Partida Rol por web

Corre el año 2020, los mutantes de todo el mundo están empezando a ser exiliados del resto resto de países y ciudades. La única capaz de aceptarlos es Freedom City.

Una próspera metrópolis de modernos edificios y arquitectura. Es el hogar de millones de personas, y muchas llegan a la zona cada día, atraídas por la promesa de una nueva vida en una ciudad repleta de nuevos trabajos y retos. Freedom es una de las ciudades más grandes de Europa, una con un futuro prometedor.

La única ciudad que a día de hoy acepta a todo cuanto metahumano desee emigrar a ella. Allí podrán vivir tranquilamente y sin peligros, pero deben tener mucho cuidado de no salir de allí. Pues ahora Freedom se ha convertido en una especie de cárcel respecto del resto del mundo.

Freedom City está dividida aproximadamente en cuatro distritos principales:

- Centro (Ocupando la península central)
- Freedom Norte (Al Norte del Wading River)
- Freedom Sur (Al Sur del South River)
- Freedom Oeste (Al oeste de la autopista Wallace en dirección al Bosque Wharton).

Estos distritos se encuentran divididos a su vez en distintos barrios.

Concretamente estáis en la zona centro, el área dentral de la ciudad. La zona se caracteriza por sus edificios ultramodernos, muchos de ellos creados por un mutante llamado Dr. Metrópolis. El resto de edificios en la ciudad hace uso de las técnicas de construcción y de los materiales más modernos, convirtiendo el centro de Freedom en una de las metrópolis más grandiosas de toda Europa.

La zona centro se encuentra lejos de ser estéril y "predecible", no obstante. Los edificios muestran una gran variedad de estilos arquitectónicos y hay varios parques y calles bordeadas de árboles, dándole a la ciudad en muchas zonas un agradable encanto colonial, en contraste con las estructuras y comodidades modernas.

Jaime caminaba lentamente con la cabeza agachada, casi sin fijarse por dónde pisaba. Hasta que casi no se chocó contra un poste no fue capaz de mirar a su alrededor. Y se quedó... ¿Maravillado?

Realmente es una ciudad impresionante pensó con ciertos reparos el hombre. ¿Pero por qué tanta mezcla de estilos? Él no era ningún experto en arquitectura, y quizá no tenía un gusto exquisito, pero algunos edificios dañaban la vista al estar situados al lado de otros.

Esa distracción le hizo olvidarse del motivo por el cuál había llegado allí. Se colocó la chaqueta a modo de protección. ¿Sabría la gente de allí lo que habría pasado? Él no se había arrepentido, tenía un motivo por el que lo hizo, pero aún así, no le gustaba que nadie le juzgara.

con muchos pensamientos en su cabeza, siguió caminando, conociendo lo que iba a ser su nueva ciudad.

Sentada en un banco en mitad de su nuevo hogar, Fran contemplaba distraida la ciudad y sus habitantes mientras comia un bocadillo que habia comprado a un vendedor ambulante. Estaba acostumbrada a ciudades grandes y rascacielos impresionantes, ya que habia pasado mucho tiempo en Hong Kong, Shangai y otras grandes ciudades del oriente asiatico. Sin embargo esta ciudad tenia un toque especial, mas luminoso, mas agradable. Evidentemente alli seguramente tambien habria crimen y gente mas pobre, pero no era tan evidente como en casa.

Jugueteando con el envoltorio del bocadillo, Francesca medito acerca de que hacer ahora. Sabia que alguien con sus talentos seria bastante solicitada en los bajos fondos, pero habia jurado no volver a su viejos habitos, y seguia manteniendo su postura. Tendria que pensar en otras posibilidades, ya que Freedom city podia ser una ciudad de muchas posibilidades, pero aun no habia visto a nadie regalando dinero por la calle, y de algo tenia que vivir...

Asombrado por los enormes edificios de la ciudad, John se sentía abrumado por la misma, pues no estaba habituado a las grandes ciudades : los ruidos permanentes y el olor del amontonamiento saturaba sus sentidos, era algo que, le resultaba desagradable, pero iba a tener que acostumbrarse.
A su alrededor la gente corría de un lado a otro, en un ritmo frenético sin siquiera detenerse a observar que tenían cerca. Mientras miraba está escena que para él era totalmente nueva, jugueteaba con un perro callejero que se le había acercado. Dejandole un trozo de galleta y con una palmada en el ocico, continuó su camino por la ciudad, tratando de comenzar a ubicarse en la misma.

Pasaron horas, muchas horas, y allí seguía Ikari en el asiento número 30 del avión que le llevaba a un nuevo hogar, Freedom City. No estaba cansada, pero sí algo aburrida, puesto que después de encontrarse en plena naturaleza, al abrigo de una de la hilera de montañas más frías del mundo y toparse con cualquier animal, el que fuese, estar sin moverse era algo novedoso para ella.

Pasado un tiempo...

Pi-pi, pi-pi (sonido de coches)

Esto no es lo que esperaba, pero no seamos negativos y vayamos a algún lugar más alejado de este horrible ruido - me dije.

Anduve a través de las calles de esta ciudad, fea para mi gusto, no podía creer que hubiera dinero para construir estos edificios y complejos turísticos, y no hubiera a penas ayudas económicas para ciertos lugares, como aquel de donde yo venía. 

Quizás sea mejor así.

Llegué a un parque y me acomodé en uno de los asientos mientras veía cómo daban de comer a una especie de ardilla. 

Aiswa caminaba por las calles de Freedom City con un torbellino de sensaciones en su interior. Dejar atrás el centro de menores le llenaba de excitación y alegría, y el firme propósito de retomar sus hábitos de monje y el estilo de vida austera que tan bien había conocido en Swobayut le daban una fuerza interior que desde hace mucho creía perdida. El chico caminaba feliz, tranquilo, seguro.

Sin saber muy bien a dónde ir y sobretodo sin importarle demasiado, el joven nepalí decidió buscar una zona tranquila en la ciudad. Un parque, preferiblemente con algún estanque o similar, donde meditar. Quizá más tarde podría buscar un lugar donde dormir esa noche por los alrededores del parque. Amablemente pide indicaciones a alguna viandante que conozca la ciudad.

Harán salió del avión agarrotado tras tantas horas de avión. No tenía grandes expectativas sobre la ciudad, y cuando llegó y le tocó esperar 1 hora a que saliera el equipaje se convenció de que tan sólo era otro asqueroso lugar. Cogió un autobús que le llevó al centro de la ciudad, se puso su petate sobre el hombro derecho y se puso a caminar no supo bien hacia dónde.

Conocía el extrarradio demasiado bien como para saber que en el centro estaría más seguro. Pero ya allí no sabía qué hacer. Decidió sentarse en un parque, tanto tiempo en un lugar tan estrecho le había hecho desear un poco de espacio. Tuvo que preguntar para saber orientarse pero no tardó mucho en vislumbrar una arboleda.

Se sentó en el primer banco que vio vacío y soltó el petate a sus pies. ¿Y ahora qué? pensó. Aunque no quería hacer hincapié en ello, éste era el último lugar que le quedaba, un lugar que prometía mestizaje, integración y libertad para los de su raza. Menuda cantidad de chorradas se dijo, sintiéndose un poco ingenuo por haberse tragado ese cuento. Nadie les aceptaría, no se trataba de de paciencia, ni de aprender a respetarse, sabía que siempre serían unos marginados.

Apoyó la cabeza en el respaldo del banco y deseó un poco de suerte, por una vez en su maldita vida.

Ulrich estaba bastante impresionado por la ciudad en sí. Era un chico joven y había visto alguna foto de los grandes edificios del centro de Freedomcity, pero no es lo mismo ver algo en una foto que sentirlo sobre uno. Los rascacielos le fascinaban, le hacían sentir pequeño, una sensación que no experimentaba muy a menudo.

Así pues el joven holandés andaba bastante despistado, feliz porque la gente sólo le miraba durante un instante, y no con insistencia y señalándole, o gritando cosas y haciéndole fotos, como solía en estos últimos tiempos. Eran los inconvenientes de medir casi dos metros y medio, estar hiper-musculado y ser una celebridad de los deportes. Pero aquí no desentonaba tanto, Freedomcity medía a las personas con otro rasero, era algo que había notado desde su misma llegada al aeropuerto, cuando se "desencajó" de los dos asientos que ocupaba y salió a la terminal para darse cuenta de que los policías no sólo no le pedían un autógrafo, sino que le miraban de arriba a abajo y no parecían tomarle por una amenaza.

Soy tonto, tendría que haber buscado qué equipos tiene esta ciudad, o si tiene universidad o algo. Ni siquiera sé si les permiten a los mutantes participar en deportes. Imagino que sí. Espero que sí. ¿Si no puedo tirar por ese lado qué voy a hacer? ¿Cómo se llaman los que descargan cosas en los muelles? ¿Estibanodes? ¿Estibalores? ¡Estibadores! Genial, si me falla la carrera deportiva siempre me puedo dedicar a los concursos...

Ensimismado como estaba, Ulrich desconocía dónde estaba, hacia dónde se dirigía e, incluso más importante, hacia dónde debía dirigirse. Su salida atropellada de su Rotterdam natal no le había permitido hacer muchos planes, la verdad.

Justarius entró en la ciudad como si fuera un mochilero. El pelo, largo recogido en una coleta en la nuca, estaba algo sucio por la caminata y mostraba una barba de varios días. Vestía pantalones anchos, zapatillas y una camiseta típica de algún punto turístico visitado.

Las gafas de sol bloqueaban la dirección de su mirada, pero la mochila enorme que llevaba a la espalda indicaba que era el típico que llevaba todas sus cosas siempre encima, o lo poco que tenía y era un vagabundo.

Mientras miraba a todos lados, pensando en que todos o la mayoría de los habitantes eran metahumanos, se preguntaba que clase de policía tendrían para mantener a raya a un tipo que pudiera atravesar las paredes.

Con esos pensamientos, Justarius caminó por la calle en busca de algún albergue y/o hostal donde poder hospedarse para poder comenzar con las cosas que lo habían llevado hasta allí.

Habéis llegado a Freedom City y cada uno de vosotros estaba pensando en sus cosas, en sus problemas y sobre todo en su futuro. No teníais muy claro cuál podría ser vuestro siguiente paso a dar.

Os habían deterrado a Freedom, habíais llegado ya, pero el futuro inmediado estaba demasiado en blanco. ¿Y ahora qué?

Justo en aquel momento, el sonido de la alarma de un banco próximo interrumpe vuestros pensamientos. No muy lejos de vosotros un anciano llevaba un transistor en sus manos y así pudisteis escuchar la noticia.

<< La sucursal central de Eastern Seaboard Bank, en el centro de la ciudad, está siendo atacada por un grupo de hombres armados que han irrumpido en el vestíbulo, han entrado a través de las puertas delanteras del edificio y han ordenado a todos los clientes del banco que se tiren al suelo y dejen el camino libre para ellos. >>

El grandullón VanBroek andaba muy despistado hasta el sonido de la alarma del banco. Hacía un tiempo que evitaba meterse en problemas, pero lo hacía sobre todo porque su madre así se lo pedía, no porque fueran a hacerle daño, eso estaba claro. Pero *antes* tenía prohibido hacerse el héroe, se había acostumbrado a dejar pasar las cosas, sólo protegía a los más cercanos y su mera presencia normalmente bastaba para que nadie se hubiera metido con ellos desde hacía muchos, muchos años. Pero *ahora* las cosas habían cambiado. *Ahora* su madre no iba a echarle la bronca, ni su carrera deportiva iba a correr peligro. *Ahora* podía comportarse como un superhéroe y romper algunos huesos recibiendo el aplauso de los inocentes. Y, además, ¿no daban los bancos una recompensa por el dinero devuelto? Porque Ulrich nunca llegó a ver cómo llegaba el dinero de su contrato deportivo, se encontraba sin blanca y sentía rugir sus tripas de hambre...

Sin detenerse a pensar más, Ulrich salió proyectado hacia adelante, comenzando un trote decidido que dejaría en evidencia a la mayoría de atletas en un esprint. Decidido, sí, pero vigilando no "atropellar" ningún coche o transeúnte, no había que comenzar con mal pie.

Al escuchar las alarmas y la noticia a través de la radio del anciano, John se dio cuenta que algunas cosas, no cambian: la forma en la que se dan puede modificarse, pero algunas cosas se mantienen constantes.
Si bien consideraba que era tarea de las autoridades, también era consciente, debido a sus experiencias anteriores, que estas no siempre actúan o están a las altura de las situación, por lo cual decidió que no perdía nada con ir a observar lo que ocurría.
Luego de permanecer concentrado un par de minutos, tratando de confirmar desde donde provenía el sonido (de la alarma), se dirigió hacia allá junto con Ann, a quién primero le dijo que tuviera cuidado y se mantuviera apartada, detrás de él (con la esperanza de que le prestara atención al consejo).
Al llegar a la ubicación del hecho, trató de mezclarse entre la multitud, prestando atención a los comentarios tanto de la gente como de las autoridades allí presentes. En principio su intención era tan sólo la de ser un observador más, no quería complicar las cosas en su primer día en su nuevo "hogar"

Aquí parece que está más tranquilo todo, no tanto jaleo como allá.

Poco después escucho unas noticias desde la radio que llevaba un hombre entrado en años.

No iba conmigo ir a sitios bulliciosos y menos si no estaban donde me encontraba, así que no me preocupé nada de nada, sabía que habría eso que llaman policía o que iría alguien para ayudar.

Me acomodé estirando un poco las piernas y mirando a las nubes que se iban formando.

Ensimismada en sus pensamientos, Fran reacciono levemente al oír el característico sonido de  una alarma. Su primer gesto es ponerse en pie alerta y lista para golpear o correr; aunque rápidamente se percata de que no tiene que ver nada con ella. Las viejas costumbres son difíciles de olvidar...

Ya mas tranquila, oye a alguien mencionar que venia de un banco. Ella había hecho algún trabajo en bancos, así que dedujo que debían ser criminales de pacotilla. Nadie en su sano juicio asalta un banco de día, al menos montando semejante escándalo.

Quizás dejándose llevar un poco por la curiosidad, comienza a caminar para observar que estaba sucediendo, y de paso hacerse una idea de como funcionan las fuerzas de seguridad en esta ciudad. Cabía la posibilidad de llegara noticias de su llegada a la ciudad, cosa que la pondría en el punto de mira, así que no esteba de mas estar prevenida para poder escapar. 

Jaime observaba la ciudad con depresión cuando apareció ese hombre.

Robar bancos... Te "invitan" a una ciudad" y parece que quieren recordarme el por qué he venido... pensó con fatiga.

Aún así, le asaltaba la curiosidad. ¿Por qué en un lugar donde los mutantes habían sido desterrados ocurrían ese tipo de cosas?

Sin nada que hacer, decidió acercarse hasta el lugar del crimen.

El Eastern Seadboard Bank es el banco más grande de Freedom City. El grupo de asaltantes está formado por cuatro característicos individuos. Llegais al lugar para escuchar las palabras de uno de ellos.

¡Factor Cuatro ha llegado! Dice el hombre de forma acuosa con una sonrisa de satisfacción.

Nadie se pone en nuestro camino, nadie sale herido, ¿ok?

Para un mayor énfasis, se vuelve hacia el guarda de seguridad del banco que se está acercando a la alarma y lanza un poderoso géiser de su boca. El hombre sale proyectado por los aires, choca contra el muro y se desploma sobre el suelo, inconsciente.

Factor Cuatro está acompañado de ocho matones armados, principalmente para tener vigilados a los clientes del banco y ayudar a llevar el botín.