Partida Rol por web

Imboca, Galicia

Observas desde tus prismáticos la villa marinera de Imboca. Hace unas semanas recibiste una carta de un antiguo mentor y viejo amigo dentro del Terra Arcanum. En dicha misiva te solicitaba que investigaras lo que podía estar sucediendo en la apacible villa. Según sus datos han desaparecido en sus inmediaciones tres jóvenes de cabello rojizo y de pureza inmaculada. El Terra Arcanum envió a investigar a un joven del que lo último que se supo es que desapareció en las aguas de una de las playas cercanas a Imboca en la reciente noche de San Juan. Las pesquisas que hizo otro investigador del Terra Arcanum solo le llevaron a creer que el joven se emborrachó con una de las fuertes bebidas locales y se envalentonó lo suficiente para intentar saltar siete olas durante la noche con tan mala fortuna que esa noche había una fuerte mar de fondo y lo arrastró hacia el fondo y todavía no ha aparecido.

Durante tu travesía hasta Galicia pudiste leer sobre las creéncias de la zona, llamada Costa da Morte (costa de la muerte) por los lugareños. En dicha villa ronda la leyenda del Urco, un ser mitológico que sale del mar para secuestrar a jóvenes con las que convivir en la cueva marina donde habita. Es la pista más fiable, aunque podrías definarla como punto de partida de tu investigación.

Un marinero se acerca a ti y te comenta que el barco atracará en una media hora en el puerto de Portozás y que desde allí en coche llegar a Imboca te llevará unos veinte minutos. El poco calado del puerto impide que puedan acercarse, y es en Portozás donde has decidido instalarte para no levantar suspicacias aunque desde allí tendrás que viajar asiduamente hasta la villa para poder inspeccionarla.

- Señor, en media hora llegaremos a puerto. ¿Quiere que le llevemos su equipaje al hotel de Portozás?

El vaivén del barco continúa, aunque ya te has acostumbrado tras varios días navegando. Vuelves a echar un vistazo a la costa y durante una fracción de segundo crees ver a un hombre que te observa desde la costa. Cuando te fijas de nuevo ya no lo ves.

 A la pregunta del marinero, asentí pensativo, mientras pensaba en la misteriosa figura que estaba seguro de que acaba de ver:

 - Si, por favor. ¿Alguno de ustedes sabe algo de Imboca?.

 Mientras esperaba su respuesta, revisaba mis armas, que llevaba casi todas encima, ocultas bajo mi voluminoso abrigo de viaje, mientras que mi Rifle Mauser lo llevaba en la espalda, envuelto en una funda, buscando que pareciese un aparejo de pesca. Al mismo tiempo, mi Escopeta postas del 12 la llevaba en un paquete envuelto bajo el brazo, como si en este llevara algún tipo de recuerdo o regalo para un amigo que hubiera comprado en alguna tienda o lugar en el camino. Mi idea era pasar por un turista y parecer lo más inofensivo posible, tratando de ocultar mis armas lo mejor que pudiera, mientras indagaba por los desaparecidos.

El vapor empieza las maniobras de atraque al llegar al puerto de Portozás. Cuando haces la pregunta uno de los marineros comenta:

- Creo que el hermano de Damián el carpintero está casado con una mujer de Imboca. - hace un gesto a un joven de corta edad que estaba limpiando la cubierta y le ordena -  Ve a buscarlo y tráelo hasta aquí.

El joven sale corriendo a buscarlo, contento de dejar la fregona por un rato. Al poco trae al carpintero del barco. Es un hombre de mediana edad, con barba blanquecina y piel curtida por el sol y el salitre. Por su forma de hablar ves que a pesar de su trabajo tiene cierta educación, seguramente más allá de saber leer y escribir y conocer las cuatro reglas.

- Buenos días, señor. - te saluda quitándose el gorro de lana que llevaba puesto - Así que quiere saber de Imboca, mi cuñada es de allí. No hay mucho que contar señor, es una pequeña villa marinera de gente humilde pero trabajadora. La villa pertenece al Marqués de Soutomaior que vive en Pontevedra y solo pasa un par de veces al año a cobras las rentas de los aparceros y poco más. Suelen ser siempre en los solsticios, cosas de la masonería sin duda. - se santigua al decir esto, pero que haya presencia masónica en una villa tan pequeña es algo destacable - El Marqués vive en un pazo que hay a las afueras, justo al lado de la carretera que va hacia La Coruña. - el hombre parece recordar algo importante y añade aunque con cierto temor por su parte - Hace muchos años, de cuando los franceses campaban por España y más o menos por San Juan desaparecieron un par de chichas jóvenes. Según mi abuelo, que Dios lo tenga en su gloria, vino desde Madrid una compañía de Valones* a investigar y batieron los montes y las costas sin encontrarlas. Es lo único destacable que ha pasado en la villa desde su fundación mi señor.

Parece que es un dato más que interesante, lo que está sucediendo ahora puede que ya sucediera antes y fue en el siglo pasado por estas fechas del año más o menos. El solsticio de verano será en unos días y justo después viene la noche de San Juan. Una noche importante en los ritos paganos y asimilado por el cristianismo.

- ¿Necesita algo más de mí, señor? Si no me retiraré a seguir con mis labores, ya que estamos cerca de puerto y es hora de remendar este barco.

Espera con la gorra entre las manos a que le indiques si puede irse, aunque intuyes que también espera unas pocas monedas por la información.

Escucho con gran interés el relato del carpintero, que revela mucha información de interés. después de unos instantes le pregunté:

 - ¿Podría hablar con su cuñada, por favor?. También quisiera contratar a alguien de confianza que me sirviera de guía y conociese bien la zona, incluida la parte de Imboca. ¿Alguna recomendación?.

 Esperaba que la mujer pudiera darme información importante o, en caso de que ocultase algo, me lo confirmase con sus palabras y gestos. El guía siempre era de utilidad, para poder moverme con soltura en territorios que no conocía, como era en este caso.

El hombre te responde.

- Lo veo difícil señor. Mi hermano y su mujer se trasladaron a Cuba hace años como muchos de la gente de esta tierra. - parece que esa vía está difícil, pero sobre el guía te comenta - Pregunte en el hotel de Portozás, seguramente allí encontrará a alguien que pueda hacerle de guía, pero siento no poder decirle el nombre de alguien de fiar. La poco que conozco está embarcada aquí y la mayoría son de las vascongadas.

El vapor al fin y al cabo partió de San Sebastián y va rumbo a Lisboa. Las principales paradas en Galicia son en Ribadeo, La Coruña, Vigo y La Guardia. De hecho salvo por el correo para la zona eres el único que va a descender en Portozás, el resto del pasaje continúan hacia el sur.

El hombre sigue allí esperando a que le permitas marcharse a continuar sus labores o agradezcas su ayuda. El joven que fue a llamarlo ha vuelto a sus labores, y el marinero que te avisó que llegabais a puerto por su acento deduces que no es gallego.

 Asentí agradecido a las palabras del marinero, mientras le dedicaba una sonrisa amistosa:

 - Gracias por su tiempo, buen hombre, es todo, hasta luego...

  Mientras dejo al hombre regresar a sus quehaceres, vuelvo a observar mi destina, mientras mi mente se llena de pensamientos. Al menos ya se donde buscar un guía para empezar, y puede que allí pueda conseguir algo más de información acerca de Imboca de lo que he podido averiguar hasta ahora en este barco y antes de comenzar este viaje.

El marinero marcha a dedicarse a sus quehaceres y crees escuchar que rumia el término "tacaño" mientras se aleja, parece que esperaba una propina por su tiempo e información.

El barco atraca y bajas a tierra el primero. En apenas dos minutos encuentras a dos muchachos que trabajan en el hotel y que te guían hasta el mismo y transportan tu equipaje. En el hotel te preguntan por cuánto tiempo te vas a quedar en la villa y disponen para ti la mejor de las habitaciones, que es la del ático. La Suite Real como la llaman. Es una habitación modesta, pero espaciosa y tiene baño propio lo que es un consuelo para no tener que compartirlo con otros inquilinos del hotel.

El recepcionista te comenta que no hay muchos coches en el pueblo, pero que preguntarán si alguno de los que hay se alquilan si no tendrás que conformarte con viajar a caballo o en el autobús que hace la ruta de la costa que sale a primera hora de la mañana y regresa a última hora de la tarde y que conecta ambas poblaciones. Ante tu insistencia sobre el coche, te comentan que hay un hombre que suele llevar a los médicos en las urgencias de la zona y que posee un viejo Hispano Suiza. Podrías negociar con él a ver si puede prestarte el vehículo o hacerte de chófer, y quien sabe de guía. Te dan su dirección para que puedas hablar con él, aunque te dicen que normalmente lo puedes encontrar en una de las tabernas del puerto. Suele parar bastante en un garito de marineros llamado "O trasmallo". Llegar al sitio no tiene pérdida y sin duda es la mejor opción que tienes de momento para conseguir un vehículo.

 Tras despedirme amablemente de los interlocutores y informarles de que me quedaré por un tiempo indeterminado, les doy las gracias, junto a una propina, por las molestias que se toman por mi, para a continuación dirigirme a la taberna, en busca de un posible guía y también de un medio de transporte que me permita moverme libremente de un rato a otro. No puedo depender de algo como un autobús público para moverme, sobre todo si mi vida puede depender de ello, así que el coche, junto al guía local, es esencial conseguirlo.

Entras en el antro portuario, todas las miradas se posan en ti. El local no está abarrotado, hay un pequeño grupo de marineros que está disfrutando de la compañía de un par de mujeres de vida alegre. Y luego un grupo de parroquianos que beben y fuman sin armar demasiado alboroto.

Una de las mujeres te sonríe y eso parece molestar a uno de los marineros que estaba con ella.

- ¿Quién eres y qué haces aquí? - te dice un marinero de metro noventa y más de cien quilos de peso. Su acento denota que es del norte de España, de las vascongadas sin duda.

Otro de los marineros se queda mirándote fijamente y puedes ver como en uno de los bolsillos de su desgastada trenca se vislumbra una toledana.

El marinero se acerca a ti de manera amenazante, el olor a alcohol que emana de él te dice que no está muy lúcido. Vuelve a preguntarte quién eres, escupiendo un par de veces al hacerlo.

- ¿Quién eres?

Empiezas a entender la mala reputación que pudiera tener ese local.

 Manteniendo un sonrisa amistosa, respondo a los parroquianos, con tono alegre:

 - Hola, convecinos. Soy un recién llegado a este hermoso pueblo. Me han hablado de un hombre que suele llevar a los médicos en las urgencias de la zona y que posee un viejo Hispano Suiza. ¿Se encuentra aquí, por favor?.

Dejo unas monedas en el mostrador y invito a los presentes a una ronda, esperando que sirva para aliviar asperezas y calmar al grandullón que ya llevaba unas copas de más y que obviamente no parecía de buen humor.

El hombre al que buscas levanta la mano, pero te hace un gesto para señalarte que tienes detrás al marinero que tiene ganas de bronca. El marinero que parece que se ha cabreado más al pasar de él comenta a tu espalda:

- Pues es mejor que te vayas por donde has venido, por mucho que invites no tienes los cojones necesarios para beber aquí. 

El conductor bebe un poco de su cunca y no hace ningún gesto más, parece que todo el garito está deseando ver una pelea. Puede que sea el pasatiempo de este bar de mala muerte. 

El marinero sigue a tu espalda y escuchas como cruje sus nudillos, parece que está esperando a que te gires para pegarte un buen puñetazo.

 Con un suspiro, me doy la vuelta, a la vez que uso mis conocimientos de Kalaripayattu para darle un puñetazo directo a una parte débil de su anatomía, esperando que eso fuera suficiente para tumbarlo, o al menos lo suficiente para dejarlo sin aliento para que le fuera más complicado continuar.

Te giras y parece que la contienda va a comenzar lo que alegra a los que están allí dentro, parece que estaban aburridos y buscaban algo de sana diversión. Aunque creo que luego tendrás que explicarles que lo que es sana diversión para ellos puede ser peligroso para otros.

El marinero no se esperaba una acción tan poco caballeresca pero digna de usarse en una situación como esta, no hay nada más normal en una pelea en una tasca de puerto que un golpe dirigido a las partes nobles de uno de los contrincantes. El golpe no es para nada esperado y la sorpresa al recibirlo es mayúscula.

El dolor invade la zona, y los presentes ven como el semblante de su cara pasa de normal a un gesto entre dolor y ganas de vomitar. Lo apartas convenientemente ya que a los pocos segundos del golpe, el hombre decide devolver lo comido y sobre todo lo bebido en el suelo de la tasca.

El chófer y dueño del coche aplaude tu acción y se levanta para presentarse y darte su mano.

- Se ve que no es tu primera pelea en un sitio como este, aunque por tu porte no lo podría adivinar de primeras. Me llamo Miguel y soy el dueño del Hispano Suiza. ¿Hay alguna urgencia? 

Miguel es un hombre de complexión delgada aunque una panza ya prominente, bigote poblado pero bien cuidado y recortado. Sus ropas son de calidad aunque ya tienen unos años, seguramente tiene dinero aunque no es una persona que lo gaste a la ligera.

El resto de parroquianos decide volver a sus asuntos y una de las chicas decide ayudar al marinero a salir y a que le dé el aire. El pobre hombre se va con el rabo entre las piernas.

Mientras le estrecho la mano a Miguel, procedo a presentarme:

 - Muy buenas, encantado de conocerle, yo me llamo Drac Nomdedeu. - Le hice un gesto al cantinero para que nos trajera una botella y un par de vasos a una mesa vacía. - Sobre el asunto que quiero tratar, es un poco largo de contar, así que le invitaré un trago, si me lo permite, mientras le pongo al día de todo.

El hombre asiente, pero prefiere que se lo comentes fuera y no en dicho lugar, por lo que os dedicáis a pasear por Portozás mientras le pones al corriente escucha pacientemente. Notas preocupación en su rostro, y cuando terminas de hablar el hombre te comenta algo:

- No es la primera vez que pasan cosas así en Imboca. Por lo que veo le han contado lo que pasó en la época de los franceses, pero se dieron casos más recientes de desapariciones, aunque no cerca de Imboca pero sí en esta costa. - hace una pausa y saca una pipa en la que acomoda el tabaco. Luego una cerilla y con parsimonia la enciende, da un par de caladas profundas y sigue comentando - Una de la joven desaparecida sé que estuvo en la casa del Marqués, ya que yo la llevé en coche. Era una joven natural de Ávila que había venido a casarse con un sastre de Betanzos que había conocido en una feria,  pero de camino a Betanzos quiso hacer escala para visitar la catedral y conocer Compostela porque no conocía dicha ciudad. Era una de las mujeres más bellas que he visto señor Nomdedeu. Y el Marqués supo de su belleza y la invitó a una cena. Yo mismo la llevé como le digo, pero la recogí y devolví a su hotel en la capital. Pero pocos días después desapareció. Mi teoría es que en esa casa está sucediendo algo, pero no puedes ir contra un noble. Al menos no en estas tierras, ¿me entiende no?

 Asentí antes de responder, ya que lo que describe acerca de que los ricos y poderosos a menudo pueden salir impunes de cualquier crimen que puedan cometer suele ocurrir en todas partes, pero no no sirve nada quejarse... Si resulta ser culpable y se cruza en mi camino, un buen balazo en entre los ojos y se acaba el problema:

 - Entiendo lo que quiere decir. ¿Qué más me puede decir de ese Marqués del que habla?. ¿Hay alguna razón concreta por la cual sospecha de él o solo sospecha de él por la invitación a cenar?.

 Será mejor no mencionar que yo soy un conde, por ahora, no sea que vaya a sentirse incómodo y dejar de contarme cosas acerca de ese noble.

El hombre ve que no crees al completo sus palabras y te indica:

- Si quiere lo llevo a la casona del Marqués, y podrá comprobar que hay algo extraño. Ruidos extraños durante la noche, entradas y salidas a altas horas de la madrugada. Y sobre todo la obsesión que tiene el Marqués por las jóvenes bonitas. 

Comienza a caminar hasta su cochera, donde el Hispano Suiza descansa hasta ser utilizado. En este caso no iba a ser por una urgencia médica, pero era por algo importante.

- Esta noche el Marqués tiene una reunión con algunos conocidos, y si mal no recuerdo dará una de sus fiestas. La última vez que la dieron, un invitado de Imboca falleció ahogado en misteriosas circunstancias. Era joven y estudiado, no estaba acostumbrado a la vida en provincias. 

Del que habla debe ser el compañero del Terra Arcanum que falleció sin duda. 

 Asentí al escuchar aquello, ya que me interesaba asistir a la fiesta y cada vez parecía que ese marqués era un firme candidato a sospechoso, o al menos un buen sitio por donde empezar a investigar:

 - ¿Cómo consigo una invitación a la fiesta?. Me imagino que cualquiera no podrá llegar y entrar por la cara en la fiesta de un noble porque quiere.

 Seguramente tendría que hacer correr la voz de que un noble acababa de llegar al lugar, esperando que uno de os sirvientes del marqués le informara y me invitara a la fiesta antes de a velada.