Partida Rol por web

Más tarde... A las 22 h del lunes 21 de Junio...

La noche era calurosa y el aire húmedo. El cielo se encontraba parcialmente nublado, y ocasionalmente las nubes cubrían la Luna para, al cabo de unos minutos volver a apartarse mostrando el astro en todo su esplendor. Hacía apenas una hora que había anochecido y no había ni rastro de los profanadores de tumbas... Tampoco parecía verse a ningún agente de la policía. 

El cementerio se encontraba totalmente oscuro salvo por los espeluznantes e intermitentes reflejos plateados de los rayos de Luna, los cuales bañaban las lápidas y las criptas que arrojan sombras tras de ellas. También había algunos coches que hacían breves apariciones al otro lado de los muros arrojando sombras aún mas tenebrosas a aquel lugar convirtiendo árboles retorcidos por el paso del tiempo en espectros deformes que parecían alzarse desde la tierra.

Aunque hacía apenas un puñado de horas, aquel escenario transmitía paz y descanso, ahora transmitía un horror ancestral. Hay literalmente cientos de lugares donde alguien...O algo... Podría estar escondido.

Bajo sus pies, la tierra sobre la tumba del Tío Freddy se encontraba suelta y parecía fácil de cavar en aquel lugar. Un par de canallas podrían desenterrar el ataúd en apenas media hora...

Charles se sentía realmente ridículo en aquella situación. Ridículo por la situación, pero algo intranquilo por la localización. Sin ser demasiado religioso, Charles no podía evitar jugar con el crucifijo que colgaba de su cuello mientras miraba en todas las direcciones buscando vida. 

En cierto modo, el absurdo de velar por una tumba le alejaba un poco del dolor que le llevaba acompañando aquellos días por el modo de partir de su tío, lo cual no estaba tan mal. 

- Bueno, pues aquí estamos - hizo una cara divertida - No tengo muy claro qué deberíamos hacer, si permanecer ligeramente apartados para, si se acercan, sorprenderles o si por el contrario hacer guardia junto a Freddy para disuadirles siquiera de intentarlo... Me inclino a que sorprenderles será más efectivo a la larga. ¿Qué opinan?

Richard se seca el sudor con un pañuelo sucio mientras mira nervioso alrededor. Siente que su corazón se para cuando cree ver una silueta agazapada tras de un arbol. No, solamente ha sido la luz de aquel coche. La verdad es que este maldito lugar lo tiene sencillo para jugar con mis nervios. Si al menos tuviera su querido fusil, que tanta ayuda le prestó en el pasado...Charles habla entonces, y todavía no puede evitar preguntarse cómo demonios han ido a parar a ese sitio, a un cementerio cercana la madrugada, esperando recibir un tiro de cualquier policía escondido con ganas de obtener una medalla, o de esos malditos hindúes que vuelven a rematar su trabajo.

-Creo que es mejor estar aparte, como dices. No creo que esta gente se lo piensen dos veces antes de quitarse de en medio a cualquiera que se encuentre en su camino.

- Vaya! parecemos un grupo de linchamiento. Bromea Robert, intentando ocultar, sin éxito su pánico y sus nervios mientras con la mano temblorosa llena el cargador de su recién adquirido revolver.

- Yo pensaba disuadirlos con nuestra sola presencia, pero algo me dice que eso no bastara. Creo que tu plan es mejor Charles, intentemos ocultarnos por la zona y sorprenderlos. Esperemos que la sorpresa y unos disparos, basten para ahuyentarlos.

Catherine asiente, distante, ante los comentarios incómodos de sus compañeros. La atmósfera del lugar era terrorífica, y lo que había parecido una idea excelente por la tarde, ahora se le hacía una broma macabra y sin gracia. Pero, definitivamente, la idea de esconderse y de estar medianamente preparados, por si sus amigos hindúes decidían hacerles una visita, era la que más le convencía. 

-Vayamos rápido, no vaya a ser que estén al caer, y nos pillen ellos por sorpresa a nosotros. 

Si la presencia de aquel grupo a aquellas horas en un cementerio era de lo más extraña, no ayudaba en absoluto verles armados con revólveres y un fusil Lebel de la Gran Guerra... Sin embargo la que tenía el aspecto más surreal de todos era la señorita Leed quien arrastraba una pala de bastante tamaño provocando un susurro metálico a cada paso que daba.

El viento soplaba filtrándose entre los árboles del cementerio provocando escalofríos involuntaros entre el grupo. El nerviosismo aumentaba a cada paso que daban, ¿verían a Patel? ¿Renunciarían a aquella locura?

Llevaban varios pasos cuando Richard se detuvo pidiendo silencio…

Entonces formas misteriosas empezaron a emerger en la oscuridad, en un comienzo eran formas que no eran de ese mundo, más tarde fueron dibujándose contornos humanos con cabezas de gran tamaño hasta que la luz de la luna desveló los turbantes que portaban todos ellos.

Cuando estaban a una distancia que consideraron suficiente se detuvieron. Entonces el horror comenzó.

No era la traición de Patel y Singh lo que les sorprendió, si no Charles Diehl, o al menos su vivo retrato vistiendo una sotana oscura como el resto de sus compañeros.

-No vamos a dejar que interrumpáis la ceremonia. -Habló Patel con su característico acento-. Finalmente Khali abandonará la prisión que la confina en las estrellas y vendrá a este mundo, nosotros sus sirvientes prepararemos su llegada. -Añadió al tiempo que extendía sus brazos mientras echaba su cabeza atrás para mirar a las estrellas, después recuperó su posición original y les conminó a marcharse

- Marchaos y dejad aquí el medallón.

Richard parece a punto de comentar que todo es una pérdida de tiempo cuando ve las siluetas alrededor. Por un momento tiene la vana esperanza de que sean policías, y ensaya una ridícula excusa, cuando la luna se refleja en los inequívocos turbantes. Esos malditos han venido hasta aquí.

Es entonces cuando ve a Charles entre los sectarios, y su corazón da un vuelco. No es posible...¿Charles?

Tiene que mirar a su izquierda para cerciorarse de que su amigo continúa en la recta senda cristiana. Verdaderamente, nos estamos viendo con un asunto de magia negra. Pero ya Richard vivió suficientes horrores en la guerra y, a pesar del frío sudor que parece desafiar el calor de la noche cubriéndole la frente, reúne su entereza y agarra su fusil con determinación. En ese momento uno de los malditos hindúes empieza a hablar, en un tono mucho menos amistoso que cuando el día anterior se presentó a ellos. Sus palabras, sin embargo, le confunden. ¿Cómo? Parecen pensar que nosotros tenemos el medallón.

Charles no daba crédito a lo que estaba viendo. Se frotó los ojos y volvió a mirar a su reflejo en carne intentando hacer que fuese una confusión. 

Cómo puede... ¿quién? - instintivamente se miró las manos como si necesitase comprobar que él estaba ahí y no allí, o si allí era aquí y si él era aquel. Sintió un vahido pero rápidamente se recuperó y miró a sus compañeros buscando que viesen que él estaba tan confundido como ellos. 

- Marchaos y dejad aquí el medallón.

- El medallón... - Charles no terminó de decir la frase con la intención de ganar tiempo 

¿Pero qué narices...? fue lo que le dio tiempo a pensar a Catherine al ver a su amigo, vestido con una túnica negra y siniestra. No pudo sino mirar a su lado, para comprobar que Charles seguía ahí. Al parecer, a Richard, e incluso al propio Charles les había pasado lo mismo. Sin embargo, el ver las dos figuras iguales no alivió su mente, sino que la confundió aún más. Llevó su mano libre a la cabeza, apretándose la sien, tratando de entender qué es lo que estaba pasando, mientras su mirada continuaba fija en los extraños hombres. 

Aquellos sectarios mantenían sus manos en el interior de las túnicas, ocultando así la amenaza que podían suponer, eran apenas un cuarteto de hombres entre los que se encontraban los tres rostros conocidos, tras ellos un quinto mantenía su cabeza oculta bajo una capucha dándole un halo de misterio amenazador.

Tras dedicar una mirada atrás habló Charles Diehl, o al menos su doppelganger...

-El medallón que habéis tomado. Sabemos que tu tío se lo tragó. -Añadió al tiempo que señalaba a la pala. Aquella extraña familiaridad de su voz terminó por rematar aquel aspecto terrorífico de aquella persona.

Cuando Robert vio emerger las siluetas, su nerviosismo se convirtió en autentico pánico. Ahí estaban, tenia la esperanza de disuadirlos, de que no apareciesen, pero ahí estaban. - ¿Será este el final? Se preguntaba - Lo que empezó como un favor para ayudar a un amigo, se transformo en una especie de juego con la policía y finalmente en una peligrosa locura.

De pronto, el habitual color rojo de las mejillas de Robert, fue sustituido por el blanco al ver a su amigo con los sectarios. Miro a sus compañeros, y comprobó la misma estupefacción en sus rostros. Apretó el revolver, sentir el tacto del acero, le dio un hilillo de seguridad, aunque insuficiente, para replicar al indio.

¿Qu-qu-quién eres? ¿Qué eres? Richard hace un esfuerzo por no tartamudear, mientras amartillea el fusil, aunque sin apuntar a ninguno de los sectarios

- Sois muy capaces en las artes del disfraz, pero parecéis ciertamente una versión más joven de mi mismo. ¿Acaso esa pátina de juventud se refleja también en un razonamiento poco maduro? Estáis muy equivocados si pensáis que tenemos el medallón. Ya es tarde para buscarlo. Nos deshicimos de él tras visitar la morgue tal y como me pidió mi tío. Nunca podréis recuperarlo. - dijo firme el verdadero Charles mientras apuntaba con su arma a su reflejo - Ahora, dejad a Freddy descansar tranquilo.