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Escena 5 - Empezar el camino

Los cambiaformas reunidos por Misha apenas llegan al centenar y no están acostumbrados a trabajar juntos, pero la enormidad del proyecto y la increíble recompensa en caso de tener éxito los une y los alienta después de pasar mucho tiempo viendo cómo las huestes del Wyrm iban carcomiendo lenta pero inexorablemente los límites de Reino de Eshtarra. Altair los conduce hacia la montaña más grande del Reino, tan alta que rivaliza con el propio Axis Mundi en el que vive Eshtarra. La oscuridad de la noche se apodera del cielo durante la interminable escalada. El aire es cada vez más frío, lo que incomoda a los Corax y a los Mokolé aunque por ahora se guardan sus quejas.

Desde la cima de la montaña pueden verse los límites del Reino, asediados por el inagotable ejército del Wyrm. Sobre éste, los pedazos de Selene flotan a la deriva en el cielo nocturno. Altair se queda mirándolos con ojos cargados de rabia y de pena. A diferencia de muchos de los otros Fera, el Garou no parece afectado. Tras unos momentos de duda llama a una Lúnula y le pide que revele la senda lunar que lleva al santuario de Sokhta.

¿Y por qué debería hacer eso? - pregunta el espíritu, furioso en su dolor por su madre herida - ¿Quiénes son todos éstos, Altair? ¿Acaso no sabes que las Estirpes del Wyrm y ese estúpido de Rorg están luchando a muerte sobre los restos de nuestra Madre agonizante?

Tranquilízate, te lo ruego - empieza a decir Altair

¡Malditos vosotros, habitantes de la carne! - estalla el espíritu - ¡La Madre Selene pagó por vuestro fracaso y la locura de Rorg! ¿Qué habéis venido a hacer aquí? ¿Qué más creéis que podéis quitarnos?...

-El dolor, la desesperación y el miedo. Eso es lo queremos quitarles, oh, espíritu. Sentía que era mi responsabilidad intervenir pues aunque no era un mediador, sin proponérmelo, era uno de los líderes del grupo. -Nuestro deseo es salvar a la Dama Centellante y contamos para ello con la bendición de Eshtarra. No mostraría el Don, que se encontraba resguardado bajo mi ropa, sin necesidad pero esperaba que la lúnula percibiese su latente poder. -Soy el portador de su Don y por medio de él, de su esperanza de ver a Sokhta surcar nuevamente el firmamento.

-Por eso hemos venido hasta aquí, juntos, para honrar el deseo de La Madre Verde. Con un gesto abarqué al centenar de cambiaformas que aguardaban detrás de mí. A pesar de no estar acostumbrados a trabajar juntos, todos estábamos aportando algo. Algunos llevando más peso, otros animando la marcha, incluso había quienes se aseguraban de aprenderse los nombres del resto para luego incluirlos en la historia de nuestras razas. Espero que no sea algo temporal..

La Lúnula, una esfera de rabiosa luz plateada, ondea nerviosamente su superficie mientras gira alrededor de Misha – Sí, tienes algo poderoso. Pero ¿sabes una cosa? ¡NO TE CREO! ¡NUNCA OS REVELARÉ LA SENDA LUNAR, ASÍ QUE VOLVED POR DONDE HABÉIS VENIDO!

Naciste durante la Luna Llena – dice Altair – Tu misión es luchar contra los enemigos de Selene, pero necesitas la guía de tus hermanas.

¡NO NECESITO NADA!

Por favor, escúchame. Haz venir a una de tus hermanas Luna Media y que juzgue la verdad de nuestras palabras.

La Lúnula responde con una furiosa llamarada que atrae a todo un enjambre de coléricos espíritus lunares que giran amenazadoramente en torno al grupo de cambiaformas

¿Qué ocurre, gran Mato? – pregunta un nervioso “Cola-con-Rayas”...

Aunque no acostumbraba ignorar a quienes me hablaban y quería explicar al pumanca la situación, la creciente agitación de los espíritus que nos rodeaban evidenciaba que el tiempo apremiaba. Dí un par de rápidas zancadas para colocarme entre el garou y los lúnulas y mientras subía los brazos a la altura de los hombros y mostraba las manos abiertas. -Soy un uzmati, por lo que podría decirse que también soy Hijo de la Luna Llena, y puedo entender mejor que muchos tu deseo de luchar para protegerla. Miré directamente al espíritu ignorando la molestia que su luz causaba en mis ojos.

-Cuando la Última Guerra comenzó perdí a mis padres, mi hogar y todo cuanto conocía. Fui invadido por una tristeza sin limites y me dejé arrastrar a un abismo del que nunca podría salir. Los recuerdos de los daños causaban por los misiles me perseguirían por siempre. -Pero entonces la vi a Madre Luna... Ella me observaba desde el firmamento con su cara completamente blanca, resplandeciente aún en medio de la destrucción, y comprendí que debía luchar contra la adversidad y que no podía dejarme vencer. Su luz encendió en mí el deseo de resistir y la esperanza de un futuro mejor. Avancé lentamente, acercándome más a la lúnula.

-Ella fue un puente brillante tendido sobre el abismo, y hoy te pido, Hija de la Luna, que hagas lo mismo que ella... Tiende un puente y permítenos pasar para entregarle el tesoro que la Madre Verde me confió. Ayúdame a sanarla para que su luz brille nuevamente en el firmamento y renueve el deseo de luchar en nuestros corazones pues sólo ella puede recordarnos la necesidad de luchar por el porvenir. Me detuve a pocos pasos del espíritu y le tendí mi mano (Y mi esperanza..). -Hagamos que su rostro resplandezca en el cielo.

A medida que Misha va hablando las Lúnulas aminoran sus furiosos giros e incluso las más cercanas se detienen a escucharle, calmando así a las que están más lejos. La que invocó Altair llega a posarse sobre la mano tendida de Misha, provocándole escalofríos con su helor plateado - De acuerdo, os mostraremos el camino, pero nada más. El resto será cosa vuestra.

Los espíritus lunares giran vertiginosamente formando una senda de luz plateada que se parece al reflejo de Selene sobre el mar. Del grupo de cambiaformas se escuchan murmullos de admiración. Lo más probable es que la mayoría no sepa el peligro en el que han estado, y a juzgar por la expresión de "Cola-con-Rayas" es mejor que siga así.

Altair es el primero en adentrarse en la senda plateada. Pese a su aparente falta de sustancia la luz sostiene sin problemas el peso del Garou y de todos los demás cambiaformas, que entran por parejas o por tríos.

Ya hemos terminado la parte fácil del camino - anuncia Altair - Esta Senda Lunar nos llevará directamente al Jardín de Sokhta, pero sin la protección de las Lünulas estamos expuestos a las Perdiciones que la acechan y a los vientos umbrales. Si alguien se cae del camino lo damos por perdido - se dirige a "Cola-con-Rayas" - Dile a los demás que adopten sus formas más pesadas y estables. Que a nadie se le ocurra intentar volar mientras estamos en la senda.

Mientras el Bastet empieza a transmitir las indicaciones del guía una fuerte ráfaga de viento sacude la cabeza de la comitiva. Altair no tiene problemas en resistir el embate del viento, pero Misha no lo tiene tan fácil...

Al principio Misha puede hacer poco más que mantenerse sobre la senda de luz plateada, torpe e indefenso como un cachorro recién nacido. Sin embargo pronto descubre cómo utilizar su peso y sus garras para avanzar y resistir los embates del viento, que lo golpea sin previo aviso desde cualquier dirección. Algunos de los compañeros de Misha no son tan afortunados o hábiles, y algunos son arrancados del camino y arrojados al vacío. Aquellos que son capaces de volar se las arreglan como pueden para volver al camino, pero los demás se pierden en las brumas Umbrales. Altair le explica a Misha y a "Cola-con-Rayas" que la caída en sí no los matará, pero que el lugar de la Umbra al que caigan sí. Escaso consuelo ofrece el Contemplaestrellas, pero nadie dijo nunca que el viaje fuera a ser fácil.

La Senda lunar serpentea entre las luces de estrellas distantes, acercándose a los restos destrozados del Reino de Selene. Flotando en el vacío las Lúnulas y otros espíritus de la estirpe de Selene combaten furiosamente contra extrañas Perdiciones de aspecto alienígena o de extrañas formas llameantes. La lucha es encarnizada y no favorece a los hijos de Selene.

¡No os metáis! - advierte Altair - ¡En la senda somos muy vulnerables!

Pero poco después de que Altair haga su advertencia un espíritu lunar con forma de doncella griega hecha de plata se estrella aparatosamente contra la senda a poca distancia de Altair y de Misha. La Perdición que la ha derribado, una ominosa esfera de fuego verde, desciende hacia ella con un rugido de odio...

Homínido y ursus eran mis formas favoritas y, aunque entendía el equilibrio que representaba, pocas veces adoptaba la crinos. Debido a eso me resultó incomodo el primer momento después del cambio y me moví con torpeza, por fortuna mi gran peso me impidió caer al vacío, pero tras afianzarme confiadamente en mis patas logré avanzar sin mayores problemas.

Sólo pude lamentarme por aquellos que no tuvieron tanta suerte y cayeron del puente, y esperar que sin importar a donde fuesen a dar encontrasen la fuerza para resistir y regresar. Normalmente hubiese invocado la protección de Gaia para ellos pero en ese momento ella era quien necesitaba protección.

A pesar de la dificultad del trayecto no podía decirse que fuese del todo desagradable pues nos rodeaba el tenue resplandor de infinitas estrellas, incluso hubiese resultado hermoso de no ser por la triste visión de los fragmentos del Reino Lunar y por la lucha constante que nos rodeaba. La advertencia del Contemplaestrellas fue innecesaria, al menos para mí, pues no pretendía engarzarme en un combate que estaba más allá de mis posibilidades. No mientras tengo una misión más importante entre manos..

Repentinamente nuestra marcha fue interrumpida por la caída de un espíritu y la llegada de la abominación que la causo y, a pesar de mi intención de no participar en el combate, me resultó imposible permanecer ajeno. Si bien era cierto que debía llegar cuanto antes con Selene, también lo era que cada vida, fuese de creatura o espíritu, era valiosa.

Sin perder un segundo, y sin saber si alguno de mis compañeros se uniría a la lucha, me interpuse entre el aborrecible ente y el espíritu lunar y gruñí con fuerza, en un instintivo intento de disuadirle del combate. -¡GRRR!

¡Misha! - le llama Altair - ¡NO!

Pero es inútil intentar hacer cambiar de idea a un Gurahl una vez que éste ha tomado una decisión. La apestosa bola de fuego verde no parece ser consciente de la embestida del Gurahl...

Aunque el grito del garou resonó con fuerza en el aire, llegó a oídos sordos pues nada me detendría. Avancé implacable y al estar lo suficientemente cerca cerré mis fauces en el siervo del Rompedor, esperando que el Oso de la Muerte estuviese de mi lado durante el combate.

El ataque de Misha sorprende a la Perdición y permite que el espíritu Lunar se recupere lo bastante como para hacerle un tajo con su gladius de plata...

Me satisface ver que la doncella se levanta para seguir luchando, pues al igual que yo ella no está dispuesta a rendirse. Sin perder tiempo o vocalizar sonidos volví a atacar a la perdición esperando encontrarle algún punto vulnerable. ¿Los tienen? Claro que deben tenerlo, todos los tenemos..

La furiosa Perdición arroja una cascada de llamas verdinegras contra Misha y la guerrera. Ella se interpone entre la Perdición y el Gurahl blandiendo un escudo de energía espiritual. Sin embargo las llamas desbordan el escudo y terminan por alcanzar al Gurahl...

Misha se protege cruzando los brazos sobre su poderoso pecho de forma que las llamas sólo consiguen chamuscar su espeso pelaje. Cuando las llamas no han terminado de disiparse el Gurahl ve a Altair saltando por encima de su cabeza, magnífico en su forma Crinos. El Contemplaestrellas se abate sobre la Perdición pero esta consigue esquivar sus mortíferas garras girando sobre sí misma. Sin embargo esto no consigue que evite la estocada del espíritu lunar, cuya espada abre un tajo de llamas plateadas en la superficie de la esfera...

Aunque no sentí dolor, el desagradable olor del pelo quemado inundó mis fosas nasales y me hizo resoplar; el pelaje tardaría un poco en crecer pero la piel estaba intacta. Los osos no somos seres rápidos ni ágiles pero si resistentes.. Al ver como Altair se unía al combate  sentí mi pecho vibrar. Sin duda son la raza guerrera.. He inspirado, me levanté sobre mis patas traseras y lancé un nuevo mordisco contra el corrupto espíritu.

El brutal zarpazo de Misha hace desaparecer a la Perdición como quien apaga una llama de un manotazo.

¡Necio! - grita Altair - ¡Mira lo que has hecho!

Aunque breve, el combate ha llamado la atención de todas las Perdiciones cercanas a la Senda Lunar. Viendo en los cambiaformas víctimas más fáciles que los espíritus de Selene, muchos de ellos abandonan sus combates para lanzarse contra ellos. El caos se extiende rápidamente cuando los cambiantes intentan defenderse. Algunos se salen de la senda lunar aullando en su caída hacia la oscuridad, mientras que otros son atacados accidentalmente por el cambiaformas que tienen al lado.

¡Gran Mato! - suplica "Cola-con-Rayas" - ¡Haz algo! ¡Aquí no podemos luchar!...

El insulto de Altair me molestó, aunque no tanto como lo hubiese hecho a uno de los suyos, pero debía admitir que tenía razón pues no había considerado todas las consecuencias de mi acción. Por Gaia, no consideré ninguna consecuencia.. Pero lo hecho, hecho estaba y sólo quedaba afrontar la situación lo mejor posible.

Los esbirros del Rompedor atacaban a mis primos mientras estos se encontraban en clara desventaja. Teníamos el poder necesario para combatir pero la falta de experiencia trabajando en conjunto y la dificultad de hacerlo sobre una superficie traicionera se sumaban en nuestra contra. 

En cuanto mi mandíbula se cerró la infesta llama se extinguió, dejando sólo un desagradable olor. Resoplé para despejar mis vías respiratorias y miré a la doncella plateada. -¿Te encuentras bien? Mi voz sonaba tosca y grave en forma crinos.

Aún esperaba la respuesta del espíritu cuando escuché el insulto de Altair. Molesto (aunque no tanto como lo hubiese estado uno de los suyos), giré para confrontarlo pero al hacerlo debí admitir que tenía razón pues yo no había considerado todas las consecuencias de mi acción. Por Gaia, no consideré ninguna consecuencia.. Mas lo hecho, hecho estaba y sólo quedaba afrontar la situación lo mejor posible.

Los esbirros del Rompedor atacaban a mis primos mientras estos se encontraban en clara desventaja. Teníamos el poder necesario para combatir pero la falta de experiencia trabajando en conjunto y la dificultad de hacerlo sobre una superficie traicionera se sumaban en nuestra contra. ¿Qué opciones tenía?

Generalmente todas las situaciones que amenazan la supervivencia terminan en una de dos formas: huida o lucha. Correr resultaría imposible para la mayoría ya que incluso caminar en el sendero era difícil; por el otro lado, combatir no sería sencillo pero habíamos sido creados para eso. Estamos dotados... ¡Dones! ¿Cómo no lo pensé?