Partida Rol por web

En la pequeña plaza de Ostoher los niños jugaban a la pelota y fusilaban a balonazos a un niño jobi de 40 cm que hacía de portero por torpe y gordo. A la sombra dun arbolillo, en un banco, dos vejetes masticaban saliva y se cagaban en to.

– En mis tiempos sí que había tiempos oscuros. Ya no hacen tiempos oscuros como los dantes.

– Como los de antes, ninguno. Tiempos oscuros de verdad que eran.

Gran verdad, copón. Era el siete de urimë del décimo año de la Cuarta Edad. Amos, lo que viene siendo el quince dagosto. El sol brillaba radiante en el cielo azul, to estaba despejao y veraniego, y ya no había sombra en los corazones ni miedo por el Señor Oscuro ni na de ná. Ya es que sestaban perdiendo tos los valores de antaño y estaba to que era una vrergüensa que ya no se respetaba a los mayores ni na.

– ¡Una Guerra del Anillo les daba yo! ¡Comíamos pieras!

– ¡Lo cabía, pieras!

– ¡Mira cómo va esa!

Porque to estaba que daba gusto de verlo en la Cuarta Edad. Miraras donde miraras taba to frondoso y mu fértil, la uva venía con mucho grado y las gorrinas parían de quince en quince. To era prosperidad, y la mu noble y leal villa de Bree sengalanaba pa celebrar las fiestas de la patrona Nuestra Señora de Lothlorien. Por eso la placica, normalmente tranquila, tenía más gente que de costumbre, y eso que estaba en un sitio apartao en Bree y no nel centro. Las fiestas de la patrona son una tradición mu de aquí y de toa la vida, porque en Bree somos mu devotos y respetuosos con lo nuestro. Como debe ser. Lo que pasa es que desde hacía unos años lo que era una cerebración mu del pueblo, de asquí y ya, pos sabía llenao con cienes y cienes de gentes y forasteros, de tos laos, que venían asquí na más a dar por culo. Bree es sitio importante pa peregrinar y pal turisteo, que tol mundo viene a mirar y curiosear que es un porculo que da por saco muchimo. A la gente de bien, claro.

Porque había otros que se habían montao nel reuro* cosa fina y sestaban haciendo de oro con to la pamplina de los forasteros. El Poni Pisador ya no era lo que había sido, taba to reformao, el Sebas hanía añadío dos plantas por arriba y tres alas por los laos, y lo que antes era un sitio pa tos los del pueblo ya era na más pa modernos, pirigrinos y turistas. ¡Que estaba más caro que qué! Algunos sitios que nostaban en las zonas más turítica de Bree, como la plaza de Ostoher, seguían como siempre, pero los curiosos aparecían por las callejas. De fondo ya se oía el burrumbún que había en la plaza Mayor, tanta gente q'había.

– ¡Sabíamos mantener la boca cerrá!

– ¡Lo importante era no sinificase!

Por suerte nel pueblo toavía quedaban tascas de siempre, onde los lugareños de verdá, los de toa la vida, podían ponerse el solisombra de primera hora, el vinate del mediodía y el gincola de la tarde. Lugares respetables y con olor a serrín mojao, tabaco negro y vinagre como la tasca de la Remigia, la Tabernera. Sí, hombre, Remhial Cantalapiedra, la Remigia, que la dicen la Mûmaka porque tiene un culo que si caga en el campo se sale fuera, la de El Olifante Resfriao. ¡La Remigia! ¡De las Taberneras de toa la vida! ¡Claro, esa! Pos la Remigia, que disquen que se ventiló a un rivendeleño desos. ¿O fue su abuela? ¡A saber! ¡O las dos que menúan son toas enesa familia, copón!

¿Quiba diciendo? ¡Eso! Que ahí estaba el Olifante Resfriao, con sus parroquianos, sus jobi gandules, sus jobi honrao, sus humanos... lo que viene siendo su Gente Grande de siempre, su Gente Pequeña y su Gente Nitanto, que algún enano suele verse. Su perdiz disecá en un estante. Su cabeza de auroch en la pared, su maquinica de las frutas pa tirar los cuartos... to lo normal. Un buen sitio pa echarse un dominó mientras te bebes un vinate del país.

¿Quiba diciendo? ¡Ah, sí! Quel Olifante Resfriao, situ en la plaza d'Ostoher, es desos sitios de toa la vida, sitios donde los brienses toavía sienten como suyos. Aunque a veces entraba uno de ciudad a golisquear, un forastero desos que van vestíos que da pena de velos, que es una vrergüenza, que entran en los bares de siempre en plan yo tamién soy de pueblo y no hacen na más quil ridículo más completo, que se lo digo yo a usté.

Era primerima hora del día, asin que toavía no habían pegao los chupinazos dinarugación de las fiestas de la patrona. Pero claro, ya desde la noche anterior la muchachada estaba de fanfarria y gambiterismo. Los mozos no perdían una si era pa amorrarse a la bota. En el Olifante Resfriao había algunos de esos, sin dormir y con un buen morazo de andar toa la noche fuera. Estaban cogiendo fuerzas pa seguir la fiesta a golpe de coñá y molletes. El arcol y la sinvrergonzonería del libertinaje los envalentonaban pa soltarle frescas a la hija de la Remigia la Mûmaka. Dos de ellos llevaban un rato dando por saco cantando a duo, y el tercero le hacía ojitos a la Lorelai, a medias acojonao, a medias atrevío. Que los mozos es que no saben ni con qué bujero hacen de vientre.

Pasando de to, Camilo el Oriental golisqueaba la tragaperras. Era uno de esos que tienen los ojos que parece que están tol día estriñíos y disquen que llegó a Bree de mu lejos. Ese se recorría tos los bares del pueblo vaciando las tragaperras el mu jodío que tinía a tos mu hartos porque tenía muchima mano pa eso.

En la mesa denfrente, dos parroquianos observaban a un payaso de ciudá que había entrao hacía unos minutos. La Japuta mascaba saliva y el Chato iba a lo suyo, con la nariz en su vinate. Justo cuando el Camilo el Oriental confirmó que la maquinica no estaba toavía «caliente» y se iba del bar, entró el Sinpán dando camballás buscando repostar combustible.

El de ciudá, que estaba en Bree pa las fiestas de la patrona, intentaba hacerse pasar por gente normal. Había entrao en plan «yo soy de asquí ¿no me recuerdas?». Estaba tomando café y un churrito y ca vez parecía menos en su sitio.

– Bueno... esto... je, je, díganme. Qué bien todo, ¿no? Tienen el pueblo muy bonito. Muy limpio y cuidado... –nandie respondió. El guiri bajó la mirada como perrete castigao y sacó un papel que se puso a ojear. Era el folletico del pograma de fiestas de la patrona, que tos ya conocían. Había atividades de to tipo pa tos los gustos– ¿A qué se han apuntado ustedes? ¿Me recomiendan algo?

La tensión podía cortarse con hacha y servirse en bandeja. Una mirada inadecuá, un mal gesto, una tos inoportuna podía significar el desastre. El movimiento de una mano temblorosa y sudá que se deslizaba por la mesa hacia su destino, indecisa, lo que vié siendo cagá de miedo, a sabiendas que pasase lo que pasase el desenlace estaba cantao.

De pronto, surgido de la nada. FffffffFFFFFFPAH!!!! - ¡DOBLE PITO Y CIERRO!- La mano de la Japuta, convertida en un relámpago, había aplastado la uña de su contrincante, el cual, imprudéntemente, se la metió en la boca por el dolor. ¡ZASCA! La garrota de la Japuta le acabó de meter la mano en la boca, saliendo un diente volando. -¡DOBLE PITO! ¿EJ QUE NO S'ENSEÑA NÁ EN L'ASCUELA? ¡Cagüenelcoñolagaladriel!- El grupo de jóvenes que había retado a la Japuta salió corriendo de la taberna, llevando en volandas a su héroe, entre risas, algarabía, jolgorio y collejas. Una uña partida y un diente menos, todo un logro. El último aún tenía que ponerse athelas en los güevos.

Entre crics, crocs y reniegos, la Japuta se levantó, yéndose a hacer lo qu'hacen las viejas aburrías. Amargarle la vida a otros. Su víctima; el señorito de ciudá. Poniéndo la jeta a poco menos d'un palmo del guiri, mientras mascaba ruidosamente un cacho pan mohío, lo miró fijamente, con esa mirada bizca que usaba p'hacer sentarse las cabras tontas. E hizo La Pregunta.

-¿Y tú...?- (masca rumía masca... silencio incómodo... masca rumía masca rumía rumía) -¿de quién ere?-

Y otro ma, y ma y otro, y el siguiente...ese era el ritmazo que llevaba Herculano. Y no era de los días que ma ansia viva tenia, no. -Mía la Japuta, siempre dándole a lo criajos estos. Yo tambie le daría, pero pa eso hauria de levantame...- Pensó mientras veía al señorito de ciuda ponerse blanco cuando se le acercó la Japuta. Blanco no, transparente se quedo con La Pregunta. Por que a uno en Bree podían preguntale de to, pero La Pregunta era siempre la primera y como no respondiera bien...

-¡Japuta! Dea al tontico de ciuda tranquilo mujé- Dijo mientras hacia el ademan de levantarse, pero se lo pensó mejor y no se movió -  Seguro que ha venío a participá en alguna coseja de la fiesta, ¿a que si muchacho? Yo te recomendaría la Patineta por la Cuesta del Elfo Muerto. Si te concentras, se pué oí lo huesos hacer creck- Comentó Herculano, pero no presto atención a la respuesta, la verdad que le daba igua.

-¡Sinpaaaaaaan! Ya questas ahí, dile a Lorelai que se traiga otro vinico y sientate aqui juntico conmigo. ¿va a partisipá en argo la fiestezuela?- 

Bandeja pa'rriba, bandeja pa'bajo. En fiestas, ni la Lore paraba quieta un segundo. Lo de hacerse la tonta en un rincón no funcionaba durante las fiestas. Llegaba la Remi y la metía tal hostia con el amasapán que la Lore lo flipaba, así que no la quedaba más remedio que trabajar. Al menos, tenía permiso luego para ir a los pasacalles y demás cosicas de las fiestas.

Pasa por la mesa del Basurto por orden del achaparrao a dejar los vinitos, y de paso se acerca a la Japuta y se inclina para decirla algo al oído. Algo que si lo llega a decir en medio'laplaza la oyen igual, porque se lo dice a grito pelao.

- Japuta, cago en tu vida. Como masustes al guiri te persigo dándote de zurriagazos con el paño. Que estos son de los que dejan buenas propinas y me quiero comprar guirnaldas de oro pal pelo.

Gromeanauer iba a decirle a la Japuta que dejase a los guiris, que pobrecicos, que ellos solo habían venío a pasárselo bien y na más. Pero claro, cuando le dijo el Chato que se sentase a su lao y que pidiese otro vino, no pudo negarse a eso. Además, que ya se había olvidao de quién le decía el qué a quién.

Así, se acomodó al lao del Herculano, y con su poderosa voz, le dijo a la muchacha—. Helmosa, ponnos ansí como de un poco de beber, que hemos venío sin sé el hombre este y yo.

Y dicho esto, el enano se recostó en la silla, sin llegar con los pies al suelo. Algo no le cuadraba en todo esto, y no era el porque no estaba ya bebiendo. No, era porque había mucha gente ahí. Había mucha gente por el pueblo, mucha gente por el bar, mucha gente por tos laos. Había más gente que orcos en la tercera edad.

Y claro, como Gromenauer no podía quedarse con esta intriga, preguntó al Chato—. Pos se ha quedao buena tarde, ¿no? ¿Ande está la bebida?

Tras unos segundos viendo como se alejaba Lorelai, porque a ver, el Herculano es un viejales, pero no tonto, giró hacía Gromenauer -Astante uena si. Mira, nos la acaba de pone la Lore, que ere un empanao. ¿ha visto ar guiri ese? Paece majo. Sabé, no recuerdo yo unas fiestejuelas con tantisma muchachada eh...- dijo sin darle mucho enfasis, le daba pereza pensar mucho más -¿luego iremos a conta lo diente de los que partiipan en las cosejas?- le pregunto a Gromenauer -¿Y tu? -dirijiendose a la Japuta -¡¡Japuta!! Coiii que tas ma sorda joia, ¿tu tapuntas?- 

La verdad que les preguntaba por no ir solo, así otros podrian tomar las decisiones mientras el pedía otra ronda de chatos.

El guiri no se esperaba a la Japuta. Primero, que le partiera un diente a uno de los mozos. Tampoco sesperaba que la Japuta liciera un duelo de miradas de gratis. Claro, así que duró tres segundos, no más. Tragó baba y le pegó un sorbo al cafecito.

– Eh... eh... sí... Buenos días, señora. Sí... ¡claro! Ejem... de Pilar Arenal. Bueno... mi era mi difunta abuela. Que era de Bree, así es, claro que sí, de siempre. De Bree de siempre. ¡Así que yo también! ¿Verdad? Que la llamaban... ¿señora Arenal? –obiamente el guiri no tinía nidea del mote de su abuela. Los ciudad están descastaos, no respetan na y se olvidan de los ancestros igual de rapidico que se gastan los cuartos heredaos. ¡Una vrergüenza no saberse ni el apodo familiar de toa la vida! Y asín están, que luego se vienen a Bree y se creen que hacen cuatro kilómetros por el Camino Verde y se creen en cumunión con Arda y mu de pueblo y to–. Usted seguro que la conoció, parece de su quinta. ¿No? Je, je. Pilar Arenal, que se fue a Gondor.

Trago de café y sonrisica tímida a la Lore y al Chato, inesperaos defensores.

(mastica mastica babeba... silencio incomodo... mastica mastica rumía rumía...) - ¿La Piluca? ¿Tú ere'l nieto la Piluca? ¿La Maizales? - Entonces, una sonrisa maquiavélica fue apareciendo en el rostro de la Japuta, mostrando más encía que diente. - ¡Menuda jovenzuela desvergonzá!¿Sigue retozando con el primero que pilla? ¡Picaruela! ¡Jijijijiji! Tenía una cosa d'esas que s'usan pal fornicio... como la dicen en la ciudá... un sesa pil o algo asina... ¡Anda que no le sacaba partío la guarrona!- Presta a continuar con las lides amatorias de la Piluca, se vio interrumpida por el suave canto de sirena de la Lorelai en toa la oreja -¡COÑA! ¡Que no vi a sustarlo! ¡Que solo preguntaba! No pué una hablar cevilizadamente en esta casa... - Y entonces, a modo de despedida pal guiri, dijo lo que toda abuela diría a su nieto. -Tas en los güesos, a ver si me comes más.-

Yéndose hacía la mesa ande estaban los otros parroquianos, sentose a orcajadas, con la garrota entre las piernas. Finiquitó el vaso del Chato y remató el vaso del Sinpán. - ¡Pellegrina! Ponles otra que se les ha acabao.- Entonces, mirando de pies a calva a sus contertulianos, sentenció. - Yo voy ande vayáis vosotros, mozalbetes. Que no me fio un pelo. Que la última me la liasteis parda. Que lo de mezclar los dientes perdíos no tuvo puta gracia, y sé que fuiste tú, Herculano Basurto Bijiola. Que tu padre de joven ya me lo hacía y seguía sin tené ni puta gracia. Que lo diente son sagraos.-

Cogiendo de nuevo el vinito, Herculano contestó -No tie gracia pa ti, mira que no me rei yo na sabes...Que ranciedá la tuya Japuta, va a privá a la muchachada de verte toa arrastra buscando los dientes...- Se echo a reir, quedando claro que no era él el mejor para hablar de dientes -Pue lo primerismo que hauriamos de hacé es el Desayuno Popular, a ve si este año viene con vinico gratis- Dijo mientras se intentaba reir sin atraganterse, lo cual no consiguió.

- Po cierto tu, er de ciudá. Tu abuela no se, pero tu madre la conocí yo muy bien, en profundidá. Mu buena mujé, mu dispuesta. Ala chicos, ¿vamo a darle al jalar de grati?-

Al ver como la Japuta apuraba su vaso, no le preocupó mucho. Total, ya estaba vacío. Por eso, se quedó mirando al Herculano cuando hablaba. La verdad es que el enano no entendía mucho a los humanos cuando hablaban. No obstante, sí que entendía una cosa y era ir a comer (pero sobre todo beber) de gratis.

Así, cuando dijo de ir al Desayuno popular, se puso en pie dando un salto de la silla, y quedando un palmo más abajo de lo que estaba cuando estaba sentado, grito—. ¡Cuenta con mi vaso!

Y, al decir esto, vio que estaba vacío, por lo que dijo—. Pero no me vi a il con el vaso vacío. ¡Chiquita, ponnos de beber que nos vamos! ¡Que está to pagao!

El guiri acabó el cafés to apurao. ¿Qué pasa? ¿Que no le puén recordar a uno que su yaya era una golfa? ¡Pues vaya cosa! Si eso es lo más normal del mundontero, que hay ca una...

– Señora, señor... esto es intolerable. No les permi... –iba en diciendo el lechuguino. Pero de pronto se armó un revuelo en la puerta del Olifante.

Un palomo gordo andaba enredando en los pelos dun jubilao questaba nun taburete en la puerta, a la frejca.

– ¡Los muertos del palomo! –dijo el viejo.

El palomo revoloteó en el viejo que eso parecía na más que un dar por culo por vicio. El viejo sacudió las manos pa de quitase al bicho.

– ¡Cagontó ya! ¡Váis, váis!

El palomo pegó un par de vueltas y se giñó en el viejo, en tol hombro. Luego revoloteó pa dentro del Olifante y acabó en la barra.

– Glo glo glo –dijo, caminando por la barra como si fuera suya. Era un palomo gordo y hermoso como cerdo pa la matanza, y tinía un buche gordismo, como los cojones del caballo de Eomer. Sacercó al de ciudá contoneando la cabeza asín como se mueven los palomos, más chulos que to, giró la cabeza pa estudialo y le picó el churro. El churro del plato, quicir.

– ¡Esto es lo último! ¡Asqueroso! –sescandalizó el de la Maizales. Dejó un reuro en la barra y salió to indinao. Desde endentro se lescuchaba deproticar por la calle alejándose–. ¡Ya verán mi reseña! ¡Soy crítico del Helm!

Disquen que el Helm ese era un buletín de viajes y los críticos de Helm te punían pusitivos en los bares. Si los tratas de buenas te levantan el sitio. Ahora, que si sencabronanban te fusilaban a negativos. «El abismo de Helm», le dicían a eso. ¡Mucho señorito hay por ahí suelto!

El palomo picoteó el churro hasta tirarlo al suelo. Luego empujó la tacica de café del guiri y la tiró tamién. Qué jodió el pájaro. ¡Pájaro! ¡¿Onde vas, pájaro?!

– Glo glo glo.

Se llegó a la vritina de los bollos, arrancó un pedasco de sobao y salió volando hasta posarse en la cabeza del auroch. Se giró y se cagó en el morro'bicho. ¡Bonica lastaba haciendo!

Entonces de la trastienda salió Remigia la Mûmaka, to emperifollá pa las fiestas.

– ¡Me cago en la madre que parió al palomo! ¡De cuantas veces tengo que dicir que no quiero bicho en mi casa! ¡Rata del aire! –se fue pal palomo con la escoba. El palomo se asustó de la Mûmaka y empezó a revolotear en círculos por el Olifante, armando la marimorena, soltando plumas y cagándose a chorros a dietro y sinietro.

– ¡Juera! ¡Juera tol mundo me cago en la mar! ¡A tomar por culo tos! ¡Juera! ¡El que quiera un café que se lo pida a toa su puta madre! ¡Juera de asquí tos!

Los espantó con la escoba, al palomo, los mozos, los jubilaos, unos jobis cabía por ahí, en fin, a tol mundo del Olifante. Y a ver quién le dicía na a la mare de la Lorelai.

-Pitifluuuuuuuuuuuu, ¡cagonlostiaputaya! Ven aquí paca ya ostiiiii. Mira que te dije que no tejcaparas de casa eh- dijo esto mientras salía escopeteao de la taberna, quien le dice que no a la Remi -Remi por dioo que ya nos vamo, que ya sabes el bicho este como e, si en el fondo, mu a lo fondo lo quieres y lo sabes- La Remi tenia pinta de ir cabreándose cada vez más, con lo cual Herculano pensó -Po a desayuna grati en er desayuno popula y a la Remi ya vendremo luego, a po ma chatos-

-Y tu Pitiflu, bien hecho. No se si san dao cuenta, pero nos han hechao y no hemos pagao lo tre ultimo vinicos. Choca ese piquito-

Corriendo como un meara, pero sin gracia ni porte alguno, más bien como quien pisa coles, la Japuta esquivó un par de escobazos y salió a trompicones de la taberna. Una vez en la puerta, sentose nel escalón de más abajo y sacose algo de los bolsillos; el churro que el palomo había tirado al suelo. Y es que la Japuta, si una cosa era, era espabilada. Metióselo en la boca, de forma que las mozas se sonrojarían y los mozos tendrían problemas de espacio en la entrepierna, quedándole un cacho p'afuera. Luego, con mirada asesina se giró pal palomo y siseó - Como t'acerques te cocino. Y luego si eso te mato.-

Y entre estas que miraba el precioso decorao que había dejao el vientre del pajarraco, cuando se dio cuenta. - ¿Habrá que incribise en el condumio mañanero? - Y endemientras le daba vueltas al churro, como si de un puro se tratara, se mesó los pelajos que lucía en la barbilla y sentenció.- Creo que el Prudencio(*), el Tapizao, lleva las listas. Habrá que convencerle pa que nos ponga en buena fila.- Y mirando pal enano añadió. - Este cuenta como medio, pero si no decimos ná, igual nos vale pa uno má. -

Levantándose, como ent faciendo airobic, entre quejíos y rodillas cajcáas, miró pal sol, y sentenció.- Hoy el Lorentho jode bien. Habrá que moverse, o quedaremo tan rojos como lo cohone de un balrog pillaos por la puerta moriana. ¡Ala venga! Que ya tardamo y se nos va poner el chocolate frio y las lembas rancias. ¡Andando mozalbetes!-

La Lore observa la escena del palomo medio descojonada de la risa, pero escondía, porque si la Remi la pilla despiporrandose la corre a hostias, o peor, la castiga sin ir a las fiestas. Pero la Lore se despiporra porque le gusta ver a su mae cabreá con otros y porque sabe que al final los manda a tos a tomar por culo y así puede dejar de trabajar. Además, aunque quede el bar lleno mierda la Remi no manda nunca limpiar a la Lore, no desde que una vez juntó el sulfato de TetrAnor* con ácido de MetaUdûn* el el cubo de la fregona, y la lió parda.

Por ello ayuda a su madre empujando y tirando trapos a los borrachos para que desalojen cagando leches.

- ¡Venga tos al carajo, que vamos a llegar tarde al pasacalles!

Salieron tos espantaos del Olifante, y algunos se fueron pa un lao, y otros pa otro. Que será que tinían cosas q'acer. Pero un grupo de gambiteros con la Japuta y el Sinpán en cabeza enfiló pa la plaza mayor de Bree, que ya llegaban los olores de la desayunada popular. Lo normal era que los de las tabernas se pusieran a servir la manduca. Pero anque de la familia de las Taberneras de jiempre, la Mûmaka no, que iba muncho a lo suyo y la Mûmaka era muncha Mûmaka. Que era de familia rara, ¿sabe usté? Que disquen que tienen cosa de elfo en las venas, y bueno, que eso pué de ser, no le vi decir yo que nos, pero que tampoco es pa hacerse los estiraos. Que mire usté que la Mûmaka mucha sangre delfo y to lo que quiera usté, que de joven era como la Lorelai, un pimpollo que madre mía, ¡la virgensanta!, que lo de Mûmaka le vino deluego, que de moza tinía muncho nivel, que la dician la Remihial Bethelwen, en sindarín la Jodearwenes porque si dicía que tenía a cogío polos güe... bueno, que algo dun montero mumportante de hace muncho tiempo. No te digo na y te lo digo tó.

Pos eso. Que menos aires que enluego, elfa o no elfa, se te pone el culo como una espuerta.

Y to esto pa contar por qué la Mûmaka no estaba en la desayunada serviendo como güena anfritiona de Bree pa vecinos y visitantes. Por subía que iba y tamién porque le gustaba una fiesta más que a un jobi desayunar cuatro veces.

La mare'la Lore se quedó atrás mientras otros tantos iban pa la plaza. En el camino se cruzaron con algunos pasacalles, tamborileros y grupos de baile, gente toa mu alegre y mu sana y decente. Cuanto llegaron ya taba to abarrotao que ni Barad-Dûr en día de paga, tos con ganas de comer, que pa tirar sulfato no, pero pa comer gratis sí que hay manos. Ahístaban tos, cienes y cienes, y digo más, cienes, de brienses y vecinos del pueblo, y más forasteros que tó, que parecen una plaga de langostas de Harad que na más que vienen a coméselo to. Que parecen jobis, copón, y pa jobis ya tenemos a los daquí.

En Bree semos mu buenos haciendo de to, y la plaza sabía habilitao una buena carpa, con una parte con las ollas de chocolate caliente que ya dirás tú que haces tomando eso en verano, pero qué más da si es fiesta y es de gratis. Y lo bien que güele. Pos eso, que un batallón de jobis estaban dándole vueltas a las perolas de chocolate, que pa aventuras no, pero pa la cocina siempre hay jobis voluntarios. Y delante unas mesas improvisás llenas de llenabuches a cascoporro. Que si sobaos, que si miguelitos, que si moñas, que si susos, que si nicanores, mu de Bree de toa la vida, que si hochíos, mostachones... y por supueto los churros que no puén faltar con el chocolate. Y muchismas cosas más, que ese año fueron a Bree panaeros y cocineros de munchos sitios de la Tierra Media pa hacer negocio con sus carros de cosas de comer. Por ejemplo, uno que vino del lejano sur con su carro de hornazos de abre... arbe... ave estrús, cabía que tener la pita bien gorda pa atrevese.

Los que esperaban pa comer hacían una fila mu ordená y mu decente, como tiene que ser, pero como siempre, hay algún espabilao. Si lo pillaban se armaba la marimorena que lo corrían a gorrazos que era una risión de velo. ¡Pájaro! Pero bueno, en realidad na imprortante. En el otro lao de la plaza había un tablao y unos carros que se usarían pronto pa las músicas, que en las fiestas habían traío a bardos y juglares y iban a estar tocando tol día. ¡La Orquesta Númenor, na menos! ¡Anda que no se baila bien con los clásicos de jiempre! La Orquesta Númenor, mu limpia y mu de bien todo, mu bien considerá en los pueblos. Pero como hay que darle alegría a los jóvenes, tamién se han venío otros grupos que na más que hacen ruido, que es que eso no hay quien lo aguante, usté ya sabe. La juventú es que está que no sabe donde tiene a Valinor.

Pues en esas que estaba la Japuta pie plantá en medio la entrada de la plaza, viendo el percal, cuando dos jovenzuelos, mozo y moza pa más señas, se iban toqueteando y sonriendo de esa forma que solo lo hace los enamoraos. Y cómo tenían pájaros en la cabeza y no veían por donde iban, que casi se dieron de bruces con la Japuta, frenándose en seco antes de males mayores, pues una mirada entrecerrá le bastó a la Japuta pa marcar territorio. Mozo y moza, más quietos que un argonath, con la boca abierta, no sabían si pedir disculpas o huir corriendo, mas la Japuta, que era todo corazón, y viendo que los polluelos estaban con mal de amores, se enterneció, y no pudo más que perdonarlos, dándoles un sabio consejo que a ella le había ido mu bien en otros tiempos.- Con esta calor usad manteca pal refrote. Aguanta más que la mierda mantequilla.- Y dicho esto, se giró pa los otros, aseverando. - ¡Amos! Que nos van a dejar sin ná.- Y se adentró en el barullo.

Medio apaleando, medio empujando, la Japuta se metió entre el gentío. Disquen que la Japuta tié un celebro moviente, que a veces está en la cabeza, otras en los pies, y otras, en los días de mala folla, en la punta la garrota, que la jodía tenía una puntería que siempre acertaba ande más dolía. Pos en las fiestas la Japuta tenía el celebro nel estógamo. Y la guiaba el jambre.

Mirando entre las filas pudo ver como el Tapizao(1) repartía los tiques pa la merienda, así que fraguó el plan rápidamente. Buscando a la Lorelai, se acercó a su vera pa que pudiera escucharla bien, y se lo contó. -Jovencita, qué te paíce si usas esas perolas hermosas que Eru t'ha dao, a ver si me convences al Tapizao pa que nos cuele.-