Partida Rol por web

Adalid se mete en el oscuro y reducido interior del tanque. El conductor, sujeto por los arneses de su asiento, nada puede hacer por defenderse de las mandíbulas del Mokolé que terminan por arrancarle la cabeza. Fuera de control, el tanque sigue avanzando a toda máquina en línea recta a estrellarse contra un edificio...

Volviendo a la forma de humano, mas agil y no tan grande, Adalid se mueve por aquel espacio lleno de tubos y champiñones metálicos. Justo a tiempo antes de que la tortuga-cañón se estampe contra otra de aquellas construcciones de extraña piedra tan altas donde los pieles-suaves hacen sus nidos.

Adalid siente una ligera y gratificante satisfacción tras haber destruido a la mecánica criatura de la Tejedora. Con los Colmillos de nuevo en sus manos alza la voz para instar al ejercito del Disolvedor a seguir avanzando. Hay mucho que limpiar y no pueden detenerse aun.

-Demonios.- 

La Corax revoloteaba en círculos alrededor del tanque en el que se encontraba el Mokolé, como las aves de rapiña que anunciaban la muerte. Sus brillantes ojos de cuervo notaron cuando uno de los tanques pareció darse cuenta que el otro tanque había sido tomado Adalid y se preparaban para atacar. No tendría tiempo para transformarse y avisar al hombre-lagarto, pero por si acaso lanzó tres fuertes graznidos de advertencia, antes de lanzarse en dirección al tanque enemigo. Intentó encontrar una manera de entrar, pero no había agujeros por el cual colarse.

Tenía que hacer algo o volarían en pedazos el tanque; notó entonces el visor, y tuvo una idea. No podrían disparar si no podían ver. Aleteó entonces hasta el visor y comenzó a sacudir sus alas justo enfrente, esperando que eso diera tiempo suficiente al Mokolé para terminar su función, o que alguien de su equipo atacara el tanque que intentaba distraer.

Adalid consigue salir del tanque un momento antes de que éste se empotre contra el edificio. Cuando está a punto de bajarse del vehículo siniestrado un proyectil destroza el primer piso por encima de la cabeza del Mokolé. Su vista se dirige hacia el tanque que ha disparado ante cuyo visor hay un cuervo aleteando.

Al seguir la batalla entre el ejército invasor y Pentex va quedando claro que los primeros tienen ventaja. Sus vehículos y tecnología fallan al ser afectados por los Dones de los Garou y los poderes de algunos Danzantes. También tienen a su favor el brutalidad y la falta de miedo a la muerte que traen consigo la locura más absoluta, ahora dirigida hacia un propósito gracias a Cluithi y Adalid.

A lo largo de las horas los tanques son neutralizados o tomados por los fomori. Las cosas que algunos de ellos hacen con los soldados de Pentex vencidos son vomitivas incluso para la perspectiva animal del Mokolé. Descuartizamientos, violaciones grupales, palizas brutales, grotescas ejecuciones, devorar vivas a sus víctimas... Aunque ha venido a destruir a Pentex, el ejército de Cluithi sigue estando formado por monstruos. El haberles dado un objetivo sólo ha conseguido limitar su espectro de víctimas pero no les ha restado un ápice de salvajismo.

La batalla más feroz tiene lugar en el edificio de gobierno de Pentex. Aquí la Tejedora ha concentrado el máximo de sus fuerzas y lucha con redoblada determinación contra el ejército invasor. Éste no tarda en darse cuenta que sus poderes fallan en los alrededores del edificio. Los drones y máquinas de la compañía ya no son interferidos por los Dones y poderes de Garou y fomori, que se ven limitados a sus formas físicas y sus habilidades mundanas.

Tampoco es que eso los detenga aunque los estén destrozando...

La Corax siguió de cerca al hombre-lagarto, y esperó que estuviera quieto un momento para volver a su forma humana, esta vez llevando ropas que se veían que no eran exactamente su talla, pero que servían para cubrirla. -¡Adalid!- Lo llamó tratando de no gritar pero a la vez buscando llamar su atención. -¿Cluit-thi acept-t-taría aliados sin corrom-m-mper en su ejercit-t-to?- Preguntó.

La paloma que había ayudado a Adalid antes se persona, en esta ocasión vestida y pidiendo unirse a la gesta de Cluithi. Adalid asiente, en primera respuesta.- No creo que Cluithi tenga escrúpulos en quien se une a él, mientras sus motivos sean esos ¿Por qué quieres unirte al ejército?

Por otro lado, penetrar en aquel Nido de la Tejedora se ha tornado una proeza terriblemente complicada. Los poseídos caen como peces en un estanque pequeño, y no consiguen hacer apenas daño a la estructura.

- Cuatro-Ojos.- Brama el Mokolé para llamar al teniente de Cluithi.- Los cañones del barco tienen que concentrarse aquí. Tú los conoces, alguno podrá llegar rápidamente para dar el mensaje.- Era tanto una pregunta como una instrucción. Se necesita otro enfoque más allá de intentar arrasarlo, algo que, claramente; no funciona.

-Porq-q-que lo vi.- Dijo la Corax. -A Cluit-t-thi.-

Siempre intentaba ser parca en sus palabras, pues su tartamudeo podía estresar a otros cuando había prisa. No sabía si con eso sería suficiente, por lo que agregó un poco más. -Lo vi alzado com-m-mo el avat-t-tar del Eq-q-quilibrio. T-t-tem-mo a su ejércit-t-to...- Miró a los que acompañaban al Mokolé en aquella batalla. -... pero él es alguien a q-q-quien seguiría.-

Dudó un momento más. -Mi padre lo ha vist-to t-t-tam-mbién, ha ido a convencer a los Garou a unirse. ¿Los acept-taríais?-

El Danzante está mirando el edificio con la ira ardiendo en sus cuatro ojos. Cambia a su forma Glabro para hacer aparecer un cinturón de combate del que saca una radio - Los edificios que rodean a Pentex estorban ¡Reducidlos a escombros!

Los disparos del barco empiezan a caer en los edificios del alrededor destrozándolos y despejando el camino para los proyectiles siguientes. El aire se satura con el de las víctimas atrapadas en los edificios mientras los fomori de Adalid se apartan de los cascotes que caen.

Antes de darse cuenta de lo que ha desencadenado Adalid tiene un rápido cruce de palabras con Kaylie. El Mokolé está seguro de la sinceridad de la mujer-pájaro...

La paloma habla de visiones, sus palabras parecen contener la verdad. Sus revelaciones la han llevado por el camino del verdadero Disolvedor, incluso cuando estas pesadillas aun le causan rechazo. Adalid observa su mano, cubierta en escamas que no deberían estar ahí… siempre ha sido así; nunca le dio mayor importancia. A él no le importa tanto el aspecto, aunque muchos de los poseídos son realmente horrendos, él mismo no debe ser mucho menos a ojos de los demás.- Cluithi busca el equilibrio. La Triada será restaurada y Gaia volverá a ser lo que debía. Los cambia-pieles deben luchar por el equilibrio, no entre ellos.

Dicho esto, quien sabe si alguno mas no atacara debido a su manera de actuar y su forma. Para acentuar esta opinión Cuatro-Ojos da una orden tergiversada a los cañones. Adalid gruñe y aprieta los dientes y los Colmillos en su mano.- Ahí, a esa estructura. Adalid no castigara nada que hagáis en contra de Pentex pero atacar al resto… No lo volveré a repetir. Cluithi tiene un objetivo, y vosotros también.- Castigar al Danzante en aquel lugar no sería práctico. Necesitan todas las manos que puedan… pero deberá hacer algo con el más adelante.

Las palabras del Mokolé quedaron parcialmente ahogadas por la repentina destrucción de los edificios frente a ellos. Aún cuando lo dicho por Adalid le había permitido sentir que había cumplido con su parte, el horror a sus ojos la hizo tragar fuerte. Iba a ser difícil soportar aquello, incluso si era por el bien de la humanidad, los Fera y la Triada. El hombre lagarto lanzó una advertencia al fomor, pero eso no cambiaba lo ocurrido. Se mordió el labio, casi con desesperación.

-Si no adviert-t-tes a t-tus "soldados", tem-m-mo por m-mi vida y los q-q-que int-tent-t-t-tam-mos ayudar.- Dijo con la voz temblando. Respiró con fuerza, apartando la mirada de la destrucción frente a ella. -Dim-m-m-me donde m-m-me necesit-t-tas...- 

El Danzante aparta a Adalid con un violento empujón - Eres débil, lagarto. Cluithi se equivocó al confiar en ti.

Ya es suficiente, maldita escoria - dicen los Colmillos de Helios. Aunque son las manos de Adalid las que se mueven es la voluntad del fetiche la que las guía. La lanza se hunde hasta la empuñadura en el vientre de Cuatro-Ojos, que mira a Adalid con los ojos desorbitados - Trai... dor.

Cállate - los Colmillos provocan una violenta llamarada dorada que hace explotar al Danzante en pedazos. Las llamas siguen ardiendo hasta que han consumido toda la carne y la sangre que pudiera quedar en el filo. Los soldados fomori más cercanos miran a Adalid con una mezcla de miedo y respeto mientras el Mokolé recupera el control de sus actos...

-"Callate"- El despreciable ser que no era capaz de cumplir órdenes, es molesto incluso en su muerte. Dejándonos manchados y sucios con sus entrañas. No podría haber muerto de una forma menos sucia y más digna, pero ha cumplido su objetivo. Ahora respetaran al portador del fuego.

Adalid sacude la cabeza. Algo aturdido pero con una sensación de desazón tras lo ocurrido. La muerte del Danzante ciertamente había sido anunciada, más su intención hubiese sido utilizar de su fuerza un poco más… no obstante no puede cuestionar las acciones que los Colmillos han tomado. Tampoco puede dejar de preocuparle que hayan podido controlarle así, y recordar una imagen donde ya hiciera lo mismo con aquella arma.

Ahora está hecho, no hay vuelta atrás.- El próximo que ose transgredir en la ira de Adalid. Sentirá el fuego más despacio mientras su vida se consume y el aire mismo arde en su interior.- Observa a los poseídos allí presentes con esta advertencia.- Ahora. Que los cañones se centren SOLO en esa construcción.- Vuelve a ordenar.

Luego se gira y se acerca a la joven paloma.- Si alguno, hace la menor mención a propasarse; recuérdale este momento. Adalid es justo y no dudara en castigar a quien lo merece.- Le dice para tranquilizarla.- Es necesario que el resto de cambia-pieles ayude en la lucha con la Tejedora. Que caiga aquí Pentex es algo clave para ello. Debemos recuperar el equilibrio y la Araña tiene que volver a su posición en la Triada. Tu podrías ir y hablar con ellos.- Sugiere.

Tras eso regresa a la tarea de hostigar el ultimo bastión de Pentex. Su objetivo mas inmediato.

La escena que se produjo ante los ojos de la Corax fue sorprendente y aterradora. Poco acostumbrada a ese nivel de violencia, el temor que sentía no desapareció, pero en cambio fue capaz de sentir también respeto ante aquel que portaba un arma de Helios. Ya en el momento que lo viera por primera vez junto a Xander había sentido curiosidad hacia el arma dorada y ahora entendía por qué. Escuchó la sugerencia que hacía el hombre lagarto, y realmente sus palabras la hicieron sentirse más tranquila.

-Así haré, Adalid.- Asintió la joven de piel oscura al Mokolé, haciendo una inclinación reverente en su dirección. Se alejó entonces unos pasos y volvió a tomar su forma de cuervo, elevándose sobre los escombros y buscando la dirección que había tomado su maestro.

Avanzados algunos metros, Kaylie se acercó hasta algún poste o algún metal que pusiera resonar con fuerza para ayudarla, y con el pico intentó enviar un mensaje en morse para Xand, pues quería llegar hasta él tan pronto pudiera para darle a saber lo que había ocurrido hasta ese momento.

-Xand, voy hacia ti. ¿Donde estás?- Decía el mensaje codificado.

La brutal ejecución de "Cuatro-Ojos" deja paralizado por un momento al ejército de Adalid. El Mokolé puede ver que algunos Danzantes de la Espiral Negra se plantean lanzarse sobre él en represalia. La tensión entre el Mokolé y los soldados aumenta hasta que uno de ellos, el gigante rojo acorazado que conoció en Australia, coge el walkie-talkie del Danzante caído.

Cambio de órdenes - dice por la radio - Apuntad sólo al edificio de Pentex ¡Hacedlo pedazos! ¡Por Cluithi y el Wyrm! ¡Abajo la Tejedora!

Las bombas empiezan a caer entonces sobre los pisos superiores del edificio reduciéndolos a escombros. Sin embargo el edificio se niega a caer, y tanto Adalid como sus soldados observan asombrados cómo un enjambre de Arañas Tejedoras reconstruye los pisos dañados a la misma velocidad a la que son destruidos.

Así no vamos a ninguna parte - gruñe el fomor - ¿Qué hacemos,, Adalid?...

El edificio es invulnerable a tus armas - señalan los Colmillos de Helios - ¿Y sus defensores?...