Partida Rol por web

No salía de mi asombro. Aquel grito para honrar de alguna manera la muerte de Elektra, no sólo fue aceptado y exclamado por mis compañeras, sino por todo el público asistente. Gracias a Titania y los golpes en su escudo, pudimos mantener todos el ritmo. Por unos instantes, esclavas y gente libre, estuvimos unidas en una misma voz.

La euforia fue pasando, mientras los cuerpos sin vida de ambas mujeres fueron arrastrados y sacados de la arena las voces se apaciguaron. Todo se estaba preparando para el siguiente combate. El sol aún apretaba y yo tenía mucha sed, además volvía a encontrarme mal. Miré a mi alrededor por si tuviese suerte... Quizás uno de nuestros entrenadores... Les miré a todos y cada uno de ellos. No tenían cara de buenos amigos en ese momento. Estaban todos pendientes de Baldo. Sin duda, la muerte de Elektra les pasaría factura a ellos tambien...

Baldo.. ese bastardo mantenía su semblante serio. Era imposible saber que pensaba de todo aquello, aunque lo que si imaginé es que la muerte en la arena de cualquiera de nosotras, si sería malo para él. Nadie contrata a perdedores. 

Todo estaba listo para el siguiente combate. Miré a Mirza. Aquella mujer de rostro dulce y siempre tan callada. Al igual que la victoria de Titania, nos inyectó valor a todas, la muerte de Elektra nos hizo ver la cruda realidad. Eso sin duda afectaría también a la gladiadora. Estaría aterrada y nerviosa, al menos yo si lo estaría en su lugar. Aguanté el tipo como pude y aquel mal estar para tratar de hacerla reaccionar un poco.

Vamos Mirza! Tenemos los mejores entrenadores en nuestro ludus! Solo debes creer en ti! La grité con la esperanza de que eso la ayudase. Realmente no sabía si teníamos los mejores entrenadores o los peores, el ludus tampoco me importaba demasiado en ese momento. Ahora Mirza dependía de si misma y si no estaba centrada y el miedo la dominaba, moriría en la arena. Eso era lo único importante.

De alguna manera teniamos que animar a Mirza a ganar, no podiamos permitirnos que otra compañera cayera en combate. Sabia tambien que eso nos traeria problemas a todas en el ludus.

No sabia bien que gritar o como animarla, debia aprender rapido este estupido idioma pero si rece por nuestra compañera. De rodillas cruce las manos e imploraba a los dioses la proteccion de nuestras compañera...

Si no deseaban escucharme.. pues tambien se irian al traste con ella. Estaba harta. Era rebeldia claro, pero casi hubiese deseado ser yo la que luchaba en vez de la asustadiza Mirza.

Miré asustada al centro de la arena mientras retiraban los cuerpos.

Veía en mi mente la sangre corres y filtrarse bajo la arena. Sentí ese miedo irracional al imaginarme tirada en la arena, con los ojos mirando al cielo mientras arrastraban mi cuerpo por los pies. ¿Que se sentiría al morir? Los dioses hoy no me están ayudando...

Sendas lagrimas empezaron a recorrer mis mejillas. De todas las gladiadoras del ludus, yo, seguramente era la peor. Incluso la charlatana de Elektra era mejor que yo. Iba a morir. Así que baje mis armas y las tire al suelo mientras caía de rodillas tras los pies de Balbo.

-Señor... no.. no puedo salir... no quiero morir!!!- Le suplique ahogando con un estremecimiento de mis tripas, parte angustia, parte miedo.

Si Vara me mataba allí mismo con el palo, sería mejor que morir aterrorizada allí, delante de todo el mundo. Con un poco de suerte, me darían una paliza y me venderían como una esclava. Cualquier cosa mejor que morir allí.

Balbo se giro sobre sus talones solo para encontrarse cara a cara a Mirza.

La sonrió de una forma un poco burlona mientras la avcariciaba con esas manos sebosas el pelo. Después con una de las manos, apretó uno de sus hombros hasta hacerla daño y que ella se quejara.

-No se si comprendes esto, pequeña. De que va todo. Si no luchas no gano dinero y además me hacer quedar mal, y eso no lo puedo consentir.- Con un gesto hizo que Nastasen el Nubio se acercara y la pusiera de pie.

El negro la recogió como si fuera una pluma y la atenazó lo suficiente para mantenerla en pie y que no se pudiera mover. Luego saco un cuchillo detrás de su toga y se lo puso en la espalda, a la altura de los riñones.

- Si no sales... - Continuo Balbo - Te matare aquí mismo, delante de tus compañeras ... Nastasen te clavará a mi orden el cuchillo entre las costillas. Una herida superficial que no se ve desde lejos- Dijo mirando a la gente del ruedo que ya empezaba a clamar por otra lucha. - Ellos no la verán, pero tu te desangraras por dentro. Te tiraremos al centro del ruedo, y no tendrás posibilidad de correr ni moverte. Solo verás tu muerte venir. - Luego Balbo se incorpora para darla la espalda de nuevo.

- Si sales por tu pie, tendrás la oportunidad de defenderte... al menos...

Apretaba los puños hasta que de mis oscuras manos solo quedaba el blanco de los tendones de mis nudillos.

Semejante hombre no debería vivir. No deberían tratarnos así... pero claro, eran Romanos y hacian lo que les daba la gana. NO era muy distinto a mi antiguo amo. Solo pensaban en los beneficios. Y el humillar así a la pobre Rubia no hacia mas que incrementar su ego. Malditos Hombres!! Malditos Romanos!!

Escupí al suelo y me levanté negando con la cabeza. Tenía que estar loca, pero no podia ver morir a alguien que no quería ni defenderse.

-Yo luchare en su lugar, amo.- Dije poniéndome delante de Mirza y mirando fijamente a los ojos a Nastasen a modo de desafío.- Quítame las cadenas, cerdo... dije para que soltara a Mirza.- ¿No me has oído? Quítamelas... ya!

Estuve a punto de saltar y ofrecerme yo misma cuando Fanah hizo lo propio.

Me acerque a Mirza y la ayude a recuperar el aplomo y me puse entre los guardias y ella.

- Ella no dara un buen espect espectuculu. Trate de decir en romano.

- Ella mejor, incluso yo. Dije señalando a Fanah y a mi.

Cualquier que hubiese estado en combate sabia que entrar a la batalla con miedo era un suicidio, pero el suicidio de Mirza podia costarnos a todo. Agradecir no escuchar las palabras altaneras de Elektra aunque fuese malo pensarlo. Mire a las demas en busca de apoyo.

Balbo hizo rechinar los dientes  cuando escuchó a Ejra.

-Quitaselas, Vara...-Cedió  al fin el lanista. 

Después miro al resto  por encima de su hombro y sonrió malévola mente mientras dirigía un comentario hacia Mirza .

-Sí no me vales para pelear... quizá sirvas para follar. Nastasen, llevatela. Vara, prepara a la negra .

Continuo sintiéndome mal. ¿No podía ocurrir esto en el ludus? pienso y entonces Mirza rompe su silencio suplicando por su vida. Estaba claro que en ese estado moriría en la arena. Fue entonces cuando Baldo se descubrió a todas, mostrando sin pudor lo poco que importábamos para él... tan sólo seríamos especiales si lográbamos sobrevivir y darle dinero a costa de nuestras vidas. Y si no queríamos jugar a su juego, nos podíamos dar por muertas. Esas fueron las opciones que le dió a la rubia de piel de terciopelo, morir o morir.

Todo aquello no hace más que provocarme más rabia y asco, algo que  hace que mi estómago se queje en forma de arcada. Mi piel transpira demasiado. El sol sobre mi no me está haciendo ningún bien y me comenzaban a pesar los párpados. Cerré los ojos unos instantes, tratando de estabilizarme, cuando noté un tirón en las cadenas. Al abrir los ojos vi a la mujer negra, la cual intimidaba con su altura y su mirada, con la cual desafió a Nastasen a soltarla para luchar en lugar de Mirza. Centré mi vista en ella y no vi a Erja moverse, ni pude preveer su tirón en las cadenas que nos unían, haciéndome perder el equilibrio y cayendo al suelo enseguida. Con mirada cansada, observé a Erja y su alocada idea, mientras trataba de levantarme.

Por fortuna, o eso pensé, Baldo estaba demasiado ocupado con su problema con el combate como para verme tirada sobre la arena. Oirle darle instrucciones a Vara y Nastasen me hizo suspirar aliviada y traté nuevamente de levantarme. Aquel malestar parecía haberme dejado sin fuerzas. Podía sentir el calor de la arena en mi piel, casi quemándome y sus pequeños granos pegándose a mi húmeda y sudorosa piel. Volví a intentar levantarme, sabía que me azotarían si me veían así y viendo el trato hacia Mirza, seguramente acabaría muriendo en el próximo combate.

Mirza no parecia reaccionar pero su sentencia estaba hechada y no podria ayudarla. Incluso Nerva en el suelo nos ponia en mas evidencia y peligro para nuevas retaliaciones. 

Mire a la negra y realmente la admire. Se notaba que sabia lo que hacia, totalmente enfocada y seria. Tal vez incluso si era un buen espectaculo lograria olvidarse de Mirza y su debilidad.

Nastasen se acerco a Mirza para llevarsela y me puse en el medio. Fue una reaccion inconciente e imprudente, no sabia que mas hacer.

- Segnor Balbo, Mizza debe ver combate!!

Si esperaba que algun dia de verdad peleara era mejor que viese el combate y tratase de aprender. Al menos darle una nueva oportunidad si ella queria redimirse, solo esperaba que no me arrastrara con ella en algun estupido castigo o yo misma castigaria a la rubia.

Balbo  quedo pensativo  al oír a Ejra. Incluso echo una mirada a Nerva tirada en el suelo. 

-No las entiendo... mujeres. Ven sangre y se escandalizan. Pero las hablas de matar y todas se ponen en pie. - dice negando con la cabeza. -Gladius, llévese a Esa mujer a la enfermeria, lo va a poner todo perdido.  

Después se dirigió a Fanah para encararse a ella. 

-La defensora De los débiles, no? Greta me aviso de esto. No dijo mucho, pero no hace falta. Veamos que tal te sienta luchar sin armadura. Vara! Dale a la negra un palo de entrenamiento... a ver si es verdad  y da... espectaculo-  añade la última palabra con retintín  mirando a Ejra y sonriendo maliciosamente .-Qué la rubia lo vea... si muere, será su culpa y ella también morirá 

La siguiente  gladiadora ya estaba esperando en el centro de la arena animando al publico.

Lucius se inpacientaba.  Se notaba la tensión en el rostro y no era para menos. Había perdido a dos gladiadoras  en un momento. Si perdía una más,  estaría fuera de los favores del César y no tendría opciones de llevar a nadie al Circo.

Lo que los demás no sabian es que la nueva luchadora jugaría sucio. Lucio había impregnado,  como último recurso, la lanza con ponzoña. No mataría a nadie, pero el simple roce con la piel paralizaria la zona un buen rato. 

Sonrió de lejos mientras veía  como Balbo discutía con las suyas. Se le veía  nervioso. Y eso a Lucio Le gustaba.

Estoicamente puse mis esperanzas en Fanah pero maldije a Balbo desde lo mas profundo de mis entrañas, no le daba oportunidad a la negra de pelear si solo le daba una espada de entrenamiento.

- Como pelear sin armas? No tener honor! Reclame

Era todo tan absurdo que no tenia sentido. Mire a Nerva, ella siempre tenia una palabra adecuada ...

- Dadle una espada ... por favor, suplique derrotada.
 

Las voces de Baldo y Erja resonaban en mi cabeza mientras continuaba mirando la arena del suelo. Cuando escuché a mi amo indicar que llevasen a alguien a la enfermería resoplé. Era evidente que se refería a mi. En mi último intento por levantarme me sentí con fuerzas y renovada, a punto estuve de decir que no hacía falta, hasta que me di cuenta de que Gladius me había alzado del suelo, aprovechando mi intentona. Cuando me soltó, sentí nuevamente esa debilidad en las piernas y me apoyé en él mientras me quitaba las cadenas, separándome del resto de mujeres.

Erja continuaba tratando de.... ¿Que hacía? Por Odín! Acabaría muerta si no cesaba con sus réplicas a Baldo. Gladius me agarró con fuerza para que no acabase en el suelo nuevamente y con un seco "vamos", me agitó un poco para que me moviera hacia la enfermería. En ese instante sentí la mirada suplicante de Erja.

Fanah es la mejor, amo. Pero no invencible. Si no quieres perderla déjala escoger arma al menos. dije lo más alto que pude, aunque casi fue un susurro. Estaba demasiado exhausta para hablar mucho más. Gladius.... agua. le dije al viejo soldado con cara de gruñón que me llevaba casi arrastras.

Lo siguiente que percibí fue el cubo de agua fresca que me lanzaron por encima. Estaba en una habitación, sobre una mesa de madera. El agua empapaba mi pelo y mi túnica mojada se me pegaba a la piel. El frescor de aquel cuarto junto con el agua me pusieron la piel de gallina y mi cuerpo reaccionó con un escalofrío. Me pase las manos por el rostro, apartando el exceso de agua y frente a mi estaba Gladius, con un cubo vacío en sus manos. Gracias... susurré. Podría beber algo de agua tambien? pregunté al entrenador.

Mientras observé la habitación, había una ventana que daba directa a la arena, desde la cual se podía ver lo que ocurría en ella. Una suave brisa pasó y sentí otro escalofrío. Al mirar hacia mi ropa, la descubrí no sólo pegada al cuerpo, sino que ademas se transparentaba bastante y mis pezones habían reaccionado al frescor. Me crucé de brazos mirando de soslayo a Gladius. ¿Qué ha pasado? ¿Ya pelearon? pregunté algo más despierta al tuerto mientras estiraba mi cuello para ver por el ventanal. No veo movimiento fuera...

Mire a Vara con desprecio y le arrebate de las manos el palo que sacaba del cofre sin apenas darle tiempo a ofrecérmelo.

Después mire a Ejra que se había preocupado por mi. Pero tanta preocupación sabía como acabaría al final. Mal para ella.

-Estaré bien... Todo esta bien.- Añadí para tranquilizarla mientras me daba la vuelta viendo como Gladius se llevaba en volandas a Nerva.

Llegue al centro de la arena mirando a todos lados. Los hombre me escupían, quizá por el color de mi piel. Quizá por que mi estatura fuera mayor de lo que nunca habían visto. O puede que mis manos fueran mas grandes que sus pene y las envidiaban para complacer a sus mujeres. No era muy diferente a las pelear clandestinas de las tabernas a las que mi anterior amo me tenia sometida. Así que simplemente me puse en disposición  de pelea  frente a una orgullosa Gladiadora que me estaba esperando-

La sacaba casi dos cabezas. Pero eso me preocupaba mas. Las pequeñas se escurrían como pescados en un barril de aceite. Y sin armadura, solo con un palo, con solo un golpe me harían caer desde lo mas alto.

La gladiadora, al ver acercarte se asombra. Y mas cuando te pones frente a ella.

Te mira desde una altura ridícula para ti, pero te sonríe. Montañas mas altas han caído. Sabe que solo debe cansarte. Las grandes siempre se cansan.

Sin saludar, se presta para el combate.

Que facil, piensa ella. Sin armadura y con un palo.. la destrozare con un mandoble a las piernas y cuando caiga... la atravesare el pecho

Esperanzada por la habilidad mostrada por nuestra compañera comienzo a gritar de alegria a traves de los barrotes para darle animo, y tal vez desconcentrar a la oponente que al parecer no le iba nada bien.

Los dioses me habia escuchado y eso me hacia muy feliz, y lamente que Nerva no pudiese verlo.

- Vamos, vamos, vamos... ACABALA!!!!

No era correcto jugar ni dar cuartel, Fanah deberia saberlo.

Quiso defender a Mirza; quiso proteger a Nerva y ayudarla a levantarse; apoyar a Ejra en sus súplicas; prestar su arma ensangrentada, su escudo ya batido, y cada pieza de su armadura, a Fanah.
Pero parecía ser contagioso lo de Nerva. Al menos, así se sintió... No. Ella no estaba igual que Nerva. Titania estaba entumecida. Con cada momento que pasó tras matar a la gladiadora oponente, se hundió más en un leve trance. Aún vibraba el hierro en su mano y el escudo parecía aferrarse a ella; o era ella la que se aferraba a él.
Tras ver a una compañera morir, sólo pudo volverse más atontada. Pudo alzarse y gritar junto a Nerva, y pudo mirar el campo de batalla... Pero se sentía insegura, como si en cualquier momento pudiera volar una jabalina hacia su garganta y dejarla ahogándose en su propia sangre. Que hubiera conflicto entre sus compañeras y su amo sólo empeoraba las cosas. Que Mirza rechazara luchar... Eso era el colmo para ella. Cayó como un muro de madera podrida. Su ánimo, al menos...

Y si Fanah, la única que parecía valer en un combate, entre las nueve que quedaban, moría... ¿Qué sería de ellas? Porque si caía ella, Mirza también moría. Se quedarían sin tres compañeras a pesar de su inicial victoria... ¿Qué les quedaba, entonces?

Rezar. Eso le quedaba en ese momento. Sólo podía lanzar plegarias al cielo y esperar a que fueran atendidas. Cerró los ojos, separándose del mundo exterior. Fanah debía vivir. ¡Debía vivir!

Se la veía demasiado confiada.

Creería que soy fácil de vencer, pero se equivocaba. Todos ellos se equivocaban. Malditos romanos. Los plastaría a todos con mi negras manos empezando por aquella enana. Estaba acostumbrada a pelear en las bodegas clandestinas con las manos desnudas. Sabia lo que se esperaba de mi, que me cansase. Bien, pues eso no iba a suceder.

Empezo atacando mis piernas, pero siempre fallaba, hasta que pronto vi su error : Solo se fijaba en mis piernas. En como las movía.
 

Sonrei. Sabia que iba a ganar.

Gire el bastón de madera justo cuando ella miraba un gesto que hice con el talón para despistar y el golpe fue a dar justo en su cabeza. El casco salio despedido y ella, aun atontada, miraba incrédula de donde había venido tal golpe. Su furia hizo el resto. Intento arremeter de frente hasta que se encontró con la punta del palo en la boca del estomago.

La muchacha escupía sangre sobre la arena mientras yo , sabia lo  que debía hacer. La iba a destrozar allí mismo.

Con una patada la tire al suelo, y mientras ella aun se debatía como levantarse, yo la empale en el suelo, justo en el orifico que muchos llaman boca. La travesé, partiéndole los dientes y llegando hasta el final de la garganta. Mi fuerza bruta hizo el resto. Su columna vertebral se partió por la nuca y el palo tocó la arena.

Y yo disfrute ese momento, en el que ella dejaba de sentir nada y se ahogaba su cuerpo inerte, movido solo por espasmos, con su propia sangre.