Partida Rol por web

Aquellas arañas metálicas… será imposible destruir el edificio si siguen ahí. Habra que deshacerse de ellas. Pero para ello deberíamos sacarlas, o poder destruirlas a la misma velocidad. Adalid no cree que los cañones puedan apuntar a esas arañas, pero seguramente nosotros si.- Destruid esas cosas. No dejéis que prosigan con su trabajo. Que el fuego de Helios consuma la telaraña.- Ruge el mokolé.

“Adalid es el portador del fuego, el guía del camino, si hay un momento para mostrar una ardiente llama que inflame el corazón de aquellos que buscan el equilibrio y haga que se encoja el de aquellos que han huido de él, es ahora.” Adalid realiza un pequeño rezo a los colmillos mientras trata de activar su fuego. Sabe que necesitara de toda la fuerza para liderar la batalla e inspirar a estas tropas a que sigan combatiendo después de haber convertido en cenizas a uno de sus líderes. Con la lanza sujeta por las dos manos reza y la levanta esperando que en esta ocasión la llamas estallen en las hojas dorados de los Colmillos.

Xander no ha tenido tiempo de alejarse mucho de la zona, y Kaylie lo encuentra sobrevolando la zona alrededor del puerto.

Tienes-que-practicar - le grazna cuando ella se pone a volar a su lado - Mira-abajo.

Por las calles circula un numeroso grupo de humanos y de Garou dirigiéndose hacia el noroeste, donde Kaylie sabe que se reúnen los hombres lobo. Una anciana amerindia que va en cabeza los dirige con órdenes cortas y precisas.

Ella-"Manantial-Rojo"-líder-Garou - dice Xander - Hablamos-con-ella-con-cuidado-¿Sí?...

Mientras Adalid se concentra en su vínculo con los Colmillos el enorme fomor acorazado instruye a los soldados de los tanques para que coordinen los disparos del barco de forma que puedan destruir la forma física de las arañas. La estrategia resulta efectiva pues la capacidad de regeneración del edificio se atenúa permitiendo que los cañonazos inflijan daños más permanentes. Sin embargo esto hace que los fomori descuiden el ataque por tierra dando ventaja a las tropas de Pentex.

Si quieres algo bien hecho hazlo tú mismo - dicen los Colmillos de Helios. Las hojas doradas del fetiche se recubren de brillantes llamas doradas. No son ni de lejos tan brillantes como cuando mataron a "Cuatro-Ojos", pero ya es suficiente como para que resplandezcan en medio del caos...

La Corax no podía ruborizarse en su forma córvida, aún así pareció sobrevolar algo tímida junto a Xander. Al divisar a la persona con la cual debían hablar, graznó para dar a entender que había comprendido, y esperó a que su tutor empezara a bajar para seguirlo cautelosamente, haciendo círculos en el aire a la vez que descendían. Se posó en la calle cerca de Xand y esperó a que el se transformara o que le indicara a ella que lo hiciera para volver a su forma humana. Pensaba que quizás lo mejor sería transformarse en algún callejón, pero tal vez intentarían atacarla en ese caso. Por lo que esperaba que la mujer hubiera notado a ambos cuervos posarse cerca y luego verlos cambiar a homínidos.

Dejaría que Xand fuera el primero en hablar, luego intervendría ella para explicar lo que había visto.

La luz de las llamas de Helios impulsa la convicción de Adalid frente a las fuerzas de la Tejedora. Hará que caigan, quemando cada fina hebra que la Araña haya tejido para evitar el avance del mundo.

Con un rugido levanta la inflamada lanza y carga mientras cambia a la forma del Dragón. La ardiente furia que lleva en su interior tiene ahora un objetivo que devorar, y le entregara con gusto algo que quemar. Golpeando aquí y allá donde ahora apareciera uno de sus enemigos, araña, humano o lo que fuera. No puede flaquear. El camino debe ser abierto, e iluminado por la luz hacia el equilibrio.

El combate se prolonga durante horas, con los fomori dirigidos por Adalid enfrentándose a muerte contra los soldados de Pentex mientras los cañonazos del barco impiden que los espíritus-Tejedora se unan a la refriega como refuerzos enemigos. Los filos de los Colmillos de Helios se bañan en sangre una y otra vez conforme el Mokolé se abre paso al interior del gigantesco edificio de Pentex.

Las puertas de cristal se hacen pedazos con una sola embestida del saurio, que se encuentra en un amplio y lujoso recibidor. A su derecha hay unos muebles que nada significan para él, con extrañas máquinas que lanzan pequeños pitidos y destellos de luz.

Hola, anomalía - quien le habla es una mujer alta y delgada cuya expresión parece estar tallada en piedra - Me estás causando muchas molestias. Retírate o serás eliminado.

Adalid gruñe ante la presencia de la hembra. Inspeccionando el aire tratando de ver más allá de lo evidente; aunque tampoco puede estar seguro. Los dones no han funcionado antes en el exterior… es poco probable que ahora comiencen a funcionar de nuevo. Y esta mujer es… altamente sospechosa, sola y altiva en este lugar.

El apelativo y admitir que están causando daños provoca una risa gutural en Adalid. Debe tener cuidado, ahora está en el nido de la Araña, y aquí; su influencia es más fuerte. Pero tiene de su lado el fuego de Helios para quemar los hilos de la tejedora y atravesar el metal de sus criados. El miedo queda atrás, ahora solo puede haber cabida para la determinación ardiente y el juicio que debe restaurar el equilibrio.

Adalid no espera que la mujer vuelva a hablar. Salta para cargar contra ella. Lanza en mano, preparado para que su fuerza y el fuego de los Colmillos purguen a aquella mujer que se interpone en el camino para liberar las cadenas que la Araña intenta imponer en el mundo.

Adalid observa atentamente a esa cosa con forma de hembra humana. El mokolé nunca se había encontrado ante nada semejante. El hedor espiritual que desprende es frío y hace que Adalid piense en una pared de metal, nada que ver con el salvajismo y la barbarie de los fomori a los que lidera. Además de que da la impresión de poder exterminar a su ejército ella sola.

Es el aura de la Tejedora - le informan los Colmillos - Nunca había sentido nada así en un humano.

Anomalía, deja de desperdiciar mi tiempo - dice la mujer - Has venido a destruirme ¿no? Tengo asuntos prioritarios de los que ocuparme, no puedo estar aquí jugando contigo ¿Qué te parece quedarte la ciudad? Puedo renunciar a ella. Se ha vuelto un objetivo secundario. No tardará mucho en inundarse. Puedes convertirla en tu pantano particular. Todas las hembras con las que puedas copular y todas las presas que puedas devorar ¿Es un trato aceptable para ti?...

El inconfundible aroma artificial y metálico de la Araña irradia fuerte en esa hembra. Incluso los colmillos están sorprendidos. Pero su descaro se hace completamente patente al ofrecer a Adalid un trato… Un trato que hace que Adalid recuerde su charca, donde era un lagarto grande, al sol y sin ninguna preocupación.

Adalid debe sacudir la cabeza. No puede regresar a ese tiempo. Ahora tiene objetivos y responsabilidades… o como se diga. No, pretender que no comprendía lo que ocurre en Gaia; permanecer ajeno y pasivo mientras el mundo se deteriora hasta perecer… Ya quedo muy lejos el poder hacer algo así.

Adalid gruñe, y enarbolando el fuego de Helios, carga contra la mujer. No puede dejar que siga con sus planes, debe detenerlos, sin importar lo que ocurra.

La precaución de Adalid resulta ser excesiva y lo que iba a ser un lanzazo queda en un pequeño amago.

Torpe y lento - dice ella mientras lanza un puñetazo contra el costado del Mokolé

Con una rapidez que rivaliza con la de Adalid la mujer aparta de un manotazo el filo de los Colmillos de Helios y coloca un tremendo puñetazo en el costado del Mokolé. Más sorprendido que herido Adalid lanza un gruñido involuntario y retrocede un par de pasos observando con sorpresa los trozos de escamas que se han quedado incrustados en la mano de la mujer.

Interesante - comenta ella - ¿Qué más sabes hacer?...

Adalid gruñe, aun esperando que la hembra de piel-suave no fuese lo que aparenta, ni en un ápice tan frágil o impotente, su fuerza es mayor de la esperada pudiendo atravesar la férrea defensa de Adalid con las manos desnudas.

Pero Adalid no se dejara avasallar, y buscara una manera de aprovechar esa debilidad de su cuerpo a su favor. Así que carga contra la mujer a toda velocidad para derribarla y mantenerla en el suelo, aprovechándose de su enorme fuerza y peso.

Adalid consigue derribar a la mujer gracias a su gran fuerza y tamaño, pero lo que no se esperaba es que una vez en el suelo ella girase para ponerse sobre él...