Partida Rol por web

CAPITULO I

Segunda Noche

La caravana de vehículos no tarda en cruzar media ciudad de Regina, llama la atención que el ambiente se siente tenso, a simple vista todo es normalidad, la noche avanza tranquila sin embargo en la línea del horizonte, por las montañas que rodea el sector de Trinidad una línea de fuego se comienza a extender alumbrando la noche sobre la ciudad de Regina.

Al llegar a la zona indicada los ghouls de Cutter se desvían un poco hacia un paraje oscuro y solitario para tomar posición táctica y estar prestos a cualquier eventualidad que el sacerdote Tzimice les indicara.

El otro vehículo se detiene frente a la entrada de una inmensa construcción abandonada y semi destruida por el paso del tiempo, algunos vagones abandonados les reciben en silencio, con sus cristales rotos  los que parecieran haber servido como transporte hace décadas, los cajones de carga pintarrajeados con algunas consignas anarquistas permanecen fuera de sus rieles pudriéndose en total soledad.

Cruzando la inmensa sala de espera comienzan a escuchar música estridente que a cada paso se hace más contundente, una muy amplia explanada se abre paso, un mar de gente se mueve al compas de violentos riffs de guitarra la mayoría son jóvenes que beben, fuman y se agitan unos contra otros siguiendo el tono que escupe un grupo de Rock montado en un escenario elevado colocado muy a lo lejos de aquella construcción.

Una silueta se acerca hacia la ductus de los Hellsblazers.

-Se perdieron la entrada del Obispo...- Saluda con el mentón, mientras señala hacia el escenario, a lo lejos, de entre la multitud sobresale una enorme figura mas corpulenta y más alta que el Kiasyd desterrado.

La multitud se abre paso en una especie de marea bíblica partiéndose en dos, alcanzan a distiguir la figura del Priscus Minos Astari siguiéndolo de cerca.

Lance sin dejar de seguir aquel movimiento se dirige a Aurora. -Va a dar su mensaje, llegaron justo a tiempo.- 

Saludo con un ligero asentimiento cuando Lance viene a recibirnos y le dedico una mirada neutra. Mas se ha perdido en la guerra... -Una pequeña frase echa para dejar constancia de que no me importa demasiado y que habrá mas en el futuro.  -Este es Lance, ductus de Las Cenizas de Baal.  Estos son Chad y Cutter, a Matías ya lo conoces.

¿Quién es toda esa gente? ¿Son todos de la espada o son ganado?

Lance saluda con un movimiento de barbilla a Cutter y a Chad, y otro más a Matías, luego voltea a ver sonriendo a Aurora ante su pregunta. -Ya lo verás...-

Una atronadora voz se escucha a través del micrófono desde arriba del escenario, la marea humana se vuelve una sola entre gritos y silbidos exigiendo más música.

-¡REGINA VOLVERÁ A SER EL SEGUNDO BASTIÓN MÁS PODEROSO DEL SABBAT EN MÉXICO!...- Una aturdidora ovación recibe a Vicente Moliere mientras que este levanta una mano para calmar a la multitud.

-¡ESTA NOCHE REPRESENTA EL PRINCIPIO DEL FIN DE LA TORRE!, ¡HOY DA COMIENZO NUESTRA YIHAD! ¡Y PARA ESO NECESITAMOS SOLDADOS! ¡EL FUEGO PURIFICA!- El Obispo levanta las manos mientras vuelve a encender otra ovación. 

¡CONSAGRAREMOS ESTA NOCHE A CAÍN, ESTA NOCHE AFILAREMOS LA ESPADA, ESTA NOCHE ENCENDEREMOS EL FUEGO DE NUESTROS CORAJE!- Desde su lugar pueden observar como desde diversos puntos se comienzan a mover unos extraños personajes enfundados en trajes tácticos negros con una especie de máscara antigases y lanzallamas encendidos.

-HOY LEVANTAREMOS A NUESTRA ARMADA, HOY ENCENDEREMOS EL FUEGO DE UNA PARTIDA DE GUERRA, NUESTRAS MANADAS SIRVANSE DE ESTE FESTÍN, Y ENORGULLESCAN A ESTE DOMINUS, ¡QUÉ DÉ INICIO LA PARTIDA DE GUERRA!.- El Obispo Vicente Moliere se da media vuelta y de diferente puntos se activan los lanzallamas en un enorme arco de fuego alcanzando a unos jóvenes que se encontraban a su paso envolviéndolos en llamas estos comienzan a correr encendidos hacia la multitud que empieza a conmocionarse ante tal hecho. Otra cuadrilla de cainitas con toda la facha de Brujah hace su aparición cargando con palas se dedican a elegir posibles soldados entre toda la revuelta para después de seleccionarlos apalearlos en la cabeza  derribándolos y luego lanzarse sobre sus cuerpos desmadejados para alimentarse.

El Priscus retoma el micrófono y se dirige a la enloquecida multitud. -¡APILEN LOS CUERPOS EN EL CENTRO PARA PREPARAR LA DANZA DEL FUEGO!... ¡DUCTUS!, ¡PRESÉNTENSE FRENTE AL OBISPO PARA INICIAR EL RITAE!-

El ductus de las Cenizas de Baal sisea excitado mostrando sus colmillos ante las llamaradas que comienzan a rodar a diestra y siniestra en medio de aquella conmoción, luego se escucha el pronunciamiento del Priscus solicitando su presencia ante el Obispo Vicente Moliere.

-¡Demonios! quería divertirme un poco...- gruñe Lance mientras observan como de vez en cuando algún cainita enfundado en traje táctico toma los cuerpos carbonizados de aquellos desafortunados jóvenes que fueron alcanzados por el chorro del lanzallamas y sujetándolos de alguna extremidad los hacen volar por los aires para arrojarlos al centro de la explanada realizando macabras maniobras en cada giro en el aire hasta aterrizar en una buena pila de cadáveres envueltos en llamas, a los cuáles también les arrojan una mezcla de aceite y diésel  lo cuál aviva las llamaradas alzándose bien alto hacia el firmamento.

Chad se mantiene en silencio todo el camino, al llegar al lugar baja con cara de sorpresa ante el sitio elegido para la reunión Sabbat, a medida que avanzan al interior de la estación de trenes abandonada su emoción va creciendo, ya para cuando ve a la multitud y aquella música una enorme sonrisa aparece en su rostro, ni siquiera le toma importancia a la presentación del otro ductus, el Malkavian sigue absorto en aquel mini concierto que se desarrolla ante sus ojos.

No pone mucha atención a las palabras del obispo y da un ligero sobresalto ante las llamaradas de aquellos sujetos en uniforme táctico pero se mantiene firme observando el suceso.

Luego aplaude visiblemente emocionado ante aquellos pobres diablos bailoteando envueltos en llamas, se da cuenta de que algunos cainitas traen palas y comienzan a palear cabezas.

Sin pensarlo dos veces se arroja sobre el cainita más cercano y dándole un cabezaso en el rostro le arrebata la pala para luego perderse entre la multitud. Abriéndose paso empujando a uno y a otro de aquellos corderos, elige a su primera víctima, una joven con pelos en punta de color verde brillante quién parece desconcertada chocando contra otros de sus compañeros tratando de escapar de aquel caos.

Un golpe en la nuca es más que suficiente para desparramarla en el suelo, sin perder tiempo le desbarata la cara a otro tipo con un pañuelo rojo sujeto a la cabeza el cuál lo hace volar por los aires para luego caer de espaldas con el rostro ensangrentado.

Chad se lleva la pala al hombro  y camina campante entre aquella multitud enloquecida.

¡Bam! Deja caer con fuerza la pala por detrás de otro joven algo regordete al cuál le sume el cráneo quedando inconsciente tirado sobre la tierra, luego con una patada lateral al abdomen de otra chica la cuál se cruzó en su camino hace que esta se doble de dolor  al frente para luego hacerla volar por los aires con un severo golpe de pala cayendo inconsciente pero con los ojos abiertos. Le guiña un ojo.

Divertido le toca el hombro a otro desafortunado y nervioso jovenzuelo que al voltear es recibido por un terrible palazo en el rostro.

Saltando sobre un pie y luego en otro se acerca hasta otra joven que llora desconsolada y sin ningún miramiento dando un giro sobre sí la derriba de un fuerte palazo en la nuca.

Aunque evita mirar al fuego Chad de vez en cuando se agacha ante los terribles cadáveres voladores encendidos en llamas que surcan sobre su cabeza cayendo en pila al centro de aquella macabra hoguera.

Sujeta del cuello a un muchacho que trataba de huir pasando justo frente a su nariz, el chico se lleva las manos al cuello tratando de safarze de la garra de Chad, este lo arroja hacia arriba y en cuanto cae lo recibe con un golpe de pala como si hubiera anotado un home run. Le envía un beso al ver que ya no se levanta.

Otra chica al verse perdida ante la presencia del Malkavian se arrodilla y pareciera comenzar a rezar, sin perder tiempo Chad le asesta un fuerte golpe en el rostro con la cuchara de la pala que le destroza la nariz y la deja en medio de un buen charco de sangre.

La multitud cada vez se dispersa más y le mete zancadilla a un joven que corre desaforado el cuál tropieza de fea manera para sin perder tiempo rematarlo con un palazo en la nuca deformando el cráneo y enterrando la cara entre la tierra le coloca un pie en la espalda y se apoya con los antebrazos en la pala como si de un bastón se tratara.

-¡Fiu! tanto trabajo hace que se seque la garganta...- Chad arroja la pala hacia un costado y se lanza sobre una desprevenida joven para destrozarle la garganta y beber su sangre hasta dejarla totalmente seca y muerta obviamente.

Durante todo el camino no tenía muy claro que pensar, las cosas se habían precipitado muy rápido y nuestra manada había estado más pendiente de los problemas internos que del objetivo de la secta. Al llegar y ver aquella aglomeración no tenía muy claro que estaba pasando, hasta que vi el fuego y las palas, la guerra iba a estallar y los ritos se iban a celebrar a lo grande.

Normalmente era yo quien oficiaba los ritae y no solía participar de manera activa, tampoco estaba segura de que tal despliegue no llamase la atención de nuestros enemigos, pero cuando un joven que huía chocó contra mi, toda la rabia contenida por lo ocurrido con Jorge estalló. Sujeté al chico por la cabeza con ambas manos y sin apenas esfuerzo mis dedos empezaron a hundirse en su cráneo, la sangre brotaba por todos los orificios de su cara mientras convulsionaba y mirándole sonriente apreté hasta que los espasmos dieron paso a la languidez, ese no iba a transformarse, pero que bien me sentó aquello.

Empecé a avanzar hacia la hoguera arrastrando al joven que acababa de matar por un pie, no solía gustarme participar aquellos despliegues de barbarie, prefería una carnicería más sutil y personalizada para cada individuo, pero en aquella ocasión me dejé llevar y pensaba disfrutarlo usando mis propias manos. Una guapa muchacha llena de tatuajes y piercings pasó a mi lado, la agarré del brazo para girarla hacia mí y pude ver cómo me desafiaba con la mirada e intentaba golpearme, con un golpe seco de mi mano parte de su cráneo se hundió y se desplomo seminconsciente, entonces mordí mi lengua y le di un fuerte beso mordiendo  la suya a la vez y bebiendo con avidez —Espero realmente que sobrevivas a esta noche—. Dije al separarme de ella y después seguí avanzando, alguien se encargaría de meterla en un agujero.

Un tipo enorme cayó gimoteando ante mi pidiendo ayuda y una patada en la boca es lo que recibió, sujeté su cara usando la vicisitud para deformarla mientras le desgarraba el cuello con los colmillos, al observarle desde arriba sonreí al ver que su rostro parecia un Picaso de carne y hueso. Cerca de la hoguera otra joven que retrocedía de espaldas intentando defenderse de uno de los tipos con ropas tácticas chocó contra mi pecho, antes de que se girase siquiera me abalancé a morderla para luego empujarla y dejarla caer a los pies de su perseguidor, al que guiñe un ojo antes de seguir mi camino.

Finalmente llegué hasta la hoguera, alcé la mano con la que sujetaba al joven al que había destrozado el cráneo hacia un momento y tras observarlo un momento lo arroje a las llamas, me acerqué a ellas hasta casi tocarlas y allí permanecí mirando los cuerpos calcinarse, aspirando el olor a carne quemada. Aquel fuego serviría para comprobar el coraje de los soldados de la espada de Caín y aquella noche tras mi fracaso al resolver lo de Lara, no iba a consentir que nadie más me pusiese en duda.

Estaba algo distraida: demasiada información que procesar y revisar.  La reunión aplazada de las armas con R1, la pérdida una oportunidad magnifica de cazar al sheriff, el imbécil de Lara, el entrevistador, los infectados con aquel hechizo-parásito. Demasiadas cosas y todo ello casi que eran como distracciones o ruido antes de embarcarse en la misión real.

Todo eso hizo que la cara de Aurora no se inmutase lo mas mínimo a la presentación y estuviese algo ausente, cuando volvió en si y lo que le rodeaba se sintió mal consigo misma por no prestar debida atención al inicio de un autoritas ritae tan complejo como era una partida de guerra. Eso debía significar que tenían el nombre y quizá posición de un antiguo en la ciudad, quizá la princesa.

Me encogí de hombros con una mueca de resignación al saber que no podría cazar y me corresponde otra labor. -Suerte muchachos, un poco de diversión nos hará bien.- 

Acto seguido pongo rumbo pasando entre depredadores y presas en ese baile de pánico y caos. Paso ajena a los empujones y los obstáculos hasta llegar al punto de encuentro con el Obispo.

Uno a uno fueron presentándose los ductus de las manadas convocadas, detrás de aquellos ducti una inmensa hoguera se alzaba desafiante en medio de aquel caos que se ofrecía como tributo al propio corazón del Sabbat.

Cuando Aurora se apersono a un lado de Jericco quién yacía con su media sonrisa en el rostro y manos al frente esperando a sus demás pares. Después de Aurora le alcanzó Lance con una sonrisa de satisfacción y emoción ante lo que se avecinaba, por último una enigmática mujer con una impresionante presencia se acercó para cerrar aquella poderosa fila. Los demás ducti enseguida pudieron distinguir el clan de aquella fémina por que su sombra no dejaba de bailotear electrizante como si eso indicara la emoción que desbordaba presentarse en aquel ritual de guerra.

Todo pareció detenerse ante la presencia del Obispo, era una de esas rarísimas ocasiones en que Vicente Moliere participaba personalmente en una Autorictas Ritae, prácticamente en varios siglos le había dejado esa responsabilidad al propio Priscus Minos Astari quién yacía a unos pasos atrás de aquel enorme y corpulento cainita de unos 2.30 metros de estatura, enfundado en un traje de cuero y estoperoles, encima de sus pantalones llevaba una falda con un cinturón negro con pinchos y calaveras de metal, sus enormes manos repletas de grandes anillos contrastaban con las largas uñas pintadas de negro, su piel blanca casi transparente y sus ojos encendidos como dos carbones al rojo vivo.

Camino en parsimonia al frente de aquellos ductis, luego se detuvo frente a Jericco y levantando el mentón hacia los demás e inicio su discurso.

-USTEDES SON LOS HIJOS PREDILECTOS DE REGINA, SON LA LLAMA AL INICIO DE LA REVUELTA, SON LA DAGA QUE CORTA LA GARGANTA DEL TRAIDOR, EL DISPARO EN LA NUCA DEL ENEMIGO.- Levanta las manos con los puños cerrados en señal de triunfo. -ESTOY ORGULLOSO DE USTEDES HIJOS MÍOS.- Luego vuelve a bajar las manos y levantando el mentón realiza la pregunta final.

-¿ACUDÍS LIBREMENTE A ESTA GUERRA Y ADOPTAIS ESTA DIVINA CAUSA, NO DESCANSANDO HASTA HABER DERRAMADO LA SANGRE DE NUESTROS ENEMIGOS?- 

-¡SÍ LO HACEMOS!.-

-¡SÍ LO HACEMOS!.-

-¡SÍ LO HACEMOS!.-

Saludé con una inclinación de cabeza solemne al obispo y al priscus si estaba lo suficientemente cerca. A los que fueron llegando les saludé de la misma manera pero de forma mucho mas leve.

Me intrigó por supuesto la aparición de otra ductus, que debía llevar muy poco en la ciudad, sospeché. En cualquier caso mi curiosidad debía esperar.

Vicente Moliere toma la palabra con un buen discurso y que solo acepta una respuesta posible

-¡SÍ, LO HACEMOS!-

Una línea curva se dibuja en los labios del Obispo a manera de sonrisa, en señal de satisfacción levanta el mentón orgulloso de aquella cuarta de generales que se preparaban para una guerra magna y sangrienta.

El Obispo trono los dedos sin dejar de posar la mirada en cada uno de aquellos ductis allí presentes. Al acercarse el priscus este se colocó a un lado del corpulento Vicente Moliere haciendo parecer a un monaguillo pequeño a costado de un sacerdote negro oficiando alguna misa blasfema.

El Priscus Minos Astari llevaba entre manos un pergamino enrollado el cuál aprisionaba entre sus dos manos al frente de su pecho, Vicente Moliere habló cruzando los brazos.

-El Priscus les dará sus objetivos de Guerra, derribaremos a la Torre desde sus cimientos y arrasaremos toda Regina bañándola en su propia sangre para luego encenderla y que el fuego purifique a nuestro nuevo dominus.-

Al terminar de hablar el Obispo, Minos Astari da un paso al frente y comienza a hablar apretando el pergamino en su pecho.

-Derribaremos a la Torre de Marfil desde sus cimientos los cuáles yacen en su primogenitura más que en la Príncipe Imelda. Cuatro son los pilares en que se sostiene la puta de babilonia, cuatro son sus bastardos que rigen y se pavonean pisoteando nuestro orgullo y nuestra libertad, este es nuestro dominus, esta es la tierra que Caín nos indicó mediante nuestros oráculos que es donde iniciará la Gehena...- El Priscus extiende de un golpe repentino el pergamino y comienza a leer en voz alta colocándose frente al ductus de los Cuervos del Infierno.

-Jericco... Tú y tus Cuervos del Infierno se les otorga el honor de diabolizar a la primogénita mayor de la cúpula de Regina, la que se sienta en el primer trono al lado derecho de la madre de todas las mil putas... la arconte Agatha Amary.-

Luego da un paso a un costado para colocarse frente a Aurora.

-Aurora... Tú y tus Hellblazers se les otorga el honor de diabolizar a la primogénita tercera de la cúpula de Regina, la que se sienta en el tercer trono al lado izquierdo de la madre de todas las mil putas... la primogénita Juana CienFuegos.-

Después da un paso a un costado para colocarse frente a Lance.

-Lance... Tú y tus Cenizas de Baal se les otorga el honor de diabolizar al cuarto primogénito de la cúpula de Regina, el que se sienta en el último trono al lado izquierdo de la madre de todas las mil putas... el primogénito Lucius Ceferino Cienfuegos.-

El Priscus da un último paso a un costado para colocarse frente a la enigmática y última Ductus en aquel Ritae.

-María Fernanda Caballero... Tú y tu Cruz de espinas se les ha otorgado el honor de diabolizar al segundo primogénito de la cúpula de Regina, el que se sienta en el segundo trono al lado dercho de la madre de todas las mil putas... el primogénito Julián Cienfuegos.-

Al finalizar el Priscus Minos Astari enrolla el pergamino y se coloca a un costado del Obispo quién sonríe de manera malévola mientras las llamas iluminan su rostro de manera diabólica.

Jericco inclina la cabeza y luego se agacha apoyándose en una rodilla y llevándose una mano en puño al pecho le responde al Priscus.

-Será un honor derribar a la Torre de Marfil desde sus cimientos.-

Lance sonríe dejando ver sus afilados colmillos y luego levanta un puño lanzando un aullido de guerra mientras se gira hacia la hoguera buscando a su manada para indicarles que ha aceptado el reto.