Partida Rol por web

Hacia finales de octubre los ánimos empezaron a subir nuevamente tras el fiasco que había sido el comienzo de curso. Una semana de vacaciones, con la posibilidad de volver a casa, significaba alejarse de toda esa opresión. Respirar aire fresco, drogarse un poco y volver con las pilas cargadas. Bueno, corría un vago rumor de que los Maddox volvían a tener provisiones, pero pocos podían confirmarlo. Fuera cierto o falso, parecía que en general los pasillos volvían a ser los de siempre, aunque más serios. Vaya, que la jugada había sido maestra por parte del profesorado.

Por eso empezaron a aparecer carteles anunciando una fiesta para los alumnos para la noche del veintisiete (día del inicio de las vacaciones, tras la hora del almuerzo). Una fiesta oficial, autorizada... claro, sin alcohol, pero con lo que ocurrió en la última fiesta underground y el drenaje que suponían los castigos dominicales para los alumnos mayores no es de extrañar que no haya habido otra. A estas alturas había que aferrarse incluso a la sidra más sobria y al ponche más azucarado. Tenían la oportunidad de, si escogían pasar las vacaciones con sus familias, tomar un Expreso a las ocho de la mañana del día siguiente. O sea, que nada de trasnochar mucho.

Buen plan, ¿no? Bueno, el fin del verano y las cosechas todavía es una época importante para muchas familias antiguas de las Islas: la Noche de las Brujas, coloquialmente hablando. Los más puretas todavía lo llaman Samhain, tal como figura en las invitaciones de los alumnos con sangre azul, limpia o simplemente buenos contactos:

No es que los Swann tengan el monopolio de Samhain ni mucho menos, pero esto siempre funciona así: alguien quiere dar LA fiesta, a la que va a ir todo el mundo que es alguien, y para evitar discusiones (o cosas peores) se negocia quién la organiza. Este año le ha debido tocar a los Swann, seguramente para aprovechar y exponer a su nieta en público a ver si le cazan marido o algo. Hay gente que no pierde la esperanza ni con los casos perdidos...

¡Hay que tener bien organizada la agenda social! Todo el mundo quiere hacer cosas cuando hay vacaciones. Pero haced hueco para la tarde del día treinta, porque Las Brujas de Macbeth traen nuevas canciones a la Red Mágica Inalámbrica el mismo día que publican un cancionero: un libro con las letras de sus nuevas canciones integradas en una historia que, cuentan, está muy inspirada en las experiencias de los magos ingleses durante los años de la guerra. Todo el mundo sabe que es un intento de seguir siendo relevantes porque se están haciendo viejos, porque cuentan que en las fotografías y portada del cancionero aparece Cassia O'Bhrendel como personaje y un grupo como ese no recurriría a una estrategia publicitaria como esa sino está desesperado por que los jóvenes les hagan caso. Eh, pero dicen los críticos que está muy bien, muy trabajado y profundo todo. Los fanáticos de toda la vida todavía no se sabe cómo van a reaccionar a todo esto.

¿Y tú, dónde vas a estar? ¿Qué te vas a poner? ¿Con quién vas a ir? No lo dejes para el último momento.

[VIERNES, 27 DE OCTUBRE 2.000]
Hogwarts

Los pasillos de Hogwarts llevan una semana decorados con guirnaldas de hojas secas, calabazas con caras que a veces te asaltan con un "boo" o se ríen maniáticamente. Algún profesor ha debido confundirse y ha puesto también muérdago en algunas zonas, pero nadie le ha dado importancia y no queda del todo mal. A los fantasmas que se han ofrecido voluntarios para cantar con el coro en la fiesta se les ha oído de vez en cuando practicar, incluso de noche.

El viernes, después de la clase de Sanación, el ambiente festivo estalla: algunos incluso pasan de comer por volver a sus Salas Comunes a acabar de empacar, o a preparar sus disfraces para la fiesta. Peeves, que nunca pierde oportunidad de apuntarse a una juerga, ha hecho de alguna manera que en la primera planta no deje de sonar un canto gregoriano bastante tétrico. Por suerte los profesores han podido pararlo antes de las seis, cuando los más puntuales empiezan a acercarse a las puertas del Gran Comedor. 

Las mesas están ya servidas con mucha comida de picar, pero nadie sabe decir qué es a parte de los cestos de manzanas: hay varios platos con órganos muy realistas, ratas, comida de aspecto putrefacto, y algunos incluso con partes humanas cercenadas. Es comida, o eso asegura el primer valiente que se atreve a probarlo, y rica. Sólo tiene formas macabras. Eh, alguien ha encontrado un cuenco con caramelos: hay unos cuantos escondidos entre tanta asquerosidad. El ponche tiene aspecto y color de sangre, pero como todos ya preveíamos está ultra azucarado. La zona de la mesa de profesores ha sido despejada para el coro más tarde. De momento de un gramófono sale un hilo musical de instrumentos de cuerda, nada demasiado radical. Esperemos que pongan algo más movido más adelante.

Estas últimas semanas han sido una puta mierda. Tenía algo de mandrágora y maría (de no tan mala calidad como me había temido) pero casi que eso no me bastaba para paliar la puta ansiedad que me había entrado desde que me llegó la maldita tarjeta y la vergüenza que sentía por la familia que me había tocado. Joder, cómo los detesto. Obviamente, los viejos de mierda no habían podido advertirme antes el pequeño detalle de que ellos organizaban la fiesta este año, no. Me llegó la misma invitación que recibió la mitad del colegio. Muchos de ellos habían comenzado a mirarme de otro modo desde que descubrieron que era una de ellos (por si el maldito escudo bordado en todas mis túnicas no habría bastado). ¿Lo peor? Tenía que ceder a sus caprichos porque necesitaba pasta. No quería depender de los Maddox para tener que consumir, además de que ellos no habían podido proveerme de esencia de billywig o heroína, por ejemplo. En fin, que la vieja me había elegido la ropa (lamentablemente me había ido a buscar al colegio para llevarme a la modista y me habían concedido permiso para salir), que no era tan de “princesa de las flores” (como diría el Dariel de los cojones) como me había temido, y no me sentaba tan mal. Me habían tomado las medidas en mi última visita a Hogsmeade y luego lo enviarían directamente a la mansión de los Swann. Al menos no tendría tantas plumas en el vestido, pero seguro se las agregarían a los accesorios.

Por suerte, habían transigido y me permitieron quedarme en el colegio hasta que se celebrara la fiesta local. Aun me lamentaba por perderme la diversión en Akelarre, pero no me quedaba de otra. Mi único consuelo era que otros (como Cassia, Dariel o Ian Green) estaban igual de atrapados y jodidos que yo. - ¿Creen que me sienta bien el sombrero? – les pregunto a Sigma y a Mack, posando frente al espejo. Normalmente no me preocuparía tanto mi look, pero quería diferenciarme lo más posible del esperpento en que me transformarían los Swann.

Soy el procastinator King para las festividades (o casi cualquier cosa) así que dejo lo del baúl de viaje para la mañana siguiente. Paso. Es demasiado aburrido y no me apetece.  Ha sido un mes duro. Muy duro. Y sin drogas, y sin mono y sin nada que azucare y le dé vidilla a TODO ESTO JODER. Pero lo llevo mucho mejor. Aunque follarme a Ian cada vez me divierte menos, ya no tiene el aliciente del principio. Pero lanzarle puyas a Levi es cada vez más divertido (¿realmente es tan cegato? No puede ser. ¿Eso es que nadie le ha comido la galleta aún? ¿¿Es eso posible??). Uhm, me relamo sólo de pensar en su virginidad absoluta y nívea y corrompible. Eso SÍ es divertido. Cruzarme con April no lo es para nada. Aunque ahora ya nos limitamos a sólo gruñirnos y tal. Según Jules eso es un avance, yo lo llamo ABURRIMIENTO. Debería prenderles fuego a esas estúpidas faldas cortas que lleva y reducir a cenizas esos taconazos que hace resonar por todas partes. Pero lo he superado, que conste.

Mi hermano está más misterioso y comedido de los normal. No sé si eso es bueno o malo. Lo voy a tomar como lo primero, aunque claramente sea la calma antes del estallido de una tormenta, no importa, puedo vivir con eso. No puedo lidiar con mis pesadillas constantes, mis paranoias diarias y encima con mi hermano. Es demasiado, incluso para mí.

-I'm no more a sinner than any man here,

And no less a saint than the priest at God's ear.

But now I am snared, they will punish me well

With a ladder to Heaven and a rope down to Hell.

Will there no mercy be for a boy led adrift

By the feel of warm lips or the flash of a shift.

Will if he who passed judgment knows nothing of lust,

Then he who passed judgment's no man I would trust…- canturreo mientras me doy una ducha en los baños comunes, como siempre, y me preparo para la primera de las fiestas, la menos carismática, pero definitivamente la más divertida, de la larga lista que me espera en estas vacaciones otoñales. Y que no pueda escaparme de ninguna… ya es jodido.

This is Halloween, this is Halloween
Pumpkins scream in the dead of night

This is Halloween, everybody make a scene
Trick or treat till the neighbors gonna die of fright
It's our town, everybody scream
In this town of Halloween

Canturreo felizmente cuando me despierto la mañana del 27 de Octubre. ¿Será por la poción de Julian? ¿O porque Halloween se acerca y, otro año más, está la posibilidad de que algún muerto viviente se lleve a Rosbert y Candy?

La verdad es que ha pasado taaaanto de la última vez que me fumé un porro, que me siento bien despierto. Hasta he empezado a soltar ese discurso de que no voy a fumar más (bueno, secretamente he admitido que alguno en vacaciones... en una fiesta... o antes de buen sexo...), ya que me embota la mente y paso todo el día medio atontad. No como ahora, que me siento tan despierto que hasta me doy cuenta de que tengo mucho tiempo de sobra.

Me aburro. ¿Qué hacía cuando fumaba porros? O mejor, ¿qué hacía antes de fumarlos?

Es por eso que, hoy, me he levantado todo animado y he decidido ducharme, afeitarme los cuatro pelos de la barbilla y ¡cortarme el pelo!

Say it once, say it twice
Take a chance and roll the dice
Ride with the moon in the dead of night

Una vez aseado, sigo canturreando en bucle la misma canción de la película mientras me dirijo hacia el Gran Comedor. Noto algunas miradas, pero no les hago ningún caso. ¡Lo siento! Ya no fumo maría, ni vendo ni nada. ¿Qué? ¿Que Maddox tiene y vende?

— ¡Hey, Remy! —me acerco corriendo a Maddox chico y paso mi brazo por detrás de sus hombros. — ¿Qué he escuchado? ¿Que vuelves a tener perfume Eau de Marié? ¿Me das algooooo? —le miro con ojos de cordero degollado.

¿Qué? Claro, no siento mono pero... aún así, quiero fumar. ¿En serio alguien se creía que iba a dejar de fumar? Pffft, por favor.

Primera fiesta de las vacaciones de Halloween, y digo primera porque cuando pienso en la vacaciones que quedan me agobio yo sólo. ¿Por qué tanta reunión y fiesta? No me apetece, y mucho menos visitar la tumba de mi padre el día 1 como si le echara de menos, como si no hubiera sido el cabrón que era, porque cuando estamos muertos todos somos buenas personas, ¿no? 

Trato de no pensar demasiado en eso mientras me ajusto mi disfraz de espartano frente al espejo de la habitación. Dariel ha ido a ducharse y nuestro compañero...ni idea de dónde está pero mejor porque así he podido ponerme el disfraz tranquilo. Me sienta bien, quiero decir, si tienes los músculos que yo tengo has de buscar algo que los resalte y favorezca, ¿no?. Además, tengo que reconocer que esta...especie de falda (aunque no me gusta llamarla así) es cómoda y como seguramente el Gran Comedor esté climatizado mágicamente, no pasaré demasiado frío.

Salgo de la habitación ya preparado, y me voy directo al Gran Comedor. Iba a esperar a Dariel, pero está tardando y a mi me apetece irme ya. En la Sala Común hay un montón de gente lista para irse, esperando a algún compañero, o haciendo tiempo pero yo tampoco me detengo. ¿Dónde estará Cassia? No la he visto aún y la verdad es que me gustaría verla antes de irnos mañana...aunque es cierto que seguro que coicindimos en alguna fiesta...pero ella tiende a desaparecer en ellas así que por eso no cuento con ello demasiado. Igual que no creo que la vea demasiado durante las vacaciones.

Vale, pienso demasiado en ella. Ya está, ya me callo.

Entro en el Gran Comedor, y menos mal, porque ya empezaba a enfriarme sólo por el paseo. Como pensaba, dentro está la temperatura perfecta así que estaré cómodo en mi disfraz. Miro alrededor, buscando a alguien conocido al que acercarme pero parece ser que llego de los primeros... Oh, ahí está Ian, aunque... Espera, ¿qué coño? ¡Se ha cortado el pelo! Y está rarísimo, pero esto sólo me confirma que mi poción es la hostia, que parece reconducir a la gente por el buen camino y que si la patento igual me forro (más). Me entran ganas de acercarme y decirle algo pero como le veo charlando con Remy prefiero dejarles tranquilos, ya después le comentaré algo.

En fin, me acerco a una de las mesas para pillar algo de beber aunque...echo de menos mis whisky. Qué mal. Quizás pueda conseguir alguna botella ahora cuando salga pero estoy seguro de que nos registrarán de nuevo a la vuelta para evitar más objetos de contrabando.
Supongo que ahora tendré que conformarme con una sidra.

— ...entonces, si salgo de Hogsmeade sobre las dos, incluso tres, de la tarde debería tener el tiempo suficiente para volver a Londres, ponerme el disfraz de putón de sociedad -en serio, tenéis que ver el vestido que me encargaron los abuelos: no les veía tan interesados en impresionar a alguien desde el solsticio de invierno en Carcasona- y presentarme en la mansión Swann a tiempo para Samhain. —estoy pensando mayormente en voz alta mientras me organizo la agenda, sentada con las piernas cruzadas sobre la cama. Mi disfraz no es extremadamente elaborado (de hecho estoy bastante segura de que tendré que romperlo para salir de él cuando termine la fiesta), y me he pintado muy normalita: he estado lista enseguida que me he puesto, y con el tiempo libre hasta tener que bajar me he puesto a repasar lo apretado de mi horario de vacaciones. — Si no vuelvo el día dos será porque me he quedado con mis muertos el día uno. Así que no vengáis a buscarme, por favor. —pido sarcástica a mis compañeras de habitación.

Pero miro de nuevo mi agenda: en total creo que voy a dormir doce horas. En seis días. Menos mal que en el mundo exterior las pociones y drogas ilegales son más fáciles de conseguir. Porque quedarme dormida descendiendo la tumba de pasaje de mi familia empieza a parecer más una realidad que una broma. De hecho en principio no iba a quedarme a la fiesta del colegio, pero me he animado al darme cuenta de que seguramente sea el evento más relajado al que podré asistir estos días.

Antes de bajar me he tenido que apretar el corsé otra vez. Este disfraz lo empecé a principios de mes, para combatir el estrés de todo, y he perdido como un kilo desde entonces: no me aprieta igual de bien. Si veo a Brandon le pediré que me lo ajuste, porque esa magia se le da muchísimo mejor a él, pero no me dejó en claro si se iba a ir hoy o no. Hay poca gente todavía, pero se oye el movimiento por el castillo tanto de gente que va a la fiesta como gente que sale a la estación de tren con sus baúles. ¡Ay, me encantan las vacaciones de Samhain!

Ostras, para el carro... ¿Green? Doy un frenazo antes de meterme del todo en el Gran Comedor, comprobando que es ciertamente Ian Green el que tiene a Remy agarrado. Está rarísimo sin la melena, todo aseado. Sí que es cierto que últimamente estaba como más calmado (para ser él), pero esto ya es otro nivel. ¿Es lo que pasa cuando dejas las drogas? Me resulta eso más escalofriante que la excursión aquella a San Mungo.

— Eh, Green. Estás guapísimo. —le comento antes de seguir mi camino a las mesas de comida. Hay un cuenco enorme con ponche que necesito probar enseguida. Así, si a alguien se le ocurre meterle alguna mierda (no soy tonta, conozco a mi gente) podré notar la diferencia. Creo. Me sirvo un vaso bien lleno y me arrepiento enseguida al notar lo azucarado que está. Con una mueca asqueada empiezo a buscar a quién encasquetarle esto. Lo único bueno es que con tanto azúcar nadie notaría un chorrillo de vodka si se le echara... — ¡J.! —exclamo al ver entrar a Jules acercarse donde estoy, así que zanjo la distancia con unos pasos rápidos ofreciéndole mi vaso. Pero qué coño, ¿por qué va medio desnudo; qué vida injusta es esta? Vale, tengo que dejar de mirarle. Parpadeo, volviendo a subir la mirada a su rostro. — Por favor acábate esto; siempre te comías los dulces que yo no quería. —le pido con un puchero coqueto.

Levi se sentía algo ridículo, pensaba mientras se miraba al espejo ondeando su capa, pero eran las reglas del juego. En Canadá, Halloween (o Samhain, como se lo estilaba llamar en el Viejo Mundo), no tenía tanta importancia. Sí que era una excusa para celebrar un cóctel, pero era una celebración de segundo o tercer orden. Ya sabía que, como mínimo, acudiría tanto a la fiesta de la escuela como a la que organizarían los Swann. En medio, acudiría junto a su padre a un par de reuniones que tendría con algunos peces gordos de Gran Bretaña y Francia, para empezar. Esperaba tener tiempo en algún momento para comentarle mejor lo de su idea con Brandon y Cassia. Si bien los bocetos que había enviado habían sido aprobados, Levi no había dado demasiados detalles acerca de para qué eran, ni tampoco se los habían pedido con demasiada insistencia. Sabía que su padre sentía curiosidad por las siguientes cartas que había recibido, pero el rubio prefería hablar de ello en persona. Se compró el disfraz menos estrafalario que pudo encontrar, sintiéndose un completo imbécil. Esperaría a que algún conocido llegase a la Sala Común para acudir con él a la fiesta. Quizá viniera pronto Dariel, quien parecía llevarse mejor con él de repente.

Tras ducharme y secarme, me empiezo a vestir con el disfraz que he elegido este año. El año pasado me disfracé de Joker (mi favorito, pero lo de repetir traje no va conmigo), así que esta vez he elegido otro de mi elenco de personajes de culto: the Riddle (Enigma), para seguir en la misma línea muggle, porque alguien tiene que traer estas mierdas a flote, por supuesto. Tras ponerme los pantalones y la camisa negra, me coloco la corbata verde bien anudada (me pasé las dos últimas semanas intentando aprender a hacerlo correctamente, que conste, uno no nace siendo tan cool) y paso al pelo. Con un montón de gomina, me lo peino todo hacia atrás (algo totalmente inhabitual en mí, odio los repeinados, pero la caracterización lo requiere, así que me aguanto). Finalizada esa aparte, me lavo las manos, me pongo mis botas negras, la chaqueta verde, me pongo el sombrero tipo bombín del mismo color, me pongo el antifaz y cojo el bastón dorado. Hago un repaso final delante del espejo. Classsssssy… Sonrío satisfecho y me marcho a la fiesta. Sé sobradamente que Jules ya estará por allí porque es un ansias y es incapaz de esperar a nadie, sobretodo últimamente.

Al cruzar la Sala Común veo los típicos disfraces totalmente ofensivos de hombre-lobo, Drácula y sirenas varias. Bullshit! Bueno, igual no soy quien para criticar, ¡pero sigue siendo ofensivo para las minorías mágicas!

-Espera. ¿Levi? ¿En serio, man?- le miro con los ojos achinados – ¿No os enseñan nada en tu país?- no puedo evitar que se me escape un poco de indignación en mi tono de voz. El bendito resentimiento histórico corre por mis venas casi tanto como por las de mi padre, o mi abuelo o mi bisabuela. Pongo los ojos en blanco y tironeo de él para fuera, hacia la entrada.

Nada más entrar en la fiesta, acompañado de Levi, me quedo medio en shock al ver a Ian y su corte de pelo. Disimulo muy bien con una leve subida de ceja y mi mejor cara de póker. ¿Demasiadas pócimas de Crautchin? ¿Demasiadas duchas forzadas conmigo? ¿Algo? Lo que me gusta menos es que esté tan pegado a Maddox, sabiendo lo que sé sobre los Mellizos… No puede ser bueno.

Me quedo dubitativo sobre qué hacer al respecto, entonces veo a Jules disfrazado de gladiador (se me escapa una risa por lo bajo) y a Cassia babeando (¿¿) (se me escapa más la risa). Vale, no soy su madre, Ian puede cuidarse perfectamente él solito, digo yo. O no. También podría distraerme con el nuevo… Me lo quedo mirando, de nuevo. Vale, el disfraz es ofensivo para con los míos, pero le queda jodidamente bien. Eso hay que reconocérselo.

-Vale, te queda bien, aunque sea un topicazo ofensivo y racista- acabo reconociendo, a regañadientes.

Como el primero en salir fue Dariel, Levi decidió irse con él sin entender muy bien a qué se refería con eso de que no le enseñaban nada en su país. Ya había llegado mucha gente a la fiesta. El rubio no puede evitar quedarse mirando a Julian un buen rato. Solo lo distrae el (no) traje de Cassia. Luego, vuelve a observar al Capitán. Se preguntaba si esos músculos los conseguiría solo entrenando o si se debía a la nueva genética. Lo distrae un nuevo comentario un tanto aleatorio de Dariel. – No sé de lo que estás hablando. Y por cierto, ¿por qué te disfrazaste de leprechaun? – le pregunta un tanto fastidioso. Observa alrededor. Eve no había llegado aún. Ni Constantin. Al menos no debía preocuparse porque lo drogasen de nuevo: esta vez era el profesorado quien organizaba la fiesta.

- ¡Te veo luego! -le grito a Cassia desde el lavabo, acabando de maquillarme para el disfraz.

Apenas había escuchado nada de lo que iba diciendo en voz alta, aunque creo que hablaba más para sí misma que para nosotras, así que no importa.

Cuando por fin estoy lista, me miro un par de veces en el espejo haciendo distintas poses con besitos al espejo y mano en la cintura y, como me veo perfecta, esbozo una enorme sonrisa y salgo del baño.

- ¿No vas a ir a la fiesta? -le pregunto a Ivy, con quien parece que he firmado una tregua temporal para, como mínimo, hablarnos de manera cordial... por lo menos los días que ninguna de las dos está enfadada... - Como sea, date prisa.

Salgo del dormitorio y me dirijo al Gran Comedor, donde busco con la mirada a ver donde... ¡ah! ¡Ahí! Me acerco a Cassia quien está con Julian, a quien miro directamente sin ningún tipo de vergüenza, de arriba abajo.

- Vaya obsesión tienes por enseñar músculo, chico. -le digo. - Claro que yo no me quejo, son buenas vistas.

Cojo el puchero y me pongo un poco de ponche sangriento en mi copa. Me mojo los labios y dejo la copa abandonada en la mesa. Demasiado dulce. Nada de alcohol. Basura.

- ¿Qué vais a hacer estos días? ¿Muy ocupados, en la alta sociedad?

De primeras había decidido no disfrazarme para la fiesta. De hecho, hasta me había planteado no ir, pero al final como casi todo el mundo iba (mis compañeras cuarto, Ian...) pues ¿por qué no? Necesitaba distraerme antes de que todo el mundo se fuera a casa por las vacaciones, además mi madre me había enviado uno de mis disfraces favoritos de todos los tiempos: la Mamba Negra de Kill Bill. ¿Cómo no iba a ir aunque sólo fuera para ponérmelo? Claro que es una película muggle y seguro que muchos de aquí ni siquiera me reconocen pero muchos de mi casa, sí, y mis amigos más cercanos también.

Eso sí, tuve que practicar mucho el hechizo de cambio de pelo; las dos primeras veces no lo teñí del color adecuado, la tercera me llevé un susto cuando casi me quedo calva, y a la cuarta, cuando ya estaba en tal punto del cabreo que casi me corto el pelo y me lo tiño de rubio a lo muggle, ¡lo logré! Menos mal porque aún no he cumplido la lista de cosas por hacer antes de cortarme el pelo, y no querría ser rubia ahora con lo que me gusta mi pelo azul. Claro que ¿acaso iba a lograr que Lennon adelgazara? Ja... Ilusa de mi.

Lo que sí hice al "modo muggle" fue ponerme la sangre de pega repartida por el cuerpo y ensayar frente al espejo del cuarto las poses y gestos de "chica peligrosa" que le van a semejante disfraz. Terminando de esto, con Mack y Nissa preparándose también en el cuarto, la segunda habla para preguntarnos si le sienta bien sombrero.

- Estás guapa - le reconozco - Pero ¿vas disfrazada? - dudo porque a mi me parece ropa bastante normal. Claro que mi grado de "normalidad" suele distar del que tiene el resto. Cojo mi katana y ahora poso yo delante de ellas - ¿Qué os parece? ¿Me reconocéis? - pruebo - Y más importante, ¿parezco peligrosa y vengadora? - me río.

Si os estáis preguntando si ya se me ha olvidado lo de Lian: no. Pero he meditado mucho al respecto para llegar a la horrible conclusión de que me porté como una perra con él, y sí, vale...puede que a veces sea una perra pero no con mi mejor amigo de la infancia. Total, que le debo una disculpa y una mejor conversación al respecto. Después de las vacaciones, quizás.

Estas semanas las pasé bastante mejor que la mayor parte del colegio, y es que a pesar de que delante de los profesores había quedado como una yonki, era de las pocas que pasaba bastante del tema drogas. Que si, que si me ofrecen un porrete bienvenido sea, pero la cosa no pasa de ahí. Y dudaba que en ningún momento pasase tras lo ocurrido en la fiesta. Joder, qué mal rato.

- No es mi estilo, pero no está mal. -Comenté, encogiéndome de hombros ante la pregunta de Nissa. Sinceridad ante todo.- Pero si, habría esperado otro tipo de indumentaria.- Añado tras la pregunta de Sigma.

- Brutal. -Apruebo el disfraz de Sigma.- ¿Que si se quién es? -Sonrío y pongo los ojos en blanco mientras saco del armario mi disfraz: un vestido de colegiala, un martillo meteoro, un bote de sangre falsa y lo que parecían restos de algún órgano.- En cuanto vi lo que te había enviado tu madre no pude evitarlo. -Me encogí de hombros y comencé a vestirme.

Con el uniforme ya vestido, casteé el hechizo que hizo que mi pelo fuese tan negro como el carbón y de un liso propio de cualquier asiática. Me embadurné los ojos, cara, manos y mi preciosa arma de sangre falsa y decoré esta última con trozos de carne falsa. La versión de la película era demasiado light en cuanto a gore para mi gusto. Así era mucho mejor.

- Gogo Yubari lista. -Una vez me di por satisfecha con el nivel de sangre y vísceras, posé para ellas con el martillo meteoro en una mano y con la otra haciendo la V con los dedos.

- ¡Venga vaaaaa que llegamos tarde! -Y, como si tuviese un resorte en el culo comencé a moverme con gran prisa, empujando a ambas todo el camino hasta el Gran Comedor.*

- Hostia... ¡BRUTAL! -Exclamé desde la puerta, mirando desde ahí la comida.- Da putísimo asco todo. ¡Me encanta! -Y crucé las puertas.

Tenía que reconocer que estas semanas se me habían hecho un poco cuesta arriba sin mi esporádico sorbo de whisky de fuego... pero es que me gustaba mucho el sabor y la sensación de calor bajando por mi garganta. Es solo eso. A alguna gente le gustan las bebidas gaseosas y a mi me gusta el whisky de fuego. Ya está. Eso no es una adicción.

Cassia sin duda pasaba demasiado tiempo con April. Ya no tenía tanto en contra de esta última pero seguía teniendo el gusto de una barrio-bajera, era un hecho innegable por mucho que se haya enterrado el hacha de guerra. Y Cassia parecía estar tomando apuntes viendo el disfraz. Me limité a alzar las cejas y no decir nada. Aunque tenía que reconocer que las orejitas tenían su gracia.

Al ver a April lista no pude evitar sonreír. Que su disfraz fuese tan parecido al mio del año pasado solo hacía que me sintiese orgullosa por mi elección porque a pesar de cómo nos llevábamos entonces, estaba claro que mi disfraz le había gustado y, posiblemente, le habría ocasionado los celos que yo quería provocar en ella. 
- Claro, en un rato bajo. -Le contesté distraída, aún dándole vueltas a mi disfraz del año anterior y buscando el nuevo en el arcón.

Daba gracias a la Diosa por la magia pues de otro modo no habría podido recrear tan bien el disfraz porque obviamente no iba a arriesgar mi color de pelo de forma permanente por algo así. Y esas cosas que se ponían los muggles en la cabeza que eran pelo pero del de mentira y malo daban cosa. Y olían raro.
Un hechizo rápido transformó mi melena pelirroja en una mata de pelo rubia con algún que otro rizo aquí y allá. El traje fue un poco más difícil de poner, sobretodo por el corsé pero, nuevamente, nada que la magia no pudiese solucionar.

Sarah Sanderson se llamaba el personaje. Era una de las protagonistas de una de estas películas muggles para niños, Hocus Pocus. Muy típica en Halloween. Desde que había visto un trozo un año en la casa de los LeFay no podía quitarme el diseño del traje de la cabeza. Ese corsé y esa falda a capas tan voluminosa y que se movía de una forma tan hipnotizante... ¡Y esos zapatos! 

Di un par de vueltas frente al espejo admirando cómo me quedaba el disfraz, más que satisfecha con el resultado. Con una sonrisa en la cara, bajé al Gran Comedor.

Al llegar, el grupito de siempre (Dariel, Jules, Cassia, April y el rubio nuevo) destacan más que ningún otro grupillo que se haya formado, así que me acerco a ellos sin mirar más allá.

- ¿Truco o trato?

Me quedo mirando el disfraz de Cassia por un momento. ¿De qué cojones va disfrazada? Y a que vienen esas estúpidas orejas de perro moviéndose todo el rato, como si fuera parte de una transformación animaga que ha salido mal… O sea, ¿eso es un disfraz, en serio? Aunque reconozco que, a pesar de todo ese peluche mal puesto, está guapa. Gracias a la Diosa, Levi suelta una de las suyas y consigo salir de mi horror-fascinación por el traje de O’Brendhel.

-Y de nuevo la ignorancia americana. En serio, no te enseñaron nada- pongo los ojos en blanco, exasperado -No voy de Leprechaun, eso sería racista. Voy de Enigma. Eres americano, ¿no deberías saber más sobre cultura muggle?- le miro de reojo, sorprendido de lo poco que sabe, que parece ser que debe ser bastante menos que yo –Como puedes saber tanto de… girmenes muggles y tampoco de su literatura?

Si tenía intención de acercarme un poco más hacia donde están mis amigos, se me cortan todas las ganas cuando aparece April vestida de Elvira la Vampira. No creo que la muy descerebrada sepa ni de qué va, sinceramente. Se lo habrá dejado mi prima el disfraz, casi seguro, tiene toda la pinta, porque se parece al que llevaba ella el año pasado por estas fechas.

-Tsk, whatever - acabo zanjando el debate disfraces racistas-falta de cultura muggle iniciado.

-Trato, siempre trato, prima- le respondo, con una de mis sonrisas encantadoras, a Ivy. La cosa es que me suena de algo el vestido, pero no es como si fuera algo muy extremo, aparte del cambio de color de pelo que es raro, raro, raro.

-¿Has visto ya el corte de pelo de Ian?- le acabo comentando a ésta, mientras dirijo la mirada hacia donde está éste. Sigue todavía colgado del cuello de Maddox. Cada vez me gusta menos.

-Creo que voy a buscar algo de beber y a asegurarme de que Ian no se mete en ningún embrollo más con los Maddox. Vuelvo en seguida – me separo de mi gente para acercarme hacia donde está Ian y de pasada, preguntar por Nissa (y poner distancia con April, no quiero que me amargue la noche su presencia irritante y voluble). No la he visto entrar todavía en la fiesta.  Mientras me desplazo por la sala, busco a nuestra princesa fallida de las flores, con la mirada, sólo para asegurarme de que está bien, hay que cumplir con lo prometido. Entonces las veo aparecer a las Tres por la puerta.

-WOW.

Me quedo paralizado cuando veo entrar primero a Mack vestida de Gogo Yubari (da puto miedo), luego Nissa (¿de qué va disfrazada? De hecho, ¿va disfrazada? Y espera, va en modo comando, ¿sin bragas? Porque si llevara, se le verían por algún lado de esas ranuras de los pantalones ajustados que lleva…) y finalmente el peazo disfraz (askmdskfdkfgj) que lleva Sigma, porque esa es Sigma, ¿verdad? La que se supone que es lesbiana y está liada con la otra americana, ¿verdad? MADRE MIA. Me quedo totalmente en shock con esos shorts amarillos y esa chaqueta tan corta. Me acerco hacia la triada femenina, con una media sonrisa en el rostro.

-Diosa, me encanta esa versión guarrilla de la prota de Kill Bill. Tienes mi voto para Reina de Halloween- me agacho enfrente de Sigma y le hago una reverencia a lo súbdito egipcio. Esto me hace replantearme si realmente es tan lesbiana como yo creía al principio. Igual no. Bueno, igual debería comprobar que mi teoría inicial es cierta y tal, antes de descartarla del todo, ¿no? Porque si luego resulta que no lo es y me lo he estado perdiendo todo este tiempo, lo lamentaré profundamente toda mi vida…

Con todo lo que ha pasado en Hogwarts últimamente, a mucha gente se le ha olvidado que se acercaba Halloween. A Brandon no, por supuesto: fiesta y vacaciones, ¿qué más se puede pedir? Nada, por supuesto. Aunque, como todos los años, la fiesta del 31 va a ser de alta sociedad y Brandon, como un O'Doherty, está obligado socialmente a asistir, como todos los años el irlandés va a intentar escaquearse para ir al aquelarre anual de Hogsmeade, que siempre se le hace más atractivo. No es que no le gusten las fiestas de la Jet Set, pero no es lo mismo ese tipo de fiesta que la que se monta en Hogsmeade con la excusa de Samhain.

Pero bueno, first things first. Lo de hoy es fiesta de disfraces en Hogwarts, mucho más light que lo más light que puedan montar los de La Red, pero no se puede esperar más de quienes tienen que ser políticamente correctos. Para la incorrección ya están los adolescentes.  Y bueno, Brandon tiene su disfraz más que pensado desde hace tiempo: abandonando por una tarde su compulsión por la moda, se ha presentado en el Gran Comedor disfrazado de dios Baco. No es algo muy esforzado, pero es una excusa para lucir palmito, que cada vez quedan menos cuando más se acaba un año y empieza el siguiente. Para estas cosas sí echa de menos Beauxbatons, pero es un mal menor...

La cosa es que debajo de esa toga, a`parte de un cuerpo de bandera, lleva una bolsa encantada con odres, viales y demás contenedores líquidos llenos de vinagre que en el momento adecuado convertirá en vino para hacer su papel de dios Baco.

Entra en el Gran Comedor, ignorando algunas miradas desaprobatorias de profesores al ver su disfraz. Vale que sea atrevido, ¡pero no deja de ser un disfraz! Bueno, da igual...

Una vez en el Gran Comedor, las referencias a la cultura muggle son más que obvias en los disfraces de la gente. No sabría decir de qué va cada uno porque no es tan bueno en eso, pero que son muggles es obvio.

Caminando por el Gran Comedor atrae miradas, claro que las atrae: aparte de estar como un queso enseña más que insinúa, y el chico encantado de la vida en realidad.

— Bonitas orejas — saluda Brandon, con su habitual pluma, cuando se cruza con Cassia; parece que las ha encantado para que tengan vida propia o algo así, porque no paran de moverse y entre eso y su altura hace que destaque más todavía de lo que normalmente hace. Saluda con un toque de cabeza a Crautchin y a Glackstone, sin perder la sonrisa. Está claro que no puedes gustarle a todo el mundo, pero eso no quita que él no tenga nada en contra de esa gente a la que no gusta —. ¿Vino? — sin mucho disimulo, pues empieza ya a haber gente, se saca un vial grande de vinagre y con el encantamiento adecuado hace que se torne en vino —. Como Baco, es lo que toca. Además la señorita Glackstone no parece muy contenta con el ponche...

Dicen que hombre precavido vale por dos, y Lance puede decirse que de precavido tiene un rato. Habiéndose comprado -o más bien mandado hacer a medida en una de las visitas a Hogsmeade- un disfraz sólo por si acaso se veía en la necesidad de ir, finalmente resulta que debe ir, porque se ha ofrecido a dar apoyo a un Sullivan que parecía demasiado nervioso desde hacía unos días. No cree que pueda llegar a ser ningún apoyo relevante, pero hay algo que le impele intentar ayudar a su compañero de casa.

De hecho, el motivo por el que está nervioso le han llevado a hacer la elección de su disfraz: si le hace sentirse "como un bicho raro" y Lance quiere apoyarlo, deberá ser también un bicho raro, por lo tanto su disfraz es nada más y nada menos que de oni. El disfraz son poco más que unas mallas hechas a medida y encantadas para desplegar la forma del demonio alrededor del cuerpo del japonés, cuya estatura ha aumentado sensiblemente gracias a unas alzas. Ahora sería más o menos igual de alto que O'Bhrendel.

En realidad no ha salido de la Sala común de esta guisa: ha salido de ella con las mallas bajo una túnica normal y corriente y se ha cambiado en el baño después de separarse de Sullivan para ir al Gran Comedor sin que nadie de su casa le viera, aunque en realidad es más que obvio quién es. O debería.

Al entrar al Gran Comedor, lo primero que hace es buscar con la mirada a Sullivan y tocarle la espalda por detrás al encontrarlo.

Los alumnos van llegando, la mayoría disfrazados, a la fiesta. Los profesores, que están encargados de vigilar que todo esté correcto y que nadie meta alcohol ilegalmente en el ponche, van circulando de un lado a otro de la sala, manteniéndose alerta y al mismo tiempo, aprovechando para hacer algo de vida social con sus compañeros adultos.

Los encargados este año de la vigilancia de la fiesta son: la profesora Iacomb que va disfrazada de la famosa Reina Pirata, la profesora Sprout que va de calabaza, el profesor Flitwick que se supone que va de Hombre-lobo, pero en realidad parece un Ewok (que nadie se lo diga, por favor), y las profesoras Bakshi y Mckendrik que se han puesto de acuerdo y van de Elphaba, la Malvada Bruja del Oeste y de Glinda, la Bruja Buena del Norte, respectivamente, del Mago de Oz. Y, aun así, Bakshi es la bruja con la cara verde más sexy y hermosa de la historia. A nadie se le ocurriría tirarle un cubo de agua a la cara para que se deshaga…

Por último, el sexy profesor de DCAO, Ashley Lefay, va disfrazado de Houdini, con un traje elegante, varias cadenas enrolladas alrededor de su cuerpo, candados colgando y unos grilletes colgando de su muñeca derecha. Discreto y nerd al mismo tiempo, muy propio de él.

El resto de profesorado apenas se ha disfrazado, se ha puesto sus mejores galas, eso sí, pero nada más. Algunos se consideran demasiado mayores para estas chiquilladas, otros simplemente tienen exceso de dignidad.

Poco a poco, el resto de alumnos que quedaban por venir, van haciendo sus entradas, algunas más triunfales que otras.

Primero llegan juntos Akio, que va vestido de Youko Kurama (una frikada como no podía ser otra) y Kylian, que ha optado por algo más clásico, el zombi de toda la vida. Por detrás suyo, entran Jayce, vestida de enfermera muggle, con una bata muy corta y unas medias blancas muy altas, acompañada de Alvin, que va de rappero. Al poco rato, entran los mellizos Maddox, Remy disfrazado de Blackula y Queen de luchadora mexicana (máscara incluida), seguidos por Nana que ha optado por otra frikada, un disfraz de Catwoman vintage, colgada del brazo de Pierce, que va disfrazado de ladrón muggle. Por último, entran Bash, vestido de sí mismo, pero más exagerado que nunca, junto con Ryan Miller, que va disfrazado de faraón egipcio; las Queenbee (Victoria de falsa gata, Rebecca de la niña de la película japonesa The Ring y Akiko vestida como O-Ren Ishii, katana incluida) y Reed, vestido de auténtico vikingo, sangre y tizne incluido en rostro y manos. Nadie sabe quién da más miedo de todos ellos.

La profesora Bakshi se acerca al gramófono y decide cambiar el tono de la música y poner algo más acorde a los tiempos, que permita que la gente baile y se divierta. La profesora Mckendrik se lamenta de que su ponche no tenga el éxito esperado.

Y la música vuelve a sonar y empieza la parte divertida de la fiesta: ¡el baile!

Mientras, el tal Remy se gira hacia Ian, que se le había colgado del cuello y no paraba de pedirle maría.

-Ehm... no soy Remy, tío. Ya sé que mi disfraz es muy bueno, pero no soy él. No tengo nada para venderte, lo siento. No creo que tarde en llegar, va de Drácula negro- le responde el falso Remy. Lo cierto es que el muchacho jugaba con ventaja, ser metamorfimago es lo que tiene.

-No sé porque pensé que sería una buena idea disfrazarme de Remy, pero meeen, es taaan cool, que pensé que sería divertido, pero es que ya eres la quinta persona que viene a pedirme "cosas"... Si lo llego a saber me disfrazo de minotauro o cualquier otra cosa absurda. ¡Jum!- protesta el chico por lo bajo. Suspira resignado y viendo la cara de desesperación de Ian le señala la puerta cuando ve entrar a los mellizos Maddox.

-Están ahí. Es el de la capa y los dientes postizos...