Partida Rol por web

24 de octubre de 2000

Era ya de día cuando llegaron a la chatarrería a la que apuntaba la dirección. Montones de coches oxidados y piezas enmohecidas saludaban tras la alambrada que separaba el recinto de la carretera. Un almacén de dos pisos con las puertas abiertas, como animándolos a entrar, era todo el refugio más allá de las pilas de coches y furgonetas desvencijadas. No olía a sangre, pero la corrupción del lugar era evidente. Allí lo mismo podían esperarles diez Danzantes de la Espiral Negra como una Bestia del Wyrm en todo su esplendor. Pero también olía a sus compañeros. Todavía podía existir una esperanza.

Tommy salió del coche con el klaive en la mano. Se había quitado la camiseta y sólo llevaba puestos los pantalones, dejando ver un cuerpo torneado de piel oscura y numerosas cicatrices. El resto de su manada le siguió. Aunque algunos no estuvieran de acuerdo, era el líder y el más preparado para aquello. Él tenía que saber lo que hacer.

-No os he traido aquí para que muramos -advirtió-. Esta no es una misión suicida: es una misión de rescate. No podemos dejar atrás a nuestros compañeros. Nuestras manadas no son las más guerreras, pero todos sabemos pelear. No sabemos lo que vamos a encontrarnos. Ni siquiera sabemos si realmente siguen vivos. Pero lo que está claro es que tenemos que demostrarles que no vamos a quedarnos de brazos cruzados. Nuestro deber es matar a cuantos Danzantes, Perdiciones y otras bestias podamos, pero después de que nuestros compañeros estén seguros.

Tommy se volvió hacia Andy y Kate.

-¿Qué veis en la Umbra? ¿Es factible un ataque desde ella? Tanto para nosotros como para ellos...

En su silencio habitual, Kate había seguido al grupo hasta allí, llevándose la mano al pecho de vez en cuando, como si no acabara de creerse que realmente la hubieran herido un rato antes, o peor, que aquella enorme herida ya no estuviera allí. No acababa de decidir, para sí misma, que le parecía más monstruoso, más aterrador: si el haberse enfrentado a aquella cosa espeluznante que parecía sacada de un libro de ficción o el hecho de que pudiera recuperarse de una herida que le parecía mortal de necesidad sin que quedara más muestra que una camiseta desgarrada.

La voz de Tommy la hizo volver al presente de golpe para ponerle los pelos de punta un instante después. Lo que le pedía no era sencillo, y aunque Mary aseguraba que era posible hacerlo con un poco de práctica y concentración, a ella nunca le había llegado a salir. La theurge respiró profundamente y cerró los ojos para intentar concentrarse mejor, dispuesta a intentarlo pese a todo. Cuando abrió los ojos otra vez, se encontró con que su visión seguía siendo tan mundana como un instante antes. No, aquello nunca se le había dado bien, de eso no había duda.

- La celosía es demasiado gruesa para mi. - Respondió en un murmullo, torciendo el gesto en una mueca de impotencia.

-Yo tampoco puedo ver nada -dijo Andy-. La Celosía es demasiado gruesa.

-Entonces vamos a ciegas -se lamentó Tommy-. Si no podemos saber si hay un montón de Perdiciones al otro lado, será mejor que no caminemos de lado. Estad atentos por si ellos la utilizan, pero si la cosa está así es posible que no lo puedan hacer. Quiero a todo el mundo en forma de guerra, Crinos o Hispo, me da igual. Tenemos algún arma de plata. Es posible que ellos tengan más.

Nuestra prioridad es encontrar a los Buscadores y sacarlos de ahí. No lo olvidéis. Tan pronto como lo hayamos cumplido habrá que escapar.

Tommy se convirtió en una máquina de matar de dos metros y medio con grandes garras y dientes. Sostuvo la espada de plata con una mano y la levantó en el aire.

-¡Adentro! No dejéis de mirar hacia todas partes. Nos van a emboscar.

Leigh cambió a su forma crinos con la sensación de que no volverían todos. Aún recordaba el dolor ante el ataque de las perdiciones... pero no podía defraudar a sus clanes... el que había dejado en Escocia con su padre y el que había encontrado aquí con su madre. Olfateó alerta mientras abría y cerraba los puños, preparándose para la pelea.

Puede que no fuese la más fuerte y rápida, pero moriría para proteger a los suyos.

Viviane besó el colgante de las Furias Negras que pendía de su cuello y murmuró unas palabras que sólo ella y el espíritu pudieron escuchar. Si regresaban sería llenos de Gloria. Sino... Pues no. Siguió las órdenes de Tommy y pasó a Crinos, mirando a todos los lados con las garras extendidas esperando el menor signo del enemigo para atacar.

Kate contuvo un suspiro de alivio cuando Andy afirmó que tampoco él podía ver nada, y que su apreciación había sido correcta. Era poco alentador, pero de algún modo aquello la hacía sentirse menos inútil.

Con el ánimo ligeramente renovado de este modo, asintió a la orden de Tommy y asumió su propia forma de guerra, sintiendo el ya familiar pero aún poco aceptado poder que aquella forma le confería. Medir dos metros y medio, estar cubierta de pelo negro y rojo y tener garras en vez de manos siempre le traía a la mente su primer cambio y lo que había conllevado. Un escalofrío le recorrió la espalda al acordarse del que se hacía llamar su padre y levantó la mirada hacia su objetivo llena de rabia y determinación. Si lo que estaba a punto de hacer no la mataba, la haría más fuerte. Y necesitaba ser mucho más fuerte que ahora para poder desafiar y vencer al despreciable.

- Estoy lista. - gruñó, en garou.

Donny cambió a Crinos, lo que hizo callar a la parte de él que decía que aún estaban a tiempo de dar la vuelta o, al menos, pensar en un plan menos suicida. Era la parte de su consciencia que a él le gustaba llamar "sentido común". Mientras Andy y Kate se miraban el ombligo pensó que podría hacer algo útil y se afiló las garras contra el guardabarros del coche.

Cuando Tommy les mandó entrar se puso al frente de su manada, dispuesto a hacerles de escudo si era necesario. Si les pillaban por detrás se fiaba de Ashley y Viv para cubrir la retaguardia hasta que llegase.

Ashley estaba nerviosa y ansiosa a partes iguales. Era su primer combate serio quitando la pelea con las Perdiciones y había bastantes posibilidades de salir muy mal parada. Se transformó de inmediato, convirtiéndose en un Crinos no demasiado corpulento, pero sí fiero. Siguiendo el ejemplo de Donny, afiló sus garras contra el parachoques y comenzó a gruñir. Al primer movimiento de Tommy, ella ya estaba tras sus talones.

Los once Garou entraron en el almacén lenta, pero decididamente. Tras las puertas abiertas se encontraron con una nave metálica con varias columnas aquí y allá, cajas, algo de material de oficina... pero más que nada, espacio. Por lo menos el espacio suficiente para que seis de ellos se pusieran en línea.

Escucharon una carcajada semejante a la de una hiena y vieron que al fondo se movían unas cuantas figuras oscuras. A medio camino entre ellos y los enemigos colgaban bocaabajo dos personas. Podían ser un hombre y una mujer, estaban amordazados y, al ver que llegaban, empezaron a menearse soltando gruñidos desesperados en su dirección.

-Es una trampa -advirtió Tommy-. No os acerquéis.

-¿A qué estáis esperando? -gritó alguien en Garou desde el fondo-. ¡Aquí tenéis a vuestros amigos!

-Si no los salváis vamos a matarlos. Las cabezas de los Hombres Lobo explotan igual que melones cuando les pegas con la fuerza suficiente -advirtió una voz helada.

-Tenéis cinco segundos para comenzar a andar o vais a verlos morir. Y luego moriréis vosotros.

-Tommy -dijo Nikos entre gruñidos-. ¡Podría ser mi madre!

El Ragabash empezó a caminar hacia los prisioneros colgantes.

-¡Todo el mundo quieto! -gritó Tommy-. ¡No os mováis! Ríe-en-la-sombra, no des un...

Tommy no pudo terminar la frase. Una de las cajas de su izquierda reventó y engulló todo el flanco en una bola de fuego.

La explosión impactó de lleno en Donny, Viviane y Leigh además de a Habla-por-la-armonía, Pacto-de-verdad y Lágrima de Piedra. Convence-a-los-espíritus y Ríe-en-la-sombra recibieron una lluvia de balas cada uno y cayeron al suelo entre aullidos de dolor. Todo se había vuelto sofocante. La pared y las cajas cercanas ardían y el aroma a pelo quemado llenaba el aire. Con un rugido, Tommy se lanzó a la carga.

-¡Viv! ¡Leigh! ¡Donny! - Gritó Kate, adelantándose rápidamente hasta sus compañeros caídos. Instintivamente, se colocó de forma que pudiera protegerles de los atacantes si estos se lanzaban contra ellos para intentar darles tiempo a levantarse por lo menos, aunque la explosión les había causado bastante daño. Echó una larga mirada a su alrededor, situando a los atacantes. - ¿¡Estáis bien!?

Hija-del-Klaive se hizo paso entre los escombros y el humo y buscó a sus compañeros. Cogió a Viviane y Donny del miembro que más a mano tuviera y tiró de ellos para salvarlos del fuego. Estaba asustada. La trampa tendría que haber venido del frente, no de su posición. La trampa era ir hacia los Buscadores, no quedarse donde estaban.

Kate ya venía en su ayuda y Ashley lo agradeció. Pero si se quedaban allí iban a matarlos a balazos. No necesitaba saber cómo se sentía una bala de plata en el pecho.

-Hacia delante... -Ashley sabía que si no hacían algo iban a morir como perros-. ¡HACIA DELANTE! ¡MOVED EL CULO!

Sabía que Leigh también estaba en el suelo, pero no la iba a ayudar. Ahora sólo quería aplastar las cabezas de los hijos de puta que tenía delante.

De repente todo se volvió un infierno abrasador. Su pelaje ardía y la carne que alcanzaba el fuego también. Eso sólo logró encender más su ira tras unos aullidos lastimeros. No iba a morir como un pollo asado. Si todos avanzaban, ella también.

-¡VAMOS! -gritó, siguiendo a su Philodox.

Kate asintió a las palabras de Ash y viendo que ella había agarrado a Donny y a Viv, cargó a Leigh por su cuenta para que los cinco pudieran quitarse de en medio rápidamente. Ni siquiera se paró a pensar por qué era Leigh a quien Ash había dejado al margen.

-¡Tenemos que rescatar a los prisioneros y salir de aquí! - Le dijo a Ash, mientras la seguía. - Suponiendo que sean ellos y no se trate de otra trampa, claro está...