Partida Rol por web

http://www.youtube.com/watch?v=zCNHVMIYqiA

El día uno de Septiembre ha llegado y con él cientos de jóvenes magos y brujas se concentran en el andén nueve y tres cuartos para subir al tren express que les llevará a la escuela Hogwarts de Magia y Hechicería.

Es un momento de reencuentros y de decir adiós a la familia. Madres que intentan no llorar ante la marcha de sus hijos, padres que saludan sin descanso con la mano, hermanos pequeños que observan con envidia la marcha de sus mayores hacia un nuevo curso en Hogwarts, un lugar mágico en más de un sentido.

Kaitlin sube al tren acompañada por su hermano pequeño- quien empezará este año- y por su hermana gemela Deidre que no le ha dirigido la palabra en todo el trayecto hasta allí y la única vez que abre la boca es para dirigirse a Patrick con un tono exigente y orgulloso en forma de advertencia.

Deidre:- Más te vale entrar en Slytherin, Patrick, o sino serás un perdedor. Y no acepto perdedores en mi círculo.- la última frase la ha dicho mirándote a ti. Esa es su despedida para su hermana gemela. Un comentario despectivo y una medio sonrisa burlona antes de marcharse tras ver a Oliver al fondo, cerca del compartimento que Slytherin suele utilizar todos los años.- ¡Espero que disfrutes este año, hermanita!

Patrick te mira con preocupación, quizás esperando alguna palabra que le haga sentir menos preocupado.

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El día uno de Septiembre ha llegado y con él cientos de jóvenes magos y brujas se concentran en el andén nueve y tres cuartos para subir al tren express que les llevará a la escuela Hogwarts de Magia y Hechicería.

Es un momento de reencuentros y de decir adiós a la familia. Madres que intentan no llorar ante la marcha de sus hijos, padres que saludan sin descanso con la mano, hermanos pequeños que observan con envidia la marcha de sus mayores hacia un nuevo curso en Hogwarts, un lugar mágico en más de un sentido.

Oliver y Carrie han venido juntos. Quizás porque los padres de ambos tienen el mismo interés en mantener las apariencias, los del chico decidieron que era una buena idea era traer a la joven Carrie en una limusina alquilada junto a su hijo. Las apariencias siempre han sido importantes para los Carrow y ahora más que nunca necesitan ser ese centro de atención que diga "a pesar de los acontecimientos recientes, nosotros nunca caeremos en la ruina" y es por eso que la limusina era el mejor medio de transporte para llevar a ambos jóvenes.

Así, como estrellas famosas salisteis del vehículo y recorrísteis toda la estación hasta desaparecer por la columna que daba al andén nueve y tres cuartos. No obstante la gran multitud de personas hizo que se perdieran, por lo que Oliver subió solo al tren justo en el momento en que Deidre, tan hermosa como siempre, se alejaba de Kaitlin y el pequeño Patrick y acercándose a él mostrando una preciosa y siempre peligrosa sonrisa.

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El día uno de Septiembre ha llegado y con él cientos de jóvenes magos y brujas se concentran en el andén nueve y tres cuartos para subir al tren express que les llevará a la escuela Hogwarts de Magia y Hechicería.

Es un momento de reencuentros y de decir adiós a la familia. Madres que intentan no llorar ante la marcha de sus hijos, padres que saludan sin descanso con la mano, hermanos pequeños que observan con envidia la marcha de sus mayores hacia un nuevo curso en Hogwarts, un lugar mágico en más de un sentido.

Oliver y Carrie han venido juntos. Quizás porque los padres de ambos tienen el mismo interés en mantener las apariencias, los del chico decidieron que era una buena idea traer a la joven Carrie en una limusina alquilada junto a su hijo pues ambos, por su estatus, merecían ser tratados como gente importante.

Así, sosteniendo la jaula de su mascota mágica Bigotitosdos, la joven salió acompañada del Carrow con ese aire de pasividad que acostumbraba, recorrió la estación con las miradas de los muggles y otros magos observándola y se perdió por la columna del andén nueve y tres cuartos. En cuanto puso un pie en el andén, Jackie y Victoria aparecieron como flechas y la separaron de Oliver.

Victoria cogió su baúl con una sonrisa amable y Jackie caminó al lado de Lewis.

Jackie:- Menuda entradita, ¿no? He oído a un par hablando de la limusina.

Victoria abre paso entre sonrisas y amabilidades aún cargada con los baules, por lo que entrais de las primeras en el tren y os encontrais con que el compartimento de los Slytherin está aún vacío, por lo que podéis elegir sitio sin problemas.

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El día uno de Septiembre ha llegado y con él cientos de jóvenes magos y brujas se concentran en el andén nueve y tres cuartos para subir al tren express que les llevará a la escuela Hogwarts de Magia y Hechicería.

Es un momento de reencuentros y de decir adiós a la familia. Madres que intentan no llorar ante la marcha de sus hijos, padres que saludan sin descanso con la mano, hermanos pequeños que observan con envidia la marcha de sus mayores hacia un nuevo curso en Hogwarts, un lugar mágico en más de un sentido.

A pesar de su habitual puntualidad, Eve ha tenido que echar una buena carrera para no perder el tren. Cargada con el baúl, la jaula de Kuu y ya vestida con las ropas de prefecta de la casa Ravenclaw entró a toda velocidad en el andén, esprintó y subió al tren en el último instante casi tropezando y chocando con alguien que la sujetó mejor. ¡Duncan!

- Hey, hey. Cuantas prisas, Eve.- te sonríe. Se ha cortado el pelo bastante este verano y parece algo más atlético.- ¿Qué tal estás? ¿Cómo fue el verano?

Te ayuda con el resto de cosas y las coloca en la zona de equipajes de un compartimento en el que de momento no había nadie.

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El día uno de Septiembre ha llegado y con él cientos de jóvenes magos y brujas se concentran en el andén nueve y tres cuartos para subir al tren express que les llevará a la escuela Hogwarts de Magia y Hechicería.

Es un momento de reencuentros y de decir adiós a la familia. Madres que intentan no llorar ante la marcha de sus hijos, padres que saludan sin descanso con la mano, hermanos pequeños que observan con envidia la marcha de sus mayores hacia un nuevo curso en Hogwarts, un lugar mágico en más de un sentido.

Acompañado por su mejor amigo, Kyle entra al tren una vez escucha el pitido de salida. Este año cursará sexto curso y ya puede considerarse unos de los más veteranos dentro de Hogwarts. Lejos quedan los días en que el nervioso de Kyle esperaba a ver en qué casa le seleccionaría el Sombrero y qué tal le iría con sus compañeros. Todo ha pasado, incluso los TIMO, por lo que sexto curso será un año más relajado. Al menos en apariencia.

Will:- ¡Mira, mira! Es Laura.- anuncia con disimulo.

Y es cierto, Laura, capitana de quidditch y ex de Kyle, se acerca a vosotros. Está tan guapa como siempre y llama la atención de muchos que la saludan.

Laura:- Hola, Kyle. Me alegra verte. ¿Qué tal fue el verano?

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El día uno de Septiembre ha llegado y con él cientos de jóvenes magos y brujas se concentran en el andén nueve y tres cuartos para subir al tren express que les llevará a la escuela Hogwarts de Magia y Hechicería.

Es un momento de reencuentros y de decir adiós a la familia. Madres que intentan no llorar ante la marcha de sus hijos, padres que saludan sin descanso con la mano, hermanos pequeños que observan con envidia la marcha de sus mayores hacia un nuevo curso en Hogwarts, un lugar mágico en más de un sentido.

Alto, atlético, bien vestido y con sus eternas gafas de sol que le provocan ese aire de chulería que tanto atrae a las adolescentes, Leonard avanzó por el pasillo del tren ante las miradas de las chicas de quinto y cuarto que ya estaban instaladas en sus compartimentos. Hubo un momento en que Laura, capitana del equipo de quidditch de Ravenclaw y él se encontraron en el pasillo y entonces ya no eran chicas solo las que le seguían. Laura atrae tantos chicos como él al sexo opuesto. Lo saludó escuetamente, pues parecía tener prisa y cada uno continuó su camino. Justo en la compuerta de subida al tren del medio vio a Kaitlin y su hermano pequeño, Patrick. Deidre ya estaba caminando hacia Oliver, al fondo del tren.

Kaitlin aún no te ha visto.

No podía creer estar dando este ejemplo. Tarde, casi perdiendo el tren, entrando a trompicones y golpeando a la gente. Qué gran prefecta era yo. Sin embargo, al escuchar la familiar voz de Duncan, una sonrisa afloró en mi rostro.

- Oh Duncan, lo siento muchísimo. - me disculpé mientras levantaba la vista - Tenía tantas cosas que traer conmigo que tuve que hacer varios viajes con los polvos flu, la chimenea de los Hightower no es tan grande. 

Aunque habían sido mi familia de acogida durante ya 5 veranos, no eran mis padres adoptivos ni lo serían. Además, el hecho de estudiar en un internado hacía difícil poder construir esa clase de relación con ellos. Eran personas amables y agradables, pero ni me consideraban su hija ni yo mis padres. Eran más cómo... tíos, tal vez. Y de cualquier modo, cuándo me graduase el año que viene, me debería mudar allá dónde el trabajo me llamase.

Ayudé a Duncan con mi propio equipaje (aunque fuera algo irónico) antes de sentarme con él en el compartimento vacío y poder charlar.

- Bueno, ya sabes. Muchos libros, muchos hechizos, algunos experimentos... Aunque mira. - Abrí el pequeño transportín enganchado al baúl (con magia, no me arriesgaba a que se cayese) y dejé salir a la pequeña gatita que se había convertido en mi leal compañera - Se llama Bikkel.

Dejé que la gata investigase el vagón y a Duncan. Los gatos son animales que ahcen las cosas cómo y cuándo quieren, así que debes dejarles hacer. 

- Ah y... - de repente sentí una vergüenza extraña ante lo que quería decir. ¿Cómo se lo tomaría? ¿Se reiría de mí? Doña empollona sin hobbies quería entrar en el equipo de Quidditch. - Si se abren plazas en el equipo, de Quidditch, claro... Me gustaría entrar. Quiero decir, probar de entrar. Cazadora o golpeadora...

Primer día, primera novedad. La ida en la limusina de los Carrow no dejaba de ser una sorpresa agradable puesto que su padre se había negado desde un principio al uso de objetos muggles, ni que estos fueran manipulados mágicamente. Distraída, apenas habló con su compañero de curso, mientras observaba por la ventana como los "velhículos" se apartaban provocando una extraña distorsión en el espacio. Tuvo que contener las ganas de aplaudir maravillada cuando uno de esos "velhículos" enormes repleto de ancianos se aplastaba a una velocidad trepidante al pasar por su lado a la par que le preguntaba sin parar al chófer por las consecuencias de eso.

La experiencia le hizo llegar al andén 9 y _3/4 con una sonrisa soñadora en su cara, imaginando las posibilidades de conducir ¿o era volar? en un "velhículo" así por el Londres muggle. Y el mágico, hay tantas cosas que podría hacer, tan divertidas...

Su expresión pronto se tornó seria al ver que era ella misma la que tenía que llevar su equipaje, algo a lo que, definitivamente, no estaba acostumbrada. Chasqueó la lengua con desaprobación. Tendría que haber traído a Ping Pong, él se habría encargado de esto. Por suerte, en su minucioso escudriño, sus ojos se posaron en Victoria, a la que miró con las cejas ligeramente fruncidas, a lo que la rubia no tardó en aparecer y cumplir con sus funciones.

- Gracias, Vicky - dijo a la par que le dirigía una leve y dulce sonrisa a la chica. No de agradecimiento, por supuesto, era simplemente un gesto estudiado y enigmático que, por su experiencia, sabía que iba a sacar de quicio a la slytherin, algo que se tendría que esforzar en reprimir.

Pronto apareció una de las pocas personas a las que se alegraba de verdad de ver: a Jackie.

- Oh, Jackie - le dio un beso desapasionado en la mejilla, como acostumbraban a hacer, y se separó, aunque no demasiado pues Carrie no solía respetar el espacio personal -. Qué lástima que este verano no pudieras venir - comentó haciendo un puchero.

Sin siquiera despedirse de Oliver, se marchó con sus dos compañeras de slytherin rumbo a su compartimento.

- Lo sé, lo sé. Tampoco te creas que me lo he pasado muy bien.- camina a tu lado con las manos en los bolsillos de la cazadora de cuero- Estuve con Jack y sus padres todo el tiempo. Que si cenas, comidas, fiestas aburridas... pero bueno, te compensaré por ello. ¡Eh! ¡Vic! Cuidado con la jaula de Bigotitosdos.

Justo avisa en el momento en que la jaula choca contra la pared del vagón y Victoria se esfuerza por aparentar amabilidad y despiste cuando realmente en su interior no hace más que imaginar situaciones divertidas en las que vosotras dos sois sus esclavas y hace con vosotras lo que quiere.

Victoria:- ¡Entendido! Gracias por avisar.

Jackie niega con la cabeza pero no dice nada más. Espera a que te sientes para hacer lo mismo a tu lado mientras Victoria se esfuerza manualmente en colocar los equipajes en su sitio.

Jackie:- ¿Qué tal te fue el verano? ¿Has enseñado a Ping Pong algún truco nuevo?

Duncan sonríe y se inclina hacia adelante para ver más de cerca al gato, extendiendo una mano para acariciarle si es que el gato se queda quieto un momento.

- Es muy bonito. Hola pequeño Bikkel. ¿Cómo estás?

De un salto el gato salta a su regazo, provocando que Duncan se eche hacia atrás con rapidez antes de reirse, divertido, pues Bikkel se ha acomodado en sus piernas. Él te mira, sonriente, mientras acaricia al minino.

- Al parecer nos vamos a llevar bien.

Escucha el resto de tus palabras con atención y alza las cejas una vez que comentas lo del quidditch.

- ¿En serio? Laura es difícil de impresionar.- ¡No se lo ha tomado a broma! Al contrario, parece bastante interesado.- Entrenaremos juntos si quieres antes de las pruebas. ¿O prefieres lograrlo tú sola e impresionarnos a todos el día de la selección?

- Bonita y pequeña, en realidad. - le expliqué. El nombre era raro y suponía que "unisex", así que la confusión era comprensible.

Sonreí cuándo la pequeña gata se acomodó en su regazo, aún con una pequeña punzada de celos. Había aceptado que sólo podíamos ser amigos porque yo no estaba en su radar, pero no podía evitar seguir sintiendo cierta atracción. Además, el verano le había sentado tan bien... Despejé de mi mente esa clase de pensamientos mientras escuchaba su respuesta.

Aliviada por no ser el hazmerreir, me relajé un poco. Hasta Hogwarts no había estado en un colegio, pero había observado en el centro de la señora Green cómo funcionaban las "escalas sociales" de la juventud: Los empollones solían ser la mofa de los matones, los deportistas vivían en su propio mundo y no aceptaban al resto en su círculo, y los matones deportistas eran lo peor. En Hogwarts no era tan distinto. Tal vez era menos cruel que los peores barrios de Manchester, pero seguía habiendo círculos intraspasables. Suponía que yo había tenido la suerte de no quedarme encerrada en círculo de los empollones al hacer amistad con Kaitlin y conseguir llevarme bien con la mayoría, pero seguía pensando que muchos me veían como una debora-libros-acata-normas.

- Sí, Laura es exigente, pero es lo que la hace quién es. - ese era el rasgo más distintivo y el que más me gustaba de la capitana. Buscaba la perfección mediante el trabajo duro, cómo yo. En esta vida nada es un regalo. - Pero yo también tengo mi vena competitiva, ¿sabes? Y si tengo algo entre ceja y ceja...

Me quedé en silencio por unos segundos ante su propuesta. ¿Qué debía hacer? Tal vez era mi oportunidad de oro para impresionaros a todos, pero... ¿Y si fallaba por culpa del orgullo o el intentar demostrar algo? Sería demasiado humillante. Y, al fin y al cabo, entrenar con Duncan, a solas, tenía que ser de lo más agradable...

- Supongo que no me irían mal unos consejos del mejor jugador de nuestro equipo. - asentí finalmente.

-No le hagas caso, Patrick. Ya sabes como es... -las primeras palabras que pronuncio después de la intervención estelar de Deirdre van dirigidas a Patrick. Lleva todo el dia con lo mismo. Eso es lo que más odio de ella: su capacidad innata para amargarle a todo el mundo el primer día de colegio, sistemáticamente. Lleva siendo así años, y lo ha hecho con grandes, mayores y pequeños.

Ya de buena mañana comenzó a ponerle al pobre Patrick mal cuerpo, diciéndole que Hogwarts sería demasiado difícil para él, e intentando medrar su autoestima. Y ya de buena mañana había acabado enganchándome con ella, incluso antes de salir de casa, y diciéndole que se metiera en sus asuntos.

Por suerte, con mamá delante no se ha atrevido a hacer ni decir demasiado. Agradezco al menos que suela tener esa deferencia. Sin embargo, en cuanto nos hemos quedado a solas, ya ha comenzado a tirar puntillitas sobre mi condición de prefecta este año, y sobre los "perfecta" que soy. Y la cosa ha desembocado en aquel maravilloso comentario al pobre Patrick.

Le sonrío, tras dedicarle aquellas palabras de ánimo, y le paso una mano por el pelo, despeinándolo ligeramente, mientras me inclino ligeramente, para ponerme a su altura- Vayas donde vayas, será el sitio donde debes estar. Y harás grandes amigos y te lo pasarás genial, ya lo verás... -le tiendo mi mano, para que me siga por el pasillo- Anda, ven, busquemos un sitio para ti, antes de que el tren arranque... Yo tendré que ir al compartimento de prefectos, así que hasta que no arranque el tren no puedo ir a verte... - le explico, cariñosa, mientras camino con él, buscando un compartimento libre en el que pueda sentarse. - Pero no te preocupes, en cuanto pueda, te buscaré, ¿vale? - le sonrío, y entonces, deslizo una mano detras de su oreja, fingiendo una expresión de sorpresa- ¡Ahivá! ¡Mira! ¿Pero qué es eso? - digo, señalándolo, como si tuviera algo extraño encima- ¡Wow!

En cuanto mi mano reaparece de detrás de su oreja, hay una rana de chocolate en ella, que le tiendo, con la mejor de las sonrisas. Sé que normalmente no puede comprar muchas de ellas y decidi darle una sorpresa. Para que tenga un buen recuerdo del inicio de curso. - A ver si tienes suerte y este año por fin te cae el cromo de la rana Wendelin...

Y lo miro de reojo, con aire confidente, sabedora de que le habrá hecho ilusión. Desde que papá murió las cosas en casa no han estado para demasiados caprichos. Y a nadie le amarga un dulce...

Miro entonces a mi alrededor, aún con la sonrisa en los labios. Aún no he visto a Leonard y me muero por volver a estar entre sus brazos. Y eso que hemos pasado juntos casi todo el verano.

Un nuevo año comienza y, como siempre, aquel ajetreo, aquel trasiego, es incapaz de no arrancarle a uno una sonrisa.

Volvemos a Hogwarts. Volvemos a casa.

Cuando Carrie se montó en la limusina le saludé con una cordial sonrisa. Un rápido y escueto gesto que enseguida se perdió cuando volví la cabeza para perderme en el insulso y rústico día a día de los muggles londinenses. - Primitivos - pensé al instante. Pero pronto mi cabeza volvió a perderse en los acontecimientos vividos el curso pasado. Cosa que, por desgracia, se había vuelto demasiado común. Recordaba como si fuese el día anterior la detención de sus tíos Alecto y Amycus, y el comienzo del declive de mi familia. Hasta entonces habíamos conseguido mantenernos a flote evitando ser contagiado por la mierda que ya ahogaba a otras familias. Pero las cosas se habían torcido demasiado en los últimos meses.

Un ligero movimiento en el asiento de al lado me obligó a salir de mis pensamientos. Estaba a punto de hacer algún comentario mordaz, cuando el conductor nos indicó que habíamos llegado a la estación. - Salvada por el momento, me dije irónico. Esperé en silencio a que Carrie bajase del tren sin quitar la atención de ella ni un segundo. Lo único que esperaba era perderla de vista cuanto antes y concluir con ese estúpido rol de niñero Lewis que me habían obligado a adoptar.

Bajé de la limusina justo a tiempo para poder observar el cambio de expresión en Carrie, y la rapidez con la que Victoria se encargaba de enmendar aquello que tanto molestaba a la primogénita de los Lewis. Observé la escena con clara desaprobación, asegurándome de que Victoria se percatase de ello. Y cuando llegó Jackie, otra sonrisa. Esta vez más sincera que la otorgada en la limusina. Por suerte no tuve que decir nada más, pues Carrie se aseguró de llevarse a sus dos amigas bien lejos de mi. Suspiré algo cansado, pero sobre todo agradecido. Había poca gente que consiguiese agotarme mentalmente tanto como Carrie Lewis. Tras obligarme a recomponer mis ideas y centrar mis pensamientos en lo que tenía por delante, eché a andar hacia el tren.

Llegué al borde del andén justo a tiempo para ver como Deidre se despedía de Kaitlin y el menor de los O'Hare. Durante un segundo mi mirada se quedó clavada en la gryffindor, tardando más de lo esperado en centrar toda mi atención en mi novia. Le devolví la sonrisa (conmedida, fría y estudiada) hasta que llegó a mi altura. Con cuidado, retiré los mechones de pelo que tapaban el lado izquierdo de su cara y acaricié su rostro unos segundos, para seguidamente apartar mi mano y volver a mi postura original. Sin abrazos, sin besos. Las muestras de cariño en público nunca habían estado dentro de mi diccionario.

- ¿Cómo te ha ido el verano? - le pregunté en un susurro. Con todo lo ocurrido prácticamente no había visto a Dreiden en el periodo estival. Por un momento mi mirada saltó por encima de ella y volvió a colocarse sobre su hermana Kaitlin, que seguía pendiente del pequeño Patrick. No necesité de mucho esfuerzo para imaginarme las constantes peleas que habrían protagonizado esas dos durante el verano. - ¿Te ha dado muchos problemas la 'perfecta' de tu hermana?

Su mirada apática se posó en Bigotitosdos y el bufido que soltó en cuanto Victoria golpeó su jaula.

- Ten cuidado Vicky, cualquiera diría que lo haces expresamente - la comisura de sus labios se elevó levemente hacia arriba, como si su propio comentario contuviera una broma oculta que sólo ella comprendía, pero ni siquiera llegó a sonreír de verdad antes de dedicar su completa atención a Jackie -. Ah, los compromisos sociales clásicos - dijo, haciendo un gesto desdeñoso con la mano como si apartara algo molesto de delante de su rostro -, al menos te dan la oportunidad de vestirte bien. Mi verano ha sido trágicamente aburrido - aún con lo dramático de su comentario, su gesto sólo se alteró cuando sus cejas se elevaron medio centímetro -. Y Ping Pong es un torpe, o se hace mayor, qué se yo, pero no ha sido capaz de saltar de la ventana de mi habitación a la piscina, se ha quedado corto y ha estado todo el mes lesionado - de nuevo, una mueca de disgusto apareció en su rostro, recordando como su padre se había negado a curarlo con magia por ser muggle. Era cierto que no valía la pena ayudar a los muggles con magia pero bien que le arreglaba los juguetes cuando se rompían, ¿no?

Tomó asiento con delicadeza a la vez que abría la jaula de Bigotitosdos con un escueto gesto de varita y el animal se ponía a brincar de asiento a asiento. Arrugó la nariz.

- Vicky, haz el favor de limpiar la jaula, apesta.

Acepta tu caricia mansamente y te coge de la mano seguidamente mientras bufa con desdén ante tu pregunta.

- No veas lo insoportable que ha sido tenerla día si y día también cerca.

Tira de tu mano de forma suave pero autoritaria y te mete en el compartimento de los Slytherin, donde Carrie y Jackie ya están sentadas en los mejores asientos del lugar mientras Victoria termina de luchar por colocar el pesado equipaje de Lewis en su sitio y acata la siguiente orden: limpiar la jaula de Bigotitosdos "con mucho gusto".

Al ver a Carrie, a Deidre se le ilumina el rostro y sonríe. Tras darle un sensual beso en el cuello a Oliver y susurrarle un "coge sitio", se acerca hasta la morena y la saluda con más entusiasmo del que está acostumbrada a ofrecer en público:

- Señorita Lewis, estás fantástica. Las vacaciones te han sentado genial. ¿Ya tienes algo pensado para este año? Ya sabes que puedes contar conmigo.

Mi sexta vez en el andén 9 y 3/4 para coger el expreso a Hogwarts. Ya ha pasado mucho tiempo desde que lo pisé por primera vez. Y desde entonces han cambiado tantas cosas. Ya no soy aquel niño al que la magia le parecía algo temible, lleno de maldad, que únicamente podía utilizarse para dañar a los demás. Ese tiempo quedó atrás y ahora sé que la magia no sólo tiene su lado malo. He aprendido a controlarla y a conseguir que obedezca mis fines. No sólo he conseguido eso, si no que he logrado algo muchísimo más importante: apreciar la bondad de la gente y dejar de refugiarme siempre en mi interior, saliendo únicamente para defenderme violentamente. Todavía frecuento ese escondite dentro de mi ser de vez en cuando, pero con mucha menos frecuencia. Y en parte esto se lo debo a Will y al resto de personas que desde entonces se han preocupado por mí.

Levanto la vista hacia mi amigo, que se introduce en el vagón del tren delante mío. Todavía recuerdo la mañana hace seis años en la que tiró de mí para meterme al tren. Pasé de no relacionarme con nadie de mi edad a conocerme la vida de Will de pe a pa en tan sólo unas pocas horas. Ha cambiado tan poco desde entonces: siempre sonriente, tan lleno de vitalidad. A veces envidio su manera de ver la vida: siempre tan positivo. Todavía tengo mis ojos fijos en él cuando, disimuladamente, me anuncia la llegada de Laura. Desde que lo dejamos, Will está empeñado en que sigo sintiendo algo por ella. Ya no sé que más excusas emplear para demostrarle que se equivoca. Laura es una amiga, nada más. Kyle, no te engañes. Admite que algo de razón hay en las sospechas de Will- me recrimina una vocecilla interior, a la que ignoro.

Me doy la vuelta y entonces la veo, perfecta como siempre: su andar ligero, su pelo recogido hacia atrás en una tensa coleta, sus brillantes aros, la reluciente sonrisa de su cara y esos hipnóticos ojos azules que en esos momentos están centrados únicamente en mí y no en ninguno de esos "admiradores" que la saludan en el pasillo. Verlos observar a Laura de esa manera hace que me hierva un poco la sangre, pero me controlo, aunque no puedo evitar que un pensamiento dirigido a ellos escape de mi mente- Babosos. No es un trozo de carne- Los aparto de mi mente y me centro en responder a la pregunta que mi capitana me acaba de hacer.

- Hola- respondo con una amplia sonrisa en mi rostro- Verte siempre es un placer. Bien...un verano más. Ayudando un poco al viejo Roger, ya sabes.- añado refiriéndome al librero que ha llegado a ser casi un padre para mí. De entre toda la gente que conozco en Hogwarts, probablemente Will y Laura sean los únicos que saben con certeza que es en su librería en donde paso los veranos. ¿Tú qué tal? Se te ve tan bien como siempre- digo, con un pequeño guiño. ¿Nos honrarás con tu presencia en este viaje?- Señalo el camarote al que Will y yo estábamos a punto de entrar, invitándola a unirse a nosotros.

Sus ojos resplandecieron con una chispa de vida cuando Deirdre apareció con Oliver, y de nuevo una sonrisa sincera apareció en su rostro.

- Deirdre - el mismo ritual que con Jackie, la tomó con suavidad de las manos y le dio un frío beso en la mejilla -. Deja que te vea - apenas se separó medio metro de ella para observarla, aún sin soltarla, antes de dejar escapar un suspiro ligeramente melancólico -. Sigues tan pelirroja y preciosa como siempre - comentó de forma misteriosa a la vez que su mano ascendía y tocaba el blanco e inmaculado cuello de la chica -. E igual de pálida - sus ojos se dirigieron lentamente hasta los de Oliver, sin mudar su expresión -. No le marques esa piel tan bonita que tiene, sería un desperdicio.

De nuevo tomó asiento, mientras el hiperactivo Bigotitosdos saltaba sobre el regazo de Oliver y le bufaba antes de acercarse a Jackie. 

- Aún no tengo nada pensado, pero todo llegará y sé que estarás conmigo en ese momento, claro - en su rostro apareció una fugaz y prácticamente imperceptible sonrisa -. ¿Y dime, qué tal tu verano con tu encantadora hermana?

- Mi verano muy provechoso. He estado entrenando más el quidditch y pensando en las tácticas a tener en cuenta este año.

Will, colocado detrás de ella de forma disimulada, te hace un gesto - muy poco disimulado- con los pulgares hacia arriba cuando te lanzas a pedirle que se quede con vosotros en el vagón que habéis elegido. Por suerte, Laura no parece percatarse de los gestos por detrás de tu mejor amigo.

- De hecho, iba a pedirte si te apetece venir a nuestro compartimento. Duncan nos ha guardado un sitio. ¿Qué me dices? Will podría venir también. Hay sitio de sobra.

En cuanto ella se gira para mirar a Will al señalarlo él deja de hacer los movimientos de ánimo y hace como que intenta desabrocharse la sudadera.

Recibo el beso de Dreirde en silencio mientras observo casi con curiosidad cómo Victoria continúa rebajándose ante las órdenes de su dueña. Aprovecho que mi novia se dirige hacia Carrie para coger sitio frente a Jackie, en un intento de ignorar la conversación entre Dreirde y Lewis y hacer de mi viaje algo más intelectual e interesante. Por desgracia no tengo esa suerte, y Carrie decide incluirme en su 'entretenida' conversación.  - Tranquila Lewis, esa piel recibe el trato y cuidado que se merece. - contesto fríamente. Estoy a punto de añadir algo más cuando el asqueroso gato se sube a mi regazo. Muestro una contenida mueca de desagrado, que me encargo de que la dueña vea, y centro mi atención en Jackie. - ¿Sabes algo de Jack?