Partida Rol por web

Ayudado por Merida y Daeron, Constance llegó a la habitación asignada al Maestre, el joven erudito ya tenia todo listo para poder atender a la muchacha, desde vendas, tablillas y calmantes hasta cierra de amputación.

-Recuéstenla en la cama alta.- Pidió el joven a el caballero y la joven arquera.
-¿Como se encuentra mi señora? necesito que me diga con exactitud done le duele y como se ha producido la herida.

Antes de que la chica pudiera contestar la puerta se abrió de golpe y Ragnar entro en la habitación.

Uno de sus compañeros de armas de la Guardia Negra había visto entrar a Constance ayudada por Ser Daeron y supieron que si no le avisaban al gemelo antes de que se enterara por otro medio, habría represalias.

"¡¿Qué sucedió?!" había preguntado Ragnar a sus hombres cuando le dijeron que seguramente estarían con el Maestre en esos momentos. 

El Heredero había salido apresuradamente derecho hacia las dependencias del joven Teo. Abrió la puerta tempestuosamente haciendo honor a su tierra de nacimiento.

-¿¡Qué sucedió?!- rugió mientras se acercaba a su hermana, suavizando su voz para dirigirse a ella -¿Estás bien, Constance? ¿Qué pasó?- se notó que le estaba costando mantener esa postura porque la ira lo había tomado.

Constance sentía mas dolor cada vez aumentaba más y ella sentía que el aire le faltaba. No se dio cuenta como llegó a las dependencias del maestre pero fue la cara que reconoció. Las palabras de Teo le devolvieron a ese lugar e intento responderle pero no pudo porque en ese momento su intempestivo gemelo.

-Ragnar...

Pero el saludo a su hermano quedó ahogado por un grito de la joven que sudaba frío y balbuceaba algo inentendible. Sujetó la mano de Ragnar y miró al maestre.

-Ojalá pudiera deciros... Yo...

Menudo susto me dio el portaso de Ragnar, pero mas que nada el verlo asi de molesto, aunque me costaba quitar la vista de mi hermana, estaba preocupada aun no sabia si mi flecha le habia dado o no, estaba muy mal , realmente me sentia mal...y no queria que le pasara nada malo.....

No dije nada, solo espere que Constance hablara, y le contara a nuestro hermano lo que paso, en un momento pense en cerrar los ojos como para no sentir tanto dolor con el golpe que seguro me gane.
 

-Vamos Constance, ¿estás bromeando?- preguntó el caballero pero, al darse cuenta que probablemente Ser Daeron y Mérida hubieran estado con ella, los interpeló con un tono de voz más fuerte del que normalmente usaba -¡¿Qué sucedió?!- 

Ragnar la veía a su hermana magullada y llena de tierra...

¡Por los Siete! ¿Qué sucedió?

Constance miró a Ragnar y luego a los otros, tenía que pensar rápido.

-Arok está muerta... Muerta...

La joven echó a llorar pero sin bajar la cabeza. Mantenía la mano de su gemelo apresada por el dolor.

-Daeron, Mérida, dejennos solos.

Pero no aguardó para responder a su hermano con lágrimas de dolor físico y emocional en los ojos.

-Fue un accidente, Arok se encontró una serpiente y reparó. Intenté controlarlo pero fue inútil, ambos caímos, él sobre mí y... Y... Se rompió una pata, Mérida tuvo que sacrificarla... Ragnar, necesito que vayan por ella y la entierren, no quiero que se quede allí solita...

Constance intentaba salvar a Mérida a pesar que estaba demasiado enojada con ella pero Ragnar la conocía demasiado bien, la comunicación entre ellos llegaba a otro nivel y podía darse cuenta que algo no cuadraba en la historia de su hermana.

Esto no iba a salir nada bien , este era mi pie para salir que aqui y eso haria....Sali de la habitacion apenas pude para ir con Angus, un paseo por los alrededores me harian bien.

Cuando su hermana comenzó a hablar, tuvo que volverse y dejar a los silenciosos acompañantes sin la oportunidad de dar una respuesta.

Algo anda mal... esto no cuadra... Arok no se asusta fácilmente, es tan de batalla como Rompefilas...

Ya su hermana había dejado la habitación y Daeron la había seguido obedeciendo las órdenes de Lady Constance Nighwing, la gran actriz... pero que a su hermano  no engañaba.

Ragnar hizo un gran esfuerzo por aplacar su enojo para que en el tono de su voz no se trasluciera.

-Constance- le dijo lo más tranquilo que pudo -No me mientas... Arok fue entrenada igual que Rompefilas y ambos se podrían enfrentar a un ejército sin encabritarse siquiera... ¿Realmente está muerta? ¿Qué sucedió?-

De pronto reparó en el maestre, que aún no quiso intervenir, probablemente por el humor de Ragnar en ese momento.

-Disculpe Maestre, atiéndala mientras tanto...- le dijo aunque ya el muchacho estaba manos a la obra -Constance, dile qué sientes y después me cuentas...- le dijo a su gemela mientras le sostenía la mano ya que seguramente estaba sintiendo mucho dolor.

Constance tenía los ojos llenos de lágrimas, no podía evitar que resbalaran por su rostro que estaba enrojecido. Pensaba en Arok y el dolor se recrudecía en ella, era como una flecha clavada en ella precisamente, Mérida no le había disparado a ella pero casi. Respiró profundo y exhaló, ahora Constance estaba más enojada con el mundo que antes y si Mérida creía que aquello iba a ayudar a Daeron, lo cierto es que había servido para todo lo contrario. Intentaba ganar tiempo pero sabía perfectamente que a su gemelo no podría mentirle por mucho tiempo, es más, estaba segura que no lo había engañado ni un poco pero ganó tiempo diciéndole lo que sentía.

-Me duele la rodilla y el tobillo, es como si tuviesen fuego por dentro y...

Pero Constance no podía seguir hablando, se le atragantaban las lágrimas más sabía que no se había roto nada porque podía mover su pie. Se olvidó o trató de olvidarse del maestre y acercó su rostro a Ragnar, él más que nadie sabía el lazo que la unía con la yegua y sabía también que era una perdida enorme para su hermana. Hundió su rostro húmedo de lágrimas en el cuello de su hermano y le dijo suavemente al oído de modo que no escuchara el maestre.

-Tenéis razón, no fue un accidente pero no puedo decirte delante de Teo.

La joven pelirroja miró a Ragnar a los ojos y sollozó.

-La perdí para siempre, Rag...

-Va a tener que esperar para hablar entonces.- Dijo Teo mientras seleccionaba alguna herramientas. -Mi señor Ragnar necesito que la señorita Constance me preste atención a mi para saber como puedo proceder.- El maestre no era grosero en ningún momento pero se mostraba su desesperación ante la situación.

-Estamos tratando un golpe por caída y un posible aplastamiento, Digame lady Constance donde le duele exactamente.-

Constance miró a Teo y asintió.

-Donde más me duele es la rodilla, por dentro...

Dudaba mucho que pudiera seguir soportando el dolor, en cualquier momento se desmayaría.

Ragnar se apartó sin dejar de mirar a su hermana. Se quedó en silencio mientras el Maestre revisaba a su hermana, ni siquiera le había respondido a éste ya que se había quedado pensando en las palabras de su hermana, y en especial el tono.

Su mirada era fija, amorosa, pero también llameante. Tenía muchas sospechas, pero ninguna certeza, y sí o sí tenía que esperar a que su hermana estuviera mejor.

El Maestre asintió y comenzó a trabajar, tomo tablillas vendas y algunas herramienta. A pesar de ser tan joven Teo trabajaba con seguridad con velocidad. Al cabo de varios minutos la pierna de la chica estaba entablillada y vendada.

El trabajo realizado permitía a la chica poder camina y moverse de igual modo que si tuviera la pierna totalmente sana.

-Bien ya estarás bien, pero debes tener mucho cuidado, quiero ver esa pierna periódicamente para tratarla y que no pase a mayores.-

Constance le dio las gracias al maestre.

-Vendrè a veros, muchas gracias.

No podìa creer que fuese tan eficiente pero se lo agradecìa, entonces mirò a Ragnar.

-Hermano, me ayudarìais a llegar a mis aposentos?

Asì podrìan hablar tranquilos.

-Yo me ocupo desde aquí, Maestre- le dijo Ragnar ayudando a su hermana a incorporarse –Muchas gracias por todo, no sé qué haríamos si no estuvieras, Teo- agregó intentando verlo como el joven que realmente era, pero la cadena alrededor de su cuello le hacía difícil verlo tal cual era.

Pasándole un brazo por encima de los hombros para ayudarla a caminar, Ragnar caminó hacia la habitación de Constance.

-Ahora puedes contarme lo que realmente sucedió…- le dijo con tono seco, no enojado, pero que no dejaba lugar a réplicas.

Ya en su alcoba y notando la actitud de su hermano gemelo, Constance se sintió aún más miserable por lo que había pasado, no sólo por su pierna o por su preciosa yegua, sino por Mérida porque sabia que a esas alturas ya no podría mentirle a Ragnar. Se apartó lo suficiente para dejarle espacio y se sentó en un pequeño sillón.

-Seré breve, acusé a padre de hacer una tontería al ponerme a Daeron como guardia. Los tres estábamos montados, yo por delante, Mérida detrás y Daeron aún más atrás... Mérida quiso hacerme ver por qué papá me ponía un guardia y que yo no sabía cuidarme por mi sola si sucediera algo, quiso darme una lección pero su flecha hirió a Arok que cayó, yo con ella y el resto es historia... Te suplicaría que no le dijeras a padre nada. Es lo último que te pediré en la vida...

Lo miraba fijamente desde donde estaba. Deseaba despedirse de él pero Bastian le había dicho que sería peligroso. Por suerte podía ocultar el verdadero motivo de sus lágrimas, llorando por Arok.

Ragnar había dejado sentarse a su gemela mientras hacía todo lo posible por que tuviera las cosas necesarias a mano y no levantarse. A las doncellas que había en la habitación las mandó afuera, pero con órdenes de estar cerca para que les dijera un par de cosas. Luego se sentó junto a su hermana y escuchó con atención la historia que le contaba Constance.

-No lo puedo creer...- dijo estupefacto, pero a la vez se le notaba en el rostro que estaba enfurecido -¿Cómo me pides algo así? Mérida está loca si cree que puede hacer algo así... siempre la tratamos como una igual, pero al final demuestra lo que se dice de los bastardos- continuó hablando cada vez más enojado -¿No harás nada? ¿Dejarás que ella se salga con la suya habiendo matado a Arok? ¡Arok, Constance! No era una montura cualquiera...- parecía realmente entristecido -...era la gemela de Rompefilas...-

Mientras le soltaba esa cantidad de palabras, el heredero se había levantado y caminaba de un lado a otro.

-Mérida no puede seguir así... Padre tiene que enterarse...- le dijo a Constance habiéndolo pensado un poco -Si ha hecho eso sólo para demostrarte eso... ¿qué crees que podría hacer? Siempre supe que padre no tendría que haber permitido que entrenara con armas...- y recordó por un momento a su prometida -Al menos no con el carácter que tiene esa chica...- 

Espero que Lady Manderly no sea ni la mitad de impulsiva que Mérida...

Constance miró a Ragnar, estaba muy enojado y ella muy triste por Arok pero no quería mas a Arok de lo que quería a Mérida.

-Pero, hermano... Si le digo a padre será un gran dolor para él y... Yo sé que Arok era especial, ¿no crees que ya lo sufro bastante? Sé que pudo haberme matado pero no era su intención lastimar a Arok o a mi... Sé que tienes razón... Yo...

La pelirroja estiró la mano hacía él y lo miró con todo el amor que era capaz de dar.

-¿Vale la pena decírselo a padre? So crees que es así, hazlo... Yo no tengo el valor... No quiero saber nada de nada ni de nadie...

Una lágrima se escurrió de sus ojos y luego otra mas sin que ella pudiera hacer nada para contenerlas.

-Será un dolor... pero tiene que saber que una de sus hijas, la bastarda, casi mata a su hija legítima y gemela de su primogénito...- respondió con firmeza Ragnar, para luego suavizar sus palabras al ver las lágrimas que recorrían las mejillas de Constance -No puedo creer que no haya querido lastimar a Arok... porque en cuyo caso habría querido darte a vos, lo cual no tiene excusas... además, es muy buena arquera, pero te podía dar a tí- le dijo mientras la abrazaba -Sabes que si le digo a Padre, querrá tu versión de los hechos... ¿lo sabes? Y tendrás que contar con lujo de detalles...-

Ragnar sabía lo que sucedería con Mérida. Su Padre tendría que hacer algo al respecto, era una bastarda, y cuando se corriera la voz de lo que había hecho, Mérida no estaría segura en Stonecrow...

Constance abrazò a Ragnar con fuerza, con el corazòn roto y por màs de un motivo que èl ni siquiera podìa imaginarse. Intentò calmarse por el bien de los dos y de todos en realidad, la joven sabìa que no podrìa hacer mucho por Mèrida en ese estado y que sì, si se lo decìan a su padre, ella tendrìa que contarle todo como habìa sido. Sentìa que eso tambièn era contraproducente, que no ayudaba en nada a su estado anìmico. Sujetò a Ragnar por la el cuello de su camisa con fuerza.

-Ragnar, yo temo lo que pueda sucederle a ella...

Lo soltò suavemente y se secò las làgrimas con furia.

-Si no hay nada que pueda hacer, entonces vamos a decirle a padre pero pedirè por ella, Ragnar. No la abandonarè, si ha querido matarme, que no lo creo, pues serà que quede en ella, para mì sigue siendo mi hermana.

Ahora la pelirroja tenìa miedo, Ragnar habìa conseguido hacerla dudar: ¿Y si Mèrida no le amaba como Constance a ella?