Partida Rol por web

Tirada de Elocuencia, Ricard. Bonus de +20%.

Se vale de sus manos, sus gestos y su voz melosa para intentar convencer al hombre por todos los medios posibles.

Le dedica una escueta mirada al tendero y vuelve la vista a las plantas y frascos que pueblan el desordenado estante. Toma una ramita de álamo y la observa con ojo crítico, la huele y frota sus dedos para ver su estado.

- El material es fresco? No necesito plantas que hayan perdido sus cualidades y sirvan únicamente para aromatizar. - Observando el puesto con desdén añade. - Estaría bien que cuidara un poco la organización. No se bien que busco, pero el desorden imperante de su puesto no va a ayudarme a encontrarlo. Si no tuviera una auténtica necesidad le aseguro que no perdería un solo instante aquí.

Sin más se pone a rebuscar medicinas, calmantes, somníferos, venenos... Se nota su desagrado y falta de motivación, cuando normalmente estaría encantado de haber encontrado un lugar donde abastecerse y empezar a ser útil en la empresa que deben llevar a cabo. 

La falta de motivación y el caos que reina en el estante hacen que que no vea  nada que le resulte útil, es posible que esté aquí pero no ha sabido encontrarlo. Girandose mientras resopla se diríge de nuevo a Guillem y entregandole el canuto con las monedas de forma que el tendero pueda verlo.

- Parece que hoy el dinero no va a cambiar de manos. - Vuelve a girarse hacia el tendero. - A no ser que después del almuerzo encontremos un estante bien ordenado donde sea facil encontrar lo que se busca.

Sutilmente, Ricard apuntaló la frase del soldado.

¿...en las celdas? Huelen a orín esos barrotes y además ¡HIP!, ya te he "dueicho" que es mi día "liebre" ¡HIP!... ¡libre!

Actos seguido, el tipo se miró los bolsillos tras palpárselos. Sacó su mano y vio que no salió nada, ni una moneda. Su vaso, el de encima de la barra, también estaba vacío. En esos momentos, el guardia del castillo lo cogió y lo estampó delante del tabernero, en la propia barra.

¡Ponme otra! -gritó al posadero.

¡Lárgate! Duerme un poco y vuelve en un par de horas -dijo el tabernero sin miramientos.

"Me cago en la..." -y tras un improperio muy severo en forma de blasfemia, añadió: ¡Ponme otro vino, coño! ¡Pónmelo o ahora mismo te meteré en la celda con uno de esos sodomitas que de verlos harto estoy!

Hace un gesto al tabernero para que se tranquilice

- Tranquilo amigo - le dice al guardia - que a esta le invito yo. ¡ Venga buen hombre , sirva a mi amigo ! yo respondo por él - saca una moneda de su zurrón y le deposita encima de la barra - ¿así que esos sodomitas están en las celdas ? ¡ Joder nunca ví de cerca a esos bribones, herejes... ! ¿ podrías llevarnos? me gustaría mucho escupirles a la cara - le dice con un susurro - claro que te recompensaría muy generosamente por dejarnos a mi amigo y a mí escupirles. No les pegaremos ni les dejaremos marcas te lo prometo.

Al ver que le invitaba, el soldado sonrió, miró al tabernero y le grito:

Y vino del bueno ¿eh? ¡No esa mierda que nos sirves entre semana!

Luego miró a Ricard

Cla...claro ¡HIP! le llevaré a ver a esos bastardos, y veremos si pueden incluso vuesas amables mercedes -levantó el vaso que le puso el de detrás de la barra- patear sus culos un rato. ¡Ah! -sorbiendo un buen trago- hay uno que parece "señorito", "de buen" postín... ¡HIP! ¡HIP!, es el más mari, marica sin duda. Parece que les darán duro en el juicio, pues ese tal de Montferrán sabe mucho de ellos y su testimonio es la base de sus acusaciones... ¡HIP!

El tipo bebió su gran vaso de vino, hizó un amago de arcada, y lo acabó. Luego se levantó, cogió su casco, se lo colocó y se despidió dando rítmicos golpes con la mano en la barra (arriba y abajo) en el preciso instante (y a la vez) que gritaba al tabernero en su propia cara "¡A-MA-BI-LI-DAD, joder!" (un golpe por sílaba). El tipo parecía ahora algo más violento por el alcohol.

Sin dilación alguna y sin apenas miraros, se dispuso a salir de la taberna. Justo cuando iba a salir por la puerta pareció como recordar algo. Se dio la vuelta y os miró.

¿Venís o no? -entrecerraba sus inhibidos ojos- Esos "lameculos" se alegrarán de ver caras nuevas como las vuestras antes de morir.

Entre toda la amalgaba a veces mezclada de especias y potingues, encontraste cosas interesantes. Algunas de las hierbas y plantas que tenías entre tus manos (que ahora estaba separadas entre el resto de aquel tenderete), soprendieron al vendedor. Observó que seleccionaste unas cuantas, luego te miró a ti y te habló:

Vaya, mi señor -respondió a su anterior pregunta- parece que SÍ sabe bien lo que busca. Como verá, ahi tiene entre sus manos -en ese momento quitó una ramita de otra planta de lo señalado- una mortífera planta ¡tenga cuidado!, es la Belladona. Si también le interesa el hash -mirando que tenías otro montón entre tus manos- puedo ofrecerle otra de mejor calidad, traída, según dicen, por lo propios templarios que hay en ese castillo -señaló enfrente de sí con la cabeza, al inmenso castillo del lugar. Dicen que el de Montferrán y sus antiguos camaradas las traían, y que tomaron tanto que preferían la presencia de hombres carnosos que de buenas féminas, ya me entiende... En fin... lo otro que tiene ahí es ajenjo y achicoria, de gran calidad por cierto, ya que...

El tipo miró entonces a Guilleume, fijándose algo más. Se puso muy, muy, muy nervioso. Acongojado en su totalidad, vamos... Color de cara rojizo, grandes sudores; su lengua mojaba una y otra vez sus labios y respondía tartamudeando por momentos a otros clientes que también le avasallaban con preguntas. Todo ello sin dejar de mirar, aunque fuera de reojo, a "el Francés".

Dando un saltito hacia la puerta después de lanzar una mirada cómplice a su compañero

- ¡ Claro que voy joder ! ¡ esos mierdas se van a enterar de lo que les espera tras el juicio !se van a cagar esos cabrones- mira al hombre y le hace un gesto con la cabeza para que salga fuera.

Frunce levemente el ceño y mira alternativamente a "El Francés" y al tendero, no le agrada la reacción de este, mucho menos su nerviosismo, aunque bien puede deberse al desafortunado comentario sobre los templarios, puede no haberle sentado bien a Guillem. Pese a haber encontrado algunas de las plantas que buscaba, no lo ha encontrado todo. Pero por el momento tendrá que bastar.

- En efecto he encontrado algunas de las plantas necesarias, dice usted que tiene hash, ajenjo y achicoria de la mejor calidad, entonces me va a poner dos o tres onzas de cada, sin olvidar la belladona por supuesto.

Miré al borracho conteniendo una sonora carcajada, esperé a que saliera de la puerta, cuando la puerta se cerró, tras lo que había dicho, supuse que nos estaba esperando fuera. Apoyé una mano en el hombro de Ricard. - Parece que se le da bien lidiar con borrachos maese Agramunt - le dije sin parar de sonreír mientras avanzaba con él hacia la puerta, dispuesto a todo con tal de encontrar vivo a Vicent

El jóven Albert y el pícaro de Agramunt salieron airosos del paso. No sólo habían lidiado con las peripecias que aun hombre de a pie el alcohol le pone a prueba, sino que parecía que iba a guiarles al interior del castillo.

Salieron por la puerta y el tipo andaba de un lado a otro. Se paró, agitó su cabeza y pareció intentar andar con cierta coherencia. Parece que lo conseguía. Andásteis unos metros cuando vísteis a Gorka comerciando con un tendero de especias. Guilleume aguardaba silencioso junto a él.

Le costará caro, mi...mi... mi -dijo mientras pasaba la mirada de Gorka a Guilleume-..., mi señor, caro. No es barato lo que me pedís.

En esos momentos, el tendero se dirigió a el Francés tras enfrascar los productos en pequeños botecitos.

¿No será vos Adriá de Montferrán, y yo aquí hablando de sus viajes como si nada, verdad?

El tendero esperó con decisión la respuesta mientras entregaba a Gorka lo comprado (que aún no pagado), sin apenas mirarle a la cara. En esos momentos, Guilleume te miró, miró nuevamente al tendero y posó la vista de nuevo en tí. Estaba como pensando ¿Y ahora qué le digo a éste?

Finalmente, te giraste y fruto de la casualidad viste a Albert y a Ricard caminando. Parecían ir a las dependencias del Castillo que estaba a vuestras espaldas. Delante de ellos iba como guiándolos un tipo con un casco, parecía un soldado armado. Dicho sujeto iba como dando tumbos, algo ebrio.

Al salir de la taberna seguimos durante un rato al borracho. Hubo momentos en los que el hombre parecía que no sabía como continuar para llegar a su destino. Unos pasos más adelante, pude ver a Gorka comerciando con un hombre. Miré a Ricard y luego a Gorka. Sería mejor evitar que Gorka se uniera a nosotros ahora para evitar levantar sospechas ante el hombre borracho. Miré a Gorka retrasándome un poco a Ricard y al borracho y empecé a hacer signos con las manos, dando a entender a Gorka que nos siguiera a una distancia prudencial. 

No sabía si Gorka había entendido lo que le había querido explicar cuando me adelante de nuevo y comencé a charlar con el borracho. - Qué emoción - le dije - siento unas tremendas ganas de apalizar a esos infieles 

Tirada de Comunicación (no verbal) de Albert. Fallida.

No ve tus señas, es decir, os ve, pero nada más.

Anduvieron a una distancia prudencial de aquel borracho malnacido, Dios le confudiera, cuando al otro lado de una de las callezuelas vieron a Gorka comerciando seguramente por alguna de aquellas endiabladas yerbas para sus impuras artes, pero no era el momento de estar divididos sino de hacer piña y colaborar todos juntos para que el rescate fuera fructífero.

Así que Ricard comenzó a hacer señas a Gorka señalando al borracho que llevaban delante y dándole a entender que les iba a llevar adentro y que les siguiera de lejos.

Cuando termina de hacer señas queda un momento parado a la espera de ver si Gorka le ha entendido mientras comenta a Albert

- sí, se van a enterar de qué les hacemos a los sodomitas.

Ricard parece que hablaba con la mente... ¡o con las manos! Comenzó a hacer señas y lo que Gorka entendió fue:

"Albert y Yo entraremos con este hombre adentro. Tú síguenos de lejos"

Hubo algo más. En esos momentos, Albert comenzó a hacerte señas con las manos, como para decirte algo. No lo entendías. Luego lo intentó Ricard. Su gran comunicación no verbal hizo que entendieras lo siguiente:

"Albert y Yo entraremos con este hombre adentro. Tú síguenos de lejos"

PNJOTIZADO.

Gorka os vio, reconoció lo que con gestos le pedíais y se negó a seguiros. La respuesta se basó en un disimulado giro de cabeza hacia quién estaba a su lado Guilleume. Obviamente, no era conveniente dejar al templario en aquel mercado, lleno de guardias por doquier y con su pronunciado acentro extranjero. Mucho menos conveniente era, por supuesto, meterlo "en la boca del lobo", en el propio castillo donde se ubicaban los presos templarios.

Por tanto, os guiñó un ojo, asintió y miró levemente al tipo al que seguíais, como dejándoos marchar al interior. Gorka carraspeó, se dio la vuelta y volvió a hablar con el tender, como comerciando.