Partida Rol por web

El infierno abrasador quebranta la mente de Adalid dejando paso a un único pensamiento instintivo: HUIR. Según va huyendo cambia de su forma Archid a la Suchid según necesite escurrirse por algún agujero estrecho que le permita alejarse más y más de la fuente de su dolor. Cuando se ha alejado lo suficiente se oculta en algún agujero dejando ver solamente sus poderosas mandíbulas...

Os equivocasteis con él - dice Yoggnemnigmon - No es más que un pequeño lagarto asustado

Incluso tú fuiste una vez pequeño y de aspecto insignificante - dice otra voz, calmada pero tanto o más poderosa que la del wyrm - Cambiará. Se hará más fuerte. Cumplirá su cometido. Y tú el tuyo.

Eso si salimos de aquí alguna vez - se burla el wyrm - Deberías darle los Colmillos al Garou

¡BASTA! - ruge la voz. La presencia de Yoggnemnigmon se encoge ante su furia - No son para él. Y tú, que en tu locura te rebajaste a ser sepultado por mortales, no eres quién para cuestionar nada.

Creo que ya he pagado de sobra por todos mis pecados - se queja el wyrm

Estar encerrado en contra de tu voluntad no es lo mismo que reparar el daño que hiciste. Recuérdalo cuando vuelvas a ser libre...

El tiempo pasa. Adalid permanece en su escondrijo. Las pocas y pequeñas Perdiciones que logran dar con él sólo sirven para alimentarle. Pero ni siquiera preso del pánico Adalid logra mantenerse despierto indefinidamente. El cansancio y el dolor terminan por cerrar sus ojos...

El aire es húmedo y cálido. El agua no sabe a la podredumbre provocada por los pieles-suave, sino que es fresca y está preñada de vida. Adalid se sumerge en ella encontrando jugosas presas que engulle con deleite mientras nada despreocupado entre coloridos arrecifes de coral. Por unos instantes de felicidad Adalid se olvida de su esencia cambiante y se limita a ser un simple cocodrilo que nada en su hábitat persiguiendo a sus presas y evitando a sus depredadores. No existe el dolor, ni luchas que el Mokolé no pidió librar, ni...

ADALID-DEL-OJO-CARMESÍ - la voz es mitad sonido mitad vibraciones en el agua. Es como si le estuviera hablando el propio océano - AÚN NO ES TIEMPO DE DESCANSAR. TIENES MUCHO QUE HACER - Adalid reconoce la voz como la que estuvo hablando con Yoggnemnigmon, con la diferencia de que él es mucho más minúsculo que el wyrm - NO TENGAS MIEDO. SAL Y HABLA CONMIGO.

Incapaz de resistirse el Mokolé nada hasta la superficie de las cálidas aguas encontrándose ante la titánica presencia del Dragón del Mar, uno de los muchos avatares del Padre Dragón. Incluso en su gran forma Archid Adalid podría descansar cómodamente sobre una sola de sus escamas. Sin embargo, el Dragón del Mar no tiene dificultad a la hora de fijar sus brillantes ojos dorados en los del Mokolé. No es extraño que incluso el poderoso e inmenso wyrm se acobardase cuando provocó su ira - ¿QUÉ TE OCURRE, ADALID? ¿DE QUÉ ESTÁS HUYENDO?...

Nadar. Comer. Dejarse mecer por el agua limpia fresca mientras el sol calienta la espalda. Buscar presas gordas entre las coloridas formas del fondo.

Aquello no duro mucho. Adalid pronto sale del pasivo y feliz letargo… a regañadientes, pero cumplidor ante aquella voz profunda, cercana y lejana como un recuerdo que se revive pero parece propio. La procedencia lo deja enmudece y amedrenta, tanto como la vergüenza de presentarse ante el en semejante momento de debilidad.

- Del dolor… De mi debilidad… Del peso de mi responsabilidad y mi traición.- El mokolé baja la cabeza, profundamente dolido ante su fracaso. De muchas cosas podía huir, pero esas le pesaban enormemente, y sobretodo el no haber superado la prueba de los Colmillos de Helios y huir como un cobarde.- Adalid no sabe si podrá cumplir su papel en el destino del mundo, oh Padre Dragon. Tiene miedo al fracaso.

AÚN NO HAS EMPEZADO NADA, ASÍ QUE NO PUEDES HABER TRAICIONADO A NADIE - responde el Dragón del Mar - NO TE AVERGÜENCES DE TENER MIEDO A FRACASAR, PUES DE NO TENERLO TE VOLVERÍAS ARROGANTE. TU DESTINO ES IMPORTANTE, ADALID, PUES DEBES AYUDAR AL WYRM DEL EQUILIBRIO A DERROTAR AL WYRM DE LA CORRUPCIÓN Y A LIBERARSE DE LA TELARAÑA DE LA TEJEDORA. POR ESO ANTHELIOS SE HA FIJADO EN TI Y LAS PERDICIONES TE HAN PUESTO ESE NOMBRE MALICIOSO QUE TIENES. POR ESO FUISTE ELEGIDO PARA SER EL NUEVO PORTADOR DE LOS COLMILLOS DE HELIOS. LA ÚLTIMA ESPERANZA DE LA MADRE ESMERALDA ESTÁ EN EL RENACIMIENTO DEL WYRM DEL EQUILIBRIO Y DEL RESTABLECIMIENTO DE LA TRÍADA ORIGINAL, Y TÚ DEBES AYUDAR A HACERLA POSIBLE...

Adalid asintió, bajando la cabeza en señal de respeto y ante la sabiduría y el poder de Dragón. Entiende que la arrogancia es mala… el miedo es un sentimiento que ayuda a estar en guardia, y de la misma forma este sentimiento evitara que Adalid se vuelva arrogante y pierda de vista su papel.- Gracias, Padre Dragón.

Salvar a la Madre ayudando a la recuperación de la Tríada… suena aun mas importante con la voz y las palabras del Padre de la Memoria. Y, para Adalid supone regresar al escalon donde se produjo su caída… los Colmillos de Helios. El abrasador abrazo de aquella arma es… muy reciente; pero ahora es consciente del peso y de la importancia de conseguirlo; el destino de Gaia depende de empezar aquella gesta.

BIEN, ADALID. LA PRUEBA DE LOS COLMILLOS DE HELIOS ES SOLAMENTE UNA DE LAS MUCHAS QUE TENDRÁS QUE SUPERAR, Y AUNQUE TIENES QUE HACERLO POR TÍ MISMO NADA ME IMPIDE SANAR TUS HERIDAS Y DARTE ALGO DE SERENIDAD. VETE AHORA. VOLVEREMOS A VERNOS MUY PRONTO...

Cuando Adalid se despierta ya no siente el dolor de las heridas que le provocaron la araña cazadora y los Colmillos. Las heridas se han cerrado dejando cicatrices blancas en las oscuras escamas, señales de orgullo por los combates y las pruebas a las que ha sobrevivido. Su mente también está despejada y en calma, con el rumor de las olas alrededor del Dragón del Mar aún resonando en su cabeza.

Ahora con más confianza el Mokolé vuelve a la cámara donde se encuentran los Colmillos, tan amenazantes y gloriosos como antes. "Serpiente-del-Arco-Iris" también está ahí, sentado y hablando con el wyrm en un idioma perdido hace mucho - No te rindes ¿Verdad, cocodrilo? - le dice - ¡Muy bien! No conquistarás el fetiche más poderoso de este mundo sin pelear ¡Ánimo!...

Asiente ante la presencia y los ánimos de Serpiente-del-Arco-Iris.- Adalid ha tenido ayuda.

Otra vez aquella sensación ardiente. Adalid sentía como si caminase entre fuego, o se dirigiese al mismísimo sol. El aire caliente le arranca escamas y le abrasa la piel, es difícil mantener los ojos abiertos e incluso respirar. Cada bocanada arde y le llena los pulmones de un aire que amenaza con consumirle con dentro.

El dolor azuza al miedo y a la ira de nuevo, que le recorren como el cuerpo como ponzoña negra envenenándole la mente.  Cae hincando una rodilla, pero mantiene recta la espalda mientras aprieta los ojos y los dientes, mirando al frente con la cabeza fija donde antes viera la lanza. Hay demasiado en juego, no puede dejar que esas emociones le dominen… tiene que levantarse… y cada musculo le responde lento… y se resiste a hacerlo; porque la orden es clara. Continuar. Continuar a la fuente de aquel calor asfixiante y doloroso. Cada paso, cada aspiración es dolorosa, y extenuante. Pero Padre Dragón dijo que lo seria, y no podía desfallecer, hay que restablecer el equilibrio; y el este fuego… será usado para tal proeza.

Los músculos de Adalid arden al intentar arrancar la lanza del corazón del wyrm. Su carne humea como si estuviera a punto de arder. El Mokolé hace un esfuerzo supremo físico y mental para agarrar el mango del arma con ambas manos y rugiendo de rabia consigue por fin liberarla de su prisión de carne. Toda la caverna empieza a temblar y sacudirse, y el rugido de Yoggnemnigmon, libre al fin después de milenios de cautiverio, reverbera con la fuerza suficiente para hacer vibrar los huesos de Adalid.

¡Sal de aquí! - le dice el Garou - ¡Corre, sígueme!

Adalid sigue al Garou a través de cavernas que ondulan y producen extraños sonidos húmedos con el fetiche firmemente sujeto entre sus zarpas. Tras una agónica carrera la extraña pareja llega de nuevo a la boca del wyrm, que se abre y cierra mientras el titán lanza un rugido tras otro. Medio corriendo, medio saltando Adalid atraviesa el bosque de cuchillas de los dientes y finalmente consigue saltar a la arena del desierto, donde Cluithi le ayuda a levantarse. Con el fetiche ya fuera de su cuerpo, el titánico wyrm consigue calmarse y mirar con varios ojos a sus dos liberadores.

Enhorabuena - le felicita el Danzante - ¿Te encuentras bien?...

Un rugido inmenso sacude el cuerpo de Yoggnemnigmon y el de Adalid con este. Serpiente le apremia para salir del interior del Wyrm, y Adalid le sigue por las entrañas de la criatura corriendo tan rápidamente como es capaz. Los pulmones y el corazón del mokolé palpitan y se sacuden para cuando consiguen atravesar la última barrera que componen los dientes de la gran sierpe.

Adalid se apoya en el poderoso fetiche, que tanto le ha costado recuperar. Observándolo un segundo, comprendiendo lo que supone sostener semejante responsabilidad y poder entre sus garras.-Adalid se encuentra bien ahora y…- Pero calla, para mirar alrededor buscando a Serpiente-del-Arco-Iris. Pero es un recuerdo o un fantasma de su propio ser encerrado en Yoggnemnigmon, por un momento pensó que tal vez podría liberarlo también.

Se giró para mirar a la gran sierpe.- ¿Cuál será el próximo objetivo? ¿Seguir liberando a los Disolvedores que acabaron corruptos? Hay que restaurar la Triada Original.- Lo dice tranquilo, mientras mira a la sierpe esperando ver algún cambio ahora que está libre del sello que la apresaba.

Ése sigue siendo el plan - responde el Danzante - El siguiente paso es decidir nuestros próximos objetivos. Por un lado hay que ir a la Umbra Media para ayudar al Reino de Eshtarra del asedio de Malfeas. Ahí es donde pensaba enviar a este enorme wyrm. Por el otro tenemos la ciudad humana de Detroit, en la que la Tejedora ha iniciado su conquista del reino físico a través de una empresa llamada Pentex - Cluithi no parece ser consciente de la confusión que esos nombres desconocidos (Eshtarra, Pentex, Detroit) producen en Adalid - Hasta ahora no había sido capaz de decidirme entre estos dos objetivos, pero tú has resuelto ese dilema - le da una palmada en el hombro, un gesto que Adalid ha visto utilizar a los humanos como señal de amistad y confianza. La visión de los Colmillos de Helios atravesando el pecho de Cluithi pasa fugaz por la mente del Mokolé - Tú tienes un destino importante, Adalid, igual que yo. Liberar al Wyrm del Equilibrio, restaurar la Tríada, permitir el renacimiento de Gaia. El hecho de que hayas sido tú el que liberase a este wyrm es la prueba. Así que dime, hermano ¿Dónde quieres ir?...

Todos eso nombres… lugares, gente,  espíritus… no hay nada en la memoria de Adalid salvo la Tejedora. Cluithi habla de un asentamiento humano y de un reino en la Umbra. Adadlid no ha visitado ninguna ciudad habitada, tiene el conocimiento de lo que se suponen que son. Grandes acumulaciones de humanos en casas que se amontonan unas sobre otras, sucias, ruidosas… molestas. Pero si la Tejedora tiene sus patas en ese lugar… debería ser el primer lugar al que ir. Acabar con sus planes de mantener el mundo en el orden puro y devolverla a su posición de constructora.

-El objetivo es restaurar la Triada. Habrá que golpear a la Tejedora para recordarle su verdadero lugar. Ojala haya tiempo para ayudar al Reino tras eso.- Adalid aprieta la lanza y mira a Yoggnemnigmon y Cluithi.- El equilibrio volverá al mundo.- La levanta para dar fuerza a sus palabras.

Muy bien - asiente Cluithi - Mi ejército ahora es tuyo. Yo iré con Yoggnemnigmon a la Umbra Próxima. Si el Reino de Estharra no es protegido el mundo físico dejará de existir ¡Cuatro-ojos!

El extraño Danzante mutante con los cuatro ojos brillantes se acerca a Adalid y a Cluithi - Sí, mi general - dice haciendo una reverencia.

Él es "Adalid-del-Ojo-Carmesí", el que ha liberado a Yoggnemnigmon. Ahora él os dirigirá para eliminar el nido de la Tejedora en Detroit.

Los cuatro ojos del Danzante se fijan en Adalid, que no ve ni aceptación ni rechazo en ellos. Sólo una locura demencial - Adalid no nació humano, así que tú harás de enlace entre él y nuestras tropas y te encargarás de dirigir el barco.

Lo que usted ordene, mi general - Los ojos superiores miran a Cluithi, pero los inferiores no se han movido de Adalid - ¿Cómo debo llamarte, "Adalid-del-Ojo-Carmesí"?...

Dirigir… Adalid nunca ha dirigido. Desde que tiene consciencia de sí mismo ha actuado solo, pero entiende que en este momento este es su papel. Asiente ante las palabras del Danzante, su plan es bueno; y seguramente la presencia de Yoggnemnigmon y del mismo Cluithi serán de mucha ayuda en la batalla por ese reino.

El otro danzante que viese antes que a Adalid regresa. Sera un enlace, estará bien poder delegar en alguien. Su aspecto es perturbador, parece que sus ojos pudiesen moverse de forma independiente… debe ser útil.- Puedes referirte a Adalid como prefieras. Adalid-del-Ojo-Carmesi es el nombre de Adalid, pero Adalid no le da importancia a los nombres mientras pueda tratar con quien sea.- Tras responder al Danzante de cuatro ojos, vuelve la vista a Cluithi.- Adalid buscara la manera de dirigirse a Estharra tan pronto acabe en Detroit.

El Mokolé acaricia una de las hojas de la lanza y se dirige al mutante.- Moved el barco. Rumbo a esa ciudad… Detroit. Tan rápido como podamos… si extenuar a los combatientes. Quizá tengamos que pelear cuando lleguemos.- Ordenes ¿Están bien así? ¿Que encontrara en esa ciudad? La imagen de un poblado extenso y alto de metal cubierto por telarañas se forma en la mente de Adalid.

Así se hará, Adalid - responde el Danzante

Adalid nunca había viajado antes en barco, y la sensación no podía ser más claustrofóbica. Los motores de la bestia mecánica producen una molesta y continua vibración y su camarote, aunque espacioso en comparación con otros, le resulta oscuro y opresivo. Adalid aún está sorprendido por la facilidad con la que Cluithi le cedió el mando de su ejército, y se pregunta por enésima vez si no habría estado mejor acompañando a Yoggnemnigmon a la Umbra.

Si te sirve de algo, yo me alegro de alejarme del tufo hediondo de ese wyrm - susurra una voz. Sorprendido y molesto el Mokolé mira a uno y otro lado, pero parece estar solo en su camarote

Aquí, lumbrera - dice la voz. Esta vez Adalid sigue la dirección del sonido hasta el fetiche que descansa sobre su camastro - Sí, soy yo. Los Colmillos de Helios, forjados por Hiperión en la Ciudadela del fuego. Y me parece de muy mal gusto que hasta ahora no te hayas dignado dirigirme la palabra. No soy una simple herramienta ¿sabes?...

Muy diligentes. Con ese pensamiento pasa el rato, o lo intenta puesto que permanecer en el interior del metálico monstruo, es aún más molesto que el interior de Yoggnemnigmon… probablemente no, pero el ruido y el constante traqueteo hacen muy difícil relajarse o incluso dormir ¿Cómo lo hacen los poseídos? ¿Serán así las ciudades humanas?

Pero algo más capta la atención de Adalid, una voz nuevamente en su cabeza. Aunque no parece haber nadie aparte de las palabras. Adalid se acerca al arma lentamente y baja la cabeza como recuerda que los humanos y otras razas hacen en símbolo de respeto y adoración.- Adalid no tiene conocimiento de vuestro poder ni conciencia.- Adadlid frunce el ceño al percatarse de que muy probablemente los mismos colmillos lo abrasaran vivo antes de permitirle asirlos. Lo mira con cierta desconfianza, preguntándose hasta qué punto es correcto hacerle ver sus dudas con respecto a ese tema.- Adalid os habría tratado de forma diferente de haber sabido de que sois capaz.- Obviamente Adalid es solamente el portador, y aunque eso podría entenderse como el controlador... no cree que sea lo mismo en este caso.

Esa ignorancia puede hacer que te maten, pero vamos a remediarla - contesta el espíritu - Nunca has tenido un fetiche ¿Verdad? Primera lección: Todos los fetiches lo son porque tienen un espíritu vinculado en su interior. La diferencia es que yo hablo más porque Hiperión así lo decidió al crearme. Segunda lección: soy tu aliado, no tu enemigo. No tengas miedo de tenerme en las manos que no te las voy a quemar. Eso sí, estoy hecho de lo que estoy hecho. Si de alguna manera un enemigo consigue utilizarme contra ti... digamos que en caso de que sobrevivieras no sería agradable. Ahora levántame, que no me gusta estar sobre esta manta raída. En serio ¿nadie ha oído hablar del lavado de ropa?

Un receloso Adalid coge el arma-fetiche y la sopesa en las manos.

Bien. Tercera lección: ¿Qué puedo hacer? Para empezar puedo cortar a la gente en pedazos, aunque para eso necesito tu ayuda. Aquellos con vínculos con Hiperión son especialmente vulnerables a mi filo, aunque de eso ya te diste cuenta dentro de ese gusano asqueroso. También puedes invocar llamas que recubran mi filo. Esto puede servirte para calentarte en sitios fríos y húmedos como este o para hacer que los vampiros se lo piensen dos veces antes de meterse contigo ¿Lo pillas? Y por último: puedo enseñarte Dones vinculados al fuego y al Sol ¿Más preguntas?...

El mokolé atiende a la lección que el espíritu en la lanza imparte. La duda de si este es un conocimiento que el resto de cambiantes posee de forma innata, o que adquieren gracias a las enseñanzas de las manadas y allegados le pica en la cabeza, pero en este momento le resulta mucho más útil todo aquello que los Colmillos tienen a decirle.

Adalid tiene un vivo recuerdo de la capacidad que menciona. Y sus palabras acerca de los vampiros le dejan un regusto amargo aunque no sabe porque. Quizá recuerdos, quizá algo en su forma de hablar. Pero la idea de calentarse le resulta tentadora, o poder aprender más de él.

-Adalid ha aprendido mucho, pero siente que debe aprender más. Los colmillos han mencionado Dones de Hiperion y del fuego… ¿Es posible para Adalid aprender mientras llegamos a la ciudad de Detroit?- Todo el poder que pueda sostener… quizá sea poco.

¿Eso significa que tenemos tiempo? Bien, entonces te enseñaré unas cuantas cosas...