Partida Rol por web

Quedándose a solas en la sala con Alejandro comenta

- Esto tiene muy mala pinta.- aprieta los puños rabioso - los hermanos templarios son buenas gentes y los sentimientos que les impulsan piedosos. Pero .. esto... esto no es nada juicioso. No resistirán, al menos no eternamente. Van a dar sus vidas inútilmente y lo peor de todo es que no podemos convencer a Vicent de que nos acompañe , nunca dejará atrás la orden ni al resto de los hermanos. - suspira - ¿ Qué podemos hacer ahora? - queda pensativo - o nos quedamos a luchar o nos vamos o nos inventamos algún ardid para llevarnos a Vincent, pero nunca nos lo perdonaría...

Mira a Alejandro suplicante

- Piensa, tú llevas el anillo y eso te hace ser el alma máter de nuestro pequeño grupo.  ¿ Qué dirías que deberíamos hacer ?

Consigo mi objetivo, pero no del todo, tras el comendador, Vincent abandona también la sala, y con él, Gorka. Niego con la cabeza. Estoy solo con Ricard. Escuché lo que decía Ricard mirándolo atentamente. - Nuestras órdenes son sacarlo de aquí inmediatamente - le dije - pero la valentía y sus sentimientos son ciegos, no le dejan ver la realidad, Ricard, van a ser aniquilados aquí y nosotros moriremos con ellos si nos unimos a su resistencia - le dije.

- Aún soy joven para morir, aunque no tengo miedo a la muerte, pero no pienso huir - aclaré - tenemos que convencerle como sea, y, si no se deja convencer... llevarlo de vuelta a su hogar por la fuerza - terminé.

Asintiendo

- Es cierto, o nos quedamos a que nos maten - evidentemente el goliardo no tiene ninguna gana de que ocurra eso - o convencemos a ese... cabezota y nos lo llevamos con nosotros. Y sino... la fuerza bruta para llevárnoslo pero se te olvida dónde estamos. Hay soldados por todas partes, y no podríamos llevárnoslo por la fuerza. - Piensa seriamente en ir a ver cómo le va a Gorka con el comendador, quizás éste pueda convencer a Vincent.

La mañana avanzaba, y vosotros continuábais en las dependencias de aquel castillo. Poco a poco podíais ver cómo la palabra que habíais entregado se iba traduciendo en un ajetreo constante por doquier:

Las cuadras emitían más relinchos de caballo de lo que un día habitual podría escucharse, parecían estar preparándolos para lo que vienera. Las murallas y sus almenas estaba ahora más vigiladas por el oeste por los fráteres centinelas , el único punto posible de entrada en tropel.

Dos comandantes con una decenas de hombres cada uno paseaba ya por los patios interiores, mientras los capellanes corrían de un lado para otro, sobre todo entrando en las dependencias de un gran edificio (seguramente las estancias individuales de cada hermano templario).

Acto seguido apareció por allí otro caballero, el Mariscal, que abordaría toda la táctica defensiva. Iba en un palafrén bien vestido (casi tapado con las insignias de los Conmilones de Salomón). Le acompañaban numerosos auxiliares y entonces se bajó del caballo. Luego fue a hablar con los dos comandantes. Señalaban varias partes del castillo y sus torres, como ultimando algunos detalles.

Algunos drapiers iban no menos que corriendo también de un lado para otro: de las cuadras con grandes telas blancas hacia el edificio de gran dimensión o de los graneros y almacenes hacia las dependencias del Comendador, un ir y venir constante, siempre cargado de vestimentas, escudos y enseres identificativos.

Finalmente, una gran masa de legos comenzó a inundar la plaza. No iban tan bien equipados como los caballeros del Temple. Sin duda aquellos serían la fuerza bruta con que el fortín aguantaría la embestida...

Podíais ver no muy lejos a Vincent preparado para la lucha: cotas, cruces y armas, y su casco con una cruz dorada sobre él. También al comendador, que hablaba con el Senescal. Sin duda alguna la eficiencia de esta encomienda era algo envidiable.

Vincent había hecho caso omiso de nuestros ruegos, no había querido quedarse en solitario con nosotros el suficiente tiempo como para tener siquiera la oportunidad de convencerle. Avancé hasta donde se encontraba, era ahora o nunca, tenía que encontrar una forma de sacar a Vincent de esa fortaleza moriría. - Mi señor Vincent, desearía hablar con vos una vez más en solitario antes de que comience la contienda - le dije, con urgencia. - Acompañadme, señor - le dije, mirando a los otros dos, haciendo señales para que se acercaran al lugar donde estábamos Vincent y yo.

Después de hablar con el comendador y presuponienndo que de nada habrá servido, pues no parecía muy receptivo, ni han aguantado a Vincent el tiempo suficiente, vuelve a la sala donde se encuentran Ricard y Alejandro, cruzándose con el segundo en el pasillo. Le hace un gesto conforme ahora le sigue y se dirije hacia Ricard, con el que habla en voz baja, en tono de confidente.

- Nuestra tarea era clara... Hay que salir de aquí con Vincent antes de que ataquen. Parece que las palabras no son suficientes para doblegar su fé ciega, por lo que quizá habrá que usar algo más. No estoy tan loco como para usar la fuerza aquí dentro, pero he pedido que se embosque a los atacantes desde fuera de la fortaleza y tengo la sensación que no he sido escuchado.

Se gira ahora hacia Alejandro y Vincent, mas sigue hablando con el tono suficientemente bajo para que no puedan escucharlo.

- Debemos hallar la forma de sacarlo de aquí antes que esto se convierta en una ratonera, por muy bien preparados que parezcan no creo que el marqués se arriesgue a traer un grupo de inútiles. Más vale que pensemos en algo ya, pues el tiempo corre en nuestra contra.

Atendiendo a los gestos de Alejandro, se acerca a ellos, serio. Vincent no haría caso a Alejandro, había dejado claro que no quiere escuchar nada que tenga que ver con abandonar la orden e insistir podría ser tomado como una ofensa, ya no para con su persona si no para con su fé. Colocando la mano sobre el hombro de Alejandro niega levemente, para que lo deje. Deben pensar en algo y rápido, hacer otra cosa solo será perder el tiempo.

Miré a Gorka, que negaba con la cabeza. Sabía que podría enfadar a Vincent, pero era la única forma pacífica que nos quedaba de sacarlo de allí, así que decidí intentarlo una vez más, esperando el respaldo de mis compañeros. - Vincent - le dije seriamente. - Tenemos que hablar

Meneando la cabeza de lado a lado mientras observa la preparación de la defensa - No va a haber forma de sacarlo de aquí - dice pesimista viendo la que están preparando - estos fráteres son más tercos que una mula - dice en voz baja - Alejandro ha ido a hablar con Vincent - le dice a Gorka- pero mucho me temo que no dará su brazo a torcer. Como tardemos mucho no vamos a poder salir de aquí nosotros tampoco. Esto me da muy mal fario...

Alejandro se acercó a Vincent, que iba de un lado para otro atendiendo a cuantos "quehaceres" y preparativos, al igual que el resto de soldados, merecía prestar atención. Casi no se dio cuenta de que le insistía el joven.

He dicho que éste es mi hogar. Además, la... -en esos momentos se paró en seco, pues vio que el Mariscal se había percatado de vosotros. Con él estaba el Comendador. Segundos despues, el Comendador Conmilón se acercó a donde estábais con Vincent.

Señores, las puertas se cerrarán en breves, las encajaremos y no saldrá de aquí un alma -dijo con pesar. El Mariscal ha ordenado tal. Vincent, prepárate, ¡vamos! -el joven salió corriendo-. Muchachos, ¡o cogéis vuestras monturas ahora mismo u os quedáis con el Altísimo a luchar...!

Al escuchar al comendador me volví a acercar al grupo. - Debemos tomar una decisión ya, no hay más tiempo - les dije. - Quedarnos aquí y morir, defendiendo a Vincent, o cabalgar de vuelta con Arnau, dejando a su suerte aquí a Vincent - añadí. - Además, no podemos sacar a Vincent de aquí por la fuerza, moriríamos a manos del temple

Ricard se despide de Vicent con la mano y camina hasta su montura pero entonces piensa en la familia De La Cueva, todo lo que le han dado y cómo se han portado con él siempre, se acuerda de Vincent y él juntos haciendo perrerías, yendo de moza en moza y de jarra en jarra... es entonces cuando se percata de que no puede hacer otra cosa que quedarse, su conciencia le impide dejar a Vicent solo. Puede que lo que esté haciendo sea su sentencia de muerte, pero Ricard aunque golfo y pillo , es agradecido(aunque no bien nacido) y no puede pensar en la cara del padre y del hermano de Vincent cuando les diga que no pudieron salvar a su hijo.

No, Ricard se queda.

Se da la vuelta y sacando su cuchillo lo observa por unos instantes haciéndolo girar sobre sí mismo. Acto seguido levanta la mirada y grita a sus compañeros

- Marchad o quedáos. Yo por mi parte ya he tomado una decisión, ¡guardo a los De La Cueva!

Asiente leve, no es bueno en combate, pero sí trazando planes. Además la vergüenza que conlleva la traición no es mejor que la muerte en combate. Conociendo sus flaquezas en ese sentido su tarea principal no es la lucha, pero seguo que podrá ser de utilidad.

Acepta quedarse, mirando a sus compañeros primero y luego a su señor añade. - Piense que mi único trabajo va a ser asegurar su supervivencia, y dios no lo quiera, pero no dudaré en hacer lo necesario para ello si veo que hemos llegado a un punto en el que luchar carece de sentido, que el único final posible es la derrota. Aunque ese "lo que sea" implique llevarle a rastras - Habla serio y con un tono de voz profundo. Mira ahora al Mariscal y al Comendador. - No se ofendan mis señores. - Baja la cabeza a modo de disculpa por su sinceridad.

Si está en mis manos nadie bajo la tutela de los "De la Cueva" morira aquí, aunque tenga que cargar con el peso de la vergüenza, y tenga que pasar por encima de cualquiera.

- Maldita sea, parece que toca morir por aquellos que nos dieron una vida - pensé. - Preparémonos para la batalla entonces -les dije a mis compañeros. - Seremos la guardia personal de Vincent De la Cueva - añadí, guiñando un ojo a todos, forzándome a sonreír, puesto que aquel día, sería el último día de mi vida. 

Ultimé los preparativos para la batalla, ayudé al cierre de puertas y, con la ballesta en la mano, me acerqué de nuevo a Vincent. - Si esto es lo que quieres, así será

Muy bien, preparáos -os dijo el Comendador.

En ese momento dio la órden de cerrar la puerta y el senescal ordenó a los comandantes ubicarse cerca de la porterna de entrada. Numerosos hombres con arcos vigilaban desde las almenas de la muralla y algunos templarios, completamente dispuestos y armados, os miraban desde la segunda línea, como si vuestras vidas estuvieran ya claramente ubicadas en el destino que Dios iba a darles...

En esos momentos apareció Vincent de nuevo, y, tras anunciarle que os quedaríais a defender el puesto, accedió a que le acompañárais junto a la contienda.

Sin embargo, estuvísteis todo el día esperando a que el asalto se produjese. No fue hasta la caída de la noche cuando aparecieron antorchas a lo lejos. Ya lo anunciaban aquellos que vigilaban el horizonte, y el revuelo de las tropas comenzó a notarse. El Mariscal aguardaba encima de su caballo, y poco a poco subían el resto de templarios. Una hora después comenzó el asalto. Tal como pronosticó el informador, la fortaleza templaria fue asaltada por la milicia del noble: Muchos arqueros de la muralla cayeron hacia atrás... ¡y hacia delante!, pues no todos eran duchos con las armas, ya que muchos eran fráteres dedicados a la vida de oración; Un pequeño pluteo comenzó a acercarse a la puerta, cuando las tropas enemigas estaban al otro lado del muro; y la entrada comenzó a ser golpeada. Acto seguido, incendiaron la misma. Durante unos veinte minutos estuvo ardiendo, mientras los asaltantes se guardaban de algunas flechas que caían sobre sus cabezas.

Los templarios y legos aguardaban en el interior, a la espera de la inevitable lucha. Entonces hubo un estruendo y la puerta estalló, justo antes de que una bocanada de gritos y resonar de metales se escuchara ¡la batalla había comenzado! Aquella milicia del Conde de Tarragona parecía estar medianamente preparada. Su punto fuerte era el número, unos trescientos hombres contra casi unos setenta (de los cuáles dos tercios eran monjes, sirvientes o escuderos, y sólo uno eran caballeros luchados en Tierra Santa). No obstante, la masa de legos aguantó la primera embestida, ¡incluso una segunda! Pero finalmente, los asaltantes consiguieron adentrarse hasta los patios interiores...

El día ha sido largo, lo que agrava el estado de nerviosismo de Gorka, las tropas, civiles en su mayoría, no presentan mejor estado de ánimo. A media tarde cuando el sol empieza a descender un brote de esperanza invade la mente del brujo, quizá la información era errónea y no tendrían que luchar, pero cuando el sol ya se oculta las voces de los vigías o ponen en alerta y murmura una oración pidiendo seguir vivo para ver un nuevo amanecer. El miedo sin duda afecta a la mente de formas insospechadas.

Sudando por el nerviosismo Gorka aguarda en la última fila de la escuadra, no lleva armadura de ningún tipo y ponerse al frente solo puede llevar a una muerte rápida e inútil. Suda visiblemente y le tiemblan las piernas, nunca se ha visto inmerso en una batalla de tales proporciones y se nota que está lleno de dudas.

Mete la mano en su zurrón y destapa un frasco intentando que no se note demasiado, las puertas están siendo golpeadas seguramente por un ariete. Mete el dedo gordo en el frasco para untarlo con un ungüento. Cuando la puerta cede finalmente se seca el sudor de la frente, esparciendo así el ungüento y frotando como si fuera un impulso nervioso se la esparce hasta que su piel lo absorve y deja de ser visible.

Se arma con la espada corta y aguarda la embestida.

El día había pasado y en el ambiente se respiraba una gran tensión. La gente había reído, llegando a pensar que el mensaje era erróneo, y habían llegado a alegrarse, dado que sus vidas no habían estado en juego. Hasta la noche, cuando en el horizonte empezaron a verse antorchas. Me agrupé con Vincent, Gorka y Ricard y me puse detrás, con la ballesta en mano. Debía proteger con ella, ya que en ese momento prefería usar la ballesta y no una espada. Esperé pacientemente, hasta que la horda de enemigos entró dentro del patio. Empezaba la acción para nosotros. 

Gorka, tira en privado por Conocimiento mágico (por tu hechizo antes de la batalla), con un malus de -15% (por ser de segundo nivel). Y réstate 1 PC de tu ficha. [En privado]