Partida Rol por web

Por fin habíais conseguido alejaros de los japoneses, pero del grupo inicial, solo quedabais tres. Si bien habíais conseguido volar la antena y vuestra misión estaba completada, ahora venía el más difícil todavía: regresar con vida.

El calor era sofocante; la humedad creaba una cortina que apenas os dejaba moveros y el agotamiento general os obligó en un momento dado a deteneros para recuperar el aliento.

Terminasteis de gastar todo el agua de vuestras cantimploras y mientras intentabais respirar, un extraño ruido os alertó. Era como una vibración, que rápidamente se transformó en un sonido agudo que parecía provenir de todas partes de la jungla, a través de alguna clase de altavoces.

"Soldados americanos. Soy el Comandante Takana, líder de las fuerzas japonesas dueñas de esta isla. Vuestros esfuerzos no han servido para nada. Lo que habéis volado no tenía tanta importancia como pensabais. Tenemos más antenas distribuidas por toda la isla y no hemos perdido nuestra capacidad para controlar vuestros ejércitos. Pero eso no es importante ahora. No deseo haceros daño. Ya han muerto muchos soldados, vuestros y míos, y sé que debéis estar cansados, de esta isla, del calor, y de la guerra. Si os entregáis a mis hombres, os prometo trataros bien y devolveros a vuestro campamento sin sufrir daño. Pero si me obligáis a buscaros, no podré protegeros. Disponéis de dos horas para entregaros. Pasado ese tiempo... moriréis."

Con un chasquido, el sonido se desconectó y volvisteis a quedar rodeados de silencio.

-Que te jodan, Comandante Tanaka. Que te jodan mucho...- masculló entre dientes mientras trataba de proseguir con su camino.

-No hagáis ni puto caso, muchachos. Esos putos amarillos no acostumbran a hacer prisioneros, por lo que nuestra única salida es alcanzar el campamento cuanto antes...

- Si... - Dijo Ice esbozando una sonrisa. - No pensaba dejar darme por culo por una diminutas pichas amarillas. - Sonrió. - Ya que hemos llegado hasta aquí... - Se encogió de hombros. - Lleguemos hasta el final. Pero intentemos pasar desapercibidos. 

Y sin más, Ice armado con su fusil, comenzó a avanzar entre la maleza. Era sigiloso como una pantera y letal como... Cómo... También como una pantera. Si tenían que enfrentarse a los malditos japos, se arrepentirían de estar siguiéndoles. ¡Eso lo aseguraba!

MacReady aún estaba afectado y un tanto impresionado por el atroz e inesperado final que había sufrido Oddball. En un primer momento no le había caído demasiado bien el teniente, al que consideraba un cobarde, pero desde que regresasen de su permiso, Oddball se había mostrado mucho más audaz y cercano con sus compañeros, como si el permiso le revitalizado o hecho una mejor persona. Puede que no hubiera sido un gran líder, pero era un buen hombre, y MacReady lo echaría de menos.

-Ese comandante Takana está mintiendo -dijo MacReady, plenamente convencido de ello. Tenía que ser mentira. Pues la posibilidad de que Kansas, Stalin, el capitán Penwater, Chicken y Oddball hubieran muerto en vano no le agradaba ni lo más mínimo-. Solo lo hace para que nos sintamos derrotados. Nos meterán un tiro en cuanto nos vean. Vamos, sargento -Ahora era Abrahams quien se encontraba al mando-. ¿Cómo se encuentra?

Todos teníais claro que aquello era una treta y que no iba a funcionar, así que continuasteis adelante. No tardasteis en encontraros en una zona de la jungla en la cual no habíais estado antes, que parecía estar algo más despejada de vegetación, lo cual era extraño. Cuando avanzasteis un poco más, visteis que estabais en lo alto de una pequeña colina y que abajo, había un pequeño poblado, con cabañas fabricadas artesanalmente y  campos arados.

Era fácil pensar que aquella isla estaba habitada, aunque no os hubieseis preocupado por ello. Los informes no hablaban de nativos ni nada por el estilo, pero tampoco eran muy de fiar y debido a la densa vegetación, también era comprensible que las observaciones preliminares fuesen eso... preliminares, y erróneas.

Pero había un extraño silencio en el lugar y lo que era todavía menos usual: no se veía a nadie.

- Es extraño. Ese poblado no debería estar ahí según los mapas, aunque... - Apretó los labios pensativo. - ... tampoco se ve demasiado movimiento. Quizás podríamos bajar hasta allí y tratar de descansar un rato antes de seguir, pero puede ser peligroso... - Negó con la cabeza. Estaba indeciso. - ¿Qué pensáis los demás?

-Esta es la Isla del Diablo -dijo MacReady, observando aquel poblado con una gran desconfianza. Hasta donde sabía, ningún informe había mencionado aquel poblado-. Con esos japos siguiéndonos no deberíamos detenernos, pero quizá... quizá esta oportunidad de descansar sea la última que tengamos. Acerquémonos con cuidado para comprobar si el poblado está todo despejado y ya decidiremos desde allí nuestro próximo movimiento.

El soldado dirigió una mirada hacia Abrahams, que permanecía en silencio desde hacía un rato.

-Pero usted decide, sargento. Les seguiremos con lo que ordene.

-Si el poblado está habitado nos entregarán a las patrullas japonesas sin pestañear y si está abandonado, será el primer lugar en el que se pararán a buscarnos...

Abrahams sacó su mapa y trató de ubicar aquel promontorio en algún punto del mapa.

-Si yo estuviera a la caza de alguien y me encontrase con ese poblado, lo que haría sería perder el tiempo necesario en registrarlo bien... Y creo que eso es una ventaja para nosotros- dijo mesándose la incipiente barba, que rascaba sobre la palma de su mano.

De su maleta extrajo todo lo de utilidad y se lo pasó a Macready, para luego lanzar la mochila colina abajo en dirección a las construcciones.- Si dejamos algunas migas de pan, puede que los putos amarillos piquen el anzuelo. ¡Vamos! no podemos detenernos aquí. Tratemos de llegar a la costa o bien a algún punto conocido

Dejásteis atrás el campamento, sin ni tan siquiera acercaros. En lugar de eso, decidisteis bordearlo y al seguir adelante, llegasteis a un pequeño arroyo que parecía terminar precisamente en el poblado, y que provenía de una formación rocosa que había más adelante. Era evidente que no habíais escogido el mismo lugar por el cual habíais venido, aunque por lo que podíais comprobar en el mapa, tampoco debíais andar demasiado lejos.

Con la montaña delante y el poblado a vuestra izquierda, oísteis voces detrás de vosotros que parecían provenir de soldados que de alguna manera, habían recuperado vuestro rastro.  Aún estaban lejos, pero no tardarían en daros alcance.

Ahora debíais decidir si volver hacia el poblado o empezar el ascenso.

- No podemos detenernos ahora. - Les dijo Ice. - ¿No es así sargento? - Buscó la confirmación de quien estaba al mando.

Ice pensó en preparar alguna trampa. Igual con un poco de cuerda enganchada a la anilla de una granada y a la altura de los pies... Pero ya no le quedaban granadas y tampoco nadie le garantizaba que aquel improvisado mecanismo fuera a funcionar o que los japos activarán la trampa. 

No, lo más lógico era seguir sin mirar atrás. Cuanto antes estuvieran en el campamento, antes estarían a salvo y podrían descansar. Hacía unas horas, cuando estaban volando la antena, pensó que su vida acababa allí, pero ahora tenía cierta esperanza en sobrevivir.

-Esta no esa una batalla que podamos ganar y mientras nos quede una opción de llegar seguiremos avanzando. Si les ganamos la altura puede quye aún podamos plantarles cara, llegado el caso.

Abrahams lo tenía claro. Cualquier manual de combate era taxativo respecto a ese punto. "Ante un enfrentamiento inminente, trate de ganar la altura"

Estaban en inferioridad absoluta en cuestión de números por lo que cualquier ventaja que poder arañar la consideraba una victoria

El trío de soldados supervivientes avanzaba, aunque no habían podido alejarse todo lo que quisieran del poblado e incluso oían las voces de los japoneses que continuaban persiguiéndoles, volviendo a encontrar su rastro.

-No podemos detenernos, rápido... -apremió a Ice y al sargento Abrahams para continuar avanzando por aquella jungla infernal. Bajó más el tono para que no se le escuchara tanto-. Sargento, estoy de acuerdo con usted. Si encontramos una posición elevada, podríamos aprovechar esa ventaja para quitarnos de encima a los que nos estén siguiendo.

El joven soldado no se detuvo. No se sentiría a salvo hasta que no volvieran a la seguridad de su campamento.

La pendiente parecía no ser demasiado pronunciada, pero a medida que fuisteis avanzando, quedó claro que no iba a ser así durante mucho más tiempo. La vegetación hacía difícil moverse, pero con el agotamiento que teníais encima, era todo bastante más complicado y para cuando os disteis cuenta de que en realidad, aquello era mucho más empinado de lo que pensabais, ya no había marcha atrás.

Finalmente, tras un extenuante ascenso que duró bastante tiempo, conseguisteis llegar hasta arriba del todo.

Sin daros cuenta, el día había estado avanzando y la noche estaba cada vez más cerca. Mirasteis atrás y visteis movimiento entre la vegetación, putos amarillos que os seguían de cerca, pero sorprendentemente, ninguno de ellos disparó ni intentó atacaros en forma alguna.

Al llegar arriba, pudisteis ver el hermoso paisaje que era aquella isla del demonio, divisando incluso el lugar en el que debía estar vuestro campamento, aunque sin verlo del todo, puesto que se encontraba demasiado bajo y oculto tras una densa jungla. Por otro lado, la colina terminaba en un precipicio bastante abrupto por el que había pocas posibilidades de descender.

Los amarillos fueron llegando, o debían estar haciéndolo, pero de nuevo, para vuestra sorpresa, no os atacaron, sino que parecieron quedarse ocultos tras la vegetación.

- Escondeos. - Les dijo Ice a Abrahams y a Rhys. - Tratemos de pasar desapercibidos. Es extraño que no nos hayan disparado ya. Puede que no nos hayan visto y si logramos que pasen de largo, tendremos una oportunidad. 

Dicho aquello se camufló entre la vegetación. Incluso para sus compañeros que sabían donde se encontraba, era prácticamente imposible localizarle. Si el sargento y el soldado raso se escondían igual, sería difícil que los localizarán. 

Ice se quedó quieto. Prácticamente ni respiraba para no hacer el más mínimo ruido. Permanecía atento a low arbustos donde se veía movimiento. En el momento en que viera salir a un maldito soldado amarillo le volaría la tapa de los sesos. Pero no dispararía si no era un enemigo. Podía ser que fueran simples nativos. Eso explicaría el porqué de que no hubieran abierto fuego ya. 

-Desde luego es de lo más extraño que no nos hayan disparado ya -reconoció MacReady, coincidiendo con las palabras de Ice. ¿Por qué no les disparaban pese a la corta distancia que les separaba unos de otros?

El joven soldado se disponía a esconderse entre los arbustos, intentando camuflarse como lo había hecho Ice pero, mientras se disponía a hacerlo, pisó una ramita y el crujido de esta se escuchó mucho más alto de lo que hubiera querido.

-Mierda... -masculló, sin saber si los japoneses que les seguían le habrían escuchado.

Estaban acorralados y lo sabía. Tenía bastante claro que no había escapatoria en esa situación pero estaba dispuesto a vender cara su vida. Tan cara como fuese posible. Si lo lamentaba por alguien era más por los muchachos que le acompañaban.

Al comentario de Ice asintió puesto que realmente poco importaba la determinación que fuesen a tomar vistas las circunstancias.

Siendo así se retrasó tanto como pudo en la cima y buscó un matorral en el que meterse. Su intención era tener una buena línea de tiro en cuanto viese las siluetas amarillas recortándose  en el borde de la cumbre.