Partida Rol por web

Mente-Ligera permanece en silencio, limitándose a observar tanto al extraño Garou como al Mokolé. Cuando la barca llega al barco las aguas están teñidas con el rojo de la sangre de varios Rokea y fomori y están salpicadas de trozos de cuerpos y cadáveres despedazados. Quien se enfrenta a este ejército sólo puede vencer o morir. No hay lugar para la rendición.

Cuando los tres Fera suben a la cubierta se encuentran con el Garou más colosal jamás visto: un Crinos de casi cinco metros de altura henchido de músculos y con cuatro poderosos cuernos brotando de su cabeza. Incluso sin haber aprendido los Dones apropiados de los espíritus tanto Mente-Ligera como Adalid pueden percibir claramente la irradiación de la esencia espiritual del Wyrm que emana de él. Está de espaldas a ellos, mirando hacia la proa del barco la masacre que los formori están perpetrando en tierra.

Mi señor - dice el Danzante - Dos cambiaformas gaianos han solicitado verte.

El Garou se gira y observa con interés a sus dos visitantes. Su presencia es pavorosa incluso aunque no esté haciendo nada para parecer amenazador...

Un escalofrió recorre la columna de Adalid. Una sensación que no sentía desde… es difícil de decir, los aglomerados recuerdos de vidas pasadas se mezclan y aun asi, es muy difícil encontrar una sensación de alarma tan profunda como esta… Miedo. Como Adalid no la habia experimentado antes, es probable que ni siquiera en esta vida… quizá como un infante ante el tamaño de otros cocodrilos. Pero no es solo por su tamaño, es su aura. Negra y corrupta, emanando peligro sin siquiera proponérselo.

A Adalid le cuesta mantener la mirada a aquel ser ¿Sera este Cluithi? ¿Sera este el ser al que los sueños de Adalid le han guiado? Adalid espera que sea un aliado, porque como enemigo… es aterrador.

Me siento realmente confuso ante la situación. Verme "arrastrado" entre un ejército de seguidores del wyrm, pero que claramente se enfrentan a los suyos. Encontrarme junto a un cambiaformas como el mokolé, supuestamente importante en mi misión pero tan corrupto como los integrantes del propio ejército, con el que por cierto parecía integrado luchando rodeado de fomori y otros seres detestables... Le miro de reojo mientras nos conducen al barco... pero no puedo sino reprimir un comentario hiriente y jocoso sobre su olor o su apariencia digamos... horrible...

En mi mente fluyen ideas sobre el ejército, sobre su líder y sobre el mokolé; pero ésta parece tornarse en un agujero negro cuando me encuentro ante su líder. Tengo que valerme de toda mi voluntad para evitar salir huyendo o incluso caer gimiendo a sus pies... El poder del Cluithi solo es comparable a su corrupción. No puedo sino preguntarme por qué este ser no está destruyendo las barreras que protegen el reino de Eshtarra y avalanzándose contra los nuestros... Desde luego que este ejército es un pieza clave para nuestra reconquista...

Me inclino ante el ser, más por deferencia que por demostrarme inferior a él, y me atrevo a dirigirme a él con un hilo de voz... - Mi señor. Llevo mucho tiempo buscando vuestro ejército. He oído que vuestra meta es lograr de nuevo el equilibrio en Gaia - miro de reojo al general - y supongo que me gustaría ayudaros... - dejo que mis palabras lleguen hasta la altura de sus orejas y me encojo a la espera de oir la respuesta...

Para poder hablar un idioma en el que todos se entiendan el enorme Garou cambia a su forma homínida: un hombre del tamaño de un oso adulto vestido con un uniforme militar negro.

Mi señor. Llevo mucho tiempo buscando vuestro ejército. He oído que vuestra meta es lograr de nuevo el equilibrio en Gaia - miro de reojo al general - y supongo que me gustaría ayudaros...

Así es. Yo soy Cluithi y lidero este ejército. La Tejedora y sus hijos han ido demasiado lejos. El Kaos está siendo expulsado de este mundo y el Wyrm está tan limitado que ya sólo puede actuar a través de intermediarios locos que ni siquiera saben por qué están luchando. Yo soy la encarnación de ese Equilibrio y mi guerra es contra los wyrms desleales y contra la Tejedora, no contra Gaia. Si queréis uniros a nosotros éste es nuestro plan: en esta tierra habita un gran Wyrm traidor que debe ser convertido o desterrado. Después iremos a Detroit, donde la Tejedora se ha hecho con el poder. Si os quedáis con nosotros vuestra vida estará plagada de guerra, dolor y muerte, pero en última instancia restaurar el Equilibrio permitirá que Gaia empiece a sanar de sus heridas...

Una visión sacude la mente de Adalid mientras el Mokolé lucha por librarse del miedo de la presa que lucha por apoderarse de él.

Cluithi dirige su ejército, con Adalid a su lado no como sirviente, sino como hermano de armas. El Garou lanza continuos aullidos de guerra alentando a su ejército de degenerados mientras la expresión del Mokolé se llena de horror. Se interpone entre Cluithi y su invisible objetivo, pero éste le aparta de un empujón. En las manos de Adalid hay una extraña lanza cuya hoja de oro tiene complejos glifos grabados en toda la hoja y el astil. Y con el corazón encogido de dolor, Adalid empala el pecho de Cluithi con su lanza.

No... lo... entiendo - dice Cluithi antes de morir...

¡¿Cluithi?! ¿Es posible? Adalid observa al imponente Garou y teme, teme por lo que ese nombre significa y por lo que pueda venir. Esa sensación no le gusta. Pero sabe lo que tiene que hacer. Aun así… no… no es de su agrado. Un sabor amargo en la boca le vuelve aún más consciente de esta situación.

Dolor, muerte… guerra… no son desconocidas, recuerdos vivos de todas esas cosas acompañan a Adalid, como si hubiese estado presente, como si las hubiese experimentado… ¿Quién dice que no? Presente, pasado, futuro, danzan frente a los ojos rojos mostrando caminos que recorrer y sendas transitadas.

-Adalid también busca recuperar el equilibrio y que Gaia sane.- Declara con toda la firmeza de la que es capaz de hacer acopio

- ¿desleales a quién? - me atrevo a preguntar, refiriendome claramente su referencia a los traidores contra los que lucha... - Estoy con vosotros, al menos mientras nuestros caminos persigan la misma meta... Cuéntanos más de ese Wyrm traidor... -

- Por cierto - continuo cambiando de tema - ¿qué pretendes hacer con tu ejército una vez consigas el equilibrio? Sabrás que hay numerosos cambiantes que están a la espera de volver a su hogar, y no tengo claro cuál será su reacción si se encuentra ante vosotros a su regreso... -

Asiente con un gruñido ante las palabras de Adalid y sonríe tras escuchar las preguntas de Mente-Ligera - Al Wyrm del Equilibrio, el Wyrm original, único y verdadero. Desde que esa maldita Tejedora lo atrapó en la Urdimbre no ha podido ejercer su función salvo de forma limitada y distorsionada. Este mundo es el resultado de esa distorsión. Ahora más que nunca la Tejedora está cerca de conseguir fijar la realidad en un único momento estático y eterno, lo que matará a Gaia y a todo cuando hay sobre Ella.

¿Qué pretendes hacer con tu ejército una vez consigas el equilibrio?

Devorados por sus propias Perdiciones y devueltos al Wyrm, por supuesto. Pretendemos reinstaurar el Equilibrio, no inclinarlo hacia otro lado.

Sabrás que hay numerosos cambiantes que están a la espera de volver a su hogar, y no tengo claro cuál será su reacción si se encuentra ante vosotros a su regreso...

Su fracaso los ha convertido en irrelevantes. Si acaso volvieran juzgaría si son capaces de vivir en un mundo en Equilibrio, y los destruiría en caso de no los encontrara dignos y capaces...

Traer de vuelta al Wyrm original. Aquel que no perdió la cabeza… aquel de las historias, aquel de los recuerdos… pero ¿Existe aún ese Wyrm? O, es solo un sueño o una estratagema. En todo caso parece que podemos utilizarnos mutuamente y… Permanecer al lado de Cluithi parece lo correcto.

Incluso con esa resolución, tampoco se puede decir que Adalid este en contra. Pero… la imagen reciente cobra algo de significado, podría ser este el motivo. Tal vez no, aun había perdiciones.

Adalid niega con la cabeza, es difícil tratar con el pasado y el futuro. Se dice que la comprensión facilita la vida, pero la vida era mucho más fácil cuando la felicidad de Adalid consistía en tener la barriga llena y caliente.

Dirige la vista al coyote. - ¿Cuál es tu papel aquí?- Pregunta llanamente.- No pareces que estés por casualidad. Adalid recuerda a los tuyos.- Se le queda mirando con una mirada penetrante.

Sólo soy un observador - responde el Nuwisha - Quiero ver restaurado el equilibrio, igual que vosotros. Si no os importa me quedaré a echar un vistazo...

No tengo problema con eso - responde el enorme Danzante - Observa todo lo que quieras, pero no te entrometas - No se molesta en hacer amenazas. No lo necesita - Bien, en cuanto el campamento esté limpio iremos tierra adentro.

Pocas horas más tarde los equipos fomori de tierra informan por radio que han terminado su labor. Cluithi, Mente-Ligera y Adalid desembarcan junto a más soldados. El Mokolé y el Nuwisha ven cómo los soldados rescatan algunos de los cadáveres de Rokea que flotan alrededor del barco y empiezan a comérselos crudos.

Ya en tierra, los vehículos anfibios transportan al grueso del ejército hacia el desierto central de Australia. Mente-Ligera ya está acostumbrado a los desiertos, pero para Adalid resulta aterrador alejarse tanto del agua. Los dos Cambiantes, Cluithi y un equipo de fomori viajan algo incómodos en la caja trasera de uno de los anfibios.

Eh venga, anímate - el enorme fomor blindado le propina a Adalid un puñetazo en el hombro. El Mokolé tarda un par de segundos en interpretarlo como un gesto amistoso durante los cuales ha estado a punto de saltarle al cuello - Vamos a divertirnos mucho ¿Qué te va a ti? ¿Una de éstas? - le enseña un rifle de asalto que parece un juguete en su manaza - ¿O esto? - en la otra mano sostiene un enorme cuchillo - También hay para ti, flacucho - le dice al Nuwisha...

Adalid se echa para atrás. Aparentemente conforme con la respuesta aunque no deja de mirar al coyote de refilón.

La labor de los niños malditos de Cluithi es sorprendentemente diligente. Aunque Adalid saca la lengua al ver como devoran los cadáveres de los Rokea; la molestia en la boca al comer la carne de estos peces grandes es bastante vivida y molesta… sin el sabor a carne y sangre, la sensación, incluso su recuerdo es una distracción molesta; como un picor en un lugar al que no puedes llegar, o un hueso entre los dientes que no consigues sacar.

Tras un rato, montan sobre los vehículos terrestres de los pieles-suaves. Adalid se percata de que a pesar del agradable calor, estar lejos del agua le produce cierto malestar. Otra de las formas en que la vida se ha complicado desde el cambio.

Cuando aquel poseído le ofrece armas, Adalid las mira.- A Adalid no le gusta usar los objetos fabricados por los sueños de la tejedora.- Pero alarga la mano y toma el cuchillo.- Sin embargo acepta la garra de repuesto.- En estos momentos es más fácil caminar sobre dos piernas que como un recuerdo del dragón o en su forma normal.

Las palabras del coyote no están impregnadas del olor de la mentira, pero eso no tiene por qué significar algo. No es la primera vez que Adalid se encuentra con otros que han conseguido engañarle simplemente evitando hablar sobre aquello en lo que tendrían que mentir.

¡Tú eres de los míos! - exclama el fomor entusiasmado y tendiéndole el mango del cuchillo - Sí señor ¿Dónde está la diversión en matar a un enemigo desde una distancia segura? ¡Bah! Rasgar su carne, sentir su sangre corriendo por tus manos y saber que eres tú quien le ha hecho sangrar ¡Eso es luchar de verdad! Por cierto, tendrías que llevar uno de éstos - señala su propio uniforme - y no esos andrajos (1) Así sabremos que eres de los nuestros ¿sabes? - Mientras el fomor habla Adalid sorprende a Cluithi mirándolo de reojo. Resulta difícil descrifrar la expresión del adusto Garou, y en cualquier caso aparta la vista en cuando se da cuenta de que el Mokolé le está mirando.

El viaje a través del desierto parece interminable y Adalid se siente cada vez más nervioso por la creciente distancia que lo separa del mar (2). Aquí es todo tierra yerma y calcinada por el sol, e incluso los duros soldados fomori susurran alguna que otra maldición debido al calor. Para cuando llegan a su destino ya es noche cerrada y el calor abrasador de los dos soles ha sido sustituido un frío gélido que hace castañetear algunos dientes.

Hemos llegado - anuncia Cluithi

¿A dónde, señor? - pregunta el fomor-lamprea - Aquí no hay nada

Está justo debajo de nosotros - responde el Garou bajando a tierra - Adalid. Bajo nosotros hay un gran Wyrm sellado por los Garou hace siglos ¿Sabes cómo podemos retirar el sello? Me ahorrarías muchísimo tiempo (3)...

Miro al poseído, antes de coger el arma. La sopeso en la mano, y luego observo su uniforme. Su actitud me produce unos sentimientos algo extraños.- ¿Diversión? No… no se trata de disfrutar la lucha. Es acerca de apreciar la vida. Al pelear, al cazar, al defender o atacar, cuando hieres o matas… es muy sencillo quitar la vida de algo; incluso de los seres mas peligrosos. Hay que apreciar el peso de su vida al hacerlo, cargar con eso que te llevas, por la razón que sea.- El tono es calmado y la voz lenta y profunda, reflexionando acerca de ello. No dudaría en tomar una vida si es necesario, ni le haría dudar el haber matado; pero la sangre que deja detrás es algo que no debe olvidar. En cuanto al uniforme… aún no tiene claro cuánto espera ser identificado como uno de ellos.

El calor nunca le había resultado tan… agobiante. Mantiene la mirada fija en el horizonte sin apenas ver nada. Pero nota un malestar en todo el cuerpo… quiere agua. Y para cuando el sol se oculta el contraste resulta brutal. Algo que no hace más que acentuar el mal humor que ya traía Adalid.

Cluithi anuncia haber alcanzado el objetivo de esta expedición, aunque en el lugar no hay nada… aparentemente. Según el, un avatar del corrupto se haya escondido. Adalid baja del vehículo y acaricia la tierra, sentándose para con las piernas cruzadas buscando respuestas en los recuerdos del dragón. Aunque, parece que el calor previo y el frío posterior impiden una buena concentración, haciendo que el cauce de las memorias eluda el alcance de Adalid.

Pese a mi habitual facilidad para integrarme entre los que comparto camino, no puedo por menos que encontrarme distante y preocupado ante la situación en la que yo mismo me he metido. De buscar a un ejército sobre el que se rumoreaba que podría ayudarme en mi misión, a no sólo descubrir su naturaleza corrupta, sino a verme como parte de ellos, en la búsqueda de un mal mayor que quizá nos lleve nuevamente al equilibio... pero, ¿a qué precio? Aún resuena en mi cabeza la advertencia de Cluithi con respecto a los refugiados... tendría que abordar este tema con él más adelante...

Las palabras del mokolé me sacan de mis cavilaciones. Obviamente, es mucho más de lo que parece, y me sorprende que me reconozca por mi verdadera naturaleza. Muy pocos de los suyos deberían haberse mezclado con mi raza... aunque he oido de las proezas de los dones de los suyos... No debo apartarme de él, si quiero saber a qué se referían los espíritus cuando me dirigieron hacia él...

Hago un gesto con la mano a modo de agradecimiento ante el ofrecimiento de un arma. No suelo necesitar algo así, más allá de mis propias armas, pero no era mi intención compartir más que espacio y tiempo con estos seres corruptos... Bueno, corruptos hacia cierto punto; ya que, dentro de su naturaleza demuestran cierto raciocinio y otros características como respeto, o quizá miedo... - creo que no lo necesitaré, gracias - le digo lo más neutral posible - como he dicho antes, me gustaría permanecer como observador, mientras no compruebe que nuestros caminos verdaderamente confluyen en la misma dirección... -

Durante el camino hacia el interior del pais trato de observar a los que me rodean, sus miradas, sus ánimos, su resolución. Parece que el poder de Cluithi sobre ellos es absoluto; pero me pregunto cómo se comportarán ante su ausencia. Si continuarían luchando contra los suyos y obviando a los humanos a los gaianos... Es tan extraño...

Parece que hemos llegado, y que Adalid ha sido traido aquí por una razón. No es un mero guerrero, sino que sus dotes son imprescindibles para encontrar a al bestia. Me apeo del vehículo anfibio y busco alguna pista por los alrededores que me lleven a entender qué o a quién buscamos en ese lugar. Observo como el mokolé sigue las indicaciones del Cluthi y busca....

- ¿Qué hay al otro lado? - le pregunto a su líder, refiriéndome claramente a la umbra - ¿es seguro echar un vistazo? - en este lugar apartado, y entre estos seres, mi naturaleza me pide a gritos caminar por la umbra y preguntar a los espíritus...

Cluithi no parece molesto por la falta de respuestas de Adalid. Ni tan siquiera un gruñido de exasperación que sería lo propio de los Garou.

La lanza dorada entra en el pecho de Cluithi perforando la carne, lacerando las costillas y ensartando el corazón hasta emerger por su espalda. Sale humo de los restos orgánicos que cubren la punta cuando el calor del fetiche los quema hasta achicharrarlos...