Partida Rol por web

La mañana amaneció despejada, aunque el frío en Skyhold era glacial. Pero el cielo limpio prometía un día soleado y cálido, un anuncio del final del rigor del invierno, augurando una suave jornada primaveral. Un buen día para viajar.

La comitiva se puso en marcha después de despedirse de la Inquisidora y su Consejo. En las almenas del Feudo los componentes del círculo de Dawn, así como un buen número de soldados compañeros de Miron y Aisha, agitaban las manos saludando al grupo que partía. En lo alto de las Torres ondeaban los estandartes, izados en su honor.

El ambiente era festivo, aunque pocos supieran el objetivo de la expedición. Marcharse de Skyhold entre signos alegres infundía optimismo, y en los rostros de todos había una sonrisa.

Les escoltaba un pequeño contingente de soldados, con el Capitán al frente. No sería durante todo el viaje, porque la intención era no alejarlos demasiado del Feudo, y no llegarían al Templo de Mythal. Sin embargo, tenerlos de compañía durante parte del trayecto les confortó, y les hizo sentir seguros.

la noche anterior había sido al menos entretenida, pero ahora el deber llamaba, la mañana fría me despertaba, me recordaba un poco al clima frío y fresco de mi hogar, aunque con un aroma bastante distinto... sin embargo ahora teníamos trabajo que hacer, el que nos acompañaran soldados era reconfortante y a la vez, preocupante, aunque no nos acompañarían todo el trayecto, era bueno saber que al menos en una parte tendríamos protección extra, así que por mi parte comencé a caminar tarareando una melodía de aquellas que había escuchado por allí

A medida que iban avanzando la nieve y la roca dejó paso al bosque, empezando a dibujarse el tapizado frondoso que, poco a poco, daría lugar a la zona de la Espesura Arbórea.

La altura de los árboles era espectacular, y era una experiencia casi mística andar bajo sus copas, en el silencio solo roto por el sonido del viento, y el de los propios expedicionarios hollando la hierba húmeda y los cantos del camino.

Markus se mantenía callado, observador, veía como pasaban por lugares y paisajes inexistentes en la Tierra. Aquel lugar era realmente mágico.

Markus nunca había podido salir de su ciudad natal, había visto poca variedad de paisajes y aquel viaje le estaba dejando fascinado. Y así se mantuvo callado, inmerso en las preciosas vistas que los rodeaban y ausente durante prácticamente la mayor parte del tiempo.

 El frío fue lo menos importante aquel día. La elfa inició el viaje enérgica, el apoyo de sus compañeros impulsaba su confianza en sí misma, y la compañía transitoria del Capitán y los soldados la ayudaba a sentirse más cómoda entre los extranjeros, y a acostumbrarse mejor a su presencia. 

 La llegada al bosque fue como una inyección de nervios para Aisha durante el tramo inicial. El aire, el olor, la vegetación... Excepto la compañía, todo le era infinitamente más familiar, y no podía dejar de mirar a todas partes, como si faltara algo, y esperara que un Aravel, un campamento Dalishano, o el simple rastro de las Hallas aparecieran en cualquier momento.

 Pero aquella vez era distinta, y su primer destino se le antojaba tan extraordinario y apasionante que, aun siendo consciente de la seria y peligrosa naturaleza de la misión, no podía sino intentar mantener la mente distraída para tratar de controlarse y no mostrar un entusiasmo excesivo.

Ricky no cabía en sí de gozo. Para él todo esto era precioso. Miraba a todos lados, como distraído, incluso tropezaba con matojos o ramas caídas por estar mirando los árboles o lo primero que le llamara la atención. 

Estaba contento, se podía apreciar en su caminar y su rostro que era más similar a la de un niño pequeño que va a un parque de atracciones por primera vez. 

Aunque parecía que no estaba del todo al caso, prestaba mucha atención al camino. Quién sabe, aprenderse un poco el camino, aunque difícil en un paraje desconocido y frondoso, podía llegar a salvarles la vida. Sabía que los veteranos se lo sabrían de pe a pa, pero nunca estaba de más fijarse por si acaso. Y con eso, felizmente, se empapaba de toda la información del entorno que pudiera absorver. 

Tu instinto de cazadora y tu constante alerta buscando alguna señal élfica te ponen en guardia. ¿Es posible que hayas escuchado algo fuera de lugar...?

Aguzas el oído y afilas la vista.

Puesto que estás tan atento a todo lo que te rodea, sería más fácil que en circunstancias normales que te dieras cuenta de que algo va mal. Aguzas el oído, afilas la vista...

Tu entusiasmo y nerviosismo son tan grandes que, aunque tienes la mosca tras la oreja, no eres capaz de percibir nada que confirme tus temores.

La noche anterior había dormido más bien poco. Tenía muchas cosas en las que pensar e incluso llegué a estar discutiendo conmigo misma si sería posible en algún momento que no tuviera ganas de volver a mi casa. Desde luego, no sabía si alguien como yo iba a saber vivir en un sitio como este, en el que para tener agua caliente había que cargar con el cubo desde la cocina, pero por otro lado, había que reconocer que cuando no te embarcaban en una misión que ponía nervioso a todo el mundo, la vida era bastante menos estresante. Quizás sólo fuera cuestión de acomodarse y conocer gente...

Con pensamientos como aquellos y sin pensar apenas en la misión que teníamos delante me quedé dormida y cuando me levanté, me puse aquella ropa que me habían dicho que era la mejor para viajar y para que no me rozara la armadura que me habían dejado. Eso sí, con toda mi buena voluntad les pregunté a ver cómo tenía que cuidar la armadura para devolvérsela cuando no me hiciera falta...

Comenzamos a caminar en silencio, nadie dijo absolutamente nada y yo, la verdad es que tampoco tenía demasiado que decir. Por lo que caminé observando a mi alrededor.

- ¿ Tendrán animales como en nuestro mundo?

Me acordé de Guiñitos y sonreí yo sola.

- El problema va a ser distinguir los peligrosos de los que no, espero que los venenosos también sean de colores brillantes o la hemos cagado...

Solté un gran silvido cuando llegamos al bosque, me recordaba mi tierra natal, aunque la vegetación era diferente, me sentía a gusto, no tanto como obviamente lo estaba Aisha, pero al menos me podía sentir un poco más suelto, aunque sabía bien que no estabamos en un parque de diversiones ni en una salida escolar, este lugar tenía sus peligros también así que mejjor sería conocerlos, por lo que me acerqué un poco a Aisha -Hey, una vez me dijiste que tu cultura vivía en los bosques no? los Dali...Daliasnos... Dalishanos, algo así, así que asumo que sabes más que nosotros de este paisaje, no?- pregunté con toda la buena intención del mundo, a riesgo de parecer tal vez insolente o un niño pequeño, pero era mejor preguntar que quedarse con la duda, a mi parecer

La noche anterior a la salida, Miron estuvo hasta bien entrada la madrugada en el estudio, consultando algunos tomos para inspeccionar mejor qué clase de libros habían sido abandonados allí. Sabía que la Inquisición había dispuesto una gran biblioteca cerca de la sala del trono, pero a él le atrajo más la idea de desempolvar libros viejos y olvidados. Leyó con calma, casi sin intención de encontrar nada interesante. Más bien, disfrutaba de la soledad y del silencio, lejos de los soldados que reían a carcajadas y de los que vociferaban órdenes. Había encontrado un lugar de paz.

Se puso a dormir algo tarde, aunque la expectativa de lo que les depararía el viaje no le hubiera dejado pegar ojo mucho antes. Al despertar, se sintió algo cansado, pero tenía que estar listo para la misión. Preparó lo que necesitaría para el viaje, cogió su bastón, fiel compañero de camino, y se presentó en la entrada de la fortaleza. Le sorprendió que un considerable grupo de soldados se hubiera reunido allí para darles las despedida. Quizá no veían la hora de que los extranjeros de marcharan, o quizá realmente les deseaban una buena expedición, aunque nadie supiera de qué iba.

Al ponerse en marcha, Miron recuperó una sensación que había abandonado tras unirse a los magos rebeldes. Esos aires de libertad, la visión de la grandeza del mundo, el pensamiento de que podía ir donde quisiera. Recordó su época de apóstata, cuando vagaba sin rumbo y con un sólo objetivo: evitar a los templarios. Ahora podía moverse a plena vista bajo la protección de la Inquisición y nadie podría atentar contra su libertad. Sonrió casi con malicia.

Cuando llegaron a la Espesura Arbórea, alzó la mirada para observar los árboles e intentar ver algún esquivo animal. Ya había estado allí, pero no por eso dejaba de impresionarle. Apoyando firmemente el bastón en el suelo, caminaba con un paso ligero, revigorizado por el clima más templado de ese lugar y por la belleza de la naturaleza.

 La elfa arrugó la nariz un instante, como si algo la mosqueara, y hubiera decidido dejarlo pasar por el momento, más aun cuando Jacob se acercó con algunas dudas y la distrajo. 

 Alzó ligeramente las cejas para escucharle al principio, para enseguida bajarlas y arrugar la nariz en cuanto se equivocó. 

 - Shemlen'alas - Se guardó para sí misma esta vez y suspiró, apretando los dientes. Aunque le costara después de esa burla, intentaba pensar que más que eso, era un pequeño olvido. Después de todo, sabían menos de Thedas que un niño, y ya había previsto que surgirían montones de preguntas... Aunque no se esperara algo así.

 - Dalishanos, sí... Será mejor que lo recuerdes, Shemlen... Jacob. - Le pidió ligeramente molesta. - Puede que los que no te conozcan se tomen tomarse bastante mal algo así. - Aconsejó al chico sin entrar en detalles, aun algo seria, pero sin mala intención. Entonces volvió a mirar a su alrededor y torció el labio con gesto dudoso antes de contestar a su última pregunta. 

 - Los Dalishanos somos nómadas, pero mi clan se mueve entre el norte de Orlais y Las Marcas Libres... Así que nunca hemos pasado por aquí, que yo recuerde. - Prefirió resumir, recordando que tampoco conocían la geografía.

 - Tú... Ten cuidado con los Fennec. - Sonrió ligeramente, preguntándose si alguno se alertaría.

 Tras eso miró a Solas, pensando que él sí debía conocer el camino, y a Sera, preguntándose lo que pasaría por la cabeza de esa chica tan rara en un momento así. 

Sera levantó la cabeza al oír a Aisha, y husmeó el aire.

-Fennecs...!

Murmuró simplemente. Y dando un salto ligero bajó de la grupa del caballo que montaba, parloteó algo que sonó a "no me entretengo id tirando esto va a ser divertido ya me hacía falta" y salió corriendo para perderse entre la espesura, arco en mano.

El mago, que encabezaba la comitiva junto al Capitán, no fue consciente de la mirada de Aisha, pero se giró ante el arranque de Sera. Meneó la cabeza, suspirando, y una leve mueca imprecisa se dibujó apenas en sus labios.

-¡Ten cuidado!

Dirigió entonces la vista atrás, hacia Morrigan, que cerraba el grupo de exploradores, antes del pequeño contingente de soldados. La mujer asintió a Solas, sin decir palabra. Pero Solas respondió asintiendo también, en silencio.

Jacob y la elfa estaban amenizándonos el paseo con eso de aprender a diferencias a los Dalishanos esos y a los otros, que no sabía quiénes eran, pero estaba segura de que la elfa no mentía y eran " personas " con las que era mejor no toparse. De todas maneras eso de decir que eran personas igual era un poco pasarse, todo fuera dicho, sobretodo, porque igual tenían alguna otra raza que no hubiéramos visto nunca tampoco.

Si antes lo menciona la elfa, antes los " huele " o lo que hiciera la otra elfa para saber que estaban allí.

- Definitivamente, si aquí todo el mundo tiene estas habilidades de saber que hay cosas sin verlas, va a ser cierto que han mandado a los últimos cuatro monos venidos de La Tierra...

Observando por donde se alejaba la mujer con el arco, guardé silencio y seguí caminando.

 Cuando Sera se marchó, Aisha sólo se quedó mirándola mientras se iba, con gesto de incredulidad, extrañada. ¿Se habría dado cuenta de algo que ella había pasado por alto, o era sólo por los... Fennecs?

 - ¿Qué he dicho...? - Preguntó automáticamente en cuando Sera se marchó, sin llegar a entenderlo por muchas vueltas que le diera. - Hm. Bueno, espero que sepa encontrarnos, no debería serle difícil. - Comentó, pensando en que el grupo dejaría un rastro. - O que Ghilan'nain la ayude a hacerlo. - 

 Entendía que hubiera que cuidar de los extranjeros en cierto modo, pero no de ella porque actuara de forma aparentemente irresponsable. 

entre más preguntaba, más dudas surgían, aunque lo que más me distrajo fue la repentina salida de Sera, por un momento pensé que sería bueno acompañarla, pero después entró mi lado coherente en acción, si la acompañaba, posiblemente fuera solo un estorbo para ella y la parte en que dijeron que aquellas cosas llamadas Fennec eran peligrosas me alteró un poco más, aún no había preguntado así que tal vez fuera el momento antes de encontrarnos con uno -y... a todo esto, que cosa es un Fennec y por que son tan peligrosos?- pregunté nuevamente a Aisha, o en general, a quien quisiera responder -y no sería bueno intentar ir tras Sera? si son peligrosos no creo que sea buena idea dejar que vaya sola...-