Partida Rol por web

Tras cruzar el muro que separa el andén 9 y 10 el vapor de la locomotora recibe a las familias que van a despedir a sus hijos que van a Hogwarts. Muchos alumnos ya se conocen de años anteriores y corren de aquí para allá dando una fugaz despedida a sus padres. Se pueden reconocer a dos grupos de personas en el andén: aquellos cuyos hijos parecen ser de clase noble y aquellos parecen gente normal.

Faltan poco menos de 10 minutos para que el tren haga su salida de la estación.

Con un fugaz beso en la mejilla de su madre que se tiene que poner de puntillas y un apretón de manos más flojo de lo que a su padre le hubiera gustado, la despedida es tan breve y formal como cabía esperar.
Subir el baúl fue para Spencer una de las tareas más agónicas y tediosas de las que le tocaría realizar a lo largo del curso. Su madre siempre le insistía en no hacer un uso innecesario de la magia, y mientras estuviese mirando no podría hacer uso de un encantamiento Locomotor sobre el armatoste que contenía sus pertenencias. Si Henri estuviera cerca, todo sería más sencillo, pero no le había visto llegar.

Una vez subida la carga, buscó una cabina vacía. Aunque preferiría encontrar a Scarlet, con la que no sería difícil no molestarse mutuamente, o a Henri.

Logan se levantaba su madre lo llamaba mas de 20 veces, sin duda era el chco perezoso que no queria nada pero tenia que levantarse ese mismo dia tenia que partir a Hogwarts a cursar quinto.

Las ansias de a Alex que cada dia lo conoce mejor, de ver a Scarlet que era timida pero poco a poco salia se mostraba mas y tambien de ver a Lissy Howard sinceramente era la unica cosa por la que iba.

Al llegar al anden sus padres se despidieron ya que al estar en contra de Voldemort seria la muerte si pasaran la barrera con su hijo, Logan se despidio y se mete por el anden, al traspasar la barrera magica se encuentra con su tren y sonriendo se mete en la linea de padres brujos aunque andaba solo.

Henri se despidió de Zacarias, al que solo veía cuando tenía que hacer las compras del material para Hogwarts. Fue una despedida seca; ninguno de los dos estaba de humor ese año, de hecho Henri ni había intentado sonsacarle información sobre su padre esta vez.

Al fondo, junto al tren, Henri vio algo que logró sacarle una sonrisa. Spencer estaba intentando subir su baúl al tren sin usar la magia. Con su maleta en la mano Henri fue hacía allí a paso ligero esperando poder ayudarle pero, para su sorpresa, lo consiguió antes de que el llegara y entró al tren sin reparar en su presencia. No tenía sentido ponerse a gritar entre el gentío y además a Henri no le gustaba llamar demasiado la atención, así que optó por seguirle a paso ligero. Teniendo en cuenta que Spencer estaba cargando con un baúl no tardaría en alcanzarlo.

Llego con mi padre al andén con bastante tiempo. Mi madre no había querido venir con nosotros, estaba claro que había pasado toda la noche llorando, y mi padre, bueno, él no había hablado en toda la mañana. Ese se suponía que iba a ser uno de los días más felices de su vida, en el que su hija entrara a Hogwarts por fin.

Yo tampoco estaba especialmente feliz. Incluso mi lechuza parecía decaída. En silencio avanzamos hasta la zona de la gente normal. Mi padre tenía un trabajo muggle así que no era una persona de gran agrado en la sociedad mágica. Por lo menos nuestra sangre era lo suficientemente limpia como para que no nos dijeran nada. Claro que casi habría preferido que no hubiera sido así. Al menos ahora estaría con mi hermana.

Tras una mirada de complicidad con mi padre, y ninguna palabra de por medio, ante el miedo de derrumbarnos, me dirijo al tren. Tiro de mi baúl, lleno de pegatinas de equipos de Quidditch y símbolos de mi casa. Avanzo hasta que me encuentro a Henri. Dudo un momento antes de llamarle, pero tampoco es que me apeteciera ir todo el viaje sólo.

- ¡Henri! - digo en un tono neutro levantando la mano que tenía libre a la vez que avanzaba hacia él.

Tras recorrer el pasillo del vagón que todos los años usaba, al girarse Spencer se encuentra con Henri. 

-¡Por Dios! Que susto me has dado. ¿Cuanto llevas siguiéndome?.-Dejando el baúl a un lado, saluda a su amigo con un abrazo.- y ¿Qué haces con una maleta? ¡Vas a llamar la atención de todos los Sangre Pura sibarita de la zona!.

Abrió la puerta de la cabina que había encontrado vacía y le hizo un gesto a Henri para que entrase primero.

Detrás de su amigo subió Ashton, así que con la cordialidad aprendida y que los galeones podían comprar se dirigió al tercero en discordia:

- ¿Quieres compartir cabina Hughes?

Henri sonrió de nuevo ante la reacción de Spencer y le devolvió el saludo. Después miro su maleta un segundo y volvió a mirar a Spencer.

-No lo había pensado.- Dijo Henri con una sonrisa tímida.-Me pareció que la maleta era mas práctica, pero tienes razón.-El rosto de Henri se mostró preocupado por un segundo hasta que la inconfundible voz de Ashton a su espalda hizo que olvidara el asunto por completo. Dejó la maleta en el suelo y fue a saludar a su amigo con un abrazo. 

-Claro que quiere. ¿O no?-Dijo Henri sonriendo a su amigo.- Venga, vamos a dentro todos.- Y dicho esto cogió su maleta y el baúl de Spencer, que parecía cansado, y entró en el vagón.

Spencer se encogió de hombros, dejando claro que no le importaba mucho lo que ocurriera con el otro Hufflepuff, y se sentó cara a la dirección que tomaría el Expresso. Ir de espaldas solía marearle. Una vez acomodado, sacó del baúl una caja del tamaño de un libro, la abrió descubriendo una serie de herramientas y botes. Por último, puso su varita en su regazo, mientras sacaba lo que necesitaba para hacerle una puesta a punto. Estaba orgulloso de su herramienta para hacer magia, completamente blanca a diferencia del resto, que solían ser de maderas oscuras, con un cuarzo en la punta.

-Pásame la tuya Henri, entre muggles se te habrá oxidado de falta de uso. ¿Qué tal el verano, por cierto? Sin levantar la vista, comenzó a pulirla.

Le hago un gesto a modo de saludo a Spencer. Como alguno de los que él había llamado "sangre sucia sibaritas" le escharan le caería una buena. Una cosa es que te miraran mal por llevar otra maleta y otra cosa insultarles a la cara. Pero ese era su problema.

- Claro que sí. Éste tiene muchas cosas que contarme del verano. - le respondo en lo que le devuelvo el abrazo a Henri.

Paso el brazo sobre el hombro de mi amigo y le acompaño dentro del vagón. Me siento en frente de Spencer, al lado de la ventana pero en contra de la dirección del tren. Le miro con curiosidad mientras saca su varita y comienza a pulirla, a la vez que le pedía lo mismo a mi amigo. ¿De qué iba ese? ¿Por qué se habría hecho Henri amigo de un presumido así?

Henri no pudo evitar preocuparse un poco al ver el gesto de Ashton, no quería que dos de sus mejores amigos se llevaran mal y tal vez esa no había sido la mejor idea que había tenido. Entre eso y lo de la maleta llevaba un día brillante. Henri sacó la varita de la maleta.

-Pero es de madera y la madera no se oxida.-Le respondió a Spencer sonriente.- Pero bueno, he comprado este trasto en una tienda con tu apellido en el cartel así que lo dejo en tus manos.- Continuó mientras le tendía la varita y observaba en el rosto de Spencer que tal vez "trasto" no fuera el término más adecuado para referirse a su varita.

-Y bueno, el verano empezó bien, como todos. Y luego, bueno...-Dijo Henri con una traza de duda en la voz. Zacarias le había dicho que era mejor que no hablara de esto con nadie, pero justo esos dos eran sus mejores amigos. Eso sí, necesitaban un poco de privacidad.-¿Como era aquel hechizo para que la gente no te cotilleara?- Dijo dirigiéndose a Spencer.

Spencer sonrió al oir a Henri, no era el cuchillo más afilado del cajón pero tenía un corazón de oro. Ademas para Spencer era todo un desafío conseguir que aprobase sus asignaturas o pillase los nuevos hechizos.

-Este verano estuve trabajando en la tienda de mi tio. Donde compraste la varita. De ahí que haya aprendido a cuidarlas. He conocido a alguno de los novatos de primero cuando vinieron a comprarlas.

Se tomó con calma terminar de encerar su propia varita. Antes de empezar con la de Henri, que solo al tacto le pareció que la superficie se había quedado áspera, levantó su propia varita.

-¡Muffliato!- Era uno de sus hechizos favoritos.

Henri observó como el hechizo hacía efecto y se sintió un poco más seguro. Miró una pulsera de cuerdas de colores hecha a mano que llevaba en su muñeca izquierda y tuvo que reprimir las lagrimas para mantener el semblante.

-Me la regaló Hugo, hace poco mas de un mes, por mi cumpleaños. Solía hacerme cosas de estas a menudo, pero no se si podrá volver a hacerme una.-Dijo Henri con un rostro triste nada común en él.- Se lo han llevado.-Reveló a sus amigos.- Ha resultado ser un mago y se han llevado al peque.

Henri miró a la cara a sus amigos, esperando su reacción e intentando reprimir las lágrimas.

Las pinzas que Spencer sostenía en el aire, mientras se encontraba cabizbajo, a punto de sacar una astilla de la madera rebotaron contra el cuero del asiento y fueron a parar a la mullida moqueta que cubría el suelo. Tragó lentamente.

-¿Hace cuanto ha sido eso?- Su rostro estaba serio. En la mayoría de los casos cuando estas cosas ocurrían miraba para el otro lado, al fin y al cabo se suponía que la cantidad de magia era limitada, o eso decía el Ministerio de Magia. Henri ya había tenido suficiente, no era justo que le tocará bailar con la más fea otra vez.

Escucho a mi amigo decir que lo mejor sería que nadie me oyera, y me espero lo peor. Me quedo en silencio mirándole mientras los dos hablan. Entonces no había sido el único con una desgracia aquel verano. Eso explicaba que apenas hubiera recibido ninguna carta suya. Yo tampoco había tenido muchas ganas de escribir a nadie.

Trago saliva. No era momento para contarle mis problemas, pero tampoco tenía ánimos para confortarle. En cambio Spencer parecía frío ante la noticia. Lo mejor sería que hablase él con Henri. 

Me giro y miro por la ventana a todas las familias felices despidiéndose de sus hijos.

Scarlet llegó al andén y, con un suspiro subió sus cosas al tren. Observó las familias a su alrededor, como se despedían y se abrazaban, y se sintió muy sola. Tras unos minutos observando las diferentes escenas con detenimiento, subió al tren.

 En el tren ya había bastantes alumnos. Buscó con la mirada a Alex y a Logan, pero al no encontrar a ninguno de los dos, entró en un compartimento vacío y abrió uno de los nuevos libros de texto, así llegaría preparada a las clases...

Henri notó algo extraño en Ashton, él esperaba ver compasión en su amigo pero en lugar de eso vio dolor. No pudo evitar preguntarse que le pasaría y si tendría que saberlo. Pero todos sabían que no precisamente el más avispado del lugar, así que dejó de pensar en eso y se centró en la pregunta de Spencer que si parecía preocupado.

-Hace un par de semanas.-Respondió Henri con un hilo de voz.-Debe de estar aterrado... No quiero ni imaginármelo rodeado de dementores... o algo peor...

La voz de Henri fue perdiendo fuerza hasta ser casi un susurro.

Se acerca sigilosamente a Logan por la espalda mientras está ensimismado mirando como uno de sus amigos de otras casas entra en el tren y le coloca las manos tapando sus ojos.

-¿Quién soy? - le pregunta tratando de cambiar la voz, haciéndola más grave de lo que realmente es.

Suena un tanto forzada, pero es una cosa que casi siempre hace.

 La llegada a la estación y el camino al tren fue un suplicio, debido al continuo mar de lágrimas que echaba mi madre, como si me fuera a la guerra: Come verduras, abrígate bien, no andes con sangres sucias... Finalmente, después de un beso dado con mala gana, me despedí de ella y entré dentro del tren...

 Mientras paseaba por los vagones, notaba impasible como los alumnos más pequeños me evitaban, muertos de miedo... Supongo que era algo ineludible con mi reputación...

 Esperaba encontrar un lugar tranquilo donde poder estar mientras durase el viaje, lejos de todos aquellos idiotas...