Partida Rol por web

24 de octubre de 2000

Después de un corto viaje en carretera con la Luna Gibosa señalando el camino en el cielo despejado, las dos manadas llegaron a Chicago. La ciudad era enorme y, desde que despertaron a su verdadera naturaleza, jamás se habían sentido tan asfixiados en una ciudad. Incluso algo se agitaba en el interior de Donny, quizá no asfixia, sino reconocimiento. La Tejedora había cumplido como mejor sabía hacer.

El grupo aparcó en un parking público y se puso en acción de inmediato. No había tiempo que perder.

Tommy, como Ahroun y Alfa en tiempos de guerra, se puso frente a sus compañeros de manada y a los jóvenes Cliath. Llevaba el Klaive envuelto en fieltro bajo el brazo. Se podía sentir la plata y su poder a un metro del arma. Aquel era el Fetiche de los más grandes guerreros, tan poderoso que podía matar fácilmente a un Garou gracias al metal de Selene.

-No voy a mentiros: esta misión es peligrosa. Pero todos habéis estado de acuerdo en venir. No sabemos a qué vamos a enfrentarnos. Para vosotros, los Cliath, es la primera vez que vais a entrar en batalla real con Danzantes, ¿verdad? Tenés que recordar lo que habéis aprendido, pensar como una manada, como uno solo. Es posible que algunos acabéis heridos o incluso muráis. Pero la vida de nuestros compañeros está en juego y el Clan confía en nosotros. Hagamos algo.

Se volvió hacia Lágrima de Piedra, ahora en forma homínida.

-Hermana, tú posees el mejor olfato de todos nosotros. Úsalo para encontrar a los Danzantes o a los Buscadores. Vosotros -dijo a la manada joven-, ¿podéis ayudar?

Leigh miró a Donny, esperando que el le diese permiso para hablar, antes de ofrecerse. No era mala rastreadora en Escocia y, aunque sabía que podía ser útil, no creía que ayudase el que minase la autoridad del Ahroun delante de sus mayores. Bastantes problemas iba a tener con la Fenrir.

Donny estaba esperando a que Viviane, puede que Kate, diesen un paso al frente. En Naperville, él se habría ofrecido, pero no conocía Chicago. Seguramente su tarea sería mucho más fácil si lograban ponerse en contacto con algún Roehuesos o Morador local, pero no había tiempo.

En eso estaba pensando cuando se dio cuenta de que la chica nueva le miraba. Frunció el ceño, sin entender qué quería. Al final cayó, y eso le hizo fruncir el ceño todavía más. ¿Le estaba pidiendo permiso para hablar? Nadie le había perdido permiso para hablar. Ni cuando estaba a cargo de la manada. Ni siquiera cuando les tenía metidos en jaulas.

-Qué. No soy tu alfa, hum... -No se acordaba de su nombre. Seguramente había sonado más hostil de lo que realmente había pretendido. Solía pasar con la gente que no le conocía. Se encogió de hombros, indicándole que hiciese lo que le pareciese.

Leigh suspiró antes de hablar. Hasta que le indicasen oficialmente con que manada estaría lo más similar que tenía eran la manada de cliaths sin nombre... y estaba claro que no parecían quererla. Pero, por el bien de todos, tendrían que trabajar juntos. Y eso suponía plegarse a la jerarquía ya establecida. Aunque no podía dejar de añorar la complicidad que habían alcanzado en su anterior manada, en Escocia, donde apenas con un gesto sabían lo que pensaban unos y otros, donde podían comunicarse sin apenas palabras sin dificultad alguna... No te pongas a pensar en eso ahora, se dijo, La vida te ha dado limones... así que a hacer limonada, como dicen los americanos.

- No conozco la zona, pero en Escocia me defendía como rastreadora...

Ahora sólo quedaba esperar a ver que hacía Tony. No le culparía si no confiaba en ella. Al fin y al cabo, los lobos solitarios no viven mucho por motivo.

Viviane, que había ido en moto siguiendo al coche, se reunió con sus compañeros y al ver la indecisión de la nueva bufó, exasperada.

-Dios mío... No te preocupes, ya lo hago yo. Con tu indecisión los matarán antes de que nos pongamos en marcha.

La Cliath se retiró el pelo de la cara y respiró hondamente tratando de percibir un rastro más palpable del Wyrm, más allá del pestilente hedor que ya de por sí desprendía la ciudad. Incluso en su forma homínida, Flecha-de-plomo era capaz de hacerlo con facilidad.

Leigh miróm a Viviane en silencio, levantando levemente una ceja, sin decir nada. Algo le decía que salvo que cambiasen de actitud como grupo, no volverían todos al túmulo.

El olor de la ciudad, su polución, su corrupción, su sudor, la sangre vertida en las aceras, el licor barato en las esquinas, el crack, los perfumes caros, el dinero, el tenue aroma de un parque cercano, la basura pudriéndose en un contenedor. Aquellas sensaciones golpearon la nariz de la Ragabash tan pronto la levantó para olfatear. Tuvo que utilizar todos sus recursos para aislar los olores que buscaba de los que le estorbaban.

No podía oler el Wyrm como hacían algunas de sus compañeras, pero sí detectó el aroma conocido de los Buscadores. Estaban lejos, pero habían pasado por allí hacía algunas horas. No, esa había sido Rayo Nocturno a través de la Umbra. Algo de su olor se notaba a través de la Celosía, incluso. Pero había un camino. Quizás siguiéndolo a la inversa pudieran dar con el cubil de los Danzantes.

-Tengo un rastro -dijo la mujer olfateando sin parar.

Viviane arrugó la nariz conteniendo las ganas de vomitar. Las razones por las que un Garou desearía vivir entre aquel festín de olores nauseabundos escapaba a su conocimiento. Aun así, logró dar con un aroma sutil que podía serles de utilidad.

-Yo también -se apresuró a decir, haciendo saber que su trabajo también valía-. El rastro de Rayo Nocturno. Quizá siguiéndolo podamos encontrar el cubil de los Danzantes.

-Pues en marcha. Vosotras primero -dijo Tommy levantando una mano para invitarlas a caminar.

Viviane asintió con decisión y abrió la marcha fijándose en Lágrima de Piedra. A fin de cuentas sabía que ella tenía más experiencia.

El grupo de once Garou siguió el rastro de Rayo Nocturno, que cada vez se hacía más potente. Era probable que hubiese corrido un tramo en forma Homínida antes de cambiar y cruzar a la Umbra. Por ello no fue difícil encontrar el origen del rastro y, probablemente, el lugar donde se ocultaban los Danzantes.

Habían llegado a una zona alejada de los rascacielos y las cosas bonitas. Aquí empezaban los edificios cochambrosos y los cristales rotos, los mendigos y la basura amontonada. El Theurge de los Sanadores señaló una de las casas modulares y echas un desastre, con jardines descuidados y suciedad por todas partes.

-Están aquí.

El reconocimiento de la casa reveló que tenía dos pisos y dos puertas, la principal y la trasera. No había señales de que alguien estuviera en el interior, pero bien podía ser una trampa.

-Si pudiéramos usar la Umbra... -se lamentó Tommy-. Pero en una ciudad como ésta no me fío. Entraremos por la puerta. Los Sanadores por la de delante y vosotros por la trasera. No olvidéis dónde estamos: hasta que no paséis al interior no cambiéis. Sólo nos faltaría descorrer el Velo. ¿Estáis preparados?

Leigh asintió con un gesto seco, abriendo y cerrando las manos de manera inconsciente. Su instinto le gritaba que era todo demasiado fácil... pero lo único que podía hacer era tratar de estar especialmente atenta cuando entrasen en la casa.

-Esperamos vuestra señal.

Donny le hizo un gesto a la manada para le siguieran a la parte de atrás. Incluyó a Leigh, porque en Europa parecía que era costumbre no hacer nada que no te hubieran dado permiso específico y explícito para hacer. Tenía ganas de verla en acción. Era una Galliard; se suponía que su Rabia era casi tan poderosa como la de los Luna Llena. Donny pensaba que simplemente hacía mucho mejor trabajo que él ocultándola.

-Vale. Viviane, tú sabes el don ese del olor, ¿no? Retrocede y estate al loro. Sorpréndeles cuando ya nos hayamos enzarzado. Estate preparada por si hay que ir a por Tommy. O lo que veas. Me fío de ti.

Miró hacia la puerta preocupado. La forma de Crinos no estaba hecha para interiores; se iban a estorbar unos a otros. Eso si les daba tiempo a cambiar antes de caer en alguna trampa.

-Estamos aquí en misión de rescate. Reventar cabezas de Danzante es un extra. Así que no me toquéis las narices. Dejad que se encarguen de encabezar la matanza el tío con la espada de plata y sus amigos. Venimos para ayudarles, no para robarles la gloria.

Leigh asintió a las palabras de Donny.

- Tal vez lo mejor sea no cambiar por completo o, por lo menos, no cambiar todos por completo.

También a la chica nueva le preocupaba que diez Crinos no pudieran moverse dentro de una casa. La miró de reojo antes de volver la atención hacia la puerta. Esperaba escucha la puerta delantera abrirse en cualquier momento, un rugido, un gruñido, cualquier indicio de que era el momento de que entrasen en la casa.

-Los Crinos son resistentes. Si prefieres estar preparada para correr es que eres más lista que yo.

Levantó una ceja. ¿Le estaba llamando cobarde? No quería pensar mal... y como Wilde dijo, se trataba de dos países separados por un mismo idioma, de manera que podía ser un simple malentendido. Sin embargo, tenía claro que hasta que no viesen que les esperaba dentro, no podrían decidir que hacer. Y para decidirlo tendrían, con suerte, décimas de segundo.

Viviane asintió ante las palabras del Ahrou mientras le daba vueltas al collar de forma nerviosa.

-Cuenta con ello, tranquilo.

Cubriría la retaguardia, y si hacía falta intentaría sorprenderles por algún lateral. Agudizó el oído tratando de escuchar como si fuese un lobo auténtico, buscando algún indicio de que la batalla se había desencadenado al otro lado. Lo de caber o no caber... Podría ser un problema. O una ventaja si hacían tapón e impedían que el enemigo huyese.