Partida Rol por web

En Rocacuervo los estandartes segian ondenando con el color de la noche. Aun regia el luto por la muerte de Lord Owen que habia partido a la otra vida sin poder tener de vuelta a sus hijos. Los funerales habian pasado y el señora ahora reposaba con su emblematica armadura en la cripta de la familia en una tumba parecida a la de su padre y la de su abuelo.
 Lady Tyanna convoco a una reunion con todos los miembros de la familia que habian llegado. Habia muchas cosas que hablar, muchas desiciones que tomar y poco tiempo para efectuarlas. Tanto el bando de los Realistas como los Rebeldes exigian nuestra presencia en el campo de batalla. Robert Marchaba hacia Vado Cenizas y la rebelion avanzaba a grandes pasos. Ya no se podia ignorar la llamada de alguno de los bandos.
 La reunion se llevaria a cabo en la sala en donde el Lord se juntaba con sus generales y como era de esperarse se le preparo el asiento del señor de la Casa a Lady Constance que estria acompañada de su prometido Ser Bastian. En la mesa tambien se encontraba Ser Ragnar, Ser Tuomas, El joven Maestre, Ser Daeron. Maese Ezio, Ser Donald Shawney, Merida, Ser Donald Shawney que habia acompañado a la bastarda al castillo. Alvar y Lady Miluda, escudo juramentado de la señora de la casa.
 

Desde que Ragnar se había enterado de que su padre había muerto, habían cabalgado a más no poder. Habían llegado justo el día de la reunión, ni un minuto más, ni un minuto menos. Apenas había podido dejar los caballos y haberse aseado como para poder asistir sin la suciedad de un viaje de varios días de galope. Las monturas habían resistido bien, aunque tendrían que descansar.

Había sido un viaje silencioso, apenas cortado por órdenes esporádicas del líder para dar indicaciones. Más allá de eso, silencio sepulcral. En algunos momentos, alguno de los compañeros de armas de Ragnar habían intentado preguntarle cómo estaba, pero sólo habían recibido: "No estoy bien, pero lo estaré. Ahora no quiero hablar...". Prácticamente todas las veces les había respondido lo mismo, con apenas variaciones.

Su padre había muerto habiéndolo desterrado. Era cierto que no del todo, pero prácticamente había sido eso. Es más, pensó en Ronald y cómo haría para rescatarlo una vez que se hubieran aclarado las cosas en sus tierras. Sus tierras. Ahora le pertenecían a él, por línea directa, pero tenía el presentimiento de que no sería tan fácil como debería. Además, ¿sabría Constance que su padre había muerto? Ojalá supiera algo de ella para poder avisarle, que regresara a su hogar. Ya no tendría que escapar.

¿Cómo habría muerto su padre? ¿Qué le había sucedido? ¿Habría sido asesinado? No era una opción inverosímil, después de todo, estaban en guerra y ellos mismos habían derramado sangre en el torneo de Harrenhal. ¿Cómo estaría su esposa? ¿Y su hijo? Porque de seguro sería un hijo, lo sentía en su corazón. Tantas preguntas y tanto por recorrer... 

...

Cuando los jinetes aparecieron en el horizonte, lo primero que vieron fueron los pendones y banderas negras de luto. Espolearon a sus monturas y entraron raudos al patio de armas cuando los guardias reconocieron al heredero y su Guardia Personal. Desmontaron y dejaron las monturas con los caballerizos.

-Kilaon, Calahad, ocúpense de los caballos y los enseres y después entren- ordenó Ragnar con voz rasposa gracias al polvo del camino -Los demás, conmigo-

Entró imponente con sus hombres escoltándolo cual Guerrero, sin armadura, pero con sus hachas al cinto. Apenas entró, lo recibieron algunos sirvientes, con la noticia de que Lady Constance era la Señora en ese preciso momento. Había regresado... acompañada por un tal Ser Bastian. También le informaron que habría una reunión y que se estaría por llevar a cabo en pocos minutos.

-Díganle que su hermano regresó, y que me alegro que esté aquí. Me pondré presentable y acudiré a la reunión.- les dijo a los sirvientes y luego, dirigiéndose a su escolta cuando estuvieron nuevamente solos -Coman y beban liviano, estén atentos. Apenas puedan, algunos vayan a la puerta de la reunión... los demás, averigüen dónde está mi esposa-

Ragnar no pensaba hacer ninguna locura, pero siempre era mejor estar preparado. En su hermana confiaba ciegamente, pero quería saber qué ambiente se estaba respirando luego de la muerte de su padre. Aún no había podido visitarlo y ya tendría que asistir a una reunión donde seguramente se decidiría el futuro de la Casa. Había que estar preparado...

Subiendo los escalones a zancadas, y teniendo ya preparado el baño, se lavó rápidamente y se vistió de negro. Se colocó el cinto con las armas de nuevo y se presentó a la reunión. Cuando entró, se encontró con que su hermana estaba ocupando el trono de Señor de la Casa Nightwing. Fue una imagen extraña para él, después de todo, por línea sucesoria le pertenecía a él, pero no le molestó: era su hermana y entendía las circunstancias en las que estaban.

-Hermana...- le dijo acercándose raudo hacia ella para darle un abrazo y un beso -Me alegra mucho que estés de nuevo aquí- le dijo expresamente alegre, después de todo, mucho tiempo habían estado separados -Tenemos mucho de qué hablar, pero luego, veo que había organizada una reunión, ¿de qué se trata? Por favor, dime qué ha sucedido...-

Luego, saludó con un fuerte abrazo a su madre, le dio un beso, y le intentó dar toda la seguridad que fuera posible. Pero su sorpresa no pudo ser mayor al ver a su hermanastra en la reunión.

¡¿Mérida?! ¿Qué hace aquí? fue lo primero que pensó, pero luego se dio cuenta que tenían el mismo padre, y que se merecía estar allí por más que había hecho mucho mal a la familia. De su presencia se ocuparía luego... aunque le extrañó que estuviera ya allí cuando él mismo había tardado pocos días en llegar. Apenas le dedicó una mirada y luego se sentó junto a su madre y le dio la mano. Seguramente estaría sintiendo mucho dolor, y aún no sabía las circunstancias de la muerte de su padre.

Quizà no era lo que ella querìa o como ella lo querìa pero ahora estaban ahì y tenìan que seguir adelante aunque su padre no estuviera con ellos; por suerte, ella tenìa a Bastian y por tanto sabìa que la decisiòn que tomaran en aquella reuniòn estarìa avalada por la casa Fossoway o al menos eso querìa creer. Sentada en el lugar de su padre, Constance sentìa una presiòn que nunca habìa tenido en la vida, especialmente porque siempre creyò que aquel lugar era para su hermano pero aùn asì, no era una presiòn que le molestara, se dio cuenta que màs allà del dolor por la ausencia de su padre, se sentìa bien, querìa hacer aquello. Muchas cosas pasaron por su cabeza cuando vio a Mèrida, aunque le querìa, aùn estaba sentida con ella por haber matado a su caballo. No le importaba lo que le habìa hecho a ella o lo que hubiera podido pasarle, sino el hecho de que habìa muerto su preciosa yegua pero ya era inùtil seguir con aquello porque nada tenìa remedio.

Creyò que eso era todo, que el peor mal trago lo habìa llevado no al ver a su media hermana, sino al enterarse de la noticia de la muerte de su padre pero no era asì y lo supo cuando Ragnar se presentò ante ellos, ante ella. Por un momento tuvo deseos de levantarse y concederle aquel lugar, luego su corazòn se detuvo, ¿còmo era posible que fuese capaz de tantas cosas sin proponèrselo con ella? Se mantuvo quieta, con los ojos brillosos, aùn recordaba cuando le habìa confesado lo que sentìa y aùn recordaba que habìa sido todo en vano, tambièn pensò entonces en la mujer de Ragnar que permanecìa encerrada y alejada de todos, màs aùn de los hombres de su hermano para quien fue imposible hallarla. Entonces recibiò aquel beso y en cualquier otro momento el abrazo la habrìa destruido pero ya no, no iba a permitirle tener poder sobre sus sentimientos nunca màs. Lo dejò saludarla y abrazarla pero no respondiò a ninguno de los dos. Sì, tenìan que hablar pero aquel no era el momento.

Cuando su gemelo se sentò junto a su madre, ella tomò la mano de Bastian que estaba cerca, èl era su fuerza, asì lo habìa decidido desde que lo vio aquel dìa antes de volver cuando se dijeron todo lo que habìan callado. Juntos podìan hacer grandes cosas y asì lo tenìa decidido la joven pelirroja.

-Madre, nos habèis reunido aquì por algùn motivo y ya que estamos todos, os suplico que hablèis.

Mirò a Mèrida, luego a Ragnar y por ùltimo a su madre. Iba a ser un largo dìa.

Ante la noticia y los sucesos ocurridos, no podia hacer mas que asistir a esta reunion, por mas que estuviera en desacuerdo con la misma, se que pese a mi opinion o postura al respecto con lo sucedido....debo respirar profundo y asistir...se que era lo que mi Padre hubiera querido.

No me iba a acercar a nadie , no queria hablar con nadie o queria saber nada de nadie , estaba alli y punto, si debia ocupar un lugar en la mesa seria lejos de mis hermanos, no me acerque a saludar ni nada, solo me sente en silencio con una mirada fria en el rostro y ya.

Todo se iba a los Siete Infiernos. Con Lord Owen muerto, todo el apoyo y los favores para mi gremio que había ganado a fuerza de trabajo duro y leal se habían ido al garete.

Había salido a cumplir una misión de lo más difícil solo para enterarme de que el Lord había muerto en mi ausencia y que ahora el sillón de regente en Rocacuervo lo ocupaba Lady Constance. El escenario era de lo más bizarro. ¿Cómo había hecho la fugitiva para encontrar el camino de regreso a su hogar en el momento justo en que su padre descansaba con sus antepasados? Ahora se sentaba en el lugar de poder, pero no iba a durar.

La mesa estaba de lo más nutrida. Como de costumbre, me senté al lado del maese Ezio, pues siempre conseguía hacerme sentir más tranquilo el estar acompañado por un colega de trabajos delicados y complejos. Esta iba a ser una reunión de lo más agitada y estaba seguro que encontraría en el jefe de asesinos un aliado fuerte.

Mi mirada pasaba por todos los ocupante de la habitación, examinandoles a conciencia, en búsqueda de algún comportamiento o signo que delatara sus pensamientos mientras soltaba extremadamente débiles notas de la flauta de hueso tallada. A comparación de la mayoría de las reuniones a las que asistía, esta vez iba vestido del negro obligatorio del oficio y portaba todos mis aceros a la vista.

Constance se levantó de pronto, parecía un león enjaulado.

-Tomaré la palabra como lord de esta casa pero sólo mientras madre se aclara y para pedir a mi hermana Mérida que me vea apenas termine esta reunión. Por favor...

Era todo lo amable que podía, al fin y al cabo quería a su hermana. Se volvió a Ragnar.

-Vos y yo...

Se acercó a él tomando su mano para que la siguiera.

-Hablemos ahora, esto no se puede demorar más.

Y se dirigió al que fuera el despacho de su padre, confiando que él la seguiría.

Lo primero que sintió Ragnar al escuchar las palabras de Constance fue enojo. ¿Lord? ¿Ella? Ese era su lugar, y seguramente su hermana lo sabía. Pero luego pensó que tal vez lo hubiera hecho con razón ya que él no estaba y parecía que ella había llegado mucho antes que él.

Cuando se acercó a él, Ragnar la tomó de la mano y la siguió, alegre realmente de poder conversar con ella en privado antes de que sucediera vaya uno a saber.

-Estoy de acuerdo...- llegó a responder cuando salían de la sala con su gemela.

Cuando finalmente cerraron la puerta tras ellos, Ragnar la abrazó y cuando se separaron, habló.

-¡Constance!- le dijo con una sonrisa radiante -¡Cuánto me alegra que hayas regresado! Todo lo que hicimos para buscarte parecía inútil... ¿quién te enseñó a esconderte así? ¿Álvar? ¿Ezio?- preguntó en broma -Dime qué sucedió, tanto en tu viaje como aquí... ¿Por qué te fuiste? ¿A dónde fuiste? ¿Qué le pasó a nuestro padre?-

Ragnar tenía mil y un preguntas para hacerle a su hermana, y ahora teniéndola junto a él se percató de cuánto la había extrañado durante la ausencia de ésta. Por más que con su esposa había comenzado a forjar una buena relación de confianza y amor, con su hermana habían pasado toda la vida juntos y eso era difícil de reemplazar.

Constance cerrò la puerta del despacho tras ellos y se sentò sin màs sobre la mesa mirando a Ragnar con incredulidad, hacìa una y otra pregunta sin pararse a dejar que ella respondiera. Era obvio que la habìan buscado pero lo que no era obvio era la manera en que èl le hablaba como si no hubiera pasada nada, como si todo estuviera bien y su padre no estuviera muerto como bien lo estaba. Ella negò con la cabeza, estaba ejecutando en su cabeza las respuestas, las sensaciones, todo lo que no tuviera lugar entre ella y su hermano mayor.

-Son demasiadas preguntas y no me dejas responderte ninguna.

Su tono era seco pero directo, aùn asì se notaba que le dolìa y si èl la conocìa bien, entendiò pronto que aquella charla no iba a ser la normal de un reencuentro entre hermanos.

-Es mejor que tù me digas què pasò con padre... ¿por què te enviò lejos? Porque sè que ha sido èl, a ti y a nuestro tìo... Quiero saber què pasò.

La pelirroja se levantò, caminò hasta èl y se plantò frente a èl miràndolo a los ojos.

-Te casaste... ¡Te casaste! Aùn cuando yo no estaba aquì, te casaste...

La frase iba acompañada de un peso acusatorio que èl nunca antes habìa visto en ella, habìa dolor y eso tambièn era verdad. Ella tomò a su hermano por sorpresa de la ropa y se puso levemente en puntas de pie.

-Por tu culpa ahora soy el lord, padre lo ha dejado estipulado asì y tù... Tù vienes aquì tan tranquilo preguntando por tu esposa... Necesito saber ahora què pasò entre padre y tù.

Tardò unos instantes pero luego lo soltò dàndole la espalda porque no querìa que la viera a punto de llorar.

Ante la primer respuesta seca de Constance, Ragnar supo que algo andaba mal y que tendría que armarse de paciencia. De todas formas, el amor estaba presente, y él veía mucho dolor en su hermana. ¿Qué habría vivido? ¿Qué causas habían hecho que escapara? ¿Arok, él mismo? Escuchó en silencio todo lo que le planteó su hermana gemela pero con la atención fija en ella. Nada se le estaba escapando al heredero de la Casa Nightwing.

Cuando ella se dio vuelta, él que se había quedado cerca de la puerta, clavado en donde estaba luego de la reacción de Constance, caminó lenta y suavemente hacia ella. Le apoyó las manos sobre los hombros e hizo que se diera vuelta. Sus ojos tenían el brillo de quien está a punto de llorar, y a Ragnar le tocó el corazón.

-Hermana... me gustaría poder ayudar a mitigar tu dolor, y si contarte todo lo que hemos vivido sin tu presencia ayuda, entonces lo haré- dijo Ragnar con la voz pausada para luego acercar dos sillas y enfrentarlas -Siéntate, conversemos como si nadie estuviera esperando nada, hablemos como antes...-

Ragnar sirvió dos copas y le alcanzó una a ella.

-A pesar de que me gustaría saber qué sucedió con padre, cómo murió... te contaré lo que sucedió luego de que te fueras- comenzó Ragnar mojándose los labios con el líquido de la copa -Cuando te fuiste, padre y yo estuvimos involucrados en unos combates nocturnos en Harrenhal, ¿sabías? El Príncipe Targaryen estaba organizando una rebelión contra su padre, y nuestra casa apoyaría la causa. Desde ese momento, y luego de que tú te fueras, padre cambió drásticamente. Comenzó a beber mucho, de día, de noche... no era el mismo. Desconfiaba de todos y veía traidores en todos lados.- hizo una pausa porque el dolor de saber que su padre había muerto estaba presente, y verla a Constance, tan parecida a él en muchas cosas, hizo que la voz se quebrara.

Se llevó la mano a los ojos, tapándolos de la posibilidad de que su hermana viera debilidad en él. Cuando se sintió repuesto, apenas un momento después, retomó la charla pero esta vez el que tenía los ojos con brillo era él.

-El problema fue cuando los Baratheon y los Stark se levantaron en armas y ahora nuestra lealtad tenía que dividirse- su voz comenzó a retomar la seguridad anterior -Nuestro padre estaba convencido de seguir leales a la Corona, mientras que yo le expresé que sería mejor mantener una postura cautelosa para ver a quién apoyar, teniendo en cuenta que con los Baratheon tenemos... o más bien teníamos una relación buena. Durante esa reunión, hubo algunas personas en desacuerdo y por ello decidí que tomaría cartas en el asunto para velar por la seguridad de la Casa. Comencé a buscar mis propios informantes con la esperanza de encontrar lo que pudiera significar una amenaza para nosotros. El problema mayor llegó de la mano de Ronald.- hizo una pausa y volvió a hablar luego de tomar un trago -Ronald nos citó a Álvar y a mí en una taberna para conversar. Olía a conspiración, pero tenía que ir para ver qué traía entre manos Ronald, y ni hablar Álvar. Él es un espía y no estaba seguro de cuán leal era al fin de cuentas. Tenía que ir. ¿Qué hubieras hecho?- no esperó a la respuesta de su hermana ya que para él mismo estaba siendo algo bueno contar todo ya que su padre no había querido escuchar su versión completa de los hechos -Ronald planeaba destituir a padre si era bueno para la Casa... pero en principio apoyaríamos la su parecer. Cuando quise comunicarle lo que había averiguado a nuestro padre, Álvar se había adelantado y nos habían mandado a apresar. Padre no quiso escuchar y nunca me creyó por lo que nos sentenció a ir al Muro. A la mañana siguiente, parece que algo de su parecer cambió, ya que cuando estábamos dejando las tierras de nuestra casa atrás, mis hombres de la Guardia Negra se destaparon y me dijeron que Padre me daría una oportunidad para "reivindicarme" y me dieron un escrito suyo- Ragnar rebuscó entre sus ropas y encontró lo que para él habrían sido las últimas palabras de su padre, se lo extendió a su hermana -Y en eso estaba, cuando me enteré que había muerto...- el dolor había regresado.

Luego de un momento, Ragnar continuó relatándole a su hermana lo sucedido.

-Y sí, me casé. Padre había organizado todo para hacerlo cuando volvimos a casa. También se casó nuestro tío...- dijo con voz cansada Ragnar -Me hubiese encantado tenerte con nosotros cuando me casara... ¿por qué te fuiste?- el tono no ocultaba el dolor que sentía, él también se había sentido traicionado: primero por su hermana al escapar sin decirle nada, y luego su propio padre al no creerle y condenarlo... y ahora el segundo estaba muerto.

Era evidente que las cosas no estaban bien pero claro, con la muerte de su padre nada podìa andar bien. Quizà debiò hacer ir a Mèrida con ellos para no quedar tan desprotegida en cuanto a sentimientos pero ya era tarde para eso y cuando èl puso sus manos sobre sus hombros se dio cuenta que podìa ceder a casi cualquier cosa que Ragnar le pidiera, era como ella pero en su versiòn masculina. A pesar de querer resistirse o de que su mente le dijera que lo hiciera, no lo hizo y por el contrario, tomò el asiento que su Ragnar la ofreciò. ¿Querìa mitigar su dolor? Quizà pero era tarde para ello y ambos lo sabìan o al menos esperaba que èl lo supiera; la verdad es que cuando se fue, nunca pensò que no podrìa volver a ver a su padre y decirle lo mucho que lo amaba. Estaba enojada con ella misma por eso tambièn.

Tomò de un solo trago el vino que le dio y ella misma, mientras no perdìa detalle de lo que le estaba diciendo, se sirviò màs. Dudò un instante pero luego se llevò consigo la jarra de vino y lo mirò a los ojos mientras bebìa, esta vez lentamente. Combates nocturnos en Harrenhal que ella no tenìa ni la màs minima idea, ni siquiera tenìa idea de por dònde estarìa cuando eso sucediò, rebeliones que su casa apoyarìa y luego, claro, parecìa que la culpa habìa sido de ella o eso al menos pareciò asì cuando Ragnar lo mencionò: Padre comenzò a beber cuando tù te fuiste. Pero no tenìa sentido decir nada porque ya todo habìa sucedido y preferìa seguir escuchando a su gemelo. Debìa haber una razòn para que su padre comenzara a desconfiar de todo el mundo, ¿habìan interrogado a Àlvar? Lo harìa ella ahora que el maldito espìa habìa vuelto. No se le escapò el hecho de que al joven Nightwing se le quebrara la voz, sin duda era por su padre porque debìa estar sintiendo lo mismo que ella cuando llegò a allì y no lo culpaba, eso habìa sido una de las cosas màs dolorosas de su vida.

Quiso apartar sus manos, abrazarlo como cuando eran niños, como cuando fueron màs grandes y èl la dejaba acercarse a èl sin temor a algo màs. Se odiò a sì misma por sentir lo que sentìa y se cruzò de brazos sin dejar de mirarlo, sin perderse ni uno solo de los detalles que le estaba dando. Y aquì volvìa a retomar una historia que para nada le estaba gustando a la joven pelirroja, los Baratheon, los Stark, ¿en què estaba pensando todo el mundo? Seguir leales a la corona debìa ser lo màs sensato pero aùn tenìa que consultar algo al respecto con Bastian porque Ragnar no pareciò estar de acuerdo con eso nunca, quizà aùn querìa esperar pero lo cierto es que ahora y de momento era ella quien debìa tomar aquellas decisiones por màs que a nadie le gustaran, sin embargo, no dijo nada.

¿Asì que eso era? Ronald habìa iniciado todo aquello y a Ragnar le habìa tocado caer por intentar componer todo aquello o intentar enterarse què se traìan entre manos aquellos dos y habìa salido mal o lo que le sigue, por ello estaban fuera. Era evidente que su padre no estaba en todos su cabales o hubiera escuchado a Ragnar como siempre lo habìa hecho. Sin embargo, a ùltimo momento parecìa haber recapacitado y le enviò una carta, quizà era esa su salvaciòn pero no estaba muy segura, no lo estaba de nada. Tomò el escrito y aguardò a que èl terminara de contarle todo aquello. Era obvio que sentìa dolor por la muerte de su padre, tambièn era obvio que iba a ocupar su lugar cuando se fuera, Ragnar no hubiera querido traicionarlo.

Constance sujetaba aquel escrito con fuerza, miràndolo a los ojos y con un nudo en la garganta, no tenìa nada que retrucar a ello y sabìa que lo que ella tendrìa que decir a continuaciòn no serìa fàcil, que quizà lo hiciera enojar o quizà no, tenìan un vìnculo que estaba quebrado y sòlo habìa algo capaz de unirlo de nuevo. Se reacomodò en su asiento y bebiò lo que quedaba en su copa, no era nerviosa lo que estaba, estaba enojada, triste, ansiosa, todo lo que tuviera que ver con aquello era algo que no podìa pasar asì como asì. No abriò el escrito, aùn no. Claro que lo habìan casado, quizàs ni siquiera pudo negarse pero aùn se habrìa casado estando ella. Decidiò que era su turno de responder.Respirò profundo antes de comenzar a hablar.

-Entiendo que todo lo que habèis pasado no fue fàcil... Pero no ha sido fàcil para ninguno de nosotros, para padre menos que para nadie. Yo lo lastimè al irme y estoy segura que vuestra intenciòn no fue lastimarlo bajo ningùn punto de vista pero èl no lo sabìa, aùn asì, os dio una oportunidad y no os la quitarè yo.

Puso el escrito a un lado, se sirviò màs vino y volviò a mirarlo, habìa làgrimas en sus ojos.

-Èl me hizo volver y dejò escrito que el trono era mìo pero..., antes me preguntaste algo y me fui por muchas cosas pero la màs importante has sido vos. No podèis pretender que no lo entendèis o si lo deseàis sì pero me habèis preguntado y os respondo con la verdad. De todas maneras, no sè mentirte...

Se secò las làgrimas, nuevamente hizo un alto pero se veìa que no estaba ni cerca de terminar.

-Aprendì cosas en Dorne y tambièn me comprometì con Ser Bastian porque ha sido necesario despuès de lo que pasò entre èl y yo...-habìa un cierto dejò de inseguridad en esa frase pero Ragnar no podìa estar seguro de si le estaba mintiendo.-Pretendo seguir adelante con lo que padre querìa pero antes tengo que deciros algo:-bebiò otro trago y suspirò.-Cuando lleguè a aquì hice sin saber còmo estaban las cosas, hice prisionera a vuestra esposa... Odiadme si lo deseàis pero van a pasar muchas cosas antes que la libere.

La pelirroja se levantò, se acercò a èl, se arrodillò ante èl para que sus ojos estuvieran a la misma altura.

-Sè que pensàis que el trono os pertenece por sucesiòn pero hay un papel de padre cedièndomelo a mì. De todas maneras, os doy a elegir entre vuestra esposa o el poder y yo.

En este punto la muchacha no titubeò ni un poco, estaba dicho y no iba a ceder, eso era màs que evidente.

Ragnar la escuchó con atención. Su hermana se estaba abriendo como un libro abierto y el valoraba mucho eso. Sentía que algo de la antigua relación había regresado en un momento de tanto dolor como el que estaban transitando ambos hermanos. Él también se había mostrado tal cual era, y ahora necesitaba que ella entendiera su situación, como la de ella misma. No había querido interrumpirla para que terminara de hablar tranquila, y cuando lo hizo, no pudo contener una lágrima cayendo por su mejilla izquierda y que se perdiera en su tupida barba.

-Constance, ¿qué te ha sucedido?- le preguntó tomándola de las manos y arrodillándose frente a ella –Lamento que hayas sentido que lo mejor era irte de tu hogar, especialmente que haya sido por mí. Lo entiendo y justamente por eso no te culpo por haberte ido. Fue la forma que tuviste en ese momento. Me hubiese gustado saberlo al menos, te podría haber ayudado, pero veo que pudiste conseguir a alguien para que lo hiciera por mí- un dejo de celos había en el tono, pero muy sutilmente -¿Con que te has comprometido con Ser Bastian? ¿Ya se han acostado?- Ragnar sería directo y franco, esa era la intención en todo momento.

Luego de que le respondiera, proseguiría, tenía aún muchas cosas para decirle a su hermana.

-Entiendo también que hayas tomado prisionera a mi esposa, después de todo, no sabías qué había sucedido entre padre y yo. Pero sí quiero saber algo, ¿dónde la tienes prisionera? Espero que no en los calabozos… y, ¿a qué te refieres con que van a pasar muchas cosas antes de que la liberes?-

Sentía un dolor muy grande y no se molestó en ocultarlo. Su propia gemela, Constance, ella, lo estaba queriendo hacer elegir entre lo que le correspondía por sangre y lo que significaría su sucesión.

-Constance, no puedes hacerme elegir entre esas tres cosas- sus ojos estaban brillosos nuevamente a raíz del dolor de escuchar a su hermana tomando esas decisiones –Sabes que el trono me pertenece por derecho divino y sanguíneo, haya el papel que haya, en Poniente nadie permitiría que una mujer gobierne una Casa grande como la nuestra- el odio hacia Dorne reflotaba con esa conversación –No estamos en Dorne, hermana, y justamente no quiero que pasemos por dolores mayores. Si Padre te ha querido legar el trono, te aseguro que ha sido antes de que me perdonara. Sufrió mucho al pensar que su propio hermano e hijo lo habían traicionado, y esa fue la única manera que debe haber encontrado de mitigar su dolor: recobrar a su hija perdida. Es una buena acción que me lo cedas, porque los hombres de la Casa no te seguirían, mucho menos si has estado lejos. Y estamos en guerra, ¿crees que Bastian podría comandar a las tropas que padre y yo hemos estado comandando hace tiempo? Sólo acarrearía ruina para nuestra Casa.- hizo una pausa para que fuera entendiendo la situación en la que se encontraban.

-Entiendo tu dolor Constance, pero este no es momento para darle rienda suelta y sufrir de más por ello. Tú misma me has dicho que te has comprometido con Bastian, disfruta de ello mientras puedas porque los hombres morimos en tiempos de guerra, y si yo lo hago, tú heredarás, eso tenlo por seguro. No tientes al Destino queriendo algo que no puedes tener porque los Dioses son sabios y a la vez implacables. Deja que ocupe el lugar que me corresponda y haré que nada te pueda suceder. Tú serás mi principal consejera, gobernaremos juntos. Mi esposa será mi esposa y progenitora de mi descendencia, porque así he jurado ante los Dioses, pero nunca llegaremos a tener el entendimiento que tenemos entre nosotros. Tú podrás gobernar cuando yo esté en el campo de batalla, pero no quieras tomar cargas que no podrías llevar a adelante. Es para lo que me preparé toda mi vida… y no puedo renunciar a eso, ni tampoco a perderte a ti, hermana mía, ni a renunciar a un juramento que hice ante los Dioses con una noble de una de las Casas más importantes de Poniente.-

Él se arrodilló ante ella tomándola de las manos y las palabras comenzaron a salir de su boca sin parar pero aunque en principio parecía que él estaba por ella, como siempre, como cuando eran niños, decía algunas cosas que le dejaban bien en claro a la joven que eso no era así, que algo se había roto y que con eso roto era muy difícil continuar una batalla juntos. No se le escapó la lágrima de Ragnar, cosa que era muy complicada en él pero como estaban aconteciendo los sucesos, ya no le sorprendía. Bajó la mirada hasta sus manos tomadas, enlazadas entre sí sólo para darse cuenta que haberse ido no había servido de mucho. ¿Qué le había sucedido? Él le había sucedido, la muerte de su padre, el amor de Bastian, le habían sucedido demasiadas cosas como para que no se comportara de distinta manera aún con él.

-No importa lo que me haya sucedido es evidente que para vos lo mejor era que yo me fuera lejos y así olvidarte de lo que te había confesado, ¿no es así, hermano? Y me habrías ayudado, no lo dudo ni un poco. Me dejaste muy claro qué era lo mejor para ti y quizá incluso para todos porque si alguien se daba cuenta sería la ruina de nuestra familia...-ella hizo un alto jugueteando con sus dedos y los de él.-No deberías preguntarme tan así si me he acostado con mi prometido pero en honor a la verdad, debo decir que él todo el tiempo se había negado, había sido un hombre en toda la extensión de la palabra pero lamentablemente no es tan fuerte como vos y finalmente cedió a mis argucias, eso también es lo mejor para vos y para mí, ¿no lo crees?

Constance sabía que todo aquello que su hermano hacía era porque creía que debía mantenerla calmada o todo se iría a los infiernos porque él más que nadie conocía su carácter caprichoso y de algún modo eso dolía más que si hubiera venido a exigir lo suyo con autoridad y prepotencia.

-No voy a poner a la hija de una distinguida familia en los calabozos, no soy tan tonta como puedo aparentar. Está en una de las torres... Pensé que valdría de algo tenerla pero como veo que no, descuida, puedes llevártela cuando quieras, no me opondré a eso. Es tu esposa y no tengo por qué mantenerla yo, ni a tu hijo-soltó sus manos y acarició su mejilla.-Si tenerla te hace feliz, yo te lo concedo.

Ragnar dolía más que la muerte de su yegua, más que el haber partido, más que la muerte de su padre, más que todo eso junto y él no se daba cuenta porque estaba interesado en una sola cosa y ni siquiera tenía reparo en disimularlo.

-No son tres cosas, son sólo dos pero ya has elegido, eso es evidente...-volvió a tomar sus manos y le sonrió a pesar de que estaba llorando.-Sé perfectamente que no estamos en Dorne como bien decís pero también sé que alguna vez las cosas van a cambiar en estas tierras, quizá haya llegado el momento. Ya veremos si nadie lo permitirá, no soy yo la que ha tomado esta decisión, fue padre y cuando llegué aquí el hombre de confianza de nuestro padre me recibió como lord de esta casa pero, ¿sabes qué? Si lo que te importa es el trono a mí no me necesitas para gobernar porque según tus propias palabras: no sirvo para esto y en teoría, mi prometido tampoco... Ni siquiera vale la palabra de padre y su último deseo... ¿Deseas que simplemente claudique y te ceda lo que es tuyo como me decís? Quiero entender tus palabras como algo bueno y grande, como amor a la casa, como cariño a tu hermana pero por más que intento puedo ver sólo el primero, el cariño hacia mí te hace verme dos escalas más abajo que incluso a tu propia mujer pero lo entiendo... Digamos que era lo que esperaba...

Soltó a su hermano porque estaba apretando sus manos con fuerza, más de la necesaria y se levantó con cierta dificultad porque su pierna a veces aún dolía.

-Realmente no entiendes nada y evidentemente sé disfrutar con Bastian hasta donde es posible y necesario o no sería mi prometido, sino sólo el hombre que me alejó de vos... Si tú mueres heredará tu hijo y tu mujer, para eso se casaron...-se mantuvo de pie mirándolo desde allí sin que las lágrimas dejaran de caer.-No estoy tentando nada, ¿quieres el poder? Pues bien, que se decida con los consejeros y con tu madre allí porque ella fue la última que habló con padre. Si vamos a faltar a la palabra de él, lo harán ustedes y no yo... Si no puedo tener el derecho de gobernar porque ustedes así lo disponen, me iré pero no quedará sobre mí el faltar a la voluntad de nuestro padre. Por mí no has de renunciar a nada, ni a nadie, ni a ella... Estoy segura que es lo que ambos merecen.

Se secó las lágrimas y le tendió una mano para que se levantara, luego lo abrazó y le dijo al oído:

-Vos conseguiste matar lo último que me quedaba, si tu deseo es gobernar esta casa, no será una muerta quien lo impida...

Lo apretó fuerte con ella y luego lo soltó, no había rastro de una sola lágrima en ella.

-Creo que está todo dicho, hermano. Volvamos y que se decida todo de una buena vez. Ordenaré que liberen a tu mujer ni bien termine la reunión o quizá para ese momento puedas hacerlo vos.

En la sala de reuniones todas las personas de influencia de la casa estaban ocupando sus lugares y esperaban que la señora de la casa de por iniciada la reunión.
 Constance volvía a entrar junto a su hermano así que los presentes supusieron que podían dar inicio.
-Tenemos varios asuntos que atender, Algunos son de máxima urgencia por lo que no podremos salir de esta reunión sin haber concluido con todos.- Dijo Lady Tyanna.
-Sin embargo no puedo dejar pasar un tema que tal vez no sea urgente pero si importante.- La mujer giro y miro a su hija, la actual señora de la casa.
-¿Que debemos hacer con Ragnar Nightwing que conspiro contra su padre y su familia? La mujer no miraba a su hijo la decepción que sentía había mermado mucho del cariño que podría tenerle.
-Además debemos saber qué hacer con Merida Storm que supuestamente había sido llevada a un convento por ordenes del anterior Lord y padre de la bastarda Owen Nightwing.

Apenas ella comenzó a responderle, Ragnar no dejaba pasar un momento para responder. Constance parecía que había interpretado mal sus palabras, y no quería que mantuviera esa forma de pensar.

-En ningún momento dije que eso fuese lo mejor, Constance, ¿cómo puedes pensar eso de mí?- preguntó visiblemente angustiado ante la malinterpretación de sus palabras –Sólo dije que si eso era lo que realmente sentías hacer, yo te ayudaría, pero siempre quise que te quedaras junto a mí donde pudiera protegerte y escuchar tu voz… y lo sigo haciendo, hermana mía-

Sentía el dolor de ella, lo entendía, lo vivía. Pero lo que no podía entender era esas intenciones de que el poder recayera en ella.

Malditos dornienses… infectaron la mente de mi hermana… lo van a pagar…

-Pero sí eres impulsiva, te conozco y tú me conoces, yo también lo soy y probablemente lo habría hecho con tu prometido- respondió Ragnar con una leve sonrisa de puro amor por su hermana, después de todo, era hasta tierna en esas circunstancias, sólo que parecía que los dornienses se habían metido en la cabeza de ella.

Una mueca de enojo apareció en su rostro -¿Es que acaso en Dorne te han hecho odiarme? ¿Acaso Bastian lo ha hecho? Porque si es así lo mataré, destruiré cada castillo y cada aldea de aquel sucio desierto-

-Dime, hermana, ¿para qué querrías sentarte en ese trono de cuervos? ¿Acaso no me crees cuando te digo que padre me había perdonado? Si creyera que no eres capaz, no te ofrecería gobernar en nombre mío… además, ¿por qué dices que mi cariño es inferior? ¿Acaso no te lo he demostrado un millar de veces? Si crees que por mis palabras eso es así, estás equivocada, mi interés en este momento es que salgamos más unidos que antes, que nos protejamos entre nosotros en tiempos de guerra. Y sí, quiero proteger a la Casa porque así puedo protegerte a ti, a mi hijo y a mi esposa… a mi pueblo y a mis hombres. Sólo así puedo hacerlo. ¿Qué crees que podría hacer un hombre desheredado más que morir en un combate anónimo? Nada… nada de nada.- hizo una pausa para recuperar el aliento, su respiración se había agitado ante la perspectiva de perder a su hermana -¿Por qué insistes en enfrentarnos? Podemos estar unidos, como siempre lo hicimos… pero necesito de tu apoyo. No quiero que algo se interponga entre nosotros sólo porque padre murió sin aclarar las cosas-

Se acercó a ella cuando ésta se levantó. La tomó en sus brazos y sus rostros se enfrentaron una vez más.

-No quiero que te vayas, no quiero enfrentarme a ti y que eso signifique que nos separemos una vez más. Necesito tu consejo, tu presencia, tu agudeza y tu inteligencia. Sabes tanto como yo que debo estar en aquel trono, pero no quiero hacerlo si en el camino tengo que dejar a mi hermana ir de nuevo. Si es así como quieres hacer las cosas, prefiero irme con mis hombres a luchar y morir por una causa ajena, con el dolor de saber que abandoné a mi familia y mis derechos por una muerte que dejó destrucción a su paso-

Antes de salir había tomado el papel que Constance había dejado y no sin un resquemor interno, salió a la sala del concejo. Ragnar se había sentado de nuevo en donde lo había hecho por primera vez y no pudo ocultar su sorpresa al escuchar que su propia madre, su mentora en ser diplomático, con la persona que más relación tenía después de Constance y su padre, lo tildaba de traidor.

-Madre...- comenzó a hablar aún sorprendido -No puedo creer que pienses que puedo haber sido un traidor. Además mi mera presencia debería demostrarte que padre me perdonó... tengo testigos de ello, ¿necesitarías de ellos para creerle a tu propio hijo? ¿Por qué estaría aquí y no camino al Muro?- le dijo prácticamente sólo a ella aunque no bajó la voz. A decir verdad, no podía controlar mucho la forma en que estaba hablando. Le interesaba que los demás lo supieran, pero realmente en ese momento pensaba sólo en que su madre creía que había sido un traidor.

Otra herida más para el heredero. ¿Desde cuándo se había ganado tanta desconfianza de parte de su familia? ¿Qué había hecho mal para que todos pensaran que podría ser un traidor?

No había en el mundo nada que la hiciera ser tan débil como el amor que tenía por Ragnar. Se miraba en sus ojos y se sentía completa, lo que sentía por Bastian no se asemejaba en nada a eso y ella lo sabía perfectamente pero además de eso, no era capaz de sentirse culpable por ello. A pesar de que ya no quería saber nada, lo escuchó, repasó cada una de sus palabras y ella sabía perfectamente que él quería ese lugar, que se había preparado para ello y posiblemente su corazón estaba ablandándose a ese respecto.

-Calla... ¡Calla Ragnar! ¿Como podría yo odiarte, cómo? No lo ves, no lo entiendes o prefieres hacer como si no estuviera ahí porque para ti es menos doloroso... Porque eres de alma buena y respetas lo que nos han enseñado pero está aquí, lo voy a sentir hasta el día que me mueras aunque tú odies ese sentimiento y no a mí...

Quería irse, no haber vuelto. El destino era cruel y la había obligado a volver sólo para enfrentarla a él y en circunstancias que nadie hubiera imaginado. La tomó entre sus brazos y ella no pudo soltarse o si pero no quiso, respiraba agitadamente, quería alejarse lo antes posible pero no había manera de que esos ojos no la hiciera permanecer ahí.

-Yo te creo, creo que padre te perdono. Se que no nací para ocupar tu lugar o el de Owen... Todo eso yo lo sé pero no me pidas que gobierne cuando no estés, no me pidas que ocupe otro lugar que no me pertenece... Si vas a gobernar, vas a hacerlo con tu esposa, como debe ser. Y no tienes de qué preocuparte, no de Dorne y no de Bastian... Nadie, ni siquiera tú, podrás hacer que te odie...

Lo apartó suavemente, respiró profundo y se secó las lágrimas.

-Creo que es hora de volver.

Dejó que su hermano hablara porque no tenía sentido alguno interrumpir, debía dejar que se defendiera. Cuando él terminó, ella cogió el documento que lord Owen le habia enviado a Ragnar para que volviera.

-Madre, señores, hermano, hermana... No es nada fácil estar aquí y menos por el motivo que nos reúne.

Miró a si madre y le dio el documento de Ragnar.

-Es de padre, se lo envió a Ragnar cuando estaba lejos. Tratemos de darle el beneficio de la duda, sé qué podrá explicarte lo que sucedió... En cuanto a Mérida...

La pelirroja miró a la otra pelirroja y sintió miedo de que por su cabezonería hiciera alguna estupidez.

-Necesito aMérida conmigo, sea cual sea la decisión que juntos tomemos hoy aquí, ella, si así lo decide no ira a ningún lado más que aquí a mí lado. ¿Qué decís, hermana?

Era obvio que las cosas tendrían que cambiar. Luego miró a Bastian, odiaba hacer aquello pero tenía que hacerlo, así que le sonrió y luego miró a Ragnar.

-Ragnar quiere lo que considera que le pertenece... Y yo necesito saber quién aquí está de acuerdo con ello...

Miró unos instantes más a Ragnar y luego a cada uno en el salón. Si iba a haber una guerra era mejor que empezará cuanto antes.

"Esto no tiene buena pinta.... Oh claro que no."

El exiliado no tan exiliado y la fugada no tan fugada se retiraron a hablar en privado. Espere callado, atento a mis alrededores. Guarde la flauta y me enfrasque en la capucha, como si un frío se apoderara de mi cuerpo.

¿Qué pasaría con mi gremio?¿Y conmigo? Si Ragnar se alzaba Lord, no sería fácil convencerlo de que las represalias por haberlo entregado no serían necesarias; en cambio veía pocas dotes de mando en Constance, quien tenía todas las pintas de ser una niña caprichosa que corre y escapa cuando algo sale mal...

"Entre la espada y la pared..."

Aún así, en un momento de guerra había que tener un comandante. Ragnar era la única buena opción y no sería la primera vez que estuviera en un apuro tan grande, y ya había salido bien parado innumerables veces.

Por fin volvieron a entrar. Rápidamente Lady Tyanna tomo la palabra y planteo dos temas rápidos y concretos. Lo de Ragnar era comprensible para ser tratado ahora, pero lo de la bastarda podría haber esperado hasta el final de la reunión. De todos modos guarde silencio y deje que la viuda de Lord Owen leyera el documento y nos iluminara a todos los presentes sobre su contenido.

En un juicio justo a Ragnar le fue quitado su derecho a gobernar esta casi así como también se le quito el arma de la familia.- Dijo Tuomas -Queda claro que no tiene mi apoyo para asumir, si este consejo toma la determinación de devolverle el puesto entonces tendrán que conseguir también un nuevo castellano.-