Partida Rol por web

From Mordavia with Blood

Prólogo: Opio y Blackjack, mala combinación

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18/06/2021, 19:41
Director

 

Gerrard Street, Londres

 

Como cada noche de sábado te diriges al Pho & Bun, un pequeño casino chino donde esperas que la esquiva suerte de las últimas noches se revierta y logres una pequeña fortuna. Aunque te conformas con no deber más de la cuenta y si hay suerte conquistar a alguna bella señorita con la que pasar una lujuriosa noche.

Tu hermana Evelyn y Rick están haciendo un crucero por el Nilo para celebrar su luna de miel y te dejaron al cargo de la mansión y un pequeño estipendio para que disfrutes de su ausencia. Las noches en Londres siempre son bulliciosas y llenas de vida, puedes ver a bastantes marineros con sus blancos uniformes que están disfrutando de la compañía de damas de la noche y regando sus gaznates con una inmensa variedad de licores. Esa visión te alegra la noche ya que los marineros borrachos suelen ser una presa fácil de engañar en las mesas de juego.

Al llegar a la puerta del casino el portero, un oriental de más de cien kilos y muy mala uva al que por suerte le caes simpático te reconoce y te para en la entrada:

- Señor Carnahan, quería avisarse que el señor Coates está dentro y ha preguntado por usted por ese negocio de la fábrica de ginebra en el que usted prometió invertir. Además los señores McCallum y Leister están dentro.

El señor Coates no es un problema, es un agradable caballero con un gusto desmesurado por la ginebra y que se pasa parte de la noche hablando de las aventuras vividas en su antiguo club de "La Sociedad Inglesa de Caballeros Exploradores". Pero los señores McCallum y Leister sí que son un problema ya que les debes unas decenas de libras a cada uno de ellos de algunas partidas de póquer y bacará que jugaste con ellos.

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18/06/2021, 20:19
Jonathan Carnahan

La noche de Londres bullía actividad, como siempre, invitando a salir y buscar riqueza, o como había oído en boca de alguien, aunque no podía recordar quién, "fortuna y gloria". Sí, eso sonaba pero que muy bien. Sabía que jugar no era la mejor manera de conseguirlo, sino más bien, de perder lo poco que tenía. La fortuna desaparecía como por arte de magia y la gloria quedaba en manos de otros. Pero ¿qué otras opciones tenía? Evelyn parecía tener la vida resuelta y yo me encontraba completamente abandonado a mi suerte.

No les importaba absolutamente nada.

Encima que había sido yo, quién les había ayudado, guiándoles hacia Hamunaptra, gracias a lo cual también había sacado a Evelyn de aquella biblioteca y a Rick de... bueno, un final algo asfixiante. No me reconocían lo suficiente, eso era. Pero el tiempo lo demostraría. El tiempo dejaría claro que yo valía mucho más de lo que pensaban.

Saqué mi petaca y bebí un buen sorbo, lo suficiente para infundirme valor cuando me asaltaban las dudas.

-Aaahh, eso está mejor. Ahora, vayamos en busca del éxito.

Cuando llegué a la puerta del casino, aquel chino me detuvo antes de poder dar un paso dentro.

-¡Eh, amigo Chang, si soy yo, Jonathan!

No hacía falta que se lo recordara, puesto que se acordaba perfectamente y por eso me había impedido el paso, informándome de algunas cosas que me convenía saber. Lo que no sabía era si se llamaba Chang o no, pero yo siempre usaba ese nombre para todos. Era algo así como la versión "Smith" en chino.

Me reí por mi propia ocurrencia al pensar en ello.

Lo cierto era que estaba en problemas. El Señor Coates me caía bien y tenía un plan. No solo podía beber con él gratis y sino que además aspiraba a que me diese alguna clase de información que pudiera ayudarme. Decía que había estado en un buen montón de sitios fascinantes así que debía conocer cosas que me resultaran útiles. ¡Estaba seguro!. Pero los otros dos... eso sí que era una dificultad.

-Vaya -mascullé, preocupado. Pero todo tenía solución y chasqueé los dedos cuando se me ocurrió una. Me acerqué entonces a Chang y le susurré mi idea al oído. -. No importa. Tengo una idea. Les llamaré para decirles que voy a pagarles y quedaré con ellos en otro lugar. Así tendré vía libre. ¡Abre paso, Chang! ¡Aquí llega... el rey del dong! -exclamé, exultante. Era lo que hacía beber un poco y tener ideas, aunque no fuesen buenas pero sí lo pareciesen.

Una vez dentro, a buscar un teléfono, y tendría a Coates solo para mí.

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25/06/2021, 17:45
Director

Guiándote por tu memoria sabes que hay un par de cabinas telefónicas dentro del casino chino. Lo sabes porque no es la primera vez que las usas para apostar en las carreras cuando alguien soltaba el "caballo ganador" de la próxima competición en el hipódromo de Londres. Lo malo es que casi nunca acertaban y cuando lo hacían las apuestas eran demasiado bajas para poder hacerse millonario con una sola apuesta.

Por suerte para ti las cabinas están libres, y tienes dinero suelto para poder hacer la llamada. Parece que es tu noche de suerte. Metes unos peniques en el contador y marcas el teléfono de la gerente del casino. Allí están los que llevan las cuentas y los que sin duda podrán encontrar a los dos caballeros de los que te quieres deshacer para tener carta blanca en el casino y poder estar a solas con el señor Coates.

Tras unos cuantos tonos que se hacen eternos, un señor con acento oriental descuelga y dice unas palabras en mandarín a tal velocidad que no alcanzas a entender bien lo que dice, pero entiendes el nombre del casino entre ellas así que al menos no te has equivocado. Preguntas por los dos caballeros y al cabo de unos minutos el señor McCallum se pone al aparato.

- McCallum al aparato, señor Carnahan ¿qué es lo que quiere de mí esta noche? Espero que sea para pagar sus deudas, si no no entiendo el motivo de su intromisión en mi noche de juego.

Parece que el portero te ha salvado de una buena esta noche, porque se nota que McCallum está de mal humor. Aunque la verdad es que los escoceses suelen estar siempre de ese humor. Siempre has creído que ese mal humor era normal al tener que alimentarse a base de haggis en la fría e inhóspita Escocia.

Notas de juego

Tirada de Estafa. 4 éxitos necesarios (posees 3+ por lo que puedes escoger tener 3 éxitos y tirar el + que es un dado y ver si tienes suerte o tirar los 7 dados) e interpretar tu engaño. Si es buena interpretación podría reducirse a solo 3 éxitos el acierto.

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26/06/2021, 09:48
Jonathan Carnahan

Pocas veces tenía ideas brillantes y en muchas menos, conseguían el objetivo que me había propuesto. Pero... había que arriesgarse, claro. Era como otra apuesta, una distinta a la que estaba acostumbrad, en la cual el caballo era yo y no me quedaba más remedio que apostar al ganador. 

Así que me acerqué a las cabinas, lancé un grito silencioso de alivio cuando vi que había una libre y que además tenía unas monedas (aunque últimamente, eso era todo cuanto llenaba mi bolsillo, aparte de aire, claro, que de eso siempre había abundancia), y descolgué para hacer la llamada.

Mientras esperaba a que localizaran a McCallum, intenté relajarme. Puedes hacerlo, Jonathan, me repetí, una y otra vez, para convencerme de que era capaz de engañarles. En caso contrario, más me valía salir corriendo, así que me volví un instante para calcular exactamente a cuántos pasos estaba la puerta de saluda.

En cuanto oí a McCallum al teléfono, me agaché ligeramente y me tapé con la gabardina y el sombrero, fuese a ser que me viese cuando saliera... si conseguía hacer que se marchara del local.

-Ah... cof, cof, McCallum. Me alegra encontrarle. Yo... cof, cof... tenía intención de pagarle, pero como puede oír... cof, cof... no me encuentro bien. Llevo todo el día encontrándome mal. Si pudiera venir a mi casa, podría darle todo lo que le debo... cof, cof.

Hablaba muy bajo, con la voz rasposa y como si pronunciar cada palabra me costase la propia vida.

-Fíjese si estoy mal... cof, cof, cof, cof... que ni siquiera he podido ir hoy al hipódromo...

Eso sí que era un síntoma de que estaba verdaderamente afectado. En realidad, no había ido porque no tenía dinero, pero eso no tenía por qué saberlo él.

Los escoceses siempre parecían preocupados por las cosas terrenales como el dinero. No entendían nada acerca de perseguir sueños y buscar algo mejor. El mío parecía encajar perfectamente en aquella categoría, por lo que en realidad, hasta le estaba haciendo un favor. Dado que iba a estar de mal humor, tuviese el dinero o no lo tuviese, a lo mejor conseguía que apreciase más la vida a base de demostrarle que había gente que vivía de otra manera, como por ejemplo yo mismo, que no lo tenía y siempre estaba intentando conseguir algo. ¿Era feliz? Por supuesto, aunque aún lo sería más si alguna vez me saliesen las cosas.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Parece que cuela :P

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04/07/2021, 14:55
Director

El caballero escocés parece preocuparse por tu estado de salud, ya que para él vales más vivo que muerto.

- No se preocupe Carnahan. Pero dígame, por su tos parece estar bastante mal, ¿no prefiere que vaya en otro momento hasta su domicilio?

Ante una leve insistencia por tu parte para que vaya a cobrarse lo que le debes, el hombre parece avisar a su compañero y deciden coger un taxi hasta tu domicilio que entre ida y vuelta les llevará al menos un par de horas. Lo bueno es que les podrás decir que te encontraste bastante mal y que decidiste acercarte al médico más cercano para que te echase un vistazo. Conoces a un par de médicos que estudiaron contigo en el colegio y no les caes mal por lo que no deberías tener problemas para conseguir convencerlos de que te ayuden para llevar a cabo un pequeño engaño.

Puedes ver cómo salen por la puerta con su bastón y guantes en la mano para ir a "visitarte". Ahora tienes vía libre para acercarte al señor Coates y disfrutar de una noche que se torna más y más interesante. Por precaución esperas unos minutos para salir de la cabina desde que se marchan, no vaya a ser que hayan olvidado algo y regresen encontrándote en la sala. Por suerte para ti no parecen haberse olvidado nada en el casino por lo que puedes salir de la cabina y dirigirte a las mesas de juego.

No tardas en localizar al señor Coates que está en una mesa de blackjack disfrutando de una tónica con ginebra y fumando alegremente en compañía de un par de damas chinas muy emperifolladas y un crupier. El hombre te saluda amablemente y te invita a sentarte mientras ordena que te traigan una bebida para ti.

- Mi buen amigo Jonathan, que alegría verte esta noche. - bebe un trago de su bebida y comenta - Hoy estamos de celebración, hace treinta años que nos enfrentamos a unas brujas en la Rusia Imperial y las derrotamos. Benditos sean Grosvenor, MacDougall y Charleston. Mis antiguos camaradas de la Sociedad, echo de menos aquellos años de juventud donde viajar y luchar contra los peligros era mi principal pasatiempo.

Lo ves bastante "encendido" esta noche, lo cual es bueno para ti. Beber gratis lo lograrás fijo, pero quién sabe si puedes tener algo más de suerte.

Sir Coates mira al crupier y dice:

- Prepara otra mano, que este viejo caballero inglés se siente con suerte. ¿Te animas, Jonathan? Y cuéntame algo interesante, alguna aventura vivida por ti. Veo en ti esa ansía aventurera de cuando yo era joven.

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04/07/2021, 20:06
Jonathan Carnahan

Fue tan buena, diría que brillante, mi interpretación, que incluso McCallum pareció preocuparse más de la cuenta. ¡Hasta yo terminé por creérmelo!

-No, no, cof... cof... no estoy... tan mal como parezco y quiero... saldar mi cuenta... cof. Es mejor que venga ahora.

En cuanto vi que salía, acompañado de su fiel amigo, resoplé, aliviado. ¡Exito! Y por si acaso, tenía hasta un plan de reserva.

-¡Me encanta que los planes salgan bien! -exclamé, frotándome las manos.

Y ahora, a por Coates, pensé.

Dentro del local volví a respirar el aire del dinero y la tranquilidad de poder conseguirlo y en cuanto localicé a mi objetivo, caminé hacia él con paso seguro. Estaba en la mesa de blackjack, bebiendo y bien acompañado, justo como necesitaba que estara.

Cuando llegué a él, le di una buena palmada en la espalda.

-¡Qué hay, señor Coates! Veo que lleva una buena buena noche, ¿verdad? -le dije, sentándome a su lado -. Sí, es una pena no seguir haciéndolo, porque hay tantas aventuras esperando, tantas... maravillas, que están llamándonos para ser encontradas. ¿No lo oye? Están gritando a través de los vientos .Señor Coates.... Señor Carnahan.... 

Estaba en el punto justo para decirme todo cuanto supiera acerca de... cualquier cosa, o eso esperaba.

-Oh, no, no, esta es su noche, señor Coates. Yo seré... seré su fiel compañero. En cuanto a mis aventuras... no son demasiado emocionantes, me temo, solo algunos problemillas con momias egipcias. Pero ahora estoy intentando organizar algo diferente. Estoy inquieto, deseoso de encontrar algo que... marque la diferencia. ¿Sabe de lo que hablo? Ahí fuera hay montones de cosas esperando a ser descubiertas y quisiera... usted ya me entiende, ser yo quien llegase primero. Ah, pero seguramente ya no hay nada desconocido en este mundo. Todo el mundo ha llegado antes que yo. Tome, beba un poco más.

Obviamente, siempre había algo. Lo importante era descubrirlo y si Coates sabía de algún tesoro importante, estaba seguro de que lo diría. Al fin y al cabo, ambos éramos exploradores, no.

 

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09/07/2021, 18:00
Director

Comenzáis a hablar y a beber, más de lo segundo que de lo primero. Entre sus historias de juventud escuchas que un antiguo grupo de sus colaboradores guardó algunos tesoros de sus intrépidas aventuras en la ciudad.

- Mi buen amigo, si lo que buscas es una buena aventura que le lleve a la fama le contaré un pequeño secreto. En esta ciudad se encuentra el collar más valioso de la tierra, más valioso que todas las joyas de la Torre de Londres. Dios salve al Rey.- dice antes de hacer una pausa y comenzar a contarte - Según cuenta la leyenda perteneció a la mismísima reina de Saba. De oro macizo, con incrustaciones de piedras preciosas. Rubíes y esmeraldas.- se lleva el dedo índice a los labios - Shhhh, no levante la voz jijijiji - Coates ríe y te pide que te acerques para contarte donde está - Está escondido en el cementerio de West Norwood, en unas catacumbas que discurren por debajo del cementerio. Solo custodiado por una buena cerradura y puede que unas cuantas ratas. ¿Qué cómo lo sé? Pues mire joven, recuerdo al caballero que se lo robó a un noble prusiano, malditos boches - escupe al suelo al hablar sobre los alemanes. - No podíamos permitir que los hunos supieran que lo habíamos robado para evitarle problemas a la Corona y a la Reina Victoria. Dios salve a la reina Victoria. - levanta su copa y la bebe de un trago. - Pues si quiere una aventura joven Carnahan puede intentar recuperar dicha joya.

En ese momento el señor Coates se desploma en el sofá de la borrachera que lleva, y Chang entra para decirle que McCallum acaba de regresar de hacerle una visita y parece muy cabreado. Miras el reloj y te das cuenta de que pasaron casi tres horas desde que les diste "plantón".

- Señor Carnahan, debe salir rápido del casino. El señor McCallum acaba de llegar y viene acompañado de un par de policías. Creo que vienen a buscarle por sus deudas.

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09/07/2021, 20:23
Jonathan Carnahan

Como siempre, mi buen amigo Coates empezó a hablar, no sabía si debido a la bebida, a su entusiasmo por esas aventuras de las que siempre hablaba, y que jamás viviría, o para fanfarronear. Pero de eso se trataba aquel juego. Y escuché con atención todo cuanto me dijo, con los ojos abiertos como dos diamantes en bruto, anotando mentalmente absolutamente cada palabra que salió de su boca.

Reina de Saba... oro macizo, piedras preciosas... cementerio de West Norwood... 

Dijo algo de ratas, un robo y una cerradura, pero nada de eso me pareció tan importante como para hacerme desistir. De hecho, parecía un asunto muy sencillo, tanto que incluso ni siquiera me haría falta contar con Rick. Para cuando volviera, yo ya tendría en mi poder aquel collar y sería rico y famoso, o rico nada más, con eso me bastaba.

En el momento en el que se desplomó, mis ojos estaban ya viendo aquella puerta que aún no conocía, abriéndose y un brillo inigualable a pocos metros de mí.

Tuvo que ser Chang quien me despertara de aquel sueño.

-¿Qué? ¡Oh, demonios! Será mejor que marche. ¿La puerta trasera, Chang? -le pregunté, pensando nada más en el collar y sintiendo que casi lo tenía entre mis dedos.

Rápidamente, me levanté y me dirigí hacia la salida de atrás. ¡Ahora no podía permitir que me atrapara, no cuando estaba tan cerca de conseguir lo que hacía tanto tiempo que andaba buscando!

Ni siquiera me preocupé por hacerme la gran pregunta. Si era tan sencillo recuperar el collar y Coates conocía el lugar, puesto que allí era dónde lo había escondido, ¿por qué no había ido a buscarlo?

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18/07/2021, 14:44
Director

Chang te muestra una salida trasera pero parece que McCallum ha divisado tu cogote desde la distancia y escuchas como grita a los dos policías que le acompañan:

- Es aquel...aquel es el estafador que me debe dinero. 

Chang te abre la puerta para que puedas salir corriendo como alma que lleva el diablo, los dos policías aún tardarán en llegar hasta donde estás. Por suerte para ti Chang intentará distraerlos un poco ya que con su tamaño es difícil que puedan atravesar la puerta sin moverlo, la próxima vez que lo veas deberías darle una buena propina al portero.  

Sales corriendo del casino por la puerta de atrás y logras doblar la esquina sin que te divisen por lo que realmente no sabrán por donde te has ido y seguramente desistirán en buscarte. Correr sin saber hacia donde es una tontería y los policías no suelen ser tan tontos...o eso esperas en esta ocasión.

Ahora tienes que llegar al cementerio, y conseguir algunas herramientas para conseguir tu tan ansiado tesoro. Pero, ¿cómo lo harás? 

- Tiradas (1)

Notas de juego

Los Puntos de Estilo que se gasten en el prólogo se devolverán al final del mismo (es decir que puedes usarlos en la medida que creas necesaria, como conseguir equipo, un transporte, etc.). Puedes lucirte en la forma en que lo consigues además ^^ eso podría recompensar con más Puntos de Estilo.

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18/07/2021, 19:07
Jonathan Carnahan

Chang era un tipo que sabía lo que se hacía, lo que significaba que me ayudaba siempre que podía. Ignoraba por qué motivo lo hacía, teniendo en cuenta que yo debía dinero a todo el mundo y que definitivamente, no iba a hacerse más rico gracias a mí, ni él personalmente, ni tampoco aquel local, pero le estaba enormemente agradecido por ello.

-¡Mil gracias, Chang! ¡Te debo una! ¡No, te debo UN MILLÓN! -le grité, sin dejar de correr, mientras me lanzaba hacia la salida trasera. 

El ejercicio físico nunca ha sido mi fuerte; en la universidad, siempre que había que participar en alguna demostración, procuraba quedarme aparte, porque de alguna manera, cada vez que intentaba hacer algo, todo me salía al revés. Lo único que se me había dado siempre bien era la esgrima, y bueno, durante un tiempo hasta pensé en hacer carrera con eso. Quizás la idea de batirme a vida o muerte, pudiendo salir corriendo, no me fascinaba lo suficiente.

Cuando por fin me detuve, una vez consideré que estaba a salvo, me apoyé sobre mis piernas, intentando recuperar el aliento y miré a mi alrededor.

-Pero... ¿dónde demonios estoy?

* * *

Según la información de Coates, el tesoro estaba escondido en el cementerio de West Norwood. Llegar hasta él no sería difícil, pero conseguir todo lo que necesitaba, a saber, herramientas para forzar cerraduras, como palancas, destornilladores y esas cosas que hacían sudar tanto, una buena linterna, y una buena pala... bueno, eso no era tan sencillo.

Aquella noche todavía podía hacer bastantes cosas, así que una vez conseguí regresar a donde tenía el coche, después de ocultarme durante un tiempo prudencial, sabedor de que no iba a poder usar el coche porque quizás mi querido amigo estuviese plantado justo delante de él para atraparme, le hice señas al primer taxi con el que me crucé para regresar a la mansión. Podía conseguir todo cuanto necesitaba de la casita del jardinero y ni siquiera tendría que inventarme una excusa. Me felicité ante otra buena idea que había tenido (y ya iban unas pocas en la misma noche) y cuando el taxista llegó y me bajé, me miró con cara extraña.

-Oiga, no vivirá usted aquí, ¿verdad?

-P-pues... sí. ¿Ocurre algo? -le pregunté, dándole el dinero de la carrera. El taxista volvió a mirar el caserón y después a mí, comprobó el dinero y negó con la cabeza.

-Estos millonarios excéntricos -murmuró, antes de guardarse el dinero y ponerse en marcha.

-¡Quédese el cambio! -le grité, invitándole a que no tuviese remordimientos por no darme las monedas que me debía.

La reja estaba cerrada. Por supuesto; y las llaves estaban en el coche; por supuesto. odía llamar para que me abriesen, pero Alfred estaba tan mayor que podía darme el amanecer antes de que llegase al portero. Maldije por lo bajo y me dispuse a saltar la reja, y por supuesto, cuando llegué abajo...

-¡Oh, mierda! -exclamé, mientras me echaba a correr, otra vez, en dirección hacia donde no estuvieran ellos, que casualmente, estaba cerca de la piscina y la caseta del jardinero, intentando aplacar su furia sin dejar de moverme -. ¡Perritos buenos, perritos buenos!

Los perros corrían como dos demonios, aunque no hubiera visto nunca a uno correr, y finalmente, tuve que lanzarme a la piscina. Esos dos nunca me habían cogido cariño, por lo que mis esperanzas de calmarlos eran básicamente nulas. Habitualmente, como llegaba en coche, identificaban el vehículo y se quedaban tranquilos, por no decir que la puerta de la casa estaba tan cerca que no disponían de tiempo material para atraparme.

Pero en aquel caso, fue todo un milagro que consiguiese llegar a la piscina. Allí tuve que permanecer, nadando, en el centro de la misma, hasta que finalmente, decidieron que había algo más interesante que yo y desaparecieron. 

-N-no me fío de vosotros -dije, tiritando de frío, mientras nadaba para acercarme al borde. Temeroso, apoyé mis manos, miré en todas direcciones y finalmente, conseguí encaramarme fuera, y reptar como una babosa, agotado después de tanto esfuerzo, hasta que mis piernas estuvieron fuera del agua -. T-tiene que haber... una manera más sencilla de hacerse... rico....

Cuando por fin hube reunido las fuerzas suficientes, me puse en pie y me dirigí hacia la caseta, que por supuesto, estaba cerrada con un candado. La idea había sido buena, pero estaba encontrando un problema detrás de otro. Podía despertar a la servidumbre, pero la verdad era que no me apetecía despertar a nadie si no era necesario. Así que miré a mi alrededor, en busca de algo que me permitiera hacer saltar el cerrojo, hasta que vi un rastrillo dejado en el jardín próximo. Lo cogí, introduje el palo por el candado para hacer palanca... y listo, rastrillo roto.

¡Maldita tecnología china!

Lancé el rastrillo al suelo, busqué una piedra y esta vez sí, después de golpearlo tres veces, saltó por los aires, permitiéndome coger una pala, una linterna, algunas herramientas básicas y una mochila para llevarlas.

Por último, me dirigí hacia el garaje para coger otro coche, no el que más me gustaba, pero cualquiera que me permitiese llegar al cementerio. Tuve que correr otra vez los últimos cien metros porque Atila y Júpiter volvieron a la carga, pero esta vez estaba preparado. La puerta del garaje siempre estaba abierta y pude ocultarme sin problemas.

Dentro del coche disponía también de un mando para abrir la puerta desde dentro, así que ya no tuve más problemas. Estaba empapado y sudoroso, pero en marcha. Dentro de unas horas, sería rico por mis propios medios y estaba seguro de que ya no tendría ningún problema más.

Afortunadamente, no miré lo que llevaba arriba.

Notas de juego

Pues yo creo que no me hace falta gastar, porque te lo he razonado, pero si crees que sí, me lo dices ;)

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25/07/2021, 14:44
Director

<H2>Cementerio de West Norwood</h2>

Visitar un cementerio no es agradable de día, pero de noche además de seguir siendo desagradables es tétrico. El silencio reina en los alrededores del camposanto y solo el ulular de alguna lechuza y el aleteo de algún murciélago rompen la tranquilidad de la noche.

Aparcas el coche cerca del muro que rodea el cementerio, sabes que al menos habrá un guarda y puede que algún cánido que lo acompañe. Pero el cementerio es inmenso y es raro que te cruces con él a estas horas de la noche. Normalmente suelen hacer la ronda antes de la medianoche y cuando el alba comienza a romper, aunque siempre es mejor tomar precauciones.

Lord Coates te indicó que el collar estaba en las catacumbas que discurren por debajo del cementerio, así que tiene que haber una entrada. Ese debe ser tu primer paso: encontrar la entrada a las catumbas.

Saltas el muro que rodea el cementerio con facilidad gracias a un viejo tocón de árbol que casi te sirve de escalera. Caminas por el camposanto y por fin ves la entrada de las catacumbas, es una entrada con aspecto tétrico.

La puerta a la luz de tu linterna ves que ha vivido lo suyo, no te será difícil abrirla a pesar del candado que la refuerza para evitar la entrada a las catacumbras. Con un golpe de la pala el candando se rompe y accedes a las catacumbas.

Paseas por las catacumbas, al respirar notas el vaho de tu aliento. La temperatura es menor a medida que caminas por los pasillos y salas bajo tierra. El olor a humedad es fuerte, y escuchas los sonidos de las ratas caminando cerca de tus pies, pero ninguna de ellas decide cruzarse en tu camino para tu fortuna.

En ese momento te das cuenta de un detalle, Coates te dijo donde estaba el tesoro, pero no en qué sitio quedaba. Las catacumbas son mucho más grandes de lo que imaginabas. ¿Hacia dónde debes dirigirte para encontrar el tesoro?

Notas de juego

No hace falta, es más te regalo 1 Punto de Estilo por las desventuras de Jonathan para conseguir las herramientas :P

Tirada de Academicismo. 3 éxitos necesarios para tener una buena idea.

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25/07/2021, 19:25
Jonathan Carnahan

Los cementerios tenían ese ambiente que hacía hablar en voz baja cuando se estaba en ellos y escapar a medida que el sol iba ocultándose. No es que fuese a suceder nada, que hubiera fantasmas y cosas así, o que yo creyese que era posible que los espíritus de algunos de los que allí estaban enterrados saliesen a la caza de cualquier visitante, pero... imponía respeto.

Así que no podía evitar temblar y lo peor de todo era que aún no había entrado y ya tenía miedo. De hecho, ni siquiera había salido del coche.

Un ruido en el techo del vehículo me hizo contener la respiración y mirar hacia arriba, y cuando el maldito perro se deslizó por la luna delantera, lancé un grito que menos mal que no había nadie más en el interior, o de lo contrario, habría perdido los dos oídos.

El maldito perro de Baskerville desapareció en la oscuridad de la noche y yo fui lentamente, calmándome.

Está bien, Jonathan. Tranquilízate. Era solo uno de tus perros, que espero sepa encontrar el camino de vuelta.

Bajé del coche y miré el muro que aislaba el interior del cementerio del exterior, como si se tratase de un mundo diferente. Era muy alto, pero también muy antiguo. Muchos árboles discurrían por todo el perímetro y más de uno hasta casi lo atravesaba, aunque la escalada iba a ser difícil. Finalmente, di con algo que sí podría usar, y que me serviría para encaramarme al muro. Yo no era muy atlético, así que podría con ello.

Un poco de esfuerzo en los brazos... y arriba. Los dos metros del muro parecían mucho más altos desde arriba, pero ya que estaba allí, tenía que continuar, así que traspasé las dos piernas y me dejé caer en el otro lado.

No me hizo falta explorar demasiado para encontrar la entrada a las catacumbas, ni tampoco acceder a ellas. Era un lugar húmedo y oscuro, y rezaba porque las pilas de la linterna no se agotaran. Temblaba de nuevo, y no era de frío o humedad, sino del miedo que me generaba estar allí, además de la repulsión que sentía a causa de las ratas, que se movían sin piedad por el suelo.

-¡Ah, bichos asquerosos! -protesté, levantando un pie e intentando colocarlo en otro lugar, en donde no hubiera ninguna.

El lugar parecía grande, demasiado grande, lo que me generaba un problemilla. ¿Por dónde estaría esa puerta? De momento, me había encontrado con las ratas, pero la puerta... bueno, no debía estar lejos, pero y si me encontraba con una bifurcación y tenía que escoger.

-Bueno, como siempre decía la abuela, guíate por tu olfato -dije en voz alta, sin darme cuenta. Si el pasillo estaba cerrado, el aire debía estar más viciado. Cualquier otro que llevase a un sitio abierto, tendría una mejor circulación.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Pues 3 éxitos justos. XD

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03/08/2021, 13:17
Director

Tu olfato te indica que debes adentrarte más en las catacumbas del cementerio aunque el olor a humedad y a cerrado es común en todos los sectores de las mismas. Recuerdas que en tus tiempos en el internado escuchaste historias de este cementerio, y recuerdas que las tumbas de los personajes más ilustres suelen estar en la zona noble, y en una bifurcación ves lo que parece un pasillo que asciende ligeramente. Si asciende no se inundaría en la época de lluvias de Londres (es decir todo el año), por lo tanto la zona noble estará en ese pasillo.

Decides tomar dicho pasillo y ves como las catacumbas de esa zona son totalmente diferentes que las anteriores. Compruebas que muchas de las tumbas son antiguos panteones familiares. Uno de ellos llama tu atención por las siglas: SICE. Recuerdas que Sir Coates perteneció a la Sociedad Inglesa de Caballeros Exploradores. Las siglas concuerdan y la puerta es sólida. 

Examinas la puerta, es sólida y el aire que emana de dicha tumba es menos húmedo. Debe ser un panteón muy grande o dar acceso a un pasillo que da a una tumba o serie de tumbas.  Ahora solo esta puerta te separaba de una inmensa fortuna.

A lo lejos escuchas ladridos de perros, seguramente el sepulturero o vigilante nocturno del cementerio esté haciendo su ronda. 

Notas de juego

Abrir la cerradura:

Opción 1) 5 éxitos en tirada continuada de Hurto (es decir puedes hacer varias tiradas hasta completar los cinco éxitos). Cada tirada equivale a 10 minutos de tiempo.

Opción 2) Golpearlo con la pala hasta romperla. 6 éxitos en tiradas de fuerza. Cada tirada equivale a 2 minutos.

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03/08/2021, 13:41
Jonathan Carnahan

La lógica, Jonathan; usa la lógica, me dije a mí mismo, cuando caí en la cuenta de que los nobles, estarían sin lugar a dudas en el terreno más seguro y que este, como siempre, no se encontraría abajo, sino encima. Como ocurría en la realidad, los pobres siempre estaban abajo en la "cadena alimenticia" y los ricos se apoyaban sobre ellos para mantenerse.

La zoología y la ecología aplicadas a las escalas sociales. ¿O era al revés?

Me parecía haber leído algo al respecto, pero lo había olvidado con rapidez; no me proporcionaba nada que me fuese de utilidad.

Así que escogí seguir por aquellos pasillos que ascendieran y así terminé por llegar a una zona en donde por las siglas, la posibilidad de estar muy cerca era auténtica.

-Estupendo. Tiene que estar por aquí cerca.

Fue entonces, cuando iluminé el resto del pasillo, cuando me di cuenta de la enorme puerta que había delante de mí, dura como ella sola, lo que solo podía significar que o bien la abría por las buenas, o lo iba a tener realmente complicado.

Miré hacia arriba. Los ladridos significaban que estaban cerca y al mirar la pala, pensé que si la golpeaba, igual que yo podía oírlos a ellos, el guarda del cementerio podía oírme a mí. 

No, no, con la pala no. Quizás... consiga abrirla de otra forma, pensé, buscando entre mis bolsillos algo que pudiera servirme. Tenía monedas sueltas, la libreta en donde había anotado las cosas, y mi llavero. Y el llavero tenía una arandela de metal que si deformaba, podía resultarme útil. Eso haría, pensé triunfante.

Saqué las llaves, las guardé en mis bolsillos y deformé el llavero. Ahora solo era cuestión de tener mano.

Treinta minutos. ¡¡Treinta!!

Me caían los goterones de sudor por todas partes, mientras intentaba abrir aquella condenada puerta. En un par de ocasiones tuve la tentación de dejarlo y empezar a aporrearla, pero por una vez y sin que sirviese de precedente, me mantuve con mi primera idea, la más sensata, y después de media hora, logré que el condenado cerrojo hiciese un "clic" y la puerta estuviese a mi disposición.

Me dolían los dedos, casi tanto como la cabeza, pero ya lo tenía.

Estaba ahí, lo sentía. Dentro de poco sería millonario y no tendría que darle nada a nadie.

Me guardé aquel metal ya deformado, inspiré profundamente y abrí la puerta.

- Tiradas (3)
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08/08/2021, 13:47
Director

Media hora larga te había llevado abrir la puerta, media hora que se había hecho eterna. Los ladridos se seguían escuchando y por el eco de los túneles a veces los notas más cercanos aunque otras veces, por lo que no sabes a cuánto tiempo están de ti.

Abres la puerta con cuidado, es pesada y las bisagras no están en buenas condiciones por lo que al moverlas emiten un fuerte chirrido que se propaga por los pasillos llegando al exterior. Pero eso ahora mismo ya no te importa, hueles que el tesoro está cerca, y la emoción te embriaga.

Tras abrirlas, accedes al interior de la tumba y ves un pasillo largo y estrecho. Sin dudarlo avanzas por el, y notas como los ladridos cada vez son más lejanos. El pasillo te aleja de las catacumbas, sin dudas debe llevar a algún lugar... ¿Pero a dónde? Esa es la pregunta que te estás haciendo, pero tu pregunta tienen rápida respuesta al aparecer unos escalones de piedra que ascienden.

Llegas a una terrorífica puerta, coronado el dintel con una gárgola y la puerta decorada con dos dragones. Sin duda es la puerta que da a la sala de un tesoro. Pero la puerta no tiene cerradura alguna, y no ves la forma de abrirla. Sin embargo tiene que haber alguna forma de abrirla y acceder al tesoro.

Iluminas lo máximo que puedes la puerta y puedes leer algo escrito en ella en latín clásico y luego ves lo que parece un enigma y tres aberturas que muestran números.

El enigma reza así:

El emperador Octavio murió 120 años más tarde de que naciese el emperador Augusto. La suma de las edades de ambos al morir era de 100 años. Si sabemos que el emperador Augusto murió en el 10 d. C.¿En qué año nació el emperador Octavio?

Parece que tienes que indicar el año de nacimiento de ese emperador para poder entrar.

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08/08/2021, 20:06
Jonathan Carnahan

Nunca supe por qué motivo se decía que algo que costaba mucho, era un trabajo de chinos. Quizás porque los chinos trabajaban a destajo en cuanto hacían, o porque resultaba agotador. En cualquiera de los dos supuestos, a mí me costó sangre, sudor y lágrimas liberar el condenado cerrojo, que ni tan siquiera vino acompañado de un redoble de tambores, sino simplemente con un "clic" que parecía indicar que ya podía abrirla.

Y eso hice, empujando con todas mis fuerzas, las que me quedaban, porque pesaba más que media Inglaterra, pero lo peor fue que con todo el cuidado que me había tomado para no hacer ruido, empezó a chirriar de una manera que me temí que en cualquier momento, apareciera alguien para preguntar qué demonios hacía allí.

Pero si aquella era la prueba definitiva, la había pasado y no podía rendirme.

La abrí lo justo para poder atravesarla y cuando lo hice, me encontré con un pasillo que parecía interminable, hsta encontrar unos escalones que subían.

-¿De verdad? ¿Ahora hay que subir? -pregunté, como si hubiese alguien allí para escucharme.

Estaba más que cansado, así que ya podían empezar a ponerme las cosas un poquitín más fáciles, que me estaba pareciendo que todo aquello era como una broma pesada.

Subí los escalones resoplando, sintiendo mis pies tan pesados como si estuviesen hechos de piedra, y al llegar arriba me encontré... ¡¡con otra maldita puerta!!

-Oggg, en serio, quién haya diseñado esto, deberían darle un premio a la tortura más sinuosa y agotadora -protesté.

Tuve que detenerme unos instantes para conseguir recuperar el aliento, antes de echarle un vistazo a la nueva puerta. Empecé a buscar el cerrojo... y me fijé en que no tenía, pero al iluminarla, vi que había algo escrito en ella y tres aberturas con números.

-Oh, enigmas no, por favor. Soy malísimo con esas cosas. Ni siquiera sé hacer sopas de letras -me quejé, amargamente. 

A pesar de todo, leí el mensaje. Lo leí y volví a leerlo como tres o cuatro veces más, antes de empezar a rumiar.

-Vale, vamos a ver. Octavio murió 120 años más tarde de que naciera Augusto. Las edades al morir suman 100 años. Y Augusto murió en el año 10 d.C. Ah, genial. Encima atravesamos la edad de cristo. Ya sabía yo que tenía que haber estudiado mejor los clásicos. Pero venga, vamos a ver. Piensa, Jonathan. Piensa...

Por mucho que pensara, no se me ocurría nada, hasta que me salió un número que me parecía no podía ser, porque ni en sueños tenía aspecto de ser algo tan sencillo. Pero como no perdía nada, hice girar los números hasta colocar los que yo pensaba eran la edad de Octavio:

0 1 1

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15/08/2021, 15:40
Director

Al colocar esas tres cifras en los numerales comienzas a escuchar un mecanismo que parece estar tras las paredes, al poco tiempo un sonido sordo se escucha donde la cerradura y la puerta se abre lentamente. 

El aire que respira al cruzar la puerta no es aire viciado, y detectas incluso un ligero olor a tabaco de pipa y a brea de antorcha. Justo cuando entras las puerta se cierra detrás de ti impidiendo tu huída en caso de tener que realizarla.

La sala está en completa oscuridad, por suerte llevas la linterna y puedes iluminar tus pasos. Lo que debería ser una tumba con un gran tesoro para ti, parece más bien un hall de entrada. Puedes ver que hay cuadros colgados de nobles y caballeros británicos. Caminas sobre una tupida alfombra, sin lugar a duda confeccionada en Persia por los motivos. 

Caminas por la sala que al menos tiene unos cincuenta metros de largo, parece que no hay salida hasta que te das cuenta que en una pared a ras del suelo se ve una tenue luz tintineante. Cuando te acercas a esa parte de la pared escuchas una voz:

- Pase señor Carnahan, solo debe empujar la pared para acceder a esta sala. Entre y háganos compañía, lo estábamos esperando.

La voz te resuelta familiar, es de alguien conocido sin duda. De Rick claramente no, es una voz madura que escuchaste al principio de la noche.

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15/08/2021, 18:28
Jonathan Carnahan

En cuanto introduje las cifras, fue como si de repente el aire desapareciese. Mis pulmones dejaron de moverse y contuve la respiración unos instantes, hasta que oí como el mecanismo de la puerta, el que sin duda se encargaba de su apertura y cierre, empezaba a moverse. Eso hizo que espirara, aliviado.

La puerta se abrió con un chasquido y sin dudarlo, con un picor nervioso en la palma de mis manos, empujé para abrirla. 

Lo primero que me llegó fue aire limpio, lo cual no era muy habitual. Todavía podía oler el que habíamos respirado nada más entrar en Hamunaptra. Era como si no hubiesen aireado el lugar durante miles de años... como así había ocurrido. Pero no aquel; ese aire parecía inusualmente fresco.

Pero aquello no fue lo único que llamó mi atención. Olí también... ¿a tabaco? Eso sí que era extraño.

Terminé de abrirla lo suficiente como para poder pasar y en cuanto la solté, la condenada puerta se cerró detrás de mí, dejándome en total oscuridad.

-Estupendo. Espero que la contraseña para salir sea la misma que para entrar -dije en voz alta, palpando en busca de mi linterna y encendiéndola.

Creía que habría estado en una sala con los tesoros más magníficos que pudiera imaginar y sin embargo, me encontraba en una especie de vestíbulo, con cuadros en las paredes y una alfombra en el suelo. ¡Demonios, si parecía la entrada a un condenado castillo!

-¿Nos conocemos? -pregunté a la gente de los cuadros, sin esperar respuesta.

Finalmente, al final de la sala había una pared con una luz que surgía de una rendija en el suelo, como si aquello más que una pared fuese una puerta camuflada, y como si aquello no fuese suficiente sorpresa, surgió la voz de detrás de la misma, invitándome a entrar, y que además, me conocía a la perfección.

A pesar de que mi garganta se negaba a tragar, la obligué a hacerlo, y entonces, empujé la pared para ver lo que había en el otro lado.

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28/08/2021, 22:09
Director

Entras en una sala iluminada con la luz que procede de un fuego encendido procedente de una chimenea de piedra labrada. Enfrente del fuego hay varios sillones de terciopelo granate y bordes dorados.

Los cuentas y son cinco, pero solo cuatro están ocupados. En ellos puedes ver a tres rostros desconocidos y uno conocido. El conocido sostiene una copa que supones que es de Coates. 

- Bienvenido señor Carnahan. Le presento a los integrantes de la Sociedad Inglesa de Caballeros Exploradores. Al menos los que quedamos todavía en pie - sonríe y te invita a sentarte - Siéntese, por favor. Como verá nosotros estamos sentados aunque puede que sea por la edad, ya que algunos pintamos canas desde hace años.

Un hombre barbudo y muy corpulento te acerca el sillón, mientras otro de ellos te sirve una bebida y te ofrece un puro. Por su vestimenta ves que ha sido militar de carrera, entre las condecoraciones que puedes observar en su uniforme está la Cruz Victoria.

- Entiendo que tiene algunas cuestiones que podrá hacernos las que usted crea necesario. Pero como supondrá le hemos puesto a prueba, y el motivo era ver si era un caballero valeroso para invitarle a nuestra querida sociedad.

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29/08/2021, 12:25
Jonathan Carnahan

Lo último que me esperaba era encontrar alguien allí abajo, que además no solo me conocía sino que parecía haberlo preparado todo para recibirme. Era como si aquella historia del tesoro fuese una trampa y yo había caído en ella sin darme cuenta.

En aquellos momentos, sentía sobre todo curiosidad, pero en mi interior también había una buena cantidad de rabia, contra aquella gente, fuesen quienes fuesen, y contra mí mismo también por lo sencillo que les había resultado tomarme el pelo.

Una vez más era víctima del fracaso; una vez más mis sueños parecían romperse en pedazos y volvía a ser el mismo inútil de siempre, con múltiples aspiraciones y cero éxitos.

Y una vez más se demostraba que mi padre tenía razón al pensar que yo era y sería siempre un fracasado en todo cuanto pretendiera hacer en la vida.

La sala en la que había entrado era, sobre todo, acogedora, de esas en las que muchos podían pasar horas y horas, leyendo un buen libro al calor del fuego, rodeado de cientos o miles de historias que les haría evocar vidas pasadas o nunca realizadas. Para mí, era también un buen lugar, pero no en aquel momento en el que la palabra “fracaso” era la única que venía a mi mente.

A pesar de todo, debía reconocer el buen gusto de quien quisiera que estuviese allí, y la elegancia de su recepción.

Seguramente, debía ser un anfitrión excelente.

Al ver a Coates, entendí, definitivamente, que aquello había sido toda una encerrona. Además de él había otras cuatro personas a quienes no conocía, pero que sin duda debían formar parte de aquella… ¿conspiración?

Entré dubitativamente, mirando en todas direcciones con curiosidad, como si intentase mantener intacta una dignidad que sabía que había perdido al entrar en aquellos túneles y caer en tan lamentable treta.

-Es… ejem…. nn lugar muy agradable, sí señor. Muy agradable –conseguí decir, mientras me acercaba con cierto aire de indiferencia.

El señor Coates me habló con formas relajadas y yo asentí como si nada de aquello me cogiese por sorpresa.

-Eh, claro, claro. Mucho gusto, señores –dije, a modo de saludo, mientras tomaba asiento en un sillón que uno de aquellos caballeros se molestó en acercarme, y cogía la bebida y el puro que me ofrecían.

El sillón era cómodo, pero tan grande que me removí un poco hasta coger la postura que más me convenía.  Tenía las manos llenas y la cabeza llenas de preguntas, y como si Coates fuese capaz de leerme el pensamiento, empezó a hablar sobre todo aquello.

-Y-ya veo. O sea que todo esto… era una prueba. No hay… no hay tesoro, supongo. Ya, no hay tesoro –dije, resignado y claramente defraudado -. Supongo que era demasiado bueno para ser cierto y que yo soy demasiado idiota para convencer a nadie.

Me sentía, más que irritado, agotado de que mi mala suerte me persiguiese siempre, hasta el punto de que sentí que me sería del todo imposible lograr algo en la vida por mí mismo. Sin embargo, había pasado por alto la última parte que Coates me había dicho y caí entonces en la cuenta.

-Eh… ¿invitarme… a su sociedad, dice? ¿A qué se refiere? ¿Quiere que me una… a ustedes? ¿Para… qué? –pregunté con incredulidad y sin entender realmente para qué servía un grupo como aquel.