Partida Rol por web

27 de octubre de 2000 - 18:05

El Túmulo llegó al fin a la calma. Los informes de exploradores afirmaban que la prole del Wyrm se había retirado, y los ataques tanto físicos como espirituales cesaron. El boun pudo regenerarse tras ser purificado y los Garou pudieron, al fin, respirar tranquilos. En cierto modo.

Existían varios puntos a tener en cuenta. Sin los Buscadores, habían perdido su principal fuerza de ataque y de defensa. No sólo eso: Uñas-de-cristal había desertado al enemigo y se había llevado un poderoso fetiche, su lanza, y un buen número de secretos. Para empezar, la misma posición del Viento Ululante.

Menos urgente era el adjudicar el Gran Klaive de Niebla-de-verano a uno de los Garou que poblaban el Clan. Los Ancianos tenían que decidir lo que hacer con él. Un fetiche tan potente como un Gran Klaive no era un regalo que hacer a la ligera, y tras la muerte de tantos guerreros, había unos cuantos dispuestos a llenar el hueco.

Por otro lado, Viviane era mirada con recelo por parte de las Furias Negras. Los Hijos de Gaia trataron de hacer un acercamiento para tratar de comprender su dolor y su culpa y curar las heridas producidas por su asesinato, pero su propia Tribu le reprochaba cosas. Sí, los Ancianos no habían querido condenarla. Había sido una muerte accidental, pero Mary no había olvidado a su hija y el resto de Sirvientes tampoco. Todas miraban a Flecha-de-plomo con recelo. Cualquiera había hecho cosas horribles durante el Frenesí, pero no parecían recordarlo... Después de todo, Viviane era la hija de Lysandra, la líder de los Ancianos en tiempos de guerra. Y esa presión era una losa muy, muy pesada...

Donny se había ido progresivamente más intratable a medida que habían pasado los días. Tenía la Rabia a flor de piel. Los árboles y la gente del clan parecían ponerle de mal humor, y aunque en el corazón del Túmulo se calmaba y encontraba paz, estaba para los heridos y para los Theurge que estaban sanando el Clan o lo que fuera. Durante un par de días había sido un apoyo silencioso para Viviane y su manada, pero según la luna llena se acercaba se limitaba cada vez más a cumplir sus tareas, comer, dormir y gruñir.

Echaba de menos sentarse en la acera y que la gente pasara de él, caminara a su lado sin mirar. Recordaba con nostalgia las veces en que personas habían llegado a cambiarse de acera para no pasar a su lado. Además, era evidente que algo le preocupaba. Estaba esperando el momento para presentarse ante los Ancianos, para unirse a los contendientes por el Gran Klaive. Tommy quería que lo tuviera, y no iba a dejar que nadie más le pusiera las zarpas encimas. Había pensado en pedirle ayuda a Ashley, y de vez en cuando la miraba o se le acercaba, pero no estaba seguro de si se alegraría del estatus que traería un klaive a la manada o llamaría a su padre para darle una paliza entre los dos al más puro estilo Camada.

Despúes de descansar un rato en una de las cabañas (¡Paredes! ¡Techo! ¡Una puerta con manilla!) Donny estaba de mejor humor. Se había pasado por la zona de las hogueras sólo para llenarse las narices de humo y dejar de oler a hoja de pino, y volvía a darle vueltas al asunto de Tommy.

Ashley rondaba en forma Lupus por entre las casetas en las que el Clan dormía. Llevaba un par de días mosqueada porque los Ancianos le habian reprochado que llevase a cabo el Rito de la Herida sin la supervisión de la Maestra del Rito. ¿Qué querían que hiciera, que la llamara para que viese cómo ungía a la asesina de su hija? Estaba tan molesta que en su forma Lupus era evidente hasta para los Homínidos, y aquellos de mayor rango se reían ante sus esfuerzos de advenediza.

Al ver a Donny soltó un gañido y se pegó a sus talones. La loba gris claro esperó hasta que el Roehuesos se sentara y, cuando lo hizo, le hizo una confidencia en voz baja:

-Odio este sitio. No puedo hacer nada.

Flecha-de-plomo había hecho verdaderos esfuerzos por mantener la cabeza fría y trabajar. Era buena exploradora, de modo que se había centrado en seguir el rastro de los esbirros del Wyrm para dar por finalizada aquella reyerta. Había agradecido el gesto de los Hijos de Gaia, pero sabía que no iba a ser suficiente. A cada paso que daba por el Clan sabía que había un par de ojos observándola con recelo. Y si no estaban ella creía que sí, de modo que se había refugiado en silencio junto a su manada y, cuando no estaba con ellos andaba perdida en los límites del Túmulo.

Por primera vez, detestaba aquel lugar. La idea de coger su moto y marcharse le rondaba la cabeza constantemente, peor no podía faltar más a sus deberes. Eso había sido lo único que se lo había impedido, y el deseo de enmendar el daño causado. El problema es que su exhausta mente no daba con una fórmula para ello, y la presión que ejercía sobre ella la posición de su madre complicaba todavía más las cosas. Lo más fácil era huir, desde luego. Retirarse a la ciudad y hacer otro tipo de vida totalmente diferente a la que había estado llevando. Pero no, eso no era lo que le habían enseñado de modo que seguiría dándole vueltas al tema hasta que encontrase algo.

Una Viviane lupus, negra y con la panza y las patas blancas, pasó cerca de sus compañeros de manada sin apenas mirarle. Había localizado a su madre, por fin sola, y quería intentar hablar con ella. No le había dirigido la palabra desde que se había ido del Clan, y era lo que más le dolía de todo.

-Ira-sin-descanso, ¿puedo hablar contigo? -solicitó en un tono estrictamente forma.

Su figura se enturbió unos segundos y pasó a homínido.

No. Nonononono. Dios, no. ¿Le habían confundido con Oprah o qué? Confidencias no. Si Ashley venía a contarle sus cosas es que necesitaban arrimarse a un Galliard un poco resistente a la de ya. Alguien a quien pudieran ir a contale sus cosas. No es que no la entendiera. Las Furias estaban con sus cosas de mujeres y los Hijos con sus cosas de hippie, y no había sitio para Ashley ni Donny en todo eso. Pero no hacía falta hablarlo. Los dos lo sabían.

Temiendo otro discurso, que tres días después no iba tanto a incomodarle como a hacerle entrar en Frenesí cobarde, Donny resolvió darle algo que hacer a su compañera. Aunque fuera haciéndola volver a sus antiguas maneras.

-Puedes ayudarme con una cosa.

Lysandra miró a su hija de soslayo y luego al resto del Clan. Cada uno parecía inmerso en su propia tarea, de manera que la Ahroun juzgó que podían hablar a solas. Se alejaron de allí a grandes zancadas, pasando a Hécate con sus labores de patrulla, y Lysandra se cruzó de brazos, dispuesta a escuchar.

-¿Con qué? -preguntó Ashley, apoyando el morro sobre sus patas.

Viviane la siguió hasta un lugar apartado sin mirar atrás y sin decir nada. Tampoco lo hizo cuando estuvieron a solas, frente a frente. Se le hizo un nudo en la garganta y se le rompió el resistente muro con el que había sobrevivido aquellos días. La miró con ojos cristalinos y volvió a agachar la cabeza hacia sus pies. Era mucho más fácil aguantar las decepciones de su padre, pues eran tonterías en comparación.

-Lo siento... -musitó con un hilo agudo de voz. Tragó saliva y se dijo a sí misma que actuando de aquella manera cobarde no se iba a ganar el respeto de nadie. Tomó aire y procuró serenarse-. Sé que todo esto es un golpe muy duro, sobre todo para ti. Si pudiera hacer algo lo haría, pero no sé qué hacer para enmendar esto. No sé cómo ganarme su perdón... ni el tuyo.

Lysandra arrugó el gesto. Bajó las manos, evitando un gesto tan rotundo, pero no fue a tocar a Viviane.

-No estoy enfadada contigo. No tengo nada que perdonarte, Viv. Sobre los demás... pasará. Todo el mundo ha tenido un problema alguna vez.

La Ragabash cerró los ojos un momento. Nunca había conocido demasiado a su madre, pero no le hacía falta ser adivina para saber que estaba decepcionada. Igualmente, también había tenido mucha presión aquellos días. Quizá no fuese el momento propicio. O quizá sólo fuese cuestión de dejar pasar el tiempo.

-De acuerdo... Entonces me vuelvo a casa unos días -dijo, como nota informativa.

Si Lysandra no tenía nada que decir, ella tampoco. Se las arreglaría. Siempre se las había arreglado sin su madre, después de todo. La miró un instante, por si tenía algo que decir, antes de volver con su manada.

-Viviane, escucha -dijo Lysandra-. Yo también sé lo que es matar a alguien en el Frenesí. Soy una Ahroun, vivo con ello cada día.

Ahora sí que le rozó la nuca con la mano.

-Cuando escuché lo que había pasado, me dio mucho miedo. No estoy enfadada, no estoy decepcionada. Lo que me pasa es que me horroriza que hayas tenido que pasar por eso. Tienes sólo dieciocho años. Has matado a demasiada gente para ser tan joven.

La Ragabash la miró con incredulidad. No había pensado en eso, pero en vez de aliviarla le dio más rabia.

-Pues para estar horrorizada podías pensar el pánico que tengo yo -espetó. Luego se dio cuenta del tono que estaba usando y lo suavizó un poco-. Sé que nunca has tenido que hacer de madre, pero yo llevo haciendo de hija dieciocho años. Este es el momento de decir: "No te preocupes, las cosas irán a mejor", aunque sea mentira. Ya sé que tienes una posición y mucha presión y todo eso, pero mi manada no es de gran ayuda, aunque lo intentan. He matado a Leigh, mamá. No era la persona que más quería pero era una persona. Necesito saber que no soy la única imbécil que le ha pasado esto, no quiero sentirme también un despojo de esta sociedad.

Ya se lo había dicho hacía muchos meses, no tenía lugar entre los humanos. No era como ellos y lo había sabido toda su vida. Pero si no encontraba su lugar tampoco entre los Garous, le quedaban más bien pocas opciones. 

Su madre acusó el golpe. Se mordió el labio y se alejó de ella un paso, con los hombros encogidos y la cabeza gacha.

-No eres la única. Quien más y quien menos tiene las garras manchadas de sangre. Nunca te lo he contado, pero hace mucho tiempo maté a mi prima. -Su tono era duro, pero evidenciaba cierta vergüenza-. Intentaba protegerla y perdí la cabeza. Maté a quien la amenazaba y, cuando ya no pude destrozarlo más, me volví y acabé con ella. En ese momento creí que todo el mundo me odiaba, pero no era eso... Sencillamente, la pérdida es dura de sobrellevar. Escucha, puede que Mary nunca te perdone, pero el resto lo hará. Se irán olvidando de ello. De todos modos, si puedes, evita el Clan un tiempo. Ve a casa.

Viviane asintió. Si el relato de su madre había servido para algo no se lo hizo saber. Titubeó un momento, como si fuese a darle un abrazo, pero no lo hizo. Por un momento volvió a tener esa sensación de cuando era pequeña y su padre le decía que le diera dos besos, que era su madre cuando en realidad era una extraña que se pasaba por casa de vez en cuando.

-Volveré en unos días -repitió, y volvió a pasar a lupus para regresar junto a su manada y decirle a Donny que se iba, por si quería transporte. Sabía que aborrecía ese lugar tanto como ella en ese momento.

Cambió de idea. Seguramente era mejor no molestarse. Además, Ashley estaba maja.

-Hm, nada. ¿Cuánto tiempo tenemos que quedarnos en el Clan? Estoy hasta las narices.

-Me parece que no mucho más -contestó Ashley-. Venga, dime eso en lo que necesitas ayuda, anda.

Quería ser una buena Philodox y una buena amiga. No iba a reírse de él. De todos modos no la miró mientras hablaba, aunque era más fácil cuando no podía poner caras desaprobadoras. Ni ninguna otra clase de cara. Menos mal que se pasaba la vida en forma lupus.

-Voy a reclamar el Gran Klaive -confesó al cabo de unos instantes-. Tommy me dijo... Bueno, que he pensado si esas cosas van como por herencia, ¿no?, debería tenerlo. Lo que pasa que no sé muy bien cómo... Y había pensado que a lo mejor tú...

-¿Quieres que reclame un Gran Klaive para un cachorro Cliath Roehuesos? -La voz de Ashley sonó burlona, pero al ver que la cosa iba en serio, la Philodox cambió de forma y volvió a Hominido. Tenía los ojos llenos de entusiasmo. Sería muy difícil, pero de conseguirlo... De conseguirlo podría ser muy grande-. Habría que pensar bien lo que hacer. No es algo fácil... No tenemos apoyos, pero... Quizá hablando con... 

Ashley se irguió y barrió con la mirada a la gente del Clan.

-Todo sería preguntar...

Parpadeó un par de veces, honestamente sorprendido por la reacción de Ashley. Pensaba que iba a soltarle algún rollo en plan Camada. Saber que la tenía de su lado hizo que se relajase, pero se le encendió otra alarma. Necesitaba aclarar que no quería hacerse con el Gran Klaive porque sí ni iba a escamoteárselo al Clan. Tommy se lo había dejado.

-Bueno, pero Tommy quería que fuera para mí, ¿no? Eso tiene que contar. Me lo dijo. Leda va a saber que no miento, ¿no? Los Philodox hacéis eso.

-¡Mejor aún! Claro que lo sabrá, podemos ver la verdad... -Ashley juntó las manos en un gesto de entusiasmo-. De todos modos, no creas que va a contar eso demasiado. Sigues siendo el último en la cadena de poder. Pero se puede arreglar... Déjame ver... Quizá si hablamos con Dom...