Partida Rol por web

Con los del nombre abierto, la taberna les ha dado acojida esta mañana.

Sus caminos, por azar o destino, han convergido en el pequeño pueblo de Triboar, en el Norte de Faerun. El lugar es una agradable villa, aparentemente dedicado a simples asuntos ganaderos y comerciales. Sin embargo, una guardia profesional les recuerda que estan constantemente bajo amenazas que vienen de la Columna del Mundo, como hordas de orcos, gigantes e incluso, barbaros... Un buen lugar para descansar y planear el proximo movimiento, o tal vez, encontrar alguna aventura.

No habia otra mesa desocupada en el local y poco a poco, todos fueron convergiendo... Una mesera joven y bonita circula de aqui para alla, atendiendo los pedidos.

Mucho tiempo llevaba de camino, desde que marchó de su tierra natal. Kium, se encontraba cansado y hambriento, pues el camino que lo había traído desde Rashemen había estado lleno de penurias. El frío viento del norte, comenzaba soplar con fuerza. Los últimos días, habían sido más gélidos de lo que sus harapientas ropas lo podían salvaguardar y notaba un terrible vacío en el centro de su estómago, ya que no le quedaban raciones de viaje y la caza no había sido buena desde hacía algún tiempo. Nunca se había considerado un gran cazador, no poseía buenas dotes de rastreo y no era precisamente una persona sigilosa en sus movimientos. Lo suyo era el combate, el arte de la katana.

Miró en el horizonte y una sonrisa emergió en su frígido rostro. A lo lejos, divisaba una aldea de casas de piedra y humeantes chimeneas. Se rascó su mochila y pudo contemplar que algún poseía unas cuantas monedas de oro. Tal vez aquella noche pudiera dormir caliente y comer algo consistente. Sólo esperaba no encontrar problemas.

Sin más dilación marchó raudo hacia el pueblo y preguntó por la posada. En un principio, la gente le dedicó una mirada de asombro y rareza, pero fueron bastante cordiales. - Los Brazos de Triboar- pensó - Curioso nombre...- Sin perder un instante, entró.

El lugar estaba concurrido pero oteando entre tanta gente, pudo ver una mesa. Fue hacia ella intentando pasar desapercibido y se aposentó. Cuando la camarera pasó cercá de su mesa, le dijó con voz suave y educada:

- Señorita. Podría traerme algo caliente para beber y comer. Si fuera así, se lo agradecería sumamente.- 

mmm.. hola. Una sopa tal vez? Hay en el caldero una recien echa, aunque es para el mediodia... ya podria irla sirviendo al que quiera. Cuesta 5pc el plato....

Abro la puerta sin demasiado interes, ni en ella ni en los ocupantes de la taberna, siempre con la cabeza gacha y los ojos puestos en las paginas de un pequeño libro de color rojizo. Comienzo a caminar por el interior del edificio cuando derepente me tropiezo, dandole con el hombro a una silla aparentemente ocupada, aunque no se exactamente por quién, tampoco me interesa. -Le ruego me disculpe.- Digo con tono educado a la vez que levanto la cabeza para contemplar la sala. Observo la mesa desocupada, y con una pequeña sonrisa de triunfo me dirigo a ella.

Me siento cruzando las piernas en una silla mientras coloco el libro abierto apoyado entre el lateral de la mesa y mis piernas; a continuación levanto la cabeza para intentar localizar a la mesera y llamar su atención. -Saludos señorita.- Digo con una amplia sonrisa. -¿Me puede traer un té de hierbas? se lo agradecería.- Nada más pedir, me vuelvo a sumergir en mi lectura.

- ¡¡Sin duda un plato de sopa bien caliente me reconfortará!!- responde Kium a la mesera con un marcado acento oriental, al tiempo que tiende una moneda de oro.

La jovent toma la moneda de Kium, enarcando una ceja.

-De acuerdo, en un momento...

Justo entonces, un gnomo pequeño se sienta en la mesa y encarga te.

-Si claro,un te de hierbas, son 2 pc.

Kium observa al mediano con un gesto de cordialidad y respetuosamente le hace una reverencia. Luego, deja su mochila en el suelo cerca de su pierna derecha. Se extrae la espada envainada de su cinto y la deja sobre sus arreos. Luego mira de nuevo a su nuevo compañero de mesa y dice:

- Los vientos del norte comienzan a soplar con fuerza, ¿no creéis?- pregunta Kium, deseoso de charlar con alguien después de tanto tiempo de viaje en soledad

 -Por supuesto, aqui tiene.- Le digo a la camarera sin dejar de sonreir amablemente mientras le tiendo las 2 monedas de cobre. Al segundo estoy metido de lleno en la lectura hasta que escucho al hombre que está sentado en la misma mesa dirigirse a mi. Levanto la cabeza lentamente, parece que me cuesta separar la vista del libro. -Es cierto. Dicen que este año van a ser bastante agresivos.- Sonrio amablemente. Parece que vuelvo a bajar la cabeza pero al segundo me detengo, la vuelvo a levantar y enarco una ceja. -¿Le puedo hacer una pregunta?- Sin casi dejar responder. -¿De dónde sois? No consigo reconocer vuestro acento. Debeis de ser de muy lejos.- La voz suena un poco aguda, pero denota simpatía. 

- Mi patria se halla más allá de valles, ríos y bosques... Mucho más lejos que las Estepas de los Caballos, se alza una magnánima muralla. Su simple visión, te hace pensar que es obra de algún dios, algo glorioso y sin parangón. Esa muralla, La Muralla del Dragón, encierra un gran y poderoso Imperio. Esa tierra rica y bella, es mi hogar... - finaliza Kium dejando las palabras al aire. Su rostro ha virado a una expresión de tristeza y melancolía.

No tienes ningun estudio en geografia (un saber, si no tiene rangos, se considera asi, a diferencia de otras habilidades, sin rango no podes usarlo. Se considera una tirada de Inteligencia simple y no podes saber nada con una CD superior a 10) pero este hombre debe referirse a algun lugar mas alla de la Tierra de la Horda.. Cara.. Kata.. Algo asi.

Caminando sin rumbo en Soledad y Amargura por vagos y extensos recuerdos de mi pasado.

 Avanzando de ciudad en ciudad, de pueblo a pueblo buscando asi todo el bien posible, queria quitarme de la cabeza todas esas guerras ocurridas bajo mi presencia. ¿Hacia el Bien solo Por caridad? me pregunte varias veces asta  que:

En unos de mis numerosos viajes me Encontré encontre Encontré con el pueblo de Triboar. -¿Por qué no quedarme aquí?- me dije en vos baja mientras me dirigía en silencio a su interior. Al oír el pequeño y alarmante mensaje del un guardia de la zona Pensé en alojarme por la zona, Descansar un rato para estar alerta de alguna amenaza.

Entre en el interior de un Local completamente lleno.

Justamente antes de retirarme por la gran multitud encontré una mesa vacía me dirigí hacia allí, me senté ignorando alguna persona que ya estuviese allí, cerré los ojos y empecé  así a meditar

Veldrahin entro con su capucha puesta, se paró un momento tras pasar la puerta. Echó hacia atrás su capucha y miró alrededor.

El espíritu maligno de su interior le susurraba: Vamos a matarlos a todos, ¡no dejes uno con cabeza! pero después de tanto tiempo, el elfo ya había aprendido a ignorarlo mientras su estado no se viese alterado por otros factores ambientales.

Entonces decidió ir a una mesa que vio libre. Una vez sentado, le gritó al camarero: ¡Una jarra de hidromiel para mi!

 Miro al hombre de acento extraño mientras habla de su lugar de origen e intento averigüar de que zona está hablando, mi cara me delata, no tengo ni idea. -Parece que estais orgulloso de vuestra patria.- Sonrio levemente. -Parece un lugar digno de verse. Yo por el contrario soy de un digno pero pequeño pueblecito; no era gran cosa pero me aportaba lo suficiente como para poder estudiar lo que quería.-

Según hablo mi mirada se va posando, disimuladamente, en todo el que se sienta en la misma mesa que yo. De nuevo me fijo en el hombre de acento extraño, sin dejar de sonreir pero siempre curioso. -¿Puedo preguntarle que hace entonces un hombre de tan digna ciudad en un lugar tan alejado?-

Ve como va llegando y amontonandose la gente... Al notar que uno no dice nada se encoje de hombros y mira al otro que grita tanto.

-Ya estoy aqui... son 5 piezas de plata la jarra. Y cuide sus modales por favor...

Extiende la mano, esperando el dinero.

- Hubo un tiempo en que sí, pero ahora... Ahora todo a cambiado. El Emperador tan sólo anhela conquistar y someter más territorios, sus huestes son duras y despiadadas y su ejército es tan inmenso, que parece no tener fin. Ya no existe la paz para mi tierra... Yo era uno de sus soldados pero me deshonré al desertar... Nunca más podré volver a mi hogar.- finaliza Kium con con marcada tristeza en sus ojos.

Aquí tiene le dice a la mujer mientras le da su dinero. Mientras tanto piensa, ¿qué guarde mis modales? ¿Pero qué he dicho?

La joven toma las monedas y se va, regresando al poco rato con un cuenco para Kium, y dos jarras, una para el pequeño gnomo y otra para Veldrahin. Mira al cuarto componente de la mesa, que esta en silencio y meditativo. Dirigiendose a Dol, un elfo evidentemente, le expresa:

-Ey, esto no es una plaza publica. Ordene o valla a pensar afuera...

Al escuchar eso retome mi mirada hacia la hermosa mujer, respondiendo con gentileza  -Disculpe mi estado, deme Whisky por favor-.

Esperando a la Mujer que me tragera mi bebida , observe como varias personas van llegando y sentandose en la mesa; extendiendo mi mano derecha saludo a todos formalmente diciendo con una vos baja   - Hola a Todos , me llamo Daedeloth mucho gusto-  Esperando con ansias mi (vulgar) trago vuelvo a quedar en un estado de meditacion