Partida Rol por web

Logré correr las malditas y eternas cinco vueltas. Supongo que fue más orgullo o miedo a la vara que otra cosa. Un tremendo dolor se me había agarrado en el costado y seguía sin poder respirar con normalidad a pesar de haber parado hacia rato.
Creí que no lo conseguiría y me aterraba lo que nos fuesen a obligar a hacer tras correr, pero lo que no me esperaba era lo que ocurrió a continuación.
Vara nos llevó a lo que debían ser nuestras celdas. Sorprendentemente, eran algo más que unas simples celdas. Apure el paso para asegurarme una cama del final del todo, con la que la mujer más cercana a mi fuese mi compañera de celda y rogué por estar lejos de la charlatana que sólo traería problemas.
Accedí a aquella celda ansiada sin demasiadas dificultades y me senté en la que sería mi cama. A mi espalda sólo había pared. A ver con quien me toca. Pensé mientras me acomodaba en el camastro y me miraba la cadena atada a mi tobillo.

Lo había decidido tenia que ser veterana. Para no estar corriendo como una cabra. A pesar de que iba corriendo intentaba ver lo que Vara enseñaba. Los golpes y los mejores lugares para golpear. Pero el cansancio hacia que esto fuera difícil. No es que no estuviera en forma. Pero dar tumbos durante un año en un carro. Mermaba tus capacidades.

Cuando terminamos de correr era tarde y el Sol empezaba a olcultarse ya. Vala nos mando pasar de nuevo a las celda.

Al menos la celda tenia un camastro. En el cual no dude en tumbarme. Las cinco vueltas me habían dejado exhausta. Y medio muerta. Me daba igual con quien compartiera celda. Mientras estuviera lejos de la habitación de Vara me valía.

Lo que no me gustaba era el grillete en el tobillo. Como si pudieras abrir los sólidos barrotes.

Mire a la germana.

Me había parecido que era un poco mas alta que yo. Aunque también delgada y nervuda. Puede que no tanto como yo. Al final los norteños nos parecíamos todos. Exceptos los putos galos...

Ehh... Tenia que pensar un poco las palabras. ¿Tmben ess to promer dia? Esperaba que me entendiera. Estaba demasiado cansada para dormir y un poco de charla no me vendría mal.

   Asherah nunca había hecho ejercicio físico de esa manera. Todo el ejercicio que había realizado en su vida habían sido las pequeñas carreras y los juegos junto con otros niños y jóvenes. Pero nunca con esa intensidad. A la mitad de la primera vuelta sentía como el corazón se aceleraba y su respiración dejaba de acompasarse. En la segunda vuelta su piel morena ya estaba perlada, brillante y empapada de sudor. En la tercera vuelta sentía como si ardiera por dentro. Sus pulmones ardían a cada bocanada de aire y sus músculos dolían como si le estuvieran clavando miles de pequeños alfileres. No obstante, pararse no era una opción. No con Vara y su herramienta pisándoles los talones y amenazándoles con golpearlas.

   Cuando llegaron a las celdas, Asherah escuchó que una mujer de piel blanca como la nieve hablaba con otra de las esclavas. Ella se dejó caer en el camastro para recuperar su respiración y que se acompasara con los latidos de su corazón. Tenía la boca seca y las piernas seguían ardiendole por el esfuerzo. Si todos los días iban a ser así, quizá no aguantaría mucho. Fue la primera vez en la que Asherah dudaba de su futuro desde que entró en el ludus. Quiso llorar, pero la desesperación no era una opción. Buscó quien sería su compañera y escuchó las palabras de la otra esclava sin fuerzas, casi, para unirse a la conversación.

       " ¡Agua por favooor! "   

       Rogó verdaderamente agotada Elektra a alguno de los celadores de camino a las celdas, porque a pesar de considerar ella misma que tenía buena condición física, el viaje esclavizada hasta hasta allí la había dejado con pocas reservas y pese a que había tratado de suministrarse en las primeras dos vueltas, las últimas dos fueron realmente extenuantes para ella, como para la mayoría de las chicas, ella trató de parecer aún mas agotada de lo que se encontraba para que alguna de sus próximas rivales y los celadores la subestimaran, tal vez eso podría salvar su vida mas adelante.

      Cuando ella como las otras chicas se encontraban ya en las celdas, entonces la mujer griega guardo silencio por un rato mientras que se recuperaba físicamente y si le era posible tomo un poco de agua mientras que se ubicaba en la parte media de las barracas para poder escuchar las conversaciones a su alrededor fácilmente    

Estaba derretida por el calor y el ejercicio. La arena se habia pegado a mi piel raspando mi cuerpo y me sentia toda empegostada pero cuando finalmente nos llevaron a las celdas senti que por fin podria descansar. Espere a que se ocuparan las camas y escogi alguna en donde nadie me molestara.

No queria mas confrontacion solo algo de tranquilidad. Aun escuchaba la vara de Vara en el aire. Aunque todo habia salido bien pensando que hubiese podido ser mucho peor.

Me acoste viendo a las otras chicas mientras trataba de entender sus idiomas. Aquellas del norte no hablaban mucho y no pareciere que hubiese muchos animos de fraternizar.

Incluyendome.

El primer ejercicio siempre era el más agotador, al romper la inactividad, los músculos se resentían y el resuello fallaba más de la cuenta. Ya se acostumbrarían más adelante. El calor rascaba la piel, más aún con el polvillo de la arena pegado al cuerpo gracias al torrente de sudor que fluía por su cuerpo. Al terminar todo aquello, se fue a una de las celdas, recuperando el resuello perdido poco a poco, no le importaba quien fuese su compañera, tan solo que no la molestara.

Se acicaló lo máximo dentro de sus posibilidades, para intentar echarse un rato en la cama a gusto.

Instantes después de sentarme en la cama y pensar como dormir con aquello atado a mi, una voz me hizo alzar la cabeza. En frente me encontré con la mujer que trajeron a última hora y la cual Vara lanzó al agua tan "delicadamente".

¿Tmben ess to promer dia? Repetí en mi cabeza, luego una vez más, lentamente.. mientras la miraba con gesto de extrañeza. ¿Quieres saber si es mi primer día? La respondí despacio, en latín, quería que me entendiese. Así es... El mío y el de todas. Llegamos juntas un poco antes que tu. Vocalicé lo mejor que pude y comencé a revolverme en la cama. Maldita cadena! Veamos si logro...

Después de varios giros y movimientos sobre la cama, logré encontrar la forma de que aquell pedazo de metal unido a mi no fuese una molestia para dormir. Me sonreí por mi logro al tiempo que mis tripas rugieron.

Espero que nos den algo de comer antes de dormir... Sino pasaré muy mala noche. Comenté llevándome las manos al abdomen. Por cierto, me llamo Nerva. Dije sentándome en la cama y apoyando mi espalda en la pared.

No gustaba del esfuerzo físico ni estaba acostumbrada a ello. Correr como locas era, desde luego, un castigo tremendo. Casi que prefería los golpes de vara a correr. La boca le sabía a sangre y su garganta estaba irritada por el aire, mientras los pulmones se aferraban a bocanadas inexpertas que, más que guardar oxígeno, lo dejaban escapar. Su corazón latía demasiado deprisa y creyó sentir cómo se saltaba un latido tras terminar. Quizá por alegría, o por choque, o a saber por qué. Por su parte, las sienes ardían y la cabeza le daba vueltas. Mareada, no sabía cómo aguantar de pie sin vaciar hasta la bilis. Pero la herida estaba en el orgullo. Si no podía correr, ¿cómo esperaba sobrevivir y vengarse? Debía seguir corriendo y esforzándose, más que las demás, si era posible.

Pasó como un espectro por entre las demás al acabar la "prueba de acceso", y se fue recto hacia la última celda. La idea de tener pared tras su espalda la agradaba. Tendría más tiempo para pensar, en caso de que hubiera problemas en la puerta, y se ahorraría problemas con más gladiadoras.

Ahí dio con la tal Nerva, la que le dijo que no entendía nada, que ella, Titania, estaba cegada por... ¿cómo había sido? ¿"Sed de sangre y venganza"? 

-Te encanta repetir tu nombre, por lo que veo... -le soltó en latín con una media sonrisa, mientras se tumbaba en su cama. -Aunque tienes escusa, lo repetiste para la novísima. Estoy agotada pero no creo que pueda dormir. Tengo insomnio. Cuéntame algo de ti, pues. Sobre... Tu vida, tu familia, o algo que te guste o disguste. Date a conocer.

A pesar de que era una invitación medianamente cortés y formal -en la mente de Titania- , parecía más bien una orden. Pero la gala no se enteraba de ello, estaba demasiado harta como para detenerse minuciosamente en formalidades.

El ejercicio la ayudó a desentumecerse, le devolvió a sus músculos una vitalidad que creía ya perdida y la hizo por unos momentos sentirse mejor. Incluso creyó que olvidaría las humillaciones recién sufridas, su ánimo se relajó y la rabia contenida fue creando un frío poso de deseos de huida y venganza.

Sin embargo, cuando se detuvieron y las llevaron a las celdas el cansancio la venció. Ella nunca había necesitado lujos en su vida, pues nunca los había conocido antes. Pero el lecho mullido y la manta tibia fueron demasiado tentadoras e incluso con la cadena que la oprimía y le coartaba los movimientos, no tardó en encontrar una postura en la que solo cerrando los ojos podría dormir plácidamente. Sin embargo se tomó su tiempo para observar a la compañera de celda que le había tocado. - ¿Crees que conseguiremos salir de aquí? - preguntó, no tanto por su deseo de charlar, sino poniendo en palabras los pensamientos que la abordaban. Cerró los ojos dejándose llevar por la agradable idea de la libertad recuperada y sintió de nuevo el sueño que la acechaba, a punto de vencerla.

Escuche el grito pidiendo agua.

No me extraña que tengas sed. Tanto hablar.

Me gire para escuchar a mi compañera de celda.

¿ Toas llegar mismo día? Perfecto no quería ser la nueva. O no la nueva nueva.

Espero eso. Tango hambre.

Hoy Morrigan.

Cuando la morena empezó a hablar me gire para mirarla.

Podes empazar tu. Si querías hablar empieza tu misma.

Solo esperaba que algun dia pudiera escapar de ahi.

Mi vista se centró en ese instante en la dueña de la voz que venía de la celda frente a la mía. Oh sí! Tengo verdadera adoración por decir mi nombre una y otra vez. Es más, no soy capaz de decir dos frases seguidas sin pronunciarlo. reí tras esto. Me parecía bastante ridículo el comentario... Pero supongo que de alguna manera debía reclamar mi atención.
Mi compañera de celda respondió a mis palabras. Sonreí ante su forma de hablar latín. Veo que te cuesta pero que te esfuerzas. Eso es bueno. Pronto lo hablaras perfectamente. Estaba cansada, hambrienta y tenía sueño, cosa que parecía no preocuparle demasiado a la mujer de la celda de enfrente. Aunque fue Morrigan quien la respondió por mi.

Haribrig, escogió a Amaia porque parecía blandita como los tallos de la avena, mejor, así no la molestaría con sandeces, la cama era para dormir, y para follar también, pero dudaba mucho que allí lo utilizase para eso último, así que era buena elección, estar con una compañera calladita, en vez de con una norteña buscadora de gresca.

Su presentación fue escueta

-Melaria- Fue lo único que dijo, antes de echarse a la cama. Estaba cansada, y los dias por llegar pintaban igual o más de duros que aquel.

Las camas, aunque no de le mejor calidad, eran lo suficientemente buenas para vuestros cansados cuerpos.

Al parecer el barracón en el que estabais era solido y bastante fuerte, aunque construido en madera. Las mamparas de las celdas os impedían veros directamente, de celda en celda, sin embargo los barrotes metálicos si dejaban ver, como mínimo, a las de la celda de enfrente y puede que a las de al lado.

Por lo demás, se podría decir que estabais aisladas del resto. Sin embargo, esta soledad, en su momento también se agradecía. Ese aislamiento con tan solo la compañía de una gladiadora compañera, hacia que el descanso, fuera sagrado y placentero.

Una hora después, Greta entró acompañada de la muchachas. Ambas chicas iban cargadas. Gyda con una cesta enorme, bastante mas grande de lo que podría ser para su tamaño, llena de panecillos calientes. Varia, por su lado, llevaba  un odre lleno de agua que a duras penas arrastraba. Tras ella, apareció Gladius, el viejo pero fuerte celador.

Miraba a todos lados, sobre todo tras de si. Parecía que no quería que le descubrieran allí. El llevaba otro odre de agua un poco mas grande que el que traía Varia. Pesadamente lo dejo en un rincón y cerro la puerta, no sin antes dedicaros una mirada a todas. Una vez marchado Gladius, Greta habló.

- ¡Varia! Baja la luz del candil... no deben saber que estamos aquí. - Dijo la mujer- Tomaros esto como un  regalo del señor Gladius. No esperéis mucha compasión por su parte. Pero el opina que mañana no podrá entrenaros bien si no estáis en condiciones. Aunque no es mi cometido, si alguien se entera que se os ha ofrecido comida  esta noche, se pagará caro. Espero que seáis discretas.

Después, se gira y hace un gesto a las muchachas para que vayan repartiendo los panes y el agua a todas.

- Como habréis podido comprobar que hay celdas vacías. Esas son de las que esta mañana han sido vendidas de nuevo. Vara no las ha considerado aptas para la lucha. Podéis consideraros afortunadas. Apurad el agua. Antes de que se consuma la vela nos marcharemos.

Pasado un pequeño rato, tal como prometieron, Greta y sus chicas salen del barracón, a oscuras, llevándose consigo los odres vacíos y las cestas de los panes. También el candil con la vela, lo que hace que os dejen en completa oscuridad. Tan solo la luna es testigo de vuestros sueños, deseos y compañía en la celda.

" ¡Muchas gracias! Por favor agradece al señor Gladius de mi parte, pero si quieres darme otro pan para que se lo guarde a mi futura compañera de celda no tengo inconveniente alguno "

Solamente dijo Elektra lo anterior en latín vulgar a Greta, Varia o la persona que personalmente le diese agua y pán, antes de beber lo mas pausada y largamente posible y guardar el pan que le dieran para comerlo poco a poco después de sonreír discretamente

Sonrió ante Nerva.
-Ya llevas muchas sin decir tu nombre... ¡Traidora de tu ego!-exclamó exagerando. -Y bien...¿De verdad no dirás nada?-fingió una cara triste , si bien en el interior lamentaba que no charlaran.
-Ah, mi vida probablemente haya sido muy distinta a la vuestra, y no os agradará escucharla... Yo soy Titania, novísima. Ya tienes algo... -se tumbó como mejor pudo boca arriba y dejó la cabeza sobre sus dos manos.
Iba a preguntar algo, pero decidió dejarlas en paz. Al siguiente día ya hablarían más...
Con la llegada de las mujeres y el celador anciano, se mantuvo casi indiferente. Aún así, apreciaba el gesto. Gladius fingía. Le importaba la suerte de las mujeres, aunque lo ocultara. Lo demostraban los panecillos, riquísimos después de todo lo que había pasado. Lo sentía en el agua, de la que bebió tres vasos: uno inicial, uno después de los panes, para limpiarse la boca, y uno último por goce. Aceptó las ofrendas con una sonrisa sincera, más fuerte que mil "gracias".
Cuando la luz se esfumó y ya quedaban en silencio, habló para que la oyeran todas:
-Buenas noches...