Partida Rol por web

Toda gran aventura comienza con un pequeño paso.

Te encuentras en los establos del clan Unicornio, ciudando de tu caballo. Otros miembros del clan estan en la misma situacion que tu, alimentando a sus caballos o cepillandoles las crines, lo cual es normal, pues al igual que tu os enseñaron a tratar a vuestro caballos como a un amigo, no como a una herramienta. Pero tu tarea se ve interrumpida por la aparicion de un mensajero, el cual te da una carta lacrada con el sello del clan Unicornio. La carta dice asi: El Maestro de los Cuatro Vientos, Shinjo Yokatsu, requiere vuestra presencia en la sala de reuniones. Acudid de inmediato, pues se trata de un asunto importante.

Voy enseguida- Digo, marcial, al tiempo que paso la mano por la trompa de "Avari" mi caballo occidental (de un color casi amarillo).

Salgo de los establos a paso rápido, mas manteniendo el aire de superioridad e indiferencia que se le requiere a un samurai.

Me dirijo a la sala de reuniones, a presentarme ante Shinjo Yokatsu.

Avanzas por entre los edificios del clan Unicornio. Todos presentan toques occidentales, lo que hace que muchos visitantes tachen de "barbaros" los edificios Unicornio, y a los moradores de estos. Desde tu posicion observas el castillo de tu daimyo de una altura sobrecogedora. Es muy similar al castillo de las provincias norteñas de los Moto, como comprobaste una vez en uno de tus viajes. Motivos purpura adornan sus muros y tejados. Al introducirte en el castillo, observas tapices que muestran caballos cabalgando en amplias llanuras. Dos guardias se acercan a ti al entrar al atravesar la puerta, vestidos con armaduras purpuras y blancas. Estos te escoltan hacia las dependencias del Khan, el daimyo de los Unicornio, Shinjo Yokatsu.

El Khan esta comodamente sentado en unos cojines, en una sala ampliamente iluminada. Desde luego, su aspecto difiere ampliamente de los demas Daimyo. Vestido con pieles, con su actitud relajada, mas como un amigo que como un superior, el Khan refleja un porte casi salvaje. Adelante, toma asiento. Su cara, antes risueña, se transforma de repente a una seriedad que da incluso miedo. Tengo algo importante que comunicarte.

Acostubrado al trato excéntrico del jhan, no me inmuto al verlo, y saludo lo más despreocupadamente que puedo-

Gracias, Yokatsu-

Tomo asiento en uno de los cojines dispersos por la sala, soltando mi catana del cinturón, para apoyarla en las rodillas, sentándome con las piernas cruzadas.

¿De qué se trata?- Pregunto, intrigado, al ver la seria actitud del Khan

Te lo dire. Pero antes contestame a esta pregunta. ¿Cual es el mayor potencial del clan Unicornio, aquello que nosotros poseemos pero ninguno de los demas clanes posee?

Señor, todos saben que nuestra caballería es la mejor, asi como nuestros caballos los más grandes y fuertes, sino pregúntale a mi "Avari", hago referencia al nombre de mi montura, ¿se refería a eso, señor?

El Khan baja la mirada disgustado ante tu afirmacion. ¿Y si te dijera que los caballos que has visto en los establos son los unicos caballos que le quedan al clan del Unicornio? Ante tu estupor, sigue explicandote. Por todas nuestras tierras, nuestros caballos han desaparecido misteriosamente de los establos. Ignoramos quien es el culpable, pero tu te encargaras de averiguarlo.

- ¿Como es posible? ¿Desaparecidos? Puede contar conmigo Yokatsu-sama. Averiguaré qué es lo que ha pasado con los caballos y los traeré de vuelta. - digo mientras pienso en el cometido de la misión que acaba de encomendarme el Khan. Shinibi, esta es la oportunidad que esperabas para demostrar que eres digno de llevar el apellido Otaku.

 -No espero menos. - El daimyo parece estar de mal humor, sin ánimo para mostrar amables palabras a sus guerreros - Si necesitas algo para tu misión, dilo ahora, porque no toleraré ningún fallo. La misión que te ha sido encomendada es la de acudir a la capital, el Emperador nos ha convocado, y tú serás mi representante. Llegarás a tiempo, mantendrás el honor de nuestro clan bien alto, y averiguarás quién es el responsable de esta ofensa. Cuando averigues quién ha sido, y termines con lo que el Emperador os mande, quiero que vuelvas, y me informes de todo lo que sepas. Si no puedes acudir a tiempo, mándame a alguien de confianza, pero quiero tener noticias tuyas cuanto antes, ¿queda claro?

- Parece que iré a la Capital. - pensé mientras terminaba de asimilar la misión que mi Khan me ha encomendado.
- De acuerdo Yokatsu-sama. Así lo haré. Tan sólo necesitaré mi caballo, mi armadura y mis armas. No obstante supongo que necesitaré algún tipo de acreditación para que cuando llegue a la capital sepan que voy de su parte y que nos ha convocado el Emperador.

Te entregaré una nota firmada por mí en la que se detalle el propósito de tu viaje. También te entregaré un salvoconducto para poder usar el camino real- te explica el daimyo, con una sonrisa. Parece que le gusta que te tomes la misión con tanto entusiasmo. Ve, prepárate para el viaje, y yo te haré llegar los documentos. No hay tiempo que perder. Saldrás mañana al amanecer.

- Hai. Así lo haré. - digo mientras me inclino en señal de respeto.

Tras esto simplemente salgo de la habitación y me voy a preparar todo lo necesario para el viaje.

Será una gran misión no exenta de riesgos. - pienso mientras camino por el pasillo en dirección a mi hogar para preparar todo y descansar.

De camino hago un alto en los Establos para visitar a mi caballo y decirle en susurros mientras le acaricio el cuello: Shintu (así se llama), mañana será un gran día. Tenemos una misión muy importante entre manos. tras decir esto le doy un poco de comida y un par de suaves y cariñosas palmaditas en el cuello en señal de aprobación para a continuación proseguir mi camino.

Al día siguiente, saliste al amanecer del castillo, dispuesto a llevar a cabo la misión que te habían encomendado. El daimyo envió un mensajero que te entregó un pergamino enrollado, lacrado con el sello del Clan Unicornio. Un salvoconducto que te permitiría usar el camino imperial.

El primer día transcurrió sin incidentes, y apenas encontraste gente cruzando el camino. Algun samurai a caballo viajando en dirección opuesta, y un par de aldeanos ancianos encorvados fueron lo único que viste por el camino. La mayoría del tiempo lo pasaste solo, sin más compañia que tus propios pensamientos. Atravesaste la aldea del Río Durmiente, con cientos de miradas detras de ti, y seguiste adelante, pues tu intención era llegar a la Ciudad entre Dos Ríos antes de que cayera la noche. Pero tus previsiones fueron erroneas, pues el anochecer te sorprendió poco antes de llegar a la ciudad.

Era una noche clara, y las estrellas brillaban como cientos de velas. Las miraste mientras avanzabas hacia la ciudad, y alli observaste algo raro. Las estrellas se estaban... moviendo? Parecia imposible, pero asi era. Las estrellas formaron la forma de los animales que representaban a las Siete Grandes Casas, pero habia algo mas. Las formas brillaron intensamente durante un segundo, antes de converger todas en un mismo punto. El conjunto de estrellas formo un caos, donde nada era distinguible, y finalmente... desaparecieron.

Calculé mal el ritmo que debía imponer a Shintu y la noche me sorprendió antes de llegar a la Ciudad entre Dos Ríos. Maldita sea.

Algo me hace mirar hacia arriba y me fijo en el firmamento. Algo raro está pasando ahí arriba.

No puede ser. ¿Las estrellas se están moviendo? - pienso. Si, aunque fuera imposible se están moviendo y están formando los animales que representan a los 7 Grandes Clanes. De repente se ponen a brillar intensamente durante un breve momento para luego juntarse todas en un mismo punto y posteriormente desaparecer sin más.

- Tengo que darme prisa en llegar a la Ciudad. - digo para mis adentros. No tengo ninguna gana de permanecer a la interperie por la noche más tiempo del estrictamente necesario.

Así que sin más preambulos decido volver a espolear a Shintu para que se cabalgue en dirección a la Ciudad entre Dos Ríos.

Al llegar a la ciudad, viste que estaba defendida por una sencilla empalizada de madera, que parecía haberse construid hace poco, y muy deprisa. Viste que tenía bastantes fallos, pero al menos servía para proteger a la población. A pesar de su nombre, no divisaste cerca ningún río, ni oíste el rumor del agua.

Dos ashigarus armados con Yaris vigilaban la entrada, portando uno de ellos un farol. Al verte acercarte unos de ellos te dio el alto.

¿Quién eres, y que asuntos te traen a la Ciudad entre Dos Ríos?- te increpó con alardes de autoridad.

Al llegar a la ciudad observo la pobre defensa que tiene. No parece una empalizada demasiado segura. Eso sin tener en cuenta la cantidad de sitios por los que acceder a la ciudad. - pienso justo antes de que me reciban un par de ashigarus.

- Soy Utaku Shini, estoy de camino a la Capital de Rokugan sirviendo a mi señor Shinjo Yokatsu-sama. Necesito un sitio donde pasar la noche. Mi caballo y yo necesitamos descansar. - digo mostrando el salvodonducto y esperando que no me inoportunen en demasía.

El guarda te examina con desconfianza, y tras echarle un vistazo rápido al salvoconducto, se hace a un lado. Ha sido tan rápido que supones que el hombre ni siquiera sabe leer, pero eso no te importa. Has conseguido tu proposito.

Disculpad la desconfianza, pero corren malos tiempos- explica el guardia, mientras su compañero te abre la puerta. Hemos sufrido muchos ataques de bandidos ultimamente, y el señor feudal no hace nada. Hemos tenido que formar una milicia con los ciudadanos para poder defendernos de los ataques.

Mientras te alejas, andentrandote en la ciudad, te grita: ¡Buscad la posada del tigre y la grulla! ¡Es la mejor posada de la ciudad!

- No os preocupeis. - le digo.

- ¿Ataques de Bandidos? ¿Quién es vuestro señor feudal?

Demasiadas preguntas sin resolver que necesitan respuesta.

Cuando obtenga las respuestas me dirigiré a la Posada del Tigre y la Grulla.