Partida Rol por web

Hell

M1C1 - Nido de plata

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07/04/2019, 10:03
- Narrador -

Incluso con los adoquines de la avenida Argent y el follaje del Parque Aria aún mojado por la lluvia ligera de la mañana, decenas de Kintargianos se han reunido a lo largo de la fachada de la casa de la ópera para protestar contra el nuevo señor-alcalde de la ciudad, el Paraconde Barzillai Thrune. El nuevo líder de la ciudad fue nombrado por Su Infernal Majestrix, la reina Abrogail II, a raíz de la repentina huida de la ciudad por parte del anterior alcalde, un evento que aún tiene rumores locales susurrándose rápidamente. En apenas siete días, el paraconde Thrune ha instituido la ley marcial, un toque de queda y siete proclamaciones extravagantes y polarizantes.

Proclama Primera:

Todos los exterminadores de plagas (es decir, palomas, ratones y cuervos) que presenten dichos animales a los dottari serán recompensados con 1 moneda de cobre.

Proclama Segunda:

Todos los lugares públicos de negocios deben mostrar en una posición prominente en la primera habitación accesible desde la entrada principal el retrato de su Majestad Infernal la Reina Abrogail II. Dicho retrato no debe medir menos de 11 por 17 pulgadas.

Proclama Tercera:

Cualquiera que capture, vivo y sin dañar, un perro salvaje que pese más de 50 Libras será recompensando con 2 monedas de plata al entregar el perro a los dottari. ¡Estos nobles guardianes encontrarán hogares merecedores de su raza!

Proclama Cuarta:

El derecho a llevar ropajes finos en público queda proscrito para todo aquel que no sea agentes de la Casa Thrune o la Sagrada Iglesia de Asmodeus. Se podrá recompensar con expensas de esta norma o se podrán comprar a discreción de la ciudad.

Proclama Quinta:

¡El grano es vida! Cualquier grano derramado en público debe ser recogido, limpiado y reempaquetado en una hora. Cualquier persona que permita que el grano no sea recogido tras un derramamiento, será multado con 1 pieza de cobre por grano.

Proclama Sexta:

El consumo de té por la noche trae un desequilibrio peligroso a la mente con sueño. Entre el anochecer y el amanecer, está prohibido tomar té.

Proclama Séptima:

El olor y el sabor de la menta es una abominación para el paladar refinado. ¡No seas cretino! La menta queda prohibida en caramelos, bebidas y cualquier tipo de confección.

Estas acciones y muchas más han llamado a muchos de los ciudadanos insatisfechos de Kintargo aquí en esta mañana nublada. No ha habido ni rastro del Barzillai Thrune en sí mismo, y las puertas de la casa de la ópera permanecen bien cerradas, como lo han hecho desde que el hombre eligió el lugar como su nuevo hogar, dejando desamparados a gran número de artistas populares, pero a juzgar por el creciente sonido de los manifestantes, la orgullosa ciudad de Kintargo ha comenzado a ebullir.

La congregación llega a la centena, un número modesto y está compuesta por personas de toda condición.

- ¡Cada uno debe vestir como quiera!

Exclama un mercader que exhibe la riqueza en sus ropajes. El puerto es una de las mayores fuentes de ingresos de la ciudad, una de las joyas chelitas en las que la cultura se ha convertido un emblema.

- ¡Fuera de la casa de la ópera! ¡Le pertenece al pueblo, no a los Thrune!

Cunde un desconcierto y se van formando pequeños grupos según la proclama que cada uno cree más injusto o ridícula. Los ciudadanos de la ciudad de plata se dedican a conversar entre sí, sin atinar a explicar cómo los Thrune están interviniendo de manera tan directa en la magnífica ciudad, hasta ahora respetada y ajena en muchos casos a la crueldad de la familia real.

Pero delante de la puerta de la ópera, se puede ver una docena de dottari, la guardia de la ciudad, la cual obedece a Cheliax. Están fuertemente armados.

No sólo eso, sino que una mujer corpulenta y alta, se planta en mitad de ellos portando un glaive. La mujer muestra cicatrices en el rostro. El cabello no llega al cuello, mostrando una apariencia más propio de un mercenario que de una dama.

Nada se mueve en la casa de la ópera, los dottari y la mujer, de la que ninguno conoce nada, están tranquilos guardando la puerta. Una centena de ciudadanos es un número que no parece ponerles nerviosos.

Notas de juego

Los pjs no se conocen, salvo que queráis acordarlo en el offtopic.

Tenéis que tener claro porqué venís a protestar.

Los ciudadanos presentes no van armados.

Empezad describiendo al personaje.

 

 

 

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07/04/2019, 13:45
Norwind

Un extraño sujeto estaba apoyado en un portal, su pelo era blanco y unos inquietantes ojos claros miraban hacia el primer piso del edificio. Aquella era su ciudad, no se iba a quedar con los brazos cruzados si alguien intentaba cargársela, y eso parecía que estaba pasando. La reina no solía reparar demasiado en Kintargo, o al menos hacía la vista gorda... hasta ahora.

Un buen número de tropas habían desembarcado allí recientemente, y hasta el propio alcalde había desaparecido de "forma misteriosa", ¿para qué iba a huir de la ciudad si hasta el mismo día anterior había estado en el mercado del norte, recibiendo el cariño de su gente por mantener a raya al gobierno demoníaco?

Era todo tan obvio que hasta daba risa, y sin embargo muchas ciudades habían caído así y ahora eran conversas al gobierno de Cheliax. No, no se quedaría de brazos cruzados.

Esperaba que algo ocurriese, era indudable que en algún momento alguién no podría contener su rabia y comenzaría a increpar de verdad a los guardias, esperaba el momento.

Movió su esbelto cuerpo hacia un lado y apoyó su mano en el pomo de su espada, echando un vistazo a la calle. Veía caras conocidas pero otras no tanto. Ésos son los que le preocupaban, ¿serían espías? No cabía duda que subestimar a la turba no estaba en los planes del nuevo dirigente, así que había que contar con que su red de ratas estuviese ya distribuida por todos los rincones.

Todo eso pasaba por la cabeza de Norwind mientras observaba a través de la sombra proyectada por el marco de la puerta. No iba a arriesgar salir a terreno abierto porque alguien como él sería fácilmente reconocible si iniciaba la revuelta, pero "dios, qué ganas tenía de que algo ocurriese."

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07/04/2019, 19:01
Erik Berglund

Una figura impresionantemente alta se movía pesadamente entre la multitud, acercándose a la puerta de la Casa de la Ópera. Su pelo castaño cortado a cuchillo enmarcaba un rostro duro, con múltiples cicatrices y en el que quedaba únicamente el ojo izquierdo sano. A diferencia de la mayoría de manifestantes, el alto guerrero iba completamente equipado, con su cota de mallas y sus armas, como si fuera de cabeza hacia los guardias para empezar su propia guerra particular con el dirigente de la ciudad. Y por los dioses que ganas no le faltaban a Erik Berglund para empezar a repartir espadazos a diestro y siniestro, pero ese no era su objetivo ese día. No, si había ido a ese lugar en ese momento no era para empezar una pelea que le llevaría a la cárcel o al cementerio, sino para hacer una declaración de intenciones como mandaban los cánones.

 -¡Thrune! ¡Da la cara, maldito cobarde!- Erik se puso a gritar con toda la potencia que sus pulmones le permitían. -¡Responde por tus crímenes como un hombre!

Aunque sus intenciones no eran físicamente bélicas, y por ello de momento no había echado mano a su espadón, el guerrero se había quedado a una distancia mínimamente prudencial de la guardia, listo para desenvainar su arma predilecta a la más mínima amenaza de ataque. Por supuesto que en el fondo esperaba no tener que hacerlo, porque entre el gentío que dificultaba sus movimientos y la superioridad numérica que tenía el enemigo, no sería una batalla sencilla. Aparte, la guerrera del glaive parecía ser mucho más peligrosa que el conjunto de guardias que estaban delante de la puerta, lo que reforzaba la idea del guerrero de que iniciar una pelea no era recomendable.

Afortunadamente, tanto ella como los guardias parecían estar tranquilos, controlando la zona con la mirada sin inmutarse. Eso podía significar dos cosas: o que dudaban que las protestas fueran a ir más allá de unas cuantas palabras dichas en voz alta o que eran lo bastante fuertes como para encargarse de toda aquella gente sin sudar. Y los instintos del guerrero le decían que era más bien lo segundo.

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08/04/2019, 19:24
Vundav

La multitud se estaba aglomerando en la plaza frente la ópera. Vundav había salido de sus estudios para pasear un poco antes del toque de queda, estaba cansado y necesitaba aire fresco.

Procuraba no destacar entre la gente, pero su andar ligero y su actitud confiada y alegre no cuadraba con el ambiente a su alrededor.

Se planteaba si había hecho bien en venir a la ciudad. Sus estudios mejoraban y había descubierto cosas muy interesantes acerca de su investigación, a la vez que notaba como el poder se iba incrementando en su interior. Pero, por otra parte, estaba en los dominios de Su Infernal Majestrix, la reina Abrogail II. Si se descubría su naturaleza seguramente estaría en mucho problemas.

Había sido arriesgado venir, pero contaba con que las leyes de la ciudad eran bastantes laxas y permanecer oculto entre la multitud sería simple. El cambio de alcalde le pilló completamente desprevenido. Pensó en irse, pero además de sus estudios, había hecho lazos fuertes con su familia de acogida.

Había dejado el arco corto en casa, pero sí llevaba su pequeña espada. Esperaba que no pasase nada pero la multitud cada vez estaba más envalentonada. Vundav dudaba en regresar con la familia que le acogía, pero estaba muy interesado en lo que pudiera llegar a suceder, no pensaba que los soldados fueran de verdad a enfrentarse a ciudadanos indefensos

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08/04/2019, 19:42
Mishima Grend

Mishima Grend estaba apoyado en su bastón escuchando a la multitud tranquilamente. Acababa de llegar a la ciudad y se dejó arrastrar por la marea de los acontecimientos.
Su ropa sucia y gastaba le hacia parecer un vagabundo. Y en realidad era una persona sin rumbo. Era un peregrino al que le gustaba viajar de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo. Aunque en realidad estaba más agusto en los caminos.

Desde que se marchó del templo, a una edad más temprana de lo que aconsejaban sus maestros, no había parado de moverse. Estaba buscando algo, no sabía qué. Pero sus sueños le decían que era importante y que si seguía caminando se le presentaría su oportunidad.

Tal vez sea aquí.

Pensó. Aunque no era la primera vez que lo hacía. ¿Sería la última?

Los gritos de un, a todas luces, guerrero le sacaron de su ensimismamiento. Había estado escuchando las proclamas, algunas de lo más "extrañas", pero desde luego no dejaban indiferente a la gente de la ciudad. Pero desde luego la cantidad de soldados armados ante el edificio grande, por no hablar de la extraña mujer que parecía comandarlos, daban cuenta de que si había algún estallido violento sabrían encargarse del mismo. La lógica dictaba que debía irse, más su instinto le instaba a quedarse.

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08/04/2019, 21:11
Nikkha D'Argaile

Como no podía ser de otra manera, Nikkha se había unido la las protestas de la plaza de la ópera. Aquellos individuos no solo estaban mancillando la libertad de su ciudad si no de aquel hermoso y relevante edificio.

-¡¡Que os ha hecho la menta!!- protestaba echa una furia- ¡Con lo rica que está! ¡Que va a ser de los caramelos y demás dulces sin menta!! ¡¡La canela no es una opción!!- vociferaba con toda su fuerza - ¡¡Y como espera el paraconde que ningún artista produzca nada sin su té de la mañana!! ¡¡Así no hay quien sea persona el resto del día!!- Continuó. La realidad es que todas aquellas proclamas no podían ser más estúpidas, y sabía que gritando en medio de un gentío no iba a conseguir nada pero no tenía los medios para mostrar su disconformidad con esas absurdas leyes de otra manera.

Su voz se silenció cuando el gigantesco guerrero habló. Aquello sí era llamar la atención y no lo que hacía ella. Se mantuvo callada a la espera de como reaccionaría la guardia ante semejante desafío

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09/04/2019, 19:54
Vundav

Vundav se encontraba perdido entre la multitud cuando oyó a un personaje increpando al nuevo alcalde, el ambiente se caldeaba por momentos.

No veía a nadie conocido hasta que reparó en uno de los guardianes del gremio de joyeros que se mantenía aparte de la multitud, entre las sombras de un portal. Lo conocía de haberlo visto en alguna ocasión en la que había acompañado a algún miembro de su casa de acogida a tasar o comprar algún objeto. Dudaba entre acercarse o no y al final se decidió a ello, si las cosas se calentaban prefería tener a un conocido cerca. 

A una distancia prudencial, para no delatar su posición si es que quería pasar desapercibido, le saludó discretamente con la mano en cuanto vio que sus miradas se cruzaban.

Notas de juego

Pues conocidos... y nos ponemos al menos en contacto visual.

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09/04/2019, 20:15
Norwind

Los gritos del enorme guerrero se escucharon por encima del resto. Norwind reparó en que iba armado, igual que algunos otros pocos en la plaza. Si los guardias se ponían nerviosos arremeterían primero contra ellos para asegurar el mínimo daño.

Notó como alguien se acercaba, creyó reconocer a ese estudiante que había llegado hace poco a la ciudad. Pareció saludar y le devolvió el saludo. Había hablado un par de veces con él y le había contado que antaño, todo partía del mismo ser, una esencia que había creado cada parte del mundo y cada criatura. A Norwind le interesaban esas historias, y también todo lo relacionado con la magia, el estudiante había llegado de lejos para completar sus estudios místicos.

Como estaba a distancia audible, moviendo la cabeza hacia la puerta de la ópera le comentó, - parece que va a haber tormenta. Menos mal que hemos traido paraguas. - Miró de soslayo su espada.

Otro grito irrumpió por encima del tumulto, defendía la menta frente a la canela para endulzar sus vidas. El alegato provocó una sonrisa en el guerrero de pelo blanco. Reconoció a la chica que había hablado, solía cantar en algunas tabernas y había hablado con ella alguna vez. Era bueno saber que la ciudad se estaba tomando esto con humor.

Al menos aquellos dos estaban libres de toda sospecha. Pero le seguía preocupando que hubieran infiltrados, o que la situación se pusieran en breve turbia en Kintargo.

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10/04/2019, 20:15
Rexus Victocora

Un grupo de viandantes había llegado hasta la plaza escuchando el alboroto, se unieron a una conversación en la que algunos pedían prudencia. Los gritos de algunas personas presentes por otra parte producían un cierto resultado, consiguiendo ecos en aquellos que se mostraban de acuerdo. Nada sin embargo alteraba a los guardias ni conseguía atención por parte del alcalde, ni siquiera los gritos del corpulento guerrero en mitad de la plaza.

Sí se producían muchas palabras de protesta. Las nuevas normas en la ciudad eran absurdas para parte de aquellos ciudadanos, pesando aquella que prohibía ostentar riqueza. Los kintargianos eran gente de bien, que vivían con holgura, que gustaban de ir a la moda.

Media hora después el grupo había aumentado, quizás se había duplicado. Algunos trataban de dirigirse a la ópera para ser amenazados con las lanzas de los guardias, momento en el que tenían que recular. Arriba, en un piso superior del edificio, una sombra se movía en una de las ventanas. Llevaba allí ya algunos minutos oculta.

Una hora después los reunidos podían ser tres centenas. Unas personas con túnica gris se habían incorporado y luego dispersado, observando en silencio. Mantenían las túnicas cerradas cual monjes, miraban como si sólo fueran expectadores. De vez en cuando repasaban el edificio también, sin hacer nada al respecto.

Un hombre vestido a la manera de un noble de la ciudad estaba hablando en voz alta, con multitud de ciudadanos alrededor.

- ¡Si dejamos que los Thrune tomen el control de la ciudad estaremos perdidos. Nos jugamos el futuro ahora, es un día decisivo, aquí, nosotros hemos de hacer algo para que el futuro de Kintargo siga marcado por la prosperidad! ¡Porqué dejar que corrompan nuestros principios, los de personas trabajadoras interesadas en lo que de verdad importa!

Iba consiguiendo que muchas personas tomaran nota. Sin embargo, se le podía ver los ojos cansados, la ropa de excelente manufactura no la había estado cuidando como correspondía: Mostraba algunos signos de suciedad.

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11/04/2019, 11:21
Norwind

Nunca había tenido afinidad con la nobleza de la ciudad, que como toda la aristocracia se preocupaba más de ostentar opulencia que de defender al de a pie, pero comenzaba a notarse que estaban preocupados por mantener su estatus y eso era algo que el pueblo podría aprovechar. Su aparente descuido a la hora de vestir denotaba esa preocupación, algo serio estaba ocurriendo en Kintargo si alguien como Rexus y su gente estaba en la plaza.

Esos guardias eran lo único que impedía hasta ahora el linchamiento. Pero incluso si el miedo hacía mella y nadie se rebelaba, harían salir al perro de su terraza. Una sombra nerviosa ya se asomaba al otro lado de las cortinas.

Sería mejor prepararse por si la situación evolucionaba. Volvió a dirigirse al joven estudiante, - aquel de allí debe ser el nuevo alcalde - , dijo señalando sutilmente hacia la ventana. - Si han llegado los nobles, la situación debe ser peor de lo que pensamos. Están nerviosos, no me extrañaría que teman por sus cabezas, cualquiera que se oponga al nuevo regimen corre el riesgo de desaparecer misteriosamente, como ya ha pasado, y vivir bajo el yugo de un inquisidor no es del agrado de quien hasta ahora ha hecho lo que ha querido sin oposición.

Raro es que no hayan pagado a la turba para empezar una reyerta, pensó ya para sí.

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11/04/2019, 20:18
Vundav

Los asuntos humanos eran complejos. La verdad es que Vundav apenas tenía experiencia en los mismos y le costaba un poco seguir los acontecimientos, pero gracias a su improvisado amigo se percataba de cosas que antes le pasaban desapercibidas.

- ¿Realmente crees que llegarán a eso? - Inconscientemente Vundav se había acercado a Norwind. Le desagradaba la violencia, pero mucho más la injusticia. La gente no estaba armada y si había un tumulto habría muchos heridos, posiblemente muertos. No había sido consciente de lo que significaba estar bajo el yugo de la reina Abrogail II, pero empezaba a darse cuenta.

Quizás sus estudios le habían metido en un buen lío. Permanecía atento, pero no sabía a qué. Aquello era un polvorín a punto de explotar.

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12/04/2019, 00:25
Erik Berglund

Ver aquella figura paseándose por delante de la ventana hizo que la sangre del guerrero comenzara a hervir. No sabía a ciencia cierta si se trataba de él, pero su instinto le decía que aquel era el "benevolente gobernador" Thrune sin duda. Bien, eso quería decir que, o bien no había tenido tiempo de escapar de la ciudad antes de las protestas, o bien confiaba tanto en su guardia personal que ni siquiera se había tomado la molestia de planear una huída. Fuera como fuese, ahora Erik sabía dónde estaba. Y por los dioses que pronto dejaría caer sobre él todo el peso de su venganza. Y aunque se moría de ganas de entrar a la Casa de la Ópera para ajustar cuentas en ese momento, el guerrero sabía que ese no era el momento. Porque no sólo las condiciones de batalla eran totalmente desfavorables, sino que su (escasa) parte racional le gritaba que, como se equivocara y esa figura no fuera Thrune, se habría expuesto a la cárcel o a la muerte para nada.

No, tenía que hacer que se descubriera de alguna forma. Erik miró a su alrededor, entre la gente que conformaba aquella manifestación. Casi todo eran civiles desarmados que habían venido a protestar por las injustas medidas que se habían impuesto al comenzar el mandato de los Thrune. Un hombre que parecía un noble venido a menos era de los que más gente amalgamaba a su alrededor, empleando palabras inspiradoras pero que al guerrero no le servían para sus objetivos. tendría que optar por otra vía si quería que el alcalde saliera a la luz.

Esbozó una mueca que pretendía ser una sonrisa cargada de sorna y miró a los guardias.

 -¿Es que el "noble alcalde" tiene miedo de sus súbditos? ¡Que dé la cara en vez de esconderse tras las faldas de sus guardias!- Erik escupió en el suelo en señal de desprecio -¡Si hay algo peor que un tirano es una babosa cagada de miedo jugando a ser un tirano!

Puede que la situación que se fraguaba en aquella plaza estuviera a punto de explotar, pero Erik Berglund no tenía intención alguna de ayudar a conciliar las cosas, antes todo lo contrario. A ver cuánto podía provocar al alcalde para que se mostrara en público. Tarde o temprano tendría que hacerlo para mandar a sus guardias a callarle la boca, así que...

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14/04/2019, 21:59
- Narrador -

A medida que la tercera hora de la protesta se acerca a su fin, no se necesita ser un experto para notar que el tenor de la multitud es cada vez más hostil. A los tres minutos de la tercera hora, las campanas de la Catedral de Asmodeus emiten tres repiques sin ninguna razón aparente. Un momento después, Barzillai Thrune abre las ventanas y sus cortinas para dirigirse a la multitud que se encuentra debajo. Thrune es un hombre imponente vestido con ropas rojas, naranjas y negras, y un peto, todo adornado con el pentagrama de Asmodeo y la cruz de Cheliax. De mediana edad, con el pelo corto y oscuro y una maza diabólica acunada en sus manos, el señor alcalde de Kintargo se dirige a la multitud con una burla condescendiente. La multitud se calla rápidamente mientras él se aclara la garganta preparándose para hablar a todos. Antes de hacerlo, dirige una mirada hacia el noble que ha estado hablando atrayendo a varias personas. También se digna a mirar, con desprecio, al hombretón que ha estado retándole allí abajo.

"Ah, mis adorables polluelos. Lamento decir que aún no me he adaptado a sus formas pintorescas de vida, acostumbrado como estoy a la sofisticación y el estudio en Egorian. No obstante, sepan que he escuchado sus preocupaciones y que aprecio sus valiosos comentarios, y sé que eventualmente encontraremos un entendimiento mutuo con el tiempo. Me enorgullece actualizar las pintorescas y obsoletas leyes de Kintargo a los estándares modernos que la ciudad merece, y fortalecer sus lazos con el imperio en estos tiempos crueles, pero obviamente me he acercado a mis deberes de manera demasiado agresiva. Aún así, ¿decís que os irritaís por la presencia de no nativos en la ciudad?  ¿Que no queréis ser desplazados por intrusos? Vuestro señor alcalde os oye. Y así es que emito esta proclamación, en respuesta a sus demandas: a los capitanes de todos los buques se les prohibirá en lo sucesivo dejar sus embarcaciones y poner un pie en los muelles o calles de Kintargo, bajo pena de tortura pública."

La multitud se mostró alarmada por semejante despropósito, ¿acaso se pensaba prohibir a los capitanes de los barcos poner pie en Kintargo?

Notas de juego

Está en una tercera planta, en uno de los balcones.

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14/04/2019, 23:27
Arden

La menuda elfa se había estado moviendo un buen rato por la plaza. No le intersaba demasiado la política, ni las nuevas proclamas del inquisidor, ya que le toque de queda sólo servía para que pudiera moverse furtivamente en la noche con menos probabilidades de cruzarse con nadie. Sin embargo, una plaza llena de gente con su atención centrada en un edificio era un buen lugar para poder cortar un par de bolsas.

El mercader rico que se quejaba por no poder lucir sus lujosos ropajes seguramente sería un blanco lucrativo, pero también demasiado evidente incluso en medio de una multitud, así que, tras dudar un momento, se separó de él buscando un blanco más discreto.

La voz desde la ventana me hizo volverme hacia arriba, con un gesto de desagrado al escuchar cómo el alcalde se dirige a la gente como "polluelos". Desde luego, él va tan emperifollado como una gallina y no me quejaría si el guerrero ese que le impreca como si pretendiese retarle a duelo le clavase una espada entre las costillas. Me giré de nuevo, dispuesta a no prestarle la menor atención, pero sus palabras me hicieron funcir el ceño y cubrirme aún más con la capa para ocultar mis rasgos élficos. ¿Acaso este hombre pretende desviar la ira de la turba hacia todos aquellos que no somos nativos de la ciudad? En un lugar del tamaño del Nido de Plata que atrae gente de distintas partes del mundo, eso sería una locura, pues lanzaría a la gente contra un porcentaje nada desdeñable de la población. ¿Pretende cerrar el puerto? A pesar de no ser mi principal fuente de ingresos, siempre es fácil engañar a los marineros borrachos que tienen poco tiempo para gastar su jornal, así que esa medida me perjudicaría directamente. Pero, sin duda, también empobrecerá notablemente a Kintargo, pues el comercio se verá severamente lastrado si el acceso a los muelles se restringe de esa manera. Yo no tengo ni idea de economía, más allá de saber que una moneda está mejor en mi bolsa que en cualquier otra, pero eso es algo que seguramente entiendan hasta los niños de Redroof. De repente, se me pasaron las ganas de enriquecerme aprovechando la multitud y me empecé a interesar más por cómo reaccionaban ante esta nueva proclama. Si por aquí hay alguien que trabaje en las tabernas del puerto no debería tardar en montar en cólera.

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15/04/2019, 01:09
Mishima Grend

Mishima se mantuvo quieto y en silencio durante las horas que duró aquello. No dijo o hizo nada, salvo escuchar lo que la gente decía y obversar quienes lo decían. Era imposible no ver al giganton o al noble. Y alguno que otro también destacaba de la multitud. Algunas personas tiene un chi más fuerte, y aunque estén en medio de una muchedumbre pueden vislumbrarse si uno es lo suficientemente perceptivo. Y eso incluía a la mujer que comandaba a los guardias, algunos de los que estaban en la plaza, y...al alcalde. Una vez apareció quedó claro al respecto que tenía una fuerte personalidad. Destacaba, y le gustaba hacerlo. De hecho sin duda alguna sus palabras lo dejaron bastante claro.

Curioso cuanto menos. Esa no es manera de hacer negocios y prosperar en una ciudad portuaria. Bueno, en una ciudad que se dedique al comercio en realidad. ¿Qué es lo que prentede? ¿Que la gente acabe de soliviantarse?

Notas de juego

Pues nada. Estoy atento a mi alrededor y espero a que todo estalle.

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15/04/2019, 20:05
Vundav

Vundav cada vez entendía menos. La nueva proclama era aún más absurda que las anteriores. ¿Y si un capitán no es extranjero sino de la ciudad? ¿Y si los que eran extranjeros eran las marineros y no el capitán del barco?

Al estar acogido en una casa noble pensaba que podría pasar como lugareño, o al menos como familiar de lugareño.

No, se engañaba, ahora sería ésto pero luego vendrían seguro nuevas y aún más extrañas proclamas. Se trataba más bien de un juego de poder: pongo estas órdenes porque me da la gana y puedo hacer lo que quiera.

Miró a Norwind esperando ver alguna reacción en el guardián. Ciertamente esa última proclama sería mala para el gremio de joyeros.

- Esto va a peor, además de que es absurdo. 

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15/04/2019, 21:41
Norwind

Parecía que al fin el nuevo gobierno había dado un mal paso, y no habían hecho más que llegar a la ciudad. El nuevo alcalde era un extranjero en esa tierra, y él mismo estaba instigando el odio hacia ellos. Esta nueva proclama era tan absurda como las demás, pero estratégicamente parecía no obedecer a la coherencia.

Si las anteriores pretendían crispar a la población y tener una excusa para poner a la luz y eliminar disidentes, ésta nada tenía que ver con la ciudad y abría una brecha que más adelante le podía costar mucho tanto al alcalde como al resto de tropas de la reina.

Al menos esos eran los pensamientos de Norwind mientras escuchaba a sus conciudadanos reaccionar ante las palabras que habían salido del balcón del tercer piso. Era una pena no disponer ahora mismo de un arco, con una flecha que llevase el nombre de Thrune, todo acabaría rápido, aunque enviasen rápidamente a un suplente.

Pero pensamientos aparte, lo que estaba claro es que la intención de Cheliax era aislar la ciudad, al menos un tiempo, para evitar tanto entrada como salida mientras "saneaba" lo que ellos consideraban un emplazamiento largo tiempo descuidado.

Veríamos si la reina podía salirse esta vez con la suya.

Sabiendo que ya había escuchado bastante, el guerrero salió de las sombras y se acercó al noble recién llegado, indicando antes a su eventual acompañante que lo siguiese si quería participar activamente. Al llegar a la altura de Rexus, y sin esperar a que lo reconociese si es que de verdad recordaba haberlo visto o había escuchado hablar de él, le dijo abiertamente:

- ¿Tenéis pensado algún plan al respecto? Está claro que esto no os conviene y no vais a quedaros cruzados de brazos. Vosotros tenéis el dinero y nosotros el valor. Quizá es momento de empezar a emplearlo para algo productivo.

 

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15/04/2019, 22:01
Erik Berglund

Ahí estaba. El "Señor Alcalde" en toda su gloria, observando a los integrantes de aquella turba como si fueran un montón de mierda. Erik tragó saliva, sintiendo el bombeo de su corazón latiéndole en la sienes. El hombre que había estado buscando estaba ahí. Por fin.

Sus ojos se encontraron durante una fracción de segundo. Una fracción en la que el guerrero sintió el desprecio del alcalde Thrune. Una fracción en la que Erik Berglund le devolvió una mirada de pura y primitiva ira. Sintió deseos de gritar, de echar a correr con su espada en las manos, de arremeter contra los guardias y cualquiera lo bastante estúpido como para ponerse en su camino y despedazar a aquel hombre con sus propias manos. Sin embargo no lo hizo. Y no lo hizo porque el alcalde había empezado a hablar. Sobre las leyes, sobre las quejas de su pueblo... Y sobre cómo iba a volver ilegales los desembarcos de capitanes en la ciudad. ¿Es que estaba loco? ¿Qué capitán en su sano juicio querría arriesgarse a atracar en esas aguas con esa ley en vigor? Aquello significaría el fin del comercio por mar. Y con ello, la lenta muerte de la ciudad.

 -¡¿Ya no te satisface acabar con tus víctimas de una en una?! ¡¿Ahora tienes que asesinar a una ciudad entera para saciarte?!

Era un castigo desproporcionado a la protesta que estaba teniendo lugar. Justo el tipo de respuesta que se esperaría de un sádico desalmado al que se le otorgaba el poder absoluto. La prudencia empezaba a estar de más. Había quedado claro que con ese hombre no se podían tener miramientos de ninguna clase.

Erik desenvainó su mandoble y apuntó con él a la guardia apostada delante del portón de la Casa de la Ópera.

 -Apartáos.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Yo por si acaso y por lo que pueda pasar dejo tirada una iniciativa XD.

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17/04/2019, 20:41
- Narrador -

Había tal bullicio que el movimiento por la calle estaba casi obstruido, por doquier los ciudadanos mostraron su indignación por aquella nueva proclamación. En sólo una semana Barzillai estaba intentando cimentar la destrucción de lo que tantos años costó a los kintargianos alzar.

Norwind se había acercado al hombre vestido con prendas nobles. Aproximándose, el desconocido mostraba los signos del cansancio. Escuchó sus palabras para después responderle sin levantar demasiado la voz.

- Plan... aquí no parece buen lugar para hablar de algo así.

Iba comentando Rexus, quien mostró un leve rastro de rabia en la mirada, no tanto hacia quien le hablaba sino hacia el Thrune del balcón.

Pronto, un corpulento hombre se envalentonó, profiriendo gritos hacia Barzillai. Por si fuera poco, otro ciudadano aprovechó para lanzar un huevo, el cual voló hasta golpear la baranda, expulsando el fluido viscoso el cual alcanzó los ropajes del alcalde. Su comportamiento entonces cambió de divertido a belicoso. "¡Basta ya! Nox, dispersa a esta escoria." Profirió retrocediendo, cerrando de golpe las puertas del balcón. La guerrera que cubría la entrada lanzó un silbido a la par que alzaba la mano derecha. Al mismo tiempo, hombres y mujeres de toda la multitud se quitaron sus capas grises, revelando las porras y las sonrisas sádicas propias de unos matones a todas luces al servicio del alcalde y de la mujer.

Los truhanes iniciaron una serie de golpes sobre los ciudadanos al azar lo que provocó numerosos gritos. Lo peor, cuatro de ellos se habían percatado del momento de protagonismo conseguir por Rexus. Los cuatro fueron acercándose a él, lo tenían rodeado.

- ¡Ayudadme, por favor!

Exclamó el noble, quien no parecía contar con arma alguna.

- Tiradas (2)

Notas de juego

T7 parece que presta atención a Erik.

La mayoría de los enemigos tienen un caracol, eso significa que no os están prestando atención a ninguno de vosotros sino a la multitud.

Iniciativas: Mishima, Norwind, enemigos, Arden, Vundav, Nikkha, Erik.

Ok, sólo pueden actuar Mishima y Norwind, para el resto por favor poner un post con la reacción de vuestros pjs, aunque no tengáis acción.

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17/04/2019, 21:35
Vundav

Vundav había seguido a su improvisado compañero junto al noble, a todas luces venido a menos, que había intentado meter algo de cordura a la multitud. La situación era altamente inestable y, como era de esperar, estalló en forma de un huevo lanzado por un desconocido.

De pronto se encontraba rodeado por una serie de matones que se habían situado estratégicamente entre la multitud y al lado del rebelde noble. No era su guerra y no pensaba intervenir, pero los acontecimientos habían hecho que se encontrase junto a la persona equivocada en el momento equivocado. De nada serviría explicar que nada tenía que ver con ese noble.

Y ya puestos... su sentido de la prudencia se había impuesto al de justicia, pero ahora que ya no tenía escapatoria se sentía liberado, por fin podría actuar según sus principios. Era como si se hubiera quitado un peso de encima.

Aún así, observó a su compañero. Sería importante contar con su apoyo en defender a este noble, pero realmente él conocía más la ciudad y sabría si era el momento de plantar cara a los matones.

Notas de juego

El mapa lo veo perfectamente y he probado moverme y eso y va bien.