Partida Rol por web

15 de Junio de 1998, 6am. Barcelona, España. Base de los Herejes

El día comienza en la base al salir el sol. El verano se siente en el aire, ya que el sol apenas asoma y ya el termómetro marca más de 20 grados… No hay nubes que prometan alivio alguno, al menos hoy.

Afuera, los guardias de perímetro cambian de turnos. Los que se van abordan sus autos, mientras los que llegan se preparan un café, mientras realizan las comprobaciones de rutina. Todo esta en orden, como de costumbre.

En el caserón que ocupa el centro de la base, no hay tanto movimiento, casi ninguno de hecho. Los jóvenes que forman el grupo denominado Herejes, los elegidos por la directiva de 3N3R0 para ser sus adalides frente al mundo, duermen a pierna suelta. Pero el sol asoma por las ventanas entreabiertas del piso alto, donde las habitaciones dispuestas en círculo en torno a la escalera descendente albergan a los héroes. Pronto despertaran…

En  la planta baja, el silencio se extiende por el gym, y las habitaciones de uso común. Afuera, en el invernadero y la piscina, algunas aves se desperezan, pero eso es todo. Los únicos ruidos vienen del sótano, donde se encuentra la sala de juntas y los laboratorios. Los ordenadores allí encendidos hacen sus pequeños sonidos de cómputo, mientras realizan las tareas encomendadas por sus dueños anoche… Es un día de paz.

Por ahora.

-Eaaaguhmm...ñam... CRACK!

Con este bostezo y un crujir de dedos, Alexander Thalassa se desperezaba en su hamaca marinera. El cuarto del joven heroe en general, reflejaba su estilo de vida desenfadado. La ropa usada se apilaba en torno al armario de ropa limpia. La television y la computadora estaban junto a la hamaca, colgada entre dos postes de acero. 

El equipo de musica en el suelo, emitia sus sonidos a volumen bajo, pero nunca se apagaba del todo. Sobre el mismo, ocupando casi toda la pared este, infinidad de recortes periodisticos, fotos, emblemas, medallas, trofeos y recuerdos se apilaban sin un orden concreto. La mayoria versaban, bien sobre sus actuaciones heroicas de un hombre superfuerte que controlaba el agua, o sobre sus logros deportivos. Tambien habia fotos con grupos de gente bajo la bandera de Greenpeace, de barcos balleneros en labor, naves encalladas, un mapamundi con flechas y señales... En un rincon, tambien de un hombre barbado y sumamente musculoso, con ropas de pescador, junto a una mujer de aspecto delicado y notable belleza.

Alexander, sin embargo, no miraba nada de todo esto mientras se incorporaba. Flexiono sus grandes musculos a un lado y al otro, relajandose. Seguidamente, vestido solo con el pantalon corto de dormir, salto por la ventana al jardin. Fue un salto perfecto, aterrizando sobre la punta del pie y distribuyendo de forma pareja su peso, de modo que enseguida salio caminando hacia la piscina. Unos largos para arrancar el dia, lo despertarian del todo antes de desayunar...

Mark, que solía levantarse antes de que el Sol saliera estaba ya en la piscina. Sentado en el fondo sentado en la posición de flor de loto mientras meditaba con tranquilidad... estar sumergido era de las cosas que más le gustaba y aunque prefería estar en el mar, esto era lo más cercano que tenía. 

Repasaba mentalmente lecciones pasadas de su instrucción, su mantra preferido y demás recuerdos que le hacían entrar en un estado de felicidad y paz interior. Sonriendo bajo el agua, con los ojos cerrados y en paz... hasta que llegó tifon con su baño matutino.

El joven atlante lo observó desde el fondo de la piscina, viendo como nadaba hasta que decidió desperezarse. Estiró piernas y manos y nadó a una velocidad endiablada un par de largos. Un nuevo día empezaba.
Subió a superficie y se apoyó contra la pared de la piscina esperando que su amigo acabara de nadar. 

Lee se despereza sin tapujos, se levanta y desnudo como está, se mete en la ducha. La habitación y el baño parecen ser centros de un ente obsesivo con el orden y la limpieza, requisitos fundamentales, según Lee, para que un laboratorio y una vida funcionen adecuadamente.

Al terminar con su limpieza, se dirige a la ventana y observa el clima con calma.

-Al parecer, va a ser un día caluroso, quizás entrene un rato en la piscina a la tarde.

Dicho esto, se aproxima al armario y procede a vestirse con unos pantalones cortos de color blanco y una sudadera dividida entre negro y blanco. Descalzo, toma un libro de su biblioteca y se encamina con pereza al sótano, en busca de los laboratorios, saludando con un desganado "Buenos días" a quien se cruce en su camino.

Los pocos rayos de sol que entraban por la ventana despertaron a Azkarra. Durante varios minutos remoleo en la cama disfrutando de esos rayos sol que iluminaban su cama. Su cuarto estaba todo ordenado, no había fotos ni libros que pudieran dar un toque personal a la habitación. 

Fue desperezandose desde la cama hasta la ducha. No hay nada mejor para Azkarra que comenzar un nuevo dia sintiendo el agua de la ducha en la cara. Diez minutos de ducha son suficientes para despejarse, Con una toalla se seco un poco el pelo y el cuerpo y dejo la toalla en el cuarto de baño. Del armario cogió unos pantalones cortos y una camiseta de tirantes para vestirse, también se puso unas chanclas. Le gustaba la sensación de llevar el pelo mojado en las temporadas que hacia calor.

Fue hasta la cocina directa hacia el armario que tenia el café, agarro la cafetera y puso el café en el fuego. Mientras se hacia el café también se preparo unas tostadas. Después de una buena ducha nada mejor que un buen desayuno. Se sento en la mesa mirando hacia la ventana mientra tranquilamente desayunaba

Apenas acababa de empezar a salir el sol, y en la habitación de Ardid ya comenzaba a haber movimiento. Acostumbrada durante años a estar en pie al menos un par de horas antes del amanecer, consideró que ésa mañana se había levantado algo tarde.
Sentada en el borde de su cama, o al menos de la cama que le habían asignado, miro alrededor, hasta que posó su mirada en la ventana. A pesar de la posibilidad que le presentaba formar parte de ése grupo, no tenía muy claro qué hacía allí. Todo le parecía extraño, aunque pensó que era normal, prácticamente acababa de llegar, y apenas había tenido tiempo de interactuar con los que iban a ser sus nuevos compañeros, "algo que he de cambiar".
Decidida a no dejarse amedrentar por la nueva situación, el desconocido entorno y sobretodo por los que compartirían alojamiento con ella de ahora en adelante, Ardid se dirigió a la ducha, donde estuvo cerca de media hora relajándose para enfrentarse al nuevo día.

Tras la relajante y larga ducha, y vestida con una camiseta de tirantes, unos pantalones blancos de lino y descalza, se dirigió a la cocina a desayunar. Cuando entró vio a Azkarra, perdida en sus pensamientos y tomando un café. Mientras se preparaba un té bien cargado, unas tortitas y unos huevos revueltos, Ardid decidió ir de frente y presentarse debidamente, y nada mejor que unas tortitas de canela para hacerlo.
Se sentó frente a Azkarra y mientras le ofrecía unas cuantas, se presentó. - Hola, soy Ardid... Azkarra, ¿verdad? -

A pesar de haber amanecido, Jhiarr todavía permanecía en la cama. Intentaba adivinar la postura más cómoda y aunque aquella noche no había sido la primera allí, aún así no lo conseguía. Con los ojos aún cerrados se concentraba en su propia respiración y ritmo cardiaco, lo que normalmente le permitía abstraerse y le ayudaba a relajar los músculos de todo el cuerpo. Pero hoy no. De forma inevitable había oído todos los movimientos de sus compañeros que ya estaban despiertos y dibujaba en su propio mapa mental del lugar, los pasos que estos habían recorrido. Tumbada en aquel catre, más que una cazadora, se parecía más a un gato doméstico que dormía pero sin dejar de escuchar el silencio de una casa.

Decidió cambiar eso y se deslizó de forma sutil por la cama hasta incorporarse. Se desentumeció por completo y el estiramiento de cuello marcaba el principio del día. Qué bien, hace calor - pensó. Le encantaba esta temperatura porque le recordaba algo a casa. Ahora sólo hace falta que llueva.

No pudo evitar sentir la nostalgia que a veces parecía atacarle como si de una enfermedad vírica se tratara. Si seguía así y no actuaba no tardaría en sufrir un ataque de claustrofobia que acabaría transformándose en ansiedad. Necesitaba O2 puro así que salió de su habitación, bajó las escaleras rápidamente y se metió al invernadero. Después de un inspirar con todos sus pulmones se sintió un poco mejor. Ya con más calma se puso a registrar entre las plantas y pronto encontró la que buscaba, Salvia Divinorum, de la que agarró una hoja que se puso a masticar. No era lo suficiente fuerte como para drogarla pero sí funcionaba para calmar su mente. Buscó un pequeño tarrito por el lugar y una vez en su poder puso algunas hojas de aquella misma planta dentro. Se lo guardaría por si acaso.

Ahora ya todo apuntaba a que iba a ser un día maravilloso.

Dejo que su cuerpo surcara el agua con calma, relajandose con los largos...El agua le vigorizaba. Reboto a un lado, a otro, varias veces, nadando de espaldas al final, cuando se aproximo a Mark.

-Buenas...+lo saludo aun desde el agua, flotando+ ... ahh... asi se esta agustito... 

Cerro los ojos. Luego inquirio a su "asistente", en un tono formal, que su sonrisa desmentia:

- Hay algo en la agenda hoy?

El sol del amanecer asomando por la ventana de mi habitación me despierto sin pensarlo demasiado. Me levanto de la cama y me quito el pantalón corto con el que suelo dormir y me pongo mi traje, mientras me visto oigo en las habitaciones del al lado como cada uno se va levantando y los más madrugadores empiezan el día haciendo sus cosas antes que los demás.

No conozco a nadie salvo a Lee por lo que no se con que clase de personas me voy a encontrar por aquí. Me alegra volver encontrarme con Lee nuevamente espero que este y siga bien…
Tras vestirme me dirijo hacia el sótano a la sala de cómputo. Por el camino me encuentro a Lee que se dirige también hacia el sótano al que saludo educadamente una amplia sonrisa.Buenos días Lee, ¿tu también vas hacia abajo?

Negó repetidas veces con la cabeza, la cual estaba sumergida solo dejando ver sus azulados ojos. Al fin la sacó entera - al menos que yo sepa... hoy no tenemos nada... ¿Esperar que algo interesante pase? - y sonrió

-Para que esperar? Hagamos que las cosas pasen! En especial las cosas buenas jajaja...+rió despacio, chapoteando un poco, acostandose en el agua y mirando el cielo+ Podemos empezar por... mmm "conocer", a nuestras compañeritas... Hay un par que lucen bien. La ciborg no es mi tipo, pero la alien... mmm... nose, me da morbo. Tu que dices?

Mientras estas en el invernadero, desde alli ves a dos de los hombres en la piscina. Son los rubios y altos Alexander y Mark. charlando y chapoteando relajados... Parecen estar tomandoselo con mucha calma a esto. 

Las plantas a tu alrededor, comienzan a ser regadas por el sistema automatico. Una llovizna ligera cae por todo el invernadero, mojandote ligeramente el rostro y despejandote la cabeza... No se parece en nada a la lluvia del Amazonas, esta es fina y casi imperceptible, contra las grandes gotas que caen alli... Mientras estos y otros pensamientos te rondan, se hace patente la necesidad de comer algo para arrancar el dia. Ademas, habria que ver si alguno esta libre para llevarte a la ciudad... 

Te digo que no tienes nada que hacer contra mi en este campo - y le guiñó un ojo de manera socarrona 

-Eso vamos a tener que preguntarselos a ellas, tal vez prefieren musculosos a carilindos... jajaja +sonrie ampliamente, para luego reflexionar+... Ademas, hay que ver de que son capaces. Lo que si, a las dos feuchas no las toco ni con un chorro de agua... la ojona y la morena. Brrr...

Finge un escalofrio, recordando a las otras dos. Esas si que no daban el target... las debian haber elegido por sus habilidades tan solo, que por lo demas...

Azkarra disfrutaba tranquilamente del desayuno mientras divagaba sobre la vida. Vio entrar a la cocina a Ardid, todavía no les había dado tiempo para cruzar alguna palabra, continuo con lo suyo mientras Ardid se hacia el desayuno.

-Estas en lo cierto, soy Azkarra, se levanto ofreciendole la mano para saludarla. -Muchas gracias pero sigo con mis tostadas, declino la oferta de las tortitas de Ardid mientras untaba mermelada en una de sus tostadas

Más tranquila me guardo el tarrito en uno de los bolsillos de esa especie de batín que utilizo para dormir. Es de tirantes anchos, de escote redondo y su largo no llega a mis rodillas. El vuelo del vestido lo hace cómodo para dormir y para caminar por la casa, aunque la transparencia del fino algodón blanco no resulta muy discreto.

Después de un agradable llovizna salgo del invernadero con las manos en los bolsillos y me dirijo a la sala contigua. Mis pies descalzos empiezan a salpicar en el agua estancada alrededor de la piscina. Con una sonrisa me acerco a esas dos criaturas tan bellas que parecen disfrutar de un momento muy relajado.

- Buenos días Alexander, buenos días Mark. Siento interrumpir vuestra calma. Qué madrugadores habéis sido esta mañana que ya os encontrais a remojo. Quería proponeros algo. - Me agacho sin tocar el suelo y mis manos salen de los bolsillos para agarrar mis rodillas. ¿Algunos de vosotros se dispone a bajar a la ciudad? Me interesaría hacer algunas compras y quería saber si alguno estaba dispuesto a llevarme o tenía pensado acercarse por algún asunto personal. A cambio os invito a desayunar, comer o cenar dependiendo de la hora a la que vayamos. ¿Qué me decís? Me quedo mirándoles con un gesto gentil pero sin ser muy comprometedor. Viéndoles chapotear tan a gusto me entra la tentación de unirme a ellos.

-Buenos dias... +saludo la aparicion femenina en la piscina. Como era que se llamaba? Jiar... Jhiar... algo asi era. Pero, optando por lo sano, termino la frase formalmente+... señorita! Justamente comentabamos que no habia un plan para hoy, salvo esperar que algo pase. Por mi parte, estaria encantado de acompañarla. Podria familiarizarme con la ciudad... y, de paso, con la cocina de aquí jaja... Si me acepta, desde luego.

Miraba de reojo a Mark y sonreia, aunque mentalmente recordaba algunas maldiciones. Ir de compras. No le gustaba hacerlo con mujeres humanas, con una alien calificaba, como poco, de "raro"... Aunque era un sacrificio aceptable, al menos hoy. Y aunque no consiguiera nada más, un almuerzo era un almuerzo.

- Oh, bien... De todas formas he hecho de más... Así que si cambias de opinión... - Ardid continuó desayunando en silencio, aunque mirando de hito en hito a Azkarra. - Y... ¿llevas mucho tiempo por aquí? -

¡Estupendo! - exclamo entusiasmada. Ir de compras me parece aburrido y tedioso pero si me acompañas será diferente. Le dedico una cálida mirada a Alexander mientras le pregunto... ¿A qué hora te apetecería ir? El sonido del agua hace que me distraiga por unos momentos y no puedo evitar sumergir uno de mis dedos en la piscina para crear un pequeño torbellino acuático. Después de unos instantes saco mi índice del agua y lo chasqueo contra mi pulgar salpicando ligeramente a Mark de forma involuntaria. ¿Y tú qué? ¿te apetece acompañarnos? Hace un buen rato que estás en la piscina, ¿por qué no sales y te vienes con nosotros? Doblo mi cabeza casi hasta tocar uno de mis hombros provocando que mi pelo caiga hacia ese costado. Observo tiernamente a la segunda criatura y espero su respuesta.

-Por mi, despues de desayunar podemos partir... Pero creo que alguien tiene que quedarse en la base, por si pasa algo, no Mark? +sonrio, parandome en la piscina, aunque esta es lo bastante profunda para que solo mis hombros y cabeza asomen. Doy un pequeño salto y salgo afuera, cayendo de pie junto al borde+... Cualquier cosa, una llamada al celular y listo... 

Le guiño al atlante un ojo de manera complice. Depende de el seguir el juego o cambiarlo para jugar él. El muy cabron...