Partida Rol por web

Toda gran aventura comienza con un pequeño paso.

Te encuentras en la biblioteca del clan del Fenix. Una pila de documentos revisados esta a tu lado, mientras que varios rollos de pergamino aun sin leer se encuentran dispersos. Hay documentos de todo tipo. Desde antiguos manuscritos sobre epocas ya olvidadas, hasta las enseñanzas de las Fortunas, asi como el Tao de Shinsei. Ignoras cuanto tiempo llevas enfrascado en tu estudio al amparo de la escasa luz que despiden las velas. En ese momento te das cuenta de que hay alguien a tu lado. Das un ligero respingo ante su presencia, ya que igoras desde cuando esta ahi, y su aparicion tan repentina te ha puesto nervioso.

El hombre muestra un rostro impasible. Se dedica a mirarte durante unos segundos, y a continuacion, con una potente y profunda voz te dice: El actual campeon del clan del Dragon, Shiba Ujimitsu, requiere vuestra presencia en sus aposentos. Tiene algo importante que comunicaros. Dicho esto se va, dejandote con la incognita de la naturaleza de ese llamamiento.

Te encuentras en la biblioteca del clan del Fenix. Una pila de documentos revisados esta a tu lado, mientras que varios rollos de pergamino aun sin leer se encuentran dispersos. Hay documentos de todo tipo. Desde antiguos manuscritos sobre epocas ya olvidadas, hasta las enseñanzas de las Fortunas, asi como el Tao de Shinsei. Ignoras cuanto tiempo llevas enfrascado en tu estudio al amparo de la escasa luz que despiden las velas. En ese momento te das cuenta de que hay alguien a tu lado. Das un ligero respingo ante su presencia, ya que igoras desde cuando esta ahi, y su aparicion tan repentina te ha puesto nervioso.

El hombre muestra un rostro impasible. Se dedica a mirarte durante unos segundos, y a continuacion, con una potente y profunda voz te dice: El actual campeon del clan del Dragon, Shiba Ujimitsu, requiere vuestra presencia en sus aposentos. Tiene algo importante que comunicaros. Dicho esto se va, dejandote con la incognita de la naturaleza de ese llamamiento.

Tras unos segundos Ren se recupera de la sorpresa. Respetuosamente deja el pergamino que estaba estudiando y se levanto, pero en lugar de partir directamente a la salida, se dirije a una mesa cercana en la cual un niño de unos cinco años practica bajo la luz de las velas. Cabe destacar que su mesa, se encuntra aun mas iluminada que la del Shiba.

-Hijo, tengo que partir un momento, al parecer el campeon del Dragón es nuestro huesped, y a solicitado mi presencia en sus aposentos. Di a Asako-sama que continuare utilizando esos textos, y que no los mueva aun.

Mientras habla Hide comienza a rodear la mesa para observar el trabajo del niño. Ha mejorado -sonríe- se ve que se esfuerza mucho, ojala ella estuviera aqui, seguramente se alegraria de ver cuanto a crecido. La sonrisa de Hide titubea, y una lagrima lucha por suicidarse.

-Veo que Asako-sama te a enseñado nuevas palabras. ¿Me permites llevarmelo para revisarlo?

El niño asiente. Si padre, haced lo que gusteis.- dice muy serio.

Sonrío y tomo el papel entre mis manos.

Ya regreso, hijo; sigue practicando.

Tras dejar a tu hijo, sales de la biblioteca y emprendes la marcha hacia la sala de reuniones del Daimyo, donde supones que esta esperandote. Despues de una larga caminata por las calles que forman los edificios del clan del Fenix, llegas a la sala de reuniones del daimyo, la cual esta construida de forma que te recuerda a un templo. Por supuesto, sabes que es solo la forma, puesto que el clan del Fenix esta gobernado (al menos en teoria) por la unica familia dedicada al bushido. Al ir a entrar a la sala, un shugenja que se encuentra en la puerta te detiene con su voz: no corrais tanto, impetuoso joven. El daimyo esta reunido en estos momentos para tratar asuntos de gran importancia. De modo que debeis esperar a que acabe la reunion.

Al detenerme hago una respetuosa reverencia ante el guardia - Te equivocas querido primo, yo no ando corriendo, si no... avanzando... a la velocidad propia de un recado que me ha sido urgentemente entregado. Sin embargo, prestare atención a tu sabio... consejo, y esperare al culmino del consejo... sin embargo, aun me pregunto... s¿i tenia que esperar a que terminara la reunión del consejo..., por qu entonces he sido presto a llamar por Ujimitsu-sama... - Sin llegar a presenciar la respuesta del guardia, hago una reverencia y me retiro a un lento, muy lento paso. 

Tra aguardar lo que a ti se te antojan horas, las puertas se abren y del interior de la sala comienzan a salir Shugenja vestidos con su caracteristico kimono. El hombre que antes te habia pedido que aguardaras entra en cuanto acaban de salir todos. En ese momento puedes entrar para tu reunion con el daimyo. Este se encuentra sentado en unos cojines en el extremo mas alejado de la sala, sobre una especie de plataforma. El hombre se encuentra a su lado, de pie bajo la tarima. No hay nadie mas en la sala.

Tras entrar, me inclino respetuosamente intentado observar mi alrededor.

-Buenos dias, mi señor... ¿me ha mandado usted a llamar?

Espero tranquilamente la respuesta de nuestro campeon, esperando la orden de levantarme.

El daimyo Ujimitsu te hace una seña para indicarte que alces la mirada, acompañando el gesto con palabras. Una vez que puedes mirarle a la cara, comienza con su explicacion. Te preguntaras por que te he hecho llamar. Por favor, ponte comodo. Una vez te acomodas, comienza a relatarte los hechos. Cada vez nos llegan noticias mas preocupantes de los otros clanes. Los clanes del Leon y del Unicornio han sufrido serios ataques que han debilitado a sus ejercitos. Ambos clanes se culpan mutuamente de los ataques, y amenazan con ir a la guerra. Y cuando los dos clanes con los ejercitos mas poderosos de Rokugan amenazan con ir a la guerra, no es facil quedar indemne. Por ese motivo, el Emperador ha convocado a miembros de los siete grandes clanes, que formaran una comision de investigacion. Dicha comision se encargara de sacar a la luz a los verdaderos culpables, que recibiran el castigo del Emperador.

Y tu seras parte de esa comision.

Mi señor, se que hay bushis y shugengas mejores que yo, esta seguro de ello...

Aun que, me interesa, en lo personal, detesto a los akodo, en especial a uno de ellos. He, igualmente amo a... los unicornios, tengo amigos entre ellos. SIn embargo, por la paz para mis amigo, y mi para contigo, gran daimyo, hijo de shiba, acepto esta misión... que me has encomendado.

Hago una nueva reverencia.

He depositado en ti mis expectativas. Si cumples esta mision, podras lavar tu nombre ante los ojos de los demas, y le prestaras un gran servicio a tu daimyo, a tu clan, y al Imperio.Mientras el daimyo te dice esto, el shugenja que esta a su lado no deja de sonreirte maliciosamente. Ahora retirate. Es un viaje largo y deberas prepararte. La primera reunion sera en la capital del Imperio, Otosan-Uchi, dentro de una semana.

Con un brillo de esperanza y una melancolica sonrisa me inclinod e nuevo ante el daimyo y parto hacia la biblioteca.

El primer día transcurrió sin incidentes, y apenas encontraste gente cruzando el camino. Algun samurai a caballo viajando en dirección opuesta, y un par de aldeanos ancianos encorvados fueron lo único que viste por el camino. La mayoría del tiempo lo pasaste solo, sin más compañia que tus propios pensamientos.

Decidiste viajar hacia el sur, a la ciudad del Recuerdo, pero al llegar continuaste por el noroeste, evitando las Montañas del Tormento. No llamaban al camino que travesaba las montañas el Paso Traicionero por nada. El camino sería mas largo, pero tenias tiempo de sobra. Simplemente tenias que pasar la noche anterior al dia de la convocatoria en la Aldea Central del Norte en lugar de la del Oeste.

La primera noche la pasaste en la Ciudad del Tratado honorable. Era ya de noche cuando llegaste, pero lo preferias. Asi al menos habias avanzado bastante en tu camino a la capital.

Al dia siguiente, saliste temprano, pues preferias llegar puntual pero cansado, a ofender al emperador con un retraso. Cuando llevabas la mitad del camino recorrido, inexplicablemente empezó a nevar. Esto es aun mas extraño si tenemos en cuenta que estaba el cielo completamente despejado. Cogiste un copo que cayó en tu mano, pero en lugar de derretirse en contacto con tu carne, éste simplemente se tornó de color rojo. Rojo sangre.

Dejo caer las cosas a un lado y jalo con una mano a mi hijo hacia mi espalda,mientras desenvaino rápidametne con la otra y me preparo para luchar. Mis sentidos están alerta.

 No puedes ver nada extraño, todo es completamente normal...excepto ese extraño copo, tan rojo como si estuviera hecho exclusivamente de sangre. Cuando dejas caer las cosas, el mismo copo cae al suelo, y tras un leve destelleo, vuelve a su color natural. No tarda en deshacerse, y tras unos segundos, ni siquiera estás seguro de que de verdad haya nevado, ya que la nieve ha parado tan repentinamente como había empezado.

No hay enemigos a la vista, ni siquiera hay ningún lugar próximo por donde podrían esconderse. 

Abrazo a mi hijo con un brazo y lo pego a mi pecho.

-Hijo mio, mi pequeño Kuro, debemos apurarnos. No sabemos que extraños misterios y peligros acechen en el camino, así que prométeme... prométeme... prométeme que te mantendrás a salvo, hasta que tengamos que reunirnos con tu madre. que 

El responde a mi afecto con la ternura que solo puede tener un niño de su edad, y sin embargo recobra la compostura como un verdadero samurai, y se separa para mirarme a los ojos y recordarnos nuestro lugar y nuestro deber.

Sufro entonces, casi a punto de llorar por arriesgar la vida de mi hijo en estos tortuosos caminos que llevan a la casa del dragón, sin embargo es nuestra tarea, es nuestro deber como Shibas, como lo es la de un Yoyimbo fallido, y la de un padre sin esposa, la de un hombre con una casa maldecida por fallida, y de quien si no toma sus responsabilidades no dejará en herencia mas que un legado de deshonor.

Arihime-sama... nuestro hijo es todo un hombre, en sus ojos esta tu fortaleza y tu dulzura, en sus acciones tu decisión. Querida mía, pronto nos reuniremos contigo.

Recobro la compostura y sonrío orgulloso a mi hijo. Nuestro destino a sido sellado y el emperador aguarda.

-Kuro, ¿alguna vez te he contado las historias de esta tierra?.