Partida Rol por web

Hell is an ocean away

CAPÍTULO 1: COMANDO EN EL MAR DE CHINA

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14/10/2020, 19:19
DIRECTORA

Las escaramuzas continuaron durante un par de días más, pero lo cierto es que solo durante las primeras horas, el ejército japonés pareció mostrar una resistencia tenaz. La compañía Bravo había logrado su objetivo y establecido una cabeza de playa que permitió al resto del ejército comenzar a desembarcar y entrar por ese sector, y con ello, hacerse con aquella parte de la isla.

Pero muy pronto, todos descubristeis que había sido sobre todo una retirada estratégica. La isla quedó virtualmente dividida en dos mitades, con una más pequeña en la cual os encontrabais, y en donde habíais establecido un campamento base, y el resto en manos de un ejército japonés que sabía ocultarse entre la vegetación y tender emboscadas con relativa facilidad.

El calor, la humedad y los mosquitos, hicieron mella en los vuestros, y con el paso de las semanas quedó claro que los japoneses no iban a retirarse de allí ni vosotros íbais a conseguir echarlos, principalmente, por un motivo.

La protección aérea.

Los japoneses disponían de una potente aviación que si bien no había frustrado el desembarco aliado, impedía el progreso de sus fuerzas. Había sido una concesión en toda regla que además de causaros bajas, también os había hecho perder un tiempo precioso que ellos habían aprovechado para fortalecer su posición en las islas de los alrededores y sobre todo, construir un muro difícil de atravesar.

El campamento estaba asentado alrededor de una pequeña misión, con la playa a su espalda y la jungla delante, pero separada por una zona de nadie que representaba en realidad, el punto de encuentro entre los dos ejércitos. Los americanos no la atravesaban porque estaba flanqueada por tiradores, pero tampoco los japoneses, y el resto de zonas estaba minada, tanto por unos como por otros.

Era una calma tensa, pero calma al fin y al cabo.

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14/10/2020, 19:34
Coronel Doherty
Sólo para el director

-Está bien, siéntense y escuchen.

La potente voz del Coronel Doherty resonaba por todas partes. Demonios, seguro que hasta se oiría en Tokio. Pero lo único que importaba ahora era que los restos de la compañía Bravo habían sido requeridos, por fin, para una misión. Las pequeñas escaramuzas en las que os habíais metido no eran nada divertidas, porque muchos de los vuestros habían muerto sin ni tan siquiera ver quien les estaba disparando.

Pero ahora, quizás cambiasen las cosas.

-El ejército de los EEUU, nuestro ejército, va a mandar una flota a través de estos estrechos, pero sabemos que ni el más experimentado de los almirantes podría pasar por ellos teniendo a las patrullas aéreas japonesas sobre nuestras cabezas. Si estas islas fuesen las piernas de una virgen, les aseguro que nadie conseguiría llegar siquiera a la primera jodida base. 

Todos conocíais la peculiar forma que tenía el coronel de expresarse, que arrancaba risas contenidas a la vez que indignación para algunos, y que sobre todo, constituía el ejemplo de oficial menos diplomático que existía, además de Patton, claro.

-Los jodidos amarillos han minado todo a nuestro alrededor y nos han dejado prácticamente encerrados. Solo tenemos un sitio por el que entrar en esa jungla, y eso es lo que vamos a hacer, porque este jueves por la mañana, es decir, dentro de dos malditos días, la flota intentará atravesar esas dulces piernas y llegar hasta el final.  Y para eso tendrán que cruzar la isla, llegar hasta su base en donde tienen esa jodida estación de radar y volarla. Lo único bueno que tenemos es que no esperan un ataque por tierra, sobre todo de un pequeño grupo como el suyo, y que toda su atención estará puesta en el mar, así que aprovecharemos eso.

El coronel se detuvo delante del mapa de la isla, dejó de hablar y miró con semblante serio a todo el grupo.

-Sé que les estoy pidiendo algo difícil. ¡Joder, sé que puede que les esté enviando a la muerte! ¡Pero o acabamos con esa jodida estación, o morirán miles de marineros americanos que van a intentar llegar hasta Hiroito y meterle una bomba por el culo. Por supuesto, el regreso será todo un infierno. Les perseguirán y seguramente, cada metro que avancen será un suplicio, pero ese es nuestro trabajo. Durante dos días, será el suyo, y nosotros les ayudaremos en lo que podamos. Les tendremos entretenidos y haremos que sus soldados miren hacia aquí en lugar de a ustedes, pero el resto, quedará en sus manos. ¿Alguna pregunta?

 

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14/10/2020, 21:44
MUERTO "Kansas"

El calor era insoportable. Joder, en aquel lugar no había más que humedad, cuarenta grados a la sombra y mucho olor a calcetines sudados por todas partes.

Solo restaba hacerse a la idea de que aquella guerra iba a durar más de lo que pensabais, porque cuando llegasteis a esa isla, daba la sensación de que todo el Japón iba a caer de un momento a otro, pero la situación se había estabilizado.

-Oye, Chiken. ¿Has pensado en lavarte alguna vez? -les preguntó Kansas, tumbado en su camastro.

Ya era bastante duro aguantar allí sin hacer nada, pero hacerlo malolientemente... era inaguantable.

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14/10/2020, 21:49
"Chicken"

Chicken ni tan siquiera se inmutó, pero sí que le respondió mientras se liaba un cigarrillo.

-Lo pensé una vez... pero no quería acostumbrarme. Luego uno no puede dejar de lavarse porque la gente habla, así que prefiero continuar igual. Ya me conoces, lo que funciona, mejor no cambiarlo.

Era una manera de verlo, aunque otra podía ser que aquello no tardaría en volverse insostenible. Hasta Chicken prefería irse de misión en lugar de quedarse allí aburrido, cortándose las uñas de los pies.

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15/10/2020, 12:20
DIRECTORA

El ambiente general era de tedio, pero eso sí, después de tanto tiempo, resultaba inevitable conocerse unos a otros y que saliesen aspectos que en algunos casos, era mejor no conocer.

Pero no todo era tan malo.

Mientras algunos discutían sobre los hábitos higiénicos, otros dedicaban su tiempo a cuestiones diferentes. Ice, que habitualmente hablaba poco, se había vuelto incluso más huraño que de costumbre y solía escribir cartas para su novia. Cigar, en cambio, jugaba con Tea Time a los dados y si la guerra duraba demasiado, cualquiera de ellos acabaría por perder hasta la casa que no tenían.

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15/10/2020, 12:26
"Cigar"

Cigar se giró hacia Ice, que seguía escribiendo como si no hubiese mañana.

-Eh, Ice. Si escribes tanto se te va a caer la mano. Si seguro que ni tu novia las lee.

Cigar se río él solo de su propio chiste, mientras recogía los dados para volver a lanzarlos. 

-Tea Time, cinco pavos o no hay apuesta.

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15/10/2020, 12:27
"Ice"

Ice miró de reojo a Cigar.

-Mejor que se me caiga la mano escribiendo que a pajas como te ocurre a ti. Tea Time, yo de ti limpiaba esos dados antes de cogerlos -le dijo al soldado, sin ralentizar su ritmo de escritura y revisando lo que acababa de poner en la carta.

Ice escribía una carta diaria. Que la leyese o no, dependía de su chica, pero confiaba en ella porque no tenía otra cosa.

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15/10/2020, 14:04
DIRECTORA

Y es que la espera se hacía insoportable. Además, hacía varias semanas que estabais expectantes acerca de un posible permiso. Después de haber luchado y sangrado, muchos de vosotros necesitabais un más que merecido descanso, o sobre todo, un regreso a casa, para recordar cuáles eran los motivos por los cuales luchabais, y que iban más allá del clásico mensaje de "vuestro país os necesita".

La posibilidad de volver, aunque fuera durante unos días nada más, a vuestro hogar, se había convertido en vuestra esperanza, pero también en una estaca que atravesaba vuestro corazón, cada vez más encogido y temeroso de que por cualquier motivo, no pudieseis volver a verla.

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15/10/2020, 14:28
Thomas Penwater

Volver a casa siempre era una alegría. Allí le esperaban sus padres y también estaba Rosie.  No es que Rosie fuera su novia formal, ni nada parecido, tan solo su vecina de toda la vida con la se llevaba de maravilla. Habían ido a bailar laguna vez y también habían salido a pasear por el bulevar e incluso a la playa. ¡Estaba increíble con aquel bañador amarillo!

Muchos de los chicos de Phoenix que le conocían pensaban que estaban juntos. Incluso algunos más mayores. El viejo Ben de la licoreria siempre le guiñaba un ojo y le hacía un gesto obsceno cuando se le cruzaba, para luego preguntar por Rosie. Le había dicho tangas veces que no había nada entre ellos salvo una muy buena amistad, que ya ni se molestaba en responderle y únicamente le dedicaba una sonrisa antes de pasar de largo.

Le hubiera gustado escribirle, pero no lo hizo. Thomas no tenía novia, ni nada parecido. Bueno, Rosie era lo más parecido a ello y sin duda me hubiera gustado que fuera su mujer, pero no lo era y después de aquellos meses podía ser que ya estuviera prometida con otro. Así que era mejor no escribirle, sobre todo por el hecho de que muy posiblemente no regresara nunca a casa. Muchos de los buenos hombres que estaban con él iban a morir allí y el podía estar entre ellos.

A quien si le escribía era a sus padres. No lo hacia a diario como si lo hacía Ice con la novia que decía que tenía, lado una carta o dos a la semana si que escribía. Les contaba casi siempre mentiras. Lo bien que estaban en Japón y lo agradable que eran los barracones y las actividades diarias. No quería preocuparles. 

Lo cierto fue que decidió pasar el permiso en la base. Podían necesitarle allí y lo cierto era que no tenía mucho que hacer en casa. Además, posiblemente sí viajaba a Phoenix no querría volver y le ejecutarían por desertor. Mejor era quedarse allí y no tener la posibilidad de poder desertar.

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15/10/2020, 16:38
Donald Oddball

Oddball no tenía a nadie que le esperase en ningún lugar del planeta. Eso quería decir que si tenía tiempo libre era tiempo de fiesta. Por eso se quedó en la base trazando un plan para sacar el mayor provecho posible a las horas o días que tuviese disponible.

Mientras daba un paseo pensando que podía hacer se encontró con el capitán Penwater. Y una sonrisa se dibujó en la cara del teniente.

- Capitán. Pensaba que usted se iría al continente... Se me ocurre una idea para poder pasar lo días de asueto que tengamos. ¿Esta interesado? - Pregunté con una sonrisa pícara en los labios.

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15/10/2020, 20:38
"Quick"

Mientras hablabais de vuestras cosas, una figura apareció en la puerta, haciendo honor a su nombre.

-¡Eh, chicos. Ha aterrizado un avión. ¡¡¡Tenemos un permiso de cuarenta y ocho horas!!! -exclamó, más feliz que una perdiz, mientras todos se ponían a dar gritos de alegría y a saltar en mitad de los barracones.

-Pero hay que darse prisa. El piloto dice que espera media hora, nada más, y que se va con los que haya.

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16/10/2020, 03:46
Thomas Penwater

- ¿Sinceramente? - Sonrió. - No tengo planes y me gustaría tenerlos. - Le dio una palmada en la espalda al bueno de Oddball. - ¿Al continente dice? ¿Qué tiene pensado? - Le preguntó con curiosidad.

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16/10/2020, 09:55
Donald Oddball

A Oddbal le alegró la contestación del capitán Penwater. Pero le alegró aún más escuchar Quick y sus noticias sobre un avión dispuesto a llevarles fuera de la isla.

- Pues tenía pensado robar un helicóptero para ir a Hawaii... pero ya no va a hacer falta. Podemos montar en el avión que nos dice Quick y acercarnos a hacer surf y tomar unos Lava lava en la playa. - Contestó el teniente poniendo rumbo a su barracón para hacer el petate para el viaje. - Lo vamos a pasar de puta madre, ya verá.

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16/10/2020, 10:53
Thomas Penwater

- ¿Robar un helicóptero? - Le preguntó alzando una ceja inquisitivo, pero con una sonrisa que indicaba que se tomaba a broma aquello. - ¡No me montaría en uno de esos trastos, ni borracho! - Soltó una carcajada. - ¿Y qué es eso del surf, Oddball?

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16/10/2020, 12:24
John Abrahams

Abrahams andaba desocupado sobre la arena de la playa cercana al campamento estadounidense.

Las curas de sus heridas iban por buen camino y ya estaba dado de alta, si bien no había mucho que hacer más que esperar a recibir o bien órdenes o bien un ataque japonés.

Para colmo estaba "disfrutando" de un inutil permiso que apenas servía para no tener que despertarse con la corneta de primera hora,si bien lo hacía de todas maneras y para no estar obligado a pasar revista y revisar instalaciones y equipo, lo que seguía hacieno por puro aburrimiento, por lo que aquel pequeño alboroto que se formó alrededor de Quick fue lo suficientemente interesante como para acercarse a husmear un poco.

-¿Un permiso en el continente?-farfulló observando el avión de carga que esperaba en el polvoriento aeródromo con sus aspas paradas.

-Que cojones... estoy hasta los huevos de las racione militares... por no hablar de tener que soportaros a vosotros en vez de hacer que me soporte a mí una bonita enfermera o una complaciente mama-san.

Echó una mirada al resto de los reunidos allí, dispuestos a embarcar en el avión -Es más, creo que me he ganado con creces el perder de vista 48 horas este puto atolón infestado de Tojos... no puedo decir lo mismo del resto, pero para vuestra suerte no soy el General McArthur, asi que...-empezó a correr en dirección a la aeronave, para preentarse ante el piloto y tomar uno de los asientos disponibles.

 

 

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17/10/2020, 09:44
DIRECTORA

Los movimientos de todos se volvieron vertiginosos y casi invisibles. Un instante estaban tumbados, a punto de quedarse dormidos por puro aburrimiento, y al siguiente se encontraban corriendo en dirección a la puerta, llevando un petate hecho deprisa y corriendo y sin dejar nada atrás.

Chicken había tenido problemas para encontrar sus calcetines, así que había acabado poniéndose un limpio y uno sucio, para compensar. Stalin, por el contrario, había agarrado las primeras botas que fue capaz, cogiendo una que no eran suyas, las de Tea Time, y que le estaban dos números más pequeñas. Tea Time se encontró con que parecía un payaso de circo con aquel calzado que rebotaba en el suelo y se adelantaba varios centímetros a él.

Pero en cualquier caso, todos fueron saliendo, de una forma u otra, y dirigiéndose hacia el avión.

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17/10/2020, 09:48
Serpiente

Aquella isla perdida en mitad de ninguna parte, tenía lo mismo que todas: japos y chicos desesperados.

Serpiente sabía que los permisos eran tan necesarios como el comer, más aún, y que devolvían la vida antes de la muerte, por supuesto, pero eso no significaba que fuese a quedarse allí todo el día.

Así que se asomó, con su mejor sonrisa, pero acelerando el movimiento de las hélices.

-Eh, chicos. Cinco minutos y me largo. El que no entre, será mejor que se busque unas alas propias porque estas no regresan.

No hizo falta. Los chicos ya estaban corriendo y subiendo de cualquier manera al aparato, como si fuese una cuestión de vida o muerte. La palabra permiso era algo así como mágica. Serpiente se volvió a acomodar en su asiento.

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17/10/2020, 13:08
Thomas Penwater

Finalmente estaban en aquel avión. Aún con el aliento fuera, sonreía ante la idea de viajar al continente y pasar unas horas alejado de la guerra, en cierta medida. Al fin y al cabo, la guerra estaba en todos sitios. 

¿Serpiente, no? - Le preguntó al piloto. - Supongo que nos devolverá a esta isla maldita al final del permiso, ¿no?

De lo contrario tendrían que buscarse la vida para regresar al puesto avanzando de esa condenada isla, si no querían ser tomados como desertores o en el mejor de los casos, ser recompensados con  un consejo de guerra, un arresto o simplemente siendo la punta de lanza de la siguiente incursión hacia el centro de la isla. 

No obstante, ahora que ya estaba montado en aquel turbo hélice, no iba a bajarse fuera cual fuera la respuesta. Se había ganado aquel permiso, como todos sus compañeros, y no iba a quedarse en aquel maldito infierno pudiendo alejarse de él aunque solo fuera por unas cuantas horas.

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17/10/2020, 13:17
Serpiente

Serpiente sonrió, como si jugueteara con la respuesta que iba a darte.

-Pues... solo si están dentro cuando despegue, capitán; solo si están dentro.

Rápidamente las hélices aceleraron sus revoluciones. Estaba claro que iba a despegar de un momento a otro, con todo el que hubiese subido a bordo, fuesen quienes fuesen, faltase quien faltase.

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17/10/2020, 20:03
Rhys MacReady

MacReady sabía que necesitaba un merecido descanso. Había estado a punto de morir, aunque un balazo de lleno en la cruz que llevaba al cuello le había salvado la vida. Para el joven soldado, aquello había sido sin duda una señal del Señor.

Proveniente de Kansas City, Rhys MacReady era el mayor de siete hermanos, nacido en el seno de una familia fervientemente católica. Aunque siempre le habían gustado algunas chicas a las que conocía en los pubs, siempre había sido un hombre con un carácter retraído y poco acostumbrado a tratar con las mujeres. Ninguna "amiga" había llegado nunca a ser nada más.

Ese día Quick les dijo que tenían un permiso de cuarenta y ocho horas. El capitán, el sargento y el teniente se apuntaron, y MacReady no quiso ser menos. El avión estaba a punto de despegar cuando los demás pudieron ver al soldado corriendo hacia él:

-¡Esperad! ¡Yo también voy! -dijo, subiendo rápidamente al aparato.