Partida Rol por web

Os exigían mucho.

De sol a sol, las nuevas prisioneras estábais sujetas a un régimen agotador de calistenias queos dejaban extenuadas y tambaleantes en sus diminutas celdas al final del día, donde os ponían los grilletes y os olvidaban hasta el amanecer, que era cuando comenzaban de nuevo los ejercicios. Era ,desde luego, un salvaje régimen muy exigente.

Empezabais el día dando vueltas alrededor del ludus; de forma alterna corríais normal o rápido. Este tipo de ejercicios era famoso porque agrandaba los pulmones y fortalecía las piernas. Entonces, aquellas que lo podían retener tomaban un desayuno ligero y después empezaba el trabajo de verdad.

A las principiantes no se les daban espadas porque, como les recordaba constantemente Vara, tenían que fortalecer primero el cuerpo. Y eso les llevaría varias semanas. Vosotras estábais justo en ese punto. Aun sin espada de madera, solo ejercicios tonificadores y vuestros puños, que, poco a poco, eran como yunkes.

Todas erais puestas a prueba bajo la exigente mirada de los entrenadores. Muchas flaqueaban y eran animadas a esforzarse más con la ayuda del sarmiento de vid o una vara de abedul. Vara no era el único responsable de estas palizas arbitrarias; los entrenadores se rotaban de forma regular y llegásteis a distinguir entre las que eran duras pero justas y las injustamente duras.

Estaba Nastasen, quemado por el sol de su salvaje tierra natal nubia hasta quedar negro como el carbón. Era un hombre enorme y fornido, de músculos marcados y tenía un extraño pelo hirsuto de mechones salvajes. Le tomó una intensa antipatía a Mirza por motivos que ella desconocía.

Gladius, el romano, de mediana edad y duro como una coraza de cuero, era un adiestrador riguroso, que no dudaba en usar el látigo cuando era necesario, pero tampoco era excesivamente entusiasta. Al contrario que los otros entrenadores, Gladius no era un antiguo gladiador, sino un ex soldado y un hombre libre que nunca había conocido la esclavitud. También era lo suficientemente mayor como para haberse hartado de infligir dolor por el mero hecho de infligirlo. Desde el primer dia, que os ofrecio la cena a escondidas en los barracones, os pudisteis dar cuenta de que estaba ahí para inculcar disciplina y dureza en sus embates, no para quebrantar su ánimo. Aquellas mujeres que sabían hablar latín rápidamente lo apodaron «el Centurión».

El más popular entre las bárbaras era Cativolco, un joven galo más dado a la arenga que a los golpes. Pronto os enterásteis de que su carrera como gladiador se había visto truncada por la estocada de una espada en la rodilla. Cativolco no era demasiado duro con ellas la mayor parte del tiempo, sobre todo con las mujeres de la tribu con quienes compartía parentesco.

A parte de ellos, de cuando en cuando  el señor Balbo se paseaba por las zonas de entrenamiento y tomaba apuntes. Al guna vez se le vio virar con buenos ojos, por decirlo de alguna manera a Amaia.

Por lo demas, todos los días, después de la siesta y la comida, Greta y las muchachas os enseñaban latín. De esta manera, y a base de varazos, entendísteis que cosas hacer y que cosas no. Una de ellas hablar demasiado. Otra... simplemente el hecho de hablar. Así las órdenes eran mas claras y concisas y, desde luego, poder hablar en una lengua mas civilizada... según algunos.

Estábais todas en vuestras celdas.

Era por la mañana, cerca del mediodia y de la comida. Despues del entrenamiento, teníais el peuqeño lujo de poder descansar un rato antes de comer, por lo que los grilletes no eran necesarios y las puertas de las jaulas estaban abiertas para que pudiérais entrar y salir tranquilamente.

Varia caminaba con dificultad por el peso de tantas sábanas mojadas en sus delgados brazos, que temblaban del esfuerzo. Estúpida, se dijo a sí misma. No podía con tantas.

El esfuerzo era infundido por el miedo; Greta llevaba a sus ayudantes con tanta dureza como Nastasen llevaba a sus luchadoras. Había hecho lo posible para completar su parte del trabajo, pero siempre había mucho que hacer. La esclava intentó acelerar el paso, pero, al hacerlo, perdió el control de la inestable montaña de ropa de cama.

Se cayó y las sábanas aterrizaron con un golpe seco en el polvo del suelo. Varia se mordió el labio y los ojos se le llenaron de lágrimas por la frustración y por el no poco miedo. Greta se iba a poner furiosa. Desesperadamente, empezó a recoger la colada que ya estaba echada a perder cuando una sombra se cernió sobre ella. Sin mirar siquiera, supo que era Greta. La germana siempre parecía saber cuándo hacía algo mal; siempre estaba cerca para castigarla
 

—¡Tonta estúpida! —gritó Greta, dando una patada a las sábanas, que Varia intentaba recoger desesperadamente—. ¡Lo has echado todo a perder! ¡Te voy a dar tu merecido, inútil!
Varia se encogió por el miedo y se puso las manos en la cabeza, a la espera de que empezaran a caer los golpes punzantes.
 

—¡Lo siento, Greta, lo siento! —gritó ella. Su voz se quebraba mientras le caían las lágrimas, desesperada, aunque sabía que la compasión no era parte de la naturaleza de la germana. Esperó con los ojos cerrados y apretados.

Sin pensarlo salte al socorro de Varia y gritando en mi idioma le ordene que se detuviese.

- No le pegues...

Y detuve su mano antes de que alcanzara a la chica. Luego me di cuenta de lo que habia hecho pero no me importo. Comence a levantar las sabanas con cuidado pero pendiente si de verdad iba a golpearla trataria de detener el golpe o recibirlo yo.

- Es una niña apenas, me gire mientras le gritaba.

Sabia que habia pecado al enfrentarla asi que mire alrededor. Tal vez alguna de mis compañeras me apoyase... o no?

Por Loki, estaba en un aprieto, pero tenia la fortaleza de soportar cualquier estupidez que me dijeran.

Correr, luchar, comer, dormir, levantar y volver a correr... la vida en el ludus iba desvelando su cruel rutina y Amaia sentía que su cuerpo cobraba vigor y destreza. No podía huír ni podía matar, todavía, pero el ejercicio le daba ocasión de liberar la rabia que bullía en su interior.

Los guardianes inculcaban la disciplina cada cual en su estilo, siempre rudo y violento. La montañesa los despreciaba a todos por ello, aunque reconocía que así se comenzaban a marcar diferencias entre todas ellas: quienes eran capaces de soportar la fatiga y el dolor y quienes lentamente se consumían por el agotamiento.

Balbo, el degenerado dueño de aquel lugar, se paseaba observándolas como ganado. Amaia podía percibir el brillo de la lujuria en sus pequeños ojos redondos. Podía imaginarse a aquel hombrecillo oliendo cada noche sus dedos impregnados de la esencia de su propio cuerpo. Podía imaginárselo de muchas maneras... pero Amaia se limitaba a mantener aquella mirada un instante para seguir con su ejercicios con un grito de furia.

La violencia no solo rodeaba las vidas de las cautivas y sus guardianes. También entre las esclavas que las cuidaban surgían tensiones, y aquella mañana Greta parecía especialmente enojada. La sorpresa fue que Mirza, una de las luchadoras de piel más pálida y cabellos dorados, se enfrentó a ella y la detuvo. Su acto fue valiente.

Por eso mismo el castigo sería brutal. Amaia negó con la cabeza: no tenía ganas de ver lo que se avecinaba.

Tras ver desde lejos la escena entre Greta y Varia, la gladiadora griega se acerca cuando ha intervenido Erja y después de un suspiro y pensar las posibles implicaciones decide intervenir un poco mas políticamente que la gladiadora germana con un latín entendible:

" Espera Erja, posiblemente no has comprendido bien lo dicho por la señora Greta con nuestro limitado latín, ella solo quiere que la señorita Varia tenga mas cuidado y ella se ha disculpado, me parece que no lo volverá a hacer, así que si ambas les podemos ayudar a resolver el problema lo haremos con gusto "

Dijo la mujer griega mientras que se agachaba para ayudar a Erja a levantar las cosas derribadas en el suelo por Greta, mientra que por debajo le cerraba el ojo a Varia, ... esperando haber ayudado

Los primeros días fueron realmente duros. Correr nada más levantarnos no era la mejor de las ideas. La parte positiva era que a esa hora hacía poco calor. La negativa.. todas las demás. Fueron muchas caidas y muchos varazos los que me llevé en esos días. Mi cuerpo no estaba acostumbrado a correr.

El desayuno era la segunda tortura. Estaba muerta de hambre pero no había manera de comer. Agua y con cuidado pues mi cuerpo se negaba a retenerla enseguida. Los entrenamientos siguientes, eran lo peor. "Si sobrevivía a la primera semana, aguantaría el resto", me repetía constantemente para darme ánimos a mi misma, aunque los varazos y latigazos lograban desmoralizarme y hacerme dudar de si lo lograría o no, también me hacían esforzarme más. Así pues, mientras Vara y sus celadores entrenaban nuestros cuerpos, yo trataba de centrar y entrenar mi cabeza, luchando por no rendirme y aguantar esa primera semana.

Ese día en concreto estaba en mi celda. Mi magullado cuerpo pedía un poco de paz, pero mi mente quería mantener una conversación agradable con mis compañeras. Así pues allí estaba, tirada en la cama, compartiendo mi celda con varias gladiadoras más y charlando distendidamente.*

Pronto los gritos de Greta me hicieron alzarme en la cama y mirar hacia el lugar del cual provenían. Al hacerlo, ví como algunas de mis compañeras salían de nuestra zona de descanso al patio exterior. No pude evitar quedarme tumbada sin hacer nada y salí a ver que ocurría.

Greta gritaba a Varia, la cual estaba en el suelo sollozando. Ejra parecía haber intervenido, pues a mi llegada, escuché la charla de Elektra y ahora estaba recogiendo la ropa mojada del suelo, mirando a Greta, mientras la griega trataba de llegar a un acuerdo con la vieja mujer.

Me quedé allí clavada, en el quicio de la puerta, observando espectante la escena y deseando que todo acabase allí. Por favor, mi señor Odin... No permitas que esto llegue a más ni que asome ningún celador mientras estemos en este.. aprieto. Rogué en silencio, mientras daba vueltas a la insensatez que habían hecho ambas glaldiadoras.

Los dias pasaban y el entrenamiento se recrudecía. Poco a poco casi llegó a sentirse igual de fuerte y veloz como en sus dias de libertad, por los espesos bosques germanos. Tan solo estaba esperando el día en poder coger algún arma. hablaba muy poco, aunque con quien más lo hacía era Nerva, la de padres germanos aunque nacida en aquella estulticia de pais. Con su compañera de celda a veces intercambiaba consejos. A las demás se limitaba a tratarlas con educación, unas palabras por aquí y otras por allá, nada fuera de lo común.

Haribrig se acercó a Nerva, y se recostó en los barrotes de la celda, cerca de ella. Sonrió con cierta picardía al ver como se desarrollaban los actos acontecidos con la muchacha.

-Dejadla, tiene que aprender, a diferencia de nosotras, ella si fracasa no acabará con una lanza metida en su estómago, o en su raja-

-Conocer los límites de su cuerpo forma parte del aprendizaje de la vida, no le estropeeis dicho aprendizaje, desde que entró ya estaba viendo que toda la pila de sábanas se iba a venir abajo-

-La próxima vez, que coja menos-

Vi como las demas se acercaba en especial la griega que tanto me habia hecho molestar y Nerva. Asi que me envalentone y me detuve frente a la mujer.

- Es una niña y al menos tratala con cuidado, ella merece mas que esto y lo sabes.

No estaba segura si la vieja entendia mi idioma pero en sus ojos percibia que me entendia, o tal vez era la simple furia de que una gladiadora la enfrentara. Las cartas o en mi caso las runas, estaban echadas asi que esperaba ganar un poco de respeto para la chica y para nosotras o me las veria peor que cuando llegue.

Mire de reojo a la griega y agradeci su cercania pasare lo que fuese a pasar, aunque estaba nerviosa mostre aplomo frente a la mujer mientras terminabamos de recoger las telas y levantaba a Varia.

Greta abrió los ojos exageradamente, con una mezcla de miedo e ira.
—Ya tienes bastante con tus propias palizas. Y además, ni una vez he visto que levantaras un dedo para defender a tus compañeras de arena. —Se irguió—. Esto no es asunto tuyo.

Se veia claramente en los ojos de la Gala que tenia bastante reparo en encararse con la gladiadoras, ero aun así no la gustaba que la contradijeran. Por ello, cuando Elektra se acercó para mediar se pudo a su lado para increpar, si pudiera algo mas aun, a Ejra.

- Eso... Haz caso de la charlatana! ¿Porque no recojes tu también las cosas ? Puede que acabes tus días  en vez de en la arena, sirviendo a tus compañeras!- Espeta desagradablemente a la rubia norteña.

Despues mira a la Barbara pelirroja (Haribrig)

- Aqui la que no vale... no vale para nada. Ademas, no es asunto tuyo. —Greta se recuperó un poco—. Ha fracasado en sus obligaciones y debe ser castigada.

No tardó en aparecer a mi lado Melaria. Nos llevábamos bastante bien, quizás por nuestras raices. Si bien yo había nacido muy lejos de mi patria y siendo esclava, mantenía las creencias de mi pueblo, junto con sus rituales y sus dioses. Oirla hablar de las tierras que hubiesen sido mi hogar si mis padres no hubiesen sido capturados y esclavizados, de como se vive allí... Algo que mis padres nunca me contaron, supongo que a ellos les dolería hacerlo y a mi me hubiese hecho soñar y pasarlo mal con mi estado de esclavitud... Pero sus palabras me hacían viajar a otro lugar y olvidar durante el tiempo suficiente los dolores del cuerpo, la vara de vid, los latigazos y demás penurias del lugar.

Quizás eso y la complicidad que podíamos tener hablando ambas germano, era lo que más nos había juntado. Por supuesto que Melaria no era la única con la que me llevaba bien, lo cierto es que mientras no me molestasen, era dificil que me llevase mal con alguna de ellas... Pero siempre había alguien con quien no te llevabas. No se puede caer bien a todo el mundo...

Asentí a las palabras de Melaria, pues yo no había visto nada hasta que Greta no alzó la voz y me acerqué. No sabía realmente que había ocurrido y la verdad es que con las dos que se habían metido para ayudar a Varia, sería suficiente, salvo que la situación empeorase.

Greta no se andó por las ramas, no sólo respondío tibuteante a Erja, sino que buscó el amparo de la griega y se envalentonaba para volver a replicar a Erja y luego a Melaria. Esto era el colmo... Buscar protección entre una de las gladiadoras para increpar al resto. Sabía perfectamente cual era la posición de Greta en aquella casa y ganarla de enemiga no era algo bueno, pero tener a todas tus compañeras en tu contra era algo mucho peor.

Greta. Dije en tono claro y tranquilo. ¿No te parece sufiente castigo que tenga que volver a lavarlo todo ella sola? La lleve el tiempo que la lleve, no podrá comer ni descansar hasta que no cumpla con sus obligaciones diarias y además remiende su error. La dije a la mujer mientras me acercaba a ella lentamente, pues el cuerpo ya no me daba para mucho más en ese momento. Nací esclava, a los golpes te acostumbras, ya deberías saberlo. Pero para trabajar bien, debes aprender de los errores y creo que con ese.. ¿castigo? la joven aprenderá antes y mejor. Me planté junto a Greta, con una sonrisa. Y si me equivoco y se vuelve a repetir lo mismo por el mismo error, no volveré a meterme en tus asuntos y trataré de que las demás no lo hagan tampoco. ¿Te parece bien?

¿O tu tambien te niegas a aprender otras maneras de castigar a las demás? La surruré al oido antes de darme la vuelta y regresar junto a Melaria. Luego hablé en germano y casi susurrando a mi compañera.

<Si, ya se.. que no me meta. Pero no sólo a palos se aprende.>

Me giré nuevamente hacia el resto de mujeres y la ropa mojada tirada por el suelo. Erja, deja eso. Tratemos de que al menos algo cambie para bien, vente con nosotras mientras Greta decide que hacer. Dije a la gladiadora rubia que ya había amontonado parte de la ropa. Varia debe aprender sola, sin ayuda y sin golpes. Miré a Greta nuevamente al final de la frase. Mi voz era templada y seria, aunque siempre había un gesto amable en mi rostro.

Me aparte de Varia como habia sugerido Nerva y agradeci a los dioses por su aparicion. Freja habia velado por mi atraves de esa mujer.

En silencio me aparte esperando que Greta tomara una desicion pero si volvia a golpear a Varia me volveria a interponer en el medio, asi que no me aleje demasiado.

Después de escuchar a las otras mujeres y habiendo terminado de poner las sábanas en las manos de Varia le cerró nuevamente el ojo sin que la viese Greta mientras que trataba de tranquilizarse ante la molesta reacción de Greta y como nuevamente Nerva sin una buena razón parecía ignorarla cuando menos, tal vez por no entender el objetivo de su política participación ... entonces la esclava griega se giro para decirle a la esclava gala mirando de reojo a Erja y Nerva:

" Que trate de contener la reacción de la gladiadora germana para contigo por el bien de ambas, no te da ninguna razón para llamarme charlatana ... así que por tu bien espero nunca volver oirte referirte a mi de esa manera, porque tarde o temprano terminarías lamentando tal estupidez! No te olvides que para estos hombres romanos todas somos esclavas "

Cativolco era ... más agradable que los demás. ¿Lo era con ella por ser gala , como él? ¿O sólo era más tranquilo que los demás? Debía averiguarlo, le vendría bien saber quién la "apreciaba" y quién no, pensó. Tampoco había tenido tiempo de pensar más allá del galo, porque las hacían ejercer sus cuerpos lo que no estaba escrito. A su parecer era absurdo, inhumano. Pero, de todas formas, ¿cómo era humano una lucha de gladiadores? Donde hombre mataba a otro hombre mientras otros miraban, lo menos importante era eso, el entrenamiento. No negaba la necesidad de tensión y desahogo en la lucha, y sabía de luchas con animales, y aquellas la agradaban, la ayudaban de vez en cuando a quitarse problemas de la mente, o simplemente servían de ocio, ocio bien recibido. Y la verdad era que  a veces era todo un arte. Pero entre hombres, cambiaba la cosa... Y aún así, estaba dispuesta a tratarlos como a animales -así le sería más fácil, se imaginaba- y apuñalarlos en el campo de combate... 

"Lo menos importante es esto, el entrenamiento" pensó de nuevo. Otras cosas tenía que la preocuparan. Se vio a si misma como tonta por siquiera quejarse de algo que, de momento, no la parecía matar, sino sólo ayudar. Si se esforzaba más aún, lograría vivir. Al menos, esa era la idea...

Oyó alboroto. Estaba tumbada y holgazaneando, ajena al mundo alrededor de ella. Escuchó un poco por encima, hasta que oyó "raja". "¡Qué vulgar!", pensó. Se encogió mentalmente de hombros. ¿Qué se le iba a hacer? Que cada una hablara cómo pudiera, según su nivel. Si de un día a otro iban a decir "raja" todas, no tenía ella derecho alguno de rechistar, por mucho que no le agradase... 

Pero aquello no era lo importante. Sólo le había despertado el interés en la charla. Se levantó sobre un codo, escuchando. Miró desde su cama a Nerva, con una sonrisa maliciosa. No sabía si ella se había percatado, pero tampoco importaba. 

Esperó hasta la que parecía ser la última intervención, para entrar ella también en juego. ¡Aquello era lo bueno!

-¡Ring ding ding!-dijo, imitando una campanilla. Se empezaba a levantar, a paso lento , y se acercó a los barrotes de su celda, con una sonrisa amplia y ojos entrecerrados- Bien dicho. Somos todas esclavas. ¿Lo malo? Que ellas dos -señaló a Greta y Varia -Son mejores esclavas y trabajan de otra cosa. No se nos puede comparar. Dejad que cuiden de sus asuntos, si os metéis sólo haréis que más tarde se le castigue peor a la sierva. Es más. Ya la habéis perjudicado. ¡Enhorabuena! -cuchicheó. Quizá se hubiera vuelto loca, o simplemente después de todas las penurias y el posterior entrenamiento, estaba tan extenuada que ya ni tenía barreras sociales- ¿Por qué no volvéis simplemente a vuestras camillas a descansar? No estáis en posición de argumentar ni de defender ni de hablar a nadie, sólo empeoraréis... todo. Quizá Varia se hubiera llevado dos tortas y habría quedado ahí todo. Ahora, en cuanto salgan de aquí y Greta deje de estar rodeada de ... hambrientos muñones de humanidad como nosotras... La dejará al rojo vivo para desahogarse. Sólo... Callad, olvidaros de unidad  y equipos y alianzas y amistades. No sois ni las primeras ni las últimas en entrar, y si os mostráis débiles, en cualquier sentido, se os hará lamentarlo. ¿Amistades? ¿Para que luego os traicionéis unas a otras o se os use para herir a las que de verdad consigáis ser compañeras? ¿Protestas? ¿Para que castiguen a todas por culpa de una o dos, o cuatro? ¿Defender a una desconocida que tampoco está en peligro? ¿Dónde están vuestras cabezas? ¿Por Cristo, dónde? Porque sobre vuestros hombros, desde luego que no.-lo que había empezado como una cosa tranquila acabó escalando y volviéndose un asunto serio. Ella también tenía ganas de hablar y confraternizar, y no sentirse sola y abandonada. ¿Quién no? Pero por otro lado, entendía que aquello no era su casa, que no era nadie y que en ese momento, no merecía tener nada, que tenía que ganárselo. Y que las amistades no servirían. No de momento. Así que su única forma de desahogarse, de hablar, de acercarse a ellas era así. Hablando en cuanto pudiera, sobre algo que no implicase que se conocieran más. Algo "neutro". 

Escuche a Titania regañarnos por nuestra actitud pero mis valores eran mis valores. Mi dignidad era lo ultimo que me quedaba y no mi honor no se iba a ir a la letrina viendo como maltrataban a una niña.

Pero luego algo me desconcerto. Ya habia escuchado algo del Emperador, un tal Cesaaar. Y por supuesto estaban los galos y los germanos, pero quien carajo era Cristo?

Todo esto había llegado demasiado lejos, así que me dirigí a imponer orden.

Me acerqué a Greta por la espalda, para causar más miedo. A mi lado, la vieja gala no era más que un arbusto.

- Si te atreves a tocar a la niña... Te mató. Y si por algún motivo sufre algún daño... sabre que has sido tu. Y ahora... Lárgate. Molestas mi descanso y dudo que Balbo quiera que me molestes...

Nadie había comprendido que allí las valiosas éramos nosotras. Estaban a nuestro servicio, lamentablemente.

Mire a Ejra, una de las pocas que hacíahabían hecho lo correcto.