Partida Rol por web

Los días de espera no fueron de pasividad, sino que sirvieron para conocerse, para congeniar, para cambiar impresiones y para adaptarse al mundo que les rodeaba, además de conocer algo más del que les esperaba fuera de los muros protectores de Skyhold.

Aisha y Miron tuvieron que despedirse de sus compañeros de armas, porque entraron a formar parte del pequeño pero selecto grupo de colaboradores directos de la Inquisidora. Fueron blanco de felicitaciones, y de puyas, a partes iguales, pero el motivo que les llevaba a renunciar a la tropa siguió en secreto, a pesar de los intentos de algunos de sus amigos.

El patio de entrenamiento fue testigo de los progresos en la lucha y el manejo de las armas por parte de los extranjeros, así como de la mejora por parte de los dos Thedanos, quienes ya de por sí habían demostrado su valía en el campo de batalla.

Eva se mostró hábil con las armas a dos manos, y Hawke no dejó pasar la oportunidad de estar cerca de ella para enseñarle la mejor manera de hacerlo. Markus entrenó con Sera, quien le dio al muchacho uno de sus propios arcos, un antiguo y estilizado arco de origen élfico, ligero y duro, que en seguida le cautivó. Cole ayudó a Ricky con las dagas, fueron a la armería para elegir aquellas que se adecuaban más a su estilo innato, y le mostró cómo moverse con ellas de tal modo que la velocidad y el sigilo formaran parte de sí mismo. Y finalmente Jacob comprendió su potencial mágico y cómo canalizarlo, ayudado por Solas, quien le proporcionó un bastón con un raro cristal como foco.

Llegó un momento en que nadie les hacía preguntas, las gentes del Feudo se habituaron a verles reunidos, y les aceptaron como un nuevo grupo de mercenarios, preparándose para alguna secreta y peligrosa misión.

Lo que, sin duda, era la pura realidad...

Tras la, sin duda, interesante conversación con los dirigentes de la Inquisición, Miron dedicó unas horas a pensar en el jardín de la fortaleza. Allí, tanto si había silencio como si se daban charlas banales entre soldados o si las hermanas de la Capilla entonaban el Cantar de la Luz, el mago iba paseando lentamente de un lado a otro, observando sin mucha atención las diversas plantas que se cultivaban. En su mente pasaban todo tipo de pensamientos, aunque casi ninguno en relación a lo que estaba haciendo en su tiempo de aparente ocio. Tras este rato de aislamiento, entró en el interior del castillo para encontrar cierto lugar. Se trataba de un estudio pequeño que, por lo que había podido comprobar, nunca era visitado por nadie. Al llegar se tomó la libertad de adecentarlo un poco, quitando las telarañas gigantescas que cubrían libros y muebles y también pasó delicadamente los dedos por el lomo de los libros olvidados. Le pareció extraño que la Inquisición no hubiera dado una utilidad práctica a ese rincón que aún seguía abandonado.

Una vez hubo ordenado la estancia, pidió ayuda a un mensajero para que citara allí mismo a los extranjeros (a quienes describió físicamente en vez de usar esa palabra) y a Aisha. Esperó sentado en el sillón con la extraña sensación de haberse apropiado de ese estrecho estudio. Cuando los demás llegaron, les habló directamente sin dar mucho tiempo a reaccionar.

- Teniendo en cuenta que no tenéis nada que ver con este mundo, supongo que tendréis preguntas.- les dijo con seriedad.

Los días se convirtieron eventualmente en semanas, el ambiente en el que se vivía en ese lugar era uno al que comenzaba a acostumbrarme, justo como comenzaba a acostumbrarme a utilizar aquel extraño bastón que el elfo Solas me había obsequiado, debía admitir que era un gesto bastante amable de su parte aunque después de verlo usarlo descubrí realmente cual era su verdadera utilidad, al parecer una especie de herramienta para canalizar la energía mágica que poco a poco comenzaba a dominar, sin embargo hoy no practicaría, Miron nos había citado en una especie de estudio cerca del jardin del castillo, y aunque me costó un poco dar con el, al final pude accesar, el lugar parecía no haber sido usado desde hace mucho tiempo, pero al menos Miron se había encargado de limpiar lo mejor posible, allí esperé pacientemente a la llegada del resto, sea lo que fuere, eso parecía importante

Aún con la invitación de Miron, Markus tenía otros planes, Sera le permitió practicar con él aquel mismo día.

Markus estaba bastante emocionado, estaba deseando aprender a utilizar aquel arma, tan  mortífera como bella. Sus ojos se centraban en los blancos que Sera era capaz de golpear con suma facilidad, sin embargo no era tan fácil como parecía. Fue capaz de darle a la mitad de los blancos señalados. Con una mueca de decepción y tras una burla de la elfa, decide volver a intentarlo antes de darse por vencido.

Los primeros días allí fueron toda una odisea, pero cómo para no serlo. Lo primero de todo era estar en un sitio en el que no existía la electricidad, ni internet, ni... vamos, que no había absolutamente nada. Era tumbarte por la noche en la cama y mirar al techo.

Jamás me había aburrido tanto como aquellos primeros días.

Eso sí, cuando se me ocurrió decirle a Garret que dónde me podían prestar un libro, la cara que me puso fue un poema. No tuve muy claro si se pensaba que no sabía leer o sólo porque me entrenara ya daba por supuesto que en mi cabeza sólo había paja.

¿ Habría llegado hasta este mundo eso de que las rubias eran tontas? Eso sí, a mí me parecía que aquí tenía el pelo blanco en vez de rubio, aunque al menos, el resto de mi anatomía seguía prácticamente igual, lo cual, agradecí.

Una vez hube solucionado temas triviales como lo de qué hacer antes de irme a dormir o cómo, dónde y cuándo me tenía que dar un baño, por no hablar del orinal, empecé a pensar que tenía algo que hacer, aunque bueno, en ese tema he de decir que me ayudaron bastante, sobretodo Garret que parecía empeñado en enseñarme a usar la espada.

No tenía muy claro el por qué pero había dejado de preguntar sobre dónde venía, me imaginaba que alguien le habría contado algo o le habría dicho que no preguntara, aunque bueno, aún me acordaba de eso de los bastiones y la verdad, es que cada vez que pensaba en esa conversación me daba la risa.

El primer día entrenando fue bastante cómico.

- ¿ De verdad tengo que poner esa postura? - Protesté al ver a Garret de aquella guisa.

En realidad me daba miedo hasta a mí cuando se ponía serio y manejaba aquella espalda. Más que miedo, era respeto. Estaba segura de que todo " el club de fans " que tenía por allí estaba más que justificado.

- Yo creo que sólo lo haces para fardar ante las criadas! - Me mofé, aunque con la mirada que me echó no me quedó más remedio que seguirle el rollo.

Al final, acababa haciendo todo lo que me decía que tenía que hacer, pero siempre le protestaba o me metía con él, había cosas que una no podía evitar. Además, me parecía que en el fondo le gustaba que le dieran un poco de caña, aunque luego se vengaba haciendo que sudara todo lo habido y por haber en aquellos entrenamientos.

También establecí otra rutina, aunque esa desde luego fue un poco más sonada, ya que en aquel lugar lo de salir a correr no sabían ni lo que era y aún recuerdo como el primer día me miraban como si estuviera loca, incluso hubo quien me preguntó de quién huía cuando me vio un momento esprintando.

Al final, como todo, se acostumbraron a verme correr por las mañanas, incluso algunas noches que me aburría y no tenía nada mejor que hacer.

No había nada mejor para dormir que caer agotada en la cama.

Miron se encogió de hombros después de esperar un rato tras la llegada de Jacob, convencido de que nadie más tendría intención de venir, o al menos no con rapidez. Así pues, se dedicó a reordenar libros en las viejas estanterías mientras hablaba con el extranjero. Dado que éste no parecía dispuesto a hacer preguntas, al menos de momento, Miron creyó oportuno que fuera él quien iniciara la conversación.

- Qué oportuno que seas el único en venir.- dijo con su tono de seriedad académica.- El extranjero que resulta ser mago.- dejó una pila de libros sin catalogar aún sobre el escritorio y miró directamente al hombre.- Esto es nuevo para ti, ¿verdad? Nunca antes habías tenido este poder. Debe ser... extraño.- su oscura tez contrastó con el brillo críptico de su mirada.

Tras mi llegada esperamos un rato, tras el cual se hizo evidente que no llegarían los demás, o al menos, no por el momento, eso hizo que mi anfitrión tomara la palabra, realmente varias de sus afirmaciones eran ciertas -¿Que te puedo decir? simplemente es una oportunidad de aprender más de este nuevo mundo, realmente me intriga y si, es la primera vez que tengo este poder, es realmente fascinante, he estado practicando un poco y al parecer se me da bien la magia sanadora y la de hielo- al menos era lo poco que me había salido bien mientras practicaba, todo era bastante básico pero estaba seguro de que si me esforzaba podía llegar a dominar esta nueva habilidad

Miron asintió en silencio mientras miraba a Jacob de arriba abajo. Dejó unos instantes de silencio antes de seguir hablando, intentando encontrar la mejor forma de exponer lo que venía a continuación.

- Curioso. El poder es ciertamente "fascinante".- dijo remarcando aquella palabra con un tono algo sarcástico.- Pero viene con un grave coste.- atravesó a Jacob con la mirada, como si le reprochara algo, aunque en realidad no parecía agresivo más que por sus ojos directos.- ¿Tienes idea de lo que es el Velo y de lo que hay más allá?- preguntó como si fuera un maestro esperando la respuesta de su pupilo.

ladee la cabeza ante la interrogante de Miron, ciertamente me lo habían mencionado antes, incluso recuerdo que lo mencionaron en el lugar extraño lleno de espejos en el que aterrizamos al cruzar, pero no sabía exactamente lo que era el velo -no, se que es algo importante y peligroso, pero poco más, aún no me explican eso con detalle- mencioné con curiosidad, en realidad me interesaba bastante aprender todo lo que pudiera de mi nuevo don, y también sobre los peligros que englobaba

Miron asintió otra vez y se puso tras el escritorio, apoyando suavemente las manos en un grueso tomo de sabiduría arcana.

- Este mundo está divido en dos.- afirmó como si empezara una lección.- Existe Thedas, nuestro mundo, que es físico, tangible, el mundo de los mortales. Aquí viven humanos, elfos, enanos, qunari y otras criaturas. Sin embargo, hay otro aspecto de nuestro mundo. El Más Allá. El mundo de los sueños y de los espíritus. Allí es donde vamos cuando soñamos, y de allí sacamos el poder los magos para canalizar la energía mágica. Los enanos, por suerte o por desgracia, no tienen esa conexión innata con el Más Allá.

Pasó las páginas del libro con aire ausente.

- Los espíritus son entes que encarnan nuestras virtudes y nuestros defectos. Sabiduría, Justicia, Compasión, por ejemplo, son espíritus bondadosos. Orgullo, Ira y Deseo son ejemplos de los llamados "demonios", que son espíritus corruptos.- hizo una breve pausa.- El Velo es lo que separa nuestro mundo del mundo onírico donde residen estos espíritus. El problema que tenemos nosotros, los magos, es que los demonios desean entrar en el mundo físico, verlo todo desde la perspectiva de los mortales. A veces pueden poseer cadáveres o animales, pero esto no les complace tanto. Su mayor aspiración es poseer a un mago para vivir en Thedas. Somos la llave que les permite cruzar el Velo, ¿entiendes? Esto se debe a nuestra conexión más profunda con el Más Allá.

Se acercó a Jacob, desvió la mirada un instante y luego volvió a mirarle a los ojos.

- Los demonios harán lo que sea para poseerte. Normalmente intentan engañarte. Por ejemplo, un demonio del Deseo puede prometerte placer o el amor eterno de la persona a la quien quieres. Casi todos los demonios están dispuestos a hacer "tratos" contigo para introducirse en tu ser. Otros quizá lo intenten a la fuerza y tengas que luchar sólo con pura Voluntad.- hizo otra pausa y sonrió.- Así que ten cuidado con lo que haces en tus sueños.

asentí anete las palabras de Miron, mi rostro se mostraba serio y sereno aunque en realidad mi mente apenas estaba digiriendo la información, ¿realmente era tan peligroso ser mago? si era así, como es que aprendían a enfrentar los peligros del velo? la curiosidad era más poderosa que el miedo, así que sin más, me atreví a preguntar -entiendo los peligros que pueden acechar atraves del velo, pero como puedo hacerles frente? y por que es que los magos tienen esa conexión tan profunda con el?-

 Sin dudarlo, Aisha acudió a la reunión concertada por Miron. Aun estaba incómoda con la idea de tener que compartir tiempo con los extranjeros, todos shem, próximamente, pero había tenido tiempo para asumir ligeramente su presencia, además de la información obtenida.

 - ¿Sólo ha venido el mago? - Preguntó sorprendida al entrar y ver sólo a los dos, aunque más aliviada al encontrarse en un ambiente más privado. - Sin duda es quien debería ser más consciente de la situación en Thedas y el velo. - Opinó antes de percatarse de algo. -  Disculpad, no pretendía interrumpir, continuad. - 

El mago miró hacia la puerta cuando entró Aisha y asintió como saludándola en silencio y disculpándola.

- Los demás deben de estar practicando.- sugirió para dar explicación a su ausencia.- O adaptándose por su cuenta a la vida aquí.- se encogió de hombros y se apoyó de nuevo en el escritorio que había en el centro del pequeño estudio. Miró a Jacob y continuó con su conversación.- Los magos tenemos la desgracia de tener esa conexión especial por un... "accidente de nacimiento", podríamos llamarle. Depende de cómo lo mires; algunos piensan que el Hacedor los ha maldecido mientras que otros se creen superiores al resto de mortales...- negó con la cabeza y se rió sarcásticamente.- Los demás simplemente lo aceptamos y vivimos con ello.

Se giró en silencio y pasó otra vez los dedos por los lomos de los libros en las estanterías. Parecía estar pensando, o quizá simplemente dándoles la espalda a Jacob y Aisha. Tras unos instantes de silencio, siguió hablando con un tono más apagado.

- Sólo existe una manera de combatir la influencia de los demonios.- volvió a dar la cara y en sus ojos se reflejó la frialdad.- Sé más inteligente que ellos. Cuando sueñes, sé escéptico, pues más allá del Velo todo es engañoso y no puedes fiarte de nada. Quizá encuentres niñas heridas o ratones parlantes; nada de eso tiene que afectarte, pues todo es falso. Lo más probable es que sean espíritus que intenten jugar contigo o demonios que quieran llamar tu atención y hacerte caer en su trampa. Hay espíritus bondadosos, sin duda, pero para tratar con ellos tendrás que tener muy claras tus intenciones. Sabiduría te dará, como mucho, una grata conversación. Justicia te pondrá a prueba para que demuestres tu valía.- hizo una pausa y se frotó los ojos.- Los demonios serán más atractivos a simple vista, porque te ofrecerán lo que quieras. Deseo tomará la forma de una bella mujer, sumisa o dominante, como a ti más te guste. Orgullo es el más poderoso porque conocerá todas tus ambiciones.

Se acercó lentamente hacia Jacob hasta tenerle justo delante.

- Niégate. Niégate a todo. No quieres nada de lo que hay más allá del Velo, porque una vez aceptes no habrá vuelta atrás. El demonio te controlará y te consumirá hasta convertirte en un siervo sin voluntad. Si alguno de ellos te ataca en el Velo, ¡defiéndete con tu magia! Y, sobre todo, intenta no morir. Una muerte en el mundo onírico podría...

Se detuvo y miró a los ojos del extranjero.

- Demasiada información para procesar en un solo momento. Pero lo que te he dicho tendría que quedarte muy claro.

Una de aquellas noches no me apetecía demasiado estar sola. La verdad es que lo que peor llevaba era que cuando me metía en aquella habitación era como si me estuvieran encerrando. Por favor, si nunca le había hecho demasiado caso a la televisión, pero ahora me moría de ganas por unas palomitas y una película, sobretodo una de acción en plan " Jungla de Cristal ".

Apenas había llegado a la habitación volví a salir de ella. No tenía sueño y empezaba a odiar el tener que dormir según llegaba a ella. A este ritmo iba a ponerme a cazar grillos sólo para no estar aburrida en aquella habitación.

Caminé sin saber muy bien hacia dónde iba, cuando hallé a unos guardias jugando a algo y me detuve. Por un momento me miraron con cara de " vamos a tener problemas si se lo dice a alguien " pero en seguida se dieron cuenta de que trataba de averiguar a qué estaban jugando.

- Si me explicáis cómo va el juego yo también me apunto.

Se miraron entre ellos como si mi propuesta les pareciera un poco rara, aunque en seguida puntualicé.

- No tengo nada que apostarme así que que sea sin apuestas de por medio, al menos, hasta que sepa jugar, que seguro que intentáis desplumarme si no. - Sonreí al decir aquello y la verdad, es que se echaron a reír y en seguida asintieron. Al final, no parecía disgustarles eso de que una mujer se animara a jugar con aquellos dados.

Me los pasaron y pude ver que tenían símbolos extraños en ellos, aunque venían a ser como los dados normales en los que en " La Tierra " teníamos puntitos del uno al seis. Hasta ahí todo era fácil. Les llevó un rato explicarme el juego, pues si sacabas dos unos perdías un palito, si sacabas dos seises se lo robabas al de tu izquierda... Y así unas cuantas tiradas más. Casi estuve a punto de pedir un papel y un boli o una pluma o lo que usaran para apuntármelo y que no se me pasara nada.

Al final, aprendí más o menos cómo iba la cosa, aunque casi juraría que en algún momento me habían hecho alguna trampa. De todas maneras, como no me estaba apostando nada y como era la novata, ni siquiera llegué a enfadarme. Era lo más normal del mundo. Aún recordaba la que me habían liado cuando me enseñaron a jugar al póker.

En esta ocasión no hubo suerte del principiante ni nada, pues no conseguí ganar una partida ni aunque quisiera. Los dados no estabas de mi lado aquella noche y tuve que reconocerlo. Como mucho, estaba ganando amigos.

Todo iba normal y para cuando quise darme cuenta era bastante tarde, pero me lo estaba pasando bien y aquellos hombres me hacían reír, además, que me iban contando cosas que pasaban por la zona o historias y leyendas de esas que uno no sabe si son verdad o no. Pero claro, con un juego delante los hombres no tardaron en calentarse y bueno, al final pasó lo inevitable.

Yo había llegado a ver cosas raras para iniciar una pelea, como aquella vez en el gimnasio que uno miró a otro que estaba allí y empezó la cosa en " me estabas mirando mientras levantaba la pesa " y terminaba con uno de ellos empotrado en uno de los espejos, el cual, terminó esparcido por el suelo cuando voló una marcuerna por el aire. Ahora la cosa había sido que uno había movido una mano y el otro pensaba que le había dado a su dado en el aire, por lo que para cuando quisimos darnos cuenta se estabas dando de puñetazos.

Uno de los guardias empezó a silbar entretenido por las hostias que se estaban dando y otro y yo nos miramos y negamos con la cabeza, antes de acercarnos y comenzar a separarlos. Eso sí, mientras lo hacíamos, uno de los puñetazos que iba dirigido al otro hombre dio en mi cara y pude sentir el fuerte dolor en la mandíbula y la sangre brotando de mi labio. Por suerte en aquel momento no me imaginé cómo iba a tener la cara al día siguiente porque sino, le hubiera dado patatas hasta tener agujetas.

Agarré al hombre que me había golpeado por el cuello y lo arrastré hasta que su espalda encontró una pared.

- VUELVE A PONERME UNA MANO ENCIMA Y TE JURO QUE TE DOY TAL PALIZA QUE NO VAS A PODER ALIMENTARTE DE OTRA COSA QUE NO SEAN PAPILLAS DURANTE EL RESTO DE TU VIDA.

Todos se tomaron la amenaza bastante en serio, pues en aquel momento se callaron al instante, seguramente, porque estaba apretando tan fuerte a aquel hombre del cuello que se estaba poniendo hasta morado. Cuando le solté pude apreciar que tenía la marca de mi mano en el cuello, aunque no intentó golpearme, parecía haberse tomado en serio mi amenaza.

Uno de los guardias se acercó a mí para mirarme el labio, aunque primero levantó las manos a modo de " no te voy a hacer nada no me pegues " y bueno, dejé que me curara, aunque dolía horrores y no sólo el labio, porque estaba segura que después de semejante golpe iba a tener media cara morada al día siguiente.

Los hombres que se habían peleado desaparecieron cagando leches, y los otros, bueno, se intentaron disculpar y me dijeron que les gustaría que otro día jugara con ellos.

Por suerte, mis enfados se disipaban con la misma facilidad con la que aparecían y antes de volver a mi habitación ya me estaba riendo de nuevo con ellos, aunque eso sí, cuando empezó a secarse la herida y a tirarme del labio decidí que era momento de retirarme pues cada vez que movía el labio veía todas las estrellas del firmamento delante de mis ojos.

Dolía, claro, pero no era problema alguno para dormir, aunque sí que lo fue para desayunar y bueno, cuando Garret me vio la cara en el entrenamiento la cosa se puso bastante tensa.

- ¿ Me puedes decir cómo has acabado con esa cara? - Parecía bastante enfadado, aunque yo ya me había acostumbrado a sus gruñidos y no me daban mucho miedo.

- Nada, una tontería. - Respondí tan tranquilamente. - Y no me hagas hablar que me duele.

Claro la cosa no quedó ahí y se empeñó durante toda la mañana en que le dijera qué había pasado y quién me había pegado.

- Te he dicho que no es nada ¿ vale? - Se lo repetí muchas veces aquella mañana pero no le convencí con ninguna de ellas. LLegué hasta a decirle que sabía defenderme sola, pero me soltó que viéndome la cara no lo parecía.

Aquel día, entre mi terquedad y la suya el entrenamiento terminó antes y con los dos enfadados, porque se había emperrado en darle su merecido al que me hubiera hecho aquello y yo, me negaba a dejarle que hiciera nada.

Eso sí, ahora me iba a tener de morros, hasta que me pidiera perdón por enfadarse conmigo por esa chorrada. Si era una competición para quién era más cabezón yo me apuntaba a ella.

La explicación se volvía cada vez más tétrica, al parecer no todo era miel sobre hojuelas al ser mago, claro, debía esperar que hubiera peligros, pero al parecer, los más terribles venían del lugar que precisamente era la fuente de nuestra magia, ahora mismo, parecía ser que aquel lugar llamado el velo era mucho más peligroso de lo que había siquiera imaginado en un principio y mi rostro lo dio a denotar, incluso la llegada de  Aisha no me logró sacar de aquella tensión que me había envuelto con la plática inicial -Bien... entiendo que es un lugar bastante peligroso... ahora... bueno, creo que sería buena idea asimilar esta información antes de que me tutelen en otros temas... no?- dije intentando retomar mi semblante, aunque no tardé demasiado no sabía si mi color había vuelto a la normalidad, sentía mi boca seca pero supongo que debía acostumbrarme a esto

Miron asintió con seriedad.

- Sí, eso será lo mejor. Te recomiendo tomar un trago para digerir todo esto.- sería difícil saber si eso había sido una broma o no, puesto que seguía con la misma expresión impertérrita.- Sólo quería que supieras los peligros a los que tenemos que enfrentarnos tarde o temprano. Descansa y practica; un buen mago es mucho menos proclive a ser manipulado por los demonios. Y una mente fuerte, también.

Se puso tras el escritorio y cerró un libro para colocarlo en la estantería. Parecía que no tenía intención de decir nada más y que, por el momento, se ocuparía de ordenar aquel lugar.

 Con gesto serio y de brazos cruzados, Aisha escuchó las advertencias de Miron, apoyada de espaldas sobre una de las estanterías.

 Aunque ella no era maga, había escuchado ya antes esos relatos, los peligros, las advertencias, y aun conociéndolos no podía evitar volver a sorprenderse una vez más, incluso cuando ella no corría el mismo riesgo que cualquier mago. Siendo así, para el humano debía suponer una información impactante.

 Al menos estaba conforme con cómo Miron veía su situación como mago y eso le proporcionaba cierta tranquilidad. 

 - Vaya, eso ha sido... Intenso. - Admitió mientras se separaba de la pared. - ¿Ahora me toca a mi explicarle lo que son los elfos? - Bromeó, tratando de relajar un poco el ambiente. - Puedo ayudarte a ordenar esto si quieres. - Se ofreció mientras cogía un libro para hojearlo antes de decidir nada. Quizá prefería estar sólo.

Parecía que la lección aún no terminaba, sin embargo, este parecía un tema que me había interesado desde que había visto al primero de ellos así que me sentí un poco más cómodo - Pues, si es con una tutora tan bella, no me molestaría aprender todo lo que pueda de los elfos, además me parece justo que también ayude a arreglar aquí un poco- dije con mi tono pícaro más clásico, más propio y más cómodo, sin duda sería una lección menos aterradora o eso esperaba, me levanté de la silla y comencé a tomar algunos libros, realmente no entendía las palabras que estaban escritas, estaban en un idioma que realmente no entendía, jamás había visto y esa era otra cosa que debía aprender, puede que el idioma fuera fonéticamente el mismo, pero la escritura era algo muy diferente

Miron siguió inmerso en su trabajo, aunque no con una gran diligencia sino más bien con tranquilidad, como si eso fuera un entretenimiento para él.

- Hay mucho de lo que tendrán que aprender.- dijo en respuesta a la broma de Aisha.- Por lo visto los otros tres prefieren ir a ciegas; él quizá esté más dispuesto a escuchar.- su tono no era de reproche, aunque pudiera parecerlo. Sin mirar a nadie, siguió hablando.- Si tú crees que estás preparado para aprender más, y tú crees que serás capaz de contarle todo lo que hay que saber...- miró a la elfa durante un instante en que sus ojos reflejaban un rastro de tristeza.- Lo bueno y lo malo. Lo explícito y lo implícito. Es extraño hablar de todo esto, algo que todo el mundo sabe. Podría decir que es como enseñarle a un niño, pero...- negó pausadamente con la cabeza.

En vez de continuar hablando, se giró para coger otro libro y colocarlo en el lugar que le correspondería en estantería.