Partida Rol por web

Sí doctor, he logrado inslarme a gusto, gracias. -Buscando con la mirada- Con su permiso quisiera preguntar al chef si le queda mucho, y si hay tiempo quisiera poder hablar con usted precisamente de nuestra dieta.
¿Va a estar por aquí, en su habitación...?

-Pensaba darle una mano al chef luego de ducharme... para acomodar el servicio, no creas que voy a meter mano en su cocina, jajaja-

-José deja de tratarme de usted. Rompe esa barrera, recuarda que no habrá roles estos quince días. Ahora si me disculpais, en unos diez minutos estaré por aquí de nuevo.

Voy a la cocina. Si Max y Roussignon tienen para ratpo intento colarme en la habitación de Roussignon.

Si la encuentro y me meto, me limitaré a ver qué equipage ha traido. Si él también tiene diarios secretos, o qué objetos personales ha traido.

Si alguien me pilla estaba buscando al doctor y creía que esa era su habitación.

Tras tu breve diálogo con el doctor, te acercas a la cocina, acompañando a Williams por el pasillo. Os cruzáis con Max, que vuelve de la cocina. Parece estar estudiando la casa... como si buscara micrófonos o algo parecido. Williams se va hacia su habitación. Roussignon está concentrado en los fogones. El aroma que sale de ahí te hace salivar copiosamente... parece una auténtica delicia.

Sin decir palabra, te adentras en su habitación. Tiene las maletas tiradas en el suelo, parece como si no se hubiese parado apenas ahí; más bien da la sensación de que Roussignon corrió hacia la cocina al llegar a la casa.

En lo que puedes ver de su equipaje sin levantar sospechas, descubres el maletín de un juego de cuchillos. El maletín está vacío, abierto sobre la maleta. Parece un estuche muy profesional, propio de un chef reputado. Tiene, sobre la mesilla, su cartera. En un rápido vistazo ves su pasaporte y documentación. Su nombre es, como ya ha dicho, Alphonse Roussignon, y es de nacionalidad francesa. Te llama la atención un carnet. Es una tarjeta honorífica que entregan a los depositarios de las estrellas michelín, uno de los más altos galardones del mundo de la cocina. Deduces que este tío es una estrella en su medio.

Nada más llama tu atención respecto al equipaje. La habitación es otro tema totalmente distinto. Muy distinto de hecho a cualquier cosa que puedas llamar higiene. En todos tus viajes por el mundo, teniendo que dormir en sitios horrendos, has visto un espanto como este. La cama está llena de manchas de fluidos corporales. La pintura se descacarilla. Todo está lleno de polvo. Hay colillas de porros de marihuana por el suelo. La luz no parece estable, tilila persistentemente.

Tras este rápido vistazo, sales de la habitación y metes en el baño, justo en la siguiente puerta del pasillo.

Entra Peter Evans, cruza el salón y se dirige al fondo, hacia la cocina.

En el salón están: Kate Steel, Saeka Mitarai y Ramee. Max Thorwood está en la sala de juegos. El doctor, Roussignon, José Cesar y, ahora, Peter Evans, están en el lado sur del edificio, entre las habitaciones, el baño y la cocina.

El salón del edificio principal era muy amplio. Con muchas sillas, sofás, mesas y trofeos de caza. A la derecha de la entrada, una chimenea apagada y leña acumulada a su lado. Todos los muebles estaban viejos, deteriorados, y llenos de polvo.

Un extraño e intenso olor flotaba en el aire... una mezcla de pescado podrido, marihuana y el clásico olor a carne que se impregna en las paredes tras cocinar.

Había tres salidas: una al fondo, en la pared de la izquierda, otra enfrentada, en la pared de la derecha, y una tercera en la pared del fondo. Las tres estaban abiertas y llevaban a distintos pasillos.

La puerta de la derecha daba a un breve pasillo, al final del cual había una sala de juegos. Tenía dos mesas preparadas para jugar al ajedrez, estanterías llenas de antiguos juegos de mesa y un billar destrozado que daba pena de verlo. El suelo estaba cubierto de cascos de botellas de cerveza, la mayor parte rotos. Esa habitación no tenía salidas.

La puerta de la derecha conducía a un pasillo análogo, al final del cual había una biblioteca. Varias estanterías llenas de libros antiguos y polvorientos. Al fondo, una mesa larga con sillas y lámparas de lectura. Esta habitación tampoco tenía salidas.

La puerta del fondo daba a otro pasillo, con cinco salidas. Las dos de los extremos apuntaban a sendas habitaciones. Cada habitación con su cama doble, su mesita de noche y un pequeño aparador como para guardar algo de ropa o pertenencias varias.

Las otras puertas daban a un cuarto de baño, un comedor con dos grandes mesas preparadas para comer, con cubertería fina y cubierta por una increíblemente densa capa de polvo y la última... a una inmensa cocina. Una de las más grandes que podrías haber visto en tu vida. Casi quinientos metros cuadrados de superficie, llena de armarios, fogones, neveras, pilas para lavar platos, una gran mesa para el servicio, superficies de trabajo y una gama de utensilios de cocina de última gama.

Entra Peter Evans, cruza el salón y se dirige al fondo, hacia la cocina.

En el salón están: Kate Steel, Saeka Mitarai y Ramee. Max Thorwood está en la sala de juegos. El doctor, Roussignon, José Cesar y, ahora, Peter Evans, están en el lado sur del edificio, entre las habitaciones, el baño y la cocina.

José Cesar asiente y se va hacia la cocina. Ramee está curioseando los cuadros. No parece muy de buen humor. Max da vueltas por la casa, curioseando. Observas que se para junto al mueble bar y mira algo intrigado, luego, sigue paseando. Se va hacia la sala de juegos. Vas a descargar tu equipaje y pegarte una ducha.

Llegas a tu habitación. No es en absoluto como la recuerdas. Los muebles están en el mismo sitio pero... ese olor... La cama está hecha polvo, las sábanas y las mantas cubiertas de residuos de fluídos corporales. El suelo es una alfombra de colillas de porros. La luz tilila y no es estable. El sitio da bastante asco. Dejas tu equipaje y vas al baño, a pegarte la deseada ducha. La puerta está cerrada; José Cesar está dentro.

Entraste en el edificio principal acompañado por José Cesar. El olor a pescado podrido tiraba para atrás. Dentro, estaban el Doctor Scotch y Ramee. José Cesar y Scotch se quedaron hablando. Ramee miraba los cuadros. Diste una vuelta rápda por la casa y fuiste a la cocina. Dentro estaba Roussignon, cocinando. Olía de maravilla. Sin cambiar palabra, pusiste una olla con agua a hervir.

Saliste de la cocina y recorriste los pasillos y la sala de juegos buscando una trampilla en el techo. En el pasillo principal, el que comunica con la cocina y las habitaciones, te cruzaste con Scotch, que iba a su dormitorio, y con José Cesar, que iba al baño. No encontraste la trampilla, pero, de camino, encontraste en elsalón un botón blanco junto al mueble bar. También te llamó la atención la ausencia de cables. Los interruptores, las lámparas... todo salía directamente de la pared. La instalación eléctrica estaba completamente escondida. No encontraste ningún cuadro de luces. Evaluaste la posibilidad de reformar la sala de juegos como dormitorio. La conclusión es que requeriría mucho trabajo, pero sería factible.

Ahora te encuentras en la sala de juegos. Escuchas que sigue entrando gente al salón.

Entraste en la casa acompañado de Max Thorwood. El olor a pescado podrido era muy intenso. Max Thorwood salió disparado a hacer una visita a toda la casa mientras tu charlabas con el Doctor. Ramee se quedó en el salónmirando los cuadros. Tras tu conversación, fuiste hacia el baño, colándote en la habitación de Roussignon, que se encontraba en la cocina. Investigaste sus cosas. Saliste de la habitación y entrsate en el baño para disimular.

Ahora estás en el baño. El Doctor Scotch llama a la puerta.

Kate entró en la eldificio principal y observó con detenimiento todos y cada uno de los detalles que aquella horrible casa mostraba, el caso es que pensó que todo aquello con una buena reorganización y decoración se le podría sacar mucho partido a aquella estancia.

Dió un pequeño paseo por alrededor del salón y dijo

Por Dios!!!! que olor tan repugnante!!! ¿que demonios es eso? Espero que no sea la comida que ha hecho el chef.

16:00

INFORME DE SITUACIÓN

Ramee, Saeka Mitarai y Kate Steel están en el salón.

Max Thorwood está en la sala de juegos.

José Cesar está en el cuarto de baño.

Williams Scotch está esperando en la puerta del cuarto de baño.

Peter Evans y Alphonse Roussignon están en la cocina. Se disponen a llevar la comida al comedor.

Adrian Lindermann, John Britber Stallion y Chris Donovan están todavía fuera. Chris Donovan, en concreto, salió a pasear por la zona sur de la finca hace un buen rato y no le habéis visto más.

En la casa huele intensamente a pescado podrido. También huele a marihuana y a comida. Todo está lleno de polvo. Los muebles del salón son relativamente firmes, pero los de la sala de juegos, la biblioteca y las habitaciones no lo son en absoluto.

La cocina y el baño están, en cambio, en perfecto estado. La cocina está reformada. Es inmensa. Está maravillosamente equipada. No huele mal. De hecho, de la cocina surge un olor eexquisito que se va filtrando, lentamente, por toda la casa.

El comedor es un asco. Tiene la vajilla completa puesta para cuarenta comensales desde hace años. La capa de polvo es casi sobrenatural. Las sillas se encuentran algunas en un espantoso estado de deterioro. Es una habitación gande y sin ventanas; un sitio agobiante.

Saeka no arrugó el gesto, pero un parpadeo apresurado indicó en su gesticulación que algo le había golpeado nada más llegar. El olor, en efecto. Se llevó pausadamente una mano a la boca y nariz. Cualquier sombra de apetito había desaparecido después de aquello, pero una vez asumió lo que había, sencillamente pensó que el olfato es el sentido que más rápidamente se acostumbra a condiciones poco favorables. Se destapó y fue recorriendo, encimera por encimera caminando junto a ellas, el rastro de aquel pútrido aroma. Quizás si daba con la fuente, podrían limpiarlo y mejorar aquello. Pero eso no le quitaba que cada vez se sintiera más y más estafada.

Aunque nada oliera igual que Aokigahara.

Mientras investigas, descubres que la casa tiene un sistema de ventilación interno. Antiguo, pero funcional. El mal olor viene de los conductos. Encuentras salidas de aire en el salón, los pasillos, la sala de juegos y la biblioteca. En las habitaciones, el baño y la cocina, salvo que indiques lo contrario, no entras.

Te asomas al conducto de ventilación del salón, el que está más cerca de la chimenea. La silla no parece muy estable. La rejilla es fácil de quitar. No necesitas ni un mechero para verlo... Al otro lado, a poco menos de un metro de distancia, hay un bacalao de gran tamaño pudriéndose.

Sae se detuvo luego de deambular un rato por las estancias. Bajó la cabeza. Tendía a pensar lo peor... Por eso, entre otras cosas, estaba ahí: Para descartar que era una buena opción de vida. ¿Por qué iba nadie a guardar nada orgánico ahí...? Cogió una silla y la arrastró hacia una pared, bajo la boca de un conducto de ventilación, analizó con templanza el modo de quitarla y procedió a ello. Luego se volvió.

- ¿Alguien tiene una linterna o un mechero...? El olor viene de ahí dentro -parecía que no le temblaba el pulso a la hora de meterse en aquel conducto. Por otro lado, era lo bastante menuda como para deslizarse dentro. Sin embargo, al retirar la reja, una mueca de asco cobró vida en su rostro, bajándose de la silla y mirando a Kate- . Hay un bacalao enorme pudriéndose en el conducto de ventilación... ¿No funciona la nevera... O es una broma de mal gusto? -no es que le echara la culpa a Steel, sencillamente lo comentaba. Ver un pez en un conducto de ventilación era de las cosas más estúpidas, absurdas y surrealistas que una podía imaginar.

El salón del edificio principal era muy amplio. Con muchas sillas, sofás, mesas y trofeos de caza. A la derecha de la entrada, una chimenea apagada y leña acumulada a su lado. Todos los muebles estaban viejos, deteriorados, y llenos de polvo.

Un extraño e intenso olor flotaba en el aire... una mezcla de pescado podrido, marihuana y el clásico olor a carne que se impregna en las paredes tras cocinar.

Había tres salidas: una al fondo, en la pared de la izquierda, otra enfrentada, en la pared de la derecha, y una tercera en la pared del fondo. Las tres estaban abiertas y llevaban a distintos pasillos.

La puerta de la derecha daba a un breve pasillo, al final del cual había una sala de juegos. Tenía dos mesas preparadas para jugar al ajedrez, estanterías llenas de antiguos juegos de mesa y un billar destrozado que daba pena de verlo. El suelo estaba cubierto de cascos de botellas de cerveza, la mayor parte rotos. Esa habitación no tenía salidas.

La puerta de la derecha conducía a un pasillo análogo, al final del cual había una biblioteca. Varias estanterías llenas de libros antiguos y polvorientos. Al fondo, una mesa larga con sillas y lámparas de lectura. Esta habitación tampoco tenía salidas.

La puerta del fondo daba a otro pasillo, con cinco salidas. Las dos de los extremos apuntaban a sendas habitaciones. Cada habitación con su cama doble, su mesita de noche y un pequeño aparador como para guardar algo de ropa o pertenencias varias.

Las otras puertas daban a un cuarto de baño, un comedor con dos grandes mesas preparadas para comer, con cubertería fina y cubierta por una increíblemente densa capa de polvo y la última... a una inmensa cocina. Una de las más grandes que podrías haber visto en tu vida. Casi quinientos metros cuadrados de superficie, llena de armarios, fogones, neveras, pilas para lavar platos, una gran mesa para el servicio, superficies de trabajo y una gama de utensilios de cocina de última gama.