Partida Rol por web

Markus despertó con una sensación rara. Quizá se esperaba un cambio de tiempo, o había mucha electricidad estática en el ambiente. Quizá la noche había sido calurosa, o estaba demasiado cansado por todo lo sucedido el día anterior, pero estaba empapado. Se levantó silencioso y miró por la ventana, por un momento le pareció ver algo en el cielo, algo distinto.

No. No, claro que no.

Debía haber tenido pesadillas, aunque no las recordara. Sólo eso podía explicar el peso en la boca del estómago, y ese zumbido en su cabeza. O alrededor... Un zumbido alrededor...

Sacudió los brazos, estirándose, se sentía mareado. Se acercó a un rincón, un extraño y enorme espejo le devolvió su imagen, distorsionada. Estaba hecho un despojo.

Volvió a sentirse mareado... se tambaleó. Por un momento creyó que iba a vomitar... a caerse... se arqueó. Los brazos se adelantaron en un movimiento reflejo, para detener una caída, perdió el equilibrio. Su cuerpo se abalanzó hacia la superficie lisa del espejo, chocaría con la luna de cristal... lo rompería...

Ricky se sacudió con una sensación rara. Quizá se esperaba un cambio de tiempo, o había mucha electricidad estática en el ambiente. Quizá la noche estaba siendo demasiado calurosa, o estaba demasiado cansado de la semana de trabajo, pero estaba empapado.

Había estado bailando como si se acabara el mundo, y había bebido. Sí, quizá era eso, quizá era que se había pasado con las copas. Sólo eso podía explicar el peso en la boca del estómago, y ese zumbido en su cabeza. O alrededor... Un zumbido alrededor...

Sacudió los brazos, estirándose, se sentía mareado. Bien, meter la cabeza bajo el grifo lo arreglaría. Se dirigió al baño de la disco, un tugurio al que había acudido con sus amigos, y dejó correr el agua no sin aliviar primero su vejiga. Mojó las manos en el agua corriente, fría, y se las pasó por el pelo para disipar la sensación y el peso. Un refrescarse rápido, que alivió en parte su inquietud, pero sólo en parte. Se miró al espejo. Era un espejo enorme, de a cuerpo entero, que ocupaba casi todo el muro.

Vaya, un tipo guapo, pensó mientras encendía un cigarrillo. El flequillo le caía sobre la frente, dándole un aire algo travieso. El cuero de su chaqueta oscura hacía resaltar su piel. Estaba blanco como un papel.

Volvió a sentirse mareado... se tambaleó. Por un momento creyó que iba a vomitar... a caerse... se arqueó. Los brazos se adelantaron en un movimiento reflejo, para detener una caída, perdió el equilibrio. Su cuerpo se abalanzó hacia la superficie lisa del espejo, chocaría con la luna de cristal... lo rompería...

Eva se sacudió con una sensación rara. Quizá se esperaba un cambio de tiempo, o había mucha electricidad estática en el ambiente. Quizá la tarde estaba siendo demasiado calurosa, o estaba demasiado cansada tras la sesión de machaque en la sala de máquinas del Gym, pero estaba empapada.

Había estado entrenando como si se acabara el mundo, preparándose para un cásting. Sí, quizá era eso, quizá era que se había pasado con el esfuerzo. Sólo eso podía explicar el peso en la boca del estómago, y ese zumbido en su cabeza. O alrededor... Un zumbido alrededor...

Sacudió los brazos, estirándose, se sentía mareada. Bien, meter la cabeza bajo el grifo lo arreglaría. Se dirigió al baño del gimnasio, un lugar que era casi su segunda casa, y dejó correr el agua. Mojó las manos en el agua corriente, fría, y se las pasó por el pelo para disipar la sensación y el peso. Un refrescarse rápido, previo a la ducha, que alivió en parte su inquietud, pero sólo en parte. Se miró al espejo. Era un espejo enorme, de a cuerpo entero, que ocupaba casi todo el muro.

Vaya, una mujer guapa, pensó mientras se arreglaba el cabello. Mechones rubios enmarcaban su rostro, dándole un aire algo travieso. El top ceñido resaltaba su busto, y también su piel. Estaba blanca como un papel.

Volvió a sentirse mareada... se tambaleó. Por un momento creyó que iba a vomitar... a caerse... se arqueó. Los brazos se adelantaron en un movimiento reflejo, para detener una caída, perdió el equilibrio. Su cuerpo se abalanzó hacia la superficie lisa del espejo, chocaría con la luna de cristal... lo rompería...

Llevaba dos semanas metiendo casi tantas horas en el gimnasio como el monitor, pero el lunes tenía un casting para una de esas series de adolescentes que tanto se llevaban ahora. Sí, encima el papel me venía al pelo, pues se trataba de una profesora de gimnasia de un instituto y por lo que parecía, era un personaje con bastante vidilla si la serie iba bien. Claro, me moría por un trabajo así! Quería aquel papel sí o sí!

Por la mañana iba a las piscinas y por las tardes, venía al gimnasio. Cuarenta minutos de aeróbicos y luego máquinas, pero claro, todo lo de esos días no quedaba allí, porque lo de ser actriz no era tan sencillo como eso. Al ser la prueba el lunes tenía que ir a hacerme la manicura, pedicura, al tratamiento de la piel, a la peluquería... En fin, al que diga que lo de ser actriz es fácil me gustaría que tratara de seguir el ritmo estos días.

Estaba tumbada en el suelo, haciendo abdominales cuando empecé a sentirme peor. En un primer momento, había pensado que mi malestar se debía a los nervios, pero ahora empezaba a dudarlo porque tenía un mal cuerpo...

- Esto no puede ser verdad...

Salí del gimnasio y fui hasta los vestuarios, donde traté de refrescarme un poco pero aún estaba peor que antes.

- Qué leches habré pillado ya!

Esperaba que para el lunes se me hubiera pasado ya. Aquel podía ser el papel que me hiciera famosa!

Pronto no entendía nada, no sabía qué sucedía, pero sentí ese vértigo que se siente cuando se pierde el equilibrio. Mi única reacción, fue la de cubrirme la cara para no cortarme cuando el cristal se hiciera añicos, pues estaba segura de que iba a terminar empotrada en él.

Intentó parar las manos en el cristal del espejo, sabiendo que los más seguro es que cayera con todo su peso contra él y se hiciera añicos. Bueno, había llegado ha hacer cosas mucho peores saliendo de fiesta con los amigos y esta, al fin y al cabo, no era intencionadamente. 

Cerró los ojos instintivamente, esperando notar el frío reflejo y su cuerpo estrellarse, seguido de cristales cayendo por toda su persona. Sólo deseaba que no se le clavaran, al menos no muchos. 

Jacob despertó con una sensación rara. Quizá se esperaba un cambio de tiempo, o había mucha electricidad estática en el ambiente. Quizá la noche había sido calurosa, o estaba demasiado cansado del partido del día anterior, pero estaba empapado. O quizá el revolcón había sido más fogoso que de costumbre. Se levantó silencioso para no despertar a la chica que seguía durmiendo a su lado. Miró por la ventana, por un momento le pareció ver algo en el cielo, algo distinto.

No. No, claro que no.

Debía haber tenido pesadillas, aunque no las recordara. Sólo eso podía explicar el peso en la boca del estómago, y ese zumbido en su cabeza. O alrededor... Un zumbido alrededor...

Sacudió los brazos, estirándose, se sentía mareado. Bien, una buena ducha lo arreglaría. Se dirigió al baño, y se duchó canturreando, para disipar la sensación y el peso. Una ducha rápida, que alivió en parte su inquietud, pero sólo en parte. Se vistió sin casi acabar de secarse, y se miró al espejo. Era un espejo enorme, de a cuerpo entero, un caprichoso regalo de una de sus novias. Una antigualla cazada en un mercadillo callejero que había costado pasar por la puerta.

Vaya, un tipo guapo, pensó mientras se abotonaba el pantalón. El pelo le caía en rizos enmarcando el rostro. Y su barba de pocos días parecía descuidada, pero no lo estaba.

Volvió a sentirse mareado... se tambaleó. Por un momento creyó que iba a vomitar... a caerse... se arqueó. Los brazos se adelantaron en un movimiento reflejo, para detener una caída, perdió el equilibrio. Su cuerpo se abalanzó hacia la superficie lisa del espejo, chocaría con la luna de cristal... lo rompería...

Aquella mañana no había comenzado nada bien, seguramente me había malpasado anoche, no solía beber. pero cuando la ocasión lo ameritaba, no rechazaba una buena fiesta y a una linda chica, aunque ahora, parecía que todo aquello cobraría un precio, mi cuerpo se acercaba tambaleante al espejo, chocaría con el, estaba seguro de ello, ya había estirado la mano para recibir el impacto y el consiguiente corte del cristal, corte que jamás llegó, al parecer, mi mano atravesó el cristal, seguida por el resto de mi cuerpo, estaba demasiado atónito para reaccionar, simplemente, me alejaba cada vez más de mi habitación a travez del espejo siguiendo una vorágine de formas, colores y sensaciones indescriptibles... o al menos, indescriptibles hasta que mi cuerpo se estrelló contra algo sumamente duro y yo volví a caer inconsciente.

No hubo impacto. Fue algo... increible. Por que increible es que traspases un espejo, es un cuento de hadas, o una pesadilla, pero no es real.

Pero así fue. El cuerpo de Eva se movió a cámara lenta, a través de esa electricidad o lo que fuera que ahora saturaba el aire hasta el punto de erizar el cabello, de sentir la presión en la piel. La última mirada que lanzó a la luna de cristal no le devolvió su imagen, sino un haz de luz rompiéndolo, o atravesándolo, una grieta extraña que fisuraba el espejo.

Y, no sólo el espejo, también el mundo, su mundo, y el momento, su momento. Porque siguió moviéndose, cayendo a su través, como una Alicia contemporánea, atrapada en esa energía inmensa, succionada.

Hacia... ¿dónde?

"¿Que demonios está pasando aquí?" fue la principal pregunta que pasaba por mi mente, cientos de sensaciones contradictorias azolaban mi ser, ira, desesperación, curiosidad, intriga, excepticismo, todo al mismo tiempo, no tenía ni idea de lo que acababa de ocurrir y una emoción primigenia comenzó a invadir mi mente, haciendo casi imposible el pensar de manera lógica, el temor del hombre hacia lo desconocido había aflorado para no regresar, a estas alturas, solamente quería una cosa, que este paseo demoniaco terminara

Todo pasó rápido y despacio a la vez, era como si aquello no fuera real y me hubiera quedado dormida en el baño en el que estaba, o como si llevara tal colocón encima que me estuviera imaginando aquellas paranoias la mar de bien.

- ¿ Y el espejo?

Miré hacia atrás cuando a mi alrededor se hizo la oscuridad y allí, había una grieta. De alguna manera, supe que aquello era el espejo, que era por donde me había metido pero... ¿ por qué? Yo no había decidido caer a aquel lugar, era más, aún me extrañaba eso de no estar recubierta de cristales al haberse roto el espejo.

La grieta cada vez estaba más lejos y yo... ¿ estaba flotando? Porque aquella caída tampoco me iba acelerando hacia ninguna parte. ¿ Caería en algún momento o me iba a quedar ahí para siempre?

Quizás aquello fuera volverse loca. Era probable que el estrés de aquellas dos semanas me hubieran hecho caer en una especie de inconsciencia extraña.

- Tranquila Eva. Seguro que alguien te encuentra en el baño y llama al hospital.

Aquel pensamiento me tranquilizó, aunque el hecho de ver esa grieta cada vez más pequeña no me parecía tan buena idea.

- ¿ Eso será la luz al final del túnel? ¿ Y si me estoy muriendo?

Aquella idea ya no me gustaba tanto.

Si cada uno de ellos pensó que su situación era única, se equivocó. Al otro lado de la luna de cristal, varios cuerpos chocaron entre sí. Cayeron, rodando y a trompicones, hechos un ovillo. La energía que los había atrapado seguía zumbando a su alrededor, y en ellos. Sus cabezas gemían, y apenas podían entreabrir los ojos.

Aún así, se miraron. Como pudieron. No se conocían, eso estaba claro, pero todos acababan de cruzar una misma barrera. Sus rostros, sus facciones, les llamaron la atención. Era... algo extraño. Con una sospecha en la mente se volvieron hacia el espejo, para mirarse a sí mismos. Habían cambiado... todos. Y se reconocieron, sí, pero como lo harían en un sueño. Un sueño mágico.

Fuera como fuera, y por imposible que pareciera, habían acabado atravesando el espejo. Cada uno de ellos en un lugar distinto de mundo, de su mundo. Y habían ido...

¿...a dónde habían ido? ¿...dónde estaban?

El lugar era también extraño, irreal. Una bruma espesa flotaba, y a su través podían adivinarse más que verse, formas de árboles, curiosos árboles de copa circular. Y... ¿más espejos...?

Se levantó, dolorido y miró alrededor, alucinado. Era como estar en un sueño. Un lugar tan hermoso y mágico solo podía ser parte de la imaginación en el mundo onírico. Seguro que era eso. Lo último que recordaba era caer en un espejo y acabar aquí pero eso era imposible así que... Lo más seguro es que mientras caía se quedó dormido y cuando despertase estaría en el suelo con todo de cristales clavados en su piel. O en urgencias. O alguno de sus amigos lo habría llevado a casa. 

Miró alrededor y vio a más personas que venían del espejo.

- Ey. ¿Estáis todos bien? - les miró y les tendó una mano, por si alguno quería que le ayudara a levantarse. 

Lo primero que hice al levantarme fue mirarme, esto parecía completamente algo irreal, pero, el dolor era bastante real, al menos, el golpe había dolido, sin embargo la apariencia que todo tenía era realmente extraña, mágica, maravillosa y al mismo tiempo aterradora, estaba realmente aturdido, mi mente intentaba digerir y procesar toda esta nueva información, apenas estaba consiente de mi nueva apariencia mientras infinidad de locas explicaciones sin sentido cada una más alocada que la anterior.

Así inmerso en mis pensamientos me encontraba cuando una voz me devolvió al presente, uno de los otros que estaba cerca mio había hablado - Si... o eso creo... al menos yo lo estoy, tu estas bien?- pregunté a mi vez mientras me ponía de pie 

- Sí. Supongo. Al menos no tengo una brecha en la cabeza de darme contra un cristal. - Intentó darle un poco de humor a la situación, pues si más no, era curiosa cuanto menos. - Espero que el resto también esté bien. Al menos bien, parecen.