Partida Rol por web

La primera noche con el grupo de extraños. Bueno, no todos eran extraños. Me había fijado en todos y en cada uno de los presentes y había uno que destacaba de entre la multitud.

A ver, no hacía falta ser un genio para darse cuenta de que un hombre como aquel, con acento de las marcas libres y que además se llamaba Hawke, no podía ser otro que el campeón de Kirkwall.

Al verlo y saber quién era, se estremeció mi cuerpo y me alegré a sobremaneras de no haber aceptado la invitación de mis "amigos" los magos, de ir a Kirkwall a ayudar con la batalla. Muy posiblemente la espada de aquel hombre habría quedado clavada en mi pecho... y eso lo habría convertido en un rompecorazones mucho más literal de lo que desearía.

En una parte de la noche, cuando vi que se quedaba a solas, no pude evitar acercarme, tenía demasiada curiosidad para no hacerlo. A ver. Que era el CAMPEÓN de Kirkwall. Tenía que preguntarle cosas sobre esa época. Debía haber llevado una vida romántica y llena de aventuras. Deseadas o no...

-Ey-Saludé cuando estaba cerca, mirándolo a la cara, viendo la cicatriz de su nariz <Eso ha debido DOLER mucho...>-¿Qué tal?-Le ofrecí una mano para estrechársela-Mickel. Posiblemente ya te enteraste antes, pero por si las moscas...

No quería quedar como uno de esos admiradores patéticos que seguían a sus figuras estrella por ahí, con palabras vacías y miradas bobaliconas. De hecho, no sabía... al menos no AÚN... si ese tal Hawke sería una persona admirada. Aunque hubiera escuchado mil historias sobre él.

-Así que... el campeón de Kirkwall ¿eh?

Mis ojos se iluminaron al decirlo. En el fondo me sentía muy emocionado de poder hablar con alguien tan sobresaliente en la historia como lo era él. Lástima que pareciera "Ocupado" con la chica rubia de acento extraño. Bueno, ni siquiera sabía si el hombre compartiría su gusto por la compañía masculina. ¿Qué tonterías se me estaban pasando por la cabeza?

-Hola. -Le miró con aire divertido. -Bueno, lo de Campeón no lo digo yo, pero lo dicen de mí, sí. Aunque la verdad, me cae un poco grande, así, entre nosotros.

Estaba recostado apoyando la espalda en un tronco de un árbol, no lejos de la fogata, pero lo bastante alejado como para que la conversación quedara limitada a ellos dos. Sostenía un paño aceitado que pasaba con calma, delicadamente, por la hoja de un enorme espadón, el que Mick ya le había visto usar antes.

-Antes de eso fui conocido como un guerrero como tantos. Y antes, como un simple campesino con problemas, jajaja, igual todo eso te suena demasiado prosaico.

-Suena como al paraíso para mí...-Respondo un poco melancólico, sin darme cuenta del tono que estaba utilizando. Estaba recordando cómo había sido mi vida desde que se descubriera que era mago, como había sido antes de eso y como echaba de menos tener una vida normal, por mucho que lo odiara antes de convertirme en lo que era el día de hoy.

Bueno... lo que se es... se es para siempre... y no se puede cambiar.

-¡Bah, no me hagas caso, seguro que era algo aburrido!-Sonrío de nuevo y le miro a los ojos, curioso. Un hombre como él tenía que tener muchas historias que contar y yo era demasiado curioso como para no preguntar-Esto... no sé muy bien cómo preguntarte esto... y la verdad es que puedo entender que lo que voy a decir puede ser una clara invasión de tu privacidad-Me encojo de hombros-Pero mi mamá me enseñó que para recibir hay que pedir, así que... ¡Allá voy!-Hago una pausa dramática, fingiendo una cara divertida para quitarle presión al momento.

¿Por qué estoy tan nervioso? Quiero decir... más nervioso de lo normal.

-Bueno, quiero decir... las marcas libres y todo eso... debe ser una historia de lo más entretenida... ¿No?-Sonrío-Si quieres podría contarte alguna de las mías también, ya sabes, como un intercambio.

¿Sueno como un grupi? Sí... creo que estoy sonando como un grupi... Ay, madre, ¡Qué bochorno!

-O no. Lo que tú quieras.

O sea... ¿En serio acabo de decir eso?

"Suena como al paraíso para mí..."

Hawke, que había dejado el espadón a un lado para estrechar la mano que el hombre le tendía, se rió sin cortapisas ante la frase.

Luego retomó su metódica labor escuchando el resto de lo que le decía, y riéndose de nuevo ante los aderezos humorísticos del mago. Si notó el nerviosismo de Mick, y su patente esfuerzo por entablar una conversación que quizá, por cómo actuaba el recién llegado, le parecía que podía ser embarazosa, no lo demostró. Se limitó a asentir, y a mirarle a los ojos también, curioso.

"O no. Lo que tú quieras."

-Me parece bien. Imagino que estás pensando en alguna historia en concreto. Quizá hayas escuchado rumores, o leído alguna de las novelas de Varric. Ya te adelanto que en ambos casos los aderezos imaginativos son abundantes, y que la realidad será mucho más sórdida.- Se puso serio de repente, alejando de él la mirada, y llevándola a algún punto mucho más allá, tanto del lugar como del ahora.- Y triste. Si esperas anécdotas divertidas, tendré que inventarlas sobre la marcha...

Volvió a mirarle, y a sonreír. Era un hombre cálido, en absoluto soberbio o engreído, como quizá habría cabido esperar atendiendo a la fama que se había generado a su alrededor. "Campeón, Héroe....".  Bien, Hawke era un hombre, sin más.

-Bueno, a ver, la historia del Arishok es, sin duda, una de las más espectaculares que he oído en mucho tiempo-Le digo algo más tranquilo, viendo que parecía ser un hombre cercano y amable. Al menos no se lo tenía creído por la fama que había obtenido por sus hazañas. Me sentí inspirado para preguntar mucho más-Supongo que la guerra que se montó por allí tuvo que ser terrible. Es casi gracioso que algunos antiguos amigos míos, magos, por supuesto, intentaran obligarme a marchar a las marcas para "ayudar" en ella...-Hago una mueca, recordar ese momento en el que todo mi pueblo se enteró de que era mago y me fulminaban con miradas de odio y terror...-La verdad es que me alegro de no haberlo hecho. Quiero decir... nunca me lo llegué a plantear, realmente. Pero bueno, sí que quería irme de Ferelden.-Sonreí, probablemente alguien que había vivido en Ferelden, como yo, sabía los calificativos que se utilizaban para referirse a esa, nuestra pequeña parte de Thedas, y también sabría que la gran mayoría eran bien merecidos-No sé. Supongo que simplemente quiero saber más de ti.

Genial... eso no ha sonado raro en absoluto, Mickel.

-Eh... históricamente hablando, claro-Añado con una sonrisa nerviosa.

Por si no había quedado lo suficientemente claro lo estúpido que eres, Mickel...

-El Arishok. -Asintió, solemne, y calló. Así se mantuvo por un buen rato, limpiando el espadón, pensativo. Luego levantó el arma y le miró, mostrándosela. - Ésta es Bassrath-Kata, que significa "La Gran Espada". Me la entregó el Arishok en persona, con estas palabras: "Guárdala o pierde todo honor." -Los ojos le chispeaban. Quizá era orgullo. O quizá eran lágrimas.- Fue poco antes de que, en el Torreón del Vizconde, me dijera "Maraas toh ebra-shok. Ahora eres un basalit-an." Y añadiera para los demás nobles: "Esta es la verdadera apariencia del respeto, bas! Muchos de vosotros nunca lo sabréis!" Después...

Calló de nuevo, y bajó la espada, sumido en una tristeza grave.

-...después le maté. En un duelo limpio, singular, al que me retó él mismo. Fue uno de los momentos más duros de mi vida. Matar a un amigo, creo que puedo llamarle así, a pesar de lo ocurrido, y de lo poco que realmente llegué a conocerle...

Debía haber imaginado que la historia no era tal cual la contaban. A fin de cuentas tenía entendido que el Arishok era un Qunari sediento de sangre que quería destruir Kirkwall. Las palabras de Hawke me dijeron otra cosa completamente diferente. Hice una mueca de incomodidad, no me gustaba hacer recordar a la gente cosas desagradables, me sentía una mala persona cuando lo hacía. ¿Quién era yo, particularmente para obligar a alguien a recordar cosas así?

Sí. Es definitivo... eres IDIOTA.

-Vaya... no es...-Me rasqué la nuca, aún algo incómodo-No es lo que... bueno, lo que había imaginado. Lo siento.-Me quedo en silencio un rato, mirando la espada. Resultaba ser un memento de un antiguo compañero, amigo... o vete a saber qué, no me había quedado del todo claro. Lo que era curioso, teniendo en cuenta que solía tener una mente avispada. Pareciera que me habían sumergido la sesera en gelatina...

-Bueno. Tengo entendido que la cultura qunari es... complicada.-Le respondí luego, con un tono... un poco más condescendiente de lo que hubiera deseado-No sé muy bien qué era lo que quería decir con eso. Perdona, no se me dan muy bien este tipo de situaciones.

¿Por qué no se me ocurre nada gracioso que decir AHORA que me vendría bien?

-Uh... bueno. Yo recuerdo aquella vez, en Lindesur, es un pueblo del este, al sur de Denerim, no sé si lo conoces, no es muy grande-Termino de explicarlo-Recuerdo esas verbenas típicas de allí. Solía tener un amigo cuando viví en Lindesur, muy simpático-Recordé su cara durante las verbenas y luego cuando volví a encontrármelo en Denerim. Si hoy estaba vivo, era probablemente porque él me dejó marchar entonces...-Sí, bueno. Bebió demasiado... como suele ocurrir en todas las verbenas. Y... cuando tuvo que golpear la calabaza con el palo acabó dándole a su padre en... bueno en la zona sensible, ya sabes-Me río-Fue bastante divertido... ¿Has estado alguna vez en alguna fiesta de ese calibre?

Eh... ya de camino pregúntale si tiene DIENTES... ugh...

-¡Jajaja! Sí, he estado, aunque no en Lindesur. Pero las fiestas así se parecen en todas partes. Corre la cerveza, se baila, se charla por los codos, demasiado. Se pierde la chaveta, y está bien, porque pocas veces uno se arrepiente, ¿no?

Le dio una palmada amistosa en el hombro, quizá intentando borrar la impresión de tristeza que había imprimido en su semblante hacía un momento.

-Las de Kirkwall eran fiestas sonadas. Incluso con el ambiente enrarecido por los rumores y la tensión entre magos y templarios, hubo algunas que se recordarán durante años. Cuando mis amigos, Varric e Isabella, vivían en la taberna de Bajaciudad, un antrucho llamado El Ahorcado, por poco incendian el local. Bueno... incendiamos....

Se rió, meneando la cabeza, como disculpándose.

-Por entonces éramos más jóvenes, y despreocupados. Bebíamos como si no hubiera un mañana, y cantábamos como si no nos importara nada más en el mundo. Aquella vez acabamos luchando con teas encendidas, y prendimos las cortinas. ¡Jajaja! A Corff, el tabernero, le dio un ataque. Pero en fin, cuando le permitimos sumarse a la orgía que montamos, ya no le importó tanto...

¿Acaba de decir "orgía"? ¡Ay hacedor!

-Uh... entiendo-Respondo sorprendido, jamás habría imaginado algo así del campeón de Kirkwall al que las historias tenían por un hombre de virtud y de modo de vida intachables. Bueno, no había nada malo con una bacanal de vez en cuando, aunque nunca había participado en una, debía ser algo un poco extraño. ¿Y si lo estaba malinterpretando? ¿Y si en realidad estaba queriéndose referir a otra cosa con lo de orgía? Orgía podía significar muchas cosas y no todas tenían un cariz sexual. Sí, debía ser eso. ¿O no?

Uh... ahm... eh... ¿?

-Suena muy divertido. La verdad es que no he vuelto a vivir una fiesta así desde Lindesur-Hago una pausa-Aunque es bueno saber que no sólo los magos podemos hacer fiestas "ardientes"-Añado z modo de broma y luego me río más distendidamente.

¿Pero se habrá referido a algo sexual o no? ¡Concéntrate Mickel, esto ya no viene a cuento! ¡Hemos cambiado de tema!

-Algún día tenemos que montar una fiesta como la de la taberna.-Digo sonriente, pero luego caigo en la cuenta de que lo que he dicho podría malinterpretarse-¡Ah! ¡Quiero decir ardiente! ¡Ah, no, no, eso tampoco es lo que quería decir!-Me rasco la nuca-Uhm... bueno, ya sabes-

Me quedo mirándolo de arriba a abajo de nuevo. Me sentía algo raro, hacía demasiado tiempo que no hablaba con un hombre, eso estaba claro. Había perdido la práctica de cómo echarles el lazo... aunque en realidad no estaba seguro de si mi nerviosismo se debía a que quería echarle el lazo o a que estaba frente a una leyenda viva.

-Tengo la sensación de que todo está muy serio por aquí. ¿No crees?

Hawke se le quedó mirando unos instantes, sin responder. No era una mirada de recriminación, ni condescendiente, ni siquiera seria, como parecía que su nuevo amigo sintiera. Era una mirada llena de curiosidad, sopesando el carácter de Mickel, lo que sus palabras no decían, pero que su actitud mostraba en parte. Tras eso, asintió.

-Sí, claro que todo está serio por aquí. Dime, ¿dónde has estado estas últimas semanas? El mundo ha cambiado en ellas más de lo que había cambiado en años. -Sacudió la cabeza, y apretó los labios antes de seguir.- De acuerdo, habíamos sufrido ya cinco Ruinas, la última dejó cicatrices aún a medio curar. La guerra entre Magos y Templarios ha sido devastadora, si es que puedo permitirme hablar en pasado. Puedo jurarte que lo que viví en Kirkwall fue aterrador, demoledor. -Asintió de nuevo, vehemente.- Pero Coripheus... bueno, no hay palabras. Y no ha terminado. Por eso esta seriedad. La Inquisidora lo envió al otro lado del Velo, cierto. Pero hay muchos indicios, demasiados, de que sigue vivo. Y de que va a reorganizarse, va a buscar poder. Donde sea...

Volvió a la tarea de aceitar su espada, su Bassrath-Kata, ahora sí serio, ensimismado. Siguió hablándole, pero casi como si lo que decía lo dijera a una parte de sí mismo.

-Thedas está en peligro. Todos lo estamos. Hay que contrarrestar fuerzas que nos superan en mucho, en demasiado. Y somos sólo un puñado de personas, porque no podemos tampoco traspasar el Velo con un ejército, hemos de ser cautos e inteligentes, hemos de estar alerta y no bajar la guardia. Hay que encontrar el modo de decantar ese poder que el Antiguo busca hacia nuestro lado. Por eso nuestro viaje, los elfos, por eso la seriedad. Por eso...

levantó los ojos y los clavó en él. Y sonrió, y su rostro se iluminó. Le hizo un guiño amistoso, paradójicamente divertido.

-...por eso la magia, compañero.

-Vaya... no sé que decir-Respondo aturdido. Las cosas como eran, era imposible no enterarse de la grieta en el cielo, se veía desde casi cualquier lugar de Ferelden, y todo el mundo hablaba de ello pero... me había mantenido tan al margen que apenas sabía nada de lo que había ocurrido en realidad. Como mucho contaba con habladurías que parecían absurdas, pero ante las palabras de Hawk ya no lo parecían tanto-Vas a hacer que me sienta importante y todo-Sonrío algo avergonzado-Mira. A mí las cosas serias no se me dan muy bien. Pero me he comprometido a ayudaros y pretendo ser de ayuda como pueda.-Asiento-Mientras que no soy realmente necesario, me gustará animar el ambiente un poco. No hay que olvidar sonreír ¿No crees?. Además, con una sonrisa en la cara todo el mundo es mucho más guapo...

No... no has dicho eso Mickel... 

-Eh, ya sabes. Es una forma de hablar.-Sonrío de nuevo, esquivando la mirada-Ha sido un placer hablar contigo. Soy muy curioso y me ha gustado saber qué hay de verdad y qué hay de leyenda en tu historia. ¡Si alguna vez quieres hablar de algo estaré por aquí! Parece que me voy a quedar con vosotros una buena temporada.

Me cruzo de brazos y esta vez lo miro a los ojos. Seguía teniendo ese aire misterioso alrededor de él, que lo hacía ciertamente atractivo. Bueno, o quizá simplemente es que no podía ignorar sus innegables encantos, de los que había huido desde hacía tanto tiempo.

Venga, a dormir...

-Será mejor que me acueste un rato. Mañana nos espera un día largo.

-Claro. Yo también iré a acostarme, me toca la última guardia.

Se levantó con calma, dejando por fin la espada y su cuidado. Le sonrió, y cabeceó, al tiempo que le decía:

-Y no dudes en preguntarme. En preguntar. Estás entre gente amiga, y de bien. Podemos parecer bruscos, algunos, como el bueno de Solas, incluso algo bordes. Pero no te engañes, somos de lo mejorcito de Thedas...

Tras lo cual le guiñó un ojo y ser alejó.

Pues a mí tú no me has parecido brusco en absoluto... ayy... Pienso antes de irme al catre.

El día siguiente fe... anodino, como poco. La gente a la que acompañaba se había dispuesto en grupos más o menos homogéneos y me había dado cuenta de que, desde que el mirón y mi compañera se habían reencontrado no pintaba mucho entre ellos, así que traté de pasar la caminata en silencio, con lo que me costaba mantener la boca cerrada.

Ya estaba empezando a sentir rechinar los dientes del esfuerzo cuando vi a la mujer misteriosa delante de mí, caminando sola y en silencio, al igual que yo. No quería abordarla en medio del camino. Estando donde estaban mejor cuanto menos ruido hubiera. Esperaría a la noche.

Llegó (¡Por fin!) la noche y empezamos a montar el campamento. Me aseguré de poner mi tienda cerca de la de Hawke, aunque en realidad no me había percatado conscientemente de mi elección y luego me acerqué a la mujer, con una sonrisa en la boca.

-¡Buenas!-Digo con aire despreocupado-¿Quieres que te ayude con eso? Cuatro manos se mueven más que dos ¿no crees?-Todo ello iba con el tono amable de costumbre, sólo esperaba que esta vez no se convirtiera en el preludio de una relación formal indeseada por mi parte, como había ocurrido en Amaranthine... ay... y pensar que hasta hacía bien poco estaba comprometido... ¡Con una mujer! Cómo cambian las cosas...

Aprovechando la llegada al templo, Miron se acercó a Aisha y, cruzado de brazos, le preguntó algo mirando al horizonte.

- ¿Hasta qué punto tiene tu gente conocimiento sobre vuestro pasado? Disculpa que vuelva a sacar del tema, pero me gustaría...- se quedó en silencio, midiendo sus palabras.- ¿El recuerdo que vuestros clanes guardan sobre el pasado es algo más que una idealización?- preguntó sin tapujos.- ¿Y si encontramos algo allí dentro que sea totalmente diferente a lo que esperamos? ¿No tienes miedo de descubrir algo extraño?

La miró, intentando suavizar la expresión de su rostro. Con todo lo ocurrido, había olvidado que los viajes no siempre llevan adonde uno quiere ir.

 Aisha mira al mago, seria cuando habla de idealizaciones y miedos.

 - Sabemos menos de lo que nos gustaría. Poseíamos nuestras propias tierras, además del don de la magia y la inmunidad al tiempo y a las enfermedades. Contábamos con el favor de los dioses y los eluvians eran los 'caminos' que conectaban nuestras ciudades. Pero además de eso y algunas historias sobre los Creadores, apenas conocemos nada de los tiempos de antes de la caída de Arlathan, antes de que el Lobo Terrible traicionara a los Creadores... - Frunce el ceño, esforzándose para no culparle directamente de que la desgracia que ahora pesa sobre su pueblo es, en gran parte, por culpa de los humanos. 

 - Lo que ocurrió después de eso ya lo sabes. Nos expulsaron de nuestras tierras y parte de mi pueblo fue esclavizado por Tervinter en primer lugar, y el resto nos vimos obligados a vagar por Thedas, sin rumbo ni hogar, o a vivir en los asentamientos humanos como 'ciudadanos de segunda'. - Trató de suavizar la expresión, por no repetir 'esclavos' o sugerir que algunos perros habían sido mejor tratados que los propios elfos a lo largo de la historia.

 - Puede que dudes de lo demás, pero sabes que eso es cierto, y tú mismo comprobaste el eluvian. - Entonces vuelve la mirada hacia el imponente templo que se erguía frente a ambos. - Con un templo así frente a mí no me cabe duda de que la vieja gloria que clamamos no se trata de ninguna idealización. - Asegura esbozando media sonrisa, orgullosa y completamente segura de sí misma, aun sin haberla conocido. Después de todo era lo que siempre le habían contado: 'Éramos perfectos y vinieron los humanos'. 

 - Así que no tengo miedo de lo que pueda encontrar, los dalishanos no tenemos mucho que perder. Si nos hubiéramos equivocado en algo... No creo que vaya a ser tan diferente, pero estaría bien saberlo. Nunca es tarde para rectificar, ¿No? - Pregunta pensativa, ya que nunca había dedicado mucho tiempo a pensar sobre si las creencias de los dalishanos podrían estar equivocadas.