Partida Rol por web

La entrada a la torre de Gryffindor está situada detrás de un gran retrato de una mujer gorda vestida de rosa, la Dama Gorda en una de las torres más altas del castillo. Los alumnos llegan acompañados del prefecto, que se coloca ante el cuadro de la Señora Gorda y dice una palabra.

-Dragón

La Señora Gorda se aparta y permite el paso para entrar a la sala común que está repleta de muchos armarios, una chimenea y mesas, además de un reloj de pie. Hay también un tablón de anuncios, para anuncios públicos como pueden ser la próxima salida a Hogsmeade, pero también pueden poner ahí sus mensajes los estudiantes.

El jefe de la casa, el profesor Gordon, cuelga en el tablón de anuncios los horarios de los 7 cursos. 

De la sala común salen dos escaleras: una lleva a los dormitorios de los chicos y la otra al de las chicas. En la de los chicos hay siete dormitorios (uno por cada curso), al igual que en la escalera de las chicas, la cuál está protegida por un antiguo hechizo que impide a cualquier chico subir por ella. Cuando alguien que no sea de las chicas intenta subir, la piedra de la escalera de mueve formando una especie de tobogán que empuja al infractor a irse. Todos los dormitorios son redondos, con ventanas con vistas a los terrenos y camas de dosel.

Alex se apresuró a subir a su habitación. Quería asegurarse de que todo estaba en su sitio. Una vez comprobó que su equipaje estaba donde tenía que estar bajó nuevamente, con Sotek cargado al hombro como un señor en su trono.

Y sin más, habiendo acabado aparentemente sus quehaceres del día, se dejó caer en el primer sillón que encontró. Sotek se le subió a la cabeza, literalmente, y se quedó mirando desde allí a sus discípulos. Tenía energía, pues no había hecho lo que Alex. El chico estaba cansado después de tanto ajetreo el primer día, pues ya se había acostumbrado a estar solo, pero lo hubiese vuelto a hacer. Era refrescante poder ver a sus amistades tras tres interminables meses de separación, aunque resultase agotador. Alex se saturaba rápido cuando se trataba de hacer vida social. Le gustaba tener la justa, ni mucha, ni poca. Y ya está.

Y allí se quedó, tirado, descansando como un balón de playa recién pinchado. Quien quisiese que se acercase, sino, dentro de un rato ya volvería a su habitación. Por el momento se quedaría mirando a los demás, a ver qué hacían.

Lástima que su hermana estuviese en Ravenclaw.

Cuando miré el horario y me lo apunté, me fui para mi cuarto y me tumbé en la cama. Intentaba dormir simplemente, pero no me sentía bien. Mi padre en estos momentos estaría en su celda de Azkaban, intentando dormir tal vez, mientras yo estaba tumbada en una cómoda cama, pensando en él a distancia. ¿Él estaría pensando en mi? La última vez que lo vi no recordaba ni quien era... Intenté quitarme ése último recuerdo de mi memoria pero no lo conseguí. Cogí un libro y me puse a leerlo en la cama, boca abajo. 

Logan entro a su cuarto compartido con Alex, lo vio solo 5 segundos luego este se fue corriendo, llego y vio sus cosas en el lugar, cuando entro se tiro en su cama y luego miro al techo, sus padres... Su familia que no conocia mucho, esto estaba raro.. Sus padres eran todo y por ellos mataria pero esto era una guerra de muchos contra algunos, donde los que son mas estan del lado oscuro...

 Que habia pasado con esos tiempos donde la paz abundaba y donde cualquiera era libre de hacer lo que se quisiera pero ya no, todo eso paso cuando Voldemort mataba a Harry Potter.

- Esta cosa paso hace tiempo, pero quiero volver a la forma de antes.

Alex, visiblemente cansado, no se molestó en iniciar una conversación con nadie en la casa. Se quedó allí, desinflado como un balón de playa propio de un muggle, mientras su gato le acariciaba a él. Tenía que quedar claro quien era la mascota de quien, y cual de los necesitaba cariño y cuidados.

El chico descansó mientras veía el revuelo que se había formado a su alrededor. Gente hablando y gente subiendo sin más a los dormitorios. Conforme el tiempo pasaba, y viendo que sus conocidos ya se habían retirado a dormir, Alex se levantó con Sotek al hombro y echó a andar escaleras arriba. Adormilado como estaba, por poco se confunde y sube al de las chicas, con el consiguiente coscorrón cuando tropezase al ver un tobogán, pero al final supo rectificar a tiempo y encaminarse a su cuarto de verdad.

Exhausto y derrotado, sin más que hacer, se cambió de ropa para ponerse el pijama y se dejó caer sobre la cama cual maniquí. No roncó porque estaba tendido panza abajo.

La noche hace mella en los alumnos que poco a poco van abandonando la sala común para irse a la cama y recargar pilas tras el viaje y la cena y comenzar el día de mañana con fuerza porque muchos de los profesores que les tocarán son bastante duros y sin mucha compasión, como el subdirector.

El tiempo pasa y la noche va alejándose, dejando que el nuevo día llegue a ellos. Los rayos de sol se filtran por las ventanas y la luz cambia. Se comienza a oír el ajetreo de los otros alumnos.

Alex, sigiloso cual y como Sotek, se levantó intentando no hacer ruido para no despertar a los que aún durmiesen. Era pronto, relativamente, pero había dormido como una morsa y se encontraba más fresco que una lechuga recién cogida del huerto. Lo necesitaría para lo que se avecinaba.

Se cambió de ropa, abandonando aquel pijama, cambiándose la ropa interior, y poniéndose la túnica del colegio. Se calzó los zapatos y echó a andar escaleras abajo con la varita guardada bajo la túnica. En su mano derecha llevaba el material necesario para las clases de Historia de la Magia y Transformaciones, por razones obvias. No quería tener que subir nuevamente a lo tonto.

Sin hacer mucho caso de la gente ya despierta que pululaba por la sala de común, el chico, sólo cual león que rechaza a su manada de espaldas y busca su espacio, cruzó por el retrato que daba entrada a aquel lugar y echó a andar hacia su tan ansiado desayuno. Le rugían las tripas. Y no poco. El resto daba igual en aquel momento. Una necesidad física siempre era más importante que una psicológica en la mente de Alex. Curioso, ¿no?

Logan se levanta mirando el techo, habia estada durmiendo mucho tiempo y como el primer dia de clases tenia mucho problema en levantarse, al hacerlo se encuentra que se estaba intentando meter la tunica al reves, por lo que luego de ponerse bien las prendas comienza a bajar.

Eran sietes pisos de los cuales las escaleras te podian llevar a cualquier lugar, en medio de la cuarta me resbale por un charco de agua y maldije a la persona a cargo, empece a correr hacia el comedor no me queria quedar sin comer.. Al llegar me acerco y tomo un asiento, comienzo a comer un poco y a llenar mi pancita, luego saco mis horarios y los contemplo.

- Historia de la ma... Ma... Magia... Ya no me gusta nada el lunes.

Lissy había dispuesto sobre la mesa de la Sala su kit de manicura, la última clase de pociones le había dejado las uñas en un estado lamentable y aunque la enfermera de Hogwarts le sanó todas las heridas de las manos, cada vez que tocaba algo le daba antera, así que decidió dedicarse un buen tiempo a limarlas y cuidarlas.

Cuando la señorita Richards terminó de pulirse las uñas, pasó a pintarlas. Tenía una gran variedad de esmaltes, los que más le gustaban eran los más discretos y estuvo a punto de elegir un tono plateado, sin embargo recordó los colores de Slytering y a su padre, son una sonrisa descartó aquella elección y terminó por utilizar el rojo. Obtuvo un resultado demasiado llamativo para su gusto, pero hacer lo contrario de lo que se esperaba de ella tenía su morbo y a pesar de la insignificancia de aquel acto, se sintió bien.

Esperó a que se le secara el esmalte, guardo sus cosas y se asomó por la ventana de la torre con los brazos cruzados. Muchos de los alumnos de Hogwarts se encontraban paseando, desde sus posición no eran más que meros insectos pululando de un sitio a otro, aquello le hizo pensar. El mundo de la magia estaba podrido pero ella no era más que un insecto... Malhumorada le dio la espalda a la ventana y salió de la Sala Común, necesitaba un poco de aire.

Alex estaba en uno de los sillones, en la sala común. Se mesaba la mandíbula lampiña, pensando frente al chico ante él. El tablero de ajedrez mágico, con piezas azules y rojas, se alzaba entre ellos mientras declaraban el ir y venir de las piezas. Combatía contra otro de su casa, aunque quizás el término combatir no fuese el más apropiado.

Miró a Lissy, impertérrito, conforme esta, claramente afectada, salía de la sala. Negó con la cabeza y siguió jugando al ajedrez con su compañero. Alex descansaba, tomándose serenidad y calma frente a la adversidad. Había hablado en tiempo récord con todos sus allegados, y puesto en orden todos sus asuntos. Sólo debía dejar reposar una incertidumbre y aguardar a que el jueves por la tarde volviesen a reunirse para seguir avanzando pese a los contratiempos. No quería molestar a Chris, ni a Scarlet, ni a nadie. Necesitaba dejarles su espacio mientras él se tomaba el propio, y aquello se extendía a Lissy mientras ponía en desorden sus nervios.

Lissy entró en la Sala Común, con el rostro colorado y jadeando. Estaba claro que había llegado corriendo a la Torre. Buscó a Alex con la mirada y al comprobar que seguía jugando al ajedrez, se acercó a él y le dijo.

- Alex, perdona que te interrumpa... ¿podría hablar contigo?... por cierto, ¿no deberías de tratar de proteger a tu caballo?- le apuntó mirando el tablero por encima de su hombro.

Alex levantó la vista de tablero. Se seguía mesando el mentón, concentrado, y se giró con rostro neutro, hasta que vio a Lissy en ese estado. Si había llegado corriendo no debía de ser algo excesivamente baladí, y aunque así fuese, pedido de una forma tan correcta, como para negarse. Asintió con lentitud.

- No te preocupes, no hay problema- dijo mientras cuadraba las manos en el sillón, alzándose. Miró a su contrincante, al que dirigió un cabeceo de circunstancias-. Discúlpame un momento, vuelvo en seguida. Y no se te te ocurra tocar ese caballo- amenazó en tono bromista, con una sonrisa, alzando un dedo en tono acusador.

Llevó a Lissy a un aparte y se apoyó contra la pared, cruzando los brazos bajo los pectorales.

- ¿Necesitas algo?- preguntó de forma distendida, sin darle demasiadas vueltas-. Antes te vi un tanto crispada, y te veo algo atareada.

Lissy posó durante unos segundos sus ojos sobre los pectorales de Alex, el chico parecía estar en forma, quizás por eso era tan buscado... después lo miró directamente a los ojos, a la vez que recuperaba el aliento.

- Yo estoy bien... no te preocupes, estaba un poquito melancólica, pero ya se me ha pasado. Mira- cambió rápidamente de tema para ir al grano- ¿conoces a Henri de Huffelpuf y a Madelaine de Ravenclaf? resulta que te andan buscando, hay una damisela morena en apuros, por obra y gracia de unos matones. Me han dicho que tu sabías de que iba el tema y me han pedido que te viniera a buscar. Te están esperando en uno de los patios del Castillo, si quieres te acompaño y de paso me entero de que va todo esto- Lissy decía que no le gustaban los cotilleos... pero siempre que podía procuraba estar al corriente de TODO.

Alex asintió cuando Lissy cambió de tema, sin reparar demasiado. Cada quien era libre de tener su cierta intimidad. Sin embargo, esbozó una sonrisa divertida cuando mencionó a Henri y a Madelaine. Una que se tornó preocupación al hablar de una damisela. No podía ser ella. No debía ser ella. Por favor. Cualquier otra jodida morena del castillo, sería por cantidad. Y él sabía algo al respecto...

Se estrujó el cerebro, sin éxito. No le sonaba el tema. Pero le sonaría. Le costaría sólo un par de minutos averiguar si era ella o no, y en base a eso, tomárselo con algo más de calma o no.

- Henri es un buen amigo mío- declaró con franqueza, asintiendo-. De confianza. Estuve saliendo con Madelain unos meses. Sobre unos ocho, creo- lo espetó con distensión, como si no estuviese hablando de una ex-pareja, pese a que loeran-. Supongo que, tratándose de matones, es lógico que anden buscándome, por desgracia. Pero, espero no saber de que va el tema, ciertamente- casi parecía tener miedo-. Vamos. Subo un segundo a mi habitación y te sigo.

Alex se excusó ante su duelista de ajedrez, asegurando que le había surgido un imprevisto urgente, y que ya la temerían más adelante. Recogió el juego y subió a su cuarto. Bajó uno o dos minutos después, preparado, con expresión impermutable. Listo para que Lissy le guiase.

Lissy, llegó a la Sala Común con cara de cansancio. Primero había estado estudiando en los exteriores, había tenido un pequeño encuentro con un aguilucho estirado, se había perdido varias veces en las escaleras, se había topado con la cazafantasmas de Ravenclaf y con unos cuantos fantasmas maleducados... y todo ello en apenas unas horas. 

Así que decidió ir a la Sala Común de Gryfindor para tener un momento de tranquilidad, dejó su mochila en la mesa central se estiró en el sofá y trató de echar una cabezadita mientras hacía hora para la siguiente clase, lo que menos le apetecía en aquel momento era tener otro encuentro dialéptico con nadie más... ya fuere humano o fantasma...