Partida Rol por web

Granjero Busca Esposa

• Cita alfa [Atila + Ivonne] •

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22/02/2020, 18:02
• Granjero Busca Esposa •

Cita alfa

Marzo 2020

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01/03/2020, 20:40
• Granjero Busca Esposa •

DIA 1

 

El calor de la tarde apretaba. Las pretendientas iban a empezar a disfrutar de su granjero, pero por turnos. Un kinder bueno como el alfa hay que saborearlo primero despacio, y sin otra boca que te quite tu parte. Luego ya se puede compartir, o no. Primero le tocaría a Ivonne con Atila y después a Mel. En una granja como la de los Johnson habia mucho por hacer. Limpiar estiércol de las cuadras, montar a caballo como Khal Drogo y Daenerys, enseñar el granero y demostrar empíricamente que no se puede encontrar una aguja en un pajar, pasear por el terreno con una bonita estampa bucólica de vacas alrededor, ir a bañarse al río porque hace mucho calor, a la piscina del granjero (si tiene), desnudos en la bañera de casa... lo que se tercie.

 

 

Notas de juego

Roleo libre. El granjero se encarga de tomar las riendas de la escena :P

El equipo de cámaras les persiguen allí donde vayan. Si no ven cámaras no importa, igualmente las hay, y micros por todas partes. No dudéis de la profesionalidad de James Cameron.

La cita durará aproximadamente unos 20 minutos on-rol. Tenéis una semana entera para rolear. Los findes no es obligatorio postear, entre semana si. La cita concluirá el 8 de marzo a las 23:59 horas.

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02/03/2020, 09:30
E. Atila Johnson

Atila tenía a las cámaras controladas. ¿Las veía? No siempre. Pero su instinto le señalaba hacia dónde tenía que guiñar. Y guiñaba. Seductoramente. Claro que ahora lo suyo era dedicárselo a su cita. A la modosita. O algo así…

Guiño seductor a Ivonne. Atila iba con sus vaqueros bien apretados, marcando culito y paquetón. ¿Era posible trabajar en una granja con una movilidad tan ajustada en las piernas? Era posible para Atila. Llevaba, para comenzar bien la cita, una camiseta de tirantes.

Bueno, preciosa, ¿qué te parece todo esto? Bonito, ¿eh? Es mucho trabajo, claro, por eso hay que estar en buena forma —Se palpó los bíceps y marcó bola con uno de ellos. Que más que bola, era el pedrusco que perseguía a Indiana Jones en “En busca del Arca Perdida”—. Pero es un paraíso. Hace tanto calor, que desearás pasearte sin ropa todo el rato —Guiño seductor a Ivonne—. E imagínate, Ivonne, cómo serían todos y cada uno de tus días en este rancho —Se colocó detrás de ella, agarrándola suavemente por los hombros y susurrándole al oído. En plan "soy sensual, tía, acercarte mi boca a tu oreja debería estar produciéndote ocho orgasmos seguidos"—. Al atardecer, montados a caballo, cabalgando hacia el horizonte, pelo al viento.  Con o sin bragas. Aunque te recomiendo con bragas. Un paraíso, como te digo. Pero, antes, hay que trabajar. Y mi abuela no me perdonaría que no hubiera puesto a prueba tus habilidades en la granja, así que...

La había guiado hacia las cuadras donde estaban las vacas y los toros. ¿Olía bien? Pues no mucho. Pero ¿a quién le importaba el olor del ganado, teniendo a Atila al lado?

— ¿Alguna vez has ordeñado una vaca? —Hasta la palabra "vaca" tenía un toque sensual pronunciada por él.

Se quitó lentamente la camiseta de tirantes, dejando al descubierto su pechote y abdominales. Las nenas en sus casas lo conocían ya de sobra, pero sabía que nadie se cansaría de verlo. Es más, estaba seguro de que lanzaban plegarias para que saliera su torso sudoroso cuanto antes. Atila era una buena persona, así que él aceptaba regalarles esa visión. Abrió la puerta para dejar que su pretendienta entrara. Guiño seductor a Ivonne.

Dime, Ivonne, ¿sabes lo que se siente al ser tres veces consecutivas campeón de rodeo en dos modalidades diferentes? —preguntó, mirando al horizonte, con gesto profundo y reflexivo, como si aquella pregunta tuviera una respuesta filosófico-poética. Y lentamente, rodeó a aquella hermosura con el brazo, mirándola con intensidad—. Yo sí. Mi especialidad es… la monta. De caballos y de toros —Guiño seductor a Ivonne. Lo que le iba a decir a continuación sería una propuesta que nadie podría rechazar—. ¿Quieres que te enseñe cómo lo hice?

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02/03/2020, 18:14
Ivonne Mary

A la piadosa chica le dijeron que había cámaras por todas partes, lados, rincones, árboles y hasta en las cabezas de pajarillos para las vistas aéreas. Me están troleando, se dijo. Pero porsi ella iba mirando, controlando, y sonriendo aquí y allá.

 

 

Estaba nerviosa, así como una natilla batida, había ido a misa, confesado, regresó otra vez a la iglesia y se tragó una segunda misa, y se volvió a confesar, “es que me he tocado, padre,” para relajar los nervios, no por placer. Pero era pecado igualmente.

Se vistió lo más vaquero que se imaginó en sus sueños de campesina progre. Y con andar ligero y a lo cisne, se presentó a ese hombretón que dejaba preñadas a las tías con su sola mirada. Se limpió la baba con el dorso de la mano, y se puso en plan sofisticada, femme fatale, como si Atila le resbalase. Según recomendaciones de su diosa Miley.

 

 

Le plantó dos besos en las mejillas y un morreo con lengua que tocó la campanilla de su hombre igual que si fuese el toque de Arrebato.

-Qué tal, ¿te ha gustado? Pues todo lo hago igual de bien. –El koroko le iba a cien, Virgen María dame fuerzas, aguanta Ivonne, aguanta, sigue el manual de la Mujer Perfecta y Obediente Republicana Texas Profunda.

Se colgó de la bola del mundo del bíceps y pasearon así, ella columpiándose en él. Y de él. Escuchaba a su hombre, embobada, agitando la cabeza, Estoy en forma, voy al gimnasio, danza, zumba, body combat,  sí, sí, mucho, me gusta, me encanta. Te adoro. Mola. Por Dios.  Cuando se le puso detrás, ella arrimó su grupa al bollicao, haciéndose la despistada – Qué bonito, como Un lejano Horizonte, una peli de esas romanticonas…¿Tú eres romántico, Atila? Ainsss. –se dejó caer la cabeza sobre esos pectorales de acero. Casi se parte la crisma del golpe.

Luego, en el establo, arrugó la nariz, casi le da un vahído en el establo. –Y si le ponemos ambientador. Esto necesita la mano de una mujer, ya veo…Una vaca…eh…no, pero puedo aprender. ¡Aprendo rápido! Soy profesora de música. Tú tocas algún instrumento, jajaja. Qué hago, qué hago, no para de hablar…ya se.

Ivonne saltó sobre él cuando se quitó la camiseta, le pegó otro morreo de muerte y luego le lamió los pectorales. –Seré una buena esposa, ya verás. Qué rico sabes. -Lo mismo me he pasado.

Madre del Amor Hermoso, me tengo que confesar ya. Se puso a rezar por lo bajinis mientras su chico le contaba no se qué del rodeo. Ella a lo suyo. Padre que estás en los cielos…Terminó el rezo. ¿Qué le había preguntado, montar a caballo o algo así?

-Of course, my god, enséñame a rodear caballos y montar toros. Lo que sea. Si tú eres campeón, tu mujer no será menos.

 

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03/03/2020, 00:07
E. Atila Johnson

Ocurre algo curioso con el mecanismo del cuerpo de Atila. Cuando una mujer le come toda la boca, las gigantescas manos del granjero van directas al culo de dicha mujer. Sin enterarse él siquiera, eh, las manos iban por libre. Como un resorte. No hay excepciones. Acción-reacción. Beso - tocamiento de pandero. Punto final. Así que se puso fino con Ivonne.

Que si me ha gustado, dices… Como si no lo notaras ya, tonta —dijo restregándole en plan disimulado la entrepierna. Estaba tan metido en su conquista que casi se le olvida guiñar seductoramente a la cámara. Casi. Por supuesto lo hizo. *Wink*

La tía estaba como un cencerro. Pero mujeres más locas había en la cárcel local y eso no le había echado p’atrás durante las visitas “conyugales”. Por no hablar de Nicky. No, mejor no hablemos de Nicky. Guiño seductor a la cámara mientras escuchaba lo mucho que Ivonne deseaba hacerle un traje de babas. O algo así decía. Al menos, eso era lo que él interpretaba de su verborrea.

Hombre, por favor, muchísimo. “Romántico” es mi apodo. No soy de velas, porque fuego sobra con el de mi cuerpo. Pero yo antes de montar a una diosa como tú, le preparo una cama de paja para que esté bien cómoda. No soy como otros, que directamente te tirarían al suelo —Sí, eso era para él ser romántico. Guiño seductor a Ivonne. Movimiento nada sutil de cadera restregándole de nuevo la entrepierna. Oh, pero qué sexy era. Y cuántas mujeres en sus casas desearían ser Ivonne en ese momento.

¿Le molestó que su pretendienta le lamiera los pectorales sin permiso? Por favor, ya basta de preguntas estúpidas. Pero, recordemos, Ivonne le había vuelto a dar un morreo: Acción-Reacción. Y esta vez no se contentó con estrujarle el culo, también la levantó y le subió las piernas hasta que estas rodearon al granjero. No pesaba más que una pluma. Pero, claro, los brazos de Atila podrían levantar a cualquier vaca sin esfuerzo. Que no es que Ivonne fuera una vaca. Es… Me estoy desviando del tema. El caso es que volvía a tener las manos agarrándole el culo. Eso es lo verdaderamente importante.

Y la bajó al suelo de nuevo. Le cogió la mano, acariciando sus dedos—. Profesora de música... Tienes que tener unos dedos muy hábiles. Sin duda, aprenderás rápidamente a ordeñar. Y eso te haría muy buena esposa —Guiño seductor.

La chica se había puesto a hablar consigo misma. Estaba como aturdida. Sería la impresión de tener delante a un dios tan sensual como él.

— Montar a un toro seguro que ya sabes, nena —Guiño seductor. Por algún motivo, Atila tenía puesta la camiseta cuando Ivonne volvió a prestarle atención—. Atenta. Esto es importante —Se acercó a uno de los toros, un morlaco de 500 kilos. Era manso como él solo y tenía unos huevazos que nada tenían que envidiar a los de Atila. Jajaja, es broma. Los de Atila eran mucho más grandes—. Él está tranquilo porque estoy yo. Pero tú imagínatelo embravecido —Se subió sobre el toro. Lentamente volvió a quitarse la camiseta. Guiño seductor a Ivonne. Palmadita al toro y ¡vamos, vamos que nos vamos! Es una forma de hablar, porque el toro ni se inmutó. Pero Atila movía sus caderas adelante-atrás, adelante-atrás, pegando pequeños brincos, con una mano apoyada sobre la chepa del animal y con la otra levantada. Mirada súper sensual a Ivonne y a sus fans al otro lado de la cámara. Y el toro pastando. Y Atila moviéndose como si le fuera la vida en aquella demostración.

**

Hasta que…—: ¡Bam! Veinte segundos aguanté el año pasado, nena. Veinte. Qué subidón. La mayoría no supera los 10. Dicen que es por lo bien que muevo las caderas.

Se bajó del animal. Guiño seductor a la cámara.

¿Te ha gustado? ¿Por qué no me enseñas tú ahora lo bien que ordeñas? —Cogió dos banquetas, las colocó al lado de una vaca con unas ubres como dos cabezas. Se sentó en una y dio una palmadita a la otra para que Ivonne se sentara a su lado. Guiño seductor a Ivonne.

Notas de juego

**Esta es más o menos la idea del movimiento, pero sin la señora mirándole el paquete y con un toro debajo. XD

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03/03/2020, 14:33
Ivonne Mary

-Me estás tocando la flor del pompis, tontorrón. Qué cosquillas, pffff –una mano de Atila abarcaba su culo entero. Mira con rima musical, pensó, a este paso me empiezo a colgar haikus. Lo dijo en voz alta, cantando, que no se le daba mal del todo- ¡Una mAaanoo de AaattIlaa abAarrrcaa mi cUUloo entEErooo – Luego sus labios se transformaron  en un colibrí aleteando y succionando el néctar de la boca de su granjero moreno con decenas de piquitos modositos. Página 34 del Manual.

Entretanto, ella iba sonriendo que no cuesta nada.

 

Aunque no veía las cámaras. Lo mismo estaban dentro del culo de las vacas, que la gente de la tele sabe camuflar eso muy bien. Levantó el rabo de una de ellas, así, de lejos y con un poquito de asquito, pero no vio nada. Bueno, sí, la plasta que soltó la tía. Jopé.

A la segunda vez que le apretó el culo ella se agarró como una lapa y se apretó contra esa entrepierna de Hércules. Para darle unos lametones en sus golosos y jugosos y apetecibles labios. Página 40 del Manual.- Perdonaaaa. Es que se me va a tu laaadoo. Nunca he besado a un dios como tú. No se muy bien qué hacer. ¿Estoy siendo muy zorra? –preguntó con toda la inocencia del mundo. Qué hombre. ESTO sí que lo es, y no el apalominado de Tobías.  ¿Pero cómo podría enamorarlo, encoñarlo, subyugarlo? Con la de tías que se postran a sus pies y le chupan los deditos. ¿Cómo lo hago? Yo voy a seguir el Manual y a improvisar si eso…

-Qué bonito, montarme como a una diosa en una cama de paja. –se ruborizó, lo deseaba y lo temía a partes iguales. Qué calores le entraron. Un volcán en el bajo vientre nacido de su donut. Se arriesgó- Eres un poeta. Mi poeta. Ardo por dentro por ti/ tus palabras me calientan/ haremos el amor sin fin/ mis tetas están que revientan –su sonrisa iluminó todo el establo deslumbrando a todos los bichos- ¿Ves? Sigo tu ritmo. Estamos hechos el uno para el otro. Encajamos y nos acoplamos – Se giró por si alguna cámara oculta la enfocaba, se puso vacilona- Toma, toma, voy bien, voy bien.

Pues no iba mal, no, se dijo. Temblaba pero controlaba los nervios. Lo mismo era por el cilicio que le mordía el muslo izquierdo, la cadenita de acero tan cuqui regalo de su tía La Beata. Murmuraba para sí: “No te dejes tocar más, estás en pecado mortal, apártate de él, Satanás te tienta con ese paquete, esos músculos, esa labia, esos ojos…Virgencita damefuerzas para no caer en la tentación de la carne.” Así se debatía la pobre, entre las enseñanzas de Dios Padre Todopoderosa y la Santa Iglesia, el Manual de Doña Perfesta, y los consejos de su amiga la puttona de la Miley. En su bonita cabecita resonaban múltiples voces tironeando de ella en diferentes sentidos.

 

Y a todo esto, como Atila tenía esa rara manía de guiñar el ojo, pues ella comenzó a imitarle. Que lo mismo es una costumbre de las granjas. Pues venga, wink para aquí, wonk para allá, y otro wank, sonrisas y risas mil. Ivonne hasta le winkeó  el ojo a un caballo que parecía  un mastodonte. Claro que este le devolvió el saludo con un relincho y un empalme del copón, la pobre misionera corrió y saltó subiéndose a la espalda de ATila The Man, ¡QUÉ SUSTO!!  

Aquellos movimientos de su granjero alfalpa sobre el toraco, la dejaron así como drogada, como obnubilada, se cocinó un buen caldito en la olla de su tanga. Aunque Ivonne logró mantenerse tiesa, serena, digna y piadosa.  Pero los pezones se le empitonaron, te voy a dar miedito…Abrió su chaquetita -¡Mira Atila, ¿quieres una cornada de estos cuernecitos?, jajajijijiji!  Seguro que en sus casas los tíos se estaba relajando, y las tías adorando al ojo de Horus. Segurísimo. En nada su foto empapelaría dormitorios de adolescentes y calendarios guarros.  María Santisima, me van a poner de vuelta y media en la parroquia.

Claro que eso de los veinte segundos la puso patidifusa y decepcionada. Las agujas de sus pechos se le plegaron y las bragas se encogieron .

 

¡¡¡¡¿Perdooonaaaaaa?!!! ¿Solo veinte segundos? ¿Qué sólo aguantas 20 segundos!!  ¡Qué solo aguantas 20 segundos!!! El eco de su asombro despertó hasta las cabras del granjero romántico y cortó cientos de miles de polvos televisivos. La cara de asombro total y mortal se pintó en sus bellas facciones de diosa del Love y esclava del Señor. – Ay, mi madre. Rezaré mucho, por los dos. Qué pena qué pena. Ya se, página 60 del Manual. Tienes que tocarte antes el bollicao, de manera que luego ya vayas más tranquilo. Pero tú no te preocupes, Sansón, mi Hércules, Goloso de Rodas, mi Obelisco, que a mi no me importa, te voy a querer más y más y más.

Algo se haría, alguna cosa. Wink, guiño pícaro a…a la cámara del fondo. Yoquesé.

A ordeñar después del soponcio. -¿Puedo buscar un video del youtuber? –Se miró al bichajo. Se miró las ubres esas . –Jopelines- Entonces frotó sus manos en el torso desnudo de su hombre –para calentármelas, pfff- Cogió con suavidad los pinganillos de esas tetazas y exprimió, parecía que sus hábiles dedos creasen magia, enseguida le pilló el truco, subiendo empujando presionando arriba, descendiendo apretando -¡Uolaaaa, si sale la lechecita!!  -Miró a Atila a los ojos, pestañeando, coqueta – Es que se lo hacía a Tobías –confesó, ruborizándose y toda cortada. –Es parecido, sabes. Jaaja –No lo expresó de palabra , sino que compuso una cara de vicio para las cámaras y para su Alfa, que parecía decir, ¿quieres que te lo haga a ti? Pero que no le decía eso, para nada, no era su intención, solo es que daba esa impresión, “tú pon cara de sucia y triunfas, Ivonne”, le recomendó Maley.  Ya escuchaba los televisores explotando y los espectadores desgarrándose mutuamente la ropa y las carnes.

Qué viciosa es la gente y lo que tengo que hacer. Perdóname señor, todo sea por la boda. De verdad de la buena, te lo juro por mi donut.

 

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03/03/2020, 19:22
E. Atila Johnson

Puede parecer raro. Y lo es. Pero tampoco el comportamiento de Ivonne era tan, tan, tan inusual. Atila solía provocar esos ataques de histeria en algunas mujeres. Sobre todo, en las casadas. Y esta de aquí estaba medio casada con Dios. Ahora que lo pensaba, nunca se había zumbado a una monja. ¿Cómo se le había podido pasar? Teniendo un convento en el pueblo de al lado… La mayoría superaban los 60, pero se conservaban todas bien ágiles y frescas.

Sus pensamientos se vieron interrumpidos por más lametones.

Nena, por favor, ese vocabulario no lo quiero en mi granja. Aquí no hay ninguna zorra. Aquí todos somos almas libres —Guiño seductor a la cámara—. Ninguna mujer se tiene que sentir mal por lamerme de arriba abajo y meterme la lengua hasta el esófago. Menos mi madre o mi abuela, eso sería raro. Pero tú tienes que aprovechar el regalo divino que te han puesto delante —Se acariciaba a sí mismo el pecho. Por si quedaba alguna duda, con “regalo divino” se refería a él mismo—. Además de a ordeñar, puedo enseñarte a liberar tus instintos más carnales —Guiño seductor.

Atila disfrutaba con todo aquello. Cuanto más lo adoraba Ivonne y más guarrindonga se ponía con él, más guiñaba él a la cámara.

Entonces llegó el momento. Tetas. Muchas cosas alababa Atila de las mujeres. Pero tetas. Tetas. Por si no había quedado claro: tetas. Atila se relamió los labios con su sensual lengua. Entonces despertó. ¿Tetas por televisión? Qué buena táctica, qué lista era la tía. Así todas sus fans pensarían: Cómo tiene que ser Atila en persona para que la monja nos enseñe los pitones a toda América. Ahora le tocaba reaccionar a él, tenía que mantener la sensualidad del momento o perderían minutos de pantalla. Así que hizo lo que cualquier hombre con dos dedos de frente haría. Le cubrió las tetas con las manos. Y apretó bien, para que no se le escapara nada. Oh, qué blanditas.

Nena, eres muy sexy. La cornada te la voy a acabar dando yo —Yeah.

No entendía por qué 20 segundos le parecía poco, si era un récord nacional. Hasta que lo entendió. Atila se echó a reír a carcajada limpia. Le tuvo que soltar las tetas a Ivonne porque se dobló de la risa. Pobre ingenua. No le importaba que pensara que durara tan poco; ya aprendería la verdad a base de bien. Igual que todas aquellas mujeres que, al verlo en gallumbos, malinterpretaban el gigantesco bulto y pensaban que se había metido varios calcetines enrollados. Pasaban de la decepción inicial, incapaces de creer que alguien fuera tan potente, al desmayo acalorado en lo que el granjero tardaba en liberar a Willy. Esto es solo una metáfora fílmica, ¿eh? No penséis que Atila le ha puesto a su bollicao ese apodo tan hortera. ¿El apodo real? Espartaco.

Ay, pero qué inocente y dulce eres —dijo cuando dejó de reír, dándole unos golpecitos en la cabeza como a una niña pequeña—. Tendrás que aprender mucho sobre el rodeo si vas a vivir aquí. Veinte segundos aguanto montado sobre un toro embravecido antes de que consiga tirarme al suelo, nena. Montando a una mujer… Ya lo sabrás en algún momento —Guiño seductor—. Entonces ya me dirás si te parece poco o si necesitas varios descansos y bebidas isotónicas para mantener el ritmo —Doble guiño seductor.

Atila, que de repente tenía puesta la camiseta otra vez, miró atentamente a Ivonne mientras esta amasaba las ubres de la vaca y le sacaba toda la leche. Poquita, pero no estaba mal para ser la primera vez. Sintió cierta angustia por Tobías si de verdad le espachurraba su virilidad con tanta fuerza. Tal vez debería añadirlo a las lecciones que tenía que darle a Ivonne ese día. Pero no era momento de pensar en bollicaos estrujados. Era el momento de ser sexy.

— Claro que lo sé —respondió. Guiño seductor a Ivonne—.  Por eso me gusta tanto mirarte mientras lo haces, nena. Sabía yo que tú tenías manos mágicas —La cogió del cuello y le comió los morros, enzarzándose al mismo tiempo una batalla a muerte entre las dos lenguas. Esta vez no había necesidad de tocarle el culo. ¿Por qué? Coño, pues porque eso ocurría cuando las nenas lo besaban a él, no al revés. Además, la chica estaba sentada. Pero dejó caer la mano que le había cogido del cuello de vuelta a una de las tetas. ¿Queréis más información? La izquierda.

Se apartó de ella de repente y se levantó. Él entero estaba levantado y bien levantado, en realidad. Se recolocó el paquete, marcado en todo su esplendor bajo aquellos ajustados pantalones. Se quitó lentamente la camiseta. Otra vez. Ahora no guiñaba. Ahora la miraba en plan seductor como si quisiera empotrarla ahí mismo. En plan sucio y a lo bestia.

Pero no. Le tendió la mano.

¿Por qué no me sigues hablando de ese tal Tobías y de lo que le hacías mientras vamos hacia los campos de alfalfa y maíz? Así te enseño todo lo que se hace ahí. Iremos montados sobre mi caballo Philippe. Tranquila, nena, yo iré detrás de ti, para sujetarte de la cintura y que no te caigas —Guiño seductor.

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04/03/2020, 14:33
Ivonne Mary

Los ojos se le salpicaron de Chiribitas cuando el grandullón aquel le puso las manos sobre sus pechitos. *  Ocultó la mirada, se mordió los labios, aspiró aire lo mismo que una aspiradora y suspiró hasta el alma en ese contacto. Logró contenerse, que no quería caer tan pronto en sus redes de gigoló campestre. Y que tenía que conseguir que fuese él quien la desease más. Tanto tanto, que rompiese sus pantalones con el ariete que marcaba ahí debajo. Se mareó con ese solo pensamiento. Qué mieditis…y que ganas de que la empalase. Por eso de pronto, inclinó una pierna y se santiguó tres veces seguidas, rapidito. “Estoy en un nido de víboras”.

Él siguió con sus winks y ella pues como que también. Aunque la dejó casi muda y atontada -¿te parezco sexy? Qué fuerte, mi macho man. –Clavo sus ojos de miel en las llamas de los de Atila- A ver, ¿y a ti-la  qué te gusta? Aparte de montar y rodear. ¿O has dicho rolear? Tenemos que saber si coincidimos. Que seguro que sí. Yo creo en Dios. Mucho. Voy a Misa y me confieso. Soy muy piadosa. La Luz del Señor Ilumina mis pasos. ¿Y tú?  -Se quedó aleteando y bizqueando frente a ese Adonis superdotado. En Todo.

Le siguió el rollo con sus estruendosas  carcajadas, ¡¡jajajajajaaajajaja!!!

 

–Qué tontería acabo de decir, ¿no? Jajajajaja! Era broma, que te lo has creído (pobre, no quiere confesarlo) . Seguía riéndose, y ordeñando, y deslizándose la leche caliente por sus manos y ella con esa mirada embebida de él, imaginando que tenía otra cosa entre sus manos, se giró hacia un lado donde suponía que había cámara- Guapis, de madrugada tenéis acceso a mis pensamientos cochinos, ahora no . cuando su Amor de campo tomó la iniciativa, la besó como si no hubiese un mañana ni un después, y ella se dejó llevar unos segundos, danzando con su lengua a lo Miley con la jugosa, carnosa y resbaladiza de él. – Ayy, Dios mío, me robas el aliento, cariño, y hasta el desayuno-. Le apartó con suavidad y energía la mano de su tetita. Se tenía que hacer valer. Al menos un poco. Lo del reflujo en las bragas era otra cosa.

-Modérate, mi torito bravo –su mirada cautivadora de zorra, perdón, de gata montesa salvaje y libre fue de sus ojos a la cámara. De la cámara a sus ojos, y de allí vuelta a la cámara, un wink y un besito para los telespectadores que actuó igual que un afrodisíaco. El problema de la natalidad resuelto para el año que viene, reflexionó en ese milisegundo. ¿Por dónde iba? Ah, sí. Le susurró en la boca.

-Son pequeñas pero turgentes, de tibieza sensual, tiernecitas pero firmes, naturales. Como yo. Soy natural como esos montes altísimos que nos rodean, como los campos dorados de trigo, como los pedos de tus vacas, y como el amor que me asciende desde las entrañas y explota en mi boca igual que un chicle. –Se abalanzó sobre él con intención de que cayese de espaldas y ella sobre él…qué emocionante y erótico. Pero no, Atila era una roca y no logró mover ni una fibra de su cuerpazo serrano pan y moja, pim pam pum toma lacasitos cómeme el donut y me empotras, rómpeme toda hazme siete hijos, pim pam pum, el ojo de Horus, dame por el donete que lo tengo chorreadete.

Bueno, por eso y porque el tío va y se pone en pie de repente. La pobre y bellisma Pivonne como la nombraba el feo romántico, se dio el morrazo de bruces contra la paja del suelo.

-Ay, uy, uy, ay, un momento. No se qué pienso, me da vueltas el coco –sacó un frasquito de su bolsillo y le dio un trago al líquido incoloro- Es agua del Carmen y de Lourdes, una mezcla casera. Sabes la cancioncilla, ¿no? Te la canto, Agua de Lourdes para los ardores, Agua del Carmen para los picores, jajajajaja, es una risa, ¿aquési?  Mejor así. Que si no, jajaja, me pierdo y me da la ansiedad ansiosa por tu paquete. Ay que no, no se lo que me cuento.

Qué sudores, qué ridículo, no me vendas la moto, qué bonito perro piloto.  Sus ojos se fueron lascivos y lagrimosos al paquetón de su Atila. Menudo trozo de carne, medio kilo de chuletón de Kansas. Aunque Ivonne hizo gala una vez más de su clase, de su saber estar, de su educación privada. Toda ufana se levantó del suelo, se sacudió el grano, la paja y el heno de encima.

 

-Apoteósico. –veloz como una reptilínea, se colocó detrás de él. Qué buenorro que estás, ñan. Pensamientos impuros, ainss, me confieso y ya. No puedo evitarlo, virgencita si estuvieses en mi lugar a ver qué hacías, preciosa madre del Cielo.

Abrazó a Atila por la espalda, acarició con sus manitas su enorme torso y le susurró al oído mordiéndole el lóbulo de la oreja. Página 50 del manual. -Futuro esposo, ¡empótrame! Quiero decir, ¡enamórame! Que yo te mamaré en nuestros días y nuestras noches. ¡¡No!! TE amaré, ¡Te amaré! –Aspiró su olor a tigre en celo, una de sus manos resbaló camino de la barra de medio de moja y vuelve a mojar, pero lo mismo que él la provocaba y luego se retiraba, igual que la marea, y causaba ríos de lava en su almeja sustanciosa y acuosa, ella se limitó a cosquillearle el ombligo con sus largas uñas, para luego aterrizar delicada, sensual y sutil sobre  su entrepierna. Y con esos deditos delicados y largos y finos, y sus yemas de piel de seda, se dedicó a revolotear sobre su miembro erecto marca Alfa, lo mismo que si tocase las teclas de su piano. Y ella, con su característica perspicacia e ingenio, compuso “cómeme el donut” , a ver si el listo de Atila pillaba la indirecta. Qué pillina esta Maley, exprimiendo las habilidades de Ivonne para seducir y encoñar.

-Vamos a esos campos de alfalalfa y espigas de trigo como el oro. Qué excitante suena en tu boca. Llévame a lomos de tu caballo o a lomos de tu espalda, macho mío. O sobre tu bollicao, que seguro que puedes y me voy columpiando. Imagina el efecto para la audiencia. Seremos lo más. De lo más.

Y terminó por darle un chuperretón lujurioso en el cuello.

Notas de juego

*En realidad se quedó con la camiseta puesta, no al aire los cuernitos XD   Pero si ha subido la audiencia, pues venga!

Perdón por el tocho. Te pones a escribir y se te va. Me moderaré para los siguientes (que además iré con el tiempo muy ajustado).

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04/03/2020, 21:13
E. Atila Johnson

Atila era un hombre de acción. De acción sexual. Por eso no le sorprendió cuando Ivonne se puso de rodillas. Le sorprendió que lo hiciera delante de las cámaras, pero no que quisiera hacerlo. Él prefería no mostrar toda su hombría para mantener el misterio y que todas las mujeres del planeta se volvieran locas y desesperadas por saber cómo era él. Pero… Se encogió de hombros. Miró a su alrededor, en plan seductor, hacia todos los ojos que pudieran estar observándolo y empezó a bajarse la bragueta lentamente.

Hasta que, a mitad del camino, Ivonne volvió a levantarse. Pues vaya. Volvió a subirse la bragueta, disimulando como que se recolocaba el paquete. Otra vez sería, mejor en la intimidad. Guiño seductor a la cámara, aquí no había pasado nada.

Eh… Claro, nena, yo también creo en Dios —¿Cómo no iba a creer en Dios, si su mera existencia era prueba suficiente de que había alguien todopoderoso que lo había creado?—. Yo visitaba al antiguo pastor de Santa Rosa cuando vivía de vez en cuando. Ahora visito a su viuda. Me da… consejos espirituales —Y él le da todo lo demás. Guiño seductor a la cámara.

Atila no entendía por qué Ivonne le describía sus tetas. Él sabía todo eso desde el momento en que les puso un ojo encima, porque él era un experto en todo tipo de pechotes. No necesitó ni tocarlas. Las tocó porque Atila sabía que las tetas querían ser tocadas por él. Yeah. Guiño seductor a la cámara y otro a Ivonne.

Ivonne debía de estar totalmente obnubilada por su masculinidad, como era de esperar. Por eso se cayó y estampó contra el suelo. Mientras ella le cantaba a su paquete, o algo así, le cogió el frasco de agua y bebió de él. Pero ya conocemos lo bastante a Atila como para saber que él no hace nada como los mundanos. Él lo hacía todo sexy delante de la cámara. Que no necesitaba audiencia para serlo, en realidad, él lo era las 24 horas del día. Cogió el frasco y se lo echó por encima, en plan “qué calentorro estoy, el agua del Carmen se evapora al tocarme, miradme, oh yeah”. Olía a hierbajos, pero todo fuera por sus fans. Él se preocupó de hacerlo a cámara lenta para que el disfrute durara más. Terminó, le devolvió el frasco vacío y guiño a Ivonne seductoramente. 

Sí, Atila volvía a tener la camiseta puesta. Y mojada. Como las bragas de todas sus fans en ese momento. Cuando Ivonne lo agarró por detrás, él miró de nuevo al horizonte en plan filosófico, mientras escuchaba las palabras que tantas veces había oído pronunciar en boca de todas las nenas de Santa Rosa. Él sabía cómo conquistarlas. Guiño seductor a la cámara. Al fin y al cabo, le había enseñado su actuación estelar en el rodeo, modalidad Monta de Toro. Ninguna mujer… Repito: NINGUNA MUJER se resistía a eso. Ni a sus pectorales. Él era tan sumamente sensual… Ivonne iba a amarlo toda su vida. Aunque acabara casado con otro, pensaría en Atila todas las noches mientras se montaba sobre el bollicao de su esposo. Ese era el efecto que provocaba el granjero.

Sé que lo harás, nena. Sé que lo harás —Y se quitó de nuevo la camiseta lentamente mientras ella le acercaba la mano a Espartaco. Guiño seductor a la cámara. Pero volvió a dejarlo con la miel en los labios. Sí, era muy lista. Así calentaba a la audiencia y la mantenía en vilo, preguntándose si ahí habría trucu-trucu al final o no.

No, no pensaba llevarla montada sobre su bollicao. No es que no pudiera. Atila podría subir el Monte Everest en pelotas con una nena montándolo. Y a la pata coja. Pero eso acabaría con el plan inicial de mantener el misterio. Así que Atila apartó suavemente a Ivonne, escuchándose al momento un “srrllup” como de ventosa cuando sus labios se desengancharon de su cuello. No había sido nada sexy, pero la presencia de Atila sin camiseta compensaba siempre. Y la cogió en brazos, en plan Superman. Solo que Atila era mejor que Superman. Porque Superman venía de un planeta donde todos eran como él; nadie en la Tierra era como Atila. Guiño seductor a Ivonne.

Te llevaré así hasta que te recuperes de la caída. Dime dónde te duele, que te curo, nena —Y, sin esperar respuesta, le dio un poco de la mejor medicina: la lengua hasta el gaznate. Eso lo curaba todo.

Camino, con ella en sus brazos, hasta las cuadras. Pero sin besarse. Que Atila es un dios, pero, coño, necesita ver por dónde camina. Se acercó hasta un semental castaño, bien grandote como él. Guiño seductor a Ivonne.

Este es Philippe. Te voy a dejar en el suelo ahora, espero que puedas caminar —dijo, con voz seductora. Guiño a la cámara más cercana. Ser un héroe era sexy. La bajó de sus brazos y ensilló al caballo.

Philippe era el Atila de los corceles. No había más que verle lo musculoso que estaba. Y lo que le colgaba. Todas las yeguas del pueblo relinchaban de gusto al verlo pasear con su dueño a lomos de él. Y los rumores decían, muy acertadamente, que todos los potrillos de Santa Rosa los había fecundado Philippe. Philippe podría también guiñar seductoramente a la cámara. Pero no lo hacía porque sabía que era el momento de Atila y él le era fiel. Igual que Atila no derrochaba sus encantos en las ferias de ganado, cuando Philippe se ponía las botas, porque era el momento del corcel.

¿Necesitas ayuda para subir, nena?

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05/03/2020, 17:29
Ivonne Mary

Qué gay, pensó. Esto, guay.  Es creyente. Qué alivio. Y conversaba con su pastor. Aunque ese de la viuda y conociendo como empezaba a conocer a su hombre, le hizo arrugar la nariz. Alzó su hermosa cabecita para admirarlo mejor- Oye. Que yo soy liberal, eh!  Bueno, tampoco tanto. Pero entiendo que un hombre tiene sus necesidades, como toda bestia del señor. Que las mujeres también. Lo que sucede es que después de la boda, nanay de otras titis, ¿eh? Grandullón. –Ivonne se acercó a él para que pudiese olerla bien olida, y aspirase el sudor dulzón que iba perlando su bellísimo y magníficamente formado cuerpecito de mujer de iglesia y gimnasio. Que ella era toda pureza y su transpiración era agua bendita. La misa zumba, que mola un montón. Eso y los jugos que se calentaban a fuego lento en su entrepierna. El perfume de mar era irresistible para cualquier machote , si Atila no arrancaba con un mugido es que era todo postureo para la cámara y resultaba un tipo de esos así como amariposados.

Sería muy triste. Pero ¡Qué láaasssstima!

Ella también guiñó hacia donde él lo hizo. Wink.  Luego se quedó atónita, con la bocaza abierta perpleja y perdida y anonada. ¡No va el tío simplón y se tira su bálsamo reparador por encima!

 

 

Ivonne, dubitativa, no acertaba a reaccionar. Recogió le frasco y se lo guardó en el bolsillo. Le puso un dedo delante del hocico arrogante, agitándolo frenéticamente,  mientras le reprendía, pero suavecito, no sea que el cachomán se mosqueara- ¡Pero oooyeeeeessss! Que sepas que lo necesitaré, y entonces qué de qué. Tendré que lamerte el cuello y la camiseta, ainsss – la piadosa chica le pellizco los mofletes, muy graciosa.

 

Y cuando la tomó en brazos , algo decepcionada y casi con puheros en su boquita y morritos desilusionados (ella pensaba que la llevaría a lomos de su llave al menos 20-21) , se dejó trasnportar plumífera, sobándole los bíceps, el pecho y tirándole de la barbita, poniendo cara de croqueta satisfecha hacia la cámara, la que fuese que no tenía idea, picarona y expresión voluptuosa en la boca, “Mirad chicas, Yo sí, y tú no” .

A Ivonne se le iluminó la mirada a lo árbol de Navidad, winkeó traviesa a la cámara , y sin previo aviso (¿para qué?) , se dedicó a lengüetear de nuevo a su granjero preferido. Deslizaba la lengua a lo Miley y miraba a la cámara, la futura novia  estaba aprendiendo rapidito.- Lo hago por el agua del Carmen con la que te has duchado, Animal Mío. - Cuello , pecho lobo, y mejillas. –Seguro que encendemos el mundo, tú y yo (esto no sale en el manual, pero Miley se lo aconsejó).  Todo un derroche de savoir faire .

En realidad se sentía muy sofocada. Sus deseos íntimos de mujer fogosa despertaron en ella desde la llegada  a la granja , y chocaban de frente contra los muros de su moral victoriana y su educación religiosa de ultrapago. Replublican party team. Go go go.  Un lío la pobre. En fin. Total, que entre winks, wonks, lánguidas y seductoras miradas y lamidas, llegaron a su caballito. Asfixiada con el besazo, no veas, el resto del desayuno se quedó sin él.

 

 

Lo cogió por las mejillas con las dos manos y apretó.

-Si es que te comía entero, semental, qué cuqui– Y en ese instante fue la beatísima Ivonne la que le plantó un tremendo beso en los morros, lo plantó, lo sembró y le hizo crecer un buen tallo, por lo que notó por allá abajo.

-¡Qué majo! ¡Qué grande! ¿Es mi regalo de bodas, Ohhhhh! ¡Todos en casa, gritad: ¡Ohhhhhhhhhhhhhhh!   ¡Hola, Philippe! – Se dedicó a dar brincos de entusiasmo y satisfacción mientras Atila lo ensillaba. Lo mismito que una nenita de diez años. Acarició la cabezota del bicho. Y claro, ante la propuesta, fue a responder rápido que no, que ella montaba en las excursiones del verano, que para eso era una niña pija, y sus padres con pasta, o eso pensaba la tonta. Pero se contuvo, entrecerró los ojos, astuta, lanzó un tremendo glamouroso wink a Atila y se colocó en posición para alzarse a la grupa del pony.

-Pues, cariño, una ayudita sí que me iría bien, nene.

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05/03/2020, 21:51
E. Atila Johnson

Pero qué cosas tienes. Otras titis, dice… —De nuevo, intercambió babas con ella y chocó sus lenguas. Si acababan casándose, en algún momento tendrían la conversación sobre el granero y cuál era su función principal.

Ivonne olía como cualquier mujer que se acercaba a Atila: a feromonas de las buenas, buenas. Y a bragas mojadas. Yeah. Suerte que se había venido con pantalones y no vestido o las bragas habrían hecho ya un agujero en el suelo, como solía pasar cuando una mujer estaba frente a Atila. Aspiró sonoramente. Como todo en él, su respiración era sensual, como un mini orgasmo controlado. Inspirar. “Sssnnnnsnsnsn”. Espirar. “Aaaaaaaaaaargh”. No necesitaba guiñar porque la olisqueaba con los ojos cerrados.

Llevas puesto mi perfume favorito, nena —¿Cuál era? El que ella misma fabricaba ahí abajo. ¿Cuál va a ser, sino? Era un puto machote y le gustaba el olor más íntimo de la mujer. Le lamió el cuello, aunque en su mente él se imaginaba lamiéndole le perfume.

Guiño seductor a la cámara. Cuando vio el dedo apuntándolo y escuchó la bronca… Qué sexy se ponía. No tanto como él, porque eso era imposible. Y Atila sabía qué hacer. Las nenas no aguantaban mucho enfadadas con él con sus tácticas seductoras. Le dio un besito en la yema, sacó su lengua y lo lamió suavemente. Por algún motivo, ella le agarró luego de los mofletes como si fuera un niño. Eso no era sensual. A ver, lo era porque estamos hablando de la cara de Atila y daba igual cuánto se la deformara; él era siempre sexy. Pero ese tipo de tocamientos eran los típicos de madres y abuelas. En fin, tenía suerte de estar tan buena o se le habría bajado la libido; y aunque no estuviera buena, qué coño. Tenía suerte de ser mujer y no estar emparentada con él.

A Ivonne se le iba a quedar la lengua seca de tanto lametón. No pasaba nada. Cuando eso ocurriera, Atila se encargaría de prestarle de nuevo sus babas para que siquiera relamiéndolo cuanto quisiera. Se estaba convirtiendo en todo un romanticón. Cualquier mujer anterior que le hubiera hecho todo lo que Ivonne hacía estaría ya a cuatro patas dando gracias a los dioses. Y ahora… Llevaba ya cuarto de hora de cita y lo máximo que había hecho había sido tocarle las tetas. Lo dicho, romanticón. Pero romanticón sexy.

Uy, nena, en el cuello queda poco. Todo el líquido ha ido bajando hasta el ombligo. Y más abajo —Guiño seductor a Ivonne. ¿Veis? No perdía la sensualidad por mucho que contuviera sus deseos más carnales. ¿Encenderían el mundo? Atila quemaba al mismo fuego. Y luego era capaz de apagar incendios forestales con la potencia de su manguera. Controlaba los elementos como el dios que era.

Y dale con agarrarlo de las mejillas. Uuuuuh, lo había llamado semental y había expresado su intención de devorar cada centímetro suyo. Vale, le perdonaba lo de los mofletes. Y, mientras volvía a morrearlo, de nuevo acción-reacción. Y aprovechó, ya que tenía buena sujeción cular, para apretarla contra su paquete. Si quería comer, ya sabía por dónde empezar. Yeah.

No, nena, Philippe es mi compañero desde hace años. Tu regalo de bodas sería… —Se pegó a su espalda y volvió a restregarle el paquete, esta vez por su culo—. Sería una sorpresa—le susurró al oído. Guiño seductor a la cámara.

Atila la cogió de la cintura, aprovechando para restregarse un poco más sutilmente. En realidad, no era sutilmente. Se restregaba. Punto.

— Mete aquí un pie, nena —dijo, señalando a un estribo—. Y ahora te alzo yo —Y cómo la alzó. Era todo un profesional. Para conseguir la rotación perfecta de cadera y que subiera al caballo sin problema, Atila apoyó su mano en la nalga y empujó hacia arriba. Pero necesitaba asegurarse de que Ivonne no se resbalaría ni nada, que tenía buena sujeción. Por su seguridad. Así que apretó bien fuerte. Y, cuando ya hubo pasado la otra pierna y podía sentarse sin problema, Atila siguió apretando. Porque él era un tipo caballeroso (y sexy) que prefería asegurarse de que Ivonne no se iba a caer. Mientras, guiñaba a la cámara. ¿Cómo? Seductoramente. Unos segundos después le quitó la mano del pandero.

Ahora le tocaba a él. Se quitó la camiseta lentamente, que volvía a tener puesta. Sin esfuerzo alguno, porque a Atila no le costaba nada ninguna actividad mínimamente física, se subió a Philippe, justo detrás de Ivonne. Movió sus caderas un rato, apretujándose contra ella. Podría ser que no se hubiera colocado bien al sentarse o podría ser que quisiera seguir restregándole el paquete a la chica. Nunca nadie sabrá la respuesta.

Philippe caminará tranquilo, así que puedes llevar tú las riendas, nena —le dijo, mientras pasaba sus brazos alrededor de ella, abrazándola por detrás. Y, quien dice abrazándola, dice acariciándole los muslos por dentro—. Cuéntame algo más de ti, Ivonne —Sus manos iban acercándose (sensualmente, por supuesto) hacia el donut perfumado de la pretendienta, aunque sin llegar a tocarlo. Era un puto héroe por estar aguantando tanto—. Lo que sea. Me gusta escucharte —Guiño seductor a la cámara. Era un tío sensible, quería dejarlo claro a sus fans. Lo que más le gustaba escuchar era lo mucho que quería montarlo, claro. Pero cualquier cosa le valía mientras le metía mano.

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06/03/2020, 10:56
Ivonne Mary

Realmente estaba muy muy muy mucho acalorada. El chuletón de medio kilo arrimado contra su vientre le dio pánico y a la vez ganas de clavarle los dientes. Es un decir. Ya me entendéis. Y si no, preguntad a vuestros padres. 

Se dejó montar. Osea, subir al caballito. Que ella dominaba, pero como que a él le hacía ilu, cedió a sus deseos. Puso algo de torpeza disimulada para que él manosease y apretase y acariciase su bonito y prieto trasero. Consideró que debía cambiarse de bragas igual que él de camiseta. Tarde. Tarde. Ya estaba siendo alzada, alzada, hasta casi tocar el techo con las puntas de los dedos. No llegó por poquito. 

-Sería maravilloso que tu mano fuese la silla, jiji. -Se atrevió a soltar, así, disimuladamente, para impresionar a Atila y a los miles de miles de fans que seguro ya vivían solo por verla a ella. Después de eso se inclinó grácil y graciosa hacia abajo para besarle seductora y provocadora, la naricilla y la boca de dios del amor, de manera muy suave y gentil, aleteando sus morritos y rozando apenas con la lengua. Y es que la piadosa y creyente Ivonne se había preparado durante dos semanas atrás para el encuentro con el granjero romántico,  y ahora iba con prisas, improvisando y leyéndose a toda máquina "The Manual". 

Fue por eso que, imitando a su man, lanzó una miradita de soslayo a una cámara, la que fuese, muy seductora, muy erótika, casi porno (lo que fuese eso del porno, que nunca vio ni cató película o videos cochinos, al infierno y a la hoguera con todos ellos, grabaciones y actores). Y en voz bajita, ingenua, infantiloide, mismamente ella, suficiente alto que la pillase el audio. -Estoy deseando que babosees otros labios, tontín.

Y toda ruborizada y roja por enésima vez, se sentó bien sentada,  recta la espalda, con estilo, el culo molón recolocado sobre su asiento, que las braguitas se le metían dentro,  sobre su caballo, porque lo que era de Él era de Ella, fijo, acarició el cabezón de Felipe, y agarró con energía las riendas. No era su regalo. Una sorpresa, no quiso preguntar, las sorpresas son sorpresas. Y viendo de Atila, iba a ser la hostia. Uys! Perdón. Apartándose mechones de cabello sudorosos de la cara, se santiguó. Amazona liberal, altiva, mentón hacia delante, arrogante, ojos de fiera salvaje de las llanuras africanas. –Como que no me acabo de sentar bien, no se- Toda inocente simuló asentarse bien, buscando la posición adecuada, meneando el culete, todo con la intención de darle un masajito al bollicao enorme de su semental, de SU semental. -¿Vas bien, amor? –madre de dios, creo que voy a dejar un rio en la silla.

Entonces, se giró, según indicaciones, la publicidad, el sponsor manda

 

Y venga, en marcha, al paso. Con esas manazas cerca de su caldera en ebullición.- Pues que te cuento…A ver…Soy profe de música, toco varios instrumentos, también canto. ¿Quieres que te cante alguna canción? Me gusta cocinar, estoy en forma, madrugadora si es necesario. –Levantó un poco el culito y le propinó algunos golpecitos a ese miembro esplendoroso, no era ella, es que se adaptaba al movimiento del corcel. Sonriendo y winkeando a la cámara- Tengo mascotas, me gustan los animalitos. Soy alegre, optimista, y muy religiosa, eso es verdad. Voy a misa casi cada día. Creo en Dios Padre sobre todas las cosas.-se recostó sobre el torso desnudo de SU hombre- Pero también es verdad, mi Atilita, que me parece haber vivido dentro de la cáscara de un huevo toda mi vida. Estoy descubriendo muchas cosas en este programa de las que no tenía ni idea. Una nueva mujer nace en mí. Y me da un poco de mieditis. Menos mal que estás conmigo. Me transmites seguridad, fuerza, poder. ¿Y qué aficiones tienes tú?

Se mordió los labios para contenerse y no decirle que metiese ya la mano en la charca de su entrepierna. Pero no aguantó mucho, la carne es débil, y la suya cocinada a fuego lento estaba a punto en su jugo. Ivonne la monja debía sacudirse de encima la opción romántica, y cuanto antes mejor, que no fuese se le escapase este semidios. Toda serena, le preguntó, dramatizando para los millones de telespectadores pajilleros y pajilleras que los admiraban y envidiaban ahora mismo. No aparecía en el Manual. Voy a ser creativa- Oye, Atila, hombre entre los hombres…no se cómo plantearte esto…ehm…¿cuándo me vas a comer el donut? Se me está derritiendo. ¿Estoy siendo muy atrevida? –rezó intensamente, cerró los ojos muy intensamente, oró deseando no haberla cagado.  Pero la verdad es que no fue tan osa ni osada para decirlo en voz alta. Todo estaba en su cabeza. Lo que sí hizo fue girarse un segundo, y ofrecerle a Atila una mirada de lo más seductora que hubiese visto en su vida (practicó mucho mucho la noche anterior frente al espejo)

Para luego ronronear con sus deditos en el dorso de una de las manos del tipo duradex, y la llevó, así como quien no quiere la cosa, al ojo de su huracán, por el interior de la cintura de sus pantalones. Aunque dignísima, sonriendo al frente , a los lados, una lady Godiva del siglo XXI, a los toros, a las vacas, caballos y yeguas que relinchaban gozosos al paso de los dos hermosos ejemplares humanos. Riendo coqueta y glamourosa, para todo el mundo mundial pegado con su lengua a las pantallas de cualquier tipo de artilugio infernal de la era moderna.  

 

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06/03/2020, 18:13
E. Atila Johnson

¿Cómo se hace para tocarle el culo a una mujer cuando está sentada? Claramente, no podía. Porque estaba sentada. Así que las manos de Atila, libre y automáticamente, tocaron lo más parecido a un culo que encontraron: los dos pechos bien firmes y apretados. No era lo mismo a través de la camisa, claro. Pero en su mente las tenía bien presentes.

Guiño seductor a la cámara. Philippe estaba todo ufano, sabiendo que su dueño en cualquier momento ensartaba a la nueva nena. Y Atila iba con cara seria e interesante; mirada ardiente y profunda; sonrisa satisfecha en plan “he triunfado”. Que ya lo sabía desde antes de conocer a Ivonne, claro, porque él era así. Irresistible.

Como que necesitan que los baboseen. Que te huelo desde aquí el perfume, nena —le respondió, comiéndole la oreja un poco. Literalmente. Bueno, literalmente no, qué violencia. Pero le pegó unos mordisquitos y luego bajó por el cuello. Mientras, miraba a la cámara y alzaba una ceja. “Sí, nenas. Todo esto lo podríais tener con Atila”, parecía querer decir. Guiño seductor—. Si nos casamos, la dieta del donut la llevaré a rajatabla.

Mientras recibía un masaje en la zona bollical, Atila sonreía con los ojos cerrados. Yeah. Esto se ponía cada vez más caliente. Sobre todo, él. Notaba las cámaras derritiéndose. Lo cual era preocupante. Si las cámaras se derretían, nadie podría disfrutar de toda esa sensualidad. ¿Cómo iba a vivir la gente, entonces? ¿Debería dejar de ser tan sexy? JAJA NO.

Yo siempre voy bien con una mujer como tú apoyada en mi.. pecho —PAQUETE. Quería decir “paquete”, por si no lo habíais entendido. Y venga a masajear esos muslámenes. No iba tan lento desde… nunca. Joder, con el tiempo que le estaba llevando la seducción podría haberle echado ya cuatro o cinco polvos. Guiño seductor a la cámara. A Ivonne no podía ahora mismo lanzarle un guiño a menos que le girara el cuello 180º. Pero eso la mataría. Y él solo era defensor de la muerte por kiki.

Podría parecer que Atila era solo físico. Que iba a lo que iba (casquete, de nuevo por si no lo habíais entendido) y que no escuchaba a las nenas. Pues os equivocáis. ¿Creíais que toda la población femenina de Santa Rosa lo deseaba solo por su enorme bollicao? A ver, el bollicao ayuda. Pero también porque es un tío hecho para satisfacer a las mujeres en todos los aspectos. Y deberían darle un premio por poder escuchar atentamente todo lo que le contó cuando estaba más tieso que el palo de una bandera.

Me encantaría que cantases algo, nena —Joder. A ver si ahora se ponía a cantar alguna letra sobre los santos o Jesucristo. Se le iba a bajar todo el calentón. Es broma, eso es imposible. Pero la audiencia iba a bajar fijo. Y, entonces, Atila iba a tener que sacar toda la artillería pesada para remontar. Sí, me refiero a su trabuco. De vez en cuando, emitía un “Mmmmmm”, cuando notaba el culito de Ivonne. Y, por supuesto, guiñaba seductoramente a la cámara.

Atila hizo ademán de quitarse la camiseta. Mierda. No la llevaba puesta. Mierda. Se la había dejado en los establos. Con lo que le gustaba a él ponérsela para luego quitársela seductoramente. Un fallo de pecado mortal. En fin…

Nena, si no me lo dices, yo no me habría dado cuenta. Por cómo te has comportado durante la cita, pareces experta en todo —Pronunció “todo” con un toque sensual. Y luego se mordió el labio inferior y guiño seductoramente—. Habría pensado que pocas cosas tengo que enseñarte. Pero ¿qué miedos tienes? —A que Atila la empale, fijo. Por mucho que hubiera toqueteado o montado a ese tal Tobías, nada podía compararse con él.

Atila miró al horizonte, filosófico, pensativo, como si la pregunta de Ivonne entrañara todos los misterios del universo, y esperó unos segundos antes de responder.

Mi granja es mi vida. Pasó aquí la mayor parte del tiempo, con mis animales, mi huerto Oooooh, qué hombre tan trabajador, tendrían que estar diciendo todas sus fans con un suspiro. Con un mano, señaló a todo lo que los rodeaba. Luego aprovechó para meter esa mano por debajo de la camiseta de Ivonne. Así, como quien no quiere la cosa. Pero quería, quería. Primero el ombliguillo—. En el instituto jugaba a fútbol americano y aún hecho algún partido. Y me gusta… Ivonne, no tengo por qué mentirte. Eres una mujer moderna. Satisfacer a mujeres es una de mis grandes aficiones —Se lo decía a Ivonne, pero mirando a la cámara. Qué picarón. Besos en el cuello, mano subiendo hacia los cuernitos que le había mostrado antes. Oh, yeah—. Podría decirse que me he estado preparando para el momento de casarme, para que mi esposa no tuviera ningún tipo de carencia —Dios, lo estaba petando. Como ya he dicho, era un milagro que Atila estuviera aguantando tanto; pero más que Ivonne no se despelotara ahí mismo y le pidiera una camada de hijos pero ya—. ¿Y tú, Ivonne? ¿Has estado con muchos hombres?

Hacía tiempo que habían llegado ya a los campos. A ver, que estaban a diez metros de su casa. Pero el paseo a caballo quedaba de vicio en cámara. Así que Philippe iba dando vueltas entre mazorcas y alfafa.

Mientras su pretendienta estaba perdida en sus pensamientos (probablemente se estaba imaginando a Atila sobre ella, o a Atila desnudo integral, o a Atila comiéndole el donut, o cualquier otra cochinada con Atila), él seguía toqueteando satisfecho y guiñando a la cámara. Y, de repente, la ansias de Ivonne ya no aguantó más. Lógico, porque es que después de tanto frota que te frota…

Claro, con las piernas bien abiertas sobre el caballo y lo ajustado que llevaba sus pantalones, los dedazos de Atila no cabían muy bien por ahí. De hecho, no cabían nada. Apenas logró llegar a las bragas. Así que le desabrochó el botón y le bajó la cremallera. Oh, yeah. Ahora sí que sí. Se deslizó por debajo de las braguitas hasta llegar a terreno vedado. Venga, dale, al hoyo. Qué empantanado estaba, coño. Nunca mejor dicho. Había entrado deslizándose y casi se pasaba y llegaba al otro lado.

Dime, nena, ¿qué es lo que más te ha gustado de mi granja? —preguntó, como si ahora mismo sus dedos no estuvieran dándose un bañito en el glaseado de Ivonne. Guiño muy seductor a la cámara. Aunque, si el cámara sabía hacer su trabajo, probablemente estuviera con un primer plano de la cara de la pretendienta.

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07/03/2020, 09:52
Ivonne Mary

-Claro, cariño. Atento, que te voy a enamorar del todo con mi voz.

 

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07/03/2020, 16:46
E. Atila Johnson

Claro, soy todo oídos. Demuéstrame cómo usas esa garganta —respondió Atila, to seductor, como de costumbre. Se sentía como en un videoclip en el que él era el protagonista, claro. O en un anuncio de colonia. En el que él era el protagonista también, claro.

El machote alfa no era solamente un cuerpo serrano del deseo. Era un tío avispado, aunque no lo parezca, que pilló la indirecta de la canción. Así que, cuando terminó la serenata, le dijo:

Ivonne, ¿qué concepto tienes de mí? ¿Crees que yo me casaría contigo solamente porque fueras guapa o joven? ¿O que nuestra atracción sex-timental iba a desaparecer con los años y las arrugas? —negó, mirando al infinito con su mirada profunda que ponía cada vez que quería hacerse el interesante ante las cámaras—. No, nena. Si aquí hubiera llegado una mujer con verrugas, la mitad de los dientes rotos, bigote más grande que el de mi padre y de 50, 60 o 70 años, créeme que también le estaría sobando el donut con todo el gustazo del mundo —le aseguró con vehemencia. Y guiñando un ojo a la cámara, obviamente—. Vale, sí, tal vez no me casaría con ella, pero solo porque mi abuela quiere bisnietos y a esas edades… Pero no dudes ni por un momento que cuando a mi yegua le lleguen las tetas al suelo, se le caiga el pelo, y la cara y el donut se le queden como una pasa… yo la seguiría montando con tanta pasión como el primer día.

No mentía. Las feuchas y las maduritas (maduritas por ser generoso, que algunas estaban ya con la caducidad al límite) podían corroborar su historia. No había en Santa Rosa agujero femenino mayor de edad que Atila no hubiera catado con entusiasmo y sin hacer ascos ni distinciones.

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08/03/2020, 12:14
Ivonne Mary

 

A Ivonne le tamborileaban en la cabeza las eneñanzas de Miley. “Tienes que conseguir que te coma el donut. Y tú a él todo el mondongo. Y luego te pones a cuatro patas, mostrando un primer plano de ti en pompa, y que entierre bien profundo su bollicao en tu taza de té con miel. Todo así muy lúbrico, húmedo, lascivo. Que se quede con tu olor de perra en celo en las narices y no se le quite ni cona guarrás. ¿Te enteras, Ivy? Borra esa cara de lela, ¡Ah,! Y saca mucho la lengua, así, todo lo que puedas y más”. 

 

Esto no lo veía claro la devota pianista. El Manual explicaba que mejor dejase caliente a su  hombre y luego ya en la segunda se vería. Tocamientos, comprobar el material. Eso el material, que ella había notado solo de manera parcial, fugaz, el medio kilo de chuletón sabrosón. ¿Y cómo resistirse? Con sus enormes manos en sus tetitas de pitones igual que alabardas, que como se encontrasen con una vaquita ella misma la corneaba.

-Me haces sudar. –Como si tuviese que darle detalles. Eres tonta del culo, Ivonne. Muy tonta. Calla.Logró una vez más sobreponerse, seguro que por el Agua del Carmen, que la relajaba. –¿Qué tal vas, ahí detrás? –otro saltito al compás del paso deFelipe. Y otro más, que le estaba molando esto de frotar suavesito el trasto de su caballero con su pompis. -No sabía que fueses tan fogoso. El señor Bene me tomó el pelo, me dijo que solo ibas a lo tuyo, y que las mujeres solo para limpiar la cacota del granero. Que te iban más las vacas y las gallinas. ¡Qué mentiroso! Se le caerán los dientes. O la pilila.

Se sentía bien, sobre el caballo, arrimándose con el culito y dejando que su Man le sobara las tetas y los muslos.  -Qué buena pareja hacemos, ¿verdad? Estoy encantadísima. Hablas tan sexy, me adulas, con esa voz de Hombre Hombre, que pareces un auténtico patriarca bíblico. Me podría confeccionar un vestido con tus palabras. ¡qué digo un vestido! Unas braguitas con cada letra que pronuncia esa boquita deliciosa. A T I L A , me las voy a bordar en el interior de los sujetadores. Porque sabes, Contigo No tengo Miedo a Nada. Casi.

Entonces ya que sí guiñó al mundo, unos cuantos winks, una sonrisa deslumbrante, enmarcada por un rostro ovalado angelical, y esos ojos rezumaban dulzura y bondad. Sí, Ivonne, se decía a sí misma, es que los estás dejando flipados. Corres el riesgo de terminar en el infierno, pero al menos con tu granjero Alfa. Vale la pena correr el riesgo.

Y yo soy una mujer arriesgada. Por eso le confesó- Solo con uno, Tobías. Un buen chico. Hace unos años. Lo siento mucho. -Dijo apesadumbrada, sin dejar claro si lo sentía porque solo fue uno o por el pecado mortal cometido. Y luego le cantó. Una canción Nacida del corazón. Improvisada. Desentonó en algún momento, claro, es que tenía la yema de los dedos de él, nadando en su gelatina de caramelo derretida. Entrecerró los ojos y se liberó al gustirrinín que le estaba metiendo. Ofreciendo.

-Ay, uyuyuyuy, qué gustito más rico. Lo que tú digas- respondió a todo eso de las maduritas y las verrugas, sin enterarse mucho, solo de la parte final.- No seas grosero, no me llames yegua de tetas en el suelo. Yegua, vale, vieja, no. Ayyuy- Hubo otro saltito y un dedito se le coló adentrito.- Eres un malote.

Se dejó ya caer del todo la cabeza en su pecho,

 

cerrando los ojos, buenooooo, con uno semiabierto hacia las cámaras, las de arriba,  y gozando de las atenciones del Goloso. Debía actuar ella también, que viese que no era la mojigata que todos creían. Que sí, que lo era, pero hay que disimular, mujer. Y componiendo una cara de lo que suponía lascivia y lujuria, na de sus manos se fue hacia atrás, bajó cremallera del pantalón lo mismo que él, que para eso iba a ser su mujer, y lo que él hiciese, ella también, sumergiendo sus finos y dedos hábiles en terreno inexplorado para Ivonne.

Y tocó. Palmó. Y no lograba abarcarla con la mano entera. Ay Dios de mi vida y de mi Corazon. -Creo que ya se lo que más me va a gustar de tu granja, semental mío. Que tengo mieditis, vale, pero muchas ganitas. Ayuyyuii…Tú no saques tu mano de ahí…Y ella apretó un poquito, deslizándose por ese tobogán sin fin hasta casi tocar los huevos de oro. De toro. OMG!

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08/03/2020, 14:44
E. Atila Johnson

Atila estaba esperando que en cualquier momento saliera el sieso inglés a cortarles el rollo. Por eso del tema infantil. Si no habían dejado a sus amigos seguir con la fiesta, una fiesta de lo más normal e inocente, nada de porno, solo unos jóvenes refrotándose un pelín, mucho menos dejaría que esos dos acabaran en un desenfreno sexual. Pero Benedict no aparecía por ningún lado. Eso es porque al cabrón le gusta lo que ve. ¿A quién no?

Voy bien empinado. Con una mujer como tú entre mis piernas… —Guiño seductor a la cámara. Atila soltó una pequeña risa al escuchar la definición que Benedict había hecho de él—. No, nena. Tú serías mucho más que una simple limpiadora de excrementos. Probablemente lo haya dicho porque siente envidia de mí. No le culpo, no es el único —Pero Atila llevaba bien esa envidia. Mientras que los hombres que no lo conocían echaban pestes sobre él, las mujeres que lo habían catado y bien catado solo hablaban maravillas. ¿Qué tenía él que temer? Por favor, seamos serios.

Con cada elogio que Ivonne le decía, su orgullo iba siendo más grande. Y, quien dice el orgullo, dice el tronco de secuoya que tenía en los pantalones. Si había algo que le gustara más que el truku-truku con una nena en el granero, era que lo alabaran. JAJAJA Mentira, nada le gustaba más que un buen meneo. Pero se acercaba.

¿Sabes con qué más te puedes hacer un vestido? —preguntó. Y, respondiendo a su propia pregunta, le lamió el cuello. Pero no en plan asqueroso con muchas babas, sino seductoramente. O sea, Atila-style. Lo del patriarca bíblico no sabía si le gustaba. En fin, esa gente no destacaba por su fornicio. Y mucho menos por fornicar como es debido. Pero la pobre debía estar delirando de placer y no sabía ni lo que decía. Ese era el Atila-Effect. Guiño seductor a la cámara.

No lo sientas, nena. Hubieras estado con cien o con ninguno, el resultado sería el mismo: Lo que una mujer siente conmigo no lo ha sentido nunca con otro hombre. Algunas de mis ex… —Qué generoso era con la palabra. “Ex”, como si se hubiera tratado de una relación de mayor duración a 12 horas. Sí, 12 horas. Eso era lo que aguantaba. Y no me refiero a lo que aguantaba él, sino hasta que la nena caía rendida. Yeah. ¿Por dónde íbamos? Ah, ya—. Algunas de ellas afirman que, al estar conmigo, se sentían vírgenes de nuevo. Para mí el feedback es muy importante, así que ya me dirás qué opinas tú cuando… —Le dio un par de cornadas suaves con su cadera. Nunca había recibido una mala opinión.  Guiño seductor a la cámara.

Sí, pues claro que Ivonne sentía gustito. Como si no lo notara Atila ya, que tenía los dedos encharcados, a punto de ahogarse en un mar de efluvios femeninos. Para la siguiente cita debería venirse sin bragas, porque ahora se iba a marchar con una humedad enorme entre las piernas que no podía ser cómoda, la pobre.

¿Sí, nena? ¿Te gusta esto? Ya verás el día que meta algo más grande que un dedo —Era el rey de los comentarios sexys durante el placer. Sabía darle un toque sensual y suave a la par que agresivo que hacía que las nenas se pusieran a cuatro patas de solo escucharlo.

Guiño seductor a la cámara, a la que Atila miraba con cara de “Sí, ¿qué pasa? Soy un malote”. Un malote de esos que ninguna madre quiere como yerno, porque lo quiere como amante propio. De esos que sabes que ha estado con tantas mujeres que revienta las estadísticas, pero no puedes evitar enamorarte porque ¡OH DIOS CÓMO ESTÁ!

Yeah, Ivonne ya estaba bizqueando, eso era buena señal. Lo que no consiguiera él con una mujer…

Atila sonrió, sintiéndose como un puto campeón, cuando Ivonne le bajó la cremallera.

Se habría sentido más sorprendido por la flexibilidad del brazo de la pretendienta, de no ser porque estaba deseando ver cómo reaccionaba cuando notara lo que guardaba dentro. Que a duras penas conseguía guardar, por eso Espartaco no tardó en liberarse casi por completo hasta de los propios gallumbos en cuanto notó una vía de escape. No sabía cuánto se vería en la cámara con Ivonne delante, tapándolo (JAJAJA TAPÁNDOLO, como si eso fuera fácil) pero estaría bien que todas sus fans pudieran tener un pequeño trailer del gran largometraje con el que Dios le había obsequiado.

Lo que Ivonne sintió fue que aquello no podía ser humano. Imposible. Sin embargo, así era. Y todo natural, no como esos que se compran mierdas de la teletienda para alargarse el bollicao. Aparatos muy populares en Santa Rosa, entre hombres que intentaban llegar a la altura de Atila, intentos todos con desastrosos resultados. Porque nadie podía llegar a su altura. Perdón, a su largura y anchura.

Ya ni guiños ni hostias. Atila ya no podía abrir los ojos para cerrarlos seductoramente—. Oh, nena, sí… Se te da mucho mejor conmigo que con las vacas —Las mujeres salían de su granero no solo exhaustas por el culmen de placer sentido, sino orgullosas de sí mismas porque Atila les hacía saber lo buenas que eran ellas también. Y a veces era cierto y todo. Como en este caso. Debía de ser los años sujetando cirios en las iglesias o vete tú a saber qué, pero Ivonne sabía lo que hacía.

Nena, no pensaba sacarla de ahí hasta, uf, hasta que no escuche música celestial saliendo de tus labios. Mmmm… Si no necesitara mis manos para traba-ah-jar, las tendría metidas en donuts… en tu donut, solo en el tuyo, toda la vida —Uy, lo que casi dijo. Es que tenía la cabeza muy ida. De esto que ya dejas de pensar, que se te va toda la sangre al sargento de mando y dices cosas que no quieres.

Aceleró su ritmo dáctil. La cita no iba a tardar en culminar. Y NI UNA SOLA MUJER SE QUEDABA A MEDIAS EN SU CASA. Él no iba a terminar tan fácilmente en dos minutejos, ya he dicho que, si se lo proponía, podía aguantar all night long. Pero no pasaba nada. Él era un tío generoso que ponía el placer femenino por delante incluso del suyo, un puto héroe sexual. Ivonne iba a salir de ahí con las piernas temblando, taquicárdica y completamente extasiada. Por sus huevos, que justo ahora estaban recibiendo cariñito de la pretendienta. Él ya se tocaría un poco cuando fuera al baño en el intermedio entre citas.

Claro, mientras tanto la dejó deslizarse por la barra de bomberos. Quiero decir, una cosa es que sea generoso y otra que sea gilipollas.

Dedo p’arriba, dedo p’abajo, dedo p’al centro y dedo p’adentro. Y, con la otra mano, le daba un sensual masaje por debajo de la camiseta. Así se pasó Atila un tiempo no demasiado largo, porque la nena ya estaba a puntito de caramelo cuando se subió a Philippe. Hasta que, por su respiración, se hizo evidente que Ivonne ya estaba en plena exaltación, como si de Santa Teresa con su éxtasis se tratara. A ver si la cámara la pillaba bien-bien, que ese plano de una mujer disfrutando a manos de Atila era oro puro.

No te preocupes por mí, nena. Tengo suficiente con ver tu cara ahora mismo —le dijo cuando terminó. Apartó la mano de Ivonne de Espartaco, al cual volvió a enfundar, con cierta dificultad, dentro de sus pantalones. Guiño seductor a la cámara mientras se bajaba del caballo y ayudaba a bajar a Ivonne.

Espero que lo hayas pasado bien. Estoy deseando tener nuestra próxima cita —Justo entonces recordó que tenía pensado ponerla a recoger mazorcas de maíz y a hacerle un test para ver si sabía diferenciar variedades. Bueno, para eso había una segunda oportunidad.

La cogió con una mano de la cabeza y con la otra del trasero, y le pegó un buen morreo de despedida, arrimando cebolleta. Cebollón, más bien.

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08/03/2020, 21:11
Ivonne Mary

Se bajó de Felipe. Bueno, el semidiós aquel , El Thor de sus sueños la ayudó a apearse. Del caballo y de su orgasmo.

Roja como Marte. Acalorada como el Infierno. Despeinada como la locadelcoño. Se tambaleó y no se dio la gran leche porque él la sostuvo en sus brazos hercúleos. La cara de boba que se le quedó, se giró hacia la cámara. -Pfffff- Soltó una carcajada.

-Ay, Por todos los Santos y todos los Sacramentos y la Madre de Dios, Virgencita mía, qué pasada, Atila, ha sido mejor que cuanto te estás meando y al fin sueltas el río. Qué bueno! ¿No se puede repetir, porfa, porfa?

Se dio una vuelta sobre sí misma, bailando y danzando.- Pero , ¿y tú? ¿Estás seguro que no necesitas nada? No puedo dejarte así, seria una criminal, ¿te hago una masajito rapidito, sin las cámaras? Antes de la otra cita.- Ivonne estaba lanzadísima, como una lanzadera espacia. Hasta la Luna y más Allá. Perdió toda la vergüenza.

No podía ser, qué injusto. -No es justo, no es justo, pobre Atila! ¡El Martillo de Thor necesita de mi Amor! - se puso a gritar y enseñar el dedo a las cámaras.- Os castigaré Dios. No se deja así a un hombre. Es muy malo. -Malo y que luego llegaba la otra cita, y como tenía de excitado a Atila la otra pillaba en dos minutas. Pues que caca.

Se puso a lloriquear. A saber si porque quería más deditos, más tocamientos, por darle mucho placer rico a él, o por la zorra que venía después con todo el trabajo hecho. Pero lloró, eso sí. Un poquito patético, pero a lo mejor con suerte las espectadores empatizaban con ella.

 

Pero le había dicho toda la vida. Madre de Dios. Lo tenía conquistado. O no. O era una broma. Ay, Ivonne, qué nervios, me muerooo.- No juegues así conmigo, que soy muy sensiblera. Me lo creo todo. - ni guiño a la cámara ni mierdas. Solo veía los ojos de él, solo sentía su dedo muy adentro de su debut, y su Gran Misterio en su mano. Se la miró. La mano, ¿tenía que lavársela o nunca ya más?  Menudo souvenir.

Qué dilema. Si se tocaba, podría hacerlo con esos deditos. Casi como si fuese él. Se relamió los labios lúbricamente hacia la cámara de la izquierda. “mujeres del mundo, esta es la mano que tocó a Dios” - Y la agitó delante de todas las chicas que la envidiarían y la odiaría y amarían.

Entonces la besó, le apretujó el donete, se la merendó. Ella devoró sus labios como si fuese una crepe de chocolate y plátano. Eso mismo, pensando en su plátano. Y, como siempre, si él acariciaba y tocaba, su mujer también. Así que  le metió mano en el paquete bien metida, a gusto y con alevosía y muchas ganas de semejante Manubrio.

-Te tengo presente en mis rezos. Encenderé una vela rogando por nuestro amor. Contarñe los minutos,¡los segundos! que quedan para la próxima cita! Amor Mío!!!

 

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09/03/2020, 00:03
• Granjero Busca Esposa •

Escena finalizada

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15/03/2020, 16:28
• Granjero Busca Esposa •

DIA 2

 

Segundo dia en la granja alfa. A menos de 24 horas de la decisión final.

 

 

Notas de juego

Roleo libre. El granjero se encarga de tomar las riendas de la escena :P

El equipo de cámaras les persiguen allí donde vayan. Si no ven cámaras no importa, igualmente las hay, y micros por todas partes. No dudéis de la profesionalidad de James Cameron.

La cita durará aproximadamente unos 20 minutos on-rol. Tenéis una semana entera para rolear. Los findes no es obligatorio postear, entre semana si. La cita concluirá el 22 de marzo a las 23:59 horas.