarmado de no ser así. Kane. No se llevaban bien, ni se dejaban de llevar. Morgana pensaba que el tipo era esa clase de hombre torturado por su pasado y por la obsesión de actuar de forma correcta, discriminar lo bueno de lo malo,  lo que estaba bien, lo que era justo y lo que no; imbuido de una fe en un dios tan farsante como el resto.

Lo acertado o adecuado, aquello que estaba bien o era de justicia, y lo que se debía hacer, conformaban un puzle donde las piezas no siempre encajaban. Al menos así lo juzgaba Morgana.

Se puso en pie y se estiró igual que una gata, agitó con los dedos la corta y enredada melena. Escuchó los vibrantes  ladridos del pulgoso “guardián”, inclinó la cabeza, cogió la pistola, la comprobó, buscó el cuchillo en su funda y salió al pasillo. Tal vez hubiese un poco de acción ese día. Quizá simplemente se tratase de que el pícaro de Bentley hubiera pillado una rata.  Anduvo unos pasos. Vio la escena, le recordó a una peli antigua, saludó a sus compañeros de refugio:

-“Tres hombres y un bebé”.

Se les unió Clementine. La devota, mística y espiritual Clementine.

Es curioso como las personas actuaban de forma diferente acorde con su carácter y sus experiencias. En Morga el instinto maternal permanecía sumido en un profundo sopor. La militar no reveló expresión alguna mientras observaba al enano. Con la pistola en mano todavía, salió al exterior, miró en derredor por puro reflejo innato y echó un cuidadoso vistazo al capazo: husmeó en su interior, le dio la vuelta, lo giró y volteó. No dejó una fibra sin inspeccionar. Desconfiaba de la naturaleza humana, conocía lo que podían ocultar sorpresas como aquellas. Sabía de las tinieblas del corazón humano.  Tras un último vistazo a los alrededores, regresó al interior.

-Déjame comprobar algo, Kane.

No esperó a una respuesta y agarró al crío con sus hábiles manos. *

*Si Kane le pasa el regalo, le quitará la manta, y procederá, con sumo tiento, igual que ha hecho con el capazo. De no encontrar nada extraño o anormal en un bebé, se lo entregará a Robin.

-“Apáñale un desayuno” . No come tostadas. Ni maría. -se burló, torciendo la sonrisa. Miró a Kane y le guiñó un ojo –Enhorabuena, papá.

Se fijó en la afligida expresión de Clementine. No la entendía. ¿Problema? Joder, chica, no entres en pánico.

-Ya tienes otra mascota, Clem.

 

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28/06/2017, 11:01
Cassandra (Cass)

Cassandra sintió llegar a Kane antes de oirlo y sus sentidos acabaron de despejarse. Fruto de sus años en soledad nunca dormía profundamente por lo que pudiera andar cerca y se despertaba varias veces a lo largo de la noche, esa cualidad le vino bien cuando decidieron hacer guardias pues eligió estar despierta en lo más profundo de la noche, a solas con la oscuridad y el silencio. Oyó las pisadas pesadas del hombre y miró a su hermana, todavía dormía, se mordió el labio inferior volviendo a recriminarse las penurias que la joven había pasado, nunca se quitaría esa culpa pero no es algo que dijese abiertamente, en realidad pocas cosas salían por su boca y menos personales.

Se levantó en silencio cogiendo la sudadera y poniéndose la capucha por la cabeza, agarró las botas dando un último vistazo a Trish y salió al pasillo. Por unos instantes caminó descalza en dirección a la zona común, pero enseguida unos ladridos seguidos de llantos y voces que venían de la entrada del recinto hiceron que se parase. Al detenerse las botas chocaron suavemente por debajo de su axila izquierda, pues estaban unidas por los cordones y las llevaba colgadas del hombro, se quedó un momento quieta, pensando si ir a ver qué pasaba o seguir su camino, al final pudo más la idea de que todos se reunirían allí. Después de sacudirse la planta de los pies se puso los gruesos calcetines y encajó las botas en su sitio, con calma y pasos silenciosos se dirigió al lugar que daba acceso al edificio que ahora llamaba hogar.

Como esperaba ya casi todos los miembros adultos se habían dado cita y estaban comentando el hallazgo de Kane, una pequeña sonrisa burlona asomó por un instante en el rostro pálido antes de volver a su habitual indiferencia, la joven cruzó los brazos sobre su pecho y se apoyó descuidadamente en la pared sin acercarse más, estar en la última línea era lo que prefería. Cass no pensaba cuidar al mocoso, seguro que si lo hacía la cagaba y acababa enfermando o algo peor, pero no se iba a oponer a salvar una vida, o al menos a hacerla más llevadera ¿no decía el dicho que donde comen cuatro comen cinco? pues ellos ya no eran cuatro, ni cinco, y seguían comiendo bastante bien. Ante la mención de lo que no comía un bebé tomó nota mental de buscar alimento apropiado, quizás podría conseguir algún bote de esos polvos que sólo había que mezclar con agua, seguro que era más fácil eso que encontrar a una mujer con leche de sobras.

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28/06/2017, 18:48
Daniel Green

Se había despertado temprano. No más que cualquier otro día y al igual que otros muchos, se levantó de su catre con un salto y un propósito. El desayuno. Bostezó, se estiró como un gato perezoso y confiando en que su cuerpo acabara de despertar se acercó al huerto, llevando su ropa bajo el brazo. Con una mano apoyada en una pared, los ojos semicerrados y legañosos, meó durante lo que le pareció una eternidad en un cubo preparado al efecto.

Con la vejiga aliviada y una sensación de placer, se acercó a un segundo cubo con la ración diaria para el aseo. Tomó el cacillo y lo vertió sobre su cuerpo despacio, lo justo para mojarse. Se enjabonó con rapidez y se pasó un paño húmedo para enjuagarse el cuerpo. El frío del amanecer obró su milagro y todo rastro de somnolencia se disipó. Se vistió y con paso apresurado fue a la cocina. Y mientras bregaba con un bote de la achicoria que cultivaban, tostada y molida un par de días antes, para preparar algo que se pareciera a aquello que los más adultos parecían echar de menos y que llamaban café, oyó el tumulto de carreras y voces. Extrañado, dejó lo que estaba haciendo, y se acercó hasta donde parecían apiñados en torno a un punto marcado por la presencia de Kane.

Se asomó sobre las cabezas reunidas y pudo ver qué había provocado todo aquello.

-No es un problema. Es un bebé. Y eso es más grave que un problema -dijo mirando la cara de aquel pequeño, abandonado desde sus primeros días a su suerte o a la suerte que ellos decidieran-. Pero ahora es una prioridad. Parece que tiene frío y llora. Así que o tiene hambre o hay que cambiarle el pañal. O ambas cosas -dijo con una media sonrisa imaginando la reacción de Kane ante aquella peligrosa amenaza biológica-. ¿Alguien sabe si nos queda leche en la despensa?

Fue a darse media vuelta pero, en el último instante, puso una mano sobre el hombro de Robin.

-Un buen desayuno nos ayudará a todos a ver las cosas de otro modo. Un estómago caliente ayuda a tomar las decisiones correctas. Robin, luego tendremos oportunidad de estar con el peque. Ayúdame y buscaremos algo que darle de comer.

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29/06/2017, 02:42
Trish

Como tantas otras noches Trish se había quedado trabajando hasta tarde. No era algo intencionado, simplemente se le iba el santo al cielo cuando se metía en el taller. El tiempo fluía de una manera distinta, como si en lugar de correr trotase a su alrededor, como si no tuviera que llevar la cuenta del tic ni del tac de su cabeza y pudiese centrarse sólo en lo que estaba haciendo.

La noche había sido fructífera. Trish llevaba un tiempo trabajando en un par de walkie talkies, y aunque aún no estaban terminados la cosa se iba encaminando. Llegados a ese punto cuando se hacía de madrugada lo que la arrastraba a la cama no eran las ganas de dejarlo, ni el cansancio, sino únicamente la certeza de que dormir era un deber. Una responsabilidad. En un mundo como el que habitaban tenían que estar preparados para lo que fuese. Podían permitirse que quien hubiera hecho guardia estuviera cansado, pero los demás debían ser capaces de rendir un mínimo. No es que ella viviese preocupada, ni pensando continuamente en los peligros que había a la vuelta de la esquina, nada más lejos de eso. Eran las conclusiones de un análisis racional y meditado de la situación.

Aquellas noches de trabajo eran las mejores. Se acostaba satisfecha y con un sueño pesado que no tardaba en llegar, e incluso mientras dormía su cabeza seguía activa, provocando en ella una sonrisa que era capaz de durar casi toda la noche. O lo que quedaba de ella.

A Trish no la despertaron ni los pasos de Kane ni los silenciosos y descalzos movimientos de su hermana. En otro tiempo cualquiera de esas cosas quizá habría sido suficiente para hacerla saltar como un resorte. Pero los años ayudan a sanar ciertas heridas, y ya llevaba tres en aquel refugio, sintiéndose cada vez más segura. Era increíble lo que habían construido, y ella se creía con la certeza de que nada de eso habría sido posible sin Nick. Otro motivo más para estarle eternamente agradecida.

La chica no se despertó por los ladridos, ni tampoco por el ir y venir de todos. Probablemente hizo más por su despertar el revuelo general, ese que se transmite y contagia por el aire, que el propio ruido que formaban a varias habitaciones de distancia. De entre la nebulosa de su sueño brotó un primer pensamiento hilado y racional, seguido de la chispa de la curiosidad. Las voces le llegaban amortiguadas y no tardó en sentarse en la cama, con las plantas de los pies pegadas la una a la otra y una sonrisa adornando su rostro. Se frotó los ojos y exhaló lentamente, situándose en el punto en el que se encontraba del tiempo. Era un nuevo día, uno que podía ser tan bueno como los anteriores. O incluso mejor.

Lo que no esperaba Trish era que aquella mañana comenzase con una sorpresa tan mayúscula. Al principio recorrió los pasillos lentamente, calzada sólo con los calcetines, pero al oír con más nitidez las voces no tardó en empezar a correr. Casi chocó con una camilla que alguien había dejado en medio, pero aquello sólo sirvió para hacer que acelerase más sus pasos.

Al llegar junto a los otros y ver lo que Morgana tenía en sus manos buscó con los ojos a su hermana, sorprendida. Aquel era el bebé más pequeño que Trish había visto en su corta vida. Lo que había escuchado de camino, unido a lo que los otros estaban hablando en ese momento, sirvió para que ella se pusiera al día. Le gustaron las primeras palabras de Daniel, y le dedicó una sonrisa y un gesto de cabeza que juntos formaban un saludo.

—Buenos días —dijo a todos mientras intentaba colarse entre los demás para ver aquello más de cerca. Parecía increíble que fuese de verdad. Los ojos de Trish brillaban, los engranajes de dentro de su cráneo giraban y su curiosidad no hacía más que crecer y crecer.

—Es genial —observó, acercándose lo justo para tocarle con un dedo y los ojos bien abiertos mientras Morgana lo sostenía. Escuchando los diversos planes, o el incipiente debate sobre si se lo quedaban o no, no tardó en intervenir—. También podemos buscar a sus padres —propuso—. No sabemos qué ha pasado para que esté aquí.

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29/06/2017, 13:48
Bebé

A medida que los habitantes iban congregándose a su alrededor el bebé, lejos de asustarse o mostrarse inquieto, fue poco a poco apaciguando su llanto, como si estuviese acostumbrado a convivir con un grupo numeroso de gente. Abrió unos enormes ojos, tan oscuros como la rala mata de pelo que cubría su coronilla y lo contempló todo desde los brazos de Kane, en los que parecía sentirse totalmente cómodo a pesar de la confusión que mostraba el rostro del hombre.

El examen al capazo por parte de Morgana no tuvo mayor resultado que el concluir que no había nada en él, ni una nota, ni un dibujo, tan sólo las hebras de mimbre trenzadas formando la cesta. Tampoco había nadie a la vista, igual que un rato atrás cuando los ojos de Kane habían rastreado la calle. Al coger la mujer al bebé para examinarlo, éste giró la cabeza hacia ella, buscando con boca y manos su pecho con un instinto que parecía indicar que había sido amamantado. 

Quitada la manta que lo cubría, el niño quedó desnudo, mostrando una piel sonrosada y regordeta, sin síntomas de haber pasado hambre en su corta vida. Tenía todos los dedos en su lugar, estaba limpio y todavía desprendía el suave aroma a leche de haber sido alimentado apenas unas horas atrás. No había en él nada extraño, ninguna marca o señal, parecía un bebé sano y perfectamente normal. Al menos a simple vista. 

Cayó tras el examen de Morgana en los brazos de Robin y se revolvió un poco buscándola, como si prefiriese permanecer cogido por la mujer que por el chiquillo. Sus labios se fruncieron en un mohín que parecía una amenaza de un llanto que no llegó aún. El dedo de Trish en su mejilla atrajo la atención del niño, que giró la cabeza para mirarla y, con un tenue gorgoteo, esbozó una sonrisa y estiró los dedos para intentar alcanzar un mechón de los cabellos azules de la joven. 

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29/06/2017, 14:29
Skyler

La rubia apareció caminando despacio, todavía frotándose los ojos y con un par de arrugas en la frente. Había hecho una de las guardias nocturnas y apenas llevaba dos o tres horas durmiendo desde que había vuelto a la cama, lo cual no solía contribuir a mejorar su humor, menos si se despertaba por una algarabía como la que reinaba aquella mañana en el refugio. 

Por el camino se cruzó con Bentley que caminaba en círculos alrededor del grupo congregado rodeando a Kane, con una inquietud contagiada por el revuelo de los habitantes de Major Morris. Skyler tan sólo le dedicó una mirada de soslayo antes de ignorarlo como solía hacer. Su mirada cayó sobre Clementine directa desde el perro y para ella sí encontró un pequeño gesto de saludo con la cabeza.

Al llegar a la altura de su primo que sostenía el bebé, puso una mano en su hombro con familiaridad, pero luego frunció su nariz negándose a sí misma ninguna expresión de ternura hacia la criatura. 

—No tienes ni idea —le dijo a Robin como todo saludo—. Los bebés no se cogen así. Como se te caiga ya verás. 

Y tras la corrección que no llegó seguida de la forma supuestamente adecuada de hacerlo, sino de un leve alzamiento de barbilla, Skyler miró al resto con un interrogante en los ojos. 

—¿De dónde ha salido? ¿Es vuestro? —preguntó, mirando sobre todo a Nick y Kane como candidatos en su mente a la paternidad del bebé. 

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29/06/2017, 14:45
Shamira

Shamira llegó rápidamente, seguida de cerca por Lincoln, y no ocultó la curiosidad de sus ojos ni la sorpresa que dibujó una «o» en sus labios al contemplar el bebé. Sin embargo, en lugar de acercarse a Robin, Trish y Skyler, la muchachita se fue junto a Morgana, alternando la mirada entre la criatura y la mujer a la que admiraba. 

—¿Puedo ayudar? —le preguntó solícita, esperando alguna indicación por su parte—. Nunca he cuidado un niño, pero no puede ser tan difícil, ¿no? —añadió, con el optimismo de quien está acostumbrado a buscarse la vida. Entonces su mirada cayó sobre Daniel, que parecía dispuesto a salir de allí—. O puedo ayudarte a ti. ¿Hacemos algo de desayuno?

Por su parte, Lincoln prefirió quedarse en un segundo plano, cerca de Cass. Se apoyó en la pared como ella y se limitó a mirar hacia el grupo con los ojos bien abiertos y la boca bien cerrada. 

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29/06/2017, 15:27
Kane

La congregación reunida alrededor del bebé había alterado la habitual idiosincrasia del refugio. Mientras unos y otros aportaban su punto de vista, su opinión, su consejo, el semblante de Kane se fue tornando serio perdiendo ese tono confuso que pudiera haber tenido en primera instancia.

Iba a responder a Nick algo áspero y, a todas luces, probablemente desagradable, pero Clementine intervino evitando que Kane fuera más allá que una mirada dura hacia Bennett. Bajó la mirada hacia el bebé, acunándolo como era debido, sintiéndose demasiado extraño en esa condición. La acción de Clementine logró arrancarle por unos momentos de la atribulada sensación que había caído sobre su mente.

Con Morgana examinando que el niño no fuera una amenaza, o quizá averiguando que no hubiera nada más que encontrar, Kane sintió una repentina sensación de ansiedad alejándose del pequeño. Quiso apartarse, alejarse de esa sensación creciente, y cuando Morgana espetó esa enhorabuena no contuvo una respuesta contundente.

No me hace gracia, Morgana. Ninguna. repuso serio. No, por el semblante que había tomado, a Kane no le hacia ninguna gracia todo aquello. Siguió con la mirada al bebé que pasaba ahora a brazos de Robin, de nuevo las intervenciones de unos y otros, la presencia de Kane se fue deshaciendo como un azucarillo prefiriendo la observancia desde un lado, aunque siempre pendiente del niño, como si fuera su responsabilidad. La intervención de Daniel se ganó una liviana atención de Kane, casi una sonrisa ácida a algunas de sus afirmaciones, pero no respondió.

Intentaba disimular, pero el hallazgo del pequeño le había consternado. Se sentó en una de las sillas, procurando que el peso de la realidad no le derribara, manteniendo los ojos pendientes del niño. Se preguntaba cosas, recordaba otras, esa sensación de creer tener la puerta cerrada con llave y repentinamente se abre recordando que también forma parte de tu casa aunque te negaras a verlo.

No había nadie. Lo han abandonado, pero si tienes padres que lo busquen.. hizo una pausa mientras respondía a Trish, le costó decir aquello, y miró por un fugaz instante a Clementine. ..los encontraré.. encontraremos.. miró como lo cogía Robin y suspiró un poco. Cógelo con cuidado, Robin. La cabeza sujeta, es muy frágil.. indicó al chico resistiéndose a intervenir directamente.

¿Mío? No. Estaba fuera en esa cesta, delante del refugio. respondió serio a Skyler cuando llegó, amarrando bien las emociones. De nuevo una mirada de soslayo, velando por el bienestar del crío. Querían darle de comer, pero dudaba mucho que hubiera nada en el refugio apto para el pequeño, aunque podía estar equivocado y Morgana ya había volcado su opinión al respecto, no iba desencaminada sobre el punto.

En la cabeza de Kane ya empezaban a formularse opciones, posibilidades y necesidades. Necesitaba tener la cabeza ocupada, distraído de otros pensamientos más sombríos, menos agradables que, al menos, el hecho de haber podido encontrar al crío aparentemente sano y salvo.

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29/06/2017, 18:02
Nick Bennett

Nick reprimió dos impulsos: el de sonreír ante el humor mordaz (humordaz, lo llamaba él) de Morgana y el de poner los ojos en blanco cuando Clem habló. Su alma de ángel era algo que tendía a amargarle la vida, aunque era una de esas amarguras que luego reconfortan, como la del café negro o el cacao natural. Café y cacao... ¡Vadim! ¡Vadim sabría algo! La gente de Dima siempre andaba al loro por si alguien trapicheaba con niños. Tenían que saber algo.

Prefirió no intervenir en la discusión. Se la sabía de memoria: él y Morgana harían de abogado del Diablo un rato para ejercer de adultos y luego todos se pondrían a hablar a la vez y a Nick le quedarían dos opciones: pegarse un tiro o aguantarse. Calculaba que con un bebé en el hospital la balanza iba a inclinarse peligrosamente hacia el suicidio. Había odiado a su propio hijo cuando lloraba a las tantas, o cuando había que cambiarle el pañal; y eso que era una criatura deseada. Al pequeño desconocido no lo quería para nada.

Daniel sí que consiguió arrancarle una sonrisa. Efectivamente, aquello era más grande que un puto problema. 

- Tendrá que desayunar, al menos hasta que veamos qué hacemos con él - lo dejó así, en el aire. No pensaba permitir que los demás pensaran que aquella cosa tenía pensión completa e indefinida -. Estoy pensando en preguntar a la banda de Dima - dijo, mirando sobre todo a Morgana -. ¿Alguna idea más?

Evitó las miradas de los demás. No soportaba que nadie salvo Kane y la dura soldado vieran sus "ojos de superviviente", los que en otro tiempo habrían considerado asfixiar al bebé y lo habrían llamado compasión.

Y entonces llegó el tropel de niños. Cómo se notaba que Big Dima no traficaba con niños, porque Nick se estaba planteando vender un par sólo para tener silencio. No en serio, claro... bueno, dependiendo de la hora del día y de la paciencia que le quedara.

- Lo preguntas porque esto es un no parar de mujeres que vienen a visitarme, ¿no? - contestó a Skyler. Luego volvió a sonreír ante el optimismo de Shamira -. No puede ser tan difícil... 

Decidió que lo del desayuno era la mejor idea que había tenido nadie.

- Cuando dejan un bebé en la puerta no suelen querer que se lo devuelvan - apuntó Nick ante las palabras de Kane -. Así que yo voto porque desayunemos y veamos si podemos dar de comer a... eso.

No era un "él". De momento no.

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29/06/2017, 18:19
Nick Bennett

Lo que dijo Trish, no obstante, le hizo pensar. Había visto el brillo de la mirada de Clem que solía indicar "esto tiene que ser cosa de esas tonterías con las que me engaño". Las dos jóvenes le habían dado una idea, una que había asociado al momento con aquella figura alada que había visto pasar entre los rascacielos.

¿Y si les estaban haciendo un "Moisés"? 

Necesitaba hablar con alguien más enterado que él. Alguien de la Hermandad. En cuanto saliera en busca de Vadim daría un rodeo y tal vez iría a la Biblioteca, o charlaría con Macbeth (aunque tendría que esperar a que Clem se lo contara para que la chica no sospechara de él). ¿Y luego qué? Si el niño era una trampa, ¿qué podía hacer? ¿Pegarle un tiro?

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29/06/2017, 18:32
Clementine

Clementine suspiró, medianamente aliviada tras escuchar a Morgana, y guardó acto seguido silencio, mirando a unos y a otros, devolviendo el saludo a Skyler y percibiendo por el rabillo del ojo el traqueteo nervioso de las patas blancas de Bentley, que ansioso al percibir el estado de ánimo general y al no ser capaz de ver con claridad lo que estaba ocurriendo, podía ladrar en cualquier momento, asustando al bebé- Bentley, ven aquí, chico.-dijo tranquilizadora pero firme, cuando volvía a acercarse a ella en una de sus vueltas, acariciando su cabeza y rascando entre sus orejas para tratar de calmarlo, haciéndose a un lado para que pudiera sentarse junto a sus pies.

Miró de nuevo hacia Kane, claramente preocupada por él, aunque no pudiese evitar que una media sonrisa se esbozase en sus labios al escuchar cómo advertía a Robin y notar su tensión creciente, su actitud vigilante y protectora hacia la inesperada visita. Una sonrisa que se esfumaba, poco a poco, al escuchar a Trish, para trasformarse en una expresión consternada, que se vio acrecentada al escuchar la respuesta de Kane y percibir su gesto- No sé si los habrá. Yo me temo que o bien no los hay, o bien se deben encontrar en una situación lo suficientemente desesperada como para renunciar a algo tan preciado por la propia supervivencia de ambas partes. -dedujo, apesadumbrada- Al menos parece estar bien... Y es lo suficientemente pequeño como para no darse cuenta de lo que acaba de pasarle. -añadió.

Posó entonces sus ojos verde oliva sobre Nick, aún intranquila al no haber oído por su parte una respuesta clara sobre aquel asunto, y a medida que lo escuchaba hablar se encontró a si misma frunciendo el ceño en un gesto de disconformidad que no era para nada habitual en ella- Es un niño. Un bebé. No una cosa. No va a suponer un peso moral menor si nos dedicamos a tratarlo como a una mascota, Nick. Así que no lo llames de esa manera, por favor. Si debemos tomar una decisión la tomaremos, pero tenemos que verlo como es. Un ser humano, un bebé desamparado que no puede valerse por si mismo.-suspiró entonces, tratando de deshacerse de la desagradable sensación que le había entrado al escuchar al escritor, para poder contestarle con tiento- Lo siento. Es... La situación me conmueve. Sólo... En fin, no importa. -acabó por decir, relajando su expresión.

Estoy de acuerdo en preguntar a la banda de Dima, puede que sí que sepa algo.-convino- También podríamos preguntar a McAvoy y los suyos. Puede que alguien haya soltado algo en el bar, o que hayan presenciado recientemente alguna trifulca relevante.-se encogió de hombros- Quizá debiéramos preguntar por mujeres embarazadas recientemente. Puede que haya más de una y sea difícil dar con la correcta, pero estaríamos matando dos pájaros de un tiro. Después de todo, aunque no demos con la madre del niño, podríamos encontrar a alguna mujer que pueda amamantarlo... Tratar de negociar con ella de alguna manera... Es lo mejor para el bebé, ¿no?- preguntó, dubitativa- Y si no, podríamos hablar con Madre Laura. No sé si anda por la zona a día de hoy... Pero a Madre Laura le encantan los críos. Quizá quiera ayudarnos a cuidar de él. 

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29/06/2017, 23:15
Morgana Whiterocks

Morgana no hizo mucho caso a las intenciones del cachorro. “Buscas donde no hay, bicho”. Se sintió aliviada de no hallar huellas de lo que no quería encontrar en el capazo ni en la criatura, y también agradeció que no le cayese encima una descarga indeseada. Antes de trasladar al huesped de manos, se fijó en la inteligencia despierta con la que miraba al mundo. “¿De dónde coño sales, tan sano, cuidado y alimentado? De por aquí cerca, en los alrededores, desde luego que no”. Morga se pateaba el barrio y las zonas colindantes, conocía más o menos al personal que subsistía por allí, y no tenía constancia de un mocoso como este. Claro que ella no lo sabía todo. Sería una incógnita a resolver, si se ponían, y querían, a ello.

Asintió con un ligero cabeceo a Shamira y se apartó del grupo, dejando hueco para el siguiente mirón, lo mismo que hizo Kane. Parecía atribulado, afectado más allá de lo que era razonable. Pero cabría preguntarse lo que era razonable en estos días. “Cada uno duerme, come y caga con sus propios fantasmas”.

-Me importa una mierda si te hace gracia o no –dijo sin un ápice de acritud en su tono, lo mismo que hubiese anunciado: está lloviendo. Morga no hablaba demasiado, eso sí, no se mordía la lengua y soltaba las cosas sin sutilezas. Kane era un tipo a tener en cuenta, con el que no quería problemas más allá de una discusión verbal. Si estuviese en el bando de enfrente, las cosas cambiarían.

Se agachó; acarició la cabezota del nervioso y risueño perro, que con sus ladridos había despertado a media manzana: Tuvo que reírse con la ocurrencia de Skyler. Nick o Kane, el padre, ¿Y por qué no?  Incluso Daniel, o Robin, no era tan disparatada la idea. Eran tíos, ¿no?.

-Colega, ese trozo de carne rosado te acaba de destronar. A partir de ahora te lo vas a tener que currar más.

Al ponerse en pie se encontró con la mirada del “Director” Nick. Ella le devolvió otra, transmitiéndole la idea de que la batalla estaba perdida antes de empezar. Comprendía la actitud de Nick, era un sabio veterano en este mundo, sin embargo se preocupaba demasiado. Se encogió de hombros, se la traía al pairo la decisión final, porque ya presentía cual iba a ser. Se dio media vuelta y encaminó sus pasos hacia  la cocina.

-Buenos días, Cass. Hola, Lincoln –Respetaba los silencios y el distanciamiento de la pareja. Se detuvo un momento-. ¿Vosotros a quién creéis que se le meará primero? Abrígate, Lincoln, el día promete frío.

La situación le divertía, los argumentos de unos y otros resultaban igualmente válidos, aunque se le escapaba la complejidad moral que argumentaba Clementine, y la angustia y preocupación de los dos hombres. Situaciones semejantes las había vivido antes. La mente de Morgana era ajena a esos razonamientos, ella veía un escenario, una determinada circunstancia y actuaba en consecuencia de una manera práctica y, para ella, lógica. No entendía la preocupación general, los civiles eran gente rara propensa al exceso de dudas y explicaciones de sus motivaciones, ¿acaso once personas no iban a ser capaces de ocuparse de un renacuajo? Lo tenía muy claro. Levantó la voz.

-¿Eh, tropa! Nos han dejado un niño en la puerta, Nick tiene razón, no es para devolver. Si preguntamos por ahí nos van a mandar a la mierda. Ahora somos uno más y ya está. No muerde. Los chicos se ocuparán de él, Nick, menos te tocaran los huevos, tendrá su utilidad, ya verás.

Morgana fue de las últimas en llegar, sin embargo su palabra comenzaba a tener peso en la pequeña comunidad.

-Clementine, estoy contigo en buscar a una mujer que pueda amamantarle. Alguna encontraremos. *

Notas de juego

* ¿Es posible que Morga, con sus paseos (o alguien del grupo) sepa de alguna chica en esa situación?

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30/06/2017, 02:29
Trish

Al ver la reacción que el crío había tenido los ojos de Tish buscaron a Robin, quien en ese momento lo sostenía, y sonrió. Llevó su mano hacia un mechón de su propio pelo y lo convirtió en un péndulo ante la cara del niño, con la misma actitud de quien juega con un gato.

—Es mono —opinó sin dirigirse a nadie en concreto, ni creer que ese detalle ayudaría o pondría más difícil que se lo quedaran.

En realidad Trish creía tener claro lo que pasaría a continuación. A Morgana la conocía menos, pero los años con Nick le habían enseñado que los gruñidos de su primera reacción no tenían por qué significar nada pasado un rato, cuando tuviera tiempo de meditar. De modo que la chica continuó jugando con la criatura, y ante las palabras de Skyler sólo alzó una ceja, divertida. Que fuera de Nick o de Kane habría sido divertido, y si hubiera tenido que apostar encontraba más parecido con el segundo. 

Lo que los dos hombres dijeron acto seguido hizo pensar a Trish, que dejó de jugar por un momento con el pequeño. Meditó por un instante antes de hablar, escuchando las propuestas de los demás, y le gustó que Clem ya estuviera aportando ideas de cómo actuar.

A punto estaba de intervenir cuando Morgana se le adelantó, y al escuchar en ella la confirmación de ciertas palabras de Nick algo hizo un pequeño clic en la cabeza de Trish. No estaba molesta, ni mucho menos, pero sí había algo que quería dejar claro.

—Que unos padres se separen de su hijo no quiere decir que no quieran estar con él —dijo con naturalidad, desviando un momento su mirada hacia Cass—. No sabemos lo suficiente como para decidir por qué lo hicieron. Ni siquiera sabemos si fueron ellos quienes lo dejaron aquí.

Tras esas palabras la chica miró a Nick, poniendo una mano en su brazo para captar su atención.

—Podríamos acercarnos al mercado —propuso—. Aunque no consigamos leche materna será más fácil arreglarnos que con lo que tenemos aquí, y es un buen sitio para preguntar. —Hizo entonces una pausa—. ¿Tú estabas de guardia, no? ¿No viste nada? —No había recriminación, ni mucho menos juicio, en las palabras de Trish. Pero a pesar de las barricadas y de todo lo demás alguien había llegado a la puerta, había dejado una canasta con crío y se había ido, todo sin ser visto.

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30/06/2017, 15:06
Daniel Green

-Sí, Shamira, ayúdame -dijo Daniel.

Iba a retirarse, pero nuevamente se giró. Era relativamente nuevo y prefería ser un espectador más que un personaje activo en cuanto a opiniones y decisiones. Sin embargo, no era una situación en la que debviera quedarse callado. No si después iba a arrepentirse de su silencio.

-Creo que toda decisión debe posponerse a que estemos más tranquilos y hayamos comido algo. Pero, si alguien ha dejado aquí a ese bebé, lo ha hecho por una razón. Cree que aquí va a tener un futuro mejor, entre nosotros. Lo cual quiere decir que o nos conoce o tiene las referencias adecuadas -comentó a quien quisiera oírle-. No sé quién lo ha abandonado. Si su madre, su padre o cualquier otra persona. Y tampoco sé por qué lo ha hecho. Si por no poder cuidar de él y creer que nosotros sí podemos hacerlo, porque no deseaba tenerlo a su lado o por verse obligado a ello. Pero sin saber más, no voy a prejuzgar.

Miró al bebé brevemente y le sonrió. Entre los brazos de Robin era algo más que el trozo de carne rosada que Morgana afirmaba era. Entendía su reacción. Mostrar desapego, negarle un calificativo o tratarlo de mascota de categoría superior hacía menos dolorosa la pérdida de darse o más fáciles ciertas decisiones.

-Hoy es San Mathew. Propongo llamarlo así a falta de una nota donde nos dijeran su nombre. Hola, pequeño Mathew -dijo acariciando la mejilla regordeta del bebé-. ¿Te gusta tu nuevo nombre? -parecía dar por hecho que aceptarían su propuesta-. Trish, si luego necesitas de alguien que te acompañe al mercado, cuenta conmigo. Shamira, vamos a preparar ese desayuno. Se aceptan voluntarios para echar una mano -concluyó marchando definitivamente en dirección a las cocinas.