Partida Rol por web

La Nuwisha se queda tan sorprendida que ni siquiera cae en la cuenta de sacar a Joe de su error respecto a su nombre. Seguro que los Ragabash y no pocos Galliard encontrarían muy interesante el que Joe haya conseguido la difícil tarea de dejar a una coyote sin palabras Cuando él le pregunta sobre posibles ayudas ella niega con la cabeza - Los Nuwisha trabajamos en solitario. Yo soy todo lo que necesitas para llegar a Nueva York ¿Y tú? Los Garou soléis ir en manada y no tienes aspecto de Caminante Silencioso ¿Tienes alguna manada a la que debamos esperar? Por que si es por mí nos vamos ahora mismo...

Los Bastet nos especializamos en los secretos del mundo físico, no de la Umbra (1) - confiesa el Bastet con algo de vergüenza - Sin embargo sabemos de alguien que puede guiarnos: un Garou de la tribu llamada Contemplaestrellas llamado Altair y que ya vivía de forma casi permanente en la Umbra antes de la Guerra del Apocalipsis ¿Entonces lo harás, sabio Mato? ¿Tu pueblo y el mío pueden ir al rescate de Seline?

En teoría la propuesta del Pumonca es factible y estando casi todos los Gurahl reunidos en el reino de Estharra no sería difícil organizar un Powwow (2) para discutir la propuesta. Eso no es lo que preocupa a Misha. Lo que realmente le provoca escalofríos es que al ser él el que proponga la idea le envíen a él a intentar conseguir el Don de Eshtarra...

La pregunta, aunque sin intención, fue un puñal helado en mi costado.

— No... Yo... —titubeé— No tengo manada. Murieron en Nueva York —expliqué con hilo de voz. Temía que de intentar hablar más alto, mi voz se quebrase, pero rápidamente recuperé el arrojo—. Me propongo salvar a los que quedan de mi Clan, aunque muera en el intento. Se los debo.

Le guiñé un ojo al escuchar el "ámbito de investigación" de los bastet. -Eso había escuchado, pero nunca está de más preguntar. Acaricié mi mentón como si rascase un vello facial que no existía (¿Por qué soy el único oso sin barba? Seguro es por causa de vivir aquí) mientras meditaba las palabras de Cola-con-Rayas.

Aunque muchos consideran a los Contemplaestrellas inofensivos, siempre me llamó la atención el hecho de que hubiese tan pocos gurahl entre los pandas. ¿Acaso era una prueba de las acciones de los garou orientales durante la guerra de la Rabia? ¿Habían traicionado a mis hermanos comedores de bambú luego de ofrecerles refugio? Ninguna de nuestras historias lo mencionaba pero yo lo pensaba en ocasiones. Por otro lado, esos garou respetaban las constelaciones de Ursa y eso era honorable. Siempre que no sea una treta, claro..

¿Qué otras opciones tenía? ¿Intentarlo solo? Aunque conocía el rito para rasgar la Celosía no sabía cómo llegar al reino de Selene. ¿Pedir ayuda a los coyotes? Casi prefería intentarlo solo. También podía optar por simplemente viajar al mundo físico para recórrelo e ir sanándolo poco a poco, pero eso sería como aplicar paños de agua fría a la frente de un enfermo; servía para bajar la fiebre durante un tiempo pero no curaba al paciente. No, es tiempo de combatir la infección..

Sin duda necesitaba de mis hermanos, así que debía hablarles lo antes posible. Carecía de autoridad suficiente para convocar un powwow pues sólo era un kovi¹, mas sí podía organizar una “Regalia² fuera de estación”.

Me levanté y devolví al Cola-con-Rayas su pipa. -Convocaré a mi tribu para narrarles estos hechos, y mientras se reúnen buscaré hablar con Eshtarra. No pensaba postergar mucho ese encuentro pues, sin importar lo que la tribu decidiese, yo estaba determinado a seguir ese camino. Antes de alejarme abracé al bastet. -Gracias nuevamente por compartir tu alimento conmigo. La hospitalidad era un rasgo importante dentro de la cultura guralh, así como la gratitud.

La Nuwisha coge la mano de Joe y la aprieta entre las suyas - Estoy segura de que tu manada se alegra de que estés aquí hoy dispuesto a rescatar a lo que queda de tu clan. Y lo haremos. Tienes mi palabra.

Cuando ella retiras sus manos Joe descubre que le ha puesto una gominola de color negro aceitoso en la suya - Piel de Perdición - le aclara - Sabe a rayos, hará que tu boca huela alcantarilla y te dará el aura espiritual de una criatura del Wyrm. Es la única manera en la que podemos atravesar el cerco de Malfeas sin que nos hagan pedazos ¿Qué me dices? ¿Nos vamos ya?...

La Nuwisha resultó ser dura por fuera. Un comportamiento típico en la gente "ruda", pero no voy a echárselo en cara. Quizá bromearé un poco sobre ello luego... si regresamos con vida. Tal vez incluso la besaré. Observé con mi único ojo la gominola mágica del Wyrm; por su aspecto, no dudo que es cierto lo que dice sobre el sabor.

— Entiendo. Estoy listo, vamos —dije, con todo el aplomo que fui capaz de imprimir en mi voz.

Escena 2 - Regalia

Vamos a ver si me he enterado bien - dice "Canción-de-Aguanieve", Protectora del río canadiense - Por las habladurías estúpidas de un Bastet pretendes que dejemos a todos los heridos que estamos atendiendo para seguir a un Garou ¡UN GAROU! del que han oído hablar a un rincón desconocido de la Umbra con la esperanza de buscar a Selene, una Celeste, para curarla de las heridas que le infligió Rorg, un Incarna. Y por si todo eso fuera poco, antes de eso tenemos que apelar a la piedad de Eshtarra, quien ya está bastante cabreada por esta invasión okupa que han organizado los Nuwisha ¡RÍ-DÍ-CU-LO!

La osa negra se levanta y adquiere su forma Crinos para dirigirse a la casi treintena de Gurahl que son todos los Protectores del Río que lograron llegar a la Umbra siguiendo a los coyotes. Aunque no ha costado mucho reunirlos en el recodo de un enorme río del Reino la regalia no va como Misha había previsto - ¡Hermanos, perdemos el tiempo! - se vuelve hacia Misha - ¿Quién eres tú, muchacho? Un Kovi que apenas acaba de terminar su Gallivant y que se ha dejado enredar por las tonterías de los gatitos ¿Tienes idea de lo mucho que arriesgaríamos en semejante disparate? Pare empezar estás confiando en los Bastet, tan volubles como una veleta. Y después vas a pedirle ayuda a un Garou cuando su raza estuvo a punto de declarar otra Guerra de la Rabia al poco de llegar aquí.

Ya es suficiente, Aguanieve - la interrumpe la Bisabuela "Ebro-Rugiente". Incluso en su forma ursina, la Bisabuela es tan grande como una furgoneta y capaz de volcarla sin apenas esfuerzo. Su Rar-Azgai suena un poco extraño debido a la cicatriz que le deforma el labio derecho - Todos conocemos tu aversión hacia los Bastet y los Garou y muchos de nosotros sabemos que está justificada.

No es sólo aversión - protesta Aguanieve - Es que...

¡SILENCIO! - ruge la Bisabuela - Misha, nuestra hermana tiene algo de razón. Lo que propones es más que arriesgado. De hecho suena a misión imposible - no lo dice como burla, sino sólo lo que piensa - Y sin embargo yo quisiera escuchar más. Ya sabemos los detalles de tu plan. Ahora explícanos por qué crees que puede salir bien...

-Es simple, Gran Matae. Funcionará porque así lo creo. Podía notarse confianza en mi voz. -Sé que soy un kovi, al igual que todos los presentes lo fueron alguna vez. Levanté la cara con algo de orgullo. -También sé que el Primer Cacharro fue quien subió al cielo buscado un salmo para alimentar a La Gran Osa. Así que no creo correcto desechar una idea por provenir de alguien que recién ha completado su buri-jaan. Sentencié.

-El Código de Ursa nos pide que recordemos nuestra historia y por eso puedo aceptar tu rencor, hermana Aguanaieve, puedo comprender tu desconfianza hacia los garou, bastet o incluso a los corax, puedo sobrellevar tu justa ira. Yo mismo tenía sentimientos similares en ocasiones. -Más lo que no puedo entender es como parece que olvidamos el resto del Código.

-Como todos, he ayudado a nuestros Hermanos Pequeños a sanar, pero he perdido más amigos por causa de la desconexión que por las heridas. Y eso es algo contra lo cual no podemos luchar. Guardé un breve silencio en señal de dolor. -Hoy somos... Di una rápida mirada alrededor. -Quizá treinta de nosotros, aunque cuando al llegamos aquí éramos más del doble, ¿cómo cumpliremos el código de Ursa si no tenemos cachorros a los que apreciar? ¿Debemos acaso conformarnos con convertirnos en espíritus y olvidar nuestra misión? Giré para mirar a cuantos pude.

-No, al menos yo no puedo hacerlo. Cuando nuestra Gran Madre nos dio vida nos instruyó para servir y proteger a la tierra y cuanto vive en ella. Nos eligió como sus guardianes. De haber estado en forma ursina abría rugido orgulloso. -¿Cómo podemos permanecer ocultos aquí mientras nuestro mundo agoniza por el toque enfermizo del Rompedor de Patrones? ¿No debemos acaso proteger la tierra y purificar lo mancillado?

-Acá podemos sanar a los enfermos y cuidar a los necesitados, pero, ¿cómo enseñaremos a los que no saben si nos mantenemos lejos de ellos? Los que quedaron atrás nos necesitan. No tenía idea de cuantos quedaban pero cada uno contaba.

-Dime, hermana  Aguanieve, ¿cómo castigaremos  a los culpables y vengaremos las muertes injustas mientras nos escondemos lejos de los causantes del dolor?
Me tomé un momento para respirar y calmarme, asombrado de que nadie hubiese interrumpido mi largo discurso y miré a los ojos de la Bisabuela. -La verdad es que no sé si funcionará, pero no puedo seguir aquí sin intentarlo. Suspiré. -Selene nos necesita, puedo sentirlo, y aunque nadie quiera acompañarme les pido que al menos me dejen intentarlo. Eso era algo que Luego guardé silencio, evaluando las reacciones de la tribu antes de seguir.

No recuerdo otro momento de mi vida donde hubiese hablando tanto frente a tantos hermanos, ni uno durante el cual mis pensamientos y palabras estuviesen en tanta sintonía.

¡Eso es una estupidez! – protesta Aguanieve – No pienso participar en esa locura.

No será necesario – interviene la Bisabuela – No todos podemos permitirnos abandonar este Reino y a todos los que dependen de nosotros y nuestros cuidados. No obstante, rescatar a la Celeste Selene y conseguir que vuelva a otorgarnos sus dones puede cambiar nuestro destino. Misha tiene razón: tenemos que marcharnos de la Umbra y volver a luchar por Gaia en el mundo físico. Por lo tanto voy a convocar un Powwow y a discutir con los otros Bisabuelos quiénes se quedarán aquí y quiénes acompañaremos a Misha, a los Bastet y al Garou Altair en su viaje al Reino de Selene.

La declaración de la Bisabuela deja estupefactos a los Gurahl. A juzgar por sus expresiones muchos de ellos se sienten incómodos con la idea de que la líder de los Protectores del Río se marche del reino de Eshtarra, pero saben que intentar hacerle cambiar de idea sería una pérdida de tiempo.

Misha, como la idea ha sido tuya a ti te corresponde el honor y la responsabilidad de acudir a Eshtarra y pedirle el Don que permitirá curar a Selene. No te será fácil llegar hasta ella, pues muchos de los Incarna totémicos se han reunido a su alrededor para cuidarla y protegerla. Ten en cuenta que ella misma también está enferma por todo lo que ha pasado en el mundo físico y por el asedio que estamos sufriendo aquí, por lo que su tristeza y su dolor no son menos que los que padecemos nosotros. Si consigues darle algo de esperanza también la conseguirás para todos nosotros…

Para bien y para mal, los gurahl poseemos una fuerte voluntad; eso es beneficioso cuando enfrentamos amenazas durante el cumplimiento de nuestra labor, pero puede resultar inconveniente cuando debemos reconocer que estamos equivocados respecto a algo. Realmente no espera realmente convencer a nadie con mis palabras y sólo aspiraba inspirar a aquellos que pensaban como yo a manifestarse, por eso no me sorprendió la protesta de Aguanieve, y por eso mismo me asombró el respaldo de la Bisabuela, más aún cuando delegó en mí la responsabilidad.

Desde el principio había decidido hablar con Eshtarra, creyendo inocentemente que simplemente la encontraría caminando, pero al escuchar sobre su situación comprendí la magnitud de mi empresa. No se trata de desearlo, hay que lograrlo..

Los gaflinos, e incluso los yaglinos, abundaban en ese reino y estaba acostumbrado a tratar con ellos a pesar de no ser u kieh, más nunca había tenido que presentarme ante un incarna. Un honor así estaba más allá de mi alcance en condiciones normales, pero nuestra condición estaba muy lejos de poder ser llamada “normal”. Quién podría imaginar que viviríamos tanto tiempo en la Umbra Profunda, en un lugar que algunos llaman “el último reino seguro”..

Bajé el rostro al escuchar a la líder de mi tribu en señal de obediencia y humildad, con ese gesto busqué también ocultar al resto de los presentes el torbellino de emociones que rugía en mi interior; orgullo por ser escuchado por mis hermanos, temor por presentarme ante los grandes espíritus, alegría por la esperanza de ayudar a Selene.

Luego de calmar (al menos lo suficiente) mi corazón levanté la cara y miré a la anciana gurahl. -Gracias por tu guía, Gran Abuela, y por la confianza que depositan en mí. Era en verdad un honor. -Me prepararé lo mejor que pueda para cumplir con mi responsabilidad. Después giré para hablar con Aguanieve, tuve que levantar mucho la cabeza para poder compensar su forma crinos. -Hermana, gracias por oponerte sin temor. Buscaré aprender de tu firmeza para superar los obstáculos que se presenten en mi camino. A diferencia de los garou, los gurahl no nos dejamos arrastrar por la Rabia con facilidad sino que la usábamos como una herramienta más.

En grupos o separados todos los presentes abandonaban el lugar. Los osos no somos seres de manada, por lo tanto el hecho de que algunos se retirasen juntos para seguir conversando revelaba que la decisión de la Bisabuela, aunque respetada, no era aprobada por todos.

Comedor-de-miel y Nadador-madrugador, un par de oseznos que habían tenido su Primer Cambio hace poco se acercaron a mí para hacerme muchas preguntas. ¿De verdad hablaras con Eshtarra? ¿Cómo son las ciudades? ¿Por qué pones el pescado sobre fuego? ¿Tienes miedo de los Grandes Espíritus? ¿Y si te convierten en piedra? ¿Por qué tu piel se puso más blanca? ¿Vas a llev... Su torrente de preguntas hubiese seguido por horas de no haber sido por la intervención de Peter, su Buri-jaan. Tranquilos, cachorros. Dejen a su hermano respirar. Tiene muchas cosas en las que pensar. Nada de protestas, vayan a jugar con los otros cachorros. A pesar de la clara renuencia de los oseznos, sus palabras fueron obedecidas inmediatamente y en cuanto estuvimos solos Peter colocó su mano sobre mi hombro. Espero sepas que lo que pretendes hacer no es fácil, Misha... Pero también espero que lo logres. ¡Qué Oso te ayude, Hermano! Agradecí sus palabras sinceramente y me alejé pues debía buscar algunas cosas para prepararme.

El reino de Eshtarra era fantástico; la textura del suelo, el sonido de sus ríos y bosques, sus aromas y sabores exóticos, todo era más brillante y más puro que su equivalente fuera de la Umbra. Incluso para la pobre vista de los osos el lugar era hermoso. De alguna forma había logrado mantener su esencia (o al menos la mayoría) a pesar de los cambios causados por los ajenos que morábamos allí.

Pero el deterioro podía notarse si se observaba correctamente; marcas en el suelo, ramas rotas, olores desagradables, paredes donde antes sólo había naturaleza y lo más lamentable era que en ocasiones podía sentirse un ambiente hostil. Sin duda Eshtarra tenía razones para estar molesta con nosotros, no con los garou, con todos; bastet, corax, mokolé, nagah, nuwisha, ratkin y hasta con nosotros los gurahl. Sin darnos cuenta nos habíamos convertido en una enfermedad, un virus; no era nuestra intención pero era así. A fin de cuentas aunque somos seres espirituales no somos espíritus.. Tal vez esa era la verdadera causa de la desconexión, una forma de defensa de la Umbra hacia los elementos ajenos a ella. Una especie de asimilación..

Ingresé en mi refugio y abrí la mochila donde guardaba las pocas cosas que había logrado traer conmigo durante el exilio; un par de camisas y pantalones, algo de ropa interior, unas fotografías, mis documentos de identificación, mis pinturas y el pincel del abuelo. Eso era lo que fui a buscar pues deseaba pintar para Lomo-Dorado y para Eshtarra, pero al mover las fotografías encontré una de mis padres y, después de apoyarla un momento sobre el corazón, la guardé en mi bolsillo. Tal vez me sirvan de inspiración..

Luego de tomar mis implementos me acerqué al hogar de Cristina, una pariente de la tribu de los Caminantes del Bosque con talento para elaborar telas y con quien mantenía frecuentes y agradables conversaciones. Al llegar le saludé afectuosamente y mientras le explicaba mi intención de pintar para “el Tío”, ella me interrumpió emocionada. Me dijo que había escuchado los rumores sobre mi misión y ofreció darme los lienzos que necesitaba si a cambio le prometía contarle como era estar frente a un Gran Espíritu. Sonreí alegre pues para ella las historias eran como el pescado para mí.

Armado finalmente con todo lo necesario me retiré a un pequeño claro, cercano pero solitario, donde disfrutaba pasar mis escasos ratos libres. Extendí la primera de las telas sobre una roca y me dispuse a pintar para mi Buri-jaan.

No era un gran pintor, y tampoco es que hubiese tenido muchas oportunidades para desarrollar mi arte, pero según uno de mis profesores del instituto “lo que me faltaba de técnica lo compensaba en sentimiento”. Por eso confiaba poder lograr algo que mostrase la gratitud que sentía hacia mi mentor. De no ser por él jamás hubiese soportado la pérdida de mis padres, o conocido tanto sobre quién era yo. Sus historias sobre nuestra cultura me revelaron mi pasado, sus bailes me enseñaron las verdades del mundo, sus consejos fueron las bases de mis creencias. Era gracias a él que ya no era un cachorro, era un oso, un oso dispuesto a dar su vida a salvando a Selene.

Sabía que el pincel del abuelo Turgiv era en realidad un fetiche de nuestro pueblo, incluso había logrado sintonizarme con ese objeto tiempo atrás, pero no activé su poder pues deseaba lograr una pintura que mostrase mis sentimientos, no la verdadera forma de mi tío. Yo ya sabía quién era él y no necesitaba un don para eso.

El pincel se deslizaba sobre el lienzo y poco a poco transformaba mi recuerdo en una imagen, originalmente pensé retratarlo a él, pero eso implicaba pedirle que posase y deseaba sorprenderlo, así que opté por dibujarle como le recordaría.

No sé cuánto tiempo estuve pintando, sólo sé que al observar el resultado me sentí satisfecho. La obra era algo tosca pero sin duda era tenía parte de mi.

Coloqué la pintura a un lado para darle tiempo de secarse y me dispuse a continuar con el siguiente obsequio. Aunque ambos eran importantes, este era el más delicado pues representaba no sólo mi intención, sino el anhelo de mi tribu. Observé durante varios minutos la blanca tela, indeciso de lo que debía pintar, antes de aferrar con fuerza la brocha y sumergirla en la tinta.

Había decidido pintar la luna tal como la conocí cuando era apenas un niño. Fue una noche durante una acampada de fin de semana. Recordaba el follaje circundante, el sonido del río, el aroma del bosque, el calor de la fogata nocturna, el sabor del pescado fresco recién asado y lo cansado que estaba luego de pasar el día explorando con mis padres.  Pero sobre todo recordaba cuando levanté la vista antes de dormir y vi la blanca cara de la luna mirarme desde lo alto del cielo. Mi corazón latió lleno de dicha y desde ese instante, mucho antes de saber que era un gurahl, cada vez que veía su pálido rostro me sentía feliz.

Cuando terminé, observé lo que mis manos habían hecho y, sin poder evitarlo, lloré como un niño en soledad. Me aterraba la idea de que no pudiésemos hacer nada para salvar a Selene, de fuésemos privados para siempre de su fuerza y de no volver a ser inspirados por ella. Inevitablemente extrañé el abrazo fuerte de papá y el tierno beso de mamá, y mi tristeza aumentó. Una vez más el bhernocht amenazaba con arrastrarme y sumirme en un letargo sin fin, y nuevamente fue la luna llena quien me salvó pues al bajar el rostro la contemplé en mi pintura. No podía permitir que algún hijo de Gaia, fuese oso, hombre, lobo, gato o incluso coyote viviese enfermo por causa del Rompedor de Patrones, no dejaría que sus heridas empeorasen por falta de cuidados, no les dejaría morir sin la esperanza de un futuro mejor. -Gracias, Selene, de nuevo me has salvado. Sequé mis lágrimas con el torso de mi mano. -Aguanta un poco más, iré a devolverte el favor.

Y fue así, con determinación en mi corazón, que abandoné el claro y regresé para buscar a mi mentor. Luego iría sin demora con los Grandes para pedir el honor de presentarme ante la Incarna que tan gentilmente nos había permitido vivir en su reino.

Escena 3 - Madre

Te acompañaré - declara Lomo-dorado - Sólo por curiosidad. No todos los días se tiene la oportunidad de ver a una Incarna en persona. Además esos condenados coyotes parecen haberse esfumado. Que les den.

Los dos Gurahl se ponen en marcha hacia el centro del reino. El viaje es largo pero gracias a sus muchos recursos no se hace duro ni difícil. Viajar, comer, descansar... el ciclo perfecto y primordial repetido una y otra vez sin la intromisión de los humanos ni del Wyrm. Qué fácil sería simplemente dejarse llevar por toda esta armonía y olvidarse de todo. No más responsabilidades cuyo peso descoyunta los hombros. No más heridos desagradecidos que se lanzan de nuevo a la batalla cuando sus heridas aún no están del todo curadas. No más guerra contra un enemigo todopoderoso e invencible... La férrea determinación de ambos osos les mantiene centrados en su objetivo, pero no son pocas las ocasiones en las que Misha sorprende Lomo-dorado mirando cómo sus zarpas se transforman en Efímera y viceversa. Cuanto mayor es la cercanía al centro del reino, mayor es la fuerza de la Desconexión.

El hogar de Eshtarra es mucho más de lo que decían las leyendas: un árbol tan grande que sus raíces llegan hasta el centro del mundo y cuyas ramas ramas se entrelazan con oscuros nubarrones en el cielo. Todo el árbol emana energía, serenidad y paz. Por desgracia, también muestra los estragos de la guerra: algunas de las ramas aparecen infestadas de podredumbre y la corteza se cae en desconchones más grandes que un Crinos Gurahl. Muchas raíces, hinchadas y enfermas, se hunden en charcos de aguas teñidas por un millón de de venenos en el que flotan espíritus de animales enfermos y moribundos.

Es... extraño - murmura Lomo-dorado - ¿Dónde están todos esos Incarnae totémicos que se dice que protegen a Eshtarra?

La respuesta es un rayo que golpea a Lomo-dorado y lo lanza a varios metros de distancia. Tras un duro aterrizaje se queda tendido en su forma humana, lo que significa que está malherido o muerto. Mijail mira hacia arriba descubriendo con horror la presencia del Abuelo Trueno acechando entre los nubarrones. Docenas de Cuervos de la Tormenta, con sus alas chisporroteantes de electricidad, rodean al joven Gurahl graznando de indignación y rabia. Trueno empieza a descargar una espesa lluvia. Los demás Incarnae no se hacen esperar: Halcón, con sus plumas de plata. Pegaso, cuyos cascos son capaces de abrir la tierra. Venado, cuyos cuernos pueden empalar a docenas de Garou en Crinos. Grifo, Rata, Jabalí, Wendigo, Carcayú, León... todos los grandes espíritus que alguna vez hayan prestado su apoyo a un Fera forman un muro impenetrable entre la morada de Eshtarra y el Gurahl...

Acepté gustoso la compañía de Lomo-dorado pues estaba habituado a viajar con él y sabía que así sería un trayecto más ameno, además, por primera vez viajaríamos como pares en lugar de mentor-alumno por lo que sería una buena oportunidad para demostrarle que había aprendido bien sus lecciones.

Podía notar como crecía en mí la influencia del reino y durante muchos momentos fui tentado a “dejarme llevar por la corriente” pero estaba decido a no cesar en mi empeño y, como el salmón, me mantuve nadando siempre en contra del río. Tal vez de tanto comerlos me he vuelto en parte uno de ellos..

No sabría decir cuánto tiempo tardamos en llegar pues en la Umbra todo se percibe diferente, más al hacerlo quedé asombrado más allá de lo explicable. El árbol era inmenso, tanto que seguramente podría sostener una ciudad en sus ramas, y sus raíces tan profundas que en lugar de mantener al árbol unido al suelo, parecía que mantenían al mundo afianzado al árbol. Quizá sea así..

Si usase el rar-azgai para describir el lugar tendría que hacer usar surcos profundos pero suaves y delgados  a la vez. Por desgracia también debería hacer marcas torcidas y temblorosas pues eran evidentes las señales del dolor que Eshtarra sentía. Por el tamaño de las heridas supe que aún teníamos oportunidad de curarla, pero el tiempo jugaba en nuestra contra porque las infecciones crecen más rápido de lo que sanan. Y en este caso, nosotros somos la infección..

A pesar de la urgencia hubiese querido permanecer un largo rato allí, contemplando y guardando en mi memoria lo que veía para luego intentar pintarlo y explicarlo al resto de mis hermanos y primos, repentinamente todo quedó cubierto por una brillante luz y un estridente sonido, y antes de que pudiese comprender que ocurría vi a Lomo-dorado salir despedido hacia atrás y golpear duramente contra el suelo. Instintivamente intenté acercarme a él para ayudarle pero me vi rodeado por incontables pájaros que emitían chispas. ¿Qué rayos... Rayos no, ¡Trueno!

Asombrado levanté la vista y fue entonces cuando los vislumbré a los Grandes Tótems, lo Protectores de Eshtarra, interponiéndose entre El Hogar y yo, como si un simple oso pudiese representar una amenaza para la Incarna. Confundido (y sobre todo atemorizado) apoyé las rodillas en el suelo mientras levanté mis brazos mostrando las palmas.

-Grandes Espíritus, les ruego me escuchen. Al no ser fulminado por un nuevo relámpago entendí que podía seguir hablando, al menos por el momento. -Ustedes que pueden ver mi interior, vean que no hemos venido con maldad en el corazón. Jamás pretenderé comprender la naturaleza de un espíritu pues están más allá de mi capacidad, pero sabía que yo era para ellos un libro abierto.

-Soy sólo un siervo de Oso que quiere agradecer a la Hacedora de Canciones el auxilio dado a mi pueblo, a todos los pueblos cambiantes. Tanteé mi bolso en busca del lienzo enrollado y lo mostré por sobre mi cabeza, sin extenderlo por temor a que la lluvia arruinase la pintura. -Les suplico me permitan presentarme ante ella para entregar mi humilde obsequio. Entonces recordé algo dicho por Lomo-dorado cuando me enseñó por la primera vez como debía tratar con los espíritus: “el Chiminaje no es sólo una oferta, es una muestra de respeto”.

Levanté la cara para que mi rostro quedase visible ante los Tótems. -Deseo ofrecer mi ayuda para salvar a Selene... Incluso mi vida si es necesaria. Poco podía hacer un hombre o un oso, pero yo era un gurahl y en nuestra naturaleza siempre ha estado la disposición al sacrificio propio en pro del bien mayor.

El Trueno ruge una y otra vez sobre la cabeza de Misha, dispuesto a despacharlo con otro rayo fulminante. Los demás Incarnae rodean al tembloroso Gurahl, amenazantes y tan furiosos como Trueno. No son simples avatares, sino los padres de todos los animales en sus formas perfectas tal y como Gaia los creó. Muchos de ellos muestran las heridas provocadas por las muertes de miles de sus contrapartidas en el mundo físico, y su dolor no hace sino acicatear su cólera.

Justo cuando Misha ya pensaba que iba a morir despedazado sin siquiera poder explicarse se escucha un aullido tan potente que acalla incluso el poderoso rugido del Trueno. Los Incarnae se apartan para dejar paso a Lobo, padre los Garou y el guerrero predilecto de Gaia. Según las leyendas, si el Wyrm consiguera llegar hasta el corazón de Eshtarra Lobo sería el primero en enfrentarse a él y el último en morir. Aunque algunos con más reticencia que otros los demás Incarnae le muestran deferencia y se apartan de su camino. Cuando llega hasta Misha su tamaño es el de un Crinos Gurahl y su pelaje tan negro como la noche. Antes de decir nada el Incarna mira el lienzo enrollado en el que Misha ha dibujado a Oso y a Selene. Lo olfatea con interés y se sienta mirando fijamente al Gurahl.

Os habéis puesto en un gran peligro al venir aquí, joven Oso. Admiramos tu valor y por eso escucharemos tu petición para Eshtarra. No obstante sé consciente de que eso no te garantiza que te vayamos a permitir verla. Dinos qué pretendes y si decidimos que debes marcharte lo harás o te mataremos. Ahora habla...

Había escuchado a Caminantes del Bosque contar historias sobre extraordinarios kieh, ancianos y sabios, que habían logrado contactar con algún Gran Espíritu, pero ni siquiera en mis sueños más febriles me había imaginado estar frente a ellos y mucho menos que me escuchasen, inocentemente creí que permanecerían en sus formas intangibles, presentes pero no visibles. Como ángeles guardianes..

Por eso me sentía tan emocionado y asustado a la vez como nunca antes en mi vida. No sólo podía verles sino que además era consciente de que una palabra en falso significaría no sólo mi muerte, también vergüenza para toda mi tribu; Es era lo que más me angustiaba pues aunque estaba dispuesto a dar mi vida, no quería ser culpable de la ruina de mi pueblo. O el abandono de Selene..

Al escuchar a Lobo hablar, o tal vez sería mejor decir “sentir a Lobo hablar” pues no abrió su hocico al hacerlo y sus palabras llegaban directamente a mi mente, me llené de Furia, no hacia él sino hacia el Rompedor de Patrones. Los gurahl también somos guerreros pero, a diferencia de los Hermanos Menores garou, nuestro primer llamado es a proteger y preservar, por lo que me resultó extraño sentir tanta furia en mi interior. Afortunadamente mi naturaleza protectora convirtió la rabia en valor suficiente para volver a ahablar.

-Gracias, Gran Padre Lobo, gracias Grandes Padres. Recibí sin duda un honor más allá de lo pensable. -Sé que corremos un gran riesgo al venir ante ustedes, Grandes Guías, pero es mayor peligro si seguimos sin hacer nada. Levanté el rostro para ver directamente los ojos de Lobo.

-Las fronteras de este reino son atacadas sin descanso por los ejércitos del Rompedor de Patrones, y aunque normalmente La Hacedora de Canciones y ustedes tendrían la fuerza suficiente para resistir, sospecho que nuestra presencia debilita a Eshtarra y que nuestras disputas y heridas hacen los propio con ustedes. A fin de cuentas, los espíritus también necesitan a los seres de carne.

-Por el bien de todos, pronto deberemos elegir entre marcharnos o abandonarlo todo y desconectarnos. Yo quiero un camino diferente. El corazón me latía como un tambor en el pecho. -La fuerza de nuestras razas era inspirada por Luna, pero la Dama Centellante se sacrificó recibiendo la Garra de Rorg y su forma física se fragmentó, privándonos de nuestra mayor fuente de inspiración.

-Muchos creen que ella murió pero yo creo que sigue viva, aunque muy mal herida. Sabía que un planteamiento como ese requería pruebas pero no tenía ninguna. -No puedo demostrarlo, lo sé, pero así lo siento en mi corazón. Aún antes de escucharlo de los pumanca, mis hermanos o cualquier otra fuente, tenía esa idea. Me negaba a pensar que Selene estaba muerta.

Un sutil cambio en el aire me indicó que era momento de decirlo todo. Ahora o nunca, Misha.. Extendí el lienzo ante los Incarna. -Deseo obsequiar a Eshtarra una imagen de Selene tal como se mostró ante los ojos del niño que una vez fui. Luego de un breve instante continué. -Es mi intención solicitarle que me revele el secreto para sanar a su hermana, y ofrecerle mi promesa de dedicar mi vida a conseguirlo.

Al terminar de hablar guardé silencio, y me pareció notar que todo a mi alrededor también hacia lo mismo, esperando la respuesta que definiría mi futuro.

Un propósito digno de tu raza - dice Lobo. En el cielo, Trueno se burla de las intenciones del Gurahl. Las reacciones de los demás Incarnae varían entre la curiosidad, la esperanza y el desprecio. Lobo se cuenta entre los primeros - Es cierto que Selene sobrevivió al ataque de Rorg y que ahora se encuentra en su Reino, atrapada y herida. En eso tienes razón. Pero ahora piensa en lo que quieres pedirle a Eshtarra: ese don requerirá de ella un gran sacrificio de energía, con lo que quedará mucho más débil de lo que está ahora. Las fronteras de este Reino se reducirán y muchos espíritus abandonarán la lucha hasta asegurarse de que la Madre sigue viva y dispuesta a luchar. Se abrirán más portales desde Malfeas, entrarán más enemigos ¿Cómo piensas llevar la cura a Selene? ¿Tienes idea acaso de los peligros que te aguardan en ese viaje? Y lo más importante ¿Saben los demás Fera lo que pretendes?...

La negatividad de algunos Incarna ante mis palabras debería haberme amedrentado pero la confirmación de que Selene aún vivía me llenó de júbilo, hasta el punto de que faltó poco para que brincase de alegría. Mientras viva hay esperanza.. Más el resto de las palabras de Lobo lo evitaron. -No, Gran Padre Lobo. Algunos Bastet también creen que Selene vive, pero hasta el momento sólo he hablado con mi tribu al respecto, y aunque sé que en cuanto los líderes de las razas sepan la verdad enviarán a sus mejores miembros en su ayuda, creo que por ahora es mejor guardar el secreto. Es una las leyes del Código  de Ursa. El graznido de Cuervo, quien exigía a sus hijos decir siempre la verdad, me impulso a explicarme. -Si todos llegasen a saberlo, en poco tiempo también lo sabrían nuestros enemigos, entonces ella sería asechada y buscada, y resultaría mucho más difícil ayudarla. No era egoísmo, los Gurahl habíamos aprendido de mala manera a ser discretos con los conocimientos.

-En cuanto a cómo llevar la cura, pienso que lo mejor sería formar un grupo pequeño que no llame mucho la atención. Incluso estaba dispuesto a viajar solo si era necesario. -Admito desconocer el camino hasta el reino de Selene. Me encogí ante el poderoso tronar que ocasionó mi confesión. -Pero hablaré con mis ancianos pues ellos son más sabios y experimentados que yo, y sin duda encontraremos la manera juntos. Ellos eran la mejor fuente de conocimientos.

-No imaginé que enseñar el don fuese dañino para la Madre Verde, ni siquiera estoy seguro de tener la destreza necesaria para poder llevarlo a cabo, soy sólo un hijo dispuesto a darlo para socorrer a su tía incluso si eso significa proteger a quien consideren digno. Era consciente de mis limitaciones, aunque ansiaba superarlas.