Partida Rol por web

El crujido de las hojarasca bajo sus pies disfrazaba traqueteo de la hoja, corriendo en su raíl anaranjado. Se había desquitado con aquel ruidito en el más sumo de sus silencios más de una vez. La situación en general no le había puesto nerviosa: Tanto alboroto le aliviaba. La quietud y la apatía eran enemigo.

Manejaba aquel instrumento en el bolsillo de su chaqueta como si de una pelota antiestrés se tratara, y sus ojos, vistosos a pesar del sesgo oriental dejaban reflejar en ellos el magnífico paisaje y la decadencia del bungalow que en principio le había tocado.

Finalmente se decidió a moverse, yendo hacia el bungalow de Kate y abriendo la puerta tímidamente, dispuesta a instalarse discretamente. Desde la puerta lo observó un momento, sin apenas mover otra cosa que los ojos en aquella inspección. Su corazón le pedía que fuera efusiva, que hiciese algún comentario a su nueva compañera, pero se limitó a esbozar una sonrisa tímida y extender la mano, en parte cubierta por las mangas de una chaqueta deportiva que debía oscilar entre una o dos tallas por encima de la suya.

No hagas una reverencia. No la hagas.

- Hola... Soy Sae -y rogaba a Dios por un poco más de elocuencia en aquellas tres palabras.

Kate Steel, encantada. Kate le tendió la mano a su nueva compañera de habitación. Tenía el contenido de sus maletas desperdigado por su habitación y ya había comenzado a ordenarlo todo. Hablaba muy rápido, sin dejar meter palabra. La habitación está echa un asco, pero podemos adecentarla en un segundito. Mira esos cudros... Son horribles. ¡No importa! Vamos a pasarlo bien. ¿Por qué estás aquí? No pienses que quiero meterme en tus asuntos. Si es privado, es privado y no se hable más. Yo... tengo mis manías con la comida. Nada serio, pero no me deja trabajar ni vivir en paz y... Tengo 39 años, soy soltera, no tengo hijos, todos los tíos piensan que soy un polvo fácil y estoy harta de babosos.

De golpe se calló, mirándola fijamente. Te estoy aturdiendo, ¿no? Hablo demasiado cuando estoy nerviosa... pero no con los tíos. A esos, nada de nada, que si no se piensan que eres una fresca y ya no te toman en serio. Era un torbellino, no dejaba de apilar ropa en los estantes mientras se arreglaba el pelo y hablaba sin parar.

Saeka miró con los labios entreabiertos a Kate, sin disipar una media sonrisa un tanto desconcertada, más por la dificultad para seguir el idioma que otra cosa. Aún así captó todo, y finalmente ladeó la cabeza con una sonrisa completa y comprensiva.

- Adecentaremos la habitación -las "L" parecían más "R" suaves a la hora de hablar a causa del remarcado acento japonés. Rió mirando los cuadros, metiéndose de nuevo las manos en los bolsillos de la chaqueta- . Es verdad que son horribles -parpadeó un par de veces mirando a Steel, calibrando cómo debía proceder para no ofenderla y al mismo tiempo resultar lo más natural posible. Al contrario que su exhuberante compañera, Sae hablaba pausadamente, como si tuviese cuidado a la hora de elegir las palabras. Se puso seria y suspiró- ¿"Manías con la comida"? -la miró un momento y negó con la cabeza- Pareces sana para ser anoréxica o bulímica... ¿No...? -se atrevió a observar- Yo estoy aquí porque... Bueno, no consigo olvidar algo que vi cuando era pequeña -encogió un hombro, quitándole importancia, a pesar de que la tenía- . Quizás no buscas a los hombres en lugares adecuados, ¿no...? -¿qué sabía ella de ligar? No se había puesto a ello jamás a lo largo de su corta vida, incluso había desarrollado un asco muy concreto. Quizás era bueno escuchar a una mujer como aquella hablar al respecto de eso.