Partida Rol por web

Morton sonrió con pesadez, y por supuesto no con los ojos. Habló muy bajito y muy despacio, no tenía sentido interrumpir a los nobles. Mientras tanto sujetaba y miraba, esta vez si con aprecio, a los animales.

- En el s...sur s...se dice que los caballos son los animales más nobles. Los reyes y los señores los adoran, los caballeros pagan fortunas por ellos.  - Paró para tragar saliva, quería que el idiota se diera cuenta de lo que acaba de decir. Y quería decírselo sin enredarse demasiado. - Aquí, en la nobleza norteña, el dedicar a alguien que sssep... conozca bien a los animales y les cuide, que los cabalgue y sssepa si tienen algún problema... y no a un miss...serable mozo que les trate mal, es un honor y una cortesía hacia vuessstros señores. - Menos mal que había logrado no pararse demasiado hasta entonces. - Pero sssi tú crees que no merecen tal honor. Que no ssson más que un mercader que llega a a una posssada y tira las riendas de su jamelgo barato comprado en el mercado al primer muchacho... 

Ya ignorando al idiota, con la misma sonrisa tensa, llevó a varios de los animales hacia los establos, por su estado sabría mucho de sus dueños. Si tenían piedras en las herraduras sabría si los Norwood no tendrían buenos palafreneros y caballerizos y que no durarían mucho en una campaña ahí fuera. Si las herraduras eran buenas... es que tenían buenos herreros a su completa disposición. Algo increíblemente valioso. Y por la actitud de los animales sabría prácticamente si sus jinetes, (que recordaba) eran cobardes o valientes, porque los caballos tendían a replicar la actitud de sus amos, mordiendo si estaban acostumbrados a la batalla y siendo mucho más dóciles si su jinete era simplemente un jinete, nada más. 

En el fondo estaba examinado las armas de los Norwood. Aunque esperaba que no hiciera puta falta.

-Si, claro, hermana- "¿Nueva familia?", "emocionada". No era su hermana la que hablaba. A oídos de Duncan esas palabras sonaban forzadas, como un intento vano de ser una dama de alta casta. No le dio más importancia y se limitó a cacarear como las demás gallinas del corral.

-Lord Amos Norwood, señor de la casa Norwood. Su querida y bella esposa, Lady Gloriana y su aún más bella hija, Lady Alys Norwood...- Hizo una cortés y escueta reverencia.- Mi lady, es un placer para mi también el conoceros.

-Lamento la descortesía -dijo Symon en tono bajo, como si intentase quitarse de encima el rapapolvo lo antes posible para continuar mirando intensamente a los Karlyle. Estaba muy tenso, demasiado tenso. Tanto que parecía una estaca clavada en la nieve en lugar de un dorniense de movimientos tan fluidos como la vestimenta de seda que llevaban en el desierto.

Lord Amos miró a Morrigan como quien mira pasar una estrella fugaz y le estrechó la mano sin dudarlo cuando algunos opinarían que debería haber besado su dorso. Pero Lord Norwood era un hombre peculiar.

Después se volvió hacia Lord Duncan.

-Perfecto, perfecto -murmuró mirándolos a ambos antes de tapar un bostezo con la mano-. Disculpadme, pero el camino ha sido largo. Espero que no tengáis nada planeado ahora mismo, porque la verdad es que nada me gustaría más que cambiarme los ropajes y darme un buen baño antes de disfrutar de vuestra hospitalidad.

Howler miró confuso al soldado durante un instante intentando dilucidar lo que decía. Si le llegó a comprender o no es algo que solo el mercenario podía saber, ya que lo único que dejó claro es que prefirió quedarse con lo anecdótico. 

-Pff... encima tartaja... O lo que sea. Pero eh, me llevo bien con los hombres como tú, ya te quitaré yo esa servidumbre que tienes metida en el coco con un par de jarras de sidra de el Cálamo.

El chico enrojeció de vergüenza y se echó hacia delante como para intentar frenarle, pero al final prefirió dejarle pasar y quedarse con la palabra en la boca.

-Por supuesto, pasad y acomodaros, considerad Montespino como vuestro hogar- Hizo un gesto a los criados para que transportasen sus enseres dentro del castillo.

-Hermana, ¿por que no les acompañas y les muestras sus aposentos?- Se giró hacia Lord Norwood de nuevo-. Cuando lo deseéis, estaré en el salón principal, hablaremos entonces.

Con un escueto saludo, Duncan dio media vuelta, hacía el interior.

-Morton... Ven.

Los mozos y las doncellas cogieron los baúles de los nobles y se encargaron de indicarles el camino a sus aposentos. A los caballeros se los guió hasta un pasillo de la primera planta en el que había varias puertas que daban a pequeñas y acogedoras habitaciones. Sin embargo había dos camas por sala, por lo que debían ponerse de acuerdo en como compartirlas.

Mientras discutían, las doncellas se volvieron hacia Joelle y fruncieron el ceño preguntándose que debían hacer con ella, ya que después de todo era una mujer... y una noble. Definitivamente aquel no era lugar para alguien de su alcurnia, así que se disculparon avergonzadas por su torpeza y la condujeron al piso superior.

Los mozos y las doncellas cogieron los baúles de los nobles y se encargaron de indicarles el camino a sus aposentos. A los caballeros se los guió hasta un pasillo de la primera planta en el que había varias puertas que daban a pequeñas y acogedoras habitaciones. Sin embargo había dos camas por sala, por lo que debían ponerse de acuerdo en como compartirlas. 

Mientras discutían, las doncellas se volvieron hacia Joelle y fruncieron el ceño preguntándose que debían hacer con ella, ya que después de todo era una mujer... y una noble. Definitivamente aquel no era lugar para alguien de su alcurnia, así que se disculparon avergonzadas por su torpeza y la condujeron al piso superior, donde le abrieron la puerta de una sencilla habitación, pero al menos no tenía que compartirla con nadie. 

En ese pasillo no veía a nadie, pero podía oír el ajetreo del pasillo escalonado que daba a la otra ala de la torre.

Los mozos y las doncellas cogieron los baúles de los nobles y se encargaron de indicarles el camino a sus aposentos.

A Lady Alys se la acompañó hasta una puerta ricamente tallada que se abría a una alcoba amplia y austera. A pesar de su escasa decoración, lo que cubría las paredes y el suelo estaba bien escogido y la noble debía admitir que tenía cierta clase y encanto. Había una único lecho, pero sabía que debía compartirlo con Gaia cuando dejaron el equipaje de ambas a los pies de la cama. Los Lores fueron acompañados hasta otra puerta al fondo del pasillo y desaparecieron en su interior.

Los mozos y las doncellas cogieron los baúles de los nobles y se encargaron de indicarles el camino a sus aposentos. Poco a poco el patio se fue vaciando e incluso Duncan y los caballeros desaparecieron en el interior del castillo.

Entre el resto del servicio, cojo algo ligero y subo a buen paso detrás de Alys Norwood y su padre. Tenía la intención de trabajar poco para prestarles mucha atención, y sobre todo, que me ignorasen con la facilidad con la que ignoraban al resto del servicio.

Morrigan había actuado extraño, tendría que dejarlo para más tarde.

Al ver sus nuevos aposentos Lady Alys torció el gesto de manera demasiado vehemente para ser natural. Parecía decidida a que no le gustara lo que veía, y que parecieran propios para alguien de su posición significaba meramente que tenía que redoblar sus esfuerzos.

Dejó el lazo azul que había estado manoseando encima de la cama y recorrió la habitación. Llegó junto a la ventana y, al ver que daba hacia el valle, perdió interés y se volvió hacia Gaia suspirando.

-Creo que nosotras también deberíamos darnos un baño -dijo, y empezó a rebuscar en uno de sus baúles en busca de los jabones y las fragancias que coleccionaba-. ¿Puedes decírselo a los criados?

Gaia parecía bastante más alegre que Alys con sus nuevos aposentos y durante un par de minutos no dejó de revolotear por ellos observando con detalle absolutamente todo. Se sentó un momento en la cama para comprobar lo cómoda que era y rápidamente se levantó cuando Alys comenzó a hablar.

- Sí, claro. Voy ahora mismo. - dijo mientras se daba la vuelta y se dirigía a la puerta para salir por ésta, buscando a los criados para darles el aviso

Morton observó al tipo que tenía delante. Los Norrwood y sus lameculos se hacían odiar todos a la vez, y nisiquiera estaban seguros de lo que decía. ¡Sidra! ¡Ja! Como que iba a beber o a dar la espalda a un...

-Morton... Ven.

Las palabras de su señor fueron mágicas y ahora sí soltó las riendas de los caballos que estaba recolectando, se las pasó a otro de los soldados  y siguió a su señor hacia el interior de la fortaleza.

Cuando Konrad subió en post de los invitados vio como Lord Amos y su esposa eran conducidos a una habitación alejada que se encontraba al final del pasillo de ese ala. Por otro lado, Lady Alys y su doncella fueron guiadas hacia una habitación más cercana. El bastardo sabía que aquella habitación era la más bonita de la planta, pero el rostro de la noble no parecía estar de acuerdo.

Mientras Konrad pensaba en su siguiente paso vio como la doncella se le aproximó para hablar con él.

Cuando Gaia se acercó a la puerta pudo ver a un atractivo joven de pelo castaño rojizo y barba incipiente. Era uno de los mozos que habían subido sus cosas. Debía tener su edad y no vestía tan mal como el resto de sirvientes. 

Gaia se sobresaltó un poco al ver al chico, mirando a un lado y a otro antes de dirigirle la palabra. Dió un paso más hacia él y juntó las manos en la espalda,
 

- Oh, hola... - murmuró, mirándole - Lady Alys desea darse un baño tras el duro viaje. ¿Podría avisar para que lo preparen, por favor? -

Su tono intentó ser todo lo cortés y amable que pudo

Sonreí a la doncella pelirroja. Hablo en un tono normal, al fin y al cabo no iba a exponer ningún secreto. 

- Tengo que informarle de que como es tradicional en las tierras de Invernalia, los baños, consisten en unas termas en la parte inferior del castillo. Es para que el agua permanezca caliente más tiempo, y no se cojan males por el frío al salir. Si desean intimidad, puedo avisar al servicio para que las despejen. Si lo prefiere puede acompañarme para conocer al resto del servicio.