Partida Rol por web

Todo gran viaje comienza con un pequeño paso.

Estas en la biblioteca del clan, hojeando viejos tomos sobre antiguas batallas olvidadas hace tiempo. Has encontrado el diario de guerra de un antiguo general Akodo. En el relata una batalla contra un ejercito invasor que los superaba en umero en una proporcion de cinco a uno. El general relata toda la preparacion previa a la batalla, y la batalla misma. Con ingenio, valor y astucia, logro derrotar al enemigo al conducirlo hacia un desfiladero, donde sus hombres dieron buena cuenta de sus enemigos. Estas tan inmeros en la lectura que no te das cuenta de que tienes compañia hasta que el hombre te habla.

Hikaru-san, nuestro daimyo, el campeon del clan del Leon, el honorable Akodo Toturi, reclama vuestra presencia. Parece urgente. por favor, acompañadme.

El hombre no parece un mensajero. No lo conoces, pero parece ser de la guardia personal del daimyo Toturi. Sus armas y su vstimenta asi lo delatan.

Hikaru alzó la cabeza, momentáneamente confuso. Durante un momento miró al hombre que había venido a llamarle, sin acabar de asimilar lo que había dicho. Finalmente, parpadeó y salió de su aturullamiento. - Ah, si, claro. Ahora mismo.- Enrolló el pergamino de manera reverente, dándose tanta prisa su respeto a la palabra escrita le permitía. Lo colocó en su repisa y siguió al hombre.

Hasta ahora no había tenido tratado con nadie de un rango superior al de nikutai o los bibliotecarios Ikoma. Y de repente, ¡un encuentro con el daymio! ¡Increíble! HIkaru intentó, sin demasiado éxito, tapar la anticipación ante el momento que se acercaba. Sin duda su vida estaba a punto de cambiar.

A partir de ya, este tipo de cosas se discuten en el off-topic.

Vas caminando rapidamente hacia los aposentos del emperador, siguiendo al guardia, que te guia con paso ligero pero seguro. Despues de caminar durante un largo rato, llegais a vuestro destino: una sala que parece ser enorme, aunque tu no la has visto nunca, y solo puedes ver el exterior, ya que las puertas estan corridas. La sala esta apartada del resto de edificios, rodeada por unos amplios jardines, donde puede verse alguna pagoda, y estanques diseminados por doquier. Aguardad aqui, por favor, y entrad cuando se os llame. El guardia entra en la sala, y te deja a ti en el exterior.

Despues de permanecer esperando durante lo que a ti te parecen horas, impaciente, una voz te llama desde el exterior, y las puertas se abren. Akodo Toturi, vestido con una armadura de cuero completa, esta de pie en el otro extremo de la sala, subido en una especie de plataforma. Dos filas de guardias forman un corredor entre el daimyo y tu. Dos guardias mas esta a los lados del Daimyo, armados con Naginata.

Desde la entrada puedes comprobar que la sala esta decorada con tapices, muchos de ellos representan grandes batallas, y antiguos miembros famosos del clan del Leon. Puedes reconocer a Akodo, el fundador del clan, y a la dama Matsu, la fundadora de la familia que lleva su nombre. Las paredes tambien muestran varias panoplias con armas de todo tipo.

Hikaru enderezó la espalda. Con lo que el pensaba era un paso seguro, se encaminó a la posición que le correspondía. Se acercó tanto como le permitió el protocolo y sus propios nervios a la tarima sobre la que se hallaba su señor. Se detuvo, se postró sobre sus rodillas, y presionó la frente contra el suelo con una mano a cada lado de la misma. - Soy vuestro humilde siervo, Akodo Toturi-sama. ¿Me habéis hecho llamar?

Asi es, Hikaru-san. Toturi te hace un gesto para que alces la mirada al tiempo que con su voz te insta a hacer lo mismo. Te he convocado aqui porque tengo funestas noticias que contarte. Finalmente, el daimyo se sienta enfrente de ti. Tristemente, debo comunicarte la noticia de la muerte de Akodo Katsumoto, uno de nuestros generales mas valientes y leales... y tambien mi hermano. Toturi añade las ultimas palabras con la cabeza gacha, y con una mal disimulada tristeza.

Tras permanecer en silencio unos instantes, ya mas calmado, sigue hablando- con este son tres el numero de bajas entre oficiales de alto rango del ejercito. Todos eran buenos hombres que sirvieron con honor a su clan., y su pericia y astucia en el campo de batalla no tenia igual. Lo que mas me inquieta, es la forma en la que murio Katsumoto. Tras los ultimos dos asesinatos se colocaron guardias dentro y fuera de sus aposentos, y aun asi amanecio muerto. Los guardias no vieron ni oyeron nada.

Para mantener la armonia en el clan, hemos ocultado estas inquietantes nuevas a la mayoria de los guerreros, pero es algo que tarde o temprano se terminara sabiendo.

Hikaru se sentó sobre sus talones alzando el rostro y escuchó en silencio las siniestras noticias que su Señor portaba. Esperó sin añadir nada, pues tenía la sensación de que su señor no había acabado de hablar. Se preguntaba si sería apropiado darle el pésame, pero se trataba de una situación que iba más allá de la pérdida personal de su señor. Se trataba de una amenaza al clan.

Tras una pequeña pausa, el daimyo sigue relatandote los hechos. En estos momentos, sospechamos de todo el mundo. Nuestras sospechas mas fundadas recaen sobre el clan Unicornio, dado que ellos tienen el segundo ejercito mas poderoso, solo inferior al nuestro. Con la muerte de los generales, y altos oficiales, querran privar a nuestro poderoso ejercito de un mando competente, y asi hacerlo vulnerable. "Mata a la cabeza, y el cuerpo morira"

Por supuesto, no podemos dejar que esta afrenta quee sin respuesta, pero el Emperador ha ordenado la formacion de un grupo de investigacion, consistente en miembros de los siete grandes clanes. Y tu has sido elegido para representar al clan del Leon.

Hikaru se quedó momentáneamente aturdido. La expresión de choque no duró más de una décima de segundo y recuperó el estoicismo admirablemente, pero por dentro se estaba recriminando por permitir que sus sentimientos afloraran a su rostro. Ahora no era momento de mostrar dudas, por mucho que le comieran por dentro.- Si es vuestra voluntad, mi señor. Descubriré a los culpables o moriré intentándolo. - ¿Por qué no recurrir a uno de los magistrados del clan? Están más preparados que Hikaru. A menos que... - Entiendo que, al ser esta investigación en tierras León, la unidad es responsabilidad mía.

No seas tan impetuoso, joven Hikaru. Yo me he limitado a informaros de los hechos, pero no soy yo quien va a encargaros la investigacion. Se ha convocado una reunion en la capital del Imperio, Otosan-Uchi, dentro de una semana. Sera alli donde os den los detalles de la mision, y donde os marcaran el destino elegido para comenzar la investigacion.

- Entiendo, mi Señor.- Respondió Hikaru llevando de nuevo su frente al suelo. Si debía saber algo más, se le haría saber. Si no, viviría con su ignorancia.

Podeis retiraros. Preparaos para el viaje, y si necesitais algo, hacedmelo saber.

- Sí, mi señor. - Hikaru mantuvo la reverencia unos segundos y, sin alzar la vista del suelo ni dar la espalda a su señor, se retiró de su presencia.

Una vez hubo salido, Hikaru dejó que su mente bullese. Por qué él? Un Guardián Ikoma o un magistrado de provincias estaría mejor preparado para lidiar con una serie de delitos. El fuerte de Hikaru era la estrategia y la batalla, no la investigación. Tendría que adaptarse a las circunstancias, porque no podía dejar escapar esta oportunidad para ganar gloria para el clan.

De vuelta en sus aposentos, Hikaru empezó a empacar sus cosas. Su familia no era rica ni acomodada y no poseía demasiado; sólo sus armas, su armadura, y un saco furoshiki con algunas cosas útiles para el viaje (El Liderazgo de Akodo, un set de caligrafía, piedra de afilar y aceite para la espada, unas velas con su lámpara, y unas galletas de arroz para el viaje). Ofreció sus respetos a sus ancestros, se despidió de su familia, y se puso en marcha.

El primer día transcurrió sin incidentes, y apenas encontraste gente cruzando el camino. Algun samurai a caballo viajando en dirección opuesta, y un par de aldeanos ancianos encorvados fueron lo único que viste por el camino. La mayoría del tiempo lo pasaste solo, sin más compañia que tus propios pensamientos. Conseguiste alojamiento en el Castillo del Cruce de Caminos, al pie del Lago de la Tristeza, y allí pasate la noche. No era precisamente un lujo, y ni siquiera tenías una habitación para ti solo, pero al menos conseguiste comida y resguardo para ti y tu caballo.

El camino que habías tomado era más largo, pero tu daimyo te habia encargado también visitar la palacio Daidoji y Kakita antes de llegar a la capital, por lo que te verías obligado a dar un gran rodeo. Después pasarias la noche en la aldea central del Norte antes de avanzar a la capital. Las órdenes habían sido muy precisas: no podrías llegar a la capital ni un día antes que el día en que fuiste convocado.

Saliste al dia siguiente con las primeras luces del alba, en dirección al Castillo Daidoji. No te atraía mucho la idea de ir por el camino largo, pero aun así lo hiciste. No obstante, a medio camino del castillo, encontraste un hallazgo que era cuanto menos, asombroso: el cadaver de un león macho adulto, tirado en medio del camino.

Hikaru arrugó la nariz ante lo que le deparaba el camino. Un cadáver bloqueando el paso. Observó al León muerto un momento, preguntándose si sería alguna clase de auspicio. Después se dio cuenta de la indebida morbosidad de sus actos y se decidió por avisar a un eta de que retirasen a la bestia del camino.

Aún así, encontrar de tal manera un león macho adulto era un signo, aunque fuese un signo de que una manada adulta estaba peligrosamente cerca de asentamientos humanos. Antes de proseguir su ruta, examinó al animal muerto, cuidándose de no tocarlo, por si había alguna indicación del motivo de su muerte.