Partida Rol por web

Nunca hubiesen imaginado que transitar por la Umbra fuese tan difícil. Caminar de lado fue sencillo: A Ashley se le daba bien, y lo único que tuvieron que conseguir fue una superficie reflectante para cruzar de manera segura. La Penumbra era un lugar conocido. El mismo Helios se elevaba sobre ellos y los espíritus de los seres inertes distaban de ir a hacerles algún daño. Ashley estaba bastante contenta de ir abriendo el camino, muy segura de sí misma. En Lupus y siguiendo su olfato, no tuvieron dificultad a la hora de internarse en las profundidades de la Umbra, dejando atrás el Mundo Físico.

Aquí empezaban los problemas. Caminar hacia las profundidades de la Umbra era como Caminar de lado otra vez. Kate no les había advertido que fuese tan complicado. El olfato ya no era una guía fiable, ya que no había nada que ellos conocieran para buscar. No tenían modo alguno de percibir las trochas, y sólo preguntando a un espíritu bondadoso pudieron encontrar una pálida Senda Lunar.

-Cuando Selene está plena es el momento ideal para caminar -les advirtió el espíritu Gato-. Pero Selene está oculta estos días. No creo que podáis llegar a donde queréis, porque la Senda es invisible y sólo algunos podemos ver las cosas invisibles.

-¿Y no podrías guiarnos tú, Espíritu? -insistió Ashley-. Venga, te recompensaremos y te honraremos con canciones si nos conduces al Reino al que vamos.

Hubo un intercambio de palabras usando a Donny como intérprete hasta que Ashley se comprometió a dedicarle una canción y cuatro ofrendas mensuales a cambio de que los llevase a medio camino. Anduvieron y anduvieron durante horas y, finalmente, el Lobo se despidió. Helios ya estaba oculto y Selene no asomaba. El viento umbral arreciaba de vez en cuando y tenían que pegarse al suelo para evitar salir volando. Caminaron y caminaron y finalmente, tras perderse una vez más y volver a la senda invisibile, encontraron la segunda Celosía que separaba La Lobera de la Umbra Próxima.

-Yo abro el camino otra vez -dijo la Philodox-. Prepárate.

Ashley se concentró y Caminó de lado otra vez. Donny siguió sus pasos. Se encontraron en otro lugar, en otro momento. Una suave brisa les azotaba el pelaje de Lupus con aromas a pino y a campo. La tierra firme bajo sus patas, los insectos moviéndose entre la hierba, los árboles, las rocas. Aquel lugar se parecía a la Penumbra del boun.

Ashley soltó un gañido de triunfo.

-¡Hemos llegado! ¿Ves como no sería tan difícil? -Echó a andar entre los árboles-. Vamos, sígueme. Hay que encontrar algo que pruebe que hemos llegado hasta aquí.

Después de perderse treinta veces, pasar el rato dándose cabezazos contra Espíritus y andar todo el día por la nada, su recompensa no era otra cosa que más bosque. Y además Ashley se había endeudado con un Espíritu. Esperaba que se ocupase ella misma del asunto. A Donny no le importaba ocuparse de las ofrendas, dado que el viaje era por él después de todo, pero no, nunca, bajo ninguna circunstancia, iba a cantarle a un Espíritu. Ni a nadie, vaya. No estaba de acuerdo con su compañera con eso de que había sido un camino de rosas, pero tampoco iba a decirle nada. Gruñó y correteó para ponerse al lado de Ashley. -¿No vale una piedra o algo? Una piedra de La Lobera. Sabía que no, pero no tenía ni idea de qué iban a encontrar en un bosque que le valiese de souvenir a Flecha de Escarcha.

Ashley no le hizo ni caso. Continuó hasta encontrar un arroyo en el que pudieron beber para recuperar fuerzas. El aire olía a conejo.

-Si no tuviéramos prisa, podríamos hasta cazar -dijo la Fenris olfateando el aire con alegría-. No quiero volver a probar ese papel maché que los Roehuesos llamáis comida.

Estaría bien comer algo de verdad para variar, aunque tuviera que cazarlo. Aunque de todos modos le ofendió el comentario sobre sus habilidades culinarias. No recordaba habérsela hecho comer a la fuerza. La comida. De todos modos Donny estaba aprendiendo a ser diplomático. -Nos podemos quedar un rato, eh. No va a pasar nada porque nos echemos algo a la boca antes de volver.

-¿Cazamos entonces? -Ashley meneó la cola-. Vamos.

La Philodox dirigió la caza. Olfateó en busca de presas, tratando de encontrar conejos o, con suerte, uno de esos deliciosos ciervos. Tuvieron suerte. Los dos Lupus acecharon un grupo de hervíboros que descansaban en un claro. Ashley le hizo una señal: una de las crías estaba desprotegida. No les costaría demasiado matar a Bambi. Saltaron sobre ella sin que su madre pudiese detenerlos. Ashley se dedicó a espantarlos con gruñidos y ladridos mientras que Donny le rompía el cuello de un mordisco.

A Ashley no le disgustaba la carne cruda, pero la carne asada sabía infinitamente mejor. Se quedó quieta un momento, intentando cambiar a Homínido para hacer una pequeña hoguera y cocinar, pero no pudo. Trató de hacerlo de nuevo, pero no lo consiguió. Era como si le hubiesen quitado esa capacidad, como si hubiese perdido todos los dedos de una mano.

-Donny, no consigo... Oye, cambia tú, anda...

Agh. Pobre cría de ciervo. Tiró de la presa hasta el sitio donde iban a hacer el fuego y se sentó. Donny sabía cómo sacar un menú de tres platos de un cubo de basura, pero no tenía tan claro cómo se hacía una hoguera, así que era mejor esperar a que Ashley se ocupase de todo y de pronto encontrarse con la cena hecha. Ladeó la cabeza mientras Ashley intentaba cambiar. Volver a la forma natural era tan fácil como respirar, pero a lo mejor Ashley pasaba tanto tiempo como loba que se le había bloqueado la forma Homínida. Se levantó y trató de volver a ponerse sobre dos piernas. -A ver...

Donny se cayó de lado. Tenía la forma humana en la cabeza y era tan fácil llegar a ella como respirar, pero... De alguna manera, se había bloqueado. Ashley soltó un gemido asustado.

-¡No puedo cambiar! ¡Ni siquiera puedo pasar a Crinos!

En ese momento escucharon un aullido cercano. Había otros lobos.

Se revolcó por el suelo hasta volver a estar en cuatro y gruñó y ladró. No podía ser que se hubiese quedado atrapado en esa forma, ¡no quería ser un lobo para siempre! Tenían que salir de allí, tenían que marcharse de ese reino de pesadilla donde no podían ser humanos. -¡Vámonos, abre el camino! -suplicó mientras fracasaba una y otra vez en sus intentos de cambiar.

Ashley gimió otra vez, desesperada. Donny pudo interpretarlo como una respuesta negativa. Y los aullidos se acercaban. Pronto tuvieron delante una manada de lobos salvajes en posición evidente de hostilidad. Habían cazado en su territorio y no estaban nada contentos.

El alfa, el lobo más grande y fiero, avanzó en su dirección enseñando los dientes.

No podían estar atrapados. ¡Dom! ¡Iba a arrancarle la cabeza a ese viejo de mierda! Casi estaba contento de que los lobos hubieran aparecido. Podía convertir el miedo en agresión, mucho más fácil de llevar. Además no iba a dejar que les mataran unos perros. Gruñó y se enfrentó al alfa, con las orejas hacia atrás y agachado, preparado para recibir su embite.

El alfa aceptó el desafío y se irguió, erizado. Gruñó en pleno hocico de Donny enseñando los dientes y llenándole de baba, con los ojos chispeando como advertencia.

El lobo no se amedrentó ante los colmillos de Donny. Probablemente era lo más normal, teniendo en cuenta que era el alfa y él un lobo muy joven. Pero si no podía espantarle gruñendo y no podía espantarle con su Rabia, entonces no era muy prudente enfrentarse a él. Por otra parte, Donny estaba asustado y eso mandaba al garete su buen juicio, así que se agachó, esperando a que el lobo se lanzara sobre él para devolver el mordisco.

El lobo saltó sobre Donny irguiéndose sobre dos patas y le mordió el morro. Sus colmillos estaban muy afilados y el bocado dolió, pero Donny había sufrido heridas peores.

Donny gimió y trató de escabullirse por debajo de la cabeza del alfa para alcanzar su cuello, pero sólo alcanzó a morder el costado.

La herida del morro se curó rápidamente, pero el lobo alfa volvió a morderle, esta vez cerca del ojo.

La nueva herida le hizo soltar un aullido. Ya se había imaginado tuerto, y había apartado el morro rápidamente cuando estaba a punto de morder a su adversario.

El lobo alfa aprovechó su ventaja para lanzar otro ataque. Donny se sentía cada vez más asediado por los mordiscos del lobo, más experimentado que él.

Gruñó de nuevo y retrocedió. El alfa se había peleado con muchos más lobos que él. Metió el rabo entre las patas, retrajo los labios y las orejas y bajó el cuerpo en señal de sumisión.

Con eso la cosa no terminó. La manada no los quería en su territorio y así se lo hizo saber. Furiosos, los lobos los echaron a dentelladas, obligándoles a retroceder hasta la linde del bosque. Ashley, que cojeaba por un bocado en sus cuartos traseros, gemía detrás de Donny.

-Maldito Ragabash... ¡Voy a hacerle picadillo en cuanto volvamos! -se quejaba, con una voz que en Homínido habría estado rota por las lágrimas-. ¿Cómo se supone que vamos a salir de aquí?